NdA: entre capítulo y capítulo de "Sin aliento" os traigo este two-shot también con temática omegaverse. Disfrutad de la lectura~~

Disclaimer: nada del universo de Harry Potter me pertenece, no gano nada y es simplemente para hacer disfrutar a los fans.

Aclaración: como el universo omegaverse de este fic es distinto al de mi otro fic (Sin aliento) he decidido poner una pequeña guía porque la historia no es tan larga para mostrar claramente toda la información.


Guía Omegaverse de esta historia

Alfa (α): Magos nacidos para liderar, poseedores de un sentido del olfato muy desarrollado, fuerza física superior al de betas y omegas y gran poder mágico.

Entran en celo pocas veces, casi siempre provocado por omegas que también lo estan. Pueden marcar tanto a alfas, betas u omegas, pero solo en estos últimos la marca tiene un propósito y es bloquear su aroma y reclamarlo como suyo para que otros alfas no se atrevan a acercarse. Las marcas desaparecen cuando el alfa marca a otro.

Solo las mujeres alfa tienen ambos sexos y pueden quedar embarazadas, pero la probabilidad es muy baja. Tanto hombres como mujeres tienen una eyaculación larga para embarazar con mayor facilidad que betas y omegas.

Algunas mujeres alfas pueden cambiar de sexo en la adolescencia lo que conlleva no poder gestar, no se sabe muy bien por qué ocurre pero este cambio se puede paralizar con ayuda de pociones.

Beta (β): Magos seguidores y de soporte, suelen ser inteligentes o artísticos pero con poca fuerza física, prefieren ser los seguidores de los alfas. Sus sentidos son normales, no pueden oler con facilidad los aromas de alfas y omegas, aunque su magia puede ser poderosa.

No tienen época de celo y tienen sexo cuando lo desean. Pueden marcar a otros betas y omegas, pero a diferencia de los alfas, las marcas de betas no consiguen marcar mágicamente, ni suprimir el aroma de los omegas.

Las mujeres son las que se embarazan y los hombres los que fecundan.

Omega (ω): Magos débiles que buscan la protección de los fuertes (alfas), suplen su debilidad física y mágica con su gran belleza y su aroma. Saben interpretar el aroma de los alfas para reconocer el más fuerte o el más compatible con ellos.

Entran en celo una vez cada mes o dos meses, aunque si desean a un alfa el celo puede ser más frecuente cuando lo tienen cerca. Al igual que los alfas pueden controlar su aroma para atraer a quien deseen.

No pueden marcar, ni siquiera a otros omegas.

Pueden quedar embarazados tanto hombres como mujeres, los hombres tienen ambos sexos aunque tienen un esperma débil y les es improbable fecundar.

Algunos omegas hombre pueden cambiar de sexo en la adolescencia, se cree que por escasez de mujeres omega, este cambio se puede parar con pociones pero la mayoría no lo hacen.

*En este fanfic solo existen los inhibidores del celo pero el aroma no se puede ocultar con pociones porque está ligado a la magia del mago o la bruja.


Dilema alfa (parte I)

Hogwarts se creó para albergar a los magos y brujas justo cuando se define su sexo y su esencia. Todos nacemos y somos criados según el sexo que en un primer momento parecemos tener, pero llegado el momento algunos cambian de sexo o tienen ambos, esto ocurre con los hombres omegas y las mujeres alfas.

Una mujer alfa puede tener ambos sexos o cambiar físicamente hasta ser un hombre, con un hombre omega ocurre lo mismo, pueden tener ambos sexos o llegar a ser una mujer.

Nada más llegar a la escuela de magia ponen sobre nuestra cabeza el sombrero seleccionador, que no solo nos envía a una de las cuatro casas de Hogwarts sino que nos desvela nuestra esencia. Los nacidos de muggles se sorprenden y muchas veces tienen que aprender en poco tiempo qué significa ser un alfa o un omega, además de acostumbrarse al mundo mágico.

A mí me seleccionaron en Gryffindor, casa de los valientes, donde casi todos somos alfas a excepción de algunos betas. La misma casa a la que fueron mis padres, mi padrino y en la que también sortearon a mis amigos… y nunca comenté que el sombrero seleccionador quiso sortearme en Slytherin. Tuve tanto miedo al pensar en estar en esa casa que creo que el sombrero seleccionador se apiadó de mí.

Slytherin es la casa de los ambiciosos, de los manipuladores, de los que más saben aprovechar su esencia y en la que sobrevivir es lo más importante. Mi padrino se crio entre Slytherins y nunca se cansó de decirme que eran capaces de cualquier cosa para conseguir lo que querían, el fin justificaba cualquier medio para ellos. Además muchos de los que pertenecen a esta casa salen de Hogwarts comprometidos a un alfa o un omega que posee una fortuna similar, es decir, se pactan matrimonios por conveniencia como si fuese lo más normal del mundo.

Pero la razón por la que tuve miedo de estar entre ellos es que en Slytherin solo hay alfas y omegas.

Soy un alfa y como tal reconozco mis debilidades. Nunca podría sentirme libre ni completamente dueño de mis actos estando rodeados de ellos.

Siempre me he sentido mal por tener estos deseos tan egoístas, por alejarme de los omegas como si fuesen una plaga o los culpables de todo, cuando los alfas somos los que enloquecemos y cometemos actos verdaderamente vergonzosos.

No escapaba solo de ellos, escapaba de mi naturaleza violenta.

A lo largo de los años me sorprendí preguntándome qué ocurría en la casa de las serpientes. ¿Cómo era posible que pudiesen convivir alfas y omegas? Ravenclaw tiene alfas y betas y en Hufflepuff hay betas y omegas. Ninguna otra casa los mezclaba, y tenía sentido pues en los siete años de Hogwarts ningún alfa ni omega se libraba de tener algún "accidente".

Ni siquiera yo pues el año pasado casi violé a un omega que estaba en celo. Doy gracias a que cuando un alfa entra en celo o enloquece nuestra magia se siente a mucha distancia, los profesores y alumnos superiores saben lo que significa y casi siempre evitan las violaciones, las peleas territoriales entre alfas y demás situaciones relacionadas con nuestra naturaleza.

Ahora estoy en sexto curso y la comidilla de cada día es la misma: los compromisos entre los Slytherins.

―No creo que nadie con dieciséis años sepa con quién quiere pasar el resto de su vida―cuando opinaban sobre el tema solía coincidir con la opinión de Hermione.

―Lo hacen por el dinero y el estatus ―contestó Ron con la boca llena de comida.

―Yo no estoy seguro ―opinó Neville, yo seguía comiendo tan tranquilo―. La naturaleza alfa y omega está en la propia magia, muchos creen que siendo compatibles mágicamente y por su esencia lo demás viene solo.

―Seguro que te lo contó Luna ―picó Hermione, Neville se sonrojó como siempre que la nombraban―. No entiendo como os sentís los alfas con respecto a los omega―nos miró a los tres―, pero si solo os importa la esencia, ¿dónde queda el amor?

Miré a mi amiga y sonreí con tristeza. Siempre hay un omega que nos hace perdernos, aunque nos enamoremos de alguien sabemos que podemos engañarla, nuestro descontrol es lo que no nos deja ser felices o estar seguros de nada.

―¿Qué es el amor Mione? ―le pregunté y sin esperar respuesta continué―. Nos es casi imposible ser fieles, podemos marcar o embarazar a un omega cegados por el celo ―me levanté dispuesto a irme―. Quizás sea más inteligente emparejarte con quien te vuelve loco. Supongo que ellos piensan así.

Hermione suspiró y bajó la mirada. Me sentí mal porque sé que ella ama a Ron, que es un alfa como yo, pero no podía endulzarle el mundo. Quizás fuese más feliz buscando un muggle o a un beta pero nadie decide de quién se enamora.

Miré a la mesa de Slytherin y vi cómo los del equipo de Quidditch empezaban a marcharse. Teníamos partido contra ellos.

―Vamos Ron, tenemos que calentar antes del partido ―mi amigo se levantó y salimos del gran comedor.


En mi mente ya estaba maldiciendo el partido incluso antes de empezar. Cada vez que nos enfrentábamos era lo mismo. Malfoy, su capitán y buscador, se había encargado de que la mitad del equipo fuesen omegas; su guardián y sus tres cazadores ―uno de ellos se estaba transformando físicamente en una mujer―. Así que tenía que encontrar la snitch antes de que nos anotasen demasiados puntos, agradecía el hecho de tener varios betas que no cederían ante el aroma mágico de los omegas porque si no ya podía dar el partido por perdido antes de jugarlo.

Y el partido empezó. Aunque estaba atento a la aparición de la snitch no pude evitar fijarme en cómo iba el partido.

Kirke y Peakes, mis bateadores, hacían lo que podían teniendo en cuenta que en Slytherin tenían a los mastodontes de Crabbe y Goyle, pero el problema estaba con los cazadores, por si no fuese poco que las serpientes nunca jugasen limpio, Spinnet y Bell como betas aguantaban bien el aroma de Montague, de Warrington y de Vaisey, pero Dean Thomas estaba perdiendo el control, cada vez que se acercaba a uno de ellos cometía una falta por querer agarrarles y seguramente arrancarles la ropa. Y finalmente estaba Ron, se había aplicado varios hechizos para anular su olfato, pero el aroma no funcionaba solo con el olfato y los omegas lo sabían, cuando Montague se acercó para anotar Ron consiguió pararla pero el slytherin aprovechó para tocar la mano de Ron que sostenía la escoba. Casi podía notar lo que estaba sintiendo mi amigo.

Su piel se erizaría, su pulso se aceleraría y sentiría un calor abrasador, pero sobre todo su cuerpo clamaría por ese omega. Vi la mirada de Ron cuando miró a Montague con ese deseo animal…

―Deberías centrarte en buscar la snitch Potter ―oí la voz arrastrada y en tono burlón.

―Cada vez me da más asco jugar contra vosotros ―escupí, estaba cabreado y si no fuese porque estábamos en medio del partido le partiría la cara―. Debería haber reglas para…

―Discriminación, ¿eh? ―La mirada de Malfoy fue de advertencia―. Sin omegas no habría problemas ¿verdad? Tampoco los habría sin los alfas.

Y salió disparado al otro lado de la pista, al principio creí que había visto la snitch pero no era así. Simplemente se había alejado. No entendía a Malfoy, él también era un alfa pero podía ver que no le afectaba el aroma como a mí, por ejemplo.

Apenas pude pensar en nada más cuando vi un destello dorado, por suerte, bastante cerca de mí. Volé todo lo rápido que pude y la atrapé. Al mirar hacia arriba vi a Malfoy sobre su escoba, sonriendo.

Habíamos perdido.

En el vestuario tuvimos que desmayar a Ron, Dean se había escapado y yo no tenía las fuerzas para buscarle. Miré a mi equipo y suspiré.

―Capitán creo que deberíamos plantearnos hacer el equipo solo de betas ―opinó Bell.

Ginny apretó su mandíbula, la había dejado en el banquillo porque es una alfa y no podía arriesgarme a que también fracasase, no se lo perdonaría a sí misma.

―Entiendo la frustración pero…

―A ti no intentan hacerte nada porque eres el buscador―siguió Bell, a su lado Spinnet parecía estar de acuerdo con ella―. Pero ¿querrías que cada vez que juegas te pasase lo mismo que a Thomas o a Weasley?

―¡Oh por favor! Solo ocurre con los malditos Slytherins ―explotó Ginny―. Las otras casas no juegan así de sucio.

―De acuerdo ¡Basta! ―grité―. Hablaré con McGonagall para ver si se pueden tomar medidas al respecto.

No vi que estuviesen muy convencidos, esta era una batalla perdida y lo sabían porque este problema no era actual, llevaba años siendo así.

―Capitán creo que debería buscar a Thomas ―sugirió Robins―. Supongo que debe estar en el otro vestuario.

―De acuerdo, llevad a Ron a la torre y yo me encargo de Dean.

Hubiese querido hacer cualquier otra cosa que ir a buscar al idiota de Dean, porque seguramente se estaba enrollando con uno de los omegas Slytherin, aunque si había intentado algo por la fuerza seguramente los otros Slytherin le habrían lanzado alguna maldición.

Cuando llegué al otro vestuario todo eran risas, casi doy media vuelta para irme, que se buscase la vida Dean, pero entonces Malfoy salió del vestuario y me vio.

―¿Vienes a felicitarnos?―sonrió petulante. Mi cara debió ser bastante hostil pues se puso serio―. Si buscas a tu cazador perdido está encerrado en un cubículo con Warrington.

―¿Por qué no lo has parado? ―pregunté.

―Creo que los dos se tenían ganas antes del partido. Al menos Warrington quería estar con él ―suspiró―. Y ahora apártate, vamos a tener nuestra celebración en las mazmorras.

Me aparté y pasaron por mi lado todo el equipo de Slytherin. La mayoría con sonrisas burlonas, pero ninguno desprendía su aroma, me daba rabia que lo usaran de ese modo.

Sin pensar mucho corrí y alcancé a Malfoy.

―Necesitamos hablar de capitán a capitán ―le miré directo a los ojos. No tenía intención de tener esa charla con él pero había sido uno de mis impulsos.

―¿Y tiene que ser ahora? ― asentí. Malfoy dudó, pero se giró a su equipo y les dijo―. Id a las mazmorras a celebrar, iré en unos minutos.

Anduvimos por el castillo hasta que encontramos una parte del jardín donde no había nadie y nos sentamos en uno de los bancos. No sabía cómo hablarle a Malfoy, nunca habíamos tenido más que algunas palabras y casi siempre por los horarios de entrenamiento del campo de Quidditch o por las clases.

―Potter si no tienes nada que decir me voy ―hizo el amago de incorporarse pero le paré al hablar.

―Voy a hablar con los profesores para que se tomen medidas para el uso inapropiado del aroma ―solté lo más rápido que pude―. Quería que lo supieras.

―Uso inapropiado ―murmuró― ya veo. ¿Y el aroma de los alfas?

―¿De qué hablas? ―no entendía su pregunta.

―Así que no tienes ni idea de lo que hablo ―sonrió con arrogancia―. ¿Nunca has hablado con un omega? Maldita sea, tu incultura mágica llega a límites insospechados.

―Entonces ¿por qué no me iluminas? ―me costaba aguantarme las ganas de insultarle.

―Voy a ser generoso y te daré una prueba―levantó uno de sus largos dedos y apuntó a su cuello. Justo debajo de su oreja―. Huele aquí.

―¿Estás loco? ―definitivamente era un idiota, pero su intensa mirada y el que no estuviese sonriendo hizo que me calmara.

Respiré un par de veces para calmarme y me acerqué al punto donde señalaba Malfoy. Aspiré y lo sentí, un suave aroma que provenía de él. Era tan diferente del de los omegas, los omegas tenían un olor fuerte que llegaba a marearte y embotar tus sentidos, pero el olor de Malfoy era sutil, un poco dulce y afrutado, te calmaba.

―Nosotros también tenemos aroma mágico ―se alejó de mí y mi cuerpo pareció protestar por ya no sentir el olor―. No toda la culpa es suya, aunque creo que eso ya lo sabías.

Se marchó rumbo a las mazmorras y yo me sentí un total idiota.

Al día siguiente hablé con McGonagall y dijo que lo discutiría con el resto del profesorado pero que era difícil cambiar las normas. No se podía discriminar a nadie por su esencia.

Lo entendía perfectamente pero en mi equipo me estaban presionando para que hiciese algo y más porque nuestro próximo partido era con Hufflepuff, donde también había omegas aunque nunca habían usado su aroma en los partidos.

Pero lo que más me perturbaba desde mi charla con Malfoy es que no podía dejar de pensar en lo que me había dicho. Y en su aroma.

―¿Neville puedo pedirte un favor? ―le pregunté algo avergonzado, no me atrevía a pedírselo a Ron.

―Claro Harry ―me respondió con amabilidad.

―Quiero oler tu cuello ―vi su cara de sorpresa y antes de que pensase mal se lo expliqué―. Es para comprobar algo, te prometo que no es nada raro.

Vi a Neville con la duda en sus ojos, pero enseguida sonrió suavemente y aceptó. Giró un poco su cuello para que yo tuviese espacio para olerlo. Entonces hice lo mismo que con Malfoy, acerqué mi nariz a esa zona del cuello por debajo de la oreja y también noté el aroma, el olor de Neville era distinto, más parecido a las hierbas aromáticas y con un punto ácido.

Me alejé y lo decidí, ya era momento de saciar mi curiosidad y entender a las serpientes.

―Neville cúbreme porque no sé a qué hora volveré ―fui hasta mi baúl a buscar el mapa del merodeador para ver donde estaba Malfoy.

―Como quieras Harry, pero al menos dile a Hermione a dónde vas o se enfadará conmigo ―asentí, aunque no lo haría, y salí corriendo.

Malfoy estaba solo en la torre de astronomía, así que allí me dirigí. Al principio me pareció raro que estuviese allí pero era un buen sitio para estar a solas y que nadie te molestase, ya que el aula apenas se utilizaba.

Al llegar hice un poco de ruido para que supiese que alguien entraba.

―¿Qué haces aquí Potter? ―Preguntó al levantarse, escondiendo unos papeles detrás de sí.

―Quería verte y seguí tu olor ―sonreí, pero noté cierta alarma en sus ojos antes de poner su mirada fría de siempre―. Era broma.

―¿Qué quieres?

―No soy bueno explicándome ―murmuré porque en verdad muchas veces me cuesta hacer que me entiendan, y más si estoy nervioso―. ¿Qué ocurre en Slytherin?

―No sé a qué te refieres ―levantó una ceja―, no hacemos absolutamente nada que pueda interesarte.

―Eres inmune al olor de los omega ―solté.

―Te equivocas ―me rebatió―. Nadie parece tener interés en cómo lo hacemos en Slytherin, simplemente se alejan alfas y omegas, ¿por qué te interesa a ti? ¿Por qué no dejar las cosas como están?

―Quiero ser dueño de mí mismo ―nuestras miradas se conectaron y pude notar que me entendía―. Odio la persona en la que me convierto cuando huelo su aroma. No quiero hacerle daño a nadie, ni quiero volver a tener esa sensación de no poder controlar quién soy.

El silenció se extendió por unos minutos hasta que Malfoy se acercó a mí. Cuando estuvimos frente a frente pude volver a notar su aroma, aunque no estaba tan cerca como pensaba que debería estar para notarlo. Era tranquilizador.

―Si te ayudo a entender mejor cómo somos ¿qué obtengo a cambio? No somos amigos Potter ―Aunque pedía algo a cambio no me pareció mal, tenía razón, no éramos amigos.

―Podemos ser amigos, aunque no sé si te interesa tener una amistad conmigo ―sonreí sin poder evitarlo, nunca me he creído una persona interesante ni que pudiese ofrecer nada.

―Me deberás una ―sonrió con algo de malicia―, tranquilo no te haré pasar por nada excesivamente malo.

Me hizo una señal con la mano para que le siguiera y bajamos de la torre. Por el camino nos cruzamos con varios estudiantes que se les hacía extraño vernos juntos, visto desde fuera seguramente era bastante raro.

Bajamos hasta las mazmorras y ahí sí que me puse en alerta, sabía que nos dirigíamos a la sala común de Slytherin y cuando Malfoy dijo la contraseña y el muro se abrió todavía me tensé un poco más.

―Malfoy no sé si… ―balbuceé.

―No te preocupes, ahora te darás cuenta de que no hay ningún peligro.

Me cogió del brazo para que me moviese y cuando lo hice me soltó. Llegamos a su sala común después de cruzar un pasillo oscuro y todos los Slytherin allí presentes se quedaron callados al instante de notar mi presencia. No recuerdo haberme sentido nunca tan incómodo como en ese momento.

―¿Notas algún olor? ―me preguntó y al hacerlo me di cuenta de que no. Negué con la cabeza―. Aquí hay tres omegas y sin embargo son ellos los que se están poniendo nerviosos por tu presencia. ¿Sabes por qué?

Miré alrededor y vi a un par de chicas que parecían algo incómodas, así que supuse que ellas eran dos omegas. Malfoy se acercó a mí y apuntó con su dedo a mi cuello, debajo de la oreja.

―¿Mi olor? ―contesté sin pensar.

―Lo desprendes siempre, no sabes controlarlo ―le miré confuso y él siguió explicándolo―. Al igual que se controla la magia, se puede controlar el aroma. Todos los que estamos aquí lo aprendimos antes de venir a Hogwarts o en los primeros años.

―Pero yo no hago nada, ni siquiera sabía que desprendía aroma hasta que me lo dijiste ―contesté.

―Al resto de casas no les importa no aprender a controlarse ―habló con desprecio―. No os interesa porque no lo necesitáis. Los partidos de Quidditch son nuestra venganza ―y sonrió de medio lado.

―¿Se puede saber qué estás haciendo Draco? ―Un chico de color se puso a su lado, Blaise Zabini―. Sácalo de aquí antes de que las Greengrass suelten su aroma o entren en celo.

―De acuerdo, vendrá a nuestra habitación ―me arrastró hacia el interior hasta llegar a una puerta que abrió.

―¿Te has vuelto loco? ―Zabini también nos siguió.

―Blaise cállate, necesito tu ayuda, mantén al resto fuera de la habitación ―le dirigió una mirada fría como el hielo―. Potter y yo necesitamos hablar.

Blaise se alejó cabreado y lanzando improperios, cerró la puerta y nos quedamos los dos a solas. Fue curioso notar que me relajaba por primera vez desde que había entrado en las mazmorras.

―Vamos a empezar tu entrenamiento ―dijo más animado.

―Miedo me das ―bromeé.

―Deberías ―su sonrisa fue suave, me pareció mucho más bonita que las que me dedicaba normalmente―. Tienes que confiar en mí ―me cortó antes de que dijese nada―, sé cómo soy, pero eso de que te deba un favor un Gryffindor bien merece que me comporte.

Me reí con ganas.

Antes de terminar de reírme noté que se acercaba mucho a mí y me tensé. Olfateó en mi cuello y suspiró, eso me hizo estremecerme de pies a cabeza.

―¿A qué huelo? ―susurré.

―Simplemente a ti ―no lo entendí―. Es un olor dulce y embriagador, es más fuerte que el olor de otros alfas pero será porque eres bastante poderoso.

―¿Lo soy? ―pregunté divertido.

―Algunas veces el aroma puede decir cosas de ti ―ignoró mi pregunta. Los dos estábamos sentados sobre la que supuse era su cama, cara a cara―. La intensidad del aroma suele estar ligado al poder mágico, por ejemplo. Pero en general es difícil interpretar un aroma.

―Entonces, ¿si mi aroma es fuerte es más molesto para los omega? ―todavía me sentía mal por haber incomodado a los omegas en la sala común de Slytherin.

―La palabra no es "molesto" ―me miró como buscando la mejor forma para explicarlo―. Al igual que nosotros tenemos el olfato desarrollado ellos también, pueden notar nuestro aroma ―sonrió algo pícaro― y ellos sí que saben interpretarlo de un modo más provechoso.

―¿A qué te refieres? ―me sentía bastante tonto sin saber casi nada del tema.

―Saben cómo somos en la cama ―abrí los ojos de la impresión y él se rio―, pues eso no es todo, saben si somos compatibles con ellos y algunos hasta saben cómo de grande la tenemos.

―Creo que prefería vivir en la ignorancia ―me estremecí de pánico al pensar que los omegas pudiesen saber cosas tan íntimas de nosotros.

La diversión en los ojos de Malfoy se fue apagando y volvió a ponerse serio.

―Pero los omega no lo tienen fácil ―miró a sus dedos mientras seguía hablando―. Tienen más celos que nosotros, también pierden el control y son menospreciados por lo que provocan a los alfas, el problema es que no solo entran en celo cada mes o dos meses sino que además pueden entrar en celo cuando notan que un alfa es perfecto para ellos. Su instinto les dice que es el adecuado y les grita que se dejen llevar.

Parecía haberse perdido en sus pensamientos.

―Sabes mucho de los omegas ―él me miró y dudó antes de hablar.

―Mi madre lo es ―contestó.

El silencio entre nosotros volvió, se extendió y empezaba a ser incómodo.

Entonces sin mediar palabra acercó su muñeca a mi nariz, quise apartarme como acto reflejo pero noté un olor dulce que apenas se percibía.

―Parece caramelo, hasta quiero lamerlo ―solté, era lo que había sentido.

Malfoy se rio. Su risa era tan inocente y fresca que me sorprendió que saliese de él.

―Potter eres raro ―sonrió de lado―. Simplemente te estaba mostrando otra parte del cuerpo donde se nota muy bien el aroma.

―Deja de marear Malfoy ―me estaba sintiendo ligero y feliz, pero quería saber más.― ¿Qué tengo que hacer para ocultar mi aroma?

―Primero cierra los ojos y concéntrate ―le hice caso―. Debes notar la magia que recorre tu cuerpo, esa energía que cosquillea bajo la piel cuando nos descontrolamos.

Mi magia era como sentir pequeñísimas corrientes eléctricas por todo el cuerpo, siempre habían estado ahí y eran parte de mí.

―Ahora tienes que sentir esa energía que lo cubre, es cálida y se escapa de la electricidad para atravesar nuestra piel.

Intentaba entenderlo pero solo notaba mi magia, mi magia era cálida ¿cómo podía distinguir nada de ella?

―Nuestra magia la canalizamos hacia nuestra varita, el aroma debes canalizarlo hacia tu interior, como si la concentraras en tu pecho, o hacia el exterior para que se expanda.

Seguía sin poder identificar el aroma y empezaba a frustrarme.

―Malfoy no puedo identificarlo, solo noto mi magia ―abrí los ojos y él estaba delante de mí mirándome intensamente.

―De acuerdo ―frunció el ceño y finalmente habló―. Cuando éramos niños nos suministraban una poción para que pudiésemos ver el aroma, eso hacía que viésemos cómo era y si conseguíamos controlarla.

―¿Por qué no hemos empezado por ahí? ―pregunté algo molesto.

―Por qué no es una poción que se encuentre fácilmente ―me respondió a la defensiva―. Pero la conseguiré, ven a las mazmorras dentro de tres días.

―Está bien.

Me levanté, estaba claro que se había terminado el entrenamiento pues no podíamos avanzar. Por una parte, hubiese querido saber más pero por otra necesitaba tiempo para asimilar lo que me había contado Malfoy.

Me acompañó hasta la salida y se despidió con un «Nos vemos en clase Potter».

Ya era un poco tarde pero no llegaba al toque de queda así que me apresuré a llegar a la torre de Gryffindor. Esa noche tardé bastante en quedarme dormido, y curiosamente en mi nariz seguía cosquilleando el aroma de Malfoy.

Entonces me pregunté si podía atraerme más el aroma de un alfa que el de un omega, los dos tipos de aroma eran completamente distintos. El aroma de un omega sacaba lo peor de mí mientras que el aroma de un alfa era como oler un perfume, podías disfrutarlo.

Esos tres días hasta volver a quedar con Malfoy se me harían eternos. Lo sabía.

Continuará…


NdA: ¿reviews? Si hay buena aceptación subiré la segunda parte (y última) en unos días, lo tengo escrito solo falta corregirlo.