Los personajes que se utilizaran aquí no son míos son de la mangaka Rumiko Takahashi, solo los uso con fines de entretenimiento
Prologo
Sango, Miroku y Shippo se encontraban descansando en la aldea de la anciana Kaede, pues ya llevaban por lo menos dos semanas viajando, pero estaba por demás decir que Inuyasha había aceptado a regañadientes diciendo "Debiluchos humanos" y cosas por el estilo, odiaba que sus compañeros no soportaran el largo viaje, pero eso no evitaba que su parte humana lo reprimiera por tratarlos así.
-¿En qué piensa Inuyasha-sama? –le pregunto muy curiosa la pulga, mientras miraba a su amo.
No era para menos, si bien el hanyou era muy obstinado y terco, en los últimos días había aplacado mucho esa personalidad suya, dejándola salir no muy a menudo. Situación que alarmo un poco a sus compañeros de viaje, pero el joven siempre les decía que estaban locos y que no se preocuparan por tonterías.
-Khe, no es nada –respondió con altanería.
Odiaba que los demás se preocuparan por él, porque le recordaban que era un débil y asqueroso ser. Pero curiosamente también se sentía querido.
-¿Es por la época de apareamiento? –pregunto con picardía la vieja pulga.
-¡N-no digas tonterías! –le grito sonrojado y avergonzado.
Si bien ese era uno de sus problemas principales, no era precisamente el primero…
-¿Entonces? –la mirada de la pulga lo incomodaba, por lo que simplemente lo aplasto y se fue del árbol en el que estaba reposando.
Llego a la cabaña de la vieja miko, donde sus compañeros de viaje lo esperaban para comer algo que la misma miko había preparado con ayuda de Sango.
-¿Dónde estabas? ¡Te estábamos buscando, perro tonto! –le reprocho el pequeño zorrito.
-¡Silencio! –en respuesta de la ofensa, lo golpeo en la cabeza dejándole un chichón notable y doloroso –Khe, no entiendo porque se preocupan, solamente fui a descansar a un árbol –les respondió con altanería.
-Eso no evita que nos preocupemos con tu estado de ánimo actual –le confesó Miroku.
-¿Qué quieres decir? ¡Estoy perfectamente! –le respondió con molestia, no era que estuviera actuando fuera de lo normal –A todo esto ¿Y Sango? –pregunto curioso.
La joven le había ayudado a la miko a hacer la comida, pero después pudo ver que la joven se iba montada en Kirara.
-Dijo que no tardaba, que iba a su villa a buscar nuevo armamento –le contesto Shippo aun molesto por el reciente golpe.
-Ya veo… -el hanyou odiaba admitirlo, pero en esos momentos necesitaba el concejo de Sango o la anciana Kaede, no era algo que le hiciera mucha ilusión, pero era necesario para su problema.
-¿Para que la querías? –le cuestiono el houshi, pues su amigo nunca se mostro decepcionado de que la taijiya no estuviera cerca.
-¡No es asunto tuyo! –le respondió con cierto rubor.
-Inuyasha –su amigo lo miro asesinamente y acto seguido, lo golpeo con su báculo.
-¡No es para algo pervertido! –le contesto furioso.
-¿Y porque mejor no me preguntas a mi? Somos amigos ¿No? –la actitud de su amigo cambio radicalmente a una actitud con picardía y gracia en sus palabras.
-¡Porque seguramente me dirás una tontería! –le respondió inconscientemente a lo que simplemente se mordió los labios por haber casi revelado lo que debía de preguntarle a la castaña o en el peor de los casos a la anciana miko.
-¡Pero de que se trata! –pidió explicaciones el oji-azul casi haciéndole un berrinche -¡Si es por algo del amor, Miroku el conquistador de mujeres te ayudara! –afirmo con el pecho inflado de orgullo.
-Lo que tu digas… -le respondió en un suspiro, pero no tenía deseos de hablar con el peor lo que se sentó a comer en silencio.
Paso un día y la taijiya aun no volvía, preocupando de sobremanera a Miroku y Shippo, ya que Kaede e Inuyasha sabían que antes que nada, Sango seguramente estaba de camino, pero los otros dos no pensaban igual, pues la mujer les había dicho claramente.
-¡Solo iré por armamento, no creo que me tarde tanto! ¡Regresare antes de que caiga la noche!
Todos estaban en la cabaña de la miko desayunando, cuando Kirara llego a la aldea con heridas si bien no tan graves, eran suficientes para cansarla. El equipo entro en alerta, pues si Sango no iba con la gatita y esta tenía heridas, solo significaba una cosa: La mujer estaba en peligro.
-¡Vamos! –les ordeno Miroku, estaba muy preocupado por la mujer y realmente no hacía mucho esfuerzo por ocultarlo, le asustaba mucho perderla.
Se encaminaron a la villa de los mata demonios, no sin antes dejar a Kirara en la cabaña de la anciana Kaede para que reposara y se curara de sus heridas. Cuando no estaban tan lejos del lugar, el hanyou pudo detectar un fuerte olor a sangre, sangre perteneciente a unas cuantas brujas y lo que alarmo más al peli-plata, fue el rastro de sangre de su compañera de viaje.
-¡Sango! –llamaron todos esperando la respuesta de su amiga.
No hubo respuesta de la muchacha, pero si muchas risas secas y viejas. Esto le erizo los pelos al zorrito quien se escondió tras Miroku, pero los dos hombres sabían que se trataban de brujas, brujas que eran bastante poderosas.
-¡Salgan, malditas brujas! –ordeno en un gruñido el albino esperando la presencia de los seres.
-¿Un hanyou? ¡Ja! No eres más que un ser inferior, no tenemos porque acatar tus ordenes –una voz rasposa le contesto con altanería, lo que causo la furia del albino y por consecuente tessaiga ya estaba desenfundada y lista para atacar.
-¡Se arrepentirán de haber dicho tantas estupideces! –aseguro antes de lanzar el Kaze no kisu.
El ataque fue lo suficientemente poderoso como para darle a una bruja y matarla en el acto, causando la furia del resto de brujas.
-¡Nuestra hermana! ¡Pagaras maldito engendro! –una de las brujas trato de atacarlos, pero Miroku logro lanzarle un sello causando que se desintegrara al instante.
Diablos… Son más fuertes de lo que pensábamos… -pensaron molestas las viejas brujas.
-¡Inuyasha! ¡Miroku! –llamo la atención Shippo -¡Es Sango!
Los dos hombres giraron sus vistas a donde les había dicho el pequeño zorrito, encontrándose con Sango inconsciente y con algunas heridas. Inuyasha se enojo, pero Miroku enfureció a tal grado que realmente no parecía un houshi, parecía un verdadero demonio.
-¡Suéltenla ahora y tendremos "piedad" de ustedes! –ordeno mordaz el oji-azul. No iba a permitir que lastimaran a SU mujer.
Las brujas que antes le parecían fuertes a Inuyasha, ahora parecían que deseaban salir huyendo del lugar con la cola entre las patas por solo sentir el aura asesina de su amigo, a él realmente no le daba miedo, pues daba más miedo Sango enojada…
-¡¿Y-y que si no lo hacemos?! ¡¿Nos mataran?! –pregunto con el poco orgullo que le quedaba a una bruja.
-Me parece que hoy es su asqueroso fin –rugió Inuyasha antes de lanzarse con tessaiga a cortar a la bruja que hace momentos antes había hablado, dejando al resto atónitas, asustadas pero sobre todo, furiosas.
-¡¿Cómo te atreves?! –una de las brujas comenzó a lanzar hechizos, pero gracias a la agilidad del hanyou, logro esquivarlos fácilmente.
Miroku mientras tanto fue a ayudar a su compañera a que se levantara. La joven entre abrió los ojos y dedico una pequeña sonrisa al hombre al ver que no la habían dejado sola.
-¿Cree que… Inuyasha este… bien solo? –pregunto con pesar la mujer, no le faltaba mucho para caer nuevamente inconsciente.
-Ahora no es el momento, sabemos que él es fuerte, por ahora tu eres la que me preocupa –le aseguro Miroku mientras la cargaba al estilo nupcial y se alejaban un poco de la pelea.
Por su lado el albino estaba esquivando bastante bien los ataques de las ancianas brujas y cada vez que blandía su espada por lo menos mataba a una. Las brujas temían por su vida y sabían que si no actuaban rápido, perecerían en ese miserable lugar.
-¡Podemos cumplirte un deseo que quieras a cambio que nos dejes con vida! –le ofreció una de las brujas con miedo.
-¡Yo no hago tratos con seres asquerosos! –gruño matando a casi todas las brujas, dejando solo a la que parecía más vieja, la cual trataba de alejarse lo más posible de la mirada mortífera del hombre.
-¡Puede ser lo que tú quieras! –le repitió, rogando a que el aceptara, pero al verlo acercarse con la espada en la mano aumento su miedo y su nerviosismo -¡Un deseo oculto, dinero, respeto, amor! ¡Lo que sea! –pidió al borde del llanto.
Inuyasha estaba por atacarla, pero en ese momento recordó lo que en esos últimos meses lo carcomía desde dentro… No lo tenía claro y necesitaba ayuda, pero no deseaba que la obtuviera de esa forma y mucho menos de una bruja que no hace mucho había dañado a una de sus amigas… No merecía el perdón de nadie, pero él también deseaba que todo le quedara claro…
-P-por tu reacción supongo que si deseas algo ¿No? –le pregunto temerosa la anciana bruja.
-Yo… -no lo negaba, quería que todo le quedara claro, pero…
-¡Unck clad shoctlk drenty persynoquele, rovefde! –recito la bruja en voz alta, al mismo tiempo que una luz blanca se adentraba en el muchacho, logrando que casi cayera al piso de la impresión, pero eso no le había dolido. Sin embargo la bruja no contuvo su ira y le cortó gran parte del abdomen.
-Mierda –mascullo mientras con su mano trataba de detener la sangre en su herida.
-¡Cumplí con tu deseo, ahora déjame ir! –le rogo la bruja.
No supo que lo manejo en ese momento, pero blandió a tessaiga, destrozando a la bruja la cual grito tan fuerte que llamo la atención de Miroku, el cual fue corriendo en la dirección de donde había provenido el grito.
-¡Inuyasha! –llamo su amigo al verlo parado de espaldas, con tessaiga en las manos, pero sin hacer algún movimiento -¿Inuyasha? –llamo nuevamente su amigo preocupado. El albino cayó al suelo desmayado y sin hacer algún movimiento -¡Inuyasha!
El oji-azul lo levanto por los hombros y a rastras lo llevo a donde Shippo cuidaba a la taijiya.
-¡Inuyasha! –llamo preocupado el zorrito al ver a su protector inconsciente.
-Shippo ¿Crees que puedas con Inuyasha? –le ofreció Miroku, pero el pequeño niño dudo, pues el monje no era para nada confiable cuando se trataba de Sango.
-¡Mejor yo me llevo a Sango y tu llévate a Inuyasha! –Miroku iba a protestar, cuando Sango abrió los ojos con una sonrisa.
-Shippo tiene razón… Me iré con él y usted con Inuyasha… -hablo aguantándose una risa al ver al houshi con una cara de decepción.
Se encaminaron nuevamente a la aldea de la anciana Kaede. Para cuando llegaron, el cielo les anunciaba que la noche ya había caído, por lo ingresaron rápidamente a la cabaña. La miko no le hiso preguntas y les pidió que recostaran a la taijiya e Inuyasha, pues estaban inconscientes y dañados.
-¿Cómo sucedió lo de Sango? –pregunto finalmente la mujer.
-No lo sabemos, cuando llegamos a la villa, estaba llena de brujas –le contesto molesto Miroku al recordar las risas de las brujas.
-¿Y lo de Inuyasha? –pregunto la miko al observar al hanyou. Le era extraño, pues por lo que veía no había perdido mucha sangre, por lo que era imposible que se hubiera desmayado por eso.
-Tampoco lo sé, cuando lo encontré estaba parado, pero después se desvaneció y cayó al suelo –explico el houshi un poco más tranquilo.
-Espero que nada malo le haya ocurrido –se dijo mas a sí misma la anciana, pero el pequeño zorrito la escucho.
-¡Pero no eran tan fuertes y el logro matarlas rápidamente! –le contesto feliz el niño.
-¿El solo? –cuestiono la vieja miko.
-Me preocupaba mucho el estado de Sango, además, se que él no es alguien débil –le contesto Miroku con un poco de miedo al ver como la miko lo mataba con la mirada.
-Eso me temía –hablo finalmente después de haber matado a Miroku con la mirada –Aun que fueran débiles, al fin y al cabo son brujas… Temo que le hayan lanzado un hechizo…
-¿Un hechizo? Pero sigue vivo… No puedo entenderlo… -Miroku se reprendía a sí mismo por no haber ayudado a su amigo, pero tampoco era que pudiera dejar a la castaña a su suerte.
-Tendremos que esperar a que él despierte… -les informo la anciana a lo que los presentes asintieron.
-¿Cuándo regresa Kagome? –cuestión el pequeño niño, cambiando radicalmente de tema.
-Kagome-sama dijo que regresaría en una semana –le contesto el oji-azul mirando a la castaña dormida.
-Espero que así sea… -susurro el pequeño zorrito.
Kagome después de una semana, había saltado al pozo con su mochila llena de provisiones para el viaje con sus amigos. Vio las luces violetas y azules rodeándola indicándole que había traspasado el tiempo y había llegado al sengoku. Sonrió para sí misma y comenzó a subir por las lianas que habían rodeando el pozo. Su felicidad se esfumo al no encontrar a cierto hanyou que siempre la esperaba impaciente para iniciar su viaje, de hecho, se le había hecho raro que el hombre no la hubiera ido a visitar en la semana…
¿Se habrá enojado conmigo? Pero yo no he hecho nada… -se cuestión mentalmente la chica mientras salía cautelosamente del pozo.
Se dirigió a la aldea, pero tampoco estaban sus amigos por los alrededores… Algo había sucedido y ella temía algo malo… Suspiro aliviada al encontrarse con Shippo jugando un poco con algunos niños de la aldea. Se acerco un poco e inmediatamente el zorrito la reconoció y salto a sus brazos para darle un gran abrazo.
-¡Kagome! –el pequeño comenzó a llorar desconsolado entre los brazos de la azabache, algo que la alarmo demasiado, entrando en pánico.
-¿Qué sucedió Shippo-chan? –cuestiono preocupada.
-¡Inuyasha!... ¡Inuyasha esta…! –el pequeño no podía hablar bien, pues las lagrimas le causaban un nudo en la garganta impidiéndole el habla.
La joven sintió su estomago revolverse y aguanto sus lagrimas… Sabía que en ese estado el pequeño no podría hablar, por lo que rápidamente fue a la cabaña de la anciana Kaede con la esperanza de encontrar respuestas, pero justo en ese momento salió Miroku, tal vez para estirarse. Se le notaba agotado, quizá algo muy fuerte había sucedido.
-¡Miroku-sama! –llamo la muchacha finalmente.
-Kagome-sama, que alegría verla –exclamo felizmente el hombre.
-¿Qué sucedió? –pregunto temerosa la muchacha mientras trataba de observar el interior de la cabaña.
El semblante del houshi cambio, se posiciono en la puerta de la cabaña y le hiso una seña de que lo siguiera. La joven inmediatamente le hiso caso y se adentro a la cabaña, encontrándose con Sango comiendo algo, Kirara lamiéndose su pelaje y lo que casi logra que le diera un ataque al corazón, fu ver a Inuyasha inconsciente.
-¡Inuyasha! –grito la joven al borde de las lagrimas, pero su amiga con un poco de dolor en sus heridas la detuvo -¿Qué haces? ¡Suéltame! –pidió la joven tratando de zafarse de su amiga.
-No puedes –la castaña le mostro un semblante sereno para que su amiga se calmara un poco –Kaede-sama le coloco una barrera y solo ella puede acercarse a él o de le contrario te dañaras en daño –explico sintiendo como su amiga se ponía tensa.
-¿Qué le paso?... –pregunto en un hilo de voz apenas audible.
-Sospechamos que una bruja le lanzo un hechizo, pero realmente solo son suposiciones… -le respondió la taijiya mientras soltaba delicadamente a su amiga.
-¿Una bruja? ¡¿Cómo ocurrió?! –pregunto alterada.
La castaña y el peli-negro cruzaron miradas para después explicarle a la azabache todo lo que había sucedido que ellos sabían, desde la llegada de Kirara malherida, hasta un Inuyasha inconsciente.
-¿Lleva así desde hace una semana? –pregunto triste la muchacha mientras miraba en la dirección del albino.
-Si, no ha abierto los ojos desde ese día –la voz suave de Kaede se hiso presente por lo que Kagome se paro rápidamente se su lugar.
-¿Por qué le puso una barrera? ¡Me hubiera gustado tanto abrazarlo! –confeso con lagrimas en los ojos, sus calificaciones no eran las mejores y cada vez empeoraban, pero casi siempre le animaba abrazarlo o tomarle de la mano, adoraba tanto esos pequeños tactos…
-No sabes qué clase de hechizo puede tener y lo mejor es mantenerlo con esa barrera hasta que despierte… -le contesto suavemente la anciana mientras se sentaba cerca del cuerpo del joven dormido.
-Pero… Quizá cuando despierte se enoje… -especulo la azabache mirando a su amado.
-Puede que si, pero es por mera precaución –le confesó Miroku a lo que Kagome lo miro asesinamente. Odiaba creer que sus amigos no confiaran en Inuyasha, pues él le había confesado en una ocasión entre seños que odiaba que no creyeran en él… -No me mire así, sabe que confiamos en él –le comento mientras trataba de propasarse con la taijiya cerca de él.
-Ni lo piense –Sango golpeo en rostro del houshi antes de que cumpliera su meta.
Los presentes miraron la escena con un suspiro, ese monje nunca cambiaria…
Kirara dejo de lamer sus heridas… Un aura demoniaca le había alertado, pero tal parecía que a su duela y sus acompañantes no, pues aun seguían regañando al monje y sus mañas. La gatita observo al hanyou recostado, pero algo raro había en él… Los ojos dorados del joven se abrieron de golpe, causando que Kirara se erizara por la impresión alertando a los viajeros.
-¡Kirara! ¿Qué…? –Kagome dejo de hablar al ver que su mirada se conectaba con la dorada.
-¡Inuyasha! –chillo de alegría Shippo con lagrimas en los ojos.
-Hasta que despiertas –le reprocho Miroku con una sonrisa en los labios.
-¿Estás bien? –Sango estaba preocupada, nuevamente había puesto a alguien de sus amigos en peligro por su culpa.
-¿Inuyasha? –pregunto la anciana al no escuchar la respuesta del ambarino.
Todos notaron que la mirada achocolatada de Kagome se miraba fijamente con la dorada de Inuyasha… Parecía que no deseaban dejar de mirarse ni un momento.
-Inuyasha… -un suspiro involuntario salió de la joven, no sabía porque había echo eso, por lo que rápidamente se tapo los labios con ambas manos y sintiendo como su rostro se calentaba por la inminente vergüenza.
Al escucharla suspirar su nombre de esa forma lo hicieron sentir bastante bien y deseaba escuchar su nombre con más suspiros ¿Y por qué no? También con gemidos… Una necesidad horrible de besarla y tomar su cuerpo lo embargo. Sonrió de lado.
-Ka-go-me –el ambarino hablo sugerentemente y con saliva acumulándose en su boca salto a la miko…
Continuara…
¡Holiwis, moffins! ¡Aquí esta lo que les debía!
Ahora que lo pienso, casi siempre culpo a las brujas de las desgracias de Inuyasha y compañía ¿Por qué será? No lo sé…
Este era una fic que quería hacer desde hace mucho (Desde que inicie Xb) Pero sabía que no era tan buena escribiendo y mucho menos escribiendo lemon, así que me puse manos a la obra y aquí lo tienen, por lo que espero que le vaya a gustar.
¡Hora de pasar a hacer más de mis deberes!
También un agradecimiento a Inne que eligió la opción (Te quiero *abrazo*).
¡ADIOS!