• Género: Romance.

• Categoría: M

• Los personajes de Naruto no son míos.


Real.


Hinata no estaba totalmente segura de lo que estaba aconteciendo en su vida.

Tenía veinte años, era cierto, pero... dios, jamás había tenido esas experiencias tan intensas dignas de los sueños de las colegialas. Ni siquiera en sus años más vergonzosos (ósea, la adolescencia) había fantaseado con una situación así.

Y a pesar de todo, se sentía afortunada.

¿Y quién no se sentiría así con un casero tan sexi?

Itachi era el tipo de hombre que toda chica soñaba. Él era todo un caballero, era inteligente y sumamente apuesto. Olía muy bien y su voz era hipnotizante. Sin duda Itachi Uchiha era el chico que toda mujer anhelaba tener en casa y que ella lo tuviera tan cerca era... bastante shockeante.

Es decir... ella era Hinata Hyuga, la chica timidona y obscura que escondía su cuerpo tras kilos de ropa. Si bien ahora tenía más confianza de sí misma eso no significaba que su suerte con los hombres hubiese cambiado. Era consciente de que atraía miradas, pues fea completamente no era, pero su actitud pulcra y responsable hacía que los hombres huyeran de ella.

Se había resignado, de echo pensó seriamente en comprar un gato, hasta que Itachi llego a poner su mundo de cabeza.

Cuando lo vio por primera vez se quedó sin aliento mientras también fue consiente desde el primer instante de que él estaba completamente fuera de su liga. Ella no era una mujer para alguien como el, se imaginaba más a Ino o a Sakura al lado de un hombre tan apuesto e interesante como Itachi.

Sin embargo, ahí estaban.

Sentados en el sofá de su apartamento mientras se besaban con pasión.

Ese era el noveno encuentro desde la primera vez que ella misma le robo el beso. Lo que se preguntaba todos los días era; ¿Por qué no paraban? ¿acaso él quería llegar a más?

Su última pregunta era respondida con un; no. Cuando las cosas comenzaban a ponerse intensas, él era el primero en ponerle un alto a la pasión de ambos. En un principio, Hinata agradeció ese gesto, sin embargo, ya no tanto. Ella comenzaba a querer más que unos simples besos y unas simples caricias en el rostro. Su virginal cuerpo pedía más, quería más de Itachi.

Y eso, la avergonzaba.

Sabía que era algo "natural" y que no tenía por qué avergonzarse de sus instintos carnales y bajos, sin embargo, ella siempre había sido así. Recordó con indulgencia cuando sus malvadas amigas mencionaban las palabras "pene" "vagina" "coito" y todo lo que se relacionara al sexo para hacerla sonrojar, e incluso hacerla desmayarse frente a sus burlescos compañeros de clases.

Con el tiempo había aprendido a controlarse y a ver el sexo como algo cotidiano, pues sus amigas no paraban de hablar sobre eso. Sus sonrojos disminuyeron y los desmayos desaparecieron, pero la vergüenza seguía ahí, susurrándole al oído lo sucio que era pensar en todo aquello y mojar sus bragas en el proceso.

¡Le daba vergüenza hasta masturbarse, por el amor de dios!

—¿Hinata-san?

Dejo de sentir el cálido tacto de Itachi y solo así fue capaz de regresar de sus oscuros pensamientos.

Itachi había parado de besarla al notarla rígida y al notar que de un momento a otro sus labios ya no se movían al compás de los suyos. La sintió tensa y se preocupó, ¿acaso él se había puesto intenso con el beso? Si había sido así, debía de pedirle una gran disculpa.

—L-lo siento — susurro Hinata con vergüenza y bajo la mirada. Después de cada sesión de besos, ninguno de los dos decía absolutamente nada relacionado con ello. Itachi solo se despedía amablemente y ella lo secundaba y lo acompañaba hacia la puerta de su casa. Nada más que eso.

—No pasa nada — Itachi volteo hacia otra parte, sintiendo nerviosismo al igual que ella.

Lo aceptaba, era un cobarde. Ya la había besado, hasta se había atrevido a regresar a ella para pedirle más de sus dulces labios, sin embargo, aún no le decía el cuanto gustaba de ella. No podía y la única verdad era que jamás lo había hecho. Nunca le había dicho a una chica "me gustas" así sin más. Había tenido una novia, sí. Ya no era virgen, sí. Pero, el romanticismo jamás había sido su fuerte, y no porque no quisiera pues secretamente era todo un novelero junto a su madre, pero la razón era que... le daba miedo ser rechazado.

Quizá Hinata solo lo besaba por sentir pena por él, tal vez no quería lastimarlo y por eso correspondía todos sus besos.

Esos pensamientos hacían que su corazón se estrujara, pues el realmente sentía algo por Hinata.

Hinata era el tipo de chica que un hombre con expectativas serias querría tener. Hinata era ese tipo de chica que no estaba en la liga de cualquiera, pues ella se veía seria en cuanto a los sentimientos. Ella no era ese tipo de chica que iba por la vida acostándose con diferentes chicos. Sabía que, si ella se entregaba alguna vez, seria por amor y por qué estaba segura de lo que iba a hacer.

Era obvio que el ya no pintaba nada ahí con ella. Se merecía algo mejor y no cuidar de los sentimientos de los demás. No podía ser egoísta con la chica.

Soltó un suspiro, llamando la atención de la oji perla.

—Creo que será mejor que me vaya — soltó un poco cortante, sorprendiendo a Hinata.

Ella quiso decir algo, pero Itachi ya se había levantado abruptamente del sofá. Observo como acomodaba el cuello de su camisa y como comenzaba a caminar hacia la salida. Se levanto con rapidez para alcanzarlo, pero cuando estuvo a su lado ninguna palabra salió de su boca y no supo por qué.

—Estar contigo estos días a tu lado han sido fantásticos a pesar de la falta de palabras — comenzó a decir sin verla, manteniendo fija su mirada ónix en la pared blanca que estaba frente a el —. Pero creo que es hora dejar pasar esto, fue bueno mientras duro.

Y así como llego a su vida, se fue.


Observó con genuino aburrimiento las gotas frías de la lluvia que se deslizaban por el gran ventanal de su departamento. Últimamente sus días se habían vuelto demasiado grises y aburridos. Tanto así, que parecía que la madre naturaleza se había puesto de acuerdo con sus sentimientos para soltar lluvia todos los días.

Se sentía así justo desde que Itachi se salió por la puerta de su departamento para no volver a entrar de nuevo, y de eso ya hacían dos meses. Dos meses en los que no había vuelto a verlo, dos meses en los que su nuevo casero Shisui era quien iba a cobrarle la renta.

Cuando él se fue, pudo sentir su corazón romperse, pues realmente se había hecho ilusiones. Ella tenía la culpa, debió saber desde el principio que alguien como el jamás se quedaría a vivir un cuento de amor junto a ella. Él era demasiado para alguien como ella.

Pensó ingenuamente que volvería tan siquiera a explicarle el por qué había sido tan brusco, sin embargo, no fue así. No volvió ni siquiera para seguir cobrándole el alquiler. Le había preguntado sobre su paradero al primo de este, Shisui, quien le dijo que se encontraba en un viaje y que no sabía cuánto podría tardar en dicho lugar.

Eso solo la desamino más.

Trato de no pensar en el en todo ese tiempo pero fue completamente imposible. Él era el protagonista de sus sueños más rosados hasta los sueños más candentes. Simplemente no podía sacárselo de la cabeza por más que lo intentara. Incluso había accedido a un par de citas con unos chicos que había conocido gracias a sus amigas, sin embargo, ninguno era igual a él. Ambos siempre hablando de tonterías que a ella no le interesaban, desde su más lujoso auto hasta las chicas con las que salían antes.

"Irritante" era lo que ella pensaba al verlos.

Se había desecho de ambos lo más pronto que pudo y se había escondido en su lúgubre departamento, sin querer saber nada de nadie.

Y ahí estaba, sentada en su sofá mientras bebía un café negro.

Cuando se percató de que la lluvia había cesado, suspiro por lo bajo y se levantó del sofá para arrastrar sus pies hasta la cocina. Tomo las bolsas de basura que debía ir a tirar y se dispuso a bajar por las escaleras, pues no quería que ningún mal olor quedara en el elevador.

Piso el suelo mojado y camino hasta el contenedor de basura que había en uno de los pasillos que hacia el edificio con otro que estaba al lado.

Dio un brinco al ver a un pobre gato negro buscando comida en el contenedor, su corazón de pollo se estrujo. No podía dejarlo ahí, no con ese clima que hacía.

Miro de un lado a otro y luego volteo a ver la carita suplicante del pequeño gato.

No podía dejarlo ahí, por muy prohibido que estuvieran los animales en el edificio. Tiro las bolsas de basura dentro del contenedor y después tomo al pequeño gato entre sus brazos para abrazarlo y darle calor sin importar que mojara la camisa de manga larga que portaba.

—Hola —le susurro al oírlo ronronear. Sonrió al pensar que su ronroneo significaba un saludo hacia ella. Lo envolvió bien en sus brazos y después de revisar nuevamente el perímetro, se dispuso a entrar a la calidez de su edificio. Fue cautelosa a cada paso que daba, rogando el no toparse con el portero o con la señora chismosa del 207.

Maldijo por lo bajo al notar que se le había olvidado secar sus pies antes de entrar, provocando con ese descuido unas pisadas de lodo en el blanco piso. Se prometió que después de dejar al gatito en su casa bajaría a limpiar ese desastre.

Dio grandes zancadas hacia al elevador y cuando llego hacia el presiono el botón que había a un lado. Espero pacientemente, pero aun así sintiendo adrenalina.

Cuando escucho las puertas abrirse estuvo a punto de suspirar de alivio, sin embargo...

Dentro del elevador estaba Itachi.

Apretó a la pequeña bola de pelos contra su pecho, tratando sin éxito el que Itachi se diera cuenta de su existencia. Sin embargo, el si se dio cuenta.

Itachi la miro con impresión unos momentos.

Justo cuando Hinata pensaba en que sería una buena opción correr hacia las escaleras, Itachi se hizo a un lado, dejándole un espacio a ella. Trago saliva con nerviosismo y agacho la mirada. Sin quedarle de otra, Hinata se introdujo en el ascensor y dejo que Itachi se encargara de los botones.

Se posiciono en la esquina mientras aun trataba de esconder al bulto que tenía entre sus ropas a pesar de que era obvio que el peli negro ya se había dado cuenta de que traía a un minino con ella.

Subieron en completo silencio, escuchando solo la música de fondo que había en el cubículo. Hinata se encargó de pensar en cualquier otra cosa que no fuera sobre la persona que tenía a un lado, pero fue imposible. Cientos de preguntas comenzaron a hacer mella en su cabeza, poniéndola inquieta y aún más nerviosa.

¿Por qué había vuelto? ¿No se suponía que había salido del país? Además, ¿Por qué tenía que topárselo justamente a el de todas las personas que existían?

Lloriqueo internamente.

Salió de sus turbios pensamientos cuando el elevador paro en su piso y casi agradeció de rodillas a dios por el gesto. Pensó que eso iba a ser todo, que probablemente después pasara a su hogar para regañarla por tener a un animal en su edificio, pero desgraciadamente no fue así. Contrario a lo que pensó, Itachi también salió de elevador.

Trago saliva por segunda vez y sintió todo su cuerpo temblar. Camino un poco y después se dio la vuelta para verle a pesar de lo muy nerviosa que se encontraba. ¿La estaba siguiendo? Esperaba que no.

—Ita-tachi-san...

Itachi hizo una mueca que Hinata no pudo comprender del todo.

—Hoy es día de paga, ¿no lo recuerda? — su voz sonó fría, nada que ver con la amable y cálida voz que tenía con ella.

Eso hizo que los ánimos de Hinata se fueran a los suelos.

—Cierto — susurro antes de asentir y comenzar a caminar a su departamento. Saco su llave y abrió la puerta para entrar rápidamente a su hogar, pues estaba haciendo algo de frio en el pasillo. Con la mirada le pidió a Itachi que pasara a su hogar, a lo que él, un poco dubitativo, termino por entrar.

Hinata se dirigió a pasos apresurados hacia su recamara, dejando a Itachi solo un instante.

Tomo el canasto que usaba cuando iba a la lavandería y tomo una manta color azul para ponerla en el fondo del canasto de mimbre. Cuando pudo ver que la superficie había quedado blandita, recostó al gatito y lo tapo con la misma manta.

—Ya vuelvo — le susurro dándole una caricia al gatito.

Tomo su chequera y salió de la habitación, para encontrarse a Itachi dándole la espalda. El hombre apreciaba una foto que estaba colgada en la pared, la cual la contenía a ella y a su amiga Ino. Hinata vestía un pantalón de mezclilla y una linda blusa de encaje color lila. Su rostro era adornado por una linda sonrisa y un suave sonrojo.

Se sonrojo al verlo tan sumido en su foto.

Carraspeo un poco, llamando la atención del azabache.

Itachi se sobre salto en su lugar y rápidamente volteo hacia atrás.

—Lo lamento... yo...

Hinata negó con rapidez, no queriendo escuchar su excusa.

—No pasa nada — le sonrió forzadamente y le entrego el cheque, el cual ya estaba listo.

Itachi se dio cuenta de esa sonrisa y no pudo más que sentir desazón. Bajo la mirada y tomo el cheque con lentitud, conteniendo todas sus ganas de sentir el suave tacto de su piel.

—Bueno, creo que es hora de...

Paro de hablar al escuchar un maullido. Bajo la mirada y se encontró con el gato negro que Hinata había llevado, el cual estaba restregándose en la pierna de Hinata.

Hinata se puso completamente nerviosa al sentir la penetrante mirada de Itachi.

—Itachi-san...

—Creo que puedo hacer una excepción — Itachi sonrió ante la mirada impresionada de Hinata —. ¿Qué tal si te ayudo a secarlo?

Hinata observo con rostro incrédulo a su casero, el cual se había agachado para tomar al pequeño gato entre sus brazos. Al parecer al gatito le había gustado Itachi, pues este ronroneaba y se acurrucaba en él. La escena no la hizo más que sonreír de lado, enternecida.

No dijo nada, tampoco pidió explicaciones, fue a su habitación y tomo la secadora de cabello, otra manta limpia y una toalla. Después, fue a su cocina para buscarle una lata de atún al hambriento minino. Itachi le había ayudado a secarlo con la secadora y a cepillarlo con un cepillo viejo que Hinata había encontrado en uno de sus más abandonados cajones. Una vez estuvo seco, Hinata dejo que explorara el departamento y que comiera el atún que le había dejado en un pequeño plato de plástico.

Se sentó en el sofá con una sonrisa en el rostro.

—Gracias por dejarme conservarlo, Itachi-san.

Itachi negó con una pequeña sonrisa. ¿Qué estaba haciendo? Se suponía que debía dejarla ir, que no debía de acercarse, pero... ¿A quién engañaba? Nadie la haría tan feliz como él podía hacerlo. Él la haría feliz, nadie más podría quererla y protegerla como él. Todo ese tiempo había pensado en ella, en sus sonrojos, su sonrisa y sus tiernos besos. Era imposible olvidar a alguien como Hinata Hyuga.

—Hinata... sobre lo que paso — Hinata se tensó y agacho la mirada. Itachi, al ver esto, tomo la barbilla de la chica y la obligo a verlo —. Me arrepiento de haberme ido así. No quiero que pienses que fuiste un juego. Yo... estaba confundido —tomo aire y se preparó para decir esas palabras que jamás se había atrevido a decir antes —. Hinata, me gustas.

—Itachi-san...— los ojos de Hinata brillaron con intensidad cuando escucho a Itachi decir aquello. Su corazón latió tan fuerte que estaba segura de que el silencio hacía que Itachi pudiera escuchar sus latidos —. A mí... también me gusta. De verdad me gusta mucho.

Itachi sonrió como solo lo hacía para ella y se fue acercando lentamente hasta su rostro. Acaricio su rostro con delicadeza y cerró los ojos conforme más se acercaba a sus labios.

Fue un beso tierno, delicado, uno que mostraba las verdaderas intenciones que tenían con el otro. Dicho beso tierno se fue intensificando hasta llegar a ser uno brusco, dominante, lleno de saliva y mordidas.

Ambos comenzaron a sentir una necesidad muy natural, como decía su amiga Ino. Comenzaron a sentir calor en sus cuerpos y la sangre comenzó a hervir en ambos. Las manos de Itachi se despertaron inquietas y Hinata no pudo evitar sentarse a horcajadas sobre él.

El pelinegro llevo sus dos grandes manos hasta las posaderas de la Hyuga para comenzar a manosearlas sin modestia alguna. Hinata solo se dejaba tocar, harta de ser tan penosa. Si, estaba sonrojada y sentía que su cara iba explotar, pero estaba disfrutando cada caricia y beso.

Comenzó a mover sus caderas contra el ya duro falo del Uchiha. Pudo oírlo gruñir ante la excitación y eso solo le dio más ánimos para continuar con sus movimientos. Sus movimientos comenzaron suaves y fluidos hasta que Itachi comenzó a empujar sus caderas. Ahí fue cuando la poca cordura que les quedaba se acabó.

Hinata comenzó a dar pequeños brincos sobre el pene de Itachi, el cual se hacía cada vez más y más grande. Era doloroso y placentero a la vez. Itachi quería seguir con los juegos previos, pero sentía que ya no podía más. Quería poseerla en ese mismo instante.

Hinata comenzó a quitarse la blusa, dejando ver sus dos grandes senos siendo cubiertos por un delicado sujetador color negro. Su espalda se arqueo y un gemido de placer escapo de sus mojados labios al sentir la caliente lengua de Itachi recorrer su blanca piel. Sintió escalofríos y un tremendo placer al sentirlo besar su cuello. Ella no quiso quedarse atrás, así que con sus manos temblorosas saco la camisa de Itachi y lo imito. Beso su cuello, mordisqueo su pecho y chupo cada parte de su piel mientras que él se hacía cargo de quitar el molesto y estorboso sostén.

Los ojos de Itachi se obscurecieron aún más al ver los senos de Hinata al descubierto. Su boca se hizo agua al captar esos dos botones rosados erguidos y llamativos. No pudo despreciarlos así que bajo su boca hacia ellos para darles fuertes lametazos y mordiscos que hacían gemir con fuerza a la Hyuga. Siguió así un buen rato, chupando y mordisqueando sus pezones hasta que el sutil rosado de ellos se convirtió en un rojo.

Hinata sintió una gran humedad en su zona íntima y se avergonzó un poco al sentir que dicha humedad traspasaba la tela de su malla.

Itachi le sonrió, adivinando lo que sucedía gracias a sus expresiones faciales.

—No sabes cuánto me excita saber que yo soy el causante de eso — deslizó su mano y paso sus dedos por su intimidad, haciéndola estremecerse —. No te avergüences... — le susurro tiernamente antes de tirarla con delicadeza sobre el sofá.

Se deshizo de la molesta malla y se deshizo de su propio pantalón.

Froto sus dedos contra la tela de su braga, sintiendo extasiado el espeso líquido que salía de su intimidad. Emocionado ante los gemidos excitantes de Hinata, hizo a un lado la molesta parte que tapaba la vagina de Hinata y metió con suavidad el primer dedo.

Hinata se arqueo un poco y entrecerró los ojos al sentir ese dedo bombeando en su interior. Movió sus propias caderas al sentir el segundo y gimió el nombre del azabache al sentir que la velocidad de sus dedos aumentaba.

—I-itachi...

Itachi contuvo un gemido al escucharla. Ya no podía controlarse, quería entrar en ella en ese mismo momento.

Se saco sus calzoncillos y los tiro aun lado de la ropa que poco a poco fue siendo un estorbo entre ellos. Pudo ver con orgullo los ojos impresionados de Hinata.

Estuvo a punto de sacar las bragas de HInata para hacerla suya de una vez por todas, pero la delicada y temblorosa mano de Hinata en su musculoso brazo hizo que parar su acción.

—Y-yo... —ladeo su sonrojado rostro — so-soy virgen.

Itachi parpadeo y sus facciones se suavizaron.

Hinata tenía miedo y era comprensible. Eran sensaciones demasiado nuevas para ella.

Asintió con delicadeza y beso con ternura sus labios.

—Jamás voy a lastimarte — prometió y saco lentamente sus bragas.

Hinata dejo que las bragas se deslizaran lentamente por sus piernas, produciendo un leve y hasta relajante cosquilleo. Sus músculos se destensaron y sus ojos recuperaron la pasión que se había perdido al sentir miedo e incertidumbre. Ino y Sakura le habían dicho que la primera vez dolía, ¿eso era cierto?

Además, ellas también habían dicho que el tamaño del hombre tenía mucho que ver en eso.

Trago saliva al ver de soslayo el miembro de Itachi.

Volvió en su cuando sintió una caricia en su rostro y seguidamente un pequeño pero sonoro beso.

Queriendo sentir más de él, tomo su mano y la entrelazo con la suya, ladeando su rostro con vergüenza al ver los ojos impactados de Itachi.

Itachi sonrió un poco más y pensó que no cabía duda en que había tomado la decisión correcta.

Lentamente introdujo la punta de su miembro, sacando un jadeo de la garganta de Hinata. Itachi no quería aguantar más, pero debía de hacerlo. No quería asustar a Hinata, no quería verla sufrir por su brutalidad. Paro de introducirse en ella cuando Hinata soltó un gritito ahogado por la palma de su mano.

La miro con preocupación.

—Hinata...

—E-estoy bien — Hinata sonrió, aunque de su ojo derecho salía una pequeña lagrima —. Sigue, por favor.

No muy convencido, Itachi siguió con el coito. Fue delicado y paciente, esperando a que Hinata pudiera acostumbrarse a esa nueva sensación de llenura en su interior. Cuando los sonidos de dolor fueron remplazados por gemidos de placer, fue cuando pudo dejar salir toda la excitación que tenía.

Se movió más hondo y más profundo, provocando que HInata encajara sus dedos en su fornida espalda. No le importo, de echo le excito a un más que antes.

Hinata comenzó a mover sus caderas cuando sintió a Itachi erguirse y ponerse de rodillas sobre el sillón. Tomo las delgadas y suaves piernas de la Hyuga y las puso sobre sus hombros para profundísima la envestida.

—¡Itachi! — grito Hinata al sentirlo tan cerca y tan dentro de ella. Quiso gritar más fuerte y de ser posible, maldecir en voz alta. Sin embargo, no pudo, o más bien, el miedo a que los vecinos la escucharan no la dejo. Lo único que pudo hacer para demostrar lo mucho que estaba disfrutando eso, fue arquearse y apretar la tela de su sofá.

Itachi siguió envistiéndola, cada vez más fuerte. Escucho el morboso sonido de sus sexos chocando y eso hizo que el ritmo fuera mucho más veloz. Los senos de Hinata rebotaban, haciéndolos lucir más apetitosos de lo que ya de por si se veían. Los apretó con una mano, sacándole un fuerte gemido de placer a la mujercita que se retorcía bajo de él.

Después de minutos de sudor, fluidos y muchos gemidos, finalmente Hinata recibió un potente orgasmo que la dejo muda.

Itachi dio sus últimas estocadas mientras sentía los fluidos de Hinata salir disparados de su intimidad.

—Hi-hinata —jadeo.

Salió de su interior antes de correrse abundantemente dentro de ella.

La respiración de ambos era acelerada e inestable, estaban cansados y sudaban copiosamente ante la trabajosa y placentera sesión que habían tenido.

Itachi se dejó caer con delicadeza sobre el cuerpo de Hinata y acomodo su cabeza entre los senos de Hinata, los cuales ahora tenían marcas rojizas por toda la blanca piel. Sonrió un poco orgulloso y apenado. La apretó con fuerza cuando sintió que ella acariciaba sus hebras oscuras.

—Fue increíble — susurro Hinata después de unos minutos.

Itachi sonrió y asintió, recargando su peso con ambos codos para besar con delicadeza sus rojos e hinchados labios.

—Fue increíble —reitero.

Hinata le sonrió con las mejillas sonrojadas.


—¡¿QUE?! — la boca de Ino cayo literalmente al suelo cuando escucho lo que su sonrojaba amiga le relataba. A su lado, se encontraba Sakura igual o peor que ella.

—¿Q-que dices, Hinata-chan? —tartamudeo Sakura.

—No lo puedo creer — Ino puso una de sus manos sobre su boca mientras veía con incredulidad a su tímida e inocente amiga —¡Por fin te han desvirgado!

—¡Ca-cállate! —grito Hinata sintiendo bochorno. De por si era muy, pero muy vergonzoso contarles todo lo que había pasado a sus amigas. Era tan vergonzoso, que había esperado todo un mes para decirles que estaba saliendo con su casero.

—¡Es que pensé que morirías virgen! — gritoneo nuevamente Ino.

Y si, les había contado todo de todo. El primer beso, sus encuentros clandestinos, la desaparición de Itachi, el pequeño Coco-chan (como había bautizado al gato que encontró en el recipiente de basura), su encuentro con Itachi en el elevador y finalmente...

Su rostro se sonrojo.

—No puedo creerlo aún — susurro Sakura mientras sobaba su frente.

—¡E-es verdad!

—¿No será que estas mintiendo para que dejemos de atosigarte para conseguirte un novio? —pregunto con perspicacia la rubia, haciendo que una linda mueca de enfado se instalara en el rostro de Hinata —. No te preocupes, Hinata-chan. Creo que podemos experimentar con otra cosa para que encuentres pareja...

—Ino...—pronuncio la peli rosa con ambos ojos entrecerrados.

—¿Qué? Incluso podrían gustarle las mujeres y nosotras solo estamos presentándole a hombres.

—¡I-ino! —chillo sonrojada y escandalizada.

—¡Le llamare a Temari o a Tenten! Se nota que a ellas les gusta tijerear...

Antes de que Hinata se desmayara ante las ocurrencias de Ino, el timbre eléctrico de su apartamento sonó, trayéndole más lucidez ante de su repentino desmayo. Se paro del sofá y corrió apresuradamente hacia la puerta mientras Sakura trataba de quitarle el celular de las manos.

Abrió la puerta y se encontró con un señor mayor.

—¿Hinata Hyuga?

Asintió rápidamente y observo que el hombre ponía su libreta delante de ella.

—Firme aquí.

Hinata lo miro sin entender, pero igualmente asintió y firmo lo que el señor le indicaba. Después de que sus firmas estuvieran en el papel, el hombre se agacho hacia el lado izquierdo de la pared del exterior y al erguirse apareció con un bello florero lleno de rosas.

—Aquí tiene.

—Gra-gracias — atinó a decir ante la sorpresa. Tomo el gran ramo y espero a que el hombre se fuera para cerrar la puerta con su pie izquierdo.

—¡Flores! — exclamo impresionada la peli rosa —¡Te dije que no es lesbiana!

Ino suspiro.

—Lo siento Konan, falsa alarma —colgó la llamada y se levantó del sofá para ir hacia las bellas flores —. Así que el chico es real —subió y bajo sus cejas graciosamente.

Hinata sonrió tiernamente con un gran sonrojo en su rostro y tomo la pequeña tarjeta que estaba escondida entre las rosas.

"Feliz primer mes, Hinata-chan."

—Si, es real — puso la tarjeta sobre su corazón mientras que Ino y Sakura sonreían entre divertidas y felices.


Fin.


N/A: Muchas gracias por la aceptación de este two-shot. Espero que les haya gustado este último capítulo. ¡Nos leemos lectores!

¡RECUERDEN! Hago fics por pedido.

Agradecimientos a: fran. sanchez, GilCa, Hinata Uchiha.H, celuaso, Kazumi123, yue yuna, Mel Blackstone, Melania Uzumaki Uchiha, Marys, dagorfly.