Extra.- Corona de flores

Todo había terminado. El equipo, su equipo, Vorpal Swords alcanzó la victoria. Un triunfo que parecía imposible de tomar finalmente había encontrado su éxito destronando a Jabberwock en el proceso. Nada de eso hubiese sido posible sin ella, su otra yo, su otra mitad, el fragmento primordial de su alma y la gemela de sus ideales. Veía a sus compañeras de equipo celebrar sin ninguna clase de impedimento, completa y totalmente sumergidas en su regocijo por haberle entregado a la sociedad nipona el respeto merecido hacia sus deportistas pues el baloncesto representando un país no debía ser despreciado por nada ni por nadie. Veía a Kise, Aomine, Kuroko y a Kagami agitarse junto al público y también a Murasakibara -aunque más discretamente- alabar la victoria obtenida sin importarle mucho su fractura. Todas ellas habían hecho un trabajo excelente y Akashi se sentía orgullosa de estar presente en un momento de gloria como este pues del mismo modo podía ver la silueta de Midorima quien al ubicarla extendió un puño en su dirección como en los viejos tiempos, a cuyo gesto respondió sin hacerla esperar. Si, aquel instante era perfecto, digno de recordar toda la vida pero la soledad que se anidaba en su interior era incluso mayor a la felicidad que le brindaba aquel momento porque la visión rojiza se lo recordaba; la otra Akashi se había desintegrado cual cristal, ya no podía sentirla ni nunca más lo haría. Se había marchado y con su sacrificio obtuvieron esa -aparentemente- inalcanzable conquista.

Recordó su sonrisa y Akashi sonrió por ambas sin darse cuenta que un par de lagrimas eran aprendidas entre sus parpados, sostenidas por el orgullo y respeto que le debía a la persona con la que había sufrido tanto como vivido experiencias felices.

Más tarde, aquella misma noche, una vez más la Generación Milagrosa se reuniría junto a los integrantes de Seirin. Akashi nunca se molestó en investigar el motivo pues consideraba que lo mejor para ella sería tener compañía, estar rodeada de gente mantendría su cabeza ocupada y sus sentimientos estarían controlados por más tiempo, no quería arruinar el sabor dulce que le había dejado ver a sus amigas de secundaria competir de nuevo en un mismo equipo ni planeaba desperdiciar el partido amistoso -que ella misma propuso- de jugar de nuevo contra Seirin como la Generación Milagrosa, una manera conveniente de despedir con honor a Kagami Taiga ya que esta había elegido volver a América. Distraída con ello dejó al tiempo filtrarse y perderse hasta que el toque de una mano sujetando la suya la despertó del ensueño, obligandola mirar a Midorima junto a ella, desconociendo la razón por la que se había tomado la libertad de tomarla de la mano sin hacer un esfuerzo por romper su semblante agrio que rozaba a la seriedad absoluta mientras acomodaba sus anteojos sobre el puente de su afilada nariz.

—¿Tienes un lugar donde quedarte esta noche?— cuestionó sin dedicarle una sola mirada pero Akashi no se evitó sonreírle pues la había vuelto a salvar de quebrarse por dentro.

—Aún no.

—Entonces, ven a quedarte en mi casa.

—Me parece bien— asintió al ofrecimiento afianzando el contacto de sus dedos entre los de Midorima, aferrándose a esa mujer como si su vida dependiera de ello, como si se tratara de la única salida en un laberinto oscuro y lúgubre pues no existía nada en el universo que pudiera consolarla más que esa figura sentimental con la cual su existencia fue vinculada con semejante fuerza. Midorima era capaz de entenderla sin antes haber brindado un indicio de su estado, de comprender lo que verdaderamente le sucedía, sólo ella poseía ese don. —Gracias— agregó temblando mas su voz jamas osciló, conservando la fortaleza que le caracterizaba mientras Midorima se limitaba asentir comprensiva.

Akashi no liberó a Midorima y no lo hizo cuando se decidió que debían marcharse a sus respectivos hogares, ambas continuaron su camino sin soltarse, cómodas con el calor que se transmitían en silencio, no necesitaban palabras, no debían hacer más que acompañarse y sentirse cerca, al menos Midorima había establecido que tratar de indagar en el suceso que tenía a la pelirroja tan decaída no era lo más indicado si ella no buscaba compartirlo. Ya lo habían dicho antes, no sólo Midorima, todas habían abandonado los rencores sobre la existencia de la otra Akashi atrás. Las heridas se cerraron, la cicatrices desaparecieron, Akashi no tenía motivos para temer externar su opinión sobre su otra mitad aunque esta ya no iba a ocupar más un lugar en su mundo pero le tranquilizaba el que se llevase consigo la experiencia de jugar por primera y última vez junto a Midorima, aunque nunca lo demostrara de buena manera Seika siempre fue consciente de la especial simpatía que su otra yo había sentido hacia Shinra, por eso no envidiaba la dicha de haber puesto en juego el pase definitivo de tres puntos con ella, no se lamentaba de permitirle esta importante libertad. Tanto como Seika amaba a la peliverde, su otra yo la amó también. Conmovida miró a su acompañante, apreciando más que nunca tenerla a su lado.

—Midorima.— La aludida no respondió pero le dirigió una mirada plagada de interrogación y Seika, sonriendo, afianzó el contacto entre sus dedos. —Dame un beso.

Frente a tal petición Midorima acertó a detenerse completamente de su andar, incitando a la pelirroja hacer lo mismo, mientras colocaba su mano libre sobre sus anteojos, aunque buscó evitar que Akashi notara su sonrojo semejante acción resultaba inútil cuando los ojos carmesí yacían encima en todo momento. Akashi no solía pedirle un beso directamente, en cada ocasión se tomaba el descaro de robárselo sin solicitar consentimiento alguno por parte suya y esto comprobaba las sospechas que estuvo gestando dentro de su cabeza: le sucedía algo. Shinra no soltó a Seika de la mano pero no mostró interés por acceder a la petición de la pelirroja, ni siquiera estaba segura de si era correcto lo que pensaba hacer en cambio, mas consideraba que tal era lo que su pareja necesitaba, más que un beso.

—¿No quieres?— cuestionó Seika con falsa decepción, aún atenta al rostro avergonzado de la otra. Nunca esperó que al verla dirigirle finalmente una mirada la congelaría pues aquellos ojos lucieron decididos a cumplir una amenaza no pronunciada, no esperó sentir a su brazo ser halado hacia adelante y que posteriormente impactaría contra el cuerpo de Midorima antes de ser envuelta por aquel par de brazos con dulzura, algo más que delicadeza o sanación, mucho más que mera aceptación. En aquel abrazo había amor, verdadera preocupación por su estado emocional. —¿Shinra... ?

—Está bien si quieres llorar. En este momento no hay nadie que pueda juzgar tu situación.

La sorprendió, Seika jamas hubiese anticipado el que su pareja estuviera esperando el momento oportuno para decirle eso, crear un escenario adecuado para que no volviera a restringirse de llorar la desaparición del alguien por el que había luchado dentro de su subsistir, la división por la cual existieron adversidades irremediables y también formas de enfrentar decisiones que le ayudaron a crecer como persona. Entonces la realidad golpeó a Seika con mayor fuerza; no estaba, aquella extensión de su personalidad volvió al abismo de donde había emergido cual entidad espectral. Se había ido y no volvería jamas.

—Se fue, Midorima...— dijo al fin sin importarle que su voz se quebrara, que los sollozos rompieran la compostura de su acento o su voz fuera trémula y destrozada.

—Lo sé.

—Me dejó.— Seika se obligó desatar el nudo forjado firmemente entre las paredes de su garganta y empuñó el abrigo de Midorima entre sus dedos, transmitiéndole toda la frustración que sentía en ese momento; toda la ira, la tristeza y el miedo que irrumpía en lo profundo de su consciente, aturdiendola. —Se creyó que podía abandonarme... la odio...

Por su parte, Midorima tan sólo escuchaba sin deshacer el firme abrazo que le entregaba, recibiendo el dolor de su compañera y haciéndolo suyo pues mentiría al decir que no había sido atraída por la otra Akashi y que lamentaba tanto como la pelirroja haberla perdido, ambas compartían este sentimiento pero sabía que Akashi era quien más sufría por esta desaparición. El tiempo se escurrió como el agua mientras el llanto de Akashi impactaba contra el pecho de la otra, sin retener sentimiento dentro de su cuerpo, libre como jamas se permitió estar a mi misma en el silencio de su soledad; Midorima estaba para consolarla e imponerle seguridad mientras se desbarataba dejando emerger sus ácidas emociones.

Fin


Notas Finales: Esta historia iba a ser un Oneshot como el resto pero como fue mi primer fem! me entusiasmé demasiado escribiendo. Además, mis escritos de fanfiction necesitan más yuri. Y, como me es fácil imaginar a la Generación Milagrosa en su forma femenina, no perdí inspiración. Gracias por leer.


Comentarios Adicionales: Este fic lo escribí hace tiempo, en realidad, esperaba aportarlo al mes de estos dos junto con el último que se llevó a cabo en diciembre del 2015 pero se me vino el tiempo encima y pues... ya. Consideré que no afectaba nada si lo traía por aquí a pesar de eso. Sólo este pequeño extra tiene poco de haber nacido. Ya que he recorrido la relación de Midorima y Akashi, desde el Arco de Teiko hacia el partido de Shutoku vs Rakuzan, imposible hacer a un lado el Extra Game/Last Game donde volvieron a ser los mejores amigos... Y la super compatibilidad AkaMido que floreció para quedarse por siempre *cof cof* (?)