Los personajes de Naruto no son míos, son de Kishimoto... la historia si es de mi imaginación

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ARGUMENTO

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La teoría de los seis grados de separación es una hipótesis que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces), algo que se ve representado en la popular frase "el mundo es un pañuelo".

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Según esta teoría, cada persona conoce de media, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela, a unas 100 personas. Si cada uno de esos amigos o conocidos cercanos se relaciona con otras 100 personas, cualquier individuo puede pasar un recado a 10.000 personas más tan sólo pidiendo a un amigo que pase el mensaje a sus amigos.

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PRÓLOGO

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Naruto, Hinata-sama esta dispuesta a morir por ti.

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Otra vez se había quedado dormido en su escritorio y, otra vez, había soñado con la muerte de Neji, su amigo, el genio Hyuga, cómo había podido ser tan estúpido y no haberse dado cuenta, Neji se sacrificó por él, pero por ser el amor de Hinata, no por ser un salvador.

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Neji amaba tanto a Hinata que sacrificó su vida para que él, Naruto, se dignara a voltear a verla, para que se comprometiera a estar con ella. Cuando ella casi muere por protegerlo en la batalla contra Pain, él, el supuesto héroe de Konoha, Naruto Uzumaki nunca tuvo los pantalones de responderle, es más, ni siquiera lo recordó, y todo porque Sakura llegó a abrazarlo y esa fue la dicha más grande que una vez sintió.

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Tenía que dejar ya toda esa tontería, sólo se arruinaba más la vida. Él había elegido a Hinata después de que se dio cuenta del amor de ella por el genjutsu de aquél sujeto de la luna, el sentir que perdería el único amor que siempre fue destinado para él, le hizo sentir asustado y con miedo por primera vez. La vio tan frágil y hermosa. La amaba sin duda, pero algo estaba sucediendo.

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Hinata no era la misma. Boruto ya se lo había hecho notar.

Mamá está distraída, ajena, suspira por todo, ¿qué le hiciste viejo? Seguramente es tu culpa por no estar nunca en casa. A mi ya no me importas viejo.

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Cómo le habían dolido esas palabras de su hijo, su sangre, su reflejo. Cuándo es que se había convertido en un hombre aburrido, su sueño de ser Hokage no había sido más que una ilusión, era lo que tanto había anhelado, el reconocimiento de la aldea, tener una familia pero aun así algo faltaba, quizás, dentro de todo, el no haber conseguido la única cosa que deseaba le impedía cerrar ese círculo maldito del destino.

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Sakura, su querida amiga, obsesionada con un hombre que no está con ella, que tuvo que perseguir y sabrá Dios que tuvo que hacer para engendrar a la única hija que tuvieron.

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Persiguiéndolo como siempre lo hizo, perdió su dignidad. Y cómo la había amado él, porque a pesar de que ella le dijera que únicamente fue una tonta rivalidad con su amigo-enemigo, él bien sabía que nunca fue así, él, el séptimo, hubiera dado la vida por ella, por su Sakura-chan, aquella que le impulsó a su ahora esposa a declarársele y claro que por mucho, Hinata había superado sus expectativas de lo que era una madre y una esposa. Convirtiéndose, Hinata, en una mujer fuerte, digna y conservando esa elegancia de su familia.

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Sin embargo, ese dolor al ver a su Sakura, convertida en una mujer sola, criando a una hija sola, aferrada a algo inexistente, le causaba mucho dolor e impotencia, porque nadie, excepto Sakura evidentemente, podría evitar darse cuenta de que Sasuke, en lo que menos piensa, es en ella.

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Sasuke, su hermano, su amigo y enemigo. Cuánto luchó por regresarlo al camino que él creía correcto, ahora se arrepentía, quizás si él, Naruto, le hubiese dejado en libertad, Sasuke hubiera encontrado su camino y un verdadero amor, pero ahora, Sasuke prefería vivir viajando, investigando o buscando cualquier pretexto para no estar en Konoha, sin duda, él no consideraba ese lugar como su hogar, a pesar de que ahí se encontrará su única descendiente.

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Cómo era posible que aquel hombre que moría por restablecer su clan, su apellido, únicamente hubiera tenido una sola hija, que al casarse en el futuro perdería ese apellido y, sin duda su kekkei genkai se extinguiría con el tiempo y las mezclas.

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¿Qué extraño? Por qué de pensar en su Hinata-chan, se habían ido sus pensamientos hasta Sasuke.

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Es mejor ir a casa, se dijo, ha sido demasiada reflexión, y quiero ir a ese lugar, donde tengo una hija que me ama, un hijo que a pesar de todo me busca y, por todos los dioses, ver a esa mujer hermosa que siempre me espera con una sonrisa plasmada en su rostro.

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Caminando por las calles de la aldea que tanto amo y he jurado proteger, me doy cuenta de todo lo que ha cambiado la vida desde que era un niño al hombre que ahora soy.

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Llegar por fin a casa es un deleite, cuantas veces he preferido quedarme a dormir en la oficina, evitando disfrutar mi vida marital sólo por la culpa que he sentido por la vida de Sasuke, me he adjudicado sus deseos de estar fuera como si fuese algo que yo le haya pedido.

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Claro que hay misiones, pero no de años y años lejos de la familia.

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Pero ya no más, quiero recuperar lo mío, lo que esta vida me dio, y ser feliz y hacer feliz a los que me aman.

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Todo está oscuro, paso primero a la habitación de mi bella Himawari; tan dulce y auténtica, con su carácter noble y su impresionante fuerza. Le doy un beso en la frente y sonrió al escucharle susurrar mi nombre. Amo a esa pequeña.

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Boruto esta desparramado en su cama, su habitación ordenada a pesar de ser un jovencito, sin duda eso lo sacó de su madre. Le digo un —te amo hijo —, y soy feliz al verle sonreír, me tranquiliza que me escuche en sueños, o bueno, eso quiero pensar.

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Finalmente, llego a mi recámara, la silueta perfecta de mi esposa reposando es hermosa, Dios, cómo he podido perderme de tanto, será que en verdad únicamente he vivido lamentándome por otros en lugar de aprovechar lo que se me ha dado con tanto sacrificio.

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Mi querido amigo y genio, Neji Hyuga, te hablo a ti mientras me recuesto a un lado de ella, de la mujer que tengo a causa de tu sacrificio, perdóname por no haber estado al pendiente de Hinata, pero prometo que no volverá a pasar, ahora no la descuidaré por lo que resta de mi vida.

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Respiro su aroma mientras pierdo la noción gracias al cansancio, entre penumbras, escucho algo en mi cabeza. Que me dice…

Ya es tarde.

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