Karma
Disclaimer: Boku No Hero Academia pertenece a Kohei Horikoshi. Ninguno de estos personajes me pertenece solo la historia a base de ellos.
ADVERTENCIA:
1. Kacchako. Si no te gusta dale retroceder por favor.
2. Lenguaje fuerte y contenido sexual explícito.
Capítulo 9
— ¿Y entonces? — Preguntó ella, acariciando cada lugar que pasaba con la yema de los dedos. Sus ojos inquietos recorriendo las instalaciones en busca de algo.
Las personas presentes notaron la tensión entre ambos, mirando de reojo la pequeña charla, mientras cumplían sus rutinas de ejercicios.
— ¿Entonces qué? — Había devuelto una respuesta arrogante. Sus ojos se entrecerraron al notar la diversión pintada en los de aquella mujer. La detestaba, no necesitabas ser un genio para entenderlo. Solo bastaba mirar la expresión dibujada en su cara, digna representación del más profundo odio en su ser.
—¿Por qué tan hostil, hermanito? — Volvió a preguntar con esa voz melosa que fingía inocencia, pero no le convencía ni un poco.
—No me vuelvas a decir así. No somos hermanos, Toga. Si no tienes más para hacer que venir a joder en mi gimnasio, lárgate ahora mismo. — Sentenció, y la mujer rió suavemente. Lo estaba disfrutando. De pronto, sus ojos celestes se volvieron negros y toda esa mascara mal actuada de niña amable se borró, mirándole con seriedad, logrando que su estómago se contrajera y apretara los labios, nervioso.
— No, te equivocas, los que se van a largar son ellos. — Señaló con el dedo índice a todos los clientes que miraron curiosos su orden. — ¡Qué mierda miran! ¡Largo! — Gritó con una voz ronca, que hizo estremecer a medio lugar y tomar sus pertenencias para salir en el acto. Algunos sumamente ofendidos exigieron un reembolso al salir provocando que Bakugo maldijera por lo bajo. El negocio no estaba yendo bien y como cereza al pastel aparecía la dueña de sus pesadillas, el dolor en su pecho y sus más grandes temores. La única persona en el mundo que le provocaba terror, eso era Toga Katsuki.
— Qué d-demonios quieres. — Dijo a duras penas, tratando de controlarse y no caer en su juego. Toga caminó lentamente hacia él. El tacón numero 15 que traía sonaba a ecos en las instalaciones, alterándole los nervios aún más.
— He venido, porque extrañaba mi hermoso Japón. — Su voz dulce fingida, apareció de nuevo y Bakugo hizo una mueca. — Es broma, no lo extraño ni una mierda. Estaba en Milán, la semana de la moda fue hace poco y una amiga me invitó a modelar aquí. — Bakugo tragó grueso, ella se quedaría mas de lo pensado, quizás una temporada, no quería eso. Por supuesto que no.
— ¿Y eso en qué carajos me incluye a mi? Pudiste irte al hotel más caro de Tokio, pero preferiste venir aquí a molestar. Regresa por donde viniste. No eres bienvenida, por obvias razones.
— Por obvias razones, estoy aquí. — Respondió ya frente a él, sus pestañas rubias y largas se movieron en un parpadeo coqueto, los labios formando una sonrisa traviesa. — Estás más apetecible que la última vez que te vi. Ya cinco años de eso, hermanito.
El pulso de Bakugo fue en aumento, "apetecible" esa palabra incluía muchas cosas, muchas de ellas o todas, quizás, desembocaban en sus traumas y el escudo con el que protegía su fragilidad. Asqueado retrocedió un par de pasos poniéndose en guardia.
No la quería cerca, ni un centímetro más, recuerdos de su infancia y la universidad antes de que desapareciera de su vida a la fuerza, cuando decidieron que necesitaba ayuda medica, azotaron su mente y se tambaleó quedándose sin aire. Se sentía ridículo, sus ojos miraban un punto incierto y solo quería huir para no tener que verle la cara, para no sentir como sus finos dedos acariciaban su pecho y delineaban su piel. Esa mirada de lunática que tanto le alteraba los sentidos, su perfume a flores muertas, su locura, toda ella; no la quería cerca nunca más.
— V-vete por favor.— Pidió patéticamente, empujándola con las pocas fuerzas que creía tener. De pronto se sentía como aquel niño de ocho años mirando como su hermana desollaba vivos los animales que cazaba junto al río por las tardes. Su estómago se revolvía y de pronto sentía mareos, quería huir lejos, pero sus piernas no parecían responder.
— Tan ridículo como siempre.— Sonrió complacida— No sabes cuanto amo eso de ti. Tu sumisión solo para mí y el miedo que tienes cada que te miro de esta manera. ¿Estás rememorando nuestro pasado ahora, Katsuki? No sabes cuanto te extrañaba. — Sus labios se abrieron buscando los suyos y esa fue la gota que derramo el vaso. De un empujón la alejó de si y huyó corriendo a toda velocidad por las escaleras, temblando, tropezando. Luchando inúltimente por no llorar. Patético, mil veces patético.
— ¡Convencí a nuestros padres de quedarme en casa por estos días! — Salió con calma de la puerta tras él. Rió a carcajadas cuando Bakugo se volteo a mirarla, incrédulo. — O quizás para siempre. — La mandíbula de Katsuki cayó al suelo.— He venido a recuperar todo lo que es mio.
—¿Todo?
— Todo.
—
El reloj marcaba las doce pasados veinte minutos, y Todoroki junto a Midoriya se empezaban a impacientar. Ochako no se había comunicado con nadie, y las sesiones de fotos ya estaban por empezar. Todos los modelos terminaban de ser maquillados vestidos y aguardaban las ordenes para empezar a trabajar.
— ¿No se comunicó contigo Momo?
— No... — Suspiró y revisó su celular, sus mensajes seguían sin ser contestados. Llamarla era inútil porque sonaba ocupado. Todoroki miró la hora en su reloj y Hatsume apareció con sus modelos lista para empezar.
— Todo listo. En diez minutos iniciamos. — Anunció, y Midoriya se quedaba con la garganta seca. Los ojos de la pelirosa se posaron en él arqueando una ceja. En serio había amado a esa piltrafa? Qué vergüenza, Todoroki a su lado era un dios y el no llegaba ni a sirviente. Menudo contraste.
— Della Russo está en su camerino, saldrá en cuanto empiecen las sesiones de fotos, ¿donde está la señora Midoriya?
— Aquí. — Respondió con voz firme. Apareciendo por los pasillos entrando al gran salón. Su figura perfecta y su apariencia impecable dejó sin aliento hasta a los mismos estilistas y fotógrafos que voltearon a verla, boquiabiertos.
— ¡Pensé que no llegarías nunca! — Exclamó con alivio el pelinegro y la mujer le dedicó una mirada cargada de odio.
— Tenía asuntos pendientes. — Ignoró su saludo y reverenció a cada presente omitiendo a Midoriya que le escaneaba sin creer lo que estaba viendo. ¿Hace cuánto que Ochako no se vestía así? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que siquiera se atrevió a mirarla a detalle? Era la misma mujer, pero diferente.
Todoroki por su lado tragó grueso y se acomodó el nudo de la corbata para guardar compostura, pero una mirada de esos ojos enormes bastaron para que se tensara. Hatsume y Momo rodaron los ojos.
— Bien, no falta nada y estamos a tiempo, ¿dónde esta la directora Dello Russo? — Pidió saber Momo y Ochako asintió secundando la pregunta.
— En su camerino. — Hatsume informó y los presentes suspiraron.
— Perfecto, hablaré con ella antes de iniciar. — Miró su reloj. — Tengo cinco minutos, es suficiente. Midoriya la miró una vez más y solo pasó de largo ignorándolo de nueva cuenta.
En su labor como relacionista publica debía conocer a cada alto mando que trabajaba a la par con su empresa, por consecuencia Ochako era bastante popular en Japón.
Desde amigos en la alta sociedad japonesa hasta el propio presidente eran solo algunas de las personas con las que Ochako había tenido la oportunidad de codearse, y su carrera iba en ascenso. Se sabía el nombre de casi media industria en Japón, sus conexiones y las inversiones que hacían, por lo tanto no le tomaba mucho tiempo ganarse la confianza de las personas.
Sabía que decir como decirlo y a que momento hacerlo. Amaba su trabajo aunque le demandara horas extras de su vida que no recuperaría jamás.
Pasando por los pasillos se cruzó con una de los modelos. Era exótica, tenía cabello rubio y lo había sujetado en dos chongos a cada lado de su cabeza, su maquillaje tenía mucho brillo, logrando que se viera como una especie de sirena. La miró por un segundo y ésta le reverenció educadamente con una sonrisa dulce. Era muy hermosa, pero demasiado delgada para su gusto. Tampoco era asiática, era totalmente extranjera. Sus pecas, ojos grandes de doble párpado y sus mejillas coloradas naturalmente, la delataban. Devolvió el gesto y paso de largo hasta el camerino, sin fijarse en la mirada intensa que se clavaba en su espalda.
— Estoy lista — Avisó la mujer a Hatsume que sonrió maravillada ante el glorioso trabajo que había logrado con ella. Era la modelo principal y personalmente se encargó de dejarla lista para la sesión.
—¿Qué opinan? — Preguntó la mayor tomando a la rubia de la cintura. — ¿No es hermosa? — Los presentes asintieron y el staff se puso de pie dando una ronda de aplausos sonoros ante el gran talento de Hatsume y la belleza de la modelo. Sus ojos se posaron en los de Midoriya, demasiado intenso. Como flechas cubiertas de veneno dulce, escondidas tras una mirada encantadora.
— ¿Como te llamas? — Preguntó Todoroki sorprendido, era realmente preciosa, desprendía un aura angelical nato, Hatsume siempre conseguía las mejores modelos. Sin embargo algo no le cuadraba. Como buen observador notó la mirada insistente que posó en Izuku desde que cruzó la puerta.
— Toga. — Dijo con una sonrisa angelical. Todoroki asintió.
— Toga. ¿Tu apellido? — Se cruzó de brazos. La mujer llevó sus delicadas manos sobre su boca y rió bajito.
— Es un secreto. — Susurró, pasando por su lado. El peliblanco arqueó una ceja y la mujer solo reverenció y se dirigió al estudio de fotografía dejándole con una sensación extraña.
—
Katsuki era un manojo de nervios. Dejó el gimnasio encargado a un aprendiz y salió en busca de quién sabe qué al centro de Tokio. Su celular sonó y casi se le cae de las manos cuando leyó el número en la pantalla.
— ¿Ochako?
—Hola Katsuki, tenemos pendientes por resolver.
— ¿Dónde mierda estuviste? ¡Llevas desparecida casi una semana! — El auto dobló una intersección y ahora tenía muchos más autos compartiendo su misma carretera. — ¿Pendientes por resolver? — Arqueó una ceja. Una mujer rubia pasó por la acera contigua y su pulso se aceleró. La firmeza de su conducir mermó por un instante suficiente para que el auto casi se impactara con uno que pasó por su lado.
El conductor sacó casi todo el brazo por la ventana para sacarle el dedo medio.
— ¿Por qué suenas tan nervioso?
— Mi vida se acaba de ir a la mierda. No soy yo mismo en estos momentos, estoy jodido Ochako.
— ¿A qué te refieres con eso?
— No tiene importancia. — Si, si la tenía.
Estacionó al lado de un Starbucks. Las personas en las calles lucían tranquilas en esa zona. Tiendas de ropa femenina y familiar apiladas en fila durante casi toda la cuadra, dentro de ellas gente viviendo su día a día. Sonriendo, hablando tranquilamente. Por un momento quiso ser una de ellas. No quería ser él mismo, al menos no si Toga había vuelto para quedarse.
«He vuelto a recuperar lo que es mío»
¿A qué demonios se refería con eso? Tembló de recordar que él fuera una de esas cosas.
Sacó un cigarillo de la guantera y lo encendió de inmediato. Ochako seguía en silencio a traves de la línea. Quizás al igual que él se había quedado pensando en sus propios problemas. Katsuki odiaba pensar, te distrae, te vuelve débil. Sólo actúa, el tiempo pasa, se pierde. Ese era su lema de vida.
— A lo que llamé. — Dijo ella al fin. Parecía estar pensando mucho en lo que diría después, su voz estaba sonando ligeramente temblorosa. — Estoy harta de ir tras alguien que obviamente no importa de mí.
Ella era muy tonta. ¿Si quiera se había mirado a un espejo? Las mujeres solían dejarse llevar por las emociones, a menudo solo pensaban en casarse después de terminar la universidad y tener hijos, olvidándose por completo de si mismas, era tonto, podían ser más, mucho más.
—Mira no entiendo lo que sucede con tu marido. — Respondió con un tono de voz cansino. — Solo se que prefiero cuando gritas mi nombre en vez de quejarte porque le importas una mierda. Te lo había dicho antes.
— Y-yo... Quiero olvidar todo. — Dijo quebrándose.
— Seamos amantes. — Soltó sin rodeos. Tomó el humo del cigarillo entre sus labios y lo exhaló lentamente. Ella había enmudecido. — Hemos estado junto dos veces. ¿Acaso importa una mierda una tercera? ¿Una cuarta? Él no lo va a notar, me parece que ya lo entendiste, ¿o te lo tengo que hacer comprender mientras te hago mía en el vestíbulo de tu oficina? Podríamos estar follando en sus narices y él estaría revisando sus papeles tranquilamente. No seas ridícula.
Lo último caló fondo en el poco orgullo de la mujer. Un niñato de 25 años diciéndole ridícula. ¿Quién se creía? No podía permitir que más personas le vieran como una mujer débil. Quería venganza.
— Acepto. — Katsuki dejó caer el cigarillo seco de sus labios.
— No sabes cuanto estuve esperando esto. — Guardó silencio. — Huyamos juntos de toda la mierda, Ochako. No tienes idea de como nos vamos a divertir.
—
Pocas personas lograban intimidar a Izuku Midoriya. Estaba muy distraído con sus asuntos para notar tensiones o cualquier cosa. Esa mujer, cada que tenía tiempo posaba sus ojos en él haciéndole sentir nervioso, hasta cierto punto ansioso.
— ¡Maravillosa! — Dijo Dello Ruso aplaudiendo. Caminó hasta ella y la tomó de las manos, sonriéndose mutuamente.
— Dear, detente. — Respondió fingiendo estar acalorada haciendo un abanico con su mano.
— Ochako, querida. ¿Qué opinas? — Se acercó a ella y la tomó de la mano para presentársela a la mujer.
— Tienes mucho talento, Toga. — Concedió. La rubia sonrió ampliamente.
— Es un honor para mi trabajar con personas tan profesionales. — Dijo alzando la voz, asegurándose de que todos la oyeran.
—Tu realmente... — Susurró Midoriya. Había quedado encandilado con ella, pero le provocaba nervios por momentos. Demasiado amable, demasiado encantadora. Algo no cuadraba, pero tenía mucho tiempo por averiguarlo. Esa mirada coqueta y desafiante que le lanzaba cada momento. ¿La conocía de algún lado? ¿Acaso habían intimado en alguno de sus viajes? Si Tzuyu se enteraba... — La mujer dejó de ser fotografiada y regresó a su camerino dedicándole una última mirada que concluyó guiñándole el ojo. No le quedaron dudas, era personal.
— Bien, les explicamos. El concepto es verano místico. — El director creativo se acercó exponiendo un pronter y todos los trabajadores se aproximaron a mirar la exposición. — Nuestros modelos aquí presentes representan elementos acuáticos de la cultura japonesa. Las piezas que visten serán diseños exclusivos que posteriormente serán modelados en Berverly Hills, así que decidimos emplear modelos de todas las razas para integrar la línea culturalmente. Estamos hablando de Japón, usualmente usaríamos modelos nativos, pero nuestro objetivo es que ésta línea se venda en todo el mundo. Los cuerpos varían en cada país, así como los estándares de belleza. No podemos encasillarnos.
La banda encargada del soundtrack para el spot publicitario del evento será Dark Shadow. También estarán presentes en la pasarela. Equipo, les pedimos den lo mejor de sí.
Ochako sonrió satisfecha. No se habían encargado de la parte creativa pero estas personas, eran realmente algo. Tenían talento. Se venían días cargados de trabajo, pero ya tenía una solución a ello.
—Momo.— Llamó y la mujer le miró curiosa para acercarse de inmediato. —¿Ochako?— Pregunta, bajando su portafolio al pecho y dejándolo ahí mientras le prestaba su total atención.
—He estado pensando y mereces un ascenso. A partir de ahora serás mi asistente personal, ya no mi secretaria. Te ocuparás de la mitad de mi papeleo y me acompañarás a toda reunión que se suscite a partir de ahora. Te presentaré a todos mis contactos y los tendrás en tu agenda personal. Trabajarás de cerca con Dello Russo. Necesito que estés atenta a cada cosa y absorbas todo como una esponja—.
La mujer boqueó cuando toda la información escapó de los labios de la castaña. Eso significaba un incremento de un 200% en sus ingresos y llevaba problemas para pagar su departamento en los últimos meses. A veces se preguntaba como había terminado de estudiar, sosteniendo su beca a duras penas obteniendo las mejores notas de la universidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar que por fin lograría tener estabilidad en todos los aspectos. Los últimos años después de que su familia le retirara el apoyo por la carrera que eligió, perdió todas sus comodidades y la vida que acostumbraba. Después de esto se sentía tan aliviada. Con un enorme agradecimiento miró a la mujer frente a ella, que le sonreía dulce al notar su desconcierto.
— Muchas gracias. — Dice secando una lágrima con sus dedos. Ochako asiente y llama a Izuku y Tzuyu que rodeaban a los modelos restantes en medio de las sesiones de fotografías, la pelinegra acababa de llegar y estaba poniéndose al tanto de toda la situación. Estos asienten y van a su encuentro en silencio, un poco nerviosos por tanto misterio. Reacción natural por sus mentes sucias.
— Izuku, Tzuyu —dice seria. Tzuyu se muerde el labio y el pelinegro arquea una ceja cuando nota a Momo llorosa. — A partir de ahora Momo será mi asistente. Programa con Recursos Humanos su aumento de sueldo. — A la pelinegra. —También inclúyela en el staff que acudirá a la comitiva del evento en Beverly Hills. — Tzuyu frunce el ceño y se cruza de brazos mirando a Momo que le soltaba miradas de burla. Orgullosa de sí misma, a sabiendas que nunca más la iban a ningunear.
Ochako necesitaba un respiro. Si se iba a ver con Katsuki más seguido necesitaba tiempo libre, y quería alejarse de todos tanto como reconocer a las personas que siempre le ayudaron. Se sintió casi igual de satisfecha que Momo cuando vió las caras de ambos pelinegros desconcertados, por el repentino ascenso y el lugar que eligió para anunciarlo. Todo parecía demasiado precipitado.
No volvería a tener piedad con nadie, ni paciencia, ni consideración. Ya había tocado fondo y suficiente estaba haciendo con seguir atada al imbécil de Izuku Midoriya. Porque para ello aún no encontraba solución. Sería fácil mandar todo a la mierda y decir que ya estaba cansada de todo, que no soportaba verlo a la cara, ni sus intentos por fingir interés, que no eran más que destellos de su orgullo herido mal disimulado al verle rebelarse contra él.
Siempre tan sumisa, tan paciente, tan amable. Ochako permanecía tranquila como si fuera Penélope esperando que Odiseo vuelva de alguna especie de naufragio, pero lo cierto era que Izuku no era ni la sombra de un semidios, ni mucho menos se encontraba en graves problemas. La ignoraba por voluntad propia, por genuino desinterés. Su estado actual era un completo 'ya basta'. Sin marcha atrás.
Soltó su cabello y suspiró hondo. Medio lugar con ella, también se dejó llevar por sus encantos. Se veía tan diferente. El brillo en sus ojos era deslumbrante y la manera en que caminaba supervisando todo se veía tan natural y encantador. Cómo si hubiese rejuvenecido 10 años.
Su móvil vibraba y sonrió internamente al imaginar quien era el dueño de esos mensajes. No tenía interés romántico en él, en absoluto. Solo era una especie de mutuo acuerdo entre ellos para liberar tensiones, quitarse el estrés. Ochako le clavaría sus uñas si era necesario hasta hacer a Katsuki sangrar para quitarse todo el enojo y resintimiento, cada vez que estuviera en sus brazos. Era jodidamente sexy y todo suyo. Qué más podía pedir.
Bakugo estacionó su auto en la parte trasera del edificio y Ochako apareció escabulléndose por la oscuridad. Se quitó los tacones y dejó escapar un suspiro pesado cuando sus pies tocaron el frio suelo.
Le miró ansiosa y él solo pudo reparar en lo increíble que se veía. Su cabello suelto y sus labios carmín oscuro, la forma en que llevaba sus ojos delineados resaltándolos y logrando que se vieran como dos esferas de luz brillante y cegadora, dueñas de la más perfecta belleza jamás conocida. Las curvas infinitas que corrían por sus caderas y piernas, la voluptuosidad de sus pechos.
Todo bajo las telas que escondían los secretos de esa piel tan nivea y pulcra a la que no soportaba tener lejos de sus labios otra vez. Ochako podría llevar un pedazo de bolsa plástica encima y seguiría viéndose tan hermosa como con la ropa de la marca más cara. En la mirada que le dio notó que ella por fin lo sabía. Cuando sus ojos conectaron los suyos y una sonrisa ladina se formó en su rostro. Diciéndole en silencio que había reaccionado, y sus ojos nunca derramarian lágrimas otra vez, que entregaría su cuerpo al placer sin pensar en nada más.
Entonces con el ímpetu de una tempestad ella se acerca a él y toma su cuello con una rabia abrumadora escondiendo sus dedos largos entre su cabello, tirando de él y arrinconándolo en la puerta de su auto en un golpe seco. Dejando un suspiro en sus labios que Katsuki corresponde con los ojos desorbitados.
El rubio recupera el aliento y sonríe entre el beso tomándola de las caderas y empujándola hacia atrás a pasos cortos. Se separa de la miel de sus labios y abre la puerta trasera. Probablemente ahora mismo media empresa podía estar guardando sus utensilios y saliendo del edificio. El mismo Izuku mirando a todas las direcciones buscando por ella, pero nos les importó.
Bakugo toma asiento allí y palmea el lugar vacío invitándole a sentarse entonces la castaña se muerde el labio al verle allí solo con una camiseta arremaganda en los brazos, mostrando sus venas saltonas y una pequeña porción de sus bíceps. Dejando lo mejor bajo la tela.
El menor tiene las piernas abiertas y el bulto de su entrepierna irguiéndose entre éstas orgulloso de su tamaño. Su cabello rubio revuelto y los labios hinchados por el beso hambriento que ella misma le había dado.
Como un felino en acecho Ochako entra al auto con sus tacones aún en las manos y Katsuki los recibe para lanzarlos en el asiento del copiloto mirándole ansioso.
No se dicen nada, solo se miran con tensión sexual palpable. Sus ojos se examinan mutuamente cuando deciden dar el paso definitivo y la mujer se sienta sobre el rubio de una vez por todas gimiendo despacio al sentir su intimidad rozar la contraria bajo su minifalda.
Katsuki peina el cabello castaño de la mujer hacia atrás adorando su rostro y la besa otra vez sintiendo como sus labios pomposos corresponden de buena gana por fin, los suyos. Ambos jadean cuando el empieza un vaivén lento y sus dedos se escabullen entre sus muslos subiendo de a pocos por ellos dejando caricias toscas que terminan en sus nalgas dejando pellizcos.
Ochako gime suavemente y se concentra en dejar besos en las comisuras de sus labios descendiendo por su mandíbula hasta llegar al cuello y dejar lamidas pequeñas y succionando levemente. Su lengua delinea la exquisita manzana de Adán de Katsuki y ambos suspiran cuando el empuja ya más fuerte de arriba hacia abajo y sus sexos se sienten cada vez más humedos por la excitación.
Katsuki intenta tomar la camisa de la mujer, pero ella se niega y le toma de la mano evitándolo. Él arquea una ceja enfadado y ella sonríe de una manera extraña. Poco después sus manos van al borde de su camiseta y lo levanta hacia arriba quitándosela. Él la ayuda y termina semidesnudo frente a la mujer sobre él que se relame los labios admirando cada músculo marcado en su piel.
Ella desciende de él acomodándose lo mejor posible entre el espacio que existía entre los dos asientos delanteros y el trasero para inclinarse y besar su abdomen arañando suavemente su pecho.
Katsuki gruñe complacido cuando nota la lengua de la castaña delinear sus abdominales y dejar leves mordizcos en su piel bronceada. Su boca acercándose peligrosamente a su pelvis que ella acaricia antes de bajar el elástico algunos centímetros mirándole seria. Toma el borde de su boxer con los dientes y lo mueve lo suficiente para descubrir el miembro del menor de inmediato. Lo examina con la mirada y sus dedos le acarician demasiado lento con las yemas, el glande rosa húmedo de éste le seca la garganta y se relame los labios necesitando tenerlo en sus labios, pronto.
Bakugo estaba de no creérselo cuando la mujer le toca y suspira agitado ante la imagen bajo sus ojos. Jugando con su expectación masajea el falo clavando sus ojos oscuros en el joven que ya tenía las manos en la cabeza intentando guardar la compostura.
Los labios de Ochako se abren y se lo traga de un bocado hasta el fondo. Soportando toda la extensión sin sentir arcadas. El sabor salado de su piel inunda el interior de sus labios y Katsuki jadea y gruñe tan fuerte que ella deja escapar una risita cuando suelta su miembro dejando una lamida larga hasta la punta.
— Te voy a reventar el trasero si vuelves a hacer eso otra vez, joder. — Dice por primera vez desde que se encuentran, con la voz entrecortada.
— Para eso viniste ¿No? — Responde ella sarcástica y él boquea consternado. No tiene tiempo de contestar, porque ella le ha tomado otra vez en sus labios y come de él como si fuera una paleta. Su saliva lubrica su miembro facilitando sus movimientos cuando lo toma y suelta tentando al menor con los sonidos acuosos que producen un «pop» al sacarlo de su boca, dejando un hillilo de la misma desde la cabeza hasta sus labios. Labios carnosos y enrojecidos por el esfuerzo.
Ochako disfruta de las venas y el líquido preseminal que el miembro del rubio le ofrece, gimiendo suave cuando el empieza a moverse contra su boca, logrando que la tragara más profundo. Succiona la punta y lametea el orificio, entonces Katsuki siente que se deshace ahí mismo y ella se alza gloriosa como si estuviera en la cima del mundo.
—M-mierda... ¿Por qué la primera v... hmmm. —No puede seguir hablando porque ella seguía comiéndoselo entero. Su cuerpo se sentía demasiado sumido en placer para contener sus ganas de follarle la boca.
Ella lo estaba disfrutando demás, tenía una imagen tan sexy solo para si desde allí abajo. El cuerpo ligeramente sudado del menor con esos músculos tan apetecibles a la vista. Montículos de piel varonil enrojecidos por su labial y los besos que dejó. Marcando su piel como suya.
Katsuki abre la boca y jadea desesperado cuando ella lame su miembro en círculos, teniéndolo en su boca por completo de nuevo, sintiendo un subidón de adrenalina cuando ve a alguien pasar por allí, dejando lo que parecía un tacho de basura. Acaricia el cabello de Ochako y la mira lo más que puede para grabar a fuego la imagen de ella haciéndole una buena mamada.
Cuando la persona desaparece por la misma puerta por la que Ochako entró, la jala hacia arriba y la sienta. Abre la puerta de nuevo y baja del auto a continuación, empuja el asiento hacia atrás duplicando su tamaño para tener espacio. Su camioneta de puerta corrediza era su mejor amiga en esos momentos. De techo alto y espacios grandes. Por eso la había elegido. Suficiente espacio para darse un buen polvo sin terminar con una contusión en la cabeza.
Ochako le mira nerviosa y él solo le arranca la blusa y tira su minifalda de las piernas deshaciéndose de toda su ropa como si estuviera maldita.
La desnudez de la mujer le produce un apretón el pecho, pero continua su labor abriendo sus piernas y entrando en ella de una estocada. La mujer grita y clava sus uñas en su espalda, pero él la ignora empezando a moverse despacio callando sus protestas con sus labios.
El beso desprende chispas y ambos ya se encuentran en una batalla de lenguas intensa.
- Katsuki... - Gime ella cuando el dolor se disipa y rodea al rubio musculoso con sus largas piernas. Él jadea y besa su cuello, toma uno de sus pechos, lo lame y succiona gozando de su abundancia. La castaña se remece arqueando la espalda en respuesta, complacida.
- ¿Hmm? - Pregunta el mirándole con sorna mientras se aferra a su pierna empujando de adentro hacia afuera.
- Más... - Suplica y Katsuki le lanza una nalgada empezando a moverse más fuerte.
- Pide de nuevo. - Ordena el menor y Ochako se deshace en gemidos cuando el toca ese punto que le hace perder la cordura. El rubio toma sus piernas y las lleva a su cuello. Exponiendo todo lo que ocurría allí abajo. Su polla entrando y saliendo de la vulva húmeda de la castaña en sonidos acuosos entre las embestidas.
—Hmmm ¡Ah! Katsuk... — Su voz se vuelve chillosa cuando él se mueve en círculos y su labios se abren al punto de dejar la boca abierta por completo. Era más de lo que podía soportar.
—¿Sientes eso? Así me tienes de enfermo. — Susurra a su oído y Ochako se aferra a su cuello llorando de placer, el miembro de Katsuki se sentía tan profundo y delicioso que quería gritarle que se hundiera más si quería, nunca sería suficiente. Se estaba volviendo adicta a las descargas eléctricas que su miembro le ocasionaba enterrándose hasta lo más profundo de su ser.
El aire frío golpea su espalda por la puerta abierta, pero poco le importa cuando ve a la mujer frente a él. ¿Qué mas podría pasar? Tenían dinero, podrían sobornar a cualquiera que los viera. Excepto a su marido, quizás. Se ríe internamente al pensar en ello. Si viera lo que se perdía.
Katsuki baja sus piernas y la pone de costado, ahora podía ver su trasero mientras se la follaba sin quitarle sus ojos de encima. Quería dárselo mientras le miraba, para no perderse ningún detalle de su rostro cuando llegara al clímax.
—Eres tan follable, mira nada más que buen trasero. Me estás volviendo loco.
El vaivén que marcaba su exquisita pelvis se vuelve más intenso (si eso era posible), sus manos se aferran firmes en sus glúteos y las estocadas son certeras. Golpes secos que hacen a Ochako poner los ojos en blanco y gritar con cada empujón, su punto G es abusado con el ritmo constante logrando descargas gloriosas en cada centímetro de su cuerpo. Llega a su primer orgasmo apretando a Katsuki que casi se corre con ella.
El menor se relame los labios y le sonríe, era un jodido demonio. No existía otra descripción. Ese cuerpo tan perfecto, fibroso y bronceado parecía sacado de una maldita revista. El sudor solo multiplicaba su sensualidad al seiscientos por cien, que la castaña ve con los ojos nublados de placer.
Mierda, estaba tan bueno.
Se acerca deteniéndose por un momento y le deja un beso casto en los labios. Ella corresponde como puede, tan exhausta como satisfecha.
— Tú aún... — Susurra a duras penas, pero el menor le sonríe de nuevo, con cierta picardía que no comprende.
—Shhh. — Acaricia sus pechos y los mira humedeciendo sus labios. La redondez de estos era perfecta y se prometió darles más atención la próxima vez.
Se aleja a buscar algo en la guantera, la curva de su espalda y cintura mostrándose en todo su esplendor.
Sus hombros anchos y bien formados, esa línea que adornaba el centro de su espalda. Ochako jadea recobrando de apocos las energías, excitada ante semejante obra de arte. Tiene una cicatriz en forma de semicirculo en la espalda baja y lo mira con atención. ¿Eso eran dientes? Enfoca mejor y nota cortes y hendiduras en toda su espalda. Su pequeño análisis es confundido
cuando el rubio voltea y le mira divertido.
—¿Qué es? — Pregunta batiendo las pestañas con inocencia y Katsuki suelta una carcajada. Trae algo en las manos que no reconoce a simple vista.
—¿Quieres saberlo? — Se acerca de nuevo dejando un beso y su mano se acerca a su intimidad acariciando el clítoris en círculos, con ese objeto que se siente frío sobre su piel sensible.
—¿Katsuki, qué? Hmmmm— Un click suena y la mujer siente un espasmo cuando empieza a vibrar sobre su botón de placer. Entendió de inmediato de que se trataba. Clava sus uñas en su espalda otra vez y el menor ríe ronco al verla tan perdida.
—¿Te gusta pequeño mochi? — Ochako asiente mordiendo sus labios. —Eso pareces... cuando te veo solo me dan ganas de morderte y saborear lo mojada y deliciosa que estás por dentro. — Katsuki toma su miembro y lo introduce en ella otra vez. Esta vez dispuesto a terminar cuando ella llega a su segundo orgasmo rogando que se viniera con ella de una vez por todas.
— Por favor... Katsuki. ¡Ah!
— ¿Tan ansiosa estás por mi polla Ochako-san? — Arrastra el 'san' con voz grave. Recordándole que él era menor.
Si, se estaba cogiendo a un tipo menor y lo hacía con tanto vigor que podía llorar y gritar de esa manera tan escandalosa. Era un nivel que desconocía hasta entonces.
—¿Debería ponerla de nuevo en esa boquita sucia o follarte las tetas? ¿Qué prefieres preciosa? ¿Dónde quieres que me venga?
—D-dentro... por favor, ya no puedo — lloriquea sintiendo el repiqueteo del vibrador en su clítoris y Katsuki jadea al pensar en ello, hundiéndose en ella frenéticamente.
—Tan preciosa... — Susurra corriéndose dentro, como ella había pedido. Su cuerpo da un último espasmo de placer y gruñe dejando hasta la última gota de su culmen en su interior. —J-joder...
Ochako suspira, hundiéndose en el asiento. Katsuki cae después sobre ella aferrándose a su cintura recuperando el aliento y apaga el vibrador para no torturar más a la mujer. Deja pequeños besos en su vientre y algunos cuantos en sus pechos que se convierten en chupones sobre su pálida piel.
La mirada del menor es insana, parecía analizar cada detalle de su cuerpo. De pronto sus besos se tornan más intensos y ya comía de su piel otra vez. Ochako se remueve, no estaba esperando una segunda ronda, no después de casi provocarle un desgarro de lo tosco que fue momentos atrás. Ni siquiera podía respirar regularmente.
—Quiero ver uno más...— Dice y presiona el botón del vibrador encendiéndolo y aumentando la intensidad. Ochako pone los ojos en blanco quedando absorta en el placer. Katsuki aprovecha para sentarla en su rostro abierta de piernas así lamer su vulva acariciando con la lengua sus labios vaginales importándole poco el haberse corrido dentro segundos atrás. Solo quiere comer de ella mientras llegaba a su tercer orgasmo y poder saborearla a su maldita gana.
Tenía los glúteos de la mujer en la cara y siente que se excita poco a poco, pero trata de controlarse. Su lengua empuja de adentro hacia afuera, Ochako se corre entre lágrimas y Katsuki abre la boca recibiendo su squirt. La ayuda a sentarse y la mujer solo respira agitada sin poder decir palabra.
—¿Cansada?
—Satisfecha — responde riendo con los ojos cerrados. No podría caminar bien durante días. Pero valió cada maldito segundo.
Si, definitivamente era la mejor decisión de su estúpida y monótona vida.
Bendito sea el karma.