Capítulo 10 - Epílogo

.

.

.

-E-e-estas aquí…-Logré decir aún incrédula.

-¿Acaso no esperabas que lo estuviera?

Me acercó más a él tirando de mi muñeca. Me quedé muda y abochornada al sentir como sus brazos pasaban a rodearme en un abrazo acogedor y protector. Escondió la cabeza en el hueco de mi hombro a pesar de que era más alto que yo. Intenté hacer lo mismo, correspondiendo aún renuente el abrazo después de todo lo que nos habíamos dicho. Pero aquello… se sentía tan bien…

Era como si no quisiera soltarme nunca… y yo tampoco quería que me soltara…

Me entró un poco de frio en el cuerpo a no bajar a la calle con abrigo a esas horas del día, y me apegué más a su pecho para entrar en calor. Sonreí bobamente y sonrojada escondiendo parte de mi rostro en su pecho.

-Ya no sé qué esperar, y más después de todo lo que ha pasado últimamente…-Susurré sin separarme de él.

-Marinette… Yo…-Vaciló mientras yo suspiraba más calmada de los nervios al notar que no era la única en esa situación…

-Lo sé… Sé que fuiste tú todo este tiempo…

-¿Has…has leído la carta?

-¿Cuál de todas, señor "Chat Noir"?-Dije divertida apretando más mi abrazo con él.

-Marinette… No me lo hagas más difícil por favor…-Manifestó realmente apenado y frotando un poco su cabeza con la mía. Aquel gesto tan infantil y aparentemente insignificante, me transmitía la confianza creciente que había entre ambos.-Me-me refiero a la última…-Reí enternecida ante su tono tímido como nunca le había escuchado.

-Oh… ¿Esa en la que decías que te atormentaban los celos?-Dije divertida alzando la mirada para que me mirara a los ojos. Quería ver su expresión como si fuera algo de urgente necesidad.

-¡Marinette!-Reclamaba cuál niño pequeño cuando le ponían en evidencia por algo vergonzoso. A su vez, también apretó su agarre en mí por la cintura, no dejándome apartarle de mí para ver sus ojos, pues aún seguía escondiendo la cabeza en mi hombro.-Pensé que no la leerías… Nunca te había visto tan enfadada conmigo y temí que no quisieras volver a hablarme…

-Sí la leí… aunque no me hizo falta leerla para saber quién eras ya. Lo descubrí hace tiempo. Aún sigo enfadada contigo. Esta mañana te dije todo aquello a posta porque quería dejarte en evidencia y por un momento lo logré hacer. Quería que me lo dijeras al fin así, en persona, y no a través de un papel… Pero…

-¿Pero?-Preguntó temeroso mientras sentía como sus manos temblaban sobre mi ropa cuando me abrazaba.

-Pero… si pensaba antes que estaba enojada contigo porque has tardado en decírmelo, creo que estoy más molesta ahora por el hecho de que estuvieras celoso de Nathaniel.

-Hace tiempo me contaste que te confesó sus sentimientos… Te vi sonreír y hasta sonrojarte con él en la escuela… ¿Cómo piensas que iba a reaccionar? ¿Sabías quién era ya entonces? Por un momento, al veros así, temí que confundieras quién era "Chat Noir" y…

-Si bien creo que me sonrojé, fue porque Nathaniel me hizo acordarme de ti cuando me dijo que me quedaba muy bien mi tiara.-Reí divertida ante sus nervios y conclusiones apresuradas a medida que su agarre sobre mí se reducía.- Por Dios Adrien, si estuvimos hablando sobre una actividad de plástica que vamos a proponer a los de la clase para decorar el aula.

-No me gustó aun así… Estos días parecías tan alicaída y confundida sin saber por qué, que al veros así juntos pensé que ya no tenía oportunidad y que todo el asunto de las cartas no había hecho nada más que cansarte.

-De ser así, ¿no crees que me hubiera deshecho de todas tus cartas, flores y hasta de la diadema?

-¿No lo has hecho?- Preguntó incrédulo, ahora sí, con la espalda recto, en alto y mirándome fijamente.

Ups…

¿Cómo se me había podido escapara ese "pequeñito" detalle?

Ahora fui yo la que escondió el rostro en su pecho para que no me mirara divertido por mi reacción y revelación accidentada.

-¿Cómo lo descubriste de todas formas?-Dijo cambiando de conversación para mi alivio después de que únicamente asentí contra sí.

-Dejaste muchas pistas por el camino en tus últimas misivas… y digamos que… Alya me ayudó un poquito a apreciar con más detalle… como te veía realmente…

-¿A qué te refieres con eso?

-Bueno… Quizás… No digo que fuera así… O tal vez… Solo puede…que…sin darme cuenta… ya hacía tiempo que… ¿te consideraba más que un amigo?-Logré decir finalmente sin lograr tener mucha coherencia y tragando profundo saliva.

Me separé un poco de él. Estábamos frente a frente aunque separados, y no sabía concretamente si él me miraba con sorpresa o con fascinación.

-¿De-de verdad?-Logró articular incrédulo.

-No te mentí cuando te dije cuando salimos el otro día que empezaba a interesarme Chat Noir… pero después de leer con más detenimiento tus cartas… tus sentimientos… fue que me di cuenta de que yo también sentía esas cosas y desde hace tiempo por alguien más… y eras tú… No me había dado cuenta de ello hasta ahora.

Tomándome del mentó y acariciando mi mejilla derecha, se redujo de nuevo nuestra proximidad hasta que colocó su frente contra la mía. Su aliento chocando contra mi rostro y mezclándose con el mío me desorientó por unos instantes.

-Todo lo que te dije en esas notas era cierto. Me encantaba saber, cada vez que me levanta temprano en las mañanas para dejarte una carta o flor nueva, que sería yo quien te haría sonrojar y confundir tu corazón de alguna manera. Eres única, siempre me has apoyado en todo… y no soy capaz de ver a nadie más para mí en mi vida que no seas tú…

-Eso suena a algo que me diría Chat Noir en sus cartas…-Sonreí mientras intentaba rememorar alguno de sus versos para no perderme en mi mundo con sus palabras bonitas, su caricia con el dedo pulgar por mi mejilla su penetrante mirada esmeralda…

-A partir de ahora… que sea algo que diría Adrien…-Terminó por decir en susurro para finalmente hacer aquello que llevaba un buen rato rondando por mi cabeza ante su cercanía.

Primero besó largo mi frente, como tantas veces había hecho con cariño. Luego me dio un gracioso beso estilo esquimal que me resultó espontáneo y único como él. Y finalmente, mientras entrecerrábamos un poco los ojos, posó sus labios sobre los míos tomando con su otra mano por la nuca.

Esta después descendió por mi cuello y espalda hasta descansar en la parte baja, pegándome más a él. Al principio solo fue un simple roce. Era diferente a cualquier cosa que me hubiera imaginado para mi primer beso…pero realmente… lo sentí especial… Se apartó segundo de mí para cambiar la posición de su cabeza y volver a rozar sus labios con los míos, dando especial atención a mi labio inferior. Apenas había sido nada lo que habíamos hecho y ya creía que me faltaba el aliento. En ese momento comprendí lo que decían tantas chicas en las novelas sobre sentir "mariposas en el estómago". Era como si algo me arrasara por dentro sin pausa ni retorno. Quería pararlo debido a lo abrumador que resultaba y al mismo tiempo no quería separarme de él ni un solo instante. Se me formaba un nudo en la garganta. Quería contarle tantas cosas sobre cómo me sentía, y me sentía incapaz de hacerlo o siquiera de poder expresarlo bien. Me alcé de puntillas mientras una de mis manos rodeaba su cuello para sostenerme de él y estar más cerca.

Si eso era amar… Si por fin había encontrado el amor con Adrien…

Ahora que sabía lo que era no quería dejarlo marchar.

Me daba igual todo lo demás; mis inseguridades; las burlas de nuestros amigos al llegar el próximo día a clase cogidos de la mano o el miedo a lo que vendrá o si funcionaría aquello o no.

Di unos pasos hacia atrás arrastrándole conmigo hacia el interior del portal de mi edificio, y tras encajar un poco la puerta, el me alzó el mentó. No me esperé su acto repentino cuando abrí la boca un momento y sentí como su lengua se metía en mi boca, jugando a acariciar los contornos de mi mandíbula por dentro, mi propia lengua y hasta el paladar superior profundo creyéndome incapaz de sentirme mejor entre sus brazos. Los movimientos eran torpes. Estábamos nerviosos y no sabíamos cómo actuar. Intentaba aferrarme a él jugando nerviosa con mis dedos y su cabello por el nacimiento de la nuca y por momentos yo era también la que lograba sorprenderle, apartándome a veces divertida, y otras sofocada para ser la que le robaba un simple pico un beso profundo, siendo seguida siempre y acompañada por él. Acariciaba mi rostro, pero también mi cabello, sintiendo a veces que me faltaba la llegada de sangre al cerebro.

Perdí la cuenta del tiempo que permanecí así, junto a él, después de que, con la respiración errática me apoyara sobre su pecho y éste apoyara su espalda en la pared. Me rodeaba en un acogedor abrazo aún por la cintura. Jamás podría cansarme de estar de esa manera con él.

-Te quiero-Me dijo en un susurro al oído.

Finalmente había escuchado de su boca las palabras que tanto había anhelado oír. Y no podía estar más satisfecha de ello. Él era increíble… y me hacía sentir increíble…

-Yo también te quiero.-Logré decirle al final demasiado contenta mientras me besaba la coronilla.

-¿Querrías salir mañana conmigo? No tengo nada que hacer…-Me peguntaba con calma y dulzura viéndome a los ojos mientras me acariciaba el brazo.

-¿Eso sería una cita?

-Depende de si mi "novia" acepta la oferta.-Su sonrisa socarrona me resultó contagiosa, pero tenía que admitir que más me había encantado el título y nuevo nombre con el que me había llamado.

-No sé… Tengo que plantearme si mi "novio" se merece esa cita después de la escena de celos que me ha montado hoy frente a todos.-Manifesté haciendo la tonta y mirando a otro lado con el dedo índice en el mentón.

-Eres mala conmigo.-Río ante mi broma.

-¿No eras tú quién se consideraba un gato con mala suerte?-Dije respondiéndole cómplice mientras acariciaba la tela de su chaqueta y aprovechaba para colocarle el cuello bien.

Fue en ese momento que noté una cadena metálica alrededor de su cuello. Tanteé entonces mis bolsillos en busca del objeto que me había metido en el bolsillo del pantalón antes de que Adrien me sorprendiera al principio en la calle.

Al sacar finalmente el colgante que le había obsequiado, fue que lo acerqué a él, mientras me miraba sonriente, y lo encajé con la pieza que llevaba colgando en su cuello.

Coincidían.

A la perfección.

El Yin y el Yang…

-¿Te gustó?-Preguntó curioso ahora colocándose los brazos cruzados tras de la nuca y aún apoyado en la pared.

-Sí…mucho…-Sonreí viendo como la esfera encajaba a la perfección.- ¿Pero… por qué quisiste obsequiarme esto esta vez?- Cuestioné intrigada.

-Me gusta lo que simbolizan.-Respondió tomando de mis manos ahora él los dos colgantes encajar y observándolos con encanto.- Aunque opuestos, son dos partes de una sola. Forman del conjunto una unión; el equilibrio perfecto… y lo más importante…

-… no pueden estar el uno sin e otro…-Terminé yo por él.

Debido a sus clases de chino sabía de su fascinación por la cultura oriental y ese símbolo era propio del taoísmo. Sonrió besando mi mejilla y terminó colocándome el colgante alrededor de mi cuello.

-Tienes razón… Están hechos el uno para el otro, ¿no crees, my lady?-Respondió guasón y guiñándome un ojo.

-Gato tonto…-Respondí meneando la cabeza resignada y con poniendo los ojos en blanco.

Aquella noche Adrien la pasó en mi casa y cenó conmigo y con mis padres. No dijimos nada sobre lo nuestro y actuamos normales, pero creo que al final mis padres, pese a saber que tenía una amistad con él de hace años y no era la primera vez que estaba en casa, ya se olieron algo sobre lo que se había dado entre nosotros. Por mi parte solo podía decir que no me podía resistir a mirarlo cada vez que tenía oportunidad mientras lo veía conversar con mi padre mientras ayudaba a mi madre en la cocina con la cena.

Al día siguiente en la escuela las felicitaciones de Alya y Nino no se hicieron esperar cuando nos vieron encontrarnos y tomarnos de la mano mientras él besaba mi mejilla con cariño. Chloe estuvo más rabiosa que nunca aquel día, pero eso era irremediable.

Al mismo tiempo que todos vieron que empezamos a salir, las cartas y flores de mi supuesto "admirador secreto" desaparecieron. No fue de extrañar que al final todos sumaran dos más dos para llegar a la conclusión de que Adrien todo ese tiempo había sido el emisario de aquellas muestras de afecto hacia mí.

Lo que nadie sabía. Es que nunca dejaron de cesar a pesar de que ya no fueran en la escuela. Cada vez que tenía oportunidad, me regalaba un rosa mientras salíamos de paseo a cualquier lugar de París en sus días libres. Y cada noche, fuera por mensajes o por video-llamadas hasta altas horas de la noche con cascos puestos, me leía versos o me mandaba melodías dulces que para mi sorpresa tocaba el mismo al piano.

Alya tenía razón cuando me decía que era demasiado cursi en ocasiones. Pero me había enamorado así y no lo cambiaría por nada. Con o sin sus defectos.

Yo era su Yin y él era mi Yang…

Yo su princesa y él mi caballero de brillante armadura…

Yo su luna en las noches y él mi sol en el día…

Yo su musa y el mi poeta romántico…

Y todo… por unas sencillas "cartas anónimas"…

.

.

.

¿Qué somos?

Dos almas que se encontraron después de millones de años,

el latido más fuerte del amor,

aquello que no se cuenta, que se vive.

Somos un instante que nos alegra la vida,

la sonrisa que se lleva en la mirada.

Somos una poesía escrita en el viento,

la melodía silente que solo nuestros corazones escuchan,

la caricia invisible de la felicidad,

dos locos con camisas de fuerza en cada abrazo,

el beso que nadie entenderá ,

un suspiro que inquieta los días, que calma la noche.

Somos intensos como el sol, brillantes como la luna.

Somos la historia que hará eco en la eternidad.

.

No me conformo con un beso;

quiero besarte el amor a diario.

No me conformo con una noche;

quiero todos tus amaneceres.

No me conformo con tu cuerpo;

quiero morir en tus brazos.

No me conformo con tenerte a ratos,

quiero amarte todo el tiempo.

Me conformo con tu vida,

y quiero pagarte con la mía eternamente.

.

.

.

FIN