Personajes de Mizuki & Igarashi.

Fue en una fiesta de disfraces que conocí aquel hombre alto, rubio, de ojos azules claros similar al cielo despejado en una mañana primaveral, de mirada penetrante. Yo vestía como la reina egipcia Cleopatra, un traje exageradamente provocativo, me puse unas sandalias doradas altas descubiertas y, ¡qué casualidad él se vistió como el gran César! No nos presentaron nunca, pero, en vez en cuando nos mirábamos. Era una forma de decir: Hey conóceme, soy la chica de tus sueños. Tomé mi copa de vino, de manera insinuante saboreé el borde sutilmente con la punta de mi lengua, él no perdió detalle, fijó sus ojos en mí. Decididamente, caminé seductoramente hasta él, quien estaba parado cerca de la mesa de bocadillos, agarré un canapé, llevándolo a mi boca para degustarlo en mi paladar. Al fin se atrevió a hablarme.

─¿Los canapés están deliciosos?

─Sí, pruébalos ─Él al tomar el bocadillo que le ofrecí, me agarró la muñeca y, con su lengua lamió una pequeña migaja que había quedado en mi dedo pulgar─. Dios su lengua era espectacular, apuesto que haría grandes maravillas con ella.

─¿Cómo te llamas?

─Por hoy soy Cleopatra.

─Interesante, una Cleopatra rubia de ojos verdes, excelente combinación, creía que las egipcias tenían los cabellos lisos oscuros.

─No, ya ves, también pueden ser ondulados y rubios ─Annie distrajo mi atención con sus señas─. Disculpa, ya vuelvo.

─Estaré aquí como estatua, esperándote para bailar la siguiente pieza.

─Encantada, bailaré contigo.

Me acerqué a Annie, quien estaba histérica.

─Candy, ¿con quién conversabas?

─Con un amigo.

─Recuerda que debes casarte con Neal Legan. Son ordenes de la tía abuela Elroy. No nos dejes mal; de lo contrario puede afectar mi compromiso con Archie.

─Despreocúpate, si llego a tener algo con ese magnífico prospecto masculino, será cosa de una noche.

─Espero que así sea. Archie me ha llamado, me iré con él. ¿Te llevamos a casa?

─No. Encontré quien me lleve.

─Por favor, asiste mañana a la villa de los Ardlay. En la tarde harán público el compromiso de ustedes dos. Estará presente el tío abuelo Williams, a quien nadie conoce.

─¡Qué aburrido!

─Su unión ayudará a la manutención de varios niños del hogar de Pony. Tenlo en cuenta, ahora sí, me voy.

Despidiéndome de mi amiga, volví hacia donde mi príncipe me aguardaba. Lamentablemente, sería mío por una noche.

─¿Me tardé?

─Las estatuas, nunca, jamás miden el tiempo.

─Si lo dice el emperador de Roma.

─¿Bailamos, mi preciosa reina egipcia?

─¿Cómo negarme al gran César?

Como un buen domador de fieras me tomó por la cintura, pegándome cada vez más y más a su pelvis. Bajo las luces de múltiples colores recorríamos nuestras pieles con nuestros movimientos, guiados por la fabulosa canción de Rihanna: Rockstar.

─Eres buena con tus caderas.

─Tú no te quedas atrás.

─Sabes, puedo mostrarte que otras partes de mi anatomía se mueven a la perfección ─me dijo rozando sus labios casi en mi oído. ¡Es increíble, me tiene prendida desde que lo vi! No aguanté más y, le dije:

─Vamos a otro lugar… uno más privado, para que me enseñes tus habilidades ─No esperó una segunda invitación, cuando me asió de la cintura para llevarme hasta afuera, sin darme oportunidad a arrepentirme. De inmediato, una lujosa limosina se paró en frente de nosotros.

─Súbete ─le obedecí. Al entrar me miró a los ojos, aproximó sus labios a los míos, me besó con fervor succionando cada vez más y más mi lengua.

Me estremecí ante las variadas sensaciones experimentadas en mi cuerpo. Detuvo sus besos por un instante para recorrer mi piel con sus labios y lengua, succionó mis pezones, mi ombligo con frenesí, deteniéndose en mi vientre para descender sus labios hasta mi panty de seda arruchadita.

Lujurioso, descendió hasta mi área más sensible que, al estar ahí entretenido, causó en mí gritos de placer: "¡Este hombre es genial!", pensé ante el efecto que me produjo sus caricias. Sin poder aguantarme, gemí como loca─: ¡Oh, por Dios alguien tocó la ventana! "Espero no sea la policía" ─Mi César guió su dedo índice a su boca en señal de que guardara silencio. Nos acomodamos las vestiduras y él presionó un botón para bajar el vidrio de la ventana de la lujosa limusina.

─Georges: ¿A qué se debe tu presencia?

─Le marqué reiteradas veces a su celular. Al no responderme, opté por buscarle. Se requiere de usted para la firma de unos contratos.

─Diles que esperen. Iré a penas culmine lo que inicié.

─Comprendo. No tardes más de treinta minutos, por favor.

El hombre antes de irse, echó un vistazo a la parte interna del ostentoso vehículo, al mirarme semi desnuda supuso lo que estábamos e íbamos a terminar de hacer.

─Os ruego mi bella dama, me disculpe por tan inoportuna visita. ¿Podemos continuar?

Sonriéndole, nuevamente le abrí mis piernas para que continuara su labor. Obtuve mi segundo orgasmo. Él se alzó su atuendo para bajarse el bóxer color negro, liberó su bien dotada virilidad, sorprendiéndome. Supuse que es normal en los hombres altos y delgados como él. Nunca había tenido ¡algo tan enorme entre mis piernas!, mi novio lo tiene de tamaño normal, pero, este hombre es un semental. Debido al ancho de su hombría le costó introducirse en mí. Sin embargo, lo logró. A medida que se movía me lubricaba más; aumentando la excitación en ambos.

─Mi amor, así, así, dame más fuerte, ¡embísteme sin piedad! ─le supliqué.

─¿Segura? ─se detuvo por instante─. No quiero lastimarte.

─Segura, quiero disfrutar al máximo de este sexo casual que, estamos disfrutando ─Él muy sumiso hizo caso, hundiéndose en mí hasta lo último, literalmente me atravesó el cuello uterino con su pene. Quitándome la segunda virginidad, nadie había llegado hasta allá, lo juro.

─¿Así? ¿Te sientes bieeeen? ─preguntó con preocupación y excitación.

─Sí, amor. No te detengas. Deja de preguntar y sigue dándome más fuerte.

De esa forma, llegué a mi tercer orgasmo en una noche. Él al sentir mis contracciones vaginales sacó su pene, esparciendo por todo mi cuerpo desnudo su semen blanco de exquisito olor a ciruela. Por suerte en su limusina tenía toallas y agua mineral con el que nos aseamos. Una vez nos arreglamos, volvimos a la fiesta. El me dio su tarjeta de presentación, en el momento no la leí; sino que la metí en mi bolso. Bostecé, un tanto avergonzada.

─Es normal que te de sueño ─dijo él una vez nos listos para regresar a la fiesta─. Te puedo hospedar en uno de mis hoteles.

─¿Eres multimillonario?

─Algo parecido.

─No te preocupes. Mejor será vernos otro día, mañana asistiré a una fiesta de compromiso.

─¿Quién se compromete…?

─Williams, te necesitamos… ─le había llamado su hombre de confianza, quien le reprochó por haber tardado más de una hora.

─Nos vemos otro día, ve a cumplir con tus compromisos, luego te llamo ─le dije─ Él no se fue sin antes darme un beso de hasta luego ¡Y, que beso me dio! Si seguíamos así, de seguro nos metíamos otra vez a la limusina.

En la mañana, desperté recordando la mágica noche que viví con mi príncipe cara de ángel, cuerpo de demonio ja, ja, ja.

Me levanté, estirando mis brazos y piernas, meditando sobre que atuendo debería lucir para el compromiso ─Que sea algo sencillo; tampoco es que este feliz de casarme con ese odioso, con el que he sido obligada a contraer nupcias por ordenes del tío abuelo Williams, hm, casualmente así se llama mi galán de una noche, lástima que no te volveré a ver. Alguien toca la bocina, ha de ser Annie y Archie ─Me asomé a la ventana y en efecto eran ellos. ¿Pensarán que voy a huir? Bueno, ganas no me falta.

─¡Candy, sal de una vez, es tarde!

─¡Ya bajo! ─grité.

Llegamos a la fiesta. Neal se acercó a reclamarme─: ¿Por qué llegas tarde? ¿Quieres dejarme en ridículo? El tío abuelo es un hombre ocupado. Hoy por primera vez hará su aparición ante todos, se dice que es un hombre excéntrico. ¿Entendiste?

─Neal, ya deja de quejarte. En realidad no me quiero casar contigo. Si me caso es por el agradecimiento que le tengo a la familia Ardlay.

─Cuando te cases conmigo, te quitaré lo altanera. Entremos a la sala ─Neal sonreía a los invitados.

Me sorprendí al ver el mismo señor que se asomó por la ventana de la limusina.