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LA SABAKU NO
El camino hacia la ciudad fue tranquilo, apenas empezaba a amanecer cuando llego a su edificio. En su cara se notaba la excesiva falta de sueño.
Al llegar a la puerta de su apartamento, saco sus llaves y abrió la puerta de este lentamente, el departamento estaba en total oscuridad y silencio como de costumbre; encendió las luces y se dirigió a su habitación, esta no estaba muy amueblada, sólo tenía lo necesario una cama matrimonial," ¿Por qué rayos tenía una cama matrimonial?"-se preguntó, las mesas de noche a cada lado de la cama, el closet, un buró y un gran librero, algo un poco sofisticado para su edad.
Caminó hacia la cama arrastrando los pies, no tardo en quitarse la chaqueta para tenderse en la cama y quedar profundamente dormido.
Cuando despertó, se podía notar como el astro solar se ocultaba tras los enormes edificios, sus ojos aun adormilados pudieron notar los aun visibles rayos solares que iluminaban el cielo, haciendo ver a las nubes más hermosas de lo que ya lo eran, como le gustaba verlas hacer su recorrido en el cielo sin ningún tipo de preocupaciones; se sentó en la cama y se tallo los ojos para despabilarse, el sonido de su estómago lo saco de un trance momentáneo, tenía que comer algo; se dirigió a la cocina, pero por más que busco no encontró nada.
-Diablos, no hay nada – dijo para si mismo.
Miro el reloj para ver la hora 7:50 pm, fue por su chaqueta a sus cuarto y camino hacia la puerta desapareciendo del cuarto.
Bajo de su convertible plateado, entro a un pequeño restáurat, se sentó en una mesa algo retirada de la multitud y ordeno un plato de caballa y vino blanco.
Cuando termino pidió la cuenta de lo consumido y dejando una generosa propina se aproximó a la salida del establecimiento, al estar a unos cuantos pasos de la puerta, su mirada se detuvo en una joven de pelo rubio que se encontraba sentada cerca de la salida y a lado de un gran ventanal del restaurante, era una joven muy hermosa, se encontraba leyendo, la observo. Su mirada perdida entre las líneas de aquel libro grueso, sus labios carnosos y rojos moviéndose ligeramente al pronunciar las palabras y su tono de piel tan blanca como los rayos del mismo sol, hicieron que sus mente divagara al pensar en un sinfín de cosas que le podría hacer.
Camino hacia ella.
La mirada del Nara no se movió ni un instante de la joven que aun permanecía con el libro entre sus manos, ella sin en cambio no se había percatado de que la observaban.
-Puedo sentarme? – la rubia se sorprendió, levanto la mirada del libro lentamente y poso sus ojos en el joven que estaba parado frente a ella, él por su parte hizo lo mismo y la miro fijamente a los ojos. El Nara se sonrojo y abrió los ojos más grandes que pudo, se sorprendió por tanta belleza; la joven era aún más hermosa de cerca, pero lo que más llamo su atención fueron sus ojos, esos ojos grandes y rasgados, de un color verde azulado, que nunca antes había visto.
-Disculpa, te conozco?- dijo con una tenue sonrisa la joven.
-Lamentable mente no – dijo sentándose frente a ella –Veo que acabas de llegar a la ciudad – afirmo.
-Sí – hizo una pausa para agregar – Pero no creo que este bien hablar con un extraño.
-Tienes razón – contesto, se quedó observando por un momento el ventanal que se encontraba tras la joven sin decir nada, él nunca decía su nombre, pero ella tenía razón, él era un completo extraño; tenía la posibilidad de mentir, pero la descarto; ella era nueva en la ciudad tal vez no tomaría tan enserio su nombre como las otras, así que no le quedo de otras que decir su verdadero nombre – Me llamo Shikamaru Nara – dijo después de un rato y regreso su mirada a ella al terminar la oración – Y cuál es tu nombre? – pregunto.
-Temari Sabaku No – respondió.
- Ya veo, que nombre tan poco peculiar – dijo, ella no contestó – No crees que ya es demasiado tarde como para que una jovencita ande sola en las calles, y más si no conoce el lugar – Shikamaru la observo, Temari miro su reloj de pulsera, eran las 10 pm, se levantó de su asiento y dijo.
-Es verdad, así que, si me disculpas, tengo que irme – cogió sus cosas que se encontraban en el suelo a su derecha – Adiós – dijo esto con una gran sonrisa en la que se podían notar sus perfectos dientes y camino en dirección a la puerta; aun no había llegado a la salida cuando sintió un apretón en su brazo.
-Espera – se escuchó tras ella, Temari por inercia volteó, el que la sostenía era el Nara que segundos atrás se había levantado de la mesa para seguirla, ya que su plan no había causado el efecto que el pensaba, tuvo que ir hacia ella – Como te dije antes, no es seguro andar sola por las calles de esta ciudad, que te parece si te acompaño a tu hotel? – ella no dijo nada, se mordió el labio de abajo y después de unos segundos de pensarlo asintió con la cabeza.
-Aun no tengo ninguna reservación - confeso con una sonrisa tímida.
Shikamaru condujo su convertible lo más despacio que pudo, no entendía por que quería pasar más tiempo con Temari si la acababa de conocer, era algo ilógico y más viniendo de él; pero de algo si estaba seguro, no era como las otras mujeres con las que había estado con anterioridad, Temari era diferente, transmitía un aura de tranquilidad que te hacía sentir bien tan solo estar a su lado.
Llegaron a un hotel que se encontraba cerca del restaurant, Shikamaru se bajó del vehículo y le abrió la portezuela del auto a Temari. Ambos entraron al Hotel y caminaron hacia la recepción.
-Buenas noches – dijo la joven que encontraba tras el enorme escritorio.
-Buenas noches – repitió el Natra –Una habitación por favor.
-Lo lamento, pero no contamos con habitaciones disponibles por este momento – los dos agradecieron a la empleada y se retiraron del hotel.
Al subirse al auto Temari suspiro cansada, el viaje había sido horrible, y estaba muy cansada, lo único que quería hacer ara tomar una caliente ducha y dormir, pero el destino era tan injusto. El Nara al ver su agotamiento arranco el coche y condujo sin decir palabra, la Sabaku No dijo nada y solo observo el trayecto del camino.
-Legamos – dijo Shikamaru estacionando el auto. Temari se asomó por la ventanilla del vehículo y pudo divisar un enorme edificio.
-Pero este no es un Hotel – reprocho la rubia aun dentro del auto y volteando a ver al Nara.
-Así es, es el edificio donde vivo – respondió Shikamaru tranquilamente.
-Qué? – pregunto incrédula Temari – No puedo dormir con un extraño.
-Si te preocupa que sea un secuestrador o violador, puedes estar tranquila, eso no es lo mío – dijo restando importancia a lo dicho con anterioridad por la Sabaku No.
El Nara se bajó del auto, y se dirigió a abrirle la puerta a Temari, para después ambos entrar al enorme edificio.
Conti…