Akatsuki no Yona no me pertenece, es propiedad de Mizuho Kusanagi.


Esta historia participa en la actividad "Esa vez…" del foro El Feliz Grupo de Hambrientos.

Tema: Esa vez en la que Zeno ofició su propia boda. (propuesto por gleysichavarria)


~Unbreakable Vows

El sol brilla con fuerza en su punto más alto del cielo, las aves a su alrededor cantan con alegría y ni una sola nube se atreve a amenazar la dulce perfección de aquel día.

Aun así, Zeno está convencido de que no existe nada más perfecto que la chica sentada frente a él.

Vestida completamente de blanco, con una corona de flores silvestres en la cabeza y una sonrisa enorme adornándole el rostro, Kaya luce más resplandeciente que el mismo sol.

Sus brillantes ojos cafés lo miran entonces, expectantes, y Zeno tiene que tragar en seco.

A lo largo de sus años había visto muchas ceremonias de matrimonio y siendo él mismo sacerdote del castillo Hiryuu, había tenido la oportunidad de presidiar algunas otras.

Pero en esos momentos, y tratándose de su propia boda, las cosas eran… distintas.

¿Era en realidad necesario un ritual de purificación, cuando su amor por Kaya era la cosa más pura que él había sentido jamás? ¿Tenían que realizar ofrendas a los dioses, cuando la relación de Zeno con ellos era más que complicada?

Si su relación no era en absoluto tradicional, ¿Por qué su boda habría de serlo?

Aun así, intentando seguir con lo establecido, Zeno sirve dos vasos de sake, entregándole uno a la exultante chica frente a él.

—Kaya —comienza el dragón amarillo—, tú me salvaste en más maneras de las que podrías creer. Llenaste mis solitarios días de luz, de risas y canciones, y quiero que el resto de mis días sean así. Quiero que tu voz sea lo primero que escuche al levantarme y lo último antes de dormir. Quiero reparar tus muebles y comer tus vegetales mal cortados.

Kaya suelta un hipido, luchando con todas sus fuerzas para que las lágrimas que llenan sus ojos no se desborden por la emoción.

—Quiero convertir todas tus lágrimas en lágrimas de felicidad y quiero que ni Kaya ni Zeno se vuelvan a sentir solos nunca más. Quiero estar a tu lado por siempre. Kaya, por favor, acepta ser la esposa de Zeno.

La chica, habiendo perdido la batalla contra el llanto, le dedica una sonrisa deslumbrante e, ignorando todo protocolo, se abalanza sobre él.

El olvidado licor se derrama sobre la manta debajo de ellos.

Y a ninguno de los recién casados parece importarle en absoluto.