Digimon no me pertenece.


Yamato iba caminando perdido en un laberinto, era todo blanco, brillante y molesto para la vista, no tenía ni idea ni cómo, ni cuándo llegó; se miró: tenía su pijama puesto - un jogging y una remera negros de tela fina - además de estar descalzo. No era su primera vez en ese lugar, pero nunca entendía qué hacía allí.

Simplemente andaba sin rumbo tratando de entender el porqué pasaba esto. Hasta que la vio, otra vez la vio, ahora recordaba en dónde la había conocido; esta vez llevaba puestos unas zapatillitas de lona blancas, un vestido azul a pequeños lunares blancos y sus labios rojo intenso, caminaba a paso rápido, sus pisadas se hacían escuchar y su contoneo era claro y preciso. Se la quedó viendo, ahora sabía su nombre: Mimi Tachikawa ¿qué estaba haciendo ahí?

— Oye!

Ella se dio vuelta, sin dejar de caminar, lo miró y le sonrió, volvió a dar media vuelta para seguir con su camino y desaparecer.


— ¿Dónde está Takeru? — su hermano menor todavía no había llegado al ensayo.

— No lo sé — respondió Koushiro.

Buscó con los ojos alguna respuesta por parte de los demás pero todos estaban en la misma.

— Deberíamos haber comenzado ya — resopló, el menor siempre se tomaba todo a la ligera.

La puerta del departamento se escuchó abrirse y unas risas con ella, por quien reclamaban la atravesaba con la chica de la fiesta y de los sueños de Yamato, Mimi.

— ¡Hola! Lamento la tardanza, es que nos distrajimos mucho y no me di cuenta de la hora — un sonriente y despreocupado Takeru se acercaba a todos.

— Tenemos una competencia de bandas la semana que viene y se supone que no puede venir nadie a los ensayos — Yamato sentía que su ceño no podía estar más fruncido.

— Veo que este es el hermano gruñón — todos rieron, el aludido levantó la cabeza inmediatamente para ver quién hizo el comentario, sus mejillas ardían, ella sólo sonreía de lado.

— Ya… Tranquilo hermano — el rubio menor le tomó el hombro — Es Mimi, no causará problemas, ella entiende.

— Los ensayos son privados.

— ¿Entonces qué hacen aquí Taichi y Koushiro? — los aludidos levantaron las manos.

— De alguna manera forman parte de la banda — excusó.

— A mí no me molesta que se quede — Sora apareció secundando al otro, Yamato la miró con fastidio ¿por qué no estaba de su lado?

Se dio media vuelta, quería golpear a medio mundo, se colgó su bajo y empezó a tocar algo ya harto, el resto de la banda tomó su lugar y comenzaron a zapar para entrar en calor.

La tarde siguió pasando, el ojiazul seguía molesto, pero aún así tocaba lo que correspondía. Mimi había escuchado todo lo que habían tocado con atención y con una sonrisa ladina, Yamato la miraba de reojo de vez en cuando ¿Acaso siempre lo miraba a él?

— Debo irme — Mimi se levantó de su lugar una vez que terminaron con el ensayo — Me gustó mucho — dijo sonriendo.

— ¿Quieres que te acompañe? — preguntó Takeru.

— No será necesario — le dio un beso en la mejilla — ¡Adiós a todos! — alzó una mano, dio media vuelta y se fue.

— ¡Es muy linda! — Sora se acercó con entusiasmo al rubio menor cuando se aseguró de que la otra se había ido.

— Mira que tu novio soy yo, Sora — Taichi puso su mano sobre la cabeza de la pelirroja y todos - o casi todos - rieron.

— Mimi es hermosa, pero no nuestro no funcionará — dijo Takeru guardando su guitarra en su estuche tratando de restarle importancia.

— ¡¿Cómo que no funcionará?! — gritó la pelirroja — ¡¿Ya lo echaste a perder?! ¡Takeru! — dio un golpe en el piso con el pie.

— Tranquila — sonrió el aludido — Nos llevamos muy bien como amigos, nada más. Por algo pasó toda la tarde aquí.

Yamato sólo escuchaba, su cara no había cambiado en toda la tarde. Terminó de guardar su bajo, se lo puso al hombro y se fue sin saludar.


Antes de ir a su casa, Yamato decidió pasar por el parque que estaba cerca. Se sentó en un banco después de dejar su bajo en el suelo con cuidado y se prendió un cigarrillo. Hacía frío, sus manos se estaban endureciendo.

Un par de piernas se interpusieron en su mirada, era un short con unas medias bucaneras ¿no tenía frío?, se dio cuenta quien había estado vestida así en la tarde, cuando alzó su vista no se sorprendió… del todo.

— ¿Te acompaño?

— ¿Qué quieres?
La única respuesta que obtuvo fue un movimiento de hombros. La castaña se sentó a su lado cruzando una de sus piernas sobre la otra y se prendió su propio cigarrillo.

— Cuando conocí a Takeru pensé que eras tú — dijo expulsando humo, el rubio la miró de reojo — Cuando te saludé por accidente me di cuenta que me equivoqué.

— ¿Por qué apareces en mis sueños? — soltó con brusquedad, ella se volvió a encoger de hombros

— Hay noches en las que no puedo dormir, me aburro y me voy a explorar — lo miraba sonriente — Y tú tienes sueños extraños.

— ¿Podrías dejar de hacerlo? — expulsó humo.

— ¿Tanto te molesta? — preguntó con el cigarrillo colgando de su boca.

Yamato no respondió, le dio otra calada a su tabaco y lo expulsó de sus pulmones.

Mimi se levantó de un salto de su lugar y tomó la misma posición en la que apareció ante la vista del rubio. Él podía volver a ver su piel desnuda entre sus medias, su short y su mano con un cigarro entre los dedos frente a sus ojos, no iba a alzar su vista. Pero ella le hizo otra jugada, posó sus manos sobre las rodillas de Yamato (aún con el tabaco entre sus dedos) para sostenerse al agacharse, no le dio tiempo de reaccionar al rubio cuando posó un beso sobre sus labios, corto, preciso. Eficaz. Despacio se separó de él con una sonrisa y mirada traviesa en su rostro.

Se fue dejando a un muchacho con los ojos, boca abiertos por la sorpresa, sus labios sensibles y con sabor a tabaco y cereza, y con su corazón saltando en su pecho.


Finalmente traigo el segundo capítulo.

Perdón por la tardanza y por si no les gusta esta historia.

Adió.