Bienvenidos a mi tercer Fic, el cual surgió de la nada.

Este tipo de historia nace cuando uno ha visto demasiadas películas y series de la edad media e intenta adaptarlas con el universo de Fate. Otras aclaraciones al final.

Nota: El universo de Fate /stay night o cualquiera de sus variantes no me pertenece. Todo el crédito a sus respectivos creadores. Esta es solo una historia para brindar entretenimiento.


En un cierto lugar, en un cierto tiempo. Una pregunta fue hecha.

-¿Estás seguro de esto? Una vez que lo hagas, no hay marcha atrás-

Quien la hizo fue un hombre de largo cabello blanco, un tanto desordenado, y vestía una túnica del mismo color. Cualquier con buen ojo en los tejidos notaria la excelente calidad de la tela empleada en su vestimenta. Era un poco difícil identificar la edad que tenía, pero claramente era un adulto. En su mano izquierda, estaba lo que parecía ser un raro bastón mayormente negro.

-Alguien debe hacerlo, mientras más tiempo tome, más vidas se perderán-

El receptor era un joven de ojos verdes y cabello rubio. Sus vestimentas no eran las mejores, un claro indicativo de su no muy privilegiado estatus social, ya que consistían en unos simples harapos. Consideran la frescura que emitía, una que muchos pierden con los años, no había llegado a la mayoría de edad todavía.

-¿Debes ser necesariamente tú? No eres ni siquiera un caballero, y a pesar de eso, quieres arriesgarte por quienes te lo negaron-

Un tercer individuo también se encontraba próximo a los otros dos. Tenía cabello rojo y ojos oscilando entre dorado y marrón. Su altura y complexión permitían a cualquiera saber que debía tener una edad cercana al hombre rubio. Las ropas que usaba también se parecían a las de este.

-Parece que solo yo puedo hacerlo, al menos, eso me han dicho- Miró al peliblanco por un segundo y luego devolvió la vista a quien hizo la pregunta -Pero, no hago esto por eso, sino por quienes lo necesitan. No tengo la intención de quedarme de brazos cruzados mientras esta situación solo trae más perdidas innecesarias-

-Supongo que no existe otra respuesta para ti….incluso si la existiera, no la tomarías- Terminó por concluir el pelirrojo.

-Haha, claro que él no lo haría- Dijo en tono divertido el hombre mayor -Mientras haya vidas en juego, nunca escuchara a razones. Solo avanzara con tal de asegurar el bien de los demás-

-Eso es exactamente lo que me preocupa. Si cuida tanto de ellos, ¿Quién velara por él?- Parecía un poco disconforme con la decisión de su amigo -Siendo honesto, puedo imaginarlo esforzándose hasta el punto de colapsar una y otra vez solo para que los demás no sufran-

-Ese es uno de los buenos punto que tiene ¿no es verdad?- Sonrió para sus adentros -Después de todo, si no fuera de esta forma, jamás hubiera llegado tan lejos-

-Eso es cierto, pero…..-

El pequeño debate entre ambos provenía de la cercanía que tenía con la persona en cuestión. Era natural que estuvieran preocupados por la gran decisión que estaba por hacer. Una vez que ocurriera, nada volvería a ser como antes. Tomando eso en cuenta, era el momento perfecto para discutir las virtudes y defectos que tenía. Aunque se les olvidaba un pequeño detalle.

-Ustedes dos…¿se puede saber porque hablan como si no estuviera aquí? Puedo escuchar cada una de sus palabras-

-Mayor razón para que reconsideres esto. Entiendo tu preocupación por el bienestar ajeno, pero ellos nunca te lo devolverán y, al contrario, se aprovecharán de ti-

-No espero nada por mis acciones más que la seguridad del reino- En todo momento, su seriedad estaba presente -Si para ello debo ser quien los guie, que asi sea-

-¡Aun asi….!- No alcanzo a terminar cuando el joven de ojos verdes le tendió su mano frente a él.

-No importa en lo que me convierta en el futuro, sé que siempre estarás ahí para apoyarme- No había duda ni mentiras en sus palabras -Somos amigos ¿verdad, Shirou?- Reveló una radiante sonrisa libre de todo mal.

Él era así y no había anda que pudiera hacer para hacerlo cambiar de opinión. Sabiendo esto, el pelirrojo tomó lentamente la mano que le ofrecía y compartieron un apretón en señal de amistad, como lo hicieron incontables veces en el pasado.

-Haaaaa…- Suspiró -Como quieras, te cuidare las espaldas en tus locas aventuras y me asegurare de mantenerte vivo cuando metas la pata, lo cual ocurrirá muy seguido-

-Me brinda tranquilidad esa confianza…-

-¿Siquiera tienes un argumento para negar lo que digo?-

-…..No-

Después de un breve silencio, ambos estallaron a carcajadas sin contenerse. No podían evitarlo, era la verdad y una que conocían extremadamente bien. Su larga amistad les brindo ese conocimiento y muchos otros.

Una vez terminado el breve momento de hermandad, el rubio se disponía seguir con su decisión. Tenía que cumplir con su destino y asegurar la supervivencia de su futuro pueblo.

-Vuelvo a pregunta, ¿Estas completamente seguro de tu decisión, Arthur?- El hombre de pelo blanco apareció para hacer su última confirmación.

-Lo estoy, Merlín- Otra vez, no había dudas. Su misión estaba clara.

-Entonces ve y cumple tu destino-

Y así lo hizo, Arthur Pendragon, avanzó hasta quedar delante de su destino, la espada en la piedra. Muchos de los más famosos caballeros intentaron sacarla, más ninguno lo consiguió. No importara quien fuera, ninguno logro moverla de ese lugar ni un milímetro. Los retadores no fueron pocos, incluso caballeros de regiones lejanas intentaron la prueba y fracasaron. Todos con un solo objetivo, volverse rey.

La espada en la pierda, Caliburn, aquel que lograra sacarla seria coronado rey de Inglaterra. Las responsabilidades que conllevaba eran grandes y extensas, y lo eran todavía más las esperanzas depositadas en quien lograra sacarla.

Siendo consiente de todo ello, Arthur tomó la empuñadura. Reunió toda su fuerza y consiguió el milagro que todos esperaban. En su mano se encontraba la esperanza de toda una nación, no, desde el momento que la saco, él era la esperanza y no la espada.

Observando y temiendo por el futuro de su amigo, Shirou Emiya hizo una declaración para si mismo.

"No importa quien seas en el futuro, te seguiré ayudando como tu amigo….Incluso si eso significa traicionar todo lo que soy y lo que me gustaría ser"

De esta forma, nació el legítimo rey de Camelot, Arthur Pendragon. La historia sobre cómo se creó el reino ideal acaba de comenzar.


Prólogo:

Después de una Guerra


Camelot, un lugar que cualquiera asociaría inmediatamente con los caballeros, es cierto que una de las causas de ser conocida así era que estaba literalmente repleta de caballeros, pero esa no era la verdadera razón de su fama. La razón era quien gobernaba, el rey Arthur Pendragon, también llamado Rey de los Caballeros.

El rey de los caballeros era conocido por ser un rey justo, pero su fama provenía principalmente del arma que portaba, Excalibur, la espada de la victoria prometida. Originalmente, no fue esa arma la que le brindo fama, sino la llamada Caliburn, la espada en la piedra. En algún combate, esa arma se rompió y fue reemplazada por Excalibur, se desconocen los detalles de ese cambio.

Ahora mismo, ese rey junto con muchos de sus fieles caballeros avanzaba por las calles de Camelot mientras eran recibidos con…

-¡REY ARTHUR!-

-¡NUESTRO REY!-

-¡LE DEMOSTRÓ A ESOS FRANCESES QUIEN MANDA!-

-¡POR CAMELOT! ¡POR EL FIN DE LA GUERRA! ¡POR NUESTRO REY!-

Esas eran unas pocas de todas las ovaciones que los habitantes de Camelot gritaban a los cuatro vientos. Nadie podía culparlos por su alegría, el retorno del rey significaba que ellos ganaron. Tomo mucho tiempo, pero al final resultaron victoriosos en la larga guerra que comenzó desde el reinado del rey anterior. Si esta no era una ocasión para celebrar, ¿entonces cuando?

A medida que los caballeros se adentraban en su hogar, más gente salía a recibirlos con clara felicidad en sus rostros. En algún punto, comenzaron a caer pétalos de diferentes flores desde lo alto de las casas, otra señal de celebración y alegría de los habitantes.

Si se tuviera que explicar de otra forma la situación, sería similar a un desfile. Los caballeros avanzaban arriba de sus caballos por el medio de las calles mientras que los ciudadanos estaban a los costados de estos, felicitando a cada uno de ellos por traerles la paz.

Al frente de todos ellos, como debe ser, el joven rey saludaba a su pueblo con el carisma natural que lo caracterizaba. La constante alegría que mostraba su expresión era un claro indicativo de que también compartía la felicidad de sus ciudadanos. No, la suya era mucho mayor que la de ellos. Después de todo, cumplió con su promesa y protegió el reino. No había mayor alegría para él que eso.

-Rey Arthur, si sigue sonriendo de esa forma, se burlarán de usted- Comento el caballero más cercano al rey.

-¿E-Eh? ¿estoy haciendo una cara tan rara?-

-Bastante diría yo. Aunque no puedo culparlo por eso- Admiro por un momento más a la alegría de las personas y termino por decir lo siguiente -Volver a casa después de tanto tiempo y con la victoria es algo que nunca imagine al comienzo de la guerra-

-Haha, estoy de acuerdo en eso Sir Bedivere. El paisaje que tengo delante ahora mismo no parecía más que un distante sueño hace 3 años- Volvió a sonreír como al principio -Justamente por ello debemos celebrarlo ¿crees que deberíamos hacer un banquete esta noche?-

Sir Bevidere, uno de los primeros caballeros en jurarle lealtad al actual rey y también lo más cercano a un amigo, dentro de los caballeros, que tenía Arthur desde que ascendió al trono. Las aventuras que vivieron durante la guerra son una historia aparte, pero se podría decir que tuvieron sus momentos de gloria.

-Con el debido respeto, me complace afirmar que me he adelantado a sus planes y ordene su preparación con antelación-

-¿Tu?...Eso es….inesperado-

La expresión del joven rey demostraba sorpresa. Con lo serio que generalmente era, el caballero jamás organizaría un banquete o cualquier clase de festividad, al menos, no sin insistencia de Arthur o cualquier otra persona de confianza. Esto alegró todavía más al Pendragon, ya que era señal de que la constante carga que Bedivere llevaba sobre sus hombros se aligero un poco.

-¿Es tan raro el hecho de querer celebrar nuestra victoria? Incluso yo tengo estos momentos-

-Entonces todo lo que necesitaba hacer para que te relajaras por una vez en tu vida era ganar una guerra….pasaran años hasta verte así otra vez-

-Si lo dice de esa forma queda como que soy alguien demasiado excéntrico…..-

Ambos caballeros soltaron pequeñas risas por su reciente conversación mientras avanzaban hacia el castillo en el centro de Camelot, siendo seguidos por todos los demás detrás. El 'desfile' duro bastante tiempo, cortesía del rey, quien ordeno ir a paso lento hasta el castillo. El objetivo claramente era subir la moral de su pueblo y lo consiguió exitosamente.

Resumiendo, todo Camelot se encontraba en lo que podría llamarse "Un estado de fiesta". Con dice el dicho, después de toda tormenta, viene la calma y para los residentes esa calma debía ser una celebración exagerada y llamativa. ¿Quién sabe por cuánto tiempo seguirían las festividades? Ni el mismo Arthur estaba seguro. Lo único que sabía, era que todo el esfuerzo y sangre de sus camaradas derramada no fue en vano.

Independiente a toda la alegría del ambiente, el rey todavía tenía trabajo por hacer y era muy consciente de ello.

"La larga guerra ha terminado…pero mi deber como rey solo acaba de comenzar, depende de mí mantener esta paz….." Paró por un momento y reconsidero sus pensamientos "No ¿Qué estoy pensando? depende de todos nosotros. Todas y cada una de estas personas estará a mi lado mientras cooperamos en mantener estos tiempos pacíficos"

Con las incertidumbres que aguarda el futuro, el Rey de los caballeros estaba seguro de que conseguiría el objetivo por el cual comenzó todo. Ahora que la guerra se detuvo, hacía falta 'reparar' a Camelot y para ello, necesitaba la ayuda de todos los residentes de esta.

Mientras analizaba todo, un pensamiento repentino apareció y tomo toda su atención. Había alguien que no había visto en un tiempo considerable.

-A todo esto, Sir Bedivere, ¿dónde se metió Shirou? No lo veo desde que ingresamos a la ciudad-

-Rey Arthur, deberías saber mejor que nadie que no le gustan las grandes concentraciones de personas- Intento hacer memoria para responder a la pregunta, más termino por decir lo siguiente -Aunque…..posiblemente se haya adelantado para visitar a ya sabes quién, ha pasado un tiempo-

-Oh….me había olvidado de él, será mejor que lo salude más tarde-

-¿Tiene tiempo para eso? Estoy seguro que muchos ciudadanos pedirán una audiencia con usted para felicitarlo-

-Me hare un tiempo en la noche luego del banquete, de cualquier forma, el no irá a ningún lado-

Este particular personaje del cual estaban hablando, por ciertas razones, no podía moverse de su ubicación desde hace muchos años. Sea para bien o para mal, eso significaba que Arthur podía visitarlo cuando quisiera y siempre sabría dónde estaría. No lo llamaría un amigo, su relación era más complicada que eso, aunque si un buen consejero.

-Estoy seguro que lo calcinará si le escuchara decir eso…..-

El temperamento que tenía este individuo cuando hablaban de su….desfavorable problema de libertad era un tema delicado, porque en algunas ocasiones reaccionaba de forma violenta. No era una mala persona, solo tenía un mal genio en ese aspecto. Ambos caballeros sufrieron por eso una vez, algo que preferirían olvidar.

-Por eso no le dirás ni una palabra…..Él es peor que Merlín enojado- Mientras dijo eso, recordó a su maestro, el viejo mago que lo acompaño y aconsejo, había pasado años desde su desaparición.

"Me pregunto que será de ti…..han pasado años desde la última vez que nos vimos….."

Merlín, un mago extremadamente famoso en toda Inglaterra, era conocido principalmente por ser una especie de nómada, ya que nunca se quedaba en un solo lugar por mucho tiempo. Las personas que afirmaban haberlo visto en los últimos años podían contarse con los dedos y Arthur lo sabía mejor que nadie. Hubo un tiempo donde ayudo en muchas situaciones a Camelot, casi era considerado un salvador de esta, aunque, con el tiempo también desapareció sin dejar rastro.

-Mi rey, ¿sucede algo?- Bedivere notó la complicada expresión en el rostro del Pendragon.

-No es nada, solamente recordaba algunas cosas-

-¿Está preocupado sobre el paradero de Merlín? Le he dicho incontables veces que hacerlo solo lo estresa más de lo necesario- Al no ser la primera vez que ocurría, el caballero solo pudo decirle lo mismo que otras veces.

-Lo siento, es una mala costumbre que tengo desde la niñez, el desaparecía demasiadas veces- Río de forma nerviosa.

-Lo sé, y por eso tengo que recordarle que todas esas veces el regresó-

-De eso no hay duda, lamento preocuparte Sir Bedivere-

-Es mi responsabilidad ayudarlo en todo momento, mi rey-

Con esas palabras termino todo. Lo único remarcable era la sonrisa de satisfacción del rey de los caballeros al sentirse bendecido con la compañía de sus caballeros. No había un solo momento que no se sintiera bendecido por eso.

Con todo eso en mente, el Rey de Camelot siguió disfrutando de la cálida bienvenida de sus habitantes por un tiempo más.


En uno de los muchos callejones de Camelot, se encontraba una niña pequeña o ¿talvez era un chico….? La capucha que tenía hacía difícil el saberlo. Ella o él era alguien que nadie tomaba en cuenta, después de todo, la atención la tenían los caballeros que regresaban después de su gran victoria. La euforia de todos era algo que hasta cierto punto afectó a la pequeña, quien ya de por si estaba contenta con la oportunidad que tuvo hoy.

"¡E-Es el!" Sus ojos se iluminaron.

La vista delante suyo era la del joven rey encabezando a sus caballeros, algo que llevaba esperando desde hace mucho tiempo. No sabía porque, pero su madre le había prohibido cualquier tipo de contacto con él, lo cual era extraño teniendo en cuenta que estaban emparentados. Es cierto que sus orígenes no son los adecuados, aunque eso desapareció de su mente para disfrutar el momento.

"Padre….." Apretó su pecho con fuerza, un tanto triste por no poder felicitarlo personalmente.

La admiración que sentía por compartir sangre con Arthur Pendragon la invadía a cada momento. Era una sensación indescriptible, ahora mismo, parecía ahogarse en ella. Supongo que nunca pensó sentirse tan especial solo por eso.

Aunque siendo sincero, nada de eso le importaba. Lo que más la llenaba de felicidad era ver por primera vez a su padre. Es verdad que la distancia que los separaba era mucha, pero incluso así, logro ver claramente el rostro sonriente del rey. Estaba segura de que su madre la regañaría por salir sin permiso, sin embargo, tenía seguridad de que esta era una oportunidad única de la cual nunca se arrepentiría.

-Bastante impresiónate ¿verdad?-

-¿H-Huh?- Miro de inmediato a su izquierda, encontrándose con una persona extraña que nunca sintió acercarse.

De verdad era una persona extraña, mejor dicho, solo esa palabra servía para explicar al individuo a su lado. Su apariencia era la de un adulto joven, posiblemente no mayor de 18 años, con el cabello negro y piel oscura. Eso no era lo raro, sino el hecho de que todo su cuerpo estaba repleto de tatuajes negros. Por otro lado, las vestimentas que usaba tampoco parecían las mejores. Tenía vendas negras en sus manos y pies, además de una tela roja desgarrada que lo cubría de la cintura para abajo y esa misma tela se encontraba siendo usada como una banda en su frente. Para ponerlo de otra forma, si una persona normal se encontraba con él, causaría pánico.

-Me refiero al Rey Arthur- Sonrió hacia la pequeña criatura -Es asombroso ¿Verdad? Consiguió acabar con la guerra que lleva asolando a Camelot desde hace más de 10 años y, más impresionante todavía, lo logró a solo 3 años de ser coronado como rey- Suspiró y continuó con tono más bajo -Mi amigo de verdad ha llegado lejos-

-¡¿Amigo?! ¿Conoce usted a mi pa…..digo, al Rey Arthur?- Por más bajo que fuera el tono que uso, la pequeña niña estaba lo suficientemente cerca para escucharlo.

-Ah….perdón, olvida eso. Solo estaba hablando conmigo mismo- Hizo una seña de disculpa -Por cierto, ¿Qué haces aquí? Los callejones no son un lugar seguro, ni siquiera en Camelot-

Aunque estuvieran de celebración ahora mismo, eso no significaba que el mal no estaba al asecho. Nunca faltaban las personas que aprovechan ocasiones como esta conseguir beneficios robando bienes o secuestrando personas que están distraídas.

-Eh…..yo…..bueno…..- Necesitaba pensar en una excusa y rápido -¿M-Me perdí?- Sin percatarse, usó un tono de pregunta, afirmando que no estaba segura de lo que dijo.

-Entiendo….te escapaste de tu hogar para venir a ver el regreso de los héroes- Sin contenerse, el extraño reveló los verdaderos motivos de ella. No eran muy difíciles de adivinar.

-¡Y-Yo no…..!- Avergonzada por ser descubierta, trató de negarlo, sin embargo, cuando miro al rostro del extraño, sabía que no serviría de nada. Al final, termino por sonrojarse un poco.

-Está bien, está bien, yo hice lo mismo en su momento- Palmeo la cabeza de la pequeña -Mejor dicho, no creo que exista ningún niño que no lo haya hecho-

-¿Qué no lo haya hecho….?-

-Me refiero a ir a ver a los Caballeros de Camelot. Nadie puede culparlos, son geniales ¿verdad?- En todo momento, el extraño mostraba una actitud divertida, como si se estuviera entreteniendo.

-¡Si! ¡Definitivamente lo son! ¡En especial el rey, es el…..!- Se detuvo al percatarse de su repentino ataque de admiración. Mirando a la persona cerca suyo, detecto como se divertía con sus recientas acciones.

-Haha, te atrape- Se burló -Por lo visto, ¿tienes intenciones de ser un caballero, niña?-

-¡Soy un chico!-

-¿Lo eres? Entonces lo siento, mi culpa- Levanto su mano derecha en señal de disculpa -No soy muy atento con detalles como ese, solo me guio por la primera impresión. Dejando eso, ¿y bien? ¿Tienes la intención de serlo?-

Le incomodaba un poco el hecho de que alguien que acababa de conocer le hiciera preguntas de forma tan casual. Ni siquiera saben el nombre de cada uno y estaban conversando como si fuera natural. El niño considero que esta persona eran los que uno normalmente identificaría como 'solitario' y buscaba con quien hablar. La extraña apariencia que tenía reforzó ese pensamiento.

Sintiendo un poco de pena, le respondió.

-….Si, un día, espero servir como caballero a mi pa….digo, el Rey Arthur- Eso fue lo que dijo, pero dentro de ella, lo que realmente quería era otra cosa "Quizás, de esa forma, puede reconocerme a pesar de mis orígenes"

El temor a ser rechazada era constante, otra de las razones por la cual su madre nunca le ha permitido acercarse al rey. A pesar de eso, todavía quería conocerlo, es decir, ¿Qué hijo no querría conocer a su padre? E incluso más sabiendo que era el rey de tan magnifico lugar.

-Ya veo….Buena suerte con eso, si te esfuerzas, estoy seguro que Arthur te recompensara como es debido- Con esas palabras el extraño se encamino hacia el interior del callejón en señal de irse.

-¡Rey!- "El" joven grito a espaldas de él

-¿Hm?- Miro de reojo al niño detrás.

-Es 'Rey Arthur', no olvides mostrar el debido respeto cuando hablas de el-

-¡HAHAHAHA!- Una risa un tanto estruendosa escapo por la reciente reprimenda -Si comienzas desde tan joven con eso, dudo que tengas problemas en llegar a ser un caballero. Hasta la próxima- Finalizando la conversación, desapareció al doblar en una esquina.

"Que persona tan rara…." Fue todo lo que pudo concluir de la inesperada reunión de ambos.


El tiempo paso y la noche se hizo presente en Camelot. Pese a esto, el ambiente todavía seguía animado. Las calles estaban llenas de personas bailando al ritmo de la música de los bares cercanos y cada dos por tres aparecían más borrachos. Las festividades por la victoria solo acababan de comenzar y nadie tenía la intención de detenerse.

En sintonía con eso, en el palacio de Camelot se estaba celebrando un gran banquete en honor a los valientes caballeros que regresaron a casa. El organizador y anfitrión no era otro que el mismo Rey Arthur Pendragon, con ayuda de su más leal caballero, Sir Bedivere.

La única diferencia real entre el exterior y el interior sería el ambiente. Dentro del palacio, las cosas eran más calmadas, solamente algunos caballeros estaban pasados de copas mientras que otros disfrutaban de charlas entretenidas. Cabe aclarar que ellos estaban vistiendo sus regulares armaduras con un par de decoraciones extras. Por último, pero no menos importante, algunos de estos valientes guerreros trajeron parejas, después de todo, sin la presencia de mujeres, esto sería aburrido. Nunca faltaban los que intentaban adular a alguna de ellas y conseguir una 'linda' noche.

A parte de todo eso, el rey se encontraba sentado en su trono mientras bebía de su copa. A su lado, en un asiento no tan ostentoso, se encontraba la única mujer con la cual Arthur compartía un lazo sanguíneo, su hermana mayor, Arturia Pendragon.

-Lamento haberte dejado el cuidado de Camelot por tanto tiempo hermana- Comento casualmente Arthur -Si existe algo que pueda hacer para compensarte…..-

-No te preocupes por algo como eso. Es verdad que ser tu sustituto temporal no fue fácil, pero la guerra exigía tu presencia- No había mentira en sus palabras, ella simplemente quiso ayudar a su hermano pequeño -Además, rindió sus frutos ¿verdad? Lograste acabar con la guerra que comenzó en la generación de nuestro Padre-

-Logramos- Corrigió el joven rey -Todos y cada uno de los caballeros que me acompañaron al campo de batalla merecen su reconocimiento y no solo ellos, sino también todos los habitantes de Camelot. Toda contribución recibida fueron los principales determinantes del resultado, yo simplemente los impulse a actuar-

-Siempre intentas reducir tus logros…bueno, si no lo hicieras, estoy segura que nadie te habría acompañado a lo que parecía una batalla perdida- Sonrió para sus adentros.

-Por favor dime que no comenzaras a hablar sobre mis puntos fuertes y débiles como antes…-

-¿Debería? Seria agradaba tener que disciplinarte como cuando éramos pequeños- Una pequeña sonrisa se hizo presente.

-Dame un respiro…- Suspiró resignado.

Las suplicas de Arthur solo causaron una leve risa en su hermana, quien normalmente no mostraba ninguna emoción o lo hacía de forma casi imperceptible. Ella misma afirmaba que hoy era un día para olvidar las formalidades y disfrutar. En especial por el regreso seguro de su única familia.

La fiesta prosiguió sin inconvenientes, todos los invitados seguían disfrutando de una agradable sensación de logro y esfuerzo mientras hablaban entre ellos o intentaban mantenerse de pie por tomar tanto. Admirando la escena, la princesa Arturia detectó la falta de alguien.

-No me había percatado hasta ahora, pero ¿Shirou no volvió junto con ustedes?-

-Ese idiota desapareció sin dejar rastro cuando llegamos a Camelot- No le sorprendía, no era la primera vez que ocurría -Sigo sin entender porque se niega a mostrarse en público-

-Debe tener sus razones, tú mismo dijiste que no lo presionarías con respuestas-

-….Lo sé, aunque me gustaría que dejara de hacerse el interesante y comenzara a tomar crédito por sus acciones- El rey dijo eso mientras apoyaba su cabeza en su mano derecha y el codo de esta estaba sobre el apoyabrazos de su trono.

La persona de quien ambos estaban hablando, Shirou Emiya, no era otro que el amigo más cercano de Arthur. No obstante, esto era desconocido para casi todo el reino. El Pendragon estaba seguro que los únicos que sabían de su existencia eran Merlín, Arturia y Sir Bedivere. Preguntarle a cualquier otra persona sobre él era como buscar una aguja en un pajar.

-Supongo que tienes razón en eso, después de todo, fue el quien asesinó al rey francés y brindo la mayor oportunidad de victoria-

Esta información era algo que solo ellos sabían. Para Camelot, la prematura muerte del rey enemigo fue ocasionada por un desafortunado accidente en su palacio. Nadie sabía que fue asesinado y mucho menos sospecharían de quien lo hizo. Lo único que importaba de todo eso, era que la muerte de tal persona fue un punto clave para la victoria.

-Y a pesar de eso, prefiere seguir en anonimato…..- No es como si Arthur quisiera darle algún título por ello, solo quería que las personas supieran de su participación. Nadie es feliz sabiendo que sus esfuerzos nunca serán reconocidos.

-¿No es eso bueno para ti? Si lo nombraras caballero o con cualquier otro título, su relación podría cambiar-

-Eso es imposible- Declaró sin duda alguna -No importa lo que haga, él siempre se empeñara en fastidiarme, es su talento natural- Esas palabras no eran de enojo, sino todo lo contrario, Arthur las pronuncio con un tono de satisfacción y orgullo.

-Si-Arturia también estaba de acuerdo.

La noche prosiguió de forma lenta y cada vez más invitados se retiraban para disfrutar de su primera noche de relajación en mucho tiempo. Tal y como ambos esperaban, Shirou nunca se presentó al banquete.


En las afueras de Camelot, mas precisamente en la puerta de acceso principal, los guardias de turno charlaban alegremente sobre lo impresionante que era el Rey Arthur y el orgullo que ambos tenían por servir bajo sus órdenes. Esa era una de las razones por la cual no se quejaban con el hecho de tener que custodiar la entrada mientras el resto de la ciudad celebraba. Los dos cuidadores eran conscientes de que para que los demás se diviertan, algunos tenían que brindarles seguridad. Con la guerra finalizada, no les importaba perderse la fiesta por estar trabajando.

-¿Hm?- Uno de los guardias se percató de como una persona se acercaba a la entrada -¡Alto! ¡Identifícate!- Apuntó con su alabarda al desconocido y el otro guardia lo imito.

Era imposible identificar cualquier facción del individuo frente a ellos por que traía puesta una túnica que ocultaba absolutamente todo su cuerpo, con suerte, solo unas facciones de su cara eran visibles, pero como era de noche, tampoco podían reconocerlas. Por el sonido que hacía al caminar, ambos guardianes sabían que traía puesta una armadura y alguna clase de arma, razón más que suficiente para impedirle el paso.

-Lo siento, pero preferiría no hacerlo- Su voz relevo que se trataba de una mujer -¿Pueden dejarme pasar o debo recurrir a otros métodos?-

-¡Por órdenes del Rey, no dejaremos avanzar a nadie que pueda amenazar a Camelot!- Respondieron ambos en unísono, reafirmando su juramente.

-Ya veo, entonces ¡Ardan!- Ella no hizo nada, simplemente levanto su tono.

Solo unos segundos después…..ocurrió. Ambos caballeros comenzaron a retorcerse de dolor en el suelo mientras eran asaltados por llamas que aparecieron de quien sabe dónde. Al principio, los gritos de dolor eran fuertes y claros, más con el tiempo pararon, confirmando de esta forma que estaban muertos.

Sin más asuntos que atender, la mujer avanzó sin tomarle importancia a los recientes cadáveres y entro a la prestigiosa ciudad de Camelot.


Debajo del palacio real y mucho más profundo que el calabozo mismo. Se encontraba un lugar del cual solo pocos habitantes del reino tenían conocimiento. En realidad, muchos escucharon sobre él, pero nadie creía que existiera. La razón se debía que todos consideraban la existencia de ese lugar como un cuento de hadas.

Según las antiguas leyendas, hace muchos años ocurrió una batalla entre dos dragones. Uno rojo y otro blanco. Los repetidos enfrentamientos entre ambos ocasionaron diversos destrozos, llegando al punto de desparecer montañas o calcinar campos de cultivos enteros. El rey de ese tiempo, junto con ayuda de un cierto mago, ideó un plan para capturar a los dragones. Luego de múltiples problemas y fallos, ambos dragones fueron encerrados en un cierto lugar. Ese cierto lugar, por alguna manía de otro rey, seria futuramente conocido como Camelot.

Como era costumbre, ese tipo de historias no son tomadas seriamente por las personas, solo era un cuento que algunos padres contaban a sus hijos con tal de hacerlos ir a la cama temprano. Si, eso definitivamente era solo un cuento, definitivamente lo seria…de no ser porque de verdad vivía un Dragón debajo del reino.

-Hmmmmm…- Un resoplido de molestia, que no era humano, resonó en toda la caverna subterránea.

El origen de este provenía de una bestia similar a un lagarto con alas. Su piel, o coraza, estaba formada por escamas carmesí que dejarían en ridículo el más bello de los rojos. Analizando su estructura, la bestia era un cuadrúpedo, con una larga cola y cuello. Otra forma de verlo, sería una serpiente con pies y alas.

-¿Sucede algo, Ddraig?- Pregunto el único presente en la cueva aparte del propio dragón. Quien era el mismo hombre tatuado que cierto niño se encontró en la tarde.

Ddraig Goch, el dragón rojo. Ese era el nombre de la gran criatura. La fama que posee proviene de la leyenda contada durante generaciones en Camelot. La historia sobre el enfrentamiento de dos dragones, algo que debería ser solo un cuento de hadas, era una verdad confirmada con la existencia de tal animal.

-Alguien con quien parezco tener una gran afinidad acaba de ingresar a Camelot- Una voz, inesperadamente humana, salió de la boca del gran dragón.

-¿Acaba de ingresar? Afuera debería ser de noche y los guardias normalmente no permiten el paso en ese tiempo…..- Detuvo sus palabras al percatarse de las palabras usadas por la criatura -Espera, ¿dijiste gran afinidad? ¿A que te refieres?-

-No lo sé, solo lo siento de esa forma. Es extraño…..- Si tuviera cara humana, se lograría apreciar una mueca de disgusto.

-¿No será alguien que haya nacido con la energía mágica de un dragón como Arthur y Arturia?-

-No….la sensación que tengo es diferente a la de ellos-

-Si tú lo dices…..- No parecía muy interesado en el tema. El hecho de que estuviera acostado en el suelo usando sus brazos como almohada reforzaba más eso.

-Dejando eso de lado, ¿Qué estás haciendo aquí, Imitador? Tengo entendido que un gran banquete se estaba llevando a cabo en el castillo- La bestia observo de forma penetrante al joven tatuado mientras este se mantenía sin respuesta. Por ello, terminó por concluir lo siguiente -¿Todavía tienes problemas con las multitudes?-

-¿Cuántas veces debo decir que no tengo problema con eso? Simplemente no me gusta- Levantándose de forma perezosa, se sentó en el suelo -¿Y no eras tu quien no quería sentirse solo aquí abajo? Solo te estoy haciendo compañía-

-¡NO ME SIENTO SOLO Y NUNCA LO HICE!- Replicó con gran oposición -¡Al contrario, siempre termino exhausto por tener que lidiar con ustedes dos, no han dejado de ser una molestia ni siquiera desde que el joven Pendragon tomo el trono!-

-Si, si, lo entiendo. No te alteres, solo quería molestar un poco- Todavía de forma más perezosa, se levantó completamente -Iré a informar a Arthur sobre lo que dijiste de nuestro invitado y luego te traeré algo de comida-

-¿Por qué siento que estoy siendo tratado como una mascota…?- Era difícil determinar la expresión que tenía, pero debía estar cerca de ser una irritada.

No era muy complicado entender el porqué. La bestia alertó de un posible huésped inesperado y en forma de recompensa, le dan comida. Uno poco más de lealtad y lo convertirían inmediatamente en un perro guardián.

-Quizás porque hasta cierto punto lo eres….- Salió corriendo tan rápido como pudo con tal de no ser rostizado por las llamas que acababa de lanzar el dragón.


Contrariamente a lo que le dijo al gran dragón, Shirou decidió informarle mañana al rey sobre la advertencia que recibió. Desde el principio tenía la intención de irse a casa luego de visitar a la criatura roja.

Caminando por las silenciosas calles de Camelot, ya que las festividades cesaron cuando el sueño les gano a los residentes , admiraba la ciudad a la cual su amigo se dedicó los últimos años. Antes de entrar al castillo también pudo apreciarla, pero ahora donde casi no había personas podía observarse la belleza del entorno.

"Pensar que alguien tan idealista como Arthur podría hacer tanto…..supongo que la espada sagrada de verdad ha elegido un digno rey" Cuando Arthur retiro la espada de la piedra y fue reconocido como rey, no le tenía mucha confianza en el sentido de que siempre se proponía lograr cosas más grandes de las que puede soportar. Todavía está preocupado, no lo niega.

Luego de varios minutos, llego a su casa en los barrios bajos. No importa la ciudad o reino que sea, siempre hay una parte que sale mejor parada que otra. Incluso con un buen rey, no todo es posible. Los barrios bajos eran el mejor ejemplo de eso. Se podía apreciar las luces y el ruido de un bar cercano, además de personas durmiendo en la calle y alguna que otra mujer intentando seducir a algún borrado para ganarse una noche de placer y conseguir dinero.

-Hay cosas que nunca cambiaran- Entró a su casa.

El interior de la vivienda no era nada del otro mundo, simplemente contaba con una cama, una mesa pequeña para que 2 personas comieran a la vez y una simple pero eficiente cocina. El estado del lugar indicada que no vivía permanentemente ahí, solo lo utilizaba para descansar cuando venía a Camelot.

-hogar dulce hogar- Dijo al momento en el que se derrumbó sobre la cama.

Cansado por su largo viaje y sabiendo que mañana sería un día donde seria bombardeado con preguntas, por no estar presente en la celebración, cayó en los brazos de Morfeo tan pronto como pudo.


Bueno…..¿que les pareció?

En este fic, a diferencia de los otros que he escrito, trato de alejarme de la lógica del nasuverse y simplemente utilizar a sus personajes. Esto no significa que los personajes son personas normales, todos tiene las respectivas habilidades que cuando son Servants(al menos las más características de cada uno). Las diferencias más notables posiblemente sean en algunas personalidades y otros aspectos todavía no definidos.

La intención que tengo es la de desarrollar una historia tomando como pareja(principal) a Shirou(Avenger) y Jeanne(Alter). Lo sé, es un poco raro, pero después de ver como emparejaban a Jeanne Alter con Edmond Dantes (el Conde de Monte Cristo) me dije ¿Por qué no?

En todo caso, como no soy precisamente fanático de una historia puramente romántica, tengo que darle un trasfondo que me permita incluir acción. En este caso, trata sobre la formación del llamado "Reino Ideal de Camelot". Luego de la guerra que esta sufrió, es necesario que Camelot resurja con la formación de sus caballeros de elite, los caballeros de la mesa redonda.

Dicho esto, no tengo la intención de meterme mucho en términos de guerra o eso. El desarrollo será (al menos por ahora) como los protagonistas ayudan al joven rey a formar su escuadra de elite (algunos de ellos ya han sido introducidos) y los problemas que deberán resolver para que estos decidan ayudar.

También, si alguien está interesado, puede mandarme sugerencias para personajes que utilizar (no importa el periodo histórico ni nada de eso, esta historia no tiene que seguir ese tipo de restricciones). Lo único indispensable es que deben ser personajes de la saga Fate y tener una historia de trasfondo que concuerde con la lógica utilizada (un ejemplo, suponiendo que en algún punto use a Emiya(Archer), no será con su verdadera historia, sino que tendrá una nueva ambientada en la época actual, talvez un antiguo esclavo o cosas como esa).

PD: algunos aspectos de este fic son tomados de diversas series y películas ambientadas en Camelot. Un ejemplo de esto es el dragón debajo del castillo, tomado de la serie "Merlín".

PD2: No estoy muy familiarizado con la jerga antigua, por lo cual no esperen que intente usarla. Quizás eso quite un poco el ambiente que quiero transmitir, pero no puedo evitarlo. Por ahora, me apego a cuestiones clásicas de formalidades como el usar "Sir" delante del nombre del caballero.

PD3: Me gusta mas "Arturia" que su traducción oficial la cual es"Altria". También mas gusta mas "Arthur" que "Arturo".

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