Chat Noir mantenía levantada a Marinette elevándola centímetros por el suelo. Mientras sonreía por la profunda alegría que se adueñó de su cuerpo.

— ¡Eres mía! —Exclamó— ¡Mía, mía, mía!

Repetía con emoción, dando vueltas con frenesí. Entretanto Marinette reía.

Si fuera otro chico ya le hubiera dicho que ella no tenía dueño, que no era propiedad de nadie, que no era un objeto. No obstante era Adrien, era Chat Noir.

Era de quien estaba enamorada, era quien quería pasar el resto de su vida. La persona, la cual, con solo ver sus ojos verdes quería entregarle todo, su alma, su corazón, su cuerpo. Hasta su ropa interior ¡Bien! Eso no sonó romántico, aunque se podría decir que si un poco sensual.

— Soy tuya, gatito —Dijo posando sus manos a sus hombros, estabilizándose quedando prendada por sus ojos.

— My Princess —Susurró como si fuera su último aliento, antes de acercar su rostro hacia ella y besarla con ímpetu— Soy tuyo —Repuso al separarse— Todo tuyo... tu eres mi dueña como yo soy tu dueño.

Esas palabras como las recientes acciones ocasionaron que el corazón de Marinette incremente sus latidos y su cara se vuelva de una tonalidad carmesí.

De pronto las manos que la alzaban inocentemente por el aire, fueron a parar por su espalda tan arriba que por impulso las piernas de Marinette se pusieron alrededor de la cintura del gatito.

Los besos que eran dados en los labios. Comenzaron a repartirse en el cuello, orejas, barbilla, clavícula, hombros como otros lugares a medida de que exploraban más y más.

Iban tan cegados por los deseos que besarse se convirtió en un reflejo. En un instinto, ya no pensaban, solo actuaban. Iban tan ensimismados con cada beso y caricia que no salieron de ese estado hasta que Marinette sintió como los dientes de Chat Noir se clavaron en su cuello. Brindando una sensación electrizante al hincar sus colmillos en su piel.

— ¿Me mordiste? —Esos ojos azules lo miraban como si no pudiera creer lo que había hecho. Chat Noir se encogió de hombros antes de contestar: "Marco mi territorio"

¿Era un vampiro?

Se preguntó Marinette sintiendo la zona palpitante por la mordida.

— Si querías eso, podrías... —Comenzando a sonrojarse por lo que iba a decir— Hacerme un chupón —Terminó con su corazón latiendo a mil por hora.

Chat Noir sonrió, mientras esos ojos verdes brillaban en la oscuridad, para luego, pasado un segundo pusiera su boca en su hombro y comenzara a succionar. Por tanto tiempo que Marinette pensaba que lo estaba haciendo un chupa cabras y no su novio.

Al rato y en ese mismo sector, la mordió, para incredulidad de Marinette.

— ¡Deja de morderme! —Exclamó con la cara roja sintiéndose ultrajada.

— ¿Por qué? —Preguntó con la voz ronca y mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja —Estoy marcando mi territorio, My Princess —Y ahora sus garras se deslizaban por debajo de su remera, arañando su espalda sin meditar.

¡Mierda!

Mascullo la joven en su mente, al sentir como esas acciones generaban una sensación electrizante, estando segura que luego de esto iba a parecer que un gato salvaje la había atacado y... ah... ya imaginaba como la iba a atacar...

Mientras Marinette comenzaba a mover lentamente sus caderas en esa posición. ¡Lo quería! ¡Lo quería ahora! ¡Quería que fuera suyo! ¡Quería ser de él!

— Y-ya no aguanto —Murmuró sintiendo que las caricias, mordidas, chupones eran una tortura, entretanto comenzaba a deslizar sus manos en los cabellos del gatito con desesperación.

El gatito sonrió de forma ladeada, antes de volverla a morder, antes las plegarias de Marinette de que pare con eso y comience la acción. Lo que no sabía es que Chat Noir quería marcarla toda la noche. Él tenía una regla simple, si tiene una mordida ya tiene dueño.

Y el quería morderla en cada lugar de su cuerpo. Para la impaciencia de su Princess ya habría tiempo para dejar su huella.