Advertencias: Erotismo.

Inspirada en la canción "Show Me Love" de t.A.T.u


Part 1. "Retroceso"

Recordar sobre el pasado solía ser grato para ella, si esquivaba las dificultades y momentos en que estuvo a punto de perder la cordura, entonces sus recuerdos siempre le dejarían un sabor a dulzura en los labios porque el pasado representaba un momento importante en su vida, ¿y cómo no? Si fue durante su primer año en Teiko que conoció a la mujer que marcaría sus circunstancias por completo, quien la despertaría del sueño que algunas hembras de naturaleza distintiva solían llamar "síntoma de la sexualidad dormida", popularmente conocida por "virginidad".

Con el fuego de aquella mirada y el carmesí apasionado de sus pupilas, espesas casi como la sangre, Midorima comprendió mucho y poco sobre la activación de sus bajos instintos desde el primer instante que se cruzó con esos ojos y supo que jamas escaparía de sus garras por más que lo intentara. En ese entonces sólo eran dos niñas experimentando los cambios en su cuerpo y pensamientos, probando el ataque de las hormonas que se alzaban cuales palomas al vuelo en los jardines del centro comercial; guiadas por la corriente de aire hacia algún destino entre toda aquella confusión de ideas y experiencias adolescentes, un eco indescifrable de sentimientos difusos.

—Midorima Shinra, ¿cierto?

Su voz, aunque tranquila y respetuosa, no tardó en provocar que a la chica de largos y verdosos cabellos se le erizara vulgarmente la piel, atacada por una sensación de electricidad que nunca antes había sentido ni mucho menos de esa forma tan enternecedora, sobre todo al descubrir la identidad de la persona que le dirigía la palabra con tal amabilidad que no se pudo negar a corresponder adecuadamente.

—Si, soy yo— contestó despegando la mirada del libro que yacía en sus manos después de varios minutos que hubiese iniciado el horario del receso leyendo. La chica quien la llamaba lucía más que perfecta con ese entallado uniforme escolar, pese a no ser diferente del resto, parecía una dama de alta categoría en su forma de moverse entre los demás. Sus brazos delgados, su piel tan blanca y suave, los cabellos largos que caían graciosamente sobre sus finos hombros, cubriendo gran parte de su espalda y embelesando a Midorima por un largo instante que parecía arrebatarle su cordura.

—Mi nombre es Akashi Seika, estoy en el equipo de baloncesto como tú, es un placer conocerte.

—Igualmente, es un placer. ¿Puedo hacer algo por ti?

—Sucede que te vi durante la practica así que me preguntaba si podíamos quedar juntas a partir de hoy. Ya sabes, entablar una estrecha amistad.

—Desde luego— asintió con seriedad, cerrando en breve su libro para poner su mayor atención a la reciente conversación que aquella chica había iniciado, un tanto sorprendida por la facilidad de palabra que tenía la pelirroja para expresarse al momento de formular explicaciones. Debía estar acostumbrada a ello y no le costó darse cuenta que era parecida a ella, criada por una familia adinerada y posiblemente educada por profesores privados hasta ese primer año de secundaria debido a sus raíces pero más le intrigó conocer, con el paso del tiempo, sus puntos de vista desiguales a la de cualquier estudiante o chica ocupando espacio en la institución y sus innegables aptitudes de liderazgo que no tardaron dar brillo durante los partidos de practica en el club.

Compartían demasiadas cosas en común, tanto que parecía irreal que a menudo se sumergieran en platicas profundas que fácilmente aburrirían a los de su alrededor y qué mencionar de las cosas en que diferían, nada grave realmente, pero sí suficiente para lograr un debate intenso entre las creencias de ambas. Midorima con sus apego al destino, los horóscopos donde siempre cargaba un amuleto de la suerte consigo contra posibles anormalidades y su tan arraigado lema que en ocasiones resultaba molesto. Y Akashi con su sed de victoria, sus ansias de ganar tan necesario como respirar, alegando la obra del ser humano como lo único que mueve al universo y cosecha las situaciones que uno mismo siembra. Con un sentido del deber como aquel, a veces parecía mentira que ellas dos intercambiaran prioridades por instantes de absurda convivencia, perder el tiempo en partidas de shogi en las que la peliverde nunca consiguió una victoria pero más curiosos eran los momentos en que alguna de ellas se rozaban -quizás de manera inconsciente- y reaccionaban con algo parecido a la vergüenza, productora de innegable tensión sexual.

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Midorima se había dado cuenta demasiado rápido que sus preferencias eran distintas a las de otras chicas, comprendió que no le era fácil sentir interés por el sexo opuesto como muchas otras estudiantes comenzaron hacer en esos días, en cambio se la pasaba mirando inconscientemente al resto de sus compañeras del baloncesto femenino cuando se detenía a tomar aire pues era en los entrenamientos que podía apreciarse por mayoría -aún en contra de su voluntad- los cuerpos curvados empapados por la gracia del sudor y la ropa deportiva tan holgada que llevaban puestas encima por mera comodidad, las cuales terminaban pegadas a sus pieles debido a la agitación. Midorima no podía aceptar que, siendo una chica con tan pocos intereses sexuales o más reservada en comparación a otras en tal aspecto, fijara la vista en las piernas de tez morena bien torneadas de aquella que se hacía llamar Aomine Dana, eternamente perseguida por cierta joven de piel pálida llamada Kuroko Tetsuna que lucía siempre indiferente e invisible. Incluso Midorima se tomaba la molestia de admirar la belleza de la rubia modelo que recientemente había entrado al equipo y también a el envidiable cuerpo de la perezosa de cabellos purpuras que se la pasaba devorando cualquier golosina en sus tiempos libres con una expresión que prometía verla caer de sueño en cualquier momento; hacía todo eso para evitar lo más posible mirar en dirección a su capitana, quien había sido la única en provocar que se moviera todo su mundo con el más mínimo vistazo y que, sin pensarlo, la había hecho entrar en una etapa de negación donde admitir sus gustos era lo más difícil para seguir con su vida.

—Oigan, ¿han visto pornografía alguna vez?— la repentina pregunta de Dana fue motivo de alta temperatura en las mejillas de las chicas ajenas que fueron receptoras de sus palabras mientras otras ni siquiera se inmutaron, acostumbradas a sus temas de aspecto erótico.

—No, nunca— respondió la peliceleste casi enseguida, con semblante poco amigable.

—Aominecchi, ¿por qué siempre tienes que hacer estas preguntas?— cuestionó la joven modelo claramente alterada y sonrojada.

—Que vulgar— comentó Midorima empujando sus anteojos con seriedad.

—Mine-chin es una depravada sexual~ — acusó Murasakibara con gesto perezoso pero con intensiones claras de molestar a quien no lucía afectada por sus palabras.

—Sino lo han visto entonces, ¿se han besado con otra chica?

Midorima trataba de no verse involucrada con aquella absurda conversación pero la reciente interrogante la había hecho sentirse, en cierto modo, identificada.

—¿Vas a continuar preguntando cosas intimas? ¿Por qué no mejor vas a jugar baloncesto en paz?— le siguió Tetsuna sin alterar un instante su tono de voz indiferente, a sus palabras Kise Rin y Murasakibara Ayumi asintieron dos veces en acuerdo.

—Oh, vamos, Tetsu; jugar yo sola no es divertido. Además, me interesa mucho saberlo ya que lo he visto aquí.— Aomine les mostró la pagina de una revista nudista que había estado leyendo en la que se mostraba claramente la imagen de dos mujeres compartiendo un beso francés, algo que las involucradas observaron estupefactas.

—¡A-Aominecchi! ¡No traigas esta clase de revistas al club! ¿Qué harás si Nijimuracchi o el entrenador llegaran a enterarse... ?— refunfuñó Rin como vocera de todas.

—Está bien, ¿no?— La morena sonrió.— Escuché que hay chicas en este instituto que prefieren tener experiencias con otras chicas así que no podría ser ofensivo para nadie. A penas estamos en segundo de secundaria, no se agiten tanto por una fotografía.

—¡Aún así, no es agradable!

—Yo guardaría esa revista antes de que Akashi-chan llegue sino...—; Kuroko advirtió.

—Descuida, estoy segura de que incluso Akashi tiene alguno que otro interés por todo esto— le interrumpió Aomine al instante.

—Yo no lo creo— aseguró Midorima posando una mano en sus gafas, tratando lo más posible ocultar la vergüenza que le había ocasionado ver semejante imagen pornográfica y buscando evitar que su mirada se posara de nuevo en esta como intentaba hacer desde hace rato. —Ella es más decente que tú, Aomine. Ella no se interesaría por mirar algo tan degradante para las mujeres como esa revista.

—Aunque tú, Mido-chin, te estas comiendo la fotografía con la mirada— Murasakibara acusó a la peliverde con el mismo acento aburrido.

—¡No es cierto!

—Entonces, ¿eres de esas a las que les gusta "batear chueco", Midorima?— cuestionó la morena con una sonrisa picara plasmada en los labios, aproximando el rostro a una altamente sonrojada peliverde.

—¡Por supuesto que no!

—No le tomes tanta importancia a eso, ya sabes que te respetamos por lo que eres, a mi no me molesta.

—¡No saques conclusiones de esa clase sin mi permiso! ¡Debería darte vergüenza!

—¿Ah? ¿Por qué? Besar a una chica no es diferente de besar a un chico en todo caso.

Tal declaración desorientó por un instante a las oyentes.

—¿Tú ya lo haz hecho, Aominecchi?— cuestionó la rubia poniéndose de pie.

—Si.— La morena puso el balón a girar sobre su dedo indice de un sólo intento.

—¿Cuándo?

—¿Recuerdan a esa chica castaña de primero con corte lindo que me perseguía a todas partes pidiéndome que le enseñara baloncesto?— . Todas asintieron mas el asentimiento de cabeza por parte de Tetsuna resaltó debido a la atmósfera asesina que se forjó alrededor de ella. —Con ella lo hice hace poco.

—¿Y qué hay del beso con un chico?

—Oh, ese fue con un compañero de salón que se me declaró pero no duramos ni siquiera dos días.

—¡Sorprendente, Aominecchi! Ya eres toda una mujer.

—Jeje, no exageres, lo mio no es tan impresionante.— La morena miró a la gigante que en ese momento se estaba devorando una paletita de caramelo. —Murasakibara, tú deberías contarnos a las demás cómo te fue a ti con el chico que se te confesó.

—¿Ah?—. La aludida levantó la vista con evidente desinterés.

—¡¿Ehhhh?! ¿A ti también se te confesaron, Murasakibaracchi?

—Que problemático, por supuesto que lo rechacé.

—¿Ahhh~? ¿Por qué?

—Tener novio es molesto, siempre quieren estar contigo, decirte las mismas palabras de cariño e invadir tu espacio personal, además son aburridos.

Kise Rin infló ambas mejillas en signo de desacuerdo, ella era perseguida constantemente por sus admiradores y comprendía la fatiga de recibir muchos elogios pero jamas les rechazó de forma cruda como seguramente había hecho esa chica. Sin embargo, fue Dana quien dio el toque final a la conversación con obvia picardia.

—¿No será más bien que tú también eres como Midorima? Que te gustan "las almendras con miel", ¿no?

Los rostros tanto de Midorima como de Murasakibara se tiñeron de rojo hasta las orejas, tremendamente afectadas por la frase en doble sentido que la morena les había venido a soltar y que obviamente entendieron.

—¡AOMINE!

—¡Mine-chin idiota, idiota, idiota!

Dana rió victoriosa, siempre había sido un deleite avergonzar a sus amigas.

—Parecen animadas.— La voz de cierta pelirroja tensó los cuerpos del grupo de amigas al instante. —Si están aquí holgazaneando eso significa que terminaron cada uno de los ejercicios asignados, ¿no?

—A-Akashi...

—Aomine— ante el exclusivo nombramiento la morena se puso rígida cual soldado frente a su general de brigada. —Estoy segura de que eres la alborotadora aquí. Darás 20 vueltas a la cancha de fútbol .

—Pero, pero, pero...

—¿Acaso quieres que sean 30?

—¡No! Es que...— titubeó un segundo antes de señalar a su compañera de equipo más cercana. —Tetsu me prometió acompañarme cuando me dieras un castigo.

—No es cierto. Aomine-chan, aprende a pagar tus errores por cuenta propia.

—¿No me dijiste la otra vez que querías mejorar tu condición física? No seas quisquillosa y acompáñame a correr.— Aomine fue a tomar a la peliceleste de la mano y, antes de que Akashi pudiera decir nada, ambas ya se habían alejado del sitio corriendo. Con un pesado suspiro la pelirroja devolvió la mirada a las que quedaban, ordenandoles regresar al entrenamiento. Shinra acató el mandato como las otras titulares e integrantes del equipo femenino pero cuando volvió su atención a las chicas que se alejaban logró ver las manos entrelazadas en un gesto intimo y el rostro ligeramente sonrojado de la peliceleste caminando tras Aomine quien sonreía con naturalidad, quizás ajena a la reacción tímida de su acompañante; Midorima quería creer que estaba imaginando cosas, producto de la platica sin sentido que había dado lugar hace unos momentos, después de todo era imposible que Tetsuna estuviera enamorada de Dana, ¿verdad?

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Los días pasaron lentos, a veces aburridos, a veces tensos pero también divertidos. Sus días en secundaria fueron la mejor época que hubiese vivido, una etapa llena de sorpresas que parecían reducirse a vanos momentos de entre exámenes y amistades, disfrutando de cada hora como la última que vivirían, tomando oportunidades que sólo tendrían una vez. Sin embargo, una tarde, misma en que ella y Seika habían quedado de verse en el salón una vez terminaran sus deberes finales del día, misteriosamente Midorima no la encontró en el sitio acordado. Extrañada decidió ir a buscarla por el casi solitario instituto, en donde los pocos alumnos ocupandolo yacían en las canchas de fútbol y los bancos cercanos al invernadero, y la encontró en la enfermería con la vista perdida en un articulo sobre el escritorio de la misma, la luz del atardecer bañando su silueta con tanta intensidad que hizo a Midorima sentir una extraña presión en su interior, arremetiendo contra su estomago e hígado por un breve instante, estrujándola con severidad.

—¿Por qué estas aquí?— se apresuró en reclamar, buscando disipar sin éxito el extraño cosquilleo que había dado lugar en su vientre.

—¿Midorima?

—Te estuve esperando.

—Disculpa, parece ser que me enfoqué más de lo necesario en la investigación.

Con aquello dicho la pelirroja retiró los dedos de aquel grupo de hojas engargoladas y que mostraba por titulo principal "Esquizofrenia". Midorima rápidamente se percató de este gesto y del misterio aplicado a la afirmación de su compañera pero no lo puso en palabras, jugando el papel de la ignorancia.

—Creí que jugaríamos shogi antes de irnos.— La peliverde empujó sus gafas, continuando la conversación. —Aunque, si tienes algo más importante qué hacer, no me molestaría marcharme ahora.

—No, he terminado, podemos jugar.— Akashi se apartó del mueble y se acercó con seguridad a su compañera pero hubo cierto brillo en los ojos carmesí del cual Midorima se dio cuenta demasiado tarde, la mirada de Seika estaba encendida, quemaba más de lo usual y permanecía fija en sus orbes con mayor fuerza de lo que había hecho antes, motivo por el que se quedó paralizada. No podía dejar de mirar aquellos ojos. —Tu cabello está más largo— no era una pregunta y eso Midorima lo comprendió cuando, sin previo aviso, los delgados dedos sujetaron un mechón de su cabello verde.

—No he ido a recortarlo, estoy consciente de que debió crecer un poco.

—Lo peinaré por ti— sugirió.

—Está bien, no necesitas hacerlo. Hoy ya es tarde, si perdemos más tiempo no podremos tener ni siquiera una partida.

—Esto es más importante— aseguró Akashi con una sonrisa tenue y su acento rebosante de ternura. —Para nosotras como mujeres, el cabello es una parte importante de nuestro cuerpo. Se podría decir que es el reflejo de lo que es nuestra esencia.

Midorima no respondió, se limitó a suspirar resignada a las insistencias de su amiga manejadas con filosofía. Generalmente Midorima no permitiría que nadie tocase su cabello o siquiera osara cepillarlo ni que se atreviera a planear algún peinado acorde a ella -mismas razones por las que Kise se había rendido de pedírselo- pero al tratarse de Akashi en realidad no le incomodaba en lo absoluto.

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En aquella misma zona, sobre una de las tantas camillas que se hacían su espacio en la bien equipada enfermería, Midorima accedió a la propuesta de que Akashi cepillara sus cabellos. Seria y un tanto relajada por la forma delicada en que el peine recorría la extensión en manos de la -más que complacida- pelirroja, se dejó llevar por la incomparable sensación de quietud y paz con la que eran rodeadas en esos momentos, cómodas a lado de la otra.

—Tienes un cabello hermoso, Midorima. Siento envidia.

Shinra enrojeció sin saber exactamente el por qué. Que Akashi la halagara siempre era difícil de asimilar para ella.

—Pero si tú también tienes un cabello precioso, Akashi.

—El mio está bien— aceptó mas enseguida agregó —Pero el tuyo es especial. De todo el equipo eres quien posee el cabello más largo y manejable, tanto que cada vez que lo toco siento la necesidad de probar toda clase de peinados y eso no es todo...

—¿Lo crees?—. En ese momento Midorima se sintió incomoda de sólo escuchar pero debido a la tensión se veía forzada a decir cualquier palabra. Habia algo en el acento meloso de Akashi que crispaba sus nervios, haciendo a sus sentidos hervir de forma inconmensurable.

—Tan largo, tan suave.— Akashi hizo un ligero movimiento hacia adelante, permitiendo a su tibio aliento bailar sobre las sedosas tiras color bosque; dejándose guiar por lo que dictaban en ese momento sus impulsos; —... tan virgen.

Por unos instantes la única respuesta que jugó sobre la atmósfera fue el abordante silencio pero pronto la peliverde encontró una frase con la cual contrarrestar lo recién dicho por su estimada compañera.

—Jamas me ha gustado esa palabra.— Akashi dejó de cepillar. —Me hace sentir inexperta, una presa fácil a quien capturar y no soy nada comparado a eso.

—Tienes razón— asintió la pelirroja ahogando una sonrisa avergonzada. De pronto se sentía como si aquella única frase hubiese cambiado algo importante entre ellas, y no se agregó nada más hasta que los cabellos de Midorima fueron sujetados por un elástico rojizo, tan sólo dejando el fleco libre caer sobre la piel blanca.

—Es mi turno de cepillarte el cabello, Akashi— aseveró Midorima entonces, ni siquiera pidiéndole parecer a la interesada quien entornó los ojos sorprendida más pronto su expresión fue remplazada por una sonrisa.

—Está bien.

Akashi le tendió a su amiga el peine y Midorima tuvo la intención de tomarlo, no había nada extraordinario en aquella acción, sólo tomar autoridad sobre una acción especifica. Sin embargo, el hacerlo propició un roce, un choque tímido de dos miradas confundidas, enseguida un notorio sonrojo y una mano temblando mientras cubría a la otra. Una sonrisa en forma de invitación y dos cuerpos cayendo juntos sobre las sabanas blancas del colchón elegido que rechinó un poco debido al impacto del peso.

—Midorima...— logra articular antes de que los labios se unan y una extraña necesidad se vierta en su sistema, tan caliente como desesperado, inunda sus sentidos y las hace susceptibles a cualquier cosa.

—No...—; el calor está presente en el rostro indeciso de la peliverde pero aunque sus labios pronuncian una clara negación no puede dejar de besar los labios que tan gustosamente se abren y cierran entre sonidos húmedos. Ahora que están entregadas ninguna quiere detener aquello que parece inevitable, ninguna quiere dejar de abrazar a la otra por más que intenten negarlo. Ellas no son grandes conocedoras del amor ni tampoco habían intentado algo similar antes, como lo que están a punto de hacer pero, a estas alturas, la experiencia es lo que menos les importa.

Manos inquietas viajan por la cadera que ha iniciado un desconocido movimiento de adelante hacia atrás, una pierna queda entre las otras y una suplica silenciosa se desgrana en medio de jadeos forzados sobre los oídos contrarios. Midorima se disculpa cuando sus manos viajan debajo de la falda reglamentaria de Teiko y tocan tanto como pueden de Akashi en movimientos variados pero no por ello menos tímidos, hay suspiros por parte de Akashi que se mueve con urgencia contra el cuerpo que la mantiene cautiva, sus manos comienzan a adentrarse bajo las molestas ropas y tocan la piel temblorosa arrancando gemidos reprimidos por la peliverde que se disculpa de nuevo mientras vuelve a mecerse. El suceso le avergüenza más de lo que era capaz de demostrar con el modo inseguro en que acaricia pero la ropa interior de Akashi yace un poco húmeda para ella cuando se atreve en ir más allá. La pelirroja se entretiene profanando el cuello de Midorima con su boca una vez se ha deshecho de la corbata y botones que lo cubren y masajea los desarrollados senos a los que a penas logra sujetar adecuadamente en sus palmas. No hay excitación mayor al exhibicionismo, momento en que sabes que haces mal entregándote en un sitio donde no sólo hay profesores y alumnos que pueden hacerte pasar la peor vergüenza sino que pones tu dignidad en riesgo. No era secreto que Shinra y Seika actuaban acorde a su educación familiar pero en aquel instante sólo sabían idolatrar sus carnes y someterse a la tentación.

—Midorima...— pronunció Akashi con dificultad, guiando los dedos desnudos de su compañera dentro de ella, hacia la zona más extraña que Midorima ha tocado y que la hacen dudar de continuar, nerviosa; —... aquí.

—Akashi, y-yo...

Sus labios vuelven a unirse en un beso y Akashi aprovecha lo intenso de este para tomar parte del acto, también deja a sus dedos adentrarse a zonas desconocidas, provocando en Midorima un ligero sobresalto y pronto ambas chicas se vuelven cada vez más ágiles en el movimiento, cada vez comprenden más sobre los mecanismos sexuales y se atreven a estimular más a su compañera, ¿o deberían llamarse a si mismas "amantes"?

—Discúlpame, Akashi...

—N-No lo digas...

—Pero...

—Midorima.— Las jóvenes vuelven a caer contra la cama, las camisas desordenadas y abiertas, las corbatas perdidas en algún lugar del suelo, las piernas abiertas para la otra, el movimiento de cadera infrenético y besos dulces con aliento entrecortado; —... por favor... Midorima...

—Lo siento... Akashi...

Un fuerte gemido escapa de la boca de Akashi cuando los labios entre sus piernas llegan a rozarse y oleadas de placer invaden su cuerpo, Midorima repite la acción sintiendo el placer ir y venir hirviendo en su sistema; es la primera vez que sienten tanta satisfacción, tanta locura apoderarse de ellas. Akashi y Midorima danzan al compás una y otra vez, no se detienen hasta que el orgasmo las hace ver estrellas, hasta que el movimiento las deja agotadas y la explosión de emociones mezcladas logra arrancarles lagrimas. Esas malditas lagrimas que jamas habían mostrado a nadie pues ahora que están conscientes de lo que sucede no pueden evitar preguntarse qué han hecho, ¿por qué? Y la culpa es tan sólida que evaden sus miradas y sollozan mientras se abrazan, haciéndose la misma pregunta: ¿Cómo pudo aquella atrocidad sentirse tan bien?

—Perdóname, Akashi.— El susurro de Midorima entibia el cuello de la pelirroja con su caliente aliento y esta se limita a llorar en silencio, también confundida, y es que en esos instantes -donde el dolor y la vergüenza dominan su juicio- lo único que desea profundamente es volver a besar la boca de quien había sido su mejor amiga hasta ese momento.

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Aquello fue un accidente, la fisura que detonó el vaso que se habia estado llenando con aguas de impuresa. Akashi también se habia percatado de que algo le ocurría al mirar a Midorima Shinra, habia notado cuán fuertes eran los sentimientos que la abrazaban cuando la sentía tan cerca pero no podía aceptar aquella suciedad de la que su padre le solía hablar cuando saltaba el tema al aire, ella debía ser perfecta, por ello fue la «otra persona» quien tomó la contaminación sin dudar.