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Capítulo 2: El inicio de un viaje

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El hecho más memorable dentro del Imperio Humano era el nacimiento de la diosa de la vida, Stacia-sama. Se decía que la diosa, al ver el mal que azotaba a la humanidad y la amenaza que significaban los siervos del imperio de la oscuridad, ella había tomado la valiente acción de "nacer" entre los humanos. Para tal divina obra, una sacerdotisa virgen ─ de entre todas las que sirven a la inmaculada diosa ─ sería escogida, con el fin de albergar su divina existencia en su vientre.

Mientras la diosa estuviera dentro del vientre de su sacerdotisa predilecta, esta estaría expuesta a cualquier cosa que quisiese hacerle daño, puesto que sus poderes divinos no empezarían a manifestarse hasta el nacimiento. Con esta premisa en la mente de los humanos, la sacerdotisa que terminaba con la diosa dentro de su vientre, era extremadamente protegida en el epicentro del imperio, en la Iglesia Axiom; la sacerdotisa tenía que ser venerada, protegida y amada por todos los habitantes del Imperio Humano. De esa forma fue como cada encarnación de la diosa se mantuvo custodiada, al servicio de la iglesia principal, que era un ente unido al gobierno y de gran influencia.

La vida terrenal de la diosa solía ser corta, jamás pasaba los tres decenios, puesto que su poder divino era demasiado para un cuerpo humano. Aun así, ella se reencarnaba a si misma cinco años inmediatamente después de su muerte, pero el último nacimiento de la diosa había sucedido en el año 250 del calendario humano, provino de una chica de nombre Quinella, que era una mujer esbelta y hermosa, de cabello largo color plateado, sus ojos, también de color plata, carecían de pupilas y parecían reflejar toda la luz como un espejo. De ese momento habían pasado casi 50 años, sin un nuevo nacimiento por parte de la diosa y las personas comenzaban a desesperarse al verse desprovistos de su divina protección.

Desde el momento de la muerte de la diosa hasta el año actual ─ el año 300 del calendario humano ─ la gobernante del imperio humano había sido la sacerdotisa principal, a quien todo el mundo veneraba por su belleza y porte, la sacerdotisa quien fue la última en dar a luz a la diosa, Quinella. Ella, para calmar al pueblo humano; había aumentado considerablemente el número de caballeros de la integridad, hasta casi volverlo un ejército, también había aumentado la cantidad de personas que eran admitidas en las escuelas de caballeros de los cuatro imperios. Otra de las medidas que había tomado la gobernante del imperio humano era la creación de políticas estrictas en los poblados que colindaban con el territorio oscuro, mandando caballeros de la integridad a los lugares más apartados, que tenían el poder de ser tan sangrientos como quisieran si alguien se atrevía a romper sus estrictas normas. Siendo la sagrada sacerdotisa madre de la diosa, nadie la cuestiono cuando Quinella juró que fueron ordenes que la mismísima diosa le dio antes de morir.

Así había continuado por 20 años; 20 años de represión al pueblo humano, excusándose a sí misma diciendo que eran órdenes directas de la diosa, dirigiendo al pueblo y a los caballeros de la integridad con mano de hierro.

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─ ¡Haaa!

El joven, que entrenaba completamente solo a mitad del bosque, blandió la espada de madera en sus manos desde arriba de su cabeza hasta el suelo con un breve grito. Se escuchó el sonido de un fuerte impacto; producido por su espada al chocar con el tronco de un árbol frente a él, que se estremeció de pies a cabeza después de haber sido golpeado por su parte derecha. El joven, sintiendo la agradable respuesta en sus manos, dio un paso atrás y blandió la espada nuevamente, pero esta vez desde el lado opuesto. Seguidamente, el derecho y luego el izquierdo otra vez.

Para el joven todo a su alrededor había dejado de tener importancia; en su mundo solo existían la espada, su cuerpo y el tronco del árbol al que golpeaba repetidamente.

Su práctica usual consistía en dar cuatrocientos golpes similares de izquierda a derecha, siguiendo la misma trayectoria de arriba hacia abajo, al tronco frente a él. Cuando terminara, comenzaría a correr hasta darle dos vueltas completas al bosque norte del pueblo, que era el segundo más grande, y a la vez, el menos visitado por las personas del pueblo. Después de su trote habitual, iría hacia otro árbol que se encontraba a su espalda y comenzaría a darle golpes con su espada de abajo hacia arriba, contrario a lo que hacía en ese momento, también lo haría unas cuatrocientas veces para después comenzar a correr de nueva cuenta el borde del bosque, esa era la base de su entrenamiento matutino; antes de poder darse un descanso para almorzar.

El agua del río se sintió extremadamente refrescante en su cansado y sudado rostro; ya pasaba del medio día cuando por fin terminó su entrenamiento matutino y el calor del sol le pegaba de lleno, incluso en un bosque lleno de árboles, aún podía sentir la elevada temperatura. Era una fortuna que su pueblo estuviese pegado a un río con un agua tan refrescante. Viendo el agua fijamente, con sus negros ojos, el chico no lo pensó dos veces antes de lanzarse a sí mismo al río; como esperaba el agua, fría y fresca, le sentó bien a sus cansados músculos. Trató de permanecer la mayor cantidad de tiempo sumergido en el agua, pero, después de unos segundos el oxígeno comenzó a escasearle y sus pulmones protestaron por ello, llevándolo a la superficie a toda velocidad mientras tomaba una gran bocanada de aire apenas tuvo oportunidad.

Saliendo del río completamente renovado, pero escurriendo de agua, se apresuró a sacarse las botas y los calcetines de sus pies, así como se retiró su camisa, para después exprimirlos y colgarlos en una rama de un árbol cercano. El azabache se lamentó de inmediato por haberse lanzado al agua sin pensar, pensó que habría sido mucho mejor si se desnudaba antes de lanzarse.

─ Ni modo ¿Qué se le va a hacer? ─ acercándose a la desgastada mochila que siempre cargaba con él, tomó un libro sobre el conocimiento básico de las artes sacras y una bolsa de panecillos que había tomado de su casa. Tenía alrededor de 8 años haciendo la misma rutina; salía de casa temprano para entrenar en el bosque norte y regresaba un poco antes de que se pusiera el sol, para tan solo robar comida de su cocina y tomar un par de libros de la biblioteca, para encerrarse en su habitación hasta el amanecer del día siguiente donde repetiría la misma rutina. Su familia se había acostumbrado a su ausencia al punto que su madre siempre le tenía lista esa desgastada mochila en la cocina con diferentes tipos de alimentos preparados, bebidas, ungüentos y vendas. Inicialmente ella había tratado de convencerlo que pasara más tiempo en casa, aunque sea para comer, pero llegó a rendirse al ver que él no daba su brazo a torcer, la misma situación había sucedido con su hermana. Él no entendía para que lo querían cerca, él era el niño demonio, un usurpador de su familia al que tuvieron que aceptar a regañadientes, no quería estar cerca de ellos, ya hacían demasiado dejándolo dormir en su casa y alimentándolo.

Aunque no supiera expresarlo, él ya estaba muy agradecido por las cosas que hacían por él; Midori siempre le tenía lista su mochila todas las mañanas, Suguha siempre se preocupaba por que en su habitación hubiese velas para que pudiera estudiar tanto como quisiera en la noche, consiguiéndoselas ella misma en la iglesia, y había visto que la biblioteca de Minetaka había aumentado sus volúmenes sobre los conocimientos básicos de los espadachines y las artes sacras. Los Kirigaya eran buenas personas, lo trataban tan bien a pesar de que era un intruso en su familia, por eso trataba de molestarlos lo menos posible y se aparecía lo menos posible por el pueblo, para no causarles problemas. Incluso ese día, estaba seguro que la bolsa de panecillos que estaba comiendo fueron hechos por Suguha especialmente para él, por el día que acontecía.

─ Feliz cumpleaños a mi…

Ese día por fin cumplía los dieciséis años ─ la mayoría de edad en el imperio Humano ─ tenía la libertad de decisión de irse del pueblo, al fin dejaría el pueblo de Rulid y partiría hacia el sur, a la ciudad de Zakkaria, que era la más grande del Imperio del norte después de la capital. Ahí se celebraba la Competición de Espadas del Área Norte de Norlangarth, reconocida por aceptar a cualquier persona con habilidades de espada, no solamente a los nobles. Participar en ese torneo y ganar era un excelente comienzo para él, alguien que no tenía familia. El torneo se celebraba el día 28 del décimo mes. Su cumpleaños estaba sucediendo el día séptimo, tenía veinte días para llegar a la ciudad de Zakkaria a partir del día siguiente; ya tenía una mochila relativamente grande lista, llena de un par de cambios de ropa, comida y otros insumos que creía que lo ayudarían en su viaje a pie.

Aunque el fondo no estaba siendo muy optimista sobre participar ese año; le faltaba lo más importante para sobrevivir, que era el dinero; nunca le pedía ni una sola moneda de bronce a sus padres y con el odio que las personas del pueblo le tenían, era imposible para él encontrar trabajo en cualquier parte. Una parte de él estaba resignada a pensar que ese año se dedicaría a conseguir un trabajo y sobrevivir en la ciudad, tal vez encontrar un maestro de la espada formal o conseguir una espada de metal verdadera para participar el año que viene. Era algo molesto para él tener que esperar un año, pero no podía evitarse.

Sacudió su cabeza como forma de despejarla de sus negativos pensamientos y concentró la atención en su libro. Ese día su entrenamiento vespertino sería más corto de lo usual para poder llegar a su casa a la hora de la cena e informarles a sus padres de su partida, el día siguiente al amanecer.

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Fuera de lo que había esperado; no tuvo reacciones positivas ante su partida.

Él creía que su familia, estaría aliviada de deshacerse del lastre que han mantenido durante dieciséis años. Pero en cambio; Suguha había comenzado a llorar por alguna razón que él desconocía, Minetaka solo se levantó de la mesa sin dirigirle una sola palabra y Midori mantenía su cabeza agachada, suspirando continuamente y con sus manos fuertemente apretadas en un puño por encima de la mesa.

─ ¿Por qué no pasamos a la sala a conversar un poco? ─ la serena voz de quien hasta ese día se había comportado como una madre se dirigió hacia él y hacia la chica llorosa a su lado. ─ Haré un poco de té, así que adelántense.

Viendo como la de cabellos tan negros como los suyos se paraba de la mesa ante lo dicho por su madre, él se apresuró a seguirla. Cuando ambos se encontraron solos en la habitación un silencio incómodo se instauro en el lugar, nunca había convivido con su "hermana" demasiando, su interacción se volvió aún más escasa cuando ella se volvió la aprendiz de la monja del pueblo, lo único que sabía de ella era que, era la persona que lo proveía de velas para leer por las noches así que no supo cómo actuar frente a ella.

─ Yo podría darle a onii-chan el amor suficiente ─ murmuró la chica que se había sentado a una distancia considerable de él.

─ ¡¿?!

No entendía a lo que ella se refería, o si de verdad escuchó bien lo que dijo, pero perdió su oportunidad de preguntarle porque de inmediato aparecieron sus padres; su madre cargando una bandeja con cuatro tazas de té y su padre cargando alguna cosa extraña envuelta en tela y amarrada con algunas cuerdas de cuero, cosa que puso en la mesa central del lugar sin decir una sola palabra mientras tomaba lugar y esperaba a que su esposa repartiera el té a todos los presentes.

No esperaba ese comportamiento extraño por parte de las personas que lo habían cuidado hasta ese día, tampoco esperaba que abiertamente celebraran su partida ─ no, con lo buenas personas que eran ─ pero esperaba encontrar alivio y aprobación en su decisión. No dejaba de preguntarse de que venía ese extraño comportamiento por parte de todos y esa frase extraña que dijo la chica un año menor que él…

El primero en romper el silencio fue el cabeza de la familia, Minetaka Kirigaya.

─ Siempre hemos sabido que este pueblo te quedó chico Kazuto…

─ Las personas no son las mejores en este lugar ─ la voz tensa de Midori interrumpió lo que su marido estaba a punto de decir ─ Nunca dudamos que cuando te sintieras listo, te irías de aquí buscando algo mejor.

─ Día tras día te hemos visto esforzarte y crecer por tu cuenta, por eso te pregunto ¿Tienes un camino que quieres seguir, hijo?

¿Hijo?

Fue una colosal sorpresa que, Minetaka Kirigaya se dirigiera hacia él de esa forma, nunca habían tenido mucho contacto desde que supo que él no era su verdadero padre, pero al ver los irises grises de Minetaka enfrentarlo directamente supo que realmente quería decir lo que había dicho, él hombre estaba tan serio que él tomo la misma actitud seria y le respondió de forma adecuada.

─ Me gustaría entrar en la Competición de Espadas del Área Norte de Norlangarth, que se celebrará el día 28 de este mes, planeo ganar y ser parte de la guardia de la ciudad de Zakkaria ─ aunque lo que le estaba diciendo al hombre mayor no era una mentira, tampoco era verdad, su verdadero objetivo era convertirse en un Integrity Knight pero no quería que lo juzgaran por ello, ya que era una posición de alto calibre que solo los nobles podían alcanzar con facilidad y, aunque no fuera imposible para él, si era algo extremadamente difícil.

─ Lo suponía; he visto la espada de madera que hiciste en tu habitación ─ por alguna extraña razón, lo dicho por su madre lo avergonzó y le hizo desviar la mirada. Jamás imaginó que la mujer estaba atenta a sus actividades.

─ ¿Sabes cómo vas a llegar a Zakkaria? ¿Sabes dónde vas a quedarte una vez que llegues? ¿Tienes dinero para hacer alguna cosa? ¿Tienes una espada de metal para entrar a la competición? ─ una por una, las preguntas de Minetaka Kirigaya lo estaban acribillando. Él sabía lo difícil que era ir a una ciudad nueva y todo lo que estaba en su contra, pero no se iba a rendir en su sueño.

─ Tengo un mapa con la ruta marcada para llegar a pie a la ciudad, tardaré alrededor de 5 días a pie y acamparé en la intemperie, lo primero que haré será encontrar un trabajo una vez que llegue y cuando tenga el dinero suficiente conseguiré una espada.

─ ¿Todo eso en veinte días?

─ No, probablemente me tome un año o más, aun así, lo lograré. No voy a retroceder en lo que he decidido ─ Después de su audaz declaración, levantó sus ojos obsidiana y miró directamente al hombre que lo cuestionaba para que viera que no carecía de determinación para alcanzar sus objetivos.

Ambos adultos asintieron en acuerdo al verlo tan decidido.

─ Ya sabíamos esto desde hace mucho, hijo. Por eso nosotros también nos hemos preparado ─ esta vez fue el turno de Midori de llamarlo de esa forma que era desconcertante para él ─ Hemos visto tu enorme determinación por convertirte en espadachín.

Después de decir eso, la mujer se levantó a su altura y le tendió una pequeña bolsa de tela, tenía la forma de una especie de costal en miniatura ─ Tómala hijo. Es una bolsa con dinero; tiene un par de monedas de oro, algunas de plata y suficientes monedas de bronce, Tengo fe en que podrás mantenerte con esto, por lo menos un mes, en Zakkaria si no gastas de más y cuidas tu dinero.

Tomó la bolsa que su madre le tendía con sorpresa, nunca pensó que recibiría ayuda y buena voluntad por parte de quienes hicieron un esfuerzo por criarlo y ser sus padres, aunque no tenían la obligación.

─ Esto también es para ti ─ el hombre tomó de nueva cuenta la cosa envuelta en la manta con ambas manos y se la tendió para que la tomara, al tenerla en sus manos pudo darse cuenta que era algo bastante pesado, pesaba más que las espadas de madera que él mismo forjó ─ Esa es la rama más alta del antiguo cedro Gigas que existía en este pueblo; como jefe del pueblo se me ha encomendado a mí. Se dice que como era la más alta, recibió mayor bendición de Souls-sama, mayores nutrientes de Terraria-sama y mayor poder por parte de Stacia-sama.

La sorpresa era grande en el joven de mirada obsidiana al contemplar la supuesta rama que tenía en sus manos. Aun así, el hombre continúo hablando, sorprendiéndole cada vez más.

─ Cuando llegues a Zakkaria busca a un artesano llamado Sadre, el montó su tienda ahí. Puede que el hombre esté un poco loco, pero podrá hacerte una buena y poderosa espada a partir del poder de esta rama. Y me debe un enorme favor así que, tendrá que hacértela gratis.

Las lágrimas se agruparon en sus ojos, tenía tanto agradecimiento hacia las personas que le estaban mostrando su apoyo a su manera, ellos siempre habían sido tan amables con él.

─ Muchas gracias ─ dijo el joven con voz ronca y con dificultad, gracias al nudo que mantenía en su garganta, producto de las lágrimas contenidas ─ Partiré mañana al amanecer.

Por las expresiones de ambos sabía que ellos esperaban más de él, que los llamara padre y madre, pero en ese momento no se sentía lo suficientemente digno para poder llamarlos de tal forma, incluso si ellos lo llamaron hijo.

Un día regresaré, como un Integrity Knight, y les agradeceré correctamente por haber sido unos padres tan maravillosos y amables.

Suguha que hasta ese momento se había mantenido callada y relegada en una silla se acercó a él y lo envolvió en un cálido abrazo. Un abrazo de una hermana.

A ti también hermana, cuando sea alguien digno te agradeceré por todo.

─ Vete a dormir Kazuto; mañana te vas a despertar muy temprano y tienes que estar descansado para tu largo viaje ─ fue la voz de Midori quien interrumpió su abrazo ─ No nos despediremos de ti mañana, para no retrasarte, lo haremos ahora. Ten un buen viaje, hijo. Espero que encuentres la felicidad.

Al darle sus palabras de despedida Midori le dio un cálido y amoroso abrazo, justo como su hija anteriormente se lo había dado. Él, por su parte, solo pudo dar una torpe reacción ante la cariñosa muestra que duró solo unos instantes, porque ella se separó de él y lo dejo inmediatamente frente a Minetaka.

─ Espero que cumplas tus sueños Kazuto y seas capaz de encontrar a alguien cuyo amor sea capaz de tocarte ─ No entendió sus palabras y mucho menos el abrazo que le dio posterior a estas, pero como sucedió con Midori, le respondió de forma torpe el gesto.

─ ¡Si! ─ inmediatamente que Minetaka lo soltó, él se inclinó hacia el hombre ─ Muchas gracias por todo hasta ahora.

─ Tan solo son nuestros regalos de despedida Kazuto. Ten cuidado por el camino. Hoy en día, Stacia-sama no gobierna este mundo, así que no sé qué clase de peligros puedas encontrar, pero tengo fe en que podrás con todo lo que esté a tu paso.

Al terminar esa pequeña charla Kazuto se fue a dormir, despertando muy temprano al amanecer para tomar sus cosas y partir, como le había prometido a la familia Kirigaya, no esperó despedirse de nadie.

Salió de su casa y se dirigió al camino principal para salir del pueblo, hacia el sur; a pie le tomaría cinco días alcanzar la ciudad de Zakkaria y no quería perder ni un minuto. Mientras sentía el peso de la rama atada a su espalda y la bolsa de monedas atada a su cinturón, que parecía algo más que físico, se prometió que también lucharía por esas personas y nunca olvidaría la amabilidad de los Kirigaya.

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─ ¡Esa maldita ha escapado de mí y ha conseguido nacer! ─ gritó fuertemente una mujer de cabellos color plata mientras lanzaba una copa de vino a la mesa más cercana, desperdigando todo su contenido.

─ Quinella-sama, mida sus palabras por favor, esta hablando de la diosa y alguien podría escucharla ─ la persona que le contestó fue la única que la acompañaba en ese lugar, su más fiel sirviente, Chudelkin.

─ ¿Cómo quieres que me calme? Por años he evitado que esa maldita de Stacia reencarne en el vientre de alguna de las sacerdotisas de Axiom y ahora resulta que ella pudo burlar mi autoridad y nacer en una familia de campesinos del sur.

─ Cálmese mi omnipotente señora, no sabemos si es ella en real-

─ ¡Claro que es ella! Sentí sus poderes divinos manifestarse, y no solo yo ¡El desgraciado de Bercouli también debió sentirlo! ─ envuelta en ira y desesperación la mujer no podía dejar de gritar.

─ ¿Entonces lo eliminamos?

─ No puedo eliminar a Bercouli, no seas imbécil, si pudiera hace mucho que lo habría hecho. Es al único que no puedo eliminar, además, la mayoría de los caballeros de la integridad siguen las órdenes de ese hombre; si lo elimino es el fin de mi autoridad.

Podía sentirse el odio de la mujer siendo palpable en la habitación.

─ Si sentí el poder desde el sur hacia acá significa que la mocosa ya debe de tener, al menos, seis años probablemente más. ¡Chudelkin!

─ ¿Si, mi señora?

─ Prepara un pequeño grupo de tus mejores asesinos y haz que vayan en busca de Stacia y la desaparezcan antes de que Bercouli y sus caballeros la encuentren. ¡Si ellos la encuentran será el fin de mi gobierno!

─ Entendido, mi señora ─ el sirviente dio la inclinación protocolar y se dirigió a la salida del lujo recinto, a cumplir las órdenes de su señora, dejándola sola en la espaciosa habitación.

─ No dejaré que me quites mi imperio, mocosa. ¡Yo soy la verdadera diosa de este mundo!

Continuará

Capítulo 3: La espada que contiene la bendición de la diosa.


Hello

Originalmente este capítulo iba a tratar sobre la competición en la ciudad de Zakkaria, pero sentía que me estaba saltando muchas cosas y obviando otras tantas, así que decidí atrasarlo por mas tiempo. Aun hay cosas que necesito que pasen antes de volver a Kazu un vigilante de la ciudad de Zakkaria.

Muchas gracias a las personas que están dedicándole su tiempo a esta historia, especialmente a SJZ77, JeBin1203 y Nadeshiko1227.

Nos vemos en la siguiente actualización

Shine~