Saitama desearía que las cosas se hubiesen dado de forma diferente. Era un desempleado que vivía en la ciudad más peligrosa para evitar pagar servicios y una elevada renta. Disfrutaba de leer mangas y de ocasionales películas clase B. Lo único destacable en su persona era su hobbie. Aspiraba a ser un héroe en sus ratos libres y con ese objetivo se había librado de una gran cantidad de villanos. No tenía idea de dónde provenía su poder o por qué razón se había hecho tan ridículamente fuerte en tan corto tiempo. No era ejemplo ni modelo de nada, no tenía nada que enseñar o transmitir, era consciente de ello...lástima que él no.


Genos era increíble. Un ciborg con una capacidad de lucha admirable. Tal vez en ocasiones solía ser un poco descuidado, lo cual siempre culminaba con la destrucción de su cuerpo de metal, pero el chico tenía un gran potencial. Era estoico y disciplinado. Sus aptitudes le deparaban un gran futuro dentro de la cofradía heroica. Por esa razón él sentía que lo defraudaba cada vez que el chico anotaba cada palabra que él decía como si se tratara de un conocimiento velado y ancestral. A veces sentía curiosidad y quería espiar por encima de la mesa las palabras anotadas, pero siempre se detenía antes de ceder al impulso. No deseaba encontrarse con la realidad de su propia mediocridad escrita en papel.

Genos veía algo en él. Inventaba una realidad paralela en la que era discipulo de un gran sensei que tenía mucho que ofrecer. Sabía que debía sentirse halagado ante tal despliegue de admiración pero no era así..


Él ya lo había visto venir. Genos era joven e inexperto en gran parte de las cuestiones que incluían experiencia de vida. Era esperable que al candor de su juventud los sentimientos de admiración se tornasen en algo más. Él lo entendía...pero eso no quería decir que pudiese hacer algo al respecto. No le interesaban los hombres, no de ese modo y aunque le interesaran, Genos anteponía su visión frente a todo lo demás. Una relación entre ellos no existiría no solo por sus preferencias de género sino porque el ciborg no lo veía a él sino al maravilloso sensei que quería crear.


Siempre estuvo preparado para perderlo. Desde el primer día, cuando el chico se presentó frente a su puerta, se dijo a si mismo que eso no podía durar. Cuando la ilusión se disipara, cuando él comprendiera que el sujeto que lo había salvado no tenía nada de especial..entonces se decepcionaría y se marcharía. El lo vería partir y de esa forma podría seguir con su vida.

El problema radicó en que..la ilusión no se disipaba. En cambio, crecía y crecía, se hacía infinita e incluso por momentos lo arrastraba a creerla.

Eso fue lo que le hizo tomar aquella decisión. En el instante en que comenzó a verse a sí mismo con los ojos de su autoproclamado discípulo supo que tenía que ponerle un freno a su asociación. El chico lo hacía sentirse especial y eso era peligroso, porque él no era especial y si comenzaba a creerlo sería vulnerable...

Porque entonces ya no podría permitirse perderlo.