Prólogo: Primer encuentro, pequeña diosa

Se encontraban en un enorme coliseo de batalla, la multitud que lo ocupaba lo tenía lleno hasta el tope, todos parecían exaltados por el furor de la pelea que se estaba gestando en la arena, incluso desde la distancia se podía apreciar el ímpetu de los guerreros en cuestión. Uno de ellos portando una ostentosa armadura verde propia de los Integrity Knights, poseía un porte intimidante y un manejo preciso de la espada. Por el contrario su contrincante carecía de la ostentosa armadura y sus movimientos denotaban lo novato que era, pero parecía tener más espíritu de batalla que el otro, a la impresión de la mayoría de los espectadores parecía un loco suicida, era raro ver a un aprendiz enfrentarse a un verdadero caballero y si no fuera por ese torneo tampoco sería posible.

─ Que fastidio ¿De verdad tengo que quedarme lo que dure todo el torneo? ─ replicaba un joven de dieciocho años de cabellos tan oscuros como la noche y de mirada acerada

─ Eres un aspirante a Integrity Knight Kirito-chi, es nuestra obligación quedarnos a verlo hasta el final ─ le contestaba la persona al lado suyo, un hombre mayor que él, portaba una ostentosa armadura similar a la de la persona en el campo de batalla, pero con la diferencia que la de él era del color de la sangre.

─ Es obligación de los verdaderos caballeros, como tú, quedarse a verlo y también de los participantes de los duelos, pero yo no soy ni lo uno ni lo otro ─ trataba con todas sus fuerzas de zafarse de tener que estar observando batallas todo el día, pero sabía que si hacia el amago de retirarse sin la aprobación de su mentor y jefe, este lo retendría contra su asiento de forma severa. El caballero de cabellos tan rojos como su armadura daba la impresión de ser un idiota, pero no había que olvidar que él era un Integrity Knight jefe de su propio escuadrón, el peligro que se podía sentir levemente al verlo no era ninguna broma ─ Señor por favor, me gustaría ir a entrenar mis habilidades con la espada.

─ Deja de quejarte Kirito-chi, la mayoría de los Integrity Knights se han inscrito a este torneo, puedes aprender mucho con solo verlos pelear ─ para acentuar su punto dirigió su mano hacia la batalla frente a ellos ─ Puede que tengas buenas habilidades con la espada pero no sabes absolutamente nada de cómo enfrentar a tu enemigo, tienes que aprender a estudiarlo o podrias ser derrotado por alguien más débil pero con más astucia que tú. Recuerda lo indignos que son los Dark Knights, se valen de cualquier método para ganar, tu vida podría llegar a ser tomada por un enclenque tramposo sólo porque no supiste manejarlo.

El azabache solo pudo callar y observar a su mentor, en el fondo sabía que tenía razón. Sabía que no tenía conocimientos apropiados del campo de batalla, fruto de pasar toda su vida entrenando solo, en lo profundo del bosque sin ningún tipo de compañía. Se había graduado de la academia antes de lo planeado y convertido en un aspirante de Iintegrity Knight antes que la mayoría por sus excelentes habilidades en el manejo de la espada, pero sabía que carecía de algunas cosas fundamentales. Se sentía avergonzado de que su nuevo mentor descubriera sus carencias con el poco tiempo que tenia de conocerlo, pero también le inspiro confianza. Desde que se había unido a los IK, notó como todos en su división apreciaban al capitán que lo entrenaría hasta convertirse en uno de ellos y, aunque al principio lo vio como un completo idiota, en este momento le inspiraba confianza en sus habilidades como caballero y mentor, estaba seguro que a través de su guía podría convertirse rápidamente en un IK.

Podría por fin ser digno y deshacerme de esta vergüenza

Desvío la vista hacia la arena de peleas nuevamente y trato de concentrarse en cada movimiento que el de armadura verde hacía, pero lo que vio solo lo hizo fruncir el ceño. La batalla prácticamente estaba decidida, siendo el Integrity Knight el ganador del encuentro, el aprendiz estaba muy herido por la espada de su contrincante y apenas podía mantenerse de pie; el de armadura verde parecía estar jugando con el más débil, causándole heridas por mera diversión, si esto continuaba así en unos minutos más el aprendiz estaría muerto. No pudo evitar expresar su inconformidad en voz alta.

─ ¿Por qué no se rinde de una buena vez? A este paso va a terminar muerto ─ no podía evitar ver con preocupación toda la sangre regada por el lugar, siendo el dueño de ella el herido aprendiz que apenas se podía sostener en sus propios pies.

─ Porque sería una vergüenza total rendirte en frente de Stacia-sama, todos preferirían la muerte antes de pasar por ello. Al fin y al cabo este torneo se ha hecho para decidir quién es más apto para ser su caballero.

Ante las palabras del pelirrojo el azabache dirigió su vista al imponente balcón que se podía apreciar en lo más alto del lugar, se encontraba lleno de personas que parecían desvivirse por la mujer soberbiamente sentada al frente de este, parecía gozar lo que estaba viendo o esa impresión le daba la cruel expresión que mantenía en el rostro. Inmediatamente esa mujer le desagrado; parecía hermosa, era una mujer esbelta y con el pelo largo color plateado que parecía extenderse hasta más abajo de su cintura. Sus ojos, también de color plata, carecían de pupilas y parecían reflejar toda la luz como un espejo. No podía creer que esa mujer fuese la diosa de la vida y la piedad, desde la distancia en la que se encontraba podía dilucidad las formas de su cuerpo gracias al etéreo y obsceno vestido que portaba, el cual prácticamente asemejaba a encontrarse desnuda. Se sonrojo en ipso facto ante la vista que ella proporcionaba

─ No puedo creer que esa mujer sea la gran diosa que todo el mundo alaba, es un ser cruel ─ murmuro el azabache distraído ante la imagen de su gobernante, sin ver la pelea que se le había ordenado observar.

─ ¿Qué has dicho? ─ pregunto su mentor de forma distraída al tiempo que prestaba atención al encuentro

─ ¡Nada! ─ pensó que sería cuestionado por sus palabras pero antes de ello, vio como los puños del pelirrojo se apretaban fuertemente y escucho un ahogado gemido colectivo de los espectadores, al enfocar su vista en la arena vio como el aprendiz estaba tirado en el suelo tratando de levantarse sin éxito, su espada estaba a lo lejos de él. En cambio el Integrity Knight mantenía una expresión de burla y sostenía su espada encima de la cabeza del convaleciente aprendiz a punto de enterrársela.

El azabache abrió sus ojos en señal de sorpresa, estaba a punto de presenciar un asesinato y nadie hacia nada por detenerlos, comenzó a pararse de su lugar para saltar a la arena y detenerlo, no podía creer que la diosa del mundo permitiese tal acto impunidad frente a ella. Toda su vida había rezado piedad a ese miserable y cruel ser, se sentía molesto y defraudado por lo que estaba presenciando. Detendría esa carnicería aunque le valiese un castigo de por medio, era preferible a ver morir a una persona así, por una razón tan tonta.

¿Cómo una divinidad permite tales actos?

─ ¡DETÉNGANSE! ─ Un potente grito resonó por todo el lugar deteniendo al Integrity Knight de golpe, este proveía de una de las entradas laterales que daban directo a la arena. El azabache, como todos los presentes, desvió su mirada para averiguar quien había osado detener el encuentro que se gestaba en nombre de la diosa. Después de unos instantes se pudo apreciar la figura de una niña, no parecía mayor de los trece años, esa niña corría a toda prisa hacia los combatientes, tanto que su cabello volaba en su espalda. Este tenía un color inusual, ante la luz daba reflejos dorados, anaranjados y rojos, como si fuese un cabello hecho del mismísimo fuego. Sus ojos miel estaban inundados en lágrimas y su blanco vestido solo aumentaba el aspecto puro que emanaba de ella.

Una vez estuvo cerca de los combatientes la pequeña se inclinó hacia el más herido y sin importarle su apariencia se inclinó sobre la tierra, ensuciando su vaporoso vestido blanco de tierra y de sangre al tomar la cabeza del herido y hundirla contra su pequeño pecho.

─ ¡Ordeno que unos sanadores vengan inmediatamente! ─ Toda la multitud parecía congelada por la presencia de la niña, fue sorprendente ver como unos sanadores corrían a toda velocidad hacia la niña en el instante que ella lo ordenó y aun mas sorprendente ver como nadie hacia nada en contra de ella por detener un encuentro en nombre de la diosa del mundo.

─ Oye, Klein ¿Quién es esa niña? ─ el azabache estaba tan impresionado por lo que veían sus ojos que olvido todas las formalidades hacia su mentor, este le dedico una mirada exasperada y lo tomo de su pechera para volver a instalarlo en su asiento de forma brusca, puesto que se había parado para saltar hacia la arena hace solo unos instantes.

─ ¡Idiota, cállate! ─ Para acentuar su punto le dio un fuerte golpe en su cabeza a señal de reprimenda ─ No llames "esa niña" a la diosa Stacia-sama

Por segunda vez en el día, el azabache fue sorprendido de forma impetuosa. No podía creer que la niña que abrazaba de forma fuerte al herido aprendiz, llorando mientras era sanado, fuera la diosa de la vida.

Entonces ¿Quién es…

Al voltear su mirada de nueva cuenta hacia el balcón, observo la mirada furiosa de quien hasta entonces había creído que era la diosa, con un movimiento grácil de sus manos, la mujer dio un salto hacia la arena flotando de forma etérea hasta estar frente a la niña.

─ Stacia-sama ¿Qué es lo que está haciendo? ─ la mujer trato de hacer una reverencia hacia la niña pero le salió un gesto tosco y forzado en cambio.

─ Deteniendo esta barbaridad Quinella-sama ¿Cómo ha podido hacer esto?

─ Stacia-sama es necesario para encontrar a su guardián ideal, debe…

─ ¡Nadie que puede arrebatar tan fácilmente la vida de uno de sus hermanos merece ser mi guardián! ─ la niña vio acusadoramente hacia el Integrity Knight, quien al verse acusado por la mirada de la divinidad solo atino a soltar su espada e inclinarse hacia ella, provocando la ira de la mujer mayor al ser interrumpida, pero ni la pequeña diosa ni ninguno de los espectadores llego a darse cuenta de ello.

─ ¡Mi diosa! Por favor, no sea irrazonable. Es necesario encontrar un campeón que la proteja, algunos sacrificios menores deben ser hechos, todas las personas que han entrado al torneo lo saben y están de acuerdo en morir por su diosa

─ Pues yo no estoy de acuerdo en ver morir a mi gente en mi nombre ─ una vez que la divinidad vio que los sanadores se harían cargo del joven herido, la pequeña lo soltó y se levantó hasta estar en frente de la mujer mayor.

Era un cuadro gracioso hasta cierto punto verlas enfrente una de la otra, la diferencia de estaturas era demasiado notoria, además del porte fino y altivo que poseía la hermosa mujer mayor, al contrario de la pequeña que mantenía su cabeza gacha y sus puños apretados en su, antes blanco, vestido cubierto de tierra y sangre. A pesar de ello al joven de mirada plata que se mantenía en la tribuna, se le antojo pensar que nunca vio a alguien tan fuerte como esa pequeña, su valor era el más grande que había visto en toda su vida.

Una vez los temblores de la pequeña se detuvieron levemente, ella levanto su mirada hacia la otra, sus ojos miel refulgía de fuego en ellos, parecían oro líquido, tenía sus mejillas sonrojadas furiosamente y mantenía una mueca llena de ira en su pequeño y agraciado rostro. A pesar de las intensas emociones que mostraba, susurro un par de palabras que fueron escuchadas solamente por la mujer frente a ella ─ Espadas de madera

Por respuesta hacia la diosa, la mujer solo puso una expresión interrogante en su rostro

─ Señor quien es esa mujer alta ─ esta vez el azabache recordó su lugar y se dirigió a su jefe con el respeto que debía hacerlo

─ ¡Tu! Pequeño pueblerino ¿Realmente no sabes nada cierto? ─ Al ver como su pupilo negaba con la cabeza, el pelirrojo solo atino a poner una mirada resignada ─ Sé que nunca habías salido de la academia desde el momento en que llegaste a la capital central Centoria desde que tu pequeño pueblo, pero saber el nombre de tus gobernantes y su rostro es el conocimiento mínimo. Esa "mujer alta" es la máxima ministra de la Iglexia Axiom y administradora del Imperio Humano; Quinella-sama. Ella es la gobernante hasta que Stacia-sama sea apta para gobernar.

Al dirigir su mirada de nueva cuenta a ambos personajes femeninos, la diosa se dirigió hacia la multitud completamente exaltada.

─ ¡MATAR AL PRÓJIMO NO ES SEÑAL DE VALOR! ─ la diosa parecía realmente agitada mientras se expresaba hacia la multitud que parecía congelada y subyugada ante su presencia divina ─ ¡Exijo que esta situación se detenga en este instante, antes de que sea cobrada alguna vida inocente, sé que encontrar un campeón se ha vuelto una cuestión necesaria. Así que ordeno que en vez de espadas reales se usen espadas de madera, los soldados deben de rendirse si reconocen la fuerza superior de su oponente y por sobre todas las cosas no se debe de matar a nadie!

Una vez termino su orden a gritos, la respiración de la pequeña era errática, pareció que había tomado todo de ella su última declaración. Cuando vio que estaba a punto de ser replicada por la gobernante de su pueblo, la diosa opto por hacer uso de algo que no le gustaba pero en ese momento creía necesario; usar su posición para que sus órdenes fueran acatadas.

─ ¡Esta es una orden de su diosa y nadie tiene derecho a contradecirla! ─ Una vez expreso lo último que tenía que decir, la pequeña divinidad se dirigió a paso firme hacia la salida.

El muchacho azabache se sintió embelesado por esa pequeña, cada acción de ella parecía invitarlo a adorarla. Jamás había visto a alguien tan noble y tan valiente en su vida, no podía creer la fortaleza que encerraba ese pequeño y delicado cuerpo que daba la impresión de que solo hacia falta de un fuerte viento para destruirla.

Fuerte y frágil, una total contradicción, así definiría Kirito a la diosa de la vida.

A pesar de que todos volvían a su posición y la pequeña diosa ya se había retirado del lugar, la mirada acerada del chico no podía retirarse del lugar donde la frágil figura había desaparecido

─ Klein… ¿Crees que aún pueda inscribirme en el torneo?

─ ¿Eh? Bueno en teoría si puedes puesto que estamos en el primer día pero… ¡Oye! ─ el Integrity Knight rojo solo vio cómo su nuevo pupilo corría a toda velocidad hacia, lo que probablemente era, la zona de inscripción; no podía creer lo impetuoso que ese niño era. A pesar de que lo había estado intentado convencer de que entrara al torneo a modo de práctica, desde el día en que llego a su servicio, el jovencito se había negado furiosamente y ahora estaba corriendo para entrar en él.

Estaba seguro que ese adolescente descarriado tenía un futuro dentro del imperio y no tardaría nada en unirse a los caballeros… si tan solo fuera bueno acatando órdenes.

Ese día los hilos del destino había comenzado a tejerse, los encuentros predestinados estaban a punto de suceder y las personas elegidas permanecían ignorantes del destino que les aguardaba.


Hola a todas las personas que estan leyendo esto; aquí les habla la autora desaparecida de la week que prometió publicar toda la semana.

Este fic lo iba a publicar el último día pero ya no me aguanté las ganas, lo tengo listo desde hace mucho y ya quería que viera la luz.

Un parentesis especial de agradecimiento a Sumi_Chan que se tomó parte de su tiempo en hacerme esta bonita portada; muchas gracias también por la paciencia a mis exigencias.