Advertencia del fic: Universo alternativo | Narración en primera y tercera persona | Contenido OoC | R18+
Advertencia del capítulo: Salto temporal
Lírica utilizada: Canción Showbiz - Grupo Muse
Naruto © Masashi Kishimoto All rights reserved
Simpliciter Perfectum 2017 © Hanny Bell
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"No hay nada más cercano a la perfección...
Que la propia razón."
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Capítulo uno.
»Consciousness«
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Sakura.
No me queda duda de que, existe una fina línea imaginaria entre la tolerancia y el rencor. Una línea que puede ser traspasada cuantas veces sean necesarias para darte cuenta de que algo está mal en ti y en tus absurdas decisiones. Y no sólo eso, sino que también arrastras a las demás personas en tu círculo vicioso, haciéndolas caer en el abismo de la soledad que a ti te consume.
Sasuke siempre fue un hombre reservado de escasas amistades y poco interés en socializar con ajenos; alguien al que no le importaban las opiniones de los demás y tan directo, que hería con una simple descripción. Sin embargo, aquel hombre se fue difuminando poco a poco desde aquel fatídico día.
El accidente de Naruto y su inevitable caída a estado vegetativo.
Recuerdo a la perfección cada una de las arrugas que se formaron en su perfecta sien cuando recibió la noticia. Incluso más que mi propia expresión.
Ese día lloró en silencio, sin derramar una sola lágrima y escondiendo su dolor tras la fachada de «hombre fuerte», esa que nos intimidaba a Naruto y a mí. Él más que nadie sufrió por el deplorable estado de su mejor amigo... El único amigo verdadero que tenía. Porque claro, yo era consciente de que a mí ni siquiera podía etiquetarme como su amiga. Y tampoco estaba segura de que yo pudiera hacer lo mismo con él.
Y ahora, sé que él me guarda rencor por la casi nula relación que establecemos frente a la sociedad y que, por algún motivo, Sasuke se resiste a dar por terminada. Y en algunas ocasiones, yo llego a compartir su decisión; tal vez porque no quiero quedarme sola, sin nadie alrededor que me acompañe como él lo hace, a pesar de sus descontentos tratos y humillantes conversaciones, que de una u otra manera, nos hieren a ambos.
«—Entonces, ¿qué te ata a él?»
La solemne pregunta de aquel pintor de apellido Shimura me mantuvo en silencio durante un par de minutos. Quería decirle que era amor lo que sentía hacia Sasuke, pero eso sería una vil mentira que pronto descubriría. Sai me dijo un día que lo peor que alguien puede hacer, es mentirse a sí mismo, pintando una felicidad inexistente que hería aún más. Era por eso que me negaba a mentirle a él, mentirle a Sasuke y sobre todo, mentirme a mí misma.
Forcing our darkest souls to unfold / Obligando a nuestras almas más oscuras a desplegarse
Siempre supe que había algo extraño en la propuesta de noviazgo de Sasuke. Él nunca sintió afecto hacia mí y yo siempre lo supe, pero de algún modo, mi obsesión hacia él me cegó de esperanzas; aunque fuera una mínima esperanza de que quisiera intentar algo conmigo por que en realidad sí sentía un mínimo afecto hacia lo que fuera de mi persona.
«—muchas personas se vuelven ciegas con el paso del tiempo... Otras simplemente se ciegan a sí mismas si no les llega el tiempo.»
Su áspera voz, acompañada de la melodía de fondo que producía el eco de la inmensa ciudad, resonaban potentes no sólo en mi psique, sino que también en mi letargo y orgullo que me impedían abrir los ojos ante la realidad; y además de eso me herían de sobremanera, dando directo a mi rosario de simetrías que siempre creé dentro de mi alma y de mi vida, en donde creía amar a Sasuke. Ahora, Sai me ha mostrado la sarta de desatinos que el mundo me ha brindado y a los cuales yo me he apegado con tanto ahínco.
Tenía una venda enorme en los ojos.
Me arrepiento de haber vivido una mentira desde mi nacimiento.
Desde aquel día en que supe que me llamaba Sakura Haruno, supe que mi vida sería conducida a un submundo abismal que me llenaría de miedos y sensaciones secundarias que los mismos miedos causarían; una de ellas fue la frustración. Una frustración que la obsesión hacia Sasuke en mi niñez provocaría; una frustración que mis padres provocarían al ser fieles seguidores de un Dios en el que nunca he creído y culparme de mis fracasos no sólo como mujer, sino como religiosa que deshonra a su Dios[1] al tener una profesión tan baja como lo es el modelaje, la cual exhibe mi cuerpo como una "ramera" a sus propias palabras.
Pero si hay algo de lo que no me arrepiento, es de habérmelo topado aquel día de septiembre. Sai es la persona que se ha encargado de abrirme paso a mi propio mundo y levantarme del suelo en el cual caminaba de rodillas, con la vista gacha al suelo debido al miedo que me provocaba la libertad y la fría bruma de reacciones que me regalaban las personas a mi alrededor. Una de ellas, Sasuke Uchiha.
«—Tu destino es inexistente ante tu cordura y tus acciones ante la pasión... Recuérdalo siempre: el destino es un absurdo cuando se trata de tomar tus propias decisiones.»
Siempre creí que él era un pintor retrógrado y sociópata que se alimentaba del dinero de sus exquisitas y extravagantes obras de arte, sin darse cuenta de lo que los cavernícolas hablaban a sus espaldas. Yo era una de esas cavernícolas. Sin embargo, ahora únicamente lo veo como "él", sin adherir algún adjetivo que lo describa como es, por que francamente no hay alguno que lo califique y nunca lo habrá.
Él era Sai... Simplemente Sai.
[...]
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•1•
Sasuke salió de la galería de arte sin siquiera echar un vistazo por sobre su hombro hacia atrás. No le importaba que su novia Sakura siguiera adentro con una cantidad considerable de desconocidos, ni mucho menos que se encargara de seguirle o no el paso. Lo único que necesitaba era aspirar algo de aire fresco después de haber visto tantas pinturas al óleo que la gente decía, eran "arte". Definitivamente, nunca comprendería un concepto tan retraído como ese.
Bajó los diez escalones que conducían hacia la acera del edificio y comenzó a caminar con pereza hacia la izquierda, sin saber realmente a dónde quería ir o en dónde quería terminar parado; lo único que persistía en su mente era que había sido una tontería asistir a esa exposición de arte, a la que se esperanzaba débilmente para encontrar una persona que quisiese trabajar para él en su proyecto de mostrarle a muchos, lo importante que era la fotografía en relación a la música y lo que ésta producía en el cuerpo humano.
Algo tan simple que se volvía realmente complicado a oídos ajenos.
Por que simplemente no tenía sentido. En la actualidad, las personas únicamente vivían y obraban para sí mismas, sin prestar atención a su entorno alrededor ni mucho menos el puente fuertemente construido entre la causa-efecto de sus mentes maquinadas; eran tan egoístas que no se daban cuenta de que estaban siendo guiadas a la autodestrucción y la mediocridad; con un alma materializada entre la multitud de escombros a los que muchos llamaban "vocaciones" y el cuerpo robotizado entre las leyes que imponían los de alto status social y poder en la política.
—La única que se expresa como realmente quiere...
Sus oídos captaron un par de voces a lo lejos y, les hubiera restado importancia de no haber sido por captar con su vista, la muchedumbre de personas que se encontraban reunidas en una de las esquinas del imponente edificio, ocultándole un espectáculo que prontamente causó una curiosidad impropia de él. Y no fueron los vitoreos ni los sobreactuados silbidos que varios causaban, lo que causó su intriga; sino la melodía armoniosa e inverosímil que provenía del centro.
Una mujer, seguramente.
Pensó para sus adentros y comenzó a caminar en dirección al montón de gente. La idea de que fuese una chica la que producía tan exquisitas notas musicales no le emocionaba del todo, y no era porque fuese un machista retrógrado ni mucho menos que le guardara fidelidad a su actual pareja; más bien, el contraste que él tenía con el sexo opuesto era repelente a los aspectos positivos en su vida laboral. La experiencia en algún par de ocasiones le habían hecho tener aquella burda idea.
—Ella es la mejor —a medida que se acercaba, escuchaba más y más halagos.
—Lo sé... Ella es un ángel caído del cielo que está en este mundo para deleitarnos a nosotros los mortales.
Las palabras que la gente emitía para describir a esa persona eran un tanto rebuscadas. Era un hecho que aquella fémina no estaba ni cerca de ser comparada con alguien importante, mucho menos con un ser divino. Ahora el instinto curioso de Sasuke floreció con mayor frenesí, y, él como todo buen buscador de talento, quiso comprobar con sus propios ojos lo «magnífico» que la desconocida producía al tocar un instrumento por demás exótico.
Porque, ahora que estaba más cerca, se dio cuenta de que tocaba el violín.
—Ino Yamanaka, maestra en el arte de la música y danza.
Esa fue la respuesta que recibió cuando se atrevió a preguntar a un hombre que no le despegaba la vista de encima. Entonces se sorprendió. Ino Yamanaka era famosa a nivel internacional gracias a sus excéntricas melodías tocadas con su más fiel compañero, el violín; además de sus increíblemente mundanos pasos de baile, ejecutados hasta con las piezas más simples de su repertorio musical.
Sasuke no podía creer que se tratara de esa «Ino Yamanaka» ni mucho menos, que estuviera a unos pasos de conocerla en persona. Esa mujer era conocida por su misteriosa personalidad y sus repentinas acciones con su público: un día podía dar un concierto en cualquier arena o teatro, mientras que al otro simplemente le apetecía ponerse en medio de la acera, sacar su preciado instrumento y tocarlo como si no hubiera mañana. En definitiva, Sasuke moría internamente por conocer a una artista de la talla de esa rubia.
Y lo hizo. Fijó su vista en las esbeltas piernas de la chica, ascendiendo lentamente por sus redondas y anchas caderas, su estrecha cintura siendo adornada por un sensual ombligo, sus senos de perfecto tamaño y finalmente su rostro de porcelana. Oh, sí. Ese encantador y acicalado rostro que parecía estar tallado por esos escultores renacentistas del siglo XV.
También estaban las gloriosas y singulares notas musicales que producía con ese instrumento, al igual que la coqueta danza que seducía traviesa las pupilas ajenas, con los movimientos meramente necesarios y satisfactorios que pudiera realizar. Sasuke nunca le había tomado la debida atención a ella y su genuino talento, sin embargo, ahora estaba seguro de que la quería a ella como su modelo, costara lo que costara.
Cuando el espectáculo terminó, la gente se esparció hasta desaparecer, dejándolo incrédulo por un momento. ¿Acaso esa gente no deseaba tomarse una fotografía con ella, o siquiera pedirle un autógrafo? No quería darle más vueltas al espiral de sus conjeturas, por lo que se acercó con disimulo a ella, que ya se encontraba guardando el violín en su estuche, dispuesta a irse. Le miró la espalda por un momento, hasta que se dispuso a tentarle el hombro para llamar su atención.
—¿Eres Ino Yamanaka?
Aquella pregunta había sonado un tanto torpe, pero no se le había ocurrido ninguna otra palabra para abrir una posible conversación con ella. Sin contar con su aletargado sentido del tacto hacia las personas y su «generosa» personalidad distante y retraída.
—Así me conocen todos —la rubia simplemente se encogió de hombros—. ¿Con quién tengo la oportunidad de entablar una misteriosa conversación, que terminará en una propuesta laboral?
—¿C-cómo...?
Ella sonrió levemente y negó con la cabeza; posteriormente se colgó el estuche al hombro y se dio media vuelta para encararlo.
—Las personas como tú son tan predecibles, que ni siquiera hizo falta mirarte para deducir porqué te acercaste.
Relativamente se quedó en silencio, asimilando las palabras dichas por la Yamanaka. ¿Él era una persona predecible? Empezaba a creer que lo era, comenzando por su monótona rutina diaria hasta la prescindible relación con sus allegados.
—Sasuke Uchiha —de su cartera sacó una tarjeta con su información básica y se la dio.
Forcing our darknest souls to unfold / Obligando a nuestras almas más oscuras a desplegarse
—Te escucho.
Ella volvió a parlar, invitándolo a relatar una sarta de palabras convincentes para que aceptase su -casi demandante- oferta, en la que maquilló hábilmente los beneficios que ella, como bailarina y ahora músico, obtendría. Si Sasuke Uchiha era fielmente aceptado en cada oferta laboral, era por la manera de convencer a sus socios; no hacía falta nada más que unas cuantas palabras que llegaran al sentido de razón ajeno.
Sin embargo, con Ino fue totalmente diferente.
—Y más allá de un atractivo ingreso y excelentes utilidades a tu proyecto, ¿qué gano yo?
Uchiha frunció su ceño incrédulo e inocente. No era tonto, sabía que aquella rubia no había quedado totalmente convencida de la palabrería que le narró con bastante elocuencia y, el brillo en sus azulados ojos se lo decía. Un brillo sin igual que lo incitaba a ser honesto no sólo con ella, sino consigo mismo. No lo entendía, pero había algo en esa mujer que le causaba intriga... Mucha intriga.
—Las cosas y bienes materiales sólo son una superficialidad por la que debemos sobrevivir —Ino era mucho más que un rostro bonito con talento innato, sus palabras lo confirmaban—. Así que te lo vuelvo a preguntar: ¿Qué gano yo, si acepto tu propuesta?
—¿Podrías ser más específica? —Inquirió, comenzando a fastidiarse.
Ella en cambio soltó una corta risa, mofándose de su posible puerilidad. Comenzó a caminar en sentido contrario a donde él miraba, meneando sutilmente las caderas; provocándolo como toda una bailarina y causando la ira en su interior. Empero, se detuvo tras haber dado un par de pasos y, dándole la espalda, lo miró por sobre su hombro.
—El día que estés dispuesto a ofrecerme algo más allá de un simple esquema de beneficios laborales, llámame —guiñó coquetamente un ojo—. Me encantará trabajar contigo... Sasuke Uchiha.
Dicho aquello, retomó su camino lentamente hasta perderse de la vista de Sasuke. Si ella quería algo más de lo material, él estaba dispuesto a dárselo, porque, un talento como aquel debía estar en su proyecto sin importar las consecuencias. No desaprovecharía una oportunidad tan singular y sugestiva como aquella. Lo que no sabía exactamente, era qué era eso que ella deseaba.
Y ahora que se daba cuenta, tenía un problema mayor: Ino se había ido sin pasarle su número telefónico.
—Continuará—
[Diciembre 24, 2017]
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[1] Al hablar de Dios, no me refiero a uno en específico. Por si alguien se ha ofendido con este fragmento.
N/Adicional: Ino Yamanaka está inspirada en la violinista, bailarina y actriz Lindsey Stirling.
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Notas: Yo creí, de verdad creí que escribir SasuIno sería fácil... Resultó más difícil de lo que pensé. En fin, aquí está el segundo capítulo -algo tarde- para las hermosas fans de esta pareja (también para las fans del SaiSaku).
Agradezco infinitamente a todos sus favs, follows y reviews. Gracias a Inochan-Uchiha, AS'Shadow, Alessannd Leto, Ino uchiha y hyuga, RocioFri, Hiyori Arakawa, Yukiji Yumemiro, Ana de Uchiha, Yui Sakamaki, purpleflowers10 e Hibari-sempai. Todos y cada uno de sus reviews son gratamente maravillosos. Me alegra que el inicio de este fic les gustara, porque va con todo mi cariño a ustedes. ❤
Si les gustó el capítulo o desean sugerirme algo, no duden en dejarme un bonito rw ahí abajo ⬇⬇
Y bueno, aprovechando este espacio quiero desearles a todos unas felices fiestas. Feliz Navidad y un muy próspero año 2018 les desea Hanny Bell. Coman y beban mucho, diviértanse y pasen excelente ésta época. Nosotros nos estaremos leyendo a partir de Enero. ❤
• ¡Gracias por leer! •
