Hola, muchísimas gracias por haber leído, comentado, agregado a favoritos y a follows, ya que todo su apoyo significa mucho para mí.
Gracias por sus comentarios: Justshuls, Kurara Matsumoto y Guest (comentador o comentadora anónima) espero que les siga gustando la historia.
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Capítulo 2 La costumbre de dormir en todas partes
Se suponía que Victor había llegado a la casa de los Katsuki para hacerle compañía a Yuri. Sin embargo, habían pasado cuatro días desde que los dos niños se vieran por primera vez y no habían cruzado palabra alguna, de hecho, era Yuri el que se alejaba o escondía cada vez que veía al peliplata. Lo cierto es que aquel comportamiento le era completamente indiferente a Victor. No es como si a él le importase mucho hacer amistad con el pequeño niño rico, ya que si había accedido a venir, fue porque no quería causarles una decepción a sus padres, quienes se lo pidieron casi con ojos suplicantes, de no haber sido así, él hubiese preferido pasar más tiempo con sus abuelos durante las vacaciones de fin de curso con las que le premiaba la escuela elemental a la que iba.
La sirvienta en muchas ocasiones intentó persuadir a su hijo para que intentara hacer las paces con Yuri, sin embargo, Victor le contestaba que no se podía hablar con alguien que literalmente huía de ti en cuanto te cruzabas con él.
El jardinero no se quedó atrás y en cuanto terminó de regar los rosales, dejó sus herramientas de jardinería a un lado, se lavó las manos y subió con paso veloz hacia la habitación del niño de la casa. Antes de abrir completamente la puerta, ya que de hecho estaba entreabierta, tocó de manera tenue con el puño de la mano y en seguida asomó la cabeza. En ese momento sorprendió a un pequeño Yuri viendo la televisión.
Con pasos firmes, pero seguros, el jardinero se acercó a Yuri y le empezó a contar una historia de cuando era niño. En la anécdota relataba que solía divertirse jugando a la pelota con un amigo muy preciado para él, pero que un día éste se fue de su lado y ya nunca lo volvió a ver. Sin esperar a la reacción de Yuri, el jardinero se retiró con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Los padres de Victor salieron un momento, la sirvienta porque tenía que comprar las cosas para la comida y el jardinero porque necesitaba unas nuevas pinzas para cortar los tallos malos de las flores, ya que las que tenía se habían oxidado y finalmente roto.
Yuri salió de su habitación al cabo de media hora y fue grande su sorpresa cuando encontró a Victor tirado en el pasillo frente a su puerta.
—¡Hey tú… niño de pelo largo!, no puedes dormir ahí, no está bien —su mano pequeña movió el cuerpo del aparentemente dormido Victor, sin embargo, éste no se despertó—. Mi mamá dice que si las personas se tiran al suelo se pueden ensuciar, así que te ordeno que te levantes.
Pasó el tiempo y el niño albino seguía sin reaccionar. Yuri se cansó de insistir en que estaba haciendo mal y al final le dieron ganas de tirarse al suelo también, mientras se retorcía jugando ahí, le contaba a Victor cosas sobre sus juguetes y sus aventuras, abriéndose poco a poco hacia él y dejándole al lado de su cabeza un muñeco de acción.
—Cuando despiertes juega conmigo ¿sí? —y se quedó otro rato ahí, charlando sobre tonterías con ánimo.
—¡Dios mío! ¡Victor, cariño! —llegó la sirvienta y de inmediato corrió a socorrer a su pequeño hijo, lo cargó entre sus brazos y le tentó la frente para confirmar sus sospechas.
Tenía fiebre.
Se lo llevó a la sala, lo acostó sobre el sofá, preparó un paño con agua y se lo puso en la frente. Acto seguido, llamó a Yuri y como lo vio un poco sucio le dijo que le daría un baño. Al final, en cuanto Victor reaccionó aunado a que todavía tenía fiebre, tuvo que bañarlo junto al pequeño Katsuki.
—Quería hacer las paces con Yuri, pero entonces todo se tornó borroso y me caí —contó Victor a su madre.
—Sí, te dio fiebre, eso te pasa por no haberte abrigado ayer bien, te lo advertí ¿cierto?
—Oye… la próxima vez que quieras dormir dime y mejor te presto mi cama —expresó el menor de manera distraída, ya que el concepto de "fiebre" no le había quedado del todo claro.
Tanto Victor como su madre comenzaron a reír ante la ocurrencia de Yuri.
…
—Yuri Katsuki, ¡Yuri Katsuki! —repitió el profesor Otabek subiendo un poquito el tono de su voz porque el muchacho parecía estar perdido en sus pensamientos o tal vez en otro mundo y no ponía atención a la entrega de calificaciones de exámenes.
—Pss Yuri, te hablan, deja de pensar en tu chofer —insinuó su compañero, amigo y colega Pichit.
—¡¿Ah?! ¡Yo no estoy pensando en mi…! ¡Lo siento! —respondió Yuri regresando a la realidad y mintiendo sobre lo evidente, ya que sí había estado pensando en Victor y en su conversación con él esta mañana.
Ciertamente, cada vez que salía a la luz el tema de la mordida que Victor no le quería hacer a su cuello, Yuri se ponía muy pensativo y melancólico. Ya sabía que su relación con el albino no estaba consentida por sus padres, ni por los de Victor, pero sinceramente a Yuri esto de las clases sociales empezaba a causarle un dolor de cabeza. No era justo para ellos que por el simple hecho de no ser del mismo estatus social se les impidiera estar juntos. No obstante, esa no era la verdadera razón por la cual no podían vivir libremente su amor. Esta razón sólo la conocían el propio Victor, sus padres y los Katsuki. Yuri mientras tanto vivía en el engaño de que su amor no podía ser concretado porque no poseían los mismos privilegios económicos.
—¡Felicidades! Volviste a ser el mejor de la clase —Otabek dedicó una profunda y orgullosa mirada hacia su alumno estrella Katsuki.
En ese momento, alguien azotó la puerta del salón contra la pared en un intento de abrirla de manera brusca con la pierna derecha. Era Yuri Plisetsky, el rebelde de la clase, quien estudiaba ahí sólo porque le aburría estar en su casa, después de todo era un joven adinerado que no necesitaba de los estudios para salir adelante, y por esa razón su comportamiento era altamente inapropiado. Llegaba tarde a clase, a veces incluso ni siquiera entraba. Nunca se le había visto entregar una tarea o trabajo y les contestaba de manera despectiva a los profesores, sobre todo a Otabek, a quien odiaba más que a todos los demás porque éste era el único que sí lo reprendía por su mal comportamiento.
—No me molestaré en preguntar el por qué llegaste tarde, sólo quiero informarte que has reprobado el tercer examen parcial y que tendrás que tomar cursos intensivos —le comentó el profesor al recién llegado.
—¿Sabes qué? ¡Púdrete! —vaciló el joven mostrando una indiferencia escalofriante—. Yo no he venido a recibir mi examen ni mucho menos a escuchar tus propuestas para que pase el curso, estoy aquí porque necesito hablar con el "tazón de cerdo" —señaló a Yuri con el dedo índice de la mano.
Hubo un tiempo en el que Yuri alcanzó un peso considerablemente alto y para su mala fortuna se tuvo que topar con el señorito Plisetsky, el cual de por sí ya le odiaba porque las familias de cada uno de ellos eran rivales en los negocios. He ahí el motivo del mote.
—¿Qué es lo que necesitas? Yo no tengo absolutamente nada de qué hablar contigo.
—No te estoy pidiendo autorización, vendrás conmigo sí o sí.
—¡Bien, la clase termina por el día de hoy! —señaló el profesor cerrando con fuerza un libro con la intención de interrumpir el momento de tensión que se había formado entre los dos Yuris, quienes se miraban de manera despectiva, con rivalidad—. Katsuki, puedes retirarte por favor, después hablarán de sus asuntos, por el momento necesito entablar una seria conversación con este chico rebelde.
—Claro profesor, como usted diga, hasta luego.
—Túuuuu ¡eres un maldito! —el rubio estuvo a punto de darle un golpe a Otabek cuando éste cogió su mano con fuerza.
—Di lo que quieras, pero yo simplemente no quiero que se peleen y mucho menos dentro de las instalaciones de la universidad. Si está en mis manos impedirlo, eso haré. Además, no quiero que le hagas daño a un alumno estrella como Yuri Katsuki.
—Oh entiendo, así que el cerdito te gusta ¿eh? —dijo con una sonrisa burlona.
—No es eso, sólo es que… —se sonrojó.
—Otabek, eres un libro abierto con tus sentimientos…
…
Una vez que terminaron las clases en la universidad, Yuri se despidió de sus amigos y de inmediato buscó con la mirada el lugar en donde Victor había estacionado la camioneta. De alguna forma u otra, tenía ganas de verle y de arreglar las cosas con él, pues esta mañana no habían quedado del todo contentos con su conversación.
Al llegar, se asomó a través de los cristales de la parte de en frente, pero no vio a Victor al volante, entonces decidió sacar la llave que abría la puerta de atrás y fue entonces cuando encontró a un albino durmiente ocupando los asientos con todo su cuerpo.
—Vaya, vaya… no se te ha quitado la costumbre de dormirte en todos lados —Yuri se metió a la camioneta y con el mayor cuidado posible se sentó alzando lentamente la cabeza de Victor para después colocarla sobre sus piernas. Acto seguido cerró la puerta para procurar un poco más de privacidad y finalmente se lo quedó mirando—. Si yo fuese alfa y tú omega, ya te habría mordido.
—¿Yuri? —preguntó poco rato después un Victor somnoliento.
—¿Ah? Lo siento ¿te desperté?
—No, lo he hecho solo. Hace mucho calor por aquí ¿no?
—Supongo, ya que se te ocurrió estacionar la camioneta en un punto en el que le da directamente el sol a esta hora.
—Puede ser o tal vez es tu esencia a omega la que me está volviendo loco —en un visto y no visto Victor recostó a Yuri en los asientos y se subió sobre él—. Parece que la loción con olor extraño que te eché se ha disipado por completo.
Notas finales de autora:
Espero que les haya gustado o interesado, se aceptan opiniones, críticas constructivas y sugerencias. Nos leemos en el próximo capítulo.