ADVERTENCIA:

ninguna.


Construyamos unas alas.


PARTE XII:

Recuerdos


Steve miraba a Natasha detalladamente, desde los rulos pelirrojos que se formaban en la punta de sus cabellos y sobre sus hombros, estos mismos, delgados y pequeños combinando perfectamente con su cuerpo, sosteniendo su cabeza con un pequeño y delgado cuello, donde se acomodaban más ondas pelirrojas como si fueran tímidas a su presencia. Mismas que decoraban su rostro en forma de corazón, bello y simétrico.

Tenía estas largas pestañas, tupidas y largas decorando sobre sus pómulos rosados cada vez que pestañeaba, que decoraban como corona sus ojos de un verde esmeralda tan brillante, hipnotizantes, traicionero. Si no la conocías, creías que ella era de actitud traviesa y rebelde, pero en realidad, ese brillo solo significaba dolor y promesa agonizante.

Natasha tenía esta belleza que la caracterizaba de una manera dulce, de esas que no eran exóticas pese a los tonos de su perfil, sino inocente, de las que te da curiosidad y luego te atrapa con sus telarañas, que en realidad eran sus pequeñas y suaves manos de uñas decoradas a la perfección con puro esmalte brilloso.

Podía sacar más datos del rostro de la pequeña mujer frente a él, mientras esperaba el momento en que ella dijera que era una estúpida prueba más y no dijo con sinceridad lo que quiso decir.

Pero no lo hacía. Natasha seguía tan callada como al principio y aun en espera de un movimiento suyo. La chica era persistente, así que él debía darle lo que quería. ¿Qué era? Quien sabe, únicamente seguir sus intentos era lo que se le ocurría.

—No te creo.

—No tengo porque mentirte.

—A lo mejor no me mientes, pero tampoco me estás diciendo la oración completa.

—Capitán — ronroneo divertida —, me aterra lo perceptivo que es.

—No me digas así. Y créeme, tú me aterras por completo.

—De acuerdo, no estoy siendo totalmente sincera. — Hizo un movimiento con su cabeza, señalando la cámara dentro de la habitación —. Fury me pidió que hiciera este pequeño experimento contigo para ver tu reacción. Queríamos ver si eras capaz de creer que Barnes tuvo que ver con la muerte de Clint.

— ¿Por qué?

—El mismo Barnes lo cree así, se culpa por eso. — la pelirroja sacó un control pequeño, como alarma de autos, y tras un ligero clic en dirección a la cámara, esta misma hizo un ruidito extraño y saco chispas.

—Regalo de Tony. Fury ya tiene lo que quiere, ahora necesito hablar contigo.

—De nada servirá negarme, supongo.

—Steve, esto es importante, y la única razón del por qué cuento contigo, es porque eres él único que puede ayudarme.

—Se trata de Clint Barton, supongo. — sin esperar respuesta, se adentró a la habitación con la pelirroja siguiéndole el paso y cerrando la puerta. — ¿Qué era de ti?

—Un buen amigo. — bufó ante la mentira, pero no insistió. Natasha sonrió a medias, cruzando sus brazos sobre el busto —; En este trabajo, escasean de su tipo.

— ¿Y por qué creen que Bucky tuvo que ver con su muerte?

—Cuando desapareció Clint, él y Barnes estaba en la misma misión. Y antes de eso, Clint ayudo mucho a que Barnes se integrara en el equipo, cuando lo extraditamos de esa misión, James no dejaba de decir que era culpa suya. De tal manera que Fury se lo tomo algo literal, aunque no lo demuestra con James.

—Bucky es un héroe, siempre quiere salvar a todo el mundo. — pese a lo mucho que amaba a su hermano, y tras años de sufrimiento, al menos le causa ternura saber que uno de ellos no se convirtió en un monstruo por completo, Bucky pese a conocer el sufrimiento, siempre buscaría la manera de salvar a alguien, aunque fuese un recuerdo. — ¿Qué ocurrió con Barton?

—Era una misión de reconocimiento de un informarte republicano, pero no era fácil, no eran los únicos tratando de alcanzar al informante, debían hacerlo rápido. Frank también estuvo ahí, porque aunque ya no trabajaba para SHIELD, siempre ayudaba a Clint cuando se lo pedía, así que Frank conoce a Bucky, pero no al revés. En fin, las cosas salieron mal y obtuvieron el sujeto, pero Clint se quedó para despistar.

—Y no lo volvieron a ver.

—Dicen los informes que Barnes fue el último en verlo, corriendo a la línea de fuego. Cuando yo fui intentando recuperar su cuerpo, no había nada. Ni cadáver, ni rastro, nada.

La cabeza de Steve empezó a doler, pero era de esos dolores que trataban de descifrar un mensaje oculto entre sus mismos recuerdos. Entonces lo ve, en su mente, cuando conoció a Fury y se topó en su mirada por primera vez; allí había algo más que desconfianza, había chispa de incertidumbre y asombro. Recuerda sus palabras, su insistencia, su desconfianza iba más allá de ser espía, era de un hombre con dudas y sobretodo, esperanza.

Miró a Natasha, ella calculando sus movimientos y palabras, aunque él no tuviese nada que ocultarle, su asombro y enojo eran sinceros.

—Por eso creen que está vivo. Fury no culpa a Bucky de nada, piensa que oculta su verdadero paradero.

—Tú estás vivo. — se encogió de hombros — No puedes culparlo por tener la esperanza de recuperar a uno de sus mejores agentes.

— ¿Dónde fue esta misión?

—Al sur de Ratchaburi, Tailandia. — la voz suave y gentil de Natasha no hicieron nada contra el desgarre de sus vieja heridas en el corazón. Esa zona estaba al sur de su propio paradero desafortunado en Bangkok.

— ¿Cómo hicieron que Bucky volviera ahí?

—Yo tampoco quería. Él insistió. — negó con pesadumbre. Si el recordaba perfectamente las llamas sobre su rostro y los gritos de sus compañeros, no quería imaginar cómo le fue a Bucky regresando a ese sitio y volver a perder a un amigo. No fue la misma zona ni el mismo momento, pero sí el mismo resultado.

—En realidad no creo que Clint este vivo. Prefiero encontrar a quién lo mató y cuidar de su familia.

— ¿Por qué? — vuelve a encogerse en sus pequeños hombros, desinteresada, pero sin el brillo icónico de su mirada.

—Él siempre cuidará de su familia, no importa el método o la forma. No los haría sufrir de esta manera.

— ¿Y qué paso entre Bucky y tú? Si no lo culpas por la muerte de Clint…

—Eso es cuento para otro día, cap.

Steve quiso recriminarle que dejara de decirle así, pero Natasha ya estaba cruzando la entrada cuando se dio cuenta.

Esa mujer iba a causarle un paro un día de estos.

Ella siguió su camino, y él tuvo que adentrarse por los pasillos metalizados y tratar de no perderse en lo que parecía un sinfín de laberintos y pisos. Debería de haber un letrero que diga zona de hangar o algo por el estilo.

Ya después de perderse un rato, justificándolo como un sobrante de su tiempo del cual disponía para no sentirse humillado, logró llegar a su destino, solo que, eh, no sabía cómo pedir que lo bajaran. No es como pedir un taxi gigante rumbo a la torre Stark.

— ¿Buscas transporte?

Una voz a sus espaldas y un golpe sobre su hombro, no eran necesarios para identificar a la persona. Tony, con la misma ropa pero añadiendo estilo con su chaqueta de cuero y lentes polarizados, estaba parado a su lado y señaló con su cabeza que lo siguiera.

Fue un camino de pasos cortos, gritos sobre el sonido de las aspas de un helicóptero peculiar con la marca Stark de estampado y el quedar sentado frente al mismo Tony, esperando el despegue. El helicóptero era diferente por si solo a la pobre navecita en la que llego; este no era diferente a un convertible, con asientos de piel, con una cabina de pasajeros aislada por un vidrio polarizado y contra el ruido externo. Ah, y una botella de whisky con hielos en una pequeña mesita a su lado.

Ese no era un helicóptero ejecutivo cualquiera, sino uno diseñado para Tony Stark, por el mismo Tony.

Una vez con el cinturón puesto y sin sentir una pizca de turbulencia, se acomodó lo suficiente para cuestionar a su empleador.

— ¿Qué hacías aquí? ¿Dónde está Peter?

—Nah, llegó Rhode y está con ellos. Yo… quise venir a ver como estaban las cosas.

Ahora y con la plática tan reveladora de Natasha tan fresca en su mente, sabía que eso no era cierto. Sintió empatía por su empleador y el resto del círculo de amigos, porqué ya sabía exactamente que el mismo pensamiento cruzó por todos aquellos que se dieron por enterados. Casi podía sonreír por pena.

—También viniste por Clint Barton.

—Oh, no me juzgues, el bastardo merecería una buena tunda tras todo lo que su numerito de muerto nos trajo.

La respuesta tan fría, burlesca y desagradable no lo tomo por sorpresa, es más, esperaba algo peor o morir ignorado. Uno se acostumbra al carisma agrio de Tony, Bucky tenía razón en ello.

— ¿Conoces a Frank Castle?

—Sí, aunque me sorprende que siga vivo sin la ayuda de Clint o Nat. — aquel tono detono mucho más de lo que quiso el mismo genio, si bien su frustración era sincera, se podía relacionar más por extrañar un viejo amigo que una deuda no saldada.

Steve podía entender eso, toda la base de sentimientos retraídos y lo que conllevaba mantenerlos bajo cero para mantener una postura uniforme, después de todo, parece que todos necesitaron donde recargarse ante la pérdida, y esa pared de apoyo fue Tony. Que se haya tomado las molestias de venir hasta el Helicarrier por un rumor silencioso, decía más que aquella cínica confesión.

Tony tenía su mirada ámbar perdida en la ventana a su lado, un vasito de cristal en sus manos bebiendo agua y una postura agotada. Sin embargo, su atractivo y el buen gusto no desentonaban y estaban presentes en el ambiente, digno de un retrato o una fotografía cuyo significado sería de la constante lucha.

Genial, ya deliraba.

Su jefe era atractivo, bien, se concilio con ese pensamiento y hecho hace mucho, pero definitivamente, no debía tener pensamientos artísticos al respecto. No, absolutamente negativo.

—Está bien tener la esperanza Tony, significa que los seguimos extrañando.

—Yo no. No es esa estupidez de esperanza, simplemente ganas de romperle la cara que no esté en proceso de descomposición. Bueno, si hubiese una.

Y se acabó la empatía. Justo ahí.

—Siempre tan orgulloso y cínico. — no volvería a preocuparse por él. Tony de verdad podía ser alguien exasperante y bipolar. Con todo el respeto del mundo a la gente bipolar.

—No te confundas, que me veas leyendo cuentos no significa que soy buena persona. — Steve quería decirle que el quedarse dormido junto a Peter tras escuchar un cuento infantil que él debía narrar, no era una imagen exactamente tierna o frágil para comparar. Menos si un hombre adulto babeaba sobre la cabeza de un niño.

—Siempre lo tengo presente. — contestó firme y malhumorado. Stark tenía ese gran efecto negativo en él.

Por patán, engreído, cínico, ruin. Tenía unas ganas expresas de hacerlo sentir incomodo, aunque sea un poquito. Unas ganas enormes de bajarle tres rayitas a su ego, pero su cerebro retenía las palabras incorrectas que detonarían una bomba.

— ¿Qué hubiera pasado si hubiera sido él? Clint Barton.

Si, bueno, su cabeza no siempre estaba de acuerdo con su boca.

—Nada, el maldito intentó tomar lo que es mío y jamás nos llevamos bien.

—Era el esposo de tu amigo. Hasta tú tienes corazón.

La frase correcta.

Tony se quitó sus anteojos, los iris ámbar en la oscuridad brillaban con astucia y veneno, mientras se inclinaba frente a él de forma que sus alientos menta y cafeína se mezclaban. Steve se puso en modo defensiva, pero Tony no se inmuto con su postura erguida y más alta.

—¿Quieres tener una charla corazón a corazón? Cuéntame, ¿por qué no duermes? ¿Por qué debajo de tu almohada hay un arma o porque te levantas con pesadillas? Mejor, ¿Qué escondes en tu closet en esa mochila horrible?

Maldición. Sintió su cuerpo entumecer, sus ojos expandirse y sus puños cerrarse suave pero fuerte, tanto que sus nudillos acalambrados y blancos aun así presionaron contra sus piernas, evitando tomar al genio filántropo de las solapas de la chaqueta y estamparlo, golpearlo, callarlo. Él lo había, Tony sabía su secreto y no había manera de poder salir de aquella situación.

De pronto la cabina se hizo pequeña, se hizo una jaula, sin escapatoria y amenazando su existencia. No conocía la manera de librarse de aquello y el terror subía por su columna. ¿Había peor personas en el país que pudiera enterarse del paradero de su mochila? No lo sabía, pero alguien que hasta hace poco se dedicaba a la invención y venta de armas, no era la mejor de las opciones.

Pero ya no podía hacer mucho, más que apelar a su suerte y ver qué tan mal estaba posicionado en el tablero de Stark. Obviamente, el ingeniero tenía las de ganar.

—J.A.R.V.I.S. — dedujo fácilmente, mientras Tony volvía a su postura y bebía de su agua. Steve sabía que estaba siendo vigilado, pero…— ¿En mi habitación?

— ¿En serio me creer tan irresponsable para dejar que un desconocido ande por mi torre cuidando a mi adoptado, sin vigilancia? Soy un genio, ya sabes.

—Dijiste que confiara en ti. — y no es que le tomara la palabra al cien por ciento, pero al menos, en lo que concernía como privacidad, esperaba un poco más.

—Y he cumplido. Esa mochila sigue ahí mismo, ¿no?

Y eso era algo que lo confundía, podía añadirlo a la lista de particularidades de Tony Stark. ¿Por qué Stark no lo había enfrentado antes? ¿Por qué no reviso la mochila? Y si lo hizo, siendo tan inteligente, ¿cómo es que él seguía vivo y el mundo no era un caos?

Cuando tomó la decisión de volver a los Estados Unidos para terminar con la organización dueña de sus pesadillas, creyó que lo haría solo, que no podría recurrir a nadie y que nadie se enteraría, solo una acción heroica más.

Pero ahora Tony sabía de la mochila, eso cambiaba toda la historia en su cabeza.

— ¿Qué es? — bueno, eso podría comprobar que Tony realmente no se acercó a la mochila. Al menos para tranquilidad de su corazón.

—No te diré.

—Lo puedo deducir. Puedo hacer que JARVIS lo registre.

—No, no puedes. Tiene un forro de carbono y aparte un compartimiento de diamantum, ningún lector ni infrarrojo puede detectarlo. — ¿eso era mucha información? Desde una bomba hasta un virus, todo podía haber en esa mochila, pero al menos los materiales que menciono podían darle muchas ideas de la respuesta, y ni así estaría cercas de descubrirlo.

Nadie podía. Era un objeto único.

—Por favor dime que no es algo radioactivo.

—Un poco. — un leve puchero se asomó bajo la barba de candado, pero Steve no podía detenerse ahí. Su corazón seguía latiendo rápido y la desconfianza en él crecía. — ¿Por qué no me has acusado? Eres dueño de SHIELD o algo así, podrías detenerme.

—Si quisieras hacer algo malo, ya lo hubieras hecho, y no hubieras salvado a Peter. Lo que sea que ocultes, no es con un mal propósito.

—No lo es.

—Ya tengo muchos problemas ahora, volveremos a tomar el tema cuando Peter este a salvo.

—Bien. — Tal vez Steve pueda tener un mejor plan para ese entonces. Escapar de la mira de SHIELD no parecía algo sencillo, pero podía ingeniárselas si lograba familiarizarse con sus métodos.

—Lo intentaste leer, ¿cierto? La mochila.

—Soy un hombre de ciencia, curioso por naturaleza. Y hay personas siguiéndote por esa razón, algunas ya estaban bastante cerca cuando te conocimos.

—Gracias. — pudo relajarse, curiosamente en vez de quedarse histérico como estaba al principio, escuchar que ya no tenía a sus enemigos a sus espaldas, era un total alivio. Sabía que el asalto a su departamento, en la calle dos veces no eran coincidencia. También pudo poner en peligro la vida de Arnie. Dios, su misión pudo ni si quiera haber empezado y todo se hubiera ido al traste. Tantos años y tantas vidas tiradas por su descuido y falta de decisión.

Debía admitir que le debía una muy gran de Tony Stark, y ni si quiera estaba seguro de entender como lo logró.

Cuando menos se lo espero, ya estaban aterrizando sobre la pista de helicóptero de la torre, pero se giró cuando se dio cuenta que sólo él bajaba de la nave, Tony no tenía pizca de moverse.

— ¡¿No vienes?! — gritó bajo el ruido de las aspas, a lo que el ingeniero negó y se inclinó sobre los asientos para responderle, y tal vez Steve logro captar algo de piel bajo la tela de la camisa. Quien diría que Tony sería lampiño del pecho.

Ya, pon atención.

— ¡Iré a Hong Kong para ver el proceso que llevan con la explosión del laboratorio, es mi último viaje antes de que me quede con Peter el resto del año! — Steve asintió, preparándose para el posible Peter berrinchudo que lo esperaba en casa — ¡Oye, May vino de visita y se quedara unos días, hasta que yo vuelva!

—Uh, está bien, ¿prefieres que ella se haga cargo de Peter o…?

—No la dejes sola con Peter en ningún momento. — y tras decir aquello, Tony estiró su brazo para deslizar la puerta y sellarla, orden suficiente para que el helicóptero empezar a elevarse.

— ¿Qué? ¡Tony, espera…!

May, May Parker. Se supone que ella es de la familia, de personas que quieren y protegen a Peter. Está en la lista de emergencia, santo cielo.

¿Peter no podía quedarse solo con su tía?

No importa las preguntas que estallaron en la cabeza de Steve, Tony ya se miraba a lo lejos y él debía volver a dentro de ese departamento lo más rápido que sus piernas le permitían.

Como detestaba con el alma a Tony Stark.

El tiempo paso, hay que salir al escenario

Gritan y no ven, que esta cortina me esconde

— ¿Quién eres?

Pregunta el desconocido, un hombre, pero su conciencia sabe que ya no debe tener miedo aunque sus ojos no distingan la silueta, ni siquiera puede verlo bien. Steve esta consiente, esta vez, sabe que sueña, o más bien, está recordando un fragmento antes de que cayera desmayado y terminará en otro sitio.

O al menos lo presentía.

Sabía que bajo él, había pasto y moho, su cuerpo tirado en una roca lisa y humedad. El ruido de una cascada no muy lejos de su sitio y algunas gotas de agua dulce cayendo sobre su magullada espalda, recién curada y ya hizo triza de sus músculos.

Sentía la sed como si estuviera reviviendo aquello, el cansancio y el mareo, el dolor en cada uno de sus músculos y el desgarre en otros.

Pero había alguien frente a él, alguien cuya voz no reconocía pero la sentía tan familiar, tan cercana.

El sujeto de las botas de combate se acercó a él, su voz profesional, su aliento fresco moviendo de sus cabellos en el cuello con quemaduras de sol. Unos dedos presionaron sobre su arteria, callosos, de esos acostumbrados a jalar cuerdas todo el tiempo.

— ¿Puedes entenderme? — si tan solo pudiera hablar en ese momento, Steve le hubiera dicho que no perdiera su tiempo, que le hiciera un favor y lo dejara morir. — Hey Coulson, dile a Tasha que llegare tarde.

Steve recordaba como aquellos dedos bailaron por su columna, indagando si tenía alguna lesión o un arma, pero el sujeto no debió de haber encontrado más allá de vendas hechas un desastre y antiguas lesiones.

—Amigo, pero que hicieron contigo…— ojala pudiera responderle para advertirle que ese sitio era un infierno. Steve recuerda que movió sus dedos, así como sus labios, balbuceando como infante algo entendible pero que anhelaba con desesperación.

— ¿Agua? Bien, bien, sigue despierto amigo. — aquella voz tan jovial, tan positiva, lo estaba desesperando. El sujeto lo giró sobre su propia espalda, sintiendo sobre sus quemaduras el frio tan agradable que gimió de gusto, aunque no se distinguía.

La luz del sol calaba sobre sus parpados, por lo que giró la cabeza y estuvo mejor. Escuchó el girar de una tapadera y luego algo húmedo en sus labios. Algo fresco, cristalino…. ¡Dios, estaba bebiendo agua!

Y fue tanta su desesperación, su anhelo que casi se ahoga. Comenzó a toser y aquel sujeto lo jaló y recostó en lo que pudo imaginar, eran sus piernas.

—Tranquilo hermano, hay más pero no desperdicies.

Steve se sentía con más fortaleza para hablar, sabía que debía hacerlo, pero el ruido de unas botas corriendo en su dirección, el movimiento de hojas frondosas y el jalón de una cuerda tensada, lo pusieron en alerta.

El sujeto a quien aparentemente le debía la vida, estiraba un arco frente a otro recién llegado con la misma arma.

Pero Steve lograba verlo, a través de su sueño del cual sabía era un recuerdo transformado y opaco, pudo ver la piel bronceada, el rostro cuadrado y el corte de militar distinguido. Tiempo atrás a lo mejor Steve no lo hubiera reconocido, pero en esa ocasión si lo hizo.

Era Frank Castle.

Un increíble don eres genial y excelente

Sola no puedo y me gritan ven y aparece

Sintió y observo como ambos hombres bajaron sus armas, pero Steve quiso gritar a su salvador que no lo hiciera, que disparara la flecha y salieran huyendo o sería demasiado tarde. Intento moverse, retorcerse aunque pareciera gusano, intentando advertirle a su salvador que ese sujeto no era bueno, que presentía algo malo en él, que nada estaba bien.

Pero como paso en ese entonces y como se repetía en su cabeza, solo pudo quejarse como el inútil que era.

—Hewkeye, ¿Qué haces? Vamos tarde.

—Punisher, ayúdame con él, sigue vivo.

— ¿Y a nosotros que mierda nos importa? Tenemos una misión y se nos hace tarde.

—No sabemos quién sea, pero recibió una paliza, puede saber algo. Mira, esa mochila debe ser de él.

La mochila.

Steve sintió fuego correr por sus venas y una impotencia atroz. Ellos no han visto la mochila, nadie, y debía impedirlo a toda costa. Debía matar a esos hombres y huir con la mochila.

Pero no podía moverse, ¿por qué? Maldita sea, ¡¿Por qué?!

Entonces un ruido bien conocido y voces de un idioma extraño se acercaban, los estaban acorralando de nuevo.

Steve ya sabía lo que venía después, y no quiere revivirlo.

Por favor, déjenlo despertar, déjenlo despertar ahora.

— ¡No hay tiempo, tómalo y vámonos Barton!

Todo en Steve se detuvo. Sabía que era parte sueño y parte recuerdo, pero su cabeza no pudo modificar tanto aquella memoria que llevaba grabada a fuego y dolor. Ahí en su sueño, abrió sus ojos como pudo ignorando la luz del sol y la tierra que caía de sus pestañas. Abrió sus ojos y se topó con cejas rubias y una frente con arrugas, y reconoció de inmediato esos ojos grises azulados.

Ojos que ya ha visto en un niño de ocho años.

Ojos que portaba un Barton.

Él ya había conocido a Clint Barton.

—Hey amigo, que bueno que despiertas, ¿te sacaremos de aquí, si? Solo coopera, necesito que te pares, te prometo que te sacaré de aquí.

Steve quería decirle que le creía, que no había necesidad de que lo mirase con ese positivismo y esa sonrisa esperanzada. Steve quería decirle que cumplió su promesa, lo sacó de ese lugar.

Pero que Clint no volvió a salir.

Sonriéndome arrodillada quieren oírme, él no puede ver

Yo quiero verte, tengo que ver, yo debo verte, ¿qué te sucedió?


No se lo veían venir. Excepto Brig999 y MChowl23, sus teorías fueron acertadas, quien se encontró Steve en el cap "viejo amigo" fue Clint. Ahora, la pregunta es, ¿Qué pasó con Clint? ¿Y comó pudo encontrarse a Steve y nadie lo supo? ¿Por qué May no puede estar a solas con Peter?

Chan chan CHAAAAAAN

Por Oaxaa y todas las flores, quemocioooon

Todo se esta poniendo San Buenardaaaa!