¡HOOOOLA! y Zhe vuelto, POR FIN HE VUELTO sentí que morí en estos dos años, ¡PERO ESTABA VIVA! (?)

En fin, traje la tercera y última parte de una historia que decididamente amo y quiero compartir con ustedes. A todos los que la siguen desde el principio, gracias, y gracias especiales a: ambu780 y Zanzamaru por siempre estar 3

espero esté a la altura de sus espectativas.

¡Que lo disfruten!


—Entonces, ¿piensas darme una caja de un solo tipo de sake, o quieres sorprenderme gratamente y hacer botellas de distintos tipo?

Madara dice, con una sonrisa bufona mientras se recuesta sobre la pared. Más alejado, Hashirama quien se encuentra terminando de arreglar su yukata, le sonríe antes de voltearse hacia él.

—Creo que estás cantando una victoria un poco prematura, querido mío. La presión te está traicionando, ¿tal vez? Aún quedan cuatro días hasta que nuestra apuesta termine y, por mi parte, he de confesar que no vi ningún avance que indique que perdí.

—Oh, claro, claro. Cuatro días entonces. Tienes tiempo de sobra para sorprenderme —Continúa. —Porque, sólo quiero recordarte, que no es mi familia la que tiene un gran historial de mala racha con las apuestas. ¿Si lo recuerdas? Sería bueno que tuvieras eso en mente cuando, dentro de tres días, te des cuenta que esta victoria llevaba tatuada mi nombre desde el momento en que nació.

Madara se detiene un segundo de espaldas, recogiendo un par de documentos cerca del escritorio. Se halla demasiado concentrado en el pedido de suministros para esta semana que no se da cuenta de lo cerca que tiene al otro hombre hasta que un cálido suspiro baila sobre su oreja.

—Eras tan lindo de pequeño, cuando no habías dominado el arte del sarcasmo a la hora de hablar conmigo —dice, haciendo ensanchar la sonrisa de Madara.

—Error. Los Uchiha nacemos con el sarcasmo incorporado, sabes. Es nuestra gran herencia familiar, sólo que tú, con las neuronas de tu organismo ligeramente más lentas, tardaste en notarlo.

—Oh, y ahora me estás llamando idiota. Repíteme de nuevo qué fue exactamente lo que me enamoró de ti, demonio disfrazado de hombre —dice con mofa, recostando su barbilla sobre su cabeza ligeramente más baja de estatura.

Madara lleva sus ojos hacia arriba para encontrarlos con los de Senju. —La realidad, eres un poco masoquista cariño.

Hashirama ronronea al reírse contagiando a su pareja. Le da un pequeño beso que alarga por un buen par de segundos, pese a que la posición no es la más cómoda. Madara hace un ruidito gracioso cuando se separan. El carraspeo debilucho que viene de la puerta les hace girar al mismo tiempo, Sasuke les mira con su cara ligeramente más rosa que de costumbre.

—Perdón por interrumpir, Izuna está al teléfono, quiere hablar contigo sobre un tal Gaara abuelo, algo acerca de un contrato.

—Ah, voy enseguida.

Madara quiere preguntar si tal vez necesita decirle algo más, ya que Sasuke está haciendo esta pequeña e inconsciente costumbre de poner las manos en los bolsillos y mirar al piso como si este estuviera obligándolo a descifrar un problema matemático muy horrible. Algo que sólo hace cuando no sabe cómo formular una pregunta. Pero a lo mejor, no fuese él con quien quisiera hablar, pues las furtivas miradas hacia el hombre de pelo castaño resultan poco desapercibidas. Se percata de que Hashirama de seguro nota lo mismo, conociendo a Sasuke casi tan igual como él no es algo muy difícil, así que les deja a solas sin más.

El mayor no le presiona, pero tras largos instantes en los cuales ninguno decide iniciar la conversación, le ayuda un poco.

—¿Todo está bien? ¿Quieres preguntarme algo?

Sasuke hunde más su ceño y Hashirama casi ríe con el mohín que está haciendo sin darse cuenta, pero cree que no será lo más apropiado para hacerlo hablar. La punta de su pie derecho se desliza contra la madera del piso como si estuviera pisando una colilla de cigarro, pero tras dos intentos de frase, se anima a hablar.

—¿Prometes… no contarle al abuelo sobre esto?

Oh. Esto si que es nuevo. Sasuke jamás hablaba con él esperando confidencialidad absoluta. Debe ser algo realmente importante si se lo está pidiendo con tanto esfuerzo.

—Por supuesto.

Uchiha encuentra su mirada por fin, tratando de asegurar que esté siendo sincero y cuando por fin lo hace, continúa. —Cuando tú conociste a mi abuelo… me dijiste muchas veces que fue cuando eran niños. Pero, alguna vez… ¿sentiste que quizás, lo conocías de antes?

Oh.

—¿Conocerlo de antes dices? ¿Puedes ser un poco más específico?

Sasuke muerde su labio inferior, claramente esta charla no le está saliendo tan fluida como planeó.

—En algún momento llegaste a sentir, que conocías cosas de él sin saber cómo, o tuviste la sensación de recuerdos muy reales juntos, pero sabes que no los has tenido desde que lo conoces.

Hashirama duda un momento. ¿Debería decirle la verdad? No quiere mentir, pero tal vez no es la situación más adecuada para confesar todo. Se define por un nivel intermedio.

—Sí.

Sasuke eleva la mirada con mucho interés —¿De verdad?

—Sí, de hecho, fueron muchas de esas cosas las que me llevaron a enamorarme mucho más rápido de lo que estaba preparado. Desde el momento en el que lo conocí, algo dentro de mí empezó algo así como una cuenta regresiva, un pequeño reloj que a medida que avanzaba me hacía saber cosas de él que sin entender cómo, resultaban ser ciertas. Oh, pero no era sólo yo, él también pasaba por lo mismo.

A esto, Sasuke reacciona. Una pequeña chispa de esperanza tal vez, la comprensión de saber que no se ha vuelto completamente loco. —¿Mi abuelo tuvo sueños… que coincidieran con los tuyos? Sabes si… alguna vez él te dijo si…

OH.

—Mmm… creo recordar que alguna vez nos haya pasado, sí. Sueños en los que nos conocíamos de otra parte, un poco diferentes en apariencia tal vez y con ligeras diferencias, pero el mismo sueño al fin y al cabo. Algo así como un cambio de perspectiva, ¿me explico?

Cambio de perspectiva, ¡claro! Eso tiene mucho sentido. Bueno, no, no en realidad, pero para él lo tiene ahora. Tal vez, ese sueño con Naruto estuviera mostrando partes diferentes de un mismo recuerdo, dos caras de una misma moneda.

—¿Eso te está pasando a ti, Sasuke? —La pregunta le agarra desprevenido, por lo que no tiene tiempo a arreglar la cara de obviedad. Hashirama sonríe un poco — ¿Naruto, tal vez?

El conflicto en la joven cara le responde solo.

—Es tan extraño, ni siquiera sé por dónde empezar a describirlo.

—El principio siempre es un buen comienzo.

Sasuke hace un gesto muy particular suyo, una mirada que te juzga por la gran idiotez que acabas de decir pero que es lo que necesita escuchar en este momento y sólo por ello no va a decirte la enorme e inútil redundancia que acabas de decir. Revuelve su pelo desparramándolo más de lo normal, algo que le causa una cierta necesidad de abrazarlo fuerte. Un pequeño pichón. Se siente como ver eso, un bello pichón de cuervo recién salido del cascarón que arruga sus ojos para enfocar propiamente su entorno.

Pero Sasuke necesita hablarlo. Y más ahora que ha encontrado a alguien que le entiende. Así que empieza, por aquel día en el bosque.

El primer encuentro con Uzumaki Naruto; una de las peores primeras impresiones que puede recordar a lo largo de su vida. El tacharlo sólo como una eventualidad muy curiosa y pensar que jamás lo volverá a encontrar y sin embargo, allí estaba, mirando la pantalla de su celular fuera de la oficina de Tsunade en el mismo día, haciéndole cambiar sus planes de una visita inesperada a su profesora para otro momento.

Descubrir que su compañera de curso Haruno Sakura era su mejor amiga y que le reconoció el pañuelo por el simple diseño que llevaba bordado, ella afirmando que si prestaba atención, podía ver el mismo diseño en toda posesión de tela de Naruto. Y luego encontrárselo aquí, por supuesto. Un lugar que no compartía con nadie más allá de su familia, pero que ahora debía compartir con un chico que acababa de conocer. Y bueno, esa sólo era la punta del iceberg. Comenzar a describirle el sentimiento de nostalgia que le producía mirarle más de dos minutos seguidos, una felicidad que no reconocía como netamente suya al decir algo y hacerle reír, o pequeñas peleas que le resultaban tan familiares que ansiaba buscarlas. Los sueños de un muchacho calco de su imagen pero con ropas diferentes, anaranjadas y antiguas, su cuerpo cubierto de heridas, enojado, triste, contraído. En batallas tan surreales que le hacen pensar en películas de acción.

Pensar en Naruto es como pensar en una anécdota muy placentera de la niñez, recuerdos simples pero de emociones muy intensas que no puedes borrar por más que lo intentes. Sasuke desconoce el por qué y eso le inquieta.

Naruto era un campo desconocido. Era familiar siendo desconocido y era placentero estar a su lado pero al mismo tiempo originaba un vértigo indescriptible en el estómago de Sasuke. Por eso necesita con mucha desesperación una respuesta que le ayude. Hashirama le oye con mucha paciencia, no se da cuenta de en qué momento pasa, pero para cuando se percata ambos están sentados observando el enorme ventanal contra la pared que les regala el paisaje más hermoso del hábitat natural de Konoha.

Senju se debate entre unas terribles ganas de confesar exactamente qué es lo que le está pasando, y un orgullo aún peor que le hace querer negar la realidad: acaba de perder su apuesta contra Madara. Ese maldito y hermoso hombre manipulador de seguro ya sabía lo que estaba pasando. Suspira largo, debatiendo. Finalmente dice con mucha calma.

—Sasuke, te conozco desde que eras un bebé. Sé bien que hay mitos que van más allá de tus creencias y que no eres capaz de aceptar una opinión que no tenga un respaldo firme detrás, pero esto es lo que creo. Existen leyendas que son ciertas y aunque sea muy difícil de creer, estoy seguro de que lo que estás viviendo ahora es una de ellas.

Sasuke le mira como quien ha perdido la razón y acaba de dejarle una herencia millonaria a un desconocido de la calle. Un poco gráfico dirán tal vez, pero esta era una habilidad Uchiha muy buena. Hashirama le ignora, una cualidad honrada de su propia familia, y continúa.

—Ciertos lugares evocan memorias de otros tiempos, otras vidas, a veces. Estos son aquellos sitios en los que tu alma se ha modificado, en estos lugares entraste siendo una persona y te has ido con una diferencia. A veces el cambio lo haces solo, otras veces es gracias a alguien más. En mi caso fue gracias a Madara… sabes, este fue el lugar en que nosotros nacimos, en ese tiempo no había más que una pequeña aldea de no más de cincuenta personas.

Sasuke sonríe un poco, esta anécdota le es familiar. Su abuelo siempre la contaba cuando él era niño, casi a la hora de dormir, como si le tranquilizara el hecho de imaginar este pequeño pueblo que creció gracias a cuatro personas con proyectos muy ambiciosos. Tobirama e Izuna fueron los primeros hombres en seguir las alocadas ideas de sus hermanos, quienes ansiaban construir un imperio más allá de lo imaginable sobre nada más que roca y arboledas. Un trabajo de muchos años, esfuerzo y discusiones de por medio, pero que culminó en lo que hoy en día es su legado más orgulloso. Por supuesto que sabe qué es lo que va a escuchar relatar a Hashirama, pero se sorprende sin embargo.

—Madara y yo éramos amigos desde muy niños, y siempre sentimos una especie de fuerza que nos obligaba a permanecer cerca, sin embargo el día que llegamos al valle del fin (tu abuelo decidió llamarlo así, por cierto, me pareció tan genial que así lo dejamos), algo cambió. Fue como si una pieza de maquinaria que siempre estuvo suelta hubiese encajado a la perfección en un segundo.

Hashirama nunca ha contado esto, ni siquiera a su esposo, por lo que sentimientos más intensos de lo que planea se apropian un poco de su voz. Sasuke decide no comentar nada.

—Le vi frente a mí y de repente… era otra persona. Su cabello corto era tan largo que casi llegaba al piso, usaba una armadura muy extraña y su cuerpo estaba lleno de heridas. Me vi a mi mismo atravesando su espalda con una espada, y luego quedarme mirando su cuerpo quieto en el piso. Estoy seguro que todo esto no duró más de unos segundos, pero jamás voy a olvidar el vacío y el dolor que me produjo, estaba llorando sin control para cuando me di cuenta. A tu abuelo le sucedió lo mismo… nunca le pregunté qué fue exactamente aquello que vio, pero el efecto fue idéntico. No pasó sólo esa vez, siempre que iba allí recordaba algo distinto, hasta que un día ya no quedó más para recordar.

Sasuke tiene sus ojos fijos y muy amplios en él pero no quiere hablar. La boca ligeramente entreabierta y latidos con más rapidez de lo recomendado. El valle del fin es donde la mayoría de sus sueños tiene origen. De niño y adulto. Solo y acompañado. Solo y con Naruto. En una guerra, mucha gente, desconocida y no tanto, Sakura está allí, la recuerda. Su pelo más corto, la cara más seria y madura y con ropas extrañas. También… también está su abuelo, pero no es él, o sí, pero diferente. Su pelo blanco, cara desfigurada, muy extraña.

Su cabeza duele. Una secuencia muy rápida de imágenes que alguna vez aparecieron en sus sueños le golpea.

No es sólo él, ni su familia, tampoco Naruto. Toda esa gente que recuerda es conocida. Tsunade, también su hermano Itachi, la tímida Hyuuga Hinata de pediatría está allí, su pelo diferente y los ojos también. Hyuuga Neji, estudiante prodigio de artes marciales y su viejo compañero de secundaria está allí, también su prometida TenTen, ambos muy distintos en apariencia. Todos los que recuerda tienen el peso de una niñez poco disfrutada en sus caras, madurez adquirida a la fuerza. Es triste, muy triste. Demasiado.

Sasuke no quiere recordarlos más, no ahora, tal vez nunca. Recordar no le está gustando, hace que su cabeza esté a punto de explotar. Una mano dibuja círculos despacio sobre su espalda al ritmo de un suave tarareo.

Un tarareo que le ha hecho dormir incontables noches de niño.

—Todo esto es demasiado… es demasiado extraño para ser real abuelo.

—Lo sé, pequeño Sasuke, lo sé muy bien. Sé que desearías no saber nada de esto, querer cerrar tus ojos muy fuerte y desear que todo fuera un gran sueño muy vívido —Hashirama le regala una sonrisa amplia, tranquilizante mientras revolotea su pelo oscuro. —Pero has llegado hasta aquí por una recompensa, no por un castigo. Cuando logres entender a lo que me refiero, estarás seguro que esto es algo que desearías haber vivido mucho antes.

Muerde su lengua un instante, pero la tentación y promesa de un poco de diversión le gana y termina diciendo, con un aire de misterio para culminar: —La luna siempre estuvo profundamente enamorada del sol y viceversa, tanto así que no importa cuántas veces se separen, siempre se encontrarán.

El pequeño Uchiha se deja mimar un rato más tras el silencio. Con sus oscuras pupilas concentradas en las montañas mucho más allá de su alcance se relaja con el tacto familiar de Hashirama sobre su pelo en movimientos lentos. Este hombre domina desde siempre la habilidad de tranquilizarlo al igual que Madara, algo que le gusta mucho pero que jamás va a admitir en voz alta. No es como si necesitara hacerlo tampoco.

Pasan cerca de quince minutos cuando por fin retoman sus actividades, Sasuke más relajado pero con un cerebro que no deja de maquinar, decide ayudar en la cocina a preparar los desayunos. Hashirama organizó las reservas del día, se encargó de arreglar una habitación con problemas eléctricos y acabó de dejar a dos nuevos huéspedes en sus habitaciones cuando se encuentra de nuevo a su esposo, éste se ha recogido el pelo y luce tan bien que le obliga a abrazarle con fuerza, sobresaltándolo un segundo.

—Necesito recargarme un momento.

Madara hace un ruidillo gracioso con su garganta, pero acomoda su mano sobre las dos de Hashirama encima de su ombligo. El castaño no quiere admitirlo, pero revivir el día que recuperó su memoria de una vida anterior no le divierte mucho. No se arrepiente de hacerlo, pero hay ciertas cosas que prefiere olvidar. La pérdida en más de una ocasión de aquel que ahora protege entre sus brazos es una de ellas.

—Sabías lo de Sasuke, ¿no es así?

—Mm… no sé de qué hablas.

—Claro que no —dice resignado—, allá va mi semana de deliciosa comida.

—Oh, gran bebé. Todavía puedo cocinar algo, a modo de premio consuelo. Festejemos el regreso de mi querido nieto con una enorme botella de sake.

Denshu(1) será entonces.

—No te atreverías —voltea rápido con su dedo acusador a milímetros de la nariz de Hashirama— nada por debajo de Juyondai(2), o no comerás más que arroz blanco como cena durante una semana entera.

La risa de Senju acobija sus oídos, todavía con su ceño hundido en ofensa se pierde un momento en sus facciones. La cara relajada y feliz que pocas veces pudo disfrutar en su otra vida le hipnotiza. Hashirama Senju en todo su ser lograba hipnotizarlo, a decir verdad. Muy cliché, sí. Pero es que no existe otra forma de describir lo que siente al verle, diariamente piensa en la cantidad enorme de decisiones que pudo haber cambiado y tal vez mejorar los recuerdos que le dejó. Madara muerde un poco su labio inferior y extiende su mano sobre la mejilla ajena. Hashirama se recuesta un poco más sobre él y le sonríe contento. Un enorme Golden retriever, piensa con diversión. Por un segundo quiere decirle tantas cosas pero se detiene, no es como si jamás se le cruzara la idea, pero tratar de poner en palabras ese sentimiento tan complejo resulta imposible.

—Ya que quedó oficializada mi pérdida en esta apuesta, ¿puedo reclamar una de esas comidas ahora mismo?

—Mm… consigue mi sake y puedo considerar apelar a mi bondad.

—Sabes, creo que de hecho hay una botella muy buena que puede adaptarse a tu gusto. Mi hermano tiene una colección sumamente olvidada a la que podemos darle un buen uso.

—¿Un buen sake y enfadar a Tobirama en el proceso? Trato hecho.

Hashirama ríe. —Muy bien, entonces iré a buscarla y la tendré lista para el almuerzo. ¡Será yakiniku!(3)

Con un ruidoso beso en su mejilla Senju se da media vuelta rumbo a las habitaciones, la vista de Madara cambia efímeramente y observa a un antiguo Hashirama de mirada triste sentado a su lado. Sabe bien qué memoria es esta, no existe otra después y sin embargo, sonríe.

La luna siempre, siempre estuvo enamorada del sol y siempre, siempre la encontrará.

—˜OO˜OO˜OO˜—

Mientras tanto, en su tiempo de descanso para almorzar, el joven Uzumaki Naruto está teniendo la crisis existencial más grande de toda su vida. Oscuras bolsas besan sus ojos y el color celeste se combina con un rojizo que devela el poco descanso que logró obtener en las últimas noches. Ya no eran sólo pesadillas o sueños extraños lo que le hacían despertar sobresaltado, el nivel de anormalidad escaló mil pasos. En una sola noche su cerebro armó una realidad alterna en la que gran mayoría de las personas que aparecieron eran gente con la cual charlaba día a día. Su mamá, su papá, sus abuelos, Sakura, Kiba y hasta la linda Hyuuga Hinata que fue a la primaria con él y volvió a reencontrar hace unos años gracias a Sakura, con quien estudiaba medicina.

Pero sin dudas lo más escalofriante resulta ser Uchiha Sasuke. Aquel sujeto que no conoce hace más de dos semanas y sin embargo… sin embargo Naruto puede jurar que sería capaz de escribir un libro ahora mismo de todas las pequeñas cosas e intimidades que sabe sobre él. Debía ser imposible, tal vez el aire tan puro de las montañas le hizo mal y comenzó a tener alucinaciones, pero en el fondo, muy en el fondo sabe que no es eso. Esta ni siquiera es la primera vez que ha soñado con Sasuke, el único factor diferente es que ahora puede darle un nombre a la misteriosa persona que con frecuencia aparece en sus sueños desde niño.

Naruto suspira tan fuerte que casi grita. Rasca su melena con frustración, ¿¡qué diablos está pasando?! Uchiha Madara, Hashirama Senju, una guerra ninja, ¡ninja! ¿es que de verdad perdió la razón?

Uchiha Sasuke.

Sasuke, Sasuke, Sasuke y más Sasuke.

¿Por qué él? ¿Qué tiene él que no puede dejar de recordar más y más cosas suyas? Conocerle sin entender cómo es raro, sí, por supuesto que sí. Pero más raro es recordar secuencias tan vívidamente y sentir un remolino de cosas incapaces de describir. Sasuke herido le provoca ganas de llorar. Y muchos de los recuerdos lo involucran herido de alguna forma, a veces, no sólo físicamente.

Sasuke feliz le inyecta una alegría indescriptible, como si verlo así fuera una ocasión de celebración y saber que fue él quien le ocasionó un recuerdo agradable le llenaba de orgullo. Sasuke solitario… le daba miedo. No sabe por qué, pero es al Sasuke que más le teme recordar. Este no sólo le da ganas de llorar, sino que le deja un vacío intolerable por un largo tiempo.

Sin embargo hay algo más, algo en lo cual no puede tener un agarre firme, como arena que se escapaba entre sus dedos. Hay un sentimiento familiar entre todos los diferentes que le producen sus sueños, uno que está presente no importa qué esté pasando y no puede descifrar con exactitud qué es.

La bandeja con comida que tiene a su lado yace olvidada, no tiene tanta hambre. Naruto necesita descubrir qué está pasando y no sabe por dónde empezar.

—Creo… que sí me volví loco.

—Yo creo que siempre lo estuviste, si te sirve de consuelo.

La voz tan familiar le hace voltear a su izquierda tan rápido que puede sentir un tirón en su nuca.

—Muy divertido—dice tratando de disimular la taquicardia que asegura se puede escuchar a un kilómetro de distancia. —¿qué haces aquí? Creí que esta era tu hora de misteriosa desaparición.

—Gracioso, la abuela Chiyo me mandó a buscarte porque dijo que el desaparecido eras tú.

¿Eh?

—¿De qué hablas? Le avisé que me iba a almorzar antes de irme.

Sasuke eleva una ceja con incredulidad. Saca del bolsillo en su pantalón su celular y se lo enseña a Naruto, quien explota una exagerada mueca que casi le hace reír. Casi. Su descanso terminó hace exactamente una hora y veinte minutos.

—Si estabas necesitando descansar un poco más sólo tenías que decirlo, no es como si te fuesen a decir que no.

Naruto analiza esa oración tratando de descifrar el sarcasmo detrás, sorprendentemente, no lo logra.

—¿Estás preocupado por mí?

Sasuke hunde su ceño un poco. —No estás durmiendo.

—Tú tampoco duermes nada. Te veo siempre deambulando en los jardines sabes, en el medio de la noche. Eres como un fantasma…

—Lo hago desde niño, eso no significa que no duerma. Tal vez sólo necesito menos horas de sueño que tú.

Naruto hace un extraño ruido, una risa con poca diversión detrás. —Es verdad, siempre dormiste muy poco. Cuatro horas, ¿cierto? No importaba cuánto me esforzara en madrugar, tú siempre estabas listo para…

Un incómodo silencio es todo lo que necesita Naruto para saber que acaba de decir algo indebido. Aquella oración iba a continuar en realidad, iba a decir algo sobre Sakura reprochándole que su horario no era el más apropiado, Kakashi rematando con una mirada cansada y su libro pervertido frente a él y Sasuke… sonriéndole con burla mientras le decía algo que ahora no puede recordar.

Pero sabe bien. Sabe muy bien que aquello no es algo normal.

Ellos cuatro jamás han estado juntos, muchísimo menos de niños.

Carraspea nervioso tratando de disimular, pero la dura mirada de Uchiha le enmudece. Se disculpa por algo que en realidad no entiende y se apresura en irse lejos, lo más lejos posible de él. Estar cerca suyo últimamente sólo provocaba que su exhausto cerebro imaginara cosas.

—"Un buen shinobi necesita sólo cuatro horas de descanso o menos" jamás dije… que yo durmiera cuatro horas, idiota.

El resto de aquel día terminó rápido. Naruto se disculpó en todos los idiomas que sabía por su descuido, y se ofreció a ayudar con las tareas de limpieza extras para enmendarse. Jamás admitirá que lo hizo para evitar ver a Sasuke. Para estas alturas ya había memorizado sus rutinas, y sabía que cumpliría su objetivo con tan sólo demorase media hora más. No se lo encontraría recién salido del baño con su pelo mal secado, ni tampoco en la cocina preparándose una taza de té. Mucho menos en el pasillo camino a las habitaciones.

Afortunadamente todo salió como lo planeó. Desafortunadamente, las pesadillas decidieron castigarlo y también sucedieron de acuerdo al plan.

Cuando se percata de que se encuentra mirando el techo de su habitación, con el corazón retumbando en sus oídos y la adrenalina bombeando todo su cuerpo, maldice no menos de tres, no menos de cinco veces al aire. Tras comprobar que no va a calmarse, otra vez, se levanta. Se arrima a la ventana, donde como todas las noches espera encontrarse a Sasuke el fantasmagórico paseando en el jardín, pero no está allí. Vuelve a maldecir, aquel bastardo quizás esté durmiendo plácidamente mientras él va a tener que aprender a convivir con oscuras bolsas el resto de su vida. Extraña sus lejanos días de sueños placenteros, cuando ignoraba este extraño mundo de vidas rarísimas y podía disfrutar de ocho horas de descanso seguidas. Pensándolo bien eso se sentía un milenio lejos de su realidad. El reloj de su teléfono muestra que es casi hora de amanecer, tal vez pueda alistarse despacio y disimular que no durmió más de tres horas.

El casi infarto que sufre cuando la puerta se desliza con brusquedad no tiene nombre.

—¿¡Qué diablos te pasa?!

El perpetrador, un Uchiha Sasuke de pelo demasiado revuelto aún para él, le está mirando con furia. Pero parece que no vino a hablar, puesto que sólo se acerca a él y le toma con fuerza del brazo arrastrándolo. Toma el abrigo más grueso que tiene al alcance antes de salir de la habitación y se lo arroja, sólo entonces el rubio nota que él ya está abrigado. No quiere gritar ya que sabe que casi todos deben estar dormidos, pero no por primera vez Naruto vuelve a insistir en saber qué está pasando.

—Estoy harto de esto.

—¿Te importaría desarrollar tu amable respuesta? ¿A dónde me estás llevando?

—Voy a terminarlo de una vez por todas.

—¿Piensas matarme? Hay maneras más sutiles sabes, si me llevas al bosque a estas horas sólo van a sospechar de ti, eres el único con un motivo y el único que conoce el bosque de noche. Todo juega en tu contra. Sugiero que me dejes tres noches más aquí, la misma fatiga va a hacer tu trabajo.

—¿Quieres callarte?

—Lo siento, no me pasa todos los días que me quieran secuestrar para asesinarme, no sé bien cómo es el procedimiento. Siempre fui tímido, cuando me pongo nervioso tiendo a hablar más de lo normal. Y no estoy precisamente cómodo ahora, por si te interesa saberlo.

La risa mal contenida que escapa de los labios de Sasuke le detiene la respiración un momento. Se siente lindo. Raro, por la situación, pero tan lindo que le hace olvidar que está siendo secuestrado.

—De verdad estás loco, idiota.

Sabe que debería sentirse ofendido por el insulto, pero no presiente ninguna malicia como para que esto pase. De hecho se siente tan conocido que se permite sonreír un poco. —Te lo advertí aquella vez, estar cerca de mí va a lograr que tú también enloquezcas.

Sasuke se voltea sólo un poco a verle, lo suficiente como para que sus ojos conecten dos segundos. —Debí escucharte, tal vez nada de esto hubiese pasado.

Ninguno vuelve a decir nada. Naruto prosigue a dejarse secuestrar pero sin tanto forcejeo y sigue a Sasuke en silencio a través del bosque. Piensa con asombro que debe ser fascinante conocerte este inmenso lugar tan a fondo como para no rozar siquiera con una pequeña rama, mientras que él perdió la cuenta de las veces que trastabilló con objetos en el piso y chocó su cara contra árboles enteros. También piensa que la teoría del asesinato cobraba fuerza a medida que se alejaban, ya no reconoce en dónde están (aunque honestamente no lo supo desde el principio) y Sasuke no tiene pinta de parar la caminata pronto.

Desde su derecha comienza a ganar más visión, es claro que han caminado el tiempo suficiente para que el sol finalmente aparezca por el horizonte con soñolencia. Su nariz está rojiza por el frío pero la caminata le quitó todo rastro de este en el resto del cuerpo. Cuando ya se va a animar de nuevo a preguntar dónde diablos están, el sonido de una cascada le atrapa.

Ya se han alejado del follaje y su campo de visión es otro, uno nunca antes visto y sin embargo…

Ambos se detienen, Sasuke a la cabeza.

—Quiero que juguemos a algo.

¿Eh?

—¿Me trajiste hasta aquí, a estas horas, en esta época del año, para jugar?

Sasuke se voltea y por primera vez Naruto quiere callarse. No es triste ni tampoco enojado, pero hay algo tan cargado de miles de cosas en sus ojos y su cara, tanto que le tienta a abrazarlo fuerte y borrar cada pensamiento que estuviera agobiándolo. De hecho, se da cuenta que su brazo está estirado y a milímetros de agarrar el suyo cuando lo devuelve a su lugar.

—Muy bien… ¿a qué quieres jugar?

Un fleco de sol golpea contra su cara y el azabache pelo a la vez cuando responde —Una carrera

—Oh, ¿estás seguro? Soy muy bueno en carreras.

—No es una carrera normal. Ambos vamos a empezar caminando y lo haremos cada vez más rápido hasta que estemos corriendo.

—¿Y cuando sabré en qué momento tengo que subir de velocidad?

Sasuke sonríe.

—Lo sabrás.

Naruto quiere preguntar más, pero ya se ha volteado y entiende que hasta aquí llegó la explicación. Ambos tienen puesta su ropa de dormir y sandalias, pero pese al frío Sasuke se las quita, así que él lo imita. Se pone paralelo y sin decir nada, ambos emprenden marcha. En principio no entiende qué está pasando ya que ninguno da indicio de acelerar, pero entonces le escucha hablar.

—Una leyenda cuenta que cierta vez una bestia de nueve colas atacó una aldea, y que para protegerla, se le encerró dentro de un bebé recién nacido.

Los ojos celestes atraídos inmediatamente hacia la voz, notan el ligerísimo aumento en velocidad.

Naruto conoce esto. No sabe por qué, pero siente que lo hace. Está seguro.

Kyuubi —Una especie de corriente eléctrica recorre su cuerpo—, ah… hace mucho no lo recordaba, ese fue el primer nombre de mi mascota sabes.

Naruto guarda silencio, algo más viene a él.

—Hay una historia que cuenta sobre la masacre de una de las familias más grandes en cierta aldea, donde sólo un niño sobrevivió .

Sus pies ganas un poco de velocidad, ya cree entender cómo es esto. Sólo tiene que recordar todos los sueños extraños que ha tenido hasta ahora.

Sasuke no dice nada, pero tampoco espera que lo haga.

—Este niño con la bestia en su interior jamás tuvo amigos. Era dejado de lado y creció sin una familia con él.

—Aquel sobreviviente también quedó solo, pero sin embargo, sobresalía en todo y recibía mucha atención.

—Cierta vez ambos niños se encontraron en un muelle.

—Cierta vez, ambos niños prometieron ser amigos.

Sendos pasos casi trotan entre sí.

—Los niños crecieron y aquel con la bestia en él fue en busca de aventuras ambiciosas para llegar a su sueño.

—Pese a la gran cantidad de misiones juntos, en algún punto los caminos se hicieron diferentes. El sobreviviente huyó tratando de encontrar sus propias metas.

—Pero tenía que deshacerme de mi única conexión con esa aldea.

—Y peleamos.

Hablar se está volviendo más difícil, no sólo por el ritmo veloz que han alcanzado y la falta de aire que esto implica, sino porque pestañas pesadas y cargadas de agua estaban sofocando sus gargantas.

—Traté con toda mi fuerza de detenerte, pero cuando desperté ya era muy tarde… te habías ido.

Ah, esto está doliendo.

—Maldito Sasuke, ¿cómo pudiste dejarme?

—Parecía muy lógico en ese momento —responde con su voz ahogada y el poco humor que logra inyectarle.

—Te busqué tantos años, tantos años pensando en si estarías bien y cuando por fin te encuentro, ¡trataste de matarme!

—Nunca te dije que me buscaras.

—Nunca debiste irte.

Todavía queda más, esta carrera recién empieza. Las caras ya están empapadas, pero entre la falta de aire y las lágrimas les toma un instante retomar. Hay tanto, tanto, tanto.

—Tuve tanto miedo, maldito Sasuke. Un renegado, comenzaste una maldita guerra en nuestra propia aldea, ¡atacaste a todos los malditos Kages! ¿En qué pensabas?

Ilógicamente esto lo hace reír.

—¡No lo sé! ¿En qué pensabas tú cuando te sacrificaste tantos años y tantas veces por salvarme?

—En que si no estabas a mi lado, posiblemente te sentirías solo.

—Lo estuve. ¡Me sentí solo durante todos esos años!

Esto era una locura, sólo podía desear que nadie los estuviese viendo en ese momento. Dos hombres corriendo en una madrugada de invierno, descalzos, gritando, llorando y riendo todo a la vez. Ya podía sentir el chaleco de fuerza ajustándose a su espalda.

—¿Y por qué no te quedaste a mi lado?

—Porque en ese momento parecía muy lógico alejarme para que tu vida fuera más fácil, y en su defecto, asesinarte. Como recordarás no me salió muy bien.

—Mi vida era más fácil contigo, yéndote sólo me diste problemas. Envejecí cientos de años en sólo cuatro. ¡Maldito Sasuke!

—¡Estaba tan jodidamente enamorado de ti! ¡Era vergonzoso que todos lo supieran menos nosotros!

Ambos ríen, ya tienen muy poco aire en los pulmones y no está seguro de que quede mucho camino por delante. La cascada se escucha al lado suyo.

—¡Siempre estuve enamorado de ti, nunca dejé de hacerlo y creo que nunca podré! ¡exijo que te hagas responsable!

Naruto extiende su mano para agarrar la de Sasuke, pero para la velocidad que iban su idea no fue la mejor. Ambos pierden el equilibrio y terminan de espaldas en el suelo, (Naruto de cara, pero rueda). No hablan, no pueden hablar. Con la mano izquierda de Sasuke firmemente agarrada en su derecha, se permite recobrar algo de aliento. Por fortuna el sol ya se ha asentado y calienta sus cuerpos con una caricia tibia. Los dos saben que están terminando de encajar las pocas piezas el rompecabezas que quedaban bailando por ahí. Es avasallante la verdad. Sentir tanto, tan intenso y en un período tan limitado no les hace bien físicamente, pero ¿a nivel espiritual? Oh, sienten que han alcanzado el nirvana.

Naruto se voltea a ver a su secuestrador y descubre que está siendo observado por una cara demasiado feliz. Llorosa y enrojecida pero tan feliz que impulsa una nueva ola de lágrimas de sus propios ojos. Por un momento la sonrisa se le borra y sólo tiene ganas de llorar, así que lo hace. Gemidos pequeños se convierten en unos más graves y fuertes, un llanto angustiado de esos que no sabes que tienes hasta que alguien te obliga a sacar a la luz. Nunca va a tener palabras para describir por qué se siente de esta manera, pero no es como si importara realmente.

Su alma se siente tan completa que ya nada importa la verdad.

—"La luna siempre estuvo profundamente enamorada del sol y viceversa…"

—"…Tanto así que no importa cuántas veces se separen, siempre se encontrarán."

Sólo un instante de coordinación les tomó girarse y en un habilidoso movimiento encontrar sus bocas.

Ah, ahí estaba, la última pieza.

Si alguno de ellos tuviera que describir con palabras la bomba de sensaciones que ese simple contacto les produjo, no lo lograrían ni en cien vidas. Era lo que necesitaban hacer desde el momento en que se conocieron. Era conocido pero no, era ansiado y a la vez tan lento que dolía. Era dulce, era hambre y era pasión a la misma vez. Eran mil te amo nunca musitados en su momento.

Era el mundo entero conspirando para que este momento llegara y festejando porque al fin, llegó.

¿A qué se le llama el "encuentro predestinado" con el verdadero amor, tu alma gemela?

Siéntate cómodo y prepara el té, estás a punto de escuchar una historia divertida.


(1)Marca de Sake costosa.

(2)Marca deSake aún mucho más costosa.

(3)Comida japonesa a base de carne.

¡HOLA! ¿Has llegado hasta el final? mi alma te lo agradece de todo corazón. Esta puede no ser la historia más popular que escrubí, pero la amo tanto tanto, el tiempo que le dediqué y loque me divertí haciéndola no tiene precio, ¡así que de verdad espero que la disfrutes como yo!

Amo los AU de reencarnación y tengo HACE AÑOS (si miras la fecha de publicación de esta historia vas a entender cuántos) que quiero subir una de ellos. Lo disfruté tanto que quizás haga otras más adelante.

PD: Si lees entre líneas, vas a notar exactamente qué escena del último (sí. último) capítulo del manga traté de recrear.

PD2: AMO EL HASHIRAMA. Amar me queda corta, cortísima, son tan divertidos y perfectos y gays y hermosos. Ellos van a aparecer mucho enmi futuro jajaja

Si seguiste esta historia desde el principio, dejame devirte cuánto te valoro y te amo por terminar de leerla después de tanto tiempo.

¡Hasta la próxima!