CAPITULO 10: SERÉ TU AMIGA EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS.

Era extraño sentir aquella paz tan repentina, se sentía bien, por un momento podía sentirse como una chica normal, sin presiones más grandes que las de estudiar, esa semana para ella sería como el paraíso, aunque sabía que duraría muy poco, quería disfrutarlo lo más que podía, hacia un par de minutos que Amy su ahora nueva amiga se había retirado a su casa, era extraño pero por alguna razón aquella chica le daba mucha confianza, no tenía mucho de conocerla y sin embargo actuaban como si se hubiesen conocido toda la vida. Amy parecía una chica bastante agradable, era un poco tímida al principio, si, pero solo basto un par de horas para que su verdadera forma de ser saliera a la luz, era una chica bastante inteligente, muy madura y seria cuando las cosas lo ameritaban pero también era una chica carismática y bastante divertida, solía bromear cuando las cosas se veían un poco opacas y animaba el ambiente, resulta ser que era de nuevo ingreso, había sido transferida por que en su otro colegio solían molestarla bastante por ser más inteligente que los demás, bueno creo que eso fue en vano porque acá también la comenzaron a molestar. Si no se defendía como debía, era más que nada porque era una chica pacifista.

La sola idea de recordar a su amiga causaba que su felicidad aumentara, era la primera amiga que tenía en años, y no es porque Minako no quisiera tener amigas sino mas bien sus padres se lo exigían, después de todo la vida que ellos llevaban era bastante perturbadora y no querían arriesgar nada, sin embargo para Minako eso estaba a nada de terminar, la razón es que ella llevaba ya un tiempo reuniendo información sobre lo que hacían sus padres, le había costado horrores hacerlos y en más de una ocasión fue casi descubierta, sin embargo ella se las arreglo como pudo, sabía que lo que tenia no era aun suficiente, necesitaba más pruebas, videos para ser más específicos, pero su mamá y su papá eran bastante cuidadosos y precavidos, además siempre la tenían vigilada, ahora precisamente que habían salido de casa pensaba aprovecharlo, no podía desperdiciar semejante oportunidad así que lo primero que tenía que hacer era comprar cámaras, varias cámaras, una para poner en el cuarto privado, otra en el despacho de sus padres, otra en su habitación, en la sala, en la cocina y en su propia recamara. Si, eran varias las que necesitaba pero por los gastos ni se preocupaba, es decir, ya había reunido el dinero suficiente con algunos trabajos que realizaba a escondidas de sus padres, trabajos como lo era la reparación de computadoras o electrodomésticos y hasta la instalación de programas de computo, así que en esta semana le pediría ayuda a Amy para que la acompañara a hacer las compras, solo esperaba que no le empezara a cuestionar nada.

Entre pensar y pensar, Minako por fin había llegado a su destino, había varios padres de familia afuera de aquel Jardín de infantes esperando a que sus pequeñitos salieran. Y ya que ella no era la excepción se sentó en una pequeña banca que tenía ahí cerca, junto con otras mamás que la saludaron cortésmente, los minutos pasaron y afortunadamente no espero mucho para eso ya que la campana de salida se escucho seguida de aquella pequeña multitud de pequeñines. La rubia al igual que todos los que le rodeaban se puso de pie, se formaron conforme fueron llegando y al abrir las educadoras aquellas puertas fueron pasando por sus hijos uno por uno mientras mostraban su credencial.

Cuando llego el turno de la oji azul, una de las maestras le reconoció y sin más llamo al pequeño.

— Jedite Aino tu hermana vino por ti cariño.

— ¡Qué bien! — el hermanito de Mina grito bastante emocionado dejando de jugar con sus amiguitos y despidiéndose de ellos se dirigió a su hermana corriendo para después abrazarla efusivamente

— Despídete como se debe amor— la rubia soltando una carcajada le correspondió aquel gran abrazo tomándolo de la barbilla con delicadeza y hablandole maternalmente.

— Me gusto mucho la clase de hoy maestra, que pase una bonita tarde — Jedite se separo de su hermana mayor, asintió su mandato con la cabeza y se dirigió a su maestra respetuosamente.

— Pues para mí fue un placer Jedite. Ojala tu compañeros fueran tan amables como tú. Diviértete. — con una sonrisa la maestra se despidió mientras agachada le revolvía el cabello al pequeño que comenzó a reír.

— Hasta mañana maestra gracias por todo—Mina se despidió con una reverencia mientras la educadora se incorporaba y hacia lo mismo.

— Hasta luego señorita Aino.

La rubia con una sonrisa en la boca se giró y tomándose ambos de la mano se fueron alejando de aquel lugar de estudios.

— Te extrañe mucho mamita.

— ¡Oh, cariño! Yo también te eché mucho de menos, estuve pensando en ti todo el día.

— Ojala pudieras venir por mi siempre y sin que mamá se enoje.

— A mí también me gustaría eso cariño pero no te deprimas, esta semana hay que disfrutarla, solo seremos tu y yo.

— ¡Qué bien! Entonces ¿Me cantarás como solías hacerlo antes? No me gusta cuando me duerme mamá Esmeralda nunca me quiere cantar ni contarme cuentos como lo haces tú mamita — mientras seguían caminando el menor no pudo evitar agachar la cabeza desviando la mirada de su hermana mayor mientras daba un suspiro melancólico

— Que no te escuche ella decirme así cariño— aquella palabra con la que se dirigía a ella le gustaba, de eso no había duda, por que mas que hermano lo quería como a un hijo, aun podía recordar cuantas veces, tuvo que levantarse de madrugada para darle el biberón o cambiarle los pañales, enseñarle a caminar e incluso cuidarlo cuando enfermaba, recordaba con claridad como su propia madre se deslindaba de sus responsabilidades y lo dejaba a su cuidado, ese título se lo había ganado a pulso, pero cada vez que le decía así no podía evitar cierto escalofrió al recordar cuantos golpes se llevaron ambos cuando su madre escuchaba aquella palabra, es decir podía soportar ella todos los golpes que le dieran, pero el ver a su hermanito llorar en un rincón tomándose la mejilla golpeada, completamente asustado por decir tan simple palabra. la destrozaba.

— Pero no entiendo porque no debo decirte así, para mí tu eres mi mamá verdadera, tu siempre me has cuidado, me cantas, juegas conmigo, me enseñas muchas cosas, siempre te he visto más a ti que a mamá Esmeralda y además me parezco mas a ti que a ella y a papá.

— Bueno es que el ADN es muy caprichoso a veces cariño — ante eso último Mina no pudo evitar tomarse la barbilla bastante pensativa ante el acierto de su hermanito, por el nulo parecido de los padres a ellos.

— ¿El AD qué?— preguntó bastante confundido el pequeño mientras le veía como si tuviera dos cabezas.

— Eh, nada amor no me hagas caso— la rubia con una gota en la cabeza por haberlo confundido decidió retomar la plática anterior — Mira se que nuestros padres quieren que me llames por mi nombre o por lo que soy, tu hermana, para mí también es muy difícil todo esto, pero no importa cuánto te lo prohíban tu dime como mas te guste, eso si deberás hacerlo cuando ellos no estén presentes, ni tampoco cuando haya gente cerca.

— Si, lo sé, ya me lo has dicho muchas veces, solo es un secreto entre los dos, porque si no la gente hablara y nuestros papás nos castigaran si se enteran — bastante desanimado el pequeño se detuvo justo en la entrada de su casa sin poder evitar soltar varias lagrimitas mientras su boquita temblaba por el esfuerzo del llanto causando que una punzada atravesara el corazón de la mayor quien al instante se agacho a abrazarlo.

— Vamos, no pongas esa carita triste Jedi, me harás llorar. Sabes que no nos podrán separar tan fácil, nos amamos mucho y no importa cuánto intenten separarme de ti siempre buscare la forma de estar a tu lado, no te dejare solo nunca — la rubia tomando su barbilla con delicadeza le vio directamente a los ojos llorosos tratando de mantener la compostura y mostrar seguridad, le limpio las lagrimas con delicadeza, para fundirse nuevamente en un abrazo. Una vez separados le brindo una cálida sonrisa que sin duda alguna fue correspondida — entremos a casa, nos ducharemos, terminaremos nuestras tareas y cuando acabemos tendremos el resto de la tarde para nosotros solitos ¿Te parece?— trató de animarlo mientras le tocaba ligeramente la naricita y le besaba la frente.

— Si — Jedite dijo más animado mientras se limpiaba el resto de lágrimas de la carita y se dirigía a la puerta ansioso esperando a que Minako abriera la puerta.

Una vez adentro Minako se dirigió a su cuarto dejo sus cosas sobre la silla de su escritorio, se dirigió a su armario y se cambio de ropa cómoda para bañar a su hermanito. Entró al baño, abrió las llaves de la tina templando el agua y mientras se llenaba la tina se puso de pie tomando rumbo a la habitación de Jedite, a quien vio como abría la jaula de su hámster, lo tomaba entre sus manos y se puso a jugar con él, ante este acto la rubia no pudo evitar reír y más cuando las risas no se hicieron esperar a causa de que el pequeño roedor se había colado por debajo de la camisa de manga larga del rubio, el pelaje del pequeño roedor le causaba cosquillas. El travieso hámster finalmente salió por el cuello de la camisa y se quedo quieto en el hombro de su dueño quien aun reía sin parar. Minako por su parte sin dejar de reír al ver aquella interacción entre dueño y mascota se dirigió al ropero de su hermanito sacando una toalla, ropa interior, calcetines, una playera y un pantalón corto, el conjunto de ropa lo coloco sobre la cama y al ver como su hermanito metía en su jaula a "Hamtaro", su mascota, se dirigió a él para ayudarlo a quitarse los zapatos y a desvestirse, finalmente le puso una batita, le alcanzo sus sandalias y se dirigieron al baño.

Ya estando adentro, Mina cerró las llaves, corroboró que el agua estuviera a buena temperatura, tomo una cubetita que estaba llena de juguetes y la vació dentro de la tina.

— Listo Jed, a bañarse — Mina se puso de pie, dirigiéndose al rubio quien estaba sentado sobre la tapa del retrete, le quito la bata, las sandalias y cargándolo, lo metió a la tina de baño.

— ¡Esta rica el agua!— exclamo al sentir como su hermana lo sumergía para después tomar una jícara y mojarlo por completo.

— Me da gusto saber eso, al menos ahora no quedaras como camarón cocido— la rubia no pudo evitar recordar con enojo las veces que Esmeralda su madre, bañaba al menor y el agua con la que lo bañaba estaba a una temperatura un poco más alta de la acostumbrada. Al menos eso suponía por que Jedite siempre salía con su piel bastante rojita. Lo único que agradecía era que al menos tenia la precaución de no echarle el agua hirviendo.

El baño transcurría como normalmente solía hacerlo estando presente un pequeño de cinco años, es decir, no faltaron las risas, las salpicaduras de agua y mucho menos los juegos de navíos siendo hundidos por salvajes patitos de hule siendo él el pirata y su hermana su rival. No había, miedo, no había angustia, no había llanto o gritos desesperados solo había felicidad, libertad y paz. Solo eso.

Una vez terminado el baño, Mina cubrió con la toalla a Jedite y cargándolo lo llevo hasta su habitación para que se vistiera en lo que ella tomaba una ducha rápida.

Después de un rato y estando ya los dos bañados y cambiados se dispusieron a comer unos sándwiches de atún y a terminar sus tareas escolares. No era complicado después de todo los dos tenían una sorprendente facilidad para aprender, así que una vez terminadas sus responsabilidades, Mina tomo las llaves de su casa y junto con su hermano se dirigieron al parque a pasar el resto de la tarde. Después de todo cada instante que pasaban era atesorado por ambos, no tenían que sufrir la represión contante de sus padres, esta semana solo eran ellos dos y nada más, debían disfrutar cada momento, y así lo harían.

Habían pasado ya dos días en los que la vigilancia de sus padres estaba fuera de rango, y Mina como había prometido a su hermano se la estaban pasando realmente bien, sin embargo también sabía que estas semana de ausencia debía aprovecharla también para instar las cámaras y micrófonos, lamentablemente sabia que sola no podría hacerlo y la única persona que venía a su memoria para ayudarle era nada más y nada menos que su nueva amiga Amy, solo esperaba que todo saliera bien.

— Oye Amy ¿Estarás libre esta tarde?— pregunto algo temerosa una vez estando sentadas.

— Si, no tengo nada que hacer ¿Por qué?— curiosa le cuestionó.

— Es que quería saber si me podrías acompañar a recoger a mi hermano e ir a comprar algunas cosas que necesito

— Por mi no hay ningún problema Mina con gusto te acompañare. Además va a ser una buena oportunidad para finalmente conocer a ese apuesto caballerito — la de cabello corto le sonrió con amabilidad.

— Gracias Amy no sabes cuánto te lo agradezco, pero aparte de eso también quería pedirte otra cosa — dijo algo avergonzada por pensar que estaba abusando de la amabilidad de Amy.

— Pues tú dirás, mientras no sea vender mi alma al diablo todo estar bien— al ver la inseguridad en ella, Amy trato de bromear.

— Bueno la verdad es que esas cosas que tengo que comprar son unas cámaras y micrófonos que se necesitan instalar y… bueno no puedo hacerlo sola, mi hermano es muy pequeño para ayudarme — soltó sus planes, recordando que ya le había contado Amy sobre los trabajos que hacía en sus tiempos libres.

— así que te salió trabajo eh, me sorprende cuantos clientes tienes amiga, se ve que no haces nada mal tu trabajo. Pero qué curioso que hasta micrófonos instalarás, pareciera como si fuéramos a hacerla de espías o algo así. Me pregunto ¿Quién necesitaría esas cosas? — se tomó la barbilla mostrando interés.

— La verdad es que este trabajo será en mi casa, debo aprovechar que no están mis papás — Soltó sin pensar con claridad lo que decía.

— Espera, espera ¿Por qué harás eso? ¿Por qué tienes que aprovechar la ausencia de tus papas? ¿Hay algo mal?— algo sorprendida fijo su mirada en ella mientras veía como el rostro de la rubia perdía color.

— Eh… no… no es nada malo, es… es un encargo de mis papás, dicen que es por seguridad. Sabes que mi papá es un juez reconocido pero también muy odiado entre los maleantes y bueno como saben que soy hábil en esas cosas pidieron mi ayuda, se… se supone que lo haríamos juntos pero han estado muy ocupados y quiero darles la sorpresa antes de que lleguen — nerviosa inventó una excusa esperando que su amiga la creyera, y afortunadamente si lo había hecho.

— Bueno eso explica todo, en parte tienes razón, es muy bueno que tu papá quiera cuidarlos y quiera tomar sus precauciones después de todo.

— ¿Entonces me ayudaras hoy?

— ¡Claro! no hay ningún problema, cuenta conmigo — puntualizó la de cabello corto.

— Gracias— finalmente dejó escapar el aire retenido — Por cierto, cambiando de tema, se me hace muy extraño que Neherenia y sus dos locas no nos hayan hecho nada aun.

— Bueno, escuche por ahí, que Neherenia no se ha presentado por que según ella se había "enfermado"— entrecomillas relató aquél chisme tan recurrente en los pasillos.

— Si claro, enferma, si semejante moretón en el ojo se considera estar enferma entonces sí que le dio fuerte — Mina soltó con burla seguida por Amy mientras seguían comiendo su almuerzo.

— Todavía recuerdo aquel día con claridad, fuiste muy valiente al enfrentarla — la peli azul le recordó agradecida.

— Vamos no exageres, no es para tanto—sonrojada la rubia trataba de aligerar las cosas como si fuera cualquier cosa sin importancia, causando que su amiga la mirara divertida.

— Que no es para tanto, por favor, jamás se me va a olvidar la manera en la sus pies se alzaron sobre su cabeza. Que golpazo se llevo, jamás había visto que una chica aplicara semejante fuerza, se notó que ya te debía varias, estás segura que no haces pesas. —declaró entre risas sin dejar de ver el sonrojo que su acompañante traía.

— Pero yo no sentí que le pegara tan duro — avergonzada Mina no dejaba de ver el pasto como si este fuera lo más interesante de ver hasta el momento.

— Quizá fue la adrenalina amiga ¿Cuál fue el truco? Ya dime tus secretos oh gran y poderosa sensei ¿Ensalada de espinacas? ¿Esteroides? ¿Súper poderes? Porque realmente no puedo comprender que tengas la fuerza bruta de Hulk y el cuerpo menudo del chapulín colorado ¿Estás segura de que Popeye no fue tu abuelito?

— No seas tonta— bromeando le dio un golpecito en el hombro con el puño cerrado a su amiga haciendo que las risas se convirtieran en carcajadas.

— ¡Wow, wow, wow! Cuidado con esos bíceps de acero chica, no quiero perder mi brazo —finalmente aquel último comentario provoco nuevamente que las dos rieran sin control alguno mientras escuchaban la campana que anunciaba el fin del descanso.

Las horas fueron pasando con total normalidad y para fortuna de ambas jovencitas el día había finalizado. Una vez habían salido del colegio se dirigieron a la escuela de Jedite quien ante la sorpresa de Minako había congeniado muy bien con su amiga. Se le hacía realmente extraño aquello ya que Jedite por lo general era muy tímido con la gente nueva, todo gracias a sus padres obviamente ya que no les permitían convivir con el mundo exterior, sin embargo, con Amy hasta se carcajeaba con cada payasada que esta hacia o decía, como si se hubiesen conocido de toda la vida, o bueno al menos los cinco años que su rubio hermanito tenia. Ahora mismo ahí estaban los dos delante de ella jugando piedra papel o tijeras por ver quién se quedaría con el único helado de chocolate que le quedaba al vendedor. Debía de admitir que eso le estaba causando mucha risa, y extrañamente una calidez comenzaba a embriagarle su maltrecho corazón, ya que cada momento único como estos lo apreciaba de sobremanera porque sabía que estos momentos eran escasos. Finalmente una celebración de victoria la sacó de su pequeño trance, ante tanta batalla que habían dado esos dos, Jedite había perdido, sin embargo, Amy llena de la bondad que siempre poseía, se agacho a la altura de su hermanito, le acaricio su cabecita con suma ternura y dándole una cálida sonrisa le dio su helado.

— Te lo doy solo porque soy muy bondadosa y porque se me antojo mas el de vainilla — con fingido enojo la peli azul desvió la vista hacia Mina guiñándole un ojo mientras ambas veían con gracia como Jedite lo devoraba bastante emocionado.

— Gracias Amy— el pequeño dijo emocionado mientras de su boca embarrada salía una sonrisita.

Ante este acto Mina no pudo evitar reír nuevamente mientras se agachaba a su altura y le limpiaba la boca como una madre suele hacerlo.

— ¡Ay pero cuanto amor desbordan ustedes dos ¡adóptenme! — al ver aquel cariño que se tenían, Amy no perdió oportunidad y se arrojo dramáticamente a ellos dándoles un abrazo enorme provocando las risas de los tres.

Poco después de haberse terminado su helado entre juegos y bromas se dirigieron al centro comercial para hacer sus respectivas compras, al dirigirse a aquel establecimiento de electrónica tan conocido para la rubia a nadie se le hizo extraño que su compra fuera algo excesiva, después de todo era una de las mejores clientas que tenían, sin embargo para Amy que apenas la estaba conociendo le sorprendía aun ver como le atendían con gran respeto y admiración, y sobretodo el ver como la rubia se desenvolvía bastante bien al pedir todo lo que necesitaría, cables, cámaras, micrófonos, tornillos, memorias USB, CD y mucho más cosas que realmente la empezaban a marear.

— No cabe duda que esto de la tecnología es lo tuyo — Amy comento mientras entraba a la casa con la ultima caja de las compras y la dejaba en la mesa de el suelo junto con las demás cosas.

— Mi hermana mayor es muy sorprendente — Jedite soltó con admiración alabando a su hermana sin dejar de ver a su invitada.

— Realmente lo es Jedite, de eso no hay duda alguna — la peli azul que se había agachado a la altura del más pequeño para tener una conversación más atenta no pudo evitar desviar la mirada hacia Minako quien trataba de disimular estar más interesada en las cámaras.

— Ya basta, no… no es verdad — ¡y ahí estaba! el primer indicio de nerviosismo en la pobre rubia quien volteo a verlos completamente roja causando que la risa burlona de su mejor amiga incrementara contagiando a Jedite.

— Ya deja de burlarte y mejor ayúdame a instalar todo esto.

— ¿Tú le ayudaras a mi hermana a instalar las cámaras y los micrófonos de súper espías?— preguntó sorprendido el rubio

— Pero claro que por supuesto que si peque— con una sonrisa orgullosa la de pelo corto revolvió traviesa aquella cabellera.

— Vaya entonces debes ser una genio así como mi hermana — grito un tanto emocionado sin importarle en lo más mínimo aquellas muestras de cariño de parte de la amiga de Mina

— Pues… no es por presumir mi pequeño saltamontes pero sí que lo soy— respondió mientras cerraba los ojos y se tomaba la barbilla presumidamente.

— Vaya cuanta modestia la tuya— sarcástica Mina hablo achicando los ojos mientras le veía de reojo y daba una sonrisita ladina

— Lo sé, lo sé, soy genial, súper radical, soy una genio, una cerebro…— Amy no dejaba de alagarse cantando al ritmo de aquel señor gordito perteneciente la película "Marte necesita mamás" mientras daba unos pasitos de baile bastante graciosos provocando que ambos hermanos no pudieran evitar estallar a carcajadas.

— Y por lo visto una chica bastante humilde con su persona

— Eres muy graciosa

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Las horas en casa de Mina habían pasado volando y para asombro de ambas la convivencia entre los tres era bastante buena. Las cámaras y micrófonos habían sido ya instalados de tal forma que no se podían ver y al ser inalámbricos ayudaba a no detectarlos con facilidad, todo aquello ya había quedado programado de tal manera que las imágenes se quedaran guardadas, en el modem, en su computadora y en su correo electrónico así que importaba que le pasara a la computadora, al modem o a las cámaras todo quedaría guardado en la red.

— Válgame el cielo ya es muy tarde— exclamó con sorpresa la peli azul mientras veía el reloj de su muñeca.

— Es verdad no me había dado cuenta de ello, perdón por haberte quitado tanto tiempo Amy— la rubia se disculpo algo apenada.

— No te preocupes por eso, para mí fue un placer ayudarte Mina, pero por ahora tengo que irme— se puso de pie para tomar sus cosas sin embargo fue detenida antes de poder hacerlo.

— Pero ya es algo tarde para que te vayas, porque no mejor te quedas.

— Si, si que se quede— alegre Jedite insistía dando saltitos por el sillón de la sala.

— Están seguros, no quiero incomodarlos.

— Estamos seguros, no incomodas para nada — Jedite como un rayo había bajado del sillón y estando ahí frente a la peli azul la había tomado de las manos viéndole fijamente.

— Además papá y mamá no están en casa, llegarán hasta la próxima semana— recalcó nuevamente Mina.

— Vaya y yo que creía ser la única que se quedaba a solas por largos periodos de tiempo, veo que ustedes también suelen quedarse a solas.

— Bueno si, es algo inevitable la verdad. Pero nos tenemos el uno al otro — Mina hablaba mientras abrazaba con fuerza a Jedite — entonces… ¿Qué dices? ¿Te quedas? Te prestare ropa para que te sientas cómoda y si quieres ducharte puedes hacerlo con confianza, tengo toallas limpias, cepillos de dientes nuevos y hasta ropa interior nueva para que no te sientas incomoda — puntualizó la rubia ante la sorpresa de su amiga.

— Caramba que bien preparada estas.

— Bueno siempre hay que estar preparados para todo — recalcó sin dejar de darle una mirada profunda, esperando la pronta respuesta.

— Está bien solo déjame llamar a mi casa para avisarles— soltó en signo de resignación pudiendo ver como ambos hermanos sonreían felices.

— Claro no hay problema, mientras hablas yo iré a preparar la cena junto con Jedite.

Lo siguiente que paso no fue nada del otro mundo, al menos no hasta el momento, Amy había llamado a su mamá para avisarle que se quedaría en casa de su nueva amiga por lo que no tuvo problema alguno, después de eso los tres cenaron con normalidad y una vez terminada la cena recogieron todo. Mina con aquel carisma que siempre irradiaba le indicó a su amiga donde estaban las cosas para que pudiera tomar un baño, le dio una muda de ropa junto con la interior nueva, cepillo de dientes y la dejo a solas mientras ella hacía lo mismo junto con Jedite en una de las habitaciones contiguas.

Habiendo ya terminado de vestirse y ya estando más relajada Amy había procedido a secarse bien el cabello con la toalla como siempre lo hacía sin embargo aquella quietud que había en ese momento fue interrumpida por las pisadas de alguien corriendo por el pasillo seguido de algunos gritos.

— ¡Jedite no!... — la voz de Mina se escuchó por toda la casa.

— Pero mamita— se quejó una voz infantil.

— ¿Mamita?— se preguntó intrigada Amy, sin dejar de escuchar curiosa el alboroto de afuera.

— ¡Ven acá!... ¡no corras, te vas a caer!…

— No me caigo

— ¡Jedite ven!

— ¡No! yo quiero que ella también me acueste

— Te dije que puede estar cansada, no quiero molestarla.

— ¡Amy, Amy!— los gritos del pequeño no dejaban de escucharse insistentes.

— ¡Oh por Dios, un hombre en paños menores!— exclamó esta fingiendo sorpresa llevándose las manos a la boca reteniendo las risas al ver ahí frente a ella al pequeño en calzoncillos una vez que había entrado a la habitación abruptamente siendo seguido por una Mina recién bañada y con solo una bata de baño cubriéndola.

— Jedite ¿No pudiste al menos esperar a que terminara de vestirte?— la rubia se quejo mientras trataba de controlar su respiración a causa de la carrera que había dado — perdóname Amy, nunca antes había hecho esto— se disculpó avergonzada mientras cargaba a su hermano.

— No te preocupes amiga, no pasa nada, escuche suficiente como para saber que él quiere que lo vaya a acostar también.

— Si pero ya le había dicho que yo no quería…

— Molestarme, lo sé, también escuche eso, pero para mí no es ninguna molestia, al contrario, me alaga —le interrumpió mientras miraba divertida al pequeño— mira hagamos algo, dame a este pequeño travieso, termínate de cambiar en lo que yo lo visto también y una vez listos te esperaremos en su cuarto.

— ¡Sí, sí!— grito con entusiasmo mientras la peli azul lo tomaba entre sus brazos.

— ¿Estás segura?— preguntó insegura

— Claro que estoy segura— concluyó brindándole una sonrisa que fue bien recibida mientras se dirigía a la habitación del pequeño y dejaba a la rubia hacer lo suyo.

Después de haber pasado unos cuantos minutos Mina fue a la habitación de su hermanito para ver cómo iba todo, espera que Jed se estuviera portando bien y que no le hubiera dando tanta lata, por lo general, él era un niño muy bien portado pero le había sorprendido bastante que esta noche se hubiera alocado tanto, le daba mucha gracia sin lugar a dudas, pero eso no quitaba el hecho de sentirse avergonzada ante su amiga.

Al abrir aquella puerta lo que vio la dejo algo descolocada, sobre la cama estaba Jedite abrazado de Amy con su piyama de naves espaciales, ambos estaban abrazados esperando por ella, sin embargo lo que le dio risa fue ver la cara de cansancio que traía su hermanito, se veía que tenía una fuerte lucha para evitar dormirse. Una vez que ella había entrado ambos la vieron sonrientes.

— ¿Estás listo para dormir? — preguntó con ternura mientras tomaba asiento en la silla de al lado y le acariciaba la mejilla.

— Sí, pero no quiero dormir sin antes escucharte cantar a ti y a Amy

— ¿A las dos?— preguntó Amy con gracia

— Si— dijo con firmeza.

— Pero Jed— comenzó a protestar la hermana mayor.

— Por favor hermana ¿Si?— los ruegos de aquel pequeño fueron nuevamente escuchados y mas que ruegos fueron aquellas miradas llenas de suplía quienes hicieron ceder a ambas.

— Bueno que se le va a hacer — dijo la peli azul mientras se acomodaba mejor en la cama— ¿Se saben la canción de las magdalenas?— preguntó nuevamente dándole una mirada a la rubia sin dejar de sonreír.

— Me las se todas— respondió finalmente soltando una risa resignada.

— ¡Excelente! que les parece si cantamos la de "canción para bañar la luna"

— Hermana la cantaran mientras tocas la guitarra ¿verdad?

— Claro cariño— concluyo mientras escuchaba reír a Amy

— ¿Qué? — pregunto perdida la rubia.

— Tu sí que eres un estuche de monerías, no sabía que también tocabas la guitarra— dijo dando a entender que no solo ella tenía talento para la música.

— Bueno eso, el piano y la voz— contestó presumida mientras tomaba la guitarra que estaba debajo de la cama.

— Y ahora quien es la modesta— al escuchar aquello ahora fue el turno de Mina reír a carcajadas contagiando a su amiga.

— Bien empecemos— declaró Mina mientras comenzaba a tocar las primeras cuerdas musicales.

Una vez habiendo terminado aquella música y al ver por fin rendido a Jedite la rubia beso la frente del más pequeño lo abrigo bien y ambas se fueron a descansar de tan cansado día. Amy había comprobado que Mina poseía una gran voz y una gran habilidad para tocar, había podido sentir después de mucho tiempo la calidez de una amistad y Mina había podido descubrir por primera vez lo que era la verdadera felicidad, solo rogaba que esta experiencia durara para siempre.

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Han pasado dos meses desde que había conocido a la persona que ahora consideraba no solo como su mejor amiga y confidente si no como a una hermana. Desde que había ingresado a su nuevo colegio, pensó que algo cambiaria, que su vida anterior llena de miedos e inseguridades quedaría atrás, algo en su interior le hacía creer que todo mejoraría, que aquellas humillaciones de parte de su compañeros serian parte del olvido; sin embargo todo sueño se vino abajo cuando Neherenia y sus dos lame botas descerebradas la habían enfrentado aquel primer día de escuela, ya empezaba a imaginar cuán difícil seria también encajar en este lugar, pero para sorpresa suya alguien le había hecho ver las cosas de otra forma, ese alguien había salido en defensa suya y su nombre era Minako Aino. Mina era una chica, bastante tímida y sobre todo insegura, al principio hasta había creído que le temía a las personas por que siempre se la pasaba apartada de ellas y no era para menos, al parecer no solo yo era la que tenía que soportar humillaciones, burlas y demás cosas horribles a sus espaldas, resultaba que Neherenia era una maldita manipuladora y siempre se la pasaba haciéndole la vida de cuadritos, tal parecía que disfrutaba mas el hecho de hacerle daño a los que eran más listos en ese colegio. Cuan equivocada estaba ella al pensar así de Mina ya que al pasar de los días había descubierto muchas cosas positivas en aquella peculiar rubia, era bastante inteligente en primer lugar, tenía muchas habilidades en sí, primero poliglota, hablaba tres idiomas aparte del nativo, por ejemplo inglés, francés y alemán. Sabia tocar el piano y la guitarra pero su fuerte por así decirlo se basaba en las cosas tecnológicas, inclusive hasta le pagaban por reponer cosas de ese estilo, no importa que fuera lo que le pusieran, ella lo reparaba a la perfección y con una habilidad increíble, por lo poco que le había contado ella quería especializarse a futuro en ingeniería en robótica y mecatrónica. En otras palabras era toda una cerebrito, justo como ella, quizá por esa razón es por la cual ambas habían congeniado bastante bien. Mina fuera de esa faceta tan seria, solía ser bastante graciosa y sobretodo amorosa, solo bastaba con ver como trataba a su hermanito, hasta parecía más una mamá que una hermana mayor, pero no podía opinar mucho en si ya que al ser única hija no tenía experiencia en saber cómo tratar a un hermano. Aun así a pesar de no tenerlo, el haber conocido a ese pequeño le hacía darse una idea de lo que era tenerlo, la convivencia con ambos hermanos era increíble y eso la hacía sentir plena, feliz. No importaba que tanto las molestara Neherenia, aquella tristeza ya no era parte de su vida. Pero había algo que ya desde hace algunas semanas le intrigaba, por ejemplo ¿Por qué su amiga solo la invitaba a su casa cuando sus papás no estaban? Una vez le pregunto por sus papás y ella no supo que responderle, siempre cambiaba de tema o decía que tenían mucho trabajo, sinceramente a Amy se le hacía raro pero nunca le volvió a insistir por que parecía incomodarle bastante. Pero no solo le intrigaba aquella actitud si no que Minako siempre solía llegar a la escuela bastante adolorida, y no era porque la rubia se lo hubiera dicho o algo por el estilo si no porque siempre hacia muecas al levantarse, sentarse y que ni se diga cuando les tocaba hacer deporte, parecía una tortura hacer todas aquellas actividades, en más de una ocasión le preguntó si se encontraba bien, pero así como era de amorosa lo era de reservada, para unas cosas era abierta pero para otras no tanto. Aun así no importaba que tan distante a veces fuera con ella su amistad y esa increíble unión que mantenían ambas era increíble.

Todo lo que estaba viviendo hasta ahora le estaba gustando, se sentía más tranquila, pero esa tranquilidad se había derrumbado hacia un par de semanas cuando sin querer había descubierto la causa de aquellos dolores una vez que había ingresado a los vestidores para buscarla.

Dos semanas atrás…

En la ultima hora de clases, Amy y Minako habían tenido como cada viernes su clase de deportes correspondiente y por ende como regla todos los alumnos tenían turnos para guardar las cosas que se ocupaban en el almacén, obviamente este día había sido el turno de ambas guardar todo así que mientras que sus demás compañeros se duchaban y se cambiaban ellas dos se encargarían de hacer sus deberes. Sin embargo ambas tardaron poco más de lo habitual así que al ver que ya faltaba poco para terminar Amy mando a Mina a las duchas alegando que ella terminaría de guardar todo, en parte lo hacía porque sabía que la rubia no solía bañarse frente a nadie ni mucho menos cambiarse de ropa, por alguna extraña razón siempre hacia esto y bueno la peli azul creyó que era debido a su timidez, así que para respetar su privacidad como siempre lo hacia se había ofrecido sin dudar.

Después de haber terminado, completamente agotada, se dirigió a los vestidores, pero lo que vio a continuación la dejo estática; frente a ella estaba su amiga sin camisa y con el puro sostén con los ojos abiertos por la sorpresa de haber sido descubierta, aplicándose maquillaje en algunas zonas de su cuerpo para ocultar lo que ahora parecían ser moretones y mordidas.

— ¡Santo Dios! Minako ¿Pero que es lo que te ha pasado? ¿Quién te hizo esto?— la peli azul exclamo escandalizada.

— ¡Amy!— fue lo único que pudo pronunciar ante la sorpresa mientras se trataba de cubrir el cuerpo con las manos inútilmente.

— ¡Respóndeme!— desesperada buscaba respuestas, pero al parecer no las obtendría tan fácilmente.

— Nada, no ha pasado nada de… ¿De qué hablas?

— No trates de aparentar demencia Mina, no estoy ciega, no tienes por qué ocultarme cosas; mira, sé que nos conocemos hace poco y sé que no tengo que el derecho de preguntarte nada pero quiero que me digas que ha pasado, esas marcas no son normales, son bastante preocupantes a decir verdad. ¿Acaso fue Neherenia?

— No, Dios no, ella no me ha hecho nada, yo solo…solo me caí por… por un acantilado mientras… hum… mientras conducía mi bicicleta.

— Por favor Mina ¿Te estás escuchando? Ni siquiera tienes bicicleta, esto es grave no se qué es lo que te este pasando pero enserio me preocupan esos golpes y no solo eso, esos no son rasguños, son mordidas, ¿Qué te han hecho? ¿Quién te ha lastimado de esa forma? Acaso Abu… ¿Abusaron de ti?

— ¡Ya basta!— su vos retumbo por todo el lugar con desesperación causando sorpresa en su amiga— Sé que te preocupas por mí, pero… pero por favor no preguntes cosas que no puedo responder, por favor…— suplico con la voz quebrada mientras sus ojos se volvían cristalinos.

— Pero amiga, esto tienen que saberlo al menos tus padres para que hagan algo

— ¡No! no le vayas a decir nada a nade, por… por favor… esto nadie tiene que saberlo me oyes, nadie, te prometo que después te diré pero por favor no digas nada. Te lo imploro— finalmente las lagrimas que habían amenazado con salir, se hicieron presentes, provocando un vuelco en el corazón de Amy quien instintivamente se acerco a ella brindándole un cálido abrazo.

Desde aquél día las cosas para ambas cambiaron, si antes eran inseparables ahora lo eran mucho mas, Amy había dejado de tomar las cosas a la ligera y se había vuelto algo sobre protectora con ella.

La noche había sido increíble para ambas, habían disfrutado de su compañía y cada momento que pasaba lo atesoraba, por ejemplo hoy que se había quedado a dormir en casa de Mina para pasar el rato como unas simples adolecentes sin ninguna preocupación, sin embargo esto solo era por así decirlo la calma antes de la tormenta.

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Hacia algunos minutos Minako se había levantado de su cama porque había tenido algo de sed, así que aun adormilada y con bastante pereza bajo a la primera planta dirigiéndose a la cocina para ir por un vaso de agua, sin embargo el ruido de un coche aparcando a fuera de su casa tan temprano la hizo parar de golpe, tratando de enfocar la vista se fijó el reloj de pared que permanecía arriba del refrigerador. Apenas marcaban las 5:14 de la madrugada. Confusa se acercó a la ventana y haciendo ligeramente a un lado la cortina se asomó pudiendo ver con total asombro que afuera su casa acababa de llegar su peor pesadilla, su padre. Se supone que el llegaría a casa en un par de días más sin embargo ahora su auto se encontraba afuera siendo estacionado en el garaje de la casa. ¿Qué haría ahora? Rubeus debería estar en otro lugar, debería estar con el abuelo y con Esmeralda su esposa, no aquí, si el llegara a ver a Amy… ¡Amy! Si él llegaba a ver a su amiga seguramente seria su fin, le iría bastante mal, tenía que hacer algo rápido. Sin perder más tiempo la rubia giró sobre sus pies y subió al segundo piso, entró en su habitación y cerró la puerta tras de sí, siendo lo menos ruidosa posible, su corazón le palpitaba frenético a causa de la carrera desenfrenada que soltó, sentía que se le saldría del pecho, si él llegase a ver a Amy en la casa estaba segura de que los golpes que recibiría por parte de su padre serián lo más piadoso que le haría. Tenía pánico, por un momento al llegar a su habitación donde su nueva amiga yacía acostada el miedo la había dejado totalmente petrificada, pero al ver que el tiempo corría, las probabilidades de esconder a Amy disminuían, ya no le daría tiempo de sacarla de la casa.

— Amy despierta, por favor Amy, tienes que esconderte rápido— la rubia con desesperación movía el cansado cuerpo de su amiga para lograr finalmente despertarla.

— ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Por qué dices eso? No entiendo ¿Que está pasando? — aturdida Amy no pudo evitar preguntar aquello mientras se colocaba sus anteojos y tomaba su celular de la mesita de noche para ver la hora.

— por favor Amy, no hay tiempo de preguntas, tienes que esconderte mi padre acaba de llegar, si te ve aquí me irá muy mal, por favor, escóndete en el closet de mi ropa —Sin perder más el tiempo Minako quitó las frazadas que cubrían a su amiga, le tomó de la mano y a través de empujones la metió a aquel lugar.

— Pero Mina ¿De qué hablas? Es tu papá, estoy segura de que si hablas con el entenderá, tu padre es una persona muy buena y comprensible.

— No, no, no, estas equivocada, tu no lo conoces como yo Amy, por favor te prometo que cuando él se vaya te contaré, pero por favor escóndete— las lágrimas de sus ojos comenzaban a asomarse, la rubia estaba realmente asustada y eso en parte sorprendió a la peli-azul.

— ¿Qué? debes estar bromeando — fue lo único que pudo decir sin poder evitar que una angustia horrible comenzara a instalarse en su pecho.

— Amy no estoy bromeando, quédate aquí y veas lo que veas, escuches lo que escuches, no salgas ni hagas ruido alguno, ni mucho menos intentes hablar por teléfono, hablo enserio, es por tu seguridad y la mía, no intentes nada, no hagas nada que te pueda delatar por favor te lo suplico.

— Mina me estas asustando, hablas de tu papá como su fuera un psicópata o algo así.

— Amy mi papá no es lo que aparenta, después te explicare, pero por favor haz lo que te digo — el pánico que sus ojos reflejaban era algo que jamás había visto, Mina parecía realmente asustada de lo que pudiera hacer su progenitor, no entendía que estaba pasando, pero si lo que le estaba pidiendo lograría calmarla siquiera un poco entonces obedecería sin chistar.

— Está bien Mina hare lo que tú me digas — Amy apretó con fuerza el celular que todavía traía en mano y viéndola a los ojos le brindo aquella tranquilidad que la rubia en esos momentos necesitaba.

— Gracias — soltó un suspiro de alivio, tomó las cosas de Amy se las dio y sin perder más el tiempo y la encerró con llave.

A través de las rendijas de la puerta de aquel closet Amy alcanzó a ver como Mina rápidamente se dirigía a la puerta de su habitación para cerrarla también con llave con el cuerpo aun tembloroso y torpe, sin embargo, no alcanzó a llegar por que su padre había ingresado a la habitación de forma abrupta, causando que ambas dieran un brinco, la mirada que traía aquel hombre las había dejado heladas, no solo a la rubia sino también a ella misma, esa mirada penetrante le causaba un inexplicable temor, era una mirada fría, careciente de algún sentimiento bueno, el temor que infundía en su amiga le tenía sorprendida, se veía como un cachorro indefenso en garras de un lobo despiadado, por un momento creyó que solo era imaginación suya, que a lo mejor el cansancio provocado por pasar la noche en vela viendo películas con su amiga le hacía ver cosas que no eran, sin embargo, al ver lo que a continuación hizo aquel hombre le dejó claro que no estaba alucinando.

— Pa..pa…Papá…

— Hola Minako, me sorprende que a estas horas de la madrugada estés de pie yo te hacia acostada en cama. — Rubeus sonrió morboso mientras prendía la luz de la habitación e ingresaba a esta con paso lento y firme dirigiéndose a su atemorizada hija

— Es que yo… yo tenía un poco de sed así que me dirigía a la cocina por un poco de agua — trataba de aparentar normalidad sin embargo el ver como aquel hombre se acercaba a ella a paso decidido causo que sus instintos se pusieran alerta y poco a poco fuera retrocediendo.

— Ya veo, así que estas sedienta eh ¿Sabes? hace un momento fui a ver a tu hermano a su habitación, pero me he sorprendido bastante al no verlo, me pregunto ¿Por qué será? — aquellas palabras dichas hicieron estremecer a Amy, quien podía ver con claridad que aquello iba a ponerse feo, es decir bastaba con ver aquella actitud tan altanera e imponente que estaba mostrando aquel hombre ante su propia hija quien no dejaba de temblar. Aquello le daba muy mala espina, así que siguiendo sus instintos y haciendo uso de su audacia desbloqueo su celular y buscando la cámara de video comenzó a grabar todo sin imaginarse siquiera lo que estaba por presenciar.

— Bu…bueno lo… lo que pasa es que el… él fue a pasar la noche con uno de sus amigos del colegio y… bueno yo… yo lo deje ir. Son… son personas de confianza, no hay que preocuparse por nada papá. Pero eso es lo de menos ¿Qué… que haces aquí? Pensé que… pensé que estarías con el abuelo y con mi mamá — el fuerte sonido de un golpe seco se escuchó por toda la habitación al igual que el grito de Mina quien ahora mismo yacía tirada en el suelo sujetándose la mejilla a causa de tremenda bofetada.

— Eso es por querer mandarte sola Mina, ¡Sabes que tienen terminantemente prohibido las salidas, a menos que sean por cuestiones escolares! ¡Eres una estúpida! ¿Sabes el riesgo que corremos si alguien se llega a enterar lo que hacemos tu madre y yo? — Amy ante aquel brusco acto se había tapado la boca para acallar el grito de sorpresa que todo esto le estaba causando.

— Pe… perdóname papá, no fue… no fue mi intensión… yo…yo… te juro que he sido muy cuidadosa — esta vez las lágrimas habían salido sin poder evitarlo, tenía miedo y lo que más le preocupaba es que su amiga estaba presenciando todo, se sentía desprotegida, vulnerable, rota y sobre todo avergonzada.

— Se que lo has sido cariño, no te convendría para nada que hicieras una tontería. Pero ahora que lo pienso es muy conveniente que no estuviera tu hermano aquí, así no me estará molestando sus lloriqueos por tratar de protegerte.

— No… no… no papá, no me hagas nada, por favor, te lo suplico… prometo…prometo que no volverá a pasar… te lo juro — suplicaba entre el llanto mientras le veía temerosa aun cubriéndose la mejilla adolorida por el golpe.

— Tienes razón no volverá a pasar, de eso me aseguro yo porque tu castigo será muy duro— Aun con una sonrisa se agacho frente a su hija, tomo unas hebras de cabello que tapaban su enrojecida cara poniéndolas detrás de su oreja y tomándole su barbilla con algo de brusquedad le obligo a verlo a la cara para que escuchara con atención lo que a continuación le diría — respondiendo a tu anterior pregunta, tienes razón, debería estar allá con tu abuelo y tu madre en los negocios familiares, pero… me surgió… un imprevisto en el trabajo y como ya está solucionado regresare con tu madre, sin embargo, antes de irme cumplirás con tus obligaciones mi putita.

El morbo que su rostro reflejaba mientras hablaba pausadamente era claro, su mirada era penetrante, con hambre, le encantaba ver el miedo que causaba en ella, verla ahí en el suelo llorando y temblando de miedo como un corderito provocaban en él inmensas ganas de tomar su cuerpo, la haría gritar hasta saciar sus deseos, las intenciones que traía no eran para nada buenas y ambos lo sabían, antes de poder continuar tomó con brusquedad su cabello obligándola a ponerse de pie para después lanzarla a la cama.

— No… por favor...— suplicaba desesperada

— ¡Cállate Perra!— el sonido del fuerte impacto propinado en su otra mejilla se escucho por toda la habitación quedando grabado para siempre en la mente de aquella única testigo que estaba ahí, en las cámaras que hacía poco se habían instalado y sobretodo en aquel celular que con gran esfuerzo trataba de mantener estático.

— No cierres los ojos zorra, ni te pegue tan fuerte, quiero que abras bien los ojos y estés alerta por qué no quiero dejar de escuchar tus llantos desesperados, tus gritos rogando por misericordia y mucho menos pienso perderme aquellos gemidos de dolor que tanto me excitan, ya fue suficiente abstinencia— Rubeus sin una pisca de remordimiento había tomado el rostro de su hija con brusquedad haciendo que le viera cara a cara, una vez que vio que el aturdimiento en ella desaparecía por completo y sus ojos volvían a reflejar aquel terror, sonrió triunfante.

— Por favor…— fue la última suplica que la rubia pudo exclamar entre el llanto intentando inútilmente quitárselo de encima mientras sentía como aquel hombre abría con brusquedad la parte superior de la piyama haciendo que los botones de esta salieran dispersados por todas direcciones.

Lo que a continuación paso no pudo evitarse, Amy seguía petrificada en su lugar, ahí a través de una pequeña rendija que tenía el closet pudo presenciar lo que aquel ser quien se supone debía proteger a su hija de cualquier daño ahora mismo era quien lo provocaba, quería moverse, hacer algo pero el miedo le tenía total mente petrificada.

Minako por su parte solo pudo sentir como su sostén era arrancado con violencia dejándola expuesta, intento cubrirse los senos con ambas manos pero eso fue inútil porque su padre terminó de quitarle la parte superior de la piyama y con esta misma le estaba sujetando las manos a la cabecera de la cama. Una vez sujeta y vulnerable se apodero de su boca y término aquel beso con una mordida en el labio tirando de él con violencia arrebatada provocando que soltara un grito de dolor y que la sangre comenzara a brotar de este.

— Otra vez no papá por favor… ya no—con los ojos llenos de lágrimas y las mejillas rojas e hinchadas suplicaba por algo de piedad. Sin embargo solo provocaba que la excitación y la locura de su padre aumentara.

— Eso. Grita, suplica y llora todo lo que quieras no sabes cómo me pones, solo haces que tenga más ganas de tu cuerpo.

La voz lujuriosa retumbo con sadismo mientras ahora su sucia boca se dirigía a aquel fino cuello y a aquellos tersos senos devorándolos como una creatura hambrienta, dejándole horribles marcas a su paso.

Lagrimas de impotencia y terror caían sin control de aquel rostro perteneciente a Amy. Cada palabra dicha por aquel ser, por aquel monstruo, no dejaban de retumbar en su cabeza, en su conciencia y cada sollozo que expresaba su alma rota por ver tan cruel acto eran sofocados con la única mano que tenia libre, ahora todo empezaba a tener sentido en su cabeza, ahora entendía porque su amiga se había negado a decirle algo sobre aquellas marcas que tanto trataba de ocultar cuando la descubrió y la encaro en los vestidores, ahora podía comprender por qué la sola mención de su padre la ponían tan nerviosa, o las veces que se negó a recibirla en su casa cuando sus papás estaban presentes, y sobre todo el por qué hace un rato le suplicaba esconderse y no decir o hacer nada, si tan solo con enterarse de la ausencia de Jedite en la casa se ponía a ese nivel de brutalidad no quería ni pensar lo que hubiera hecho si se enteraba que ella ahora estaba ahí y mas presenciando y grabándolo todo ¿Sería a caso posible que su madre supiera de todo lo que ella estaba sufriendo?.

Pronto el grito desesperado de Mina la sacó de sus propios pensamientos; ahora aquel tipo había terminado de despojarla por completo de sus últimas prendas. Aquella mirada enferma no dejaba de aterrarle y sobretodo provocarle una furia inmensa al instante en que vio como él también se quitaba su ropa, dejando expuesto para su mal gusto aquel cuerpo tan bien trabajado y conservado para su edad.

Lo que paso a continuación para su desgracia se quedaría grabado en su mente para siempre. Solo bastó con escuchar el profundo lamento de su amiga al ser penetrada de golpe para hacerla llorar de impotencia y rabia, el solo tener que presenciar aquello hacía sentirla también violada, quería cerrar los ojos y no ver pero aquella grabación debería de efectuarse con éxito, de eso tenía que asegurarse, era lo menos que podía hacer por ella, como odiaba todo esto, odiaba tener que ver como él la golpeaba con fuerza tratándola como una basura, ver cada embestida, escuchar cada suplica, ver cada lagrima derramada, cada marca en su cuerpo y la sangre brotando de su boca y nariz, odiaba escuchar cada gemido lleno de gozo por parte de ese tipo y el sonido que ambos cuerpos hacían entre cada embestida, era una completa tortura tener que escuchar el rechinar de aquella cama mientras una cruel violación estaba siendo efectuada. De pronto un gutural sonido de satisfacción se escuchó por toda aquella habitación, el hombre quien se hacía llamar padre de Mina y juez de la ley había terminado su trabajito desparramando finalmente su semilla dentro de aquel inocente cuerpo. Sin un poco de remordimiento, soltó una risa burlona tomándose su tiempo para controlar su respiración.

Ya habiéndose controlado salió del interior de ella, tomo su ya flácido miembro y lo sacudió con violencia dando golpes sobre la vagina de la pobre chica como si de una firma se tratase mientras se alejaba de ella dejándola ahí tirada sobre la cama completamente vulnerable, rota, mancillada; una vez hecho esto se retiro poco a poco para después comenzar a buscar su ropa y salir de ahí. Después de todo ya había hecho su trabajito, sabía que esta vez se había pasado un poco pero eso para él era lo mejor que había podido hacer porque lo había disfrutado mucho más que las veces anteriores. Una vez que ya estaba vestido, con hipocresía, se despidió de su hija dándole un suave beso en la frente, como si de un padre tierno se tratara.

Asco, repugnancia, rabia. Eso es lo que sentía en estos momentos la peli azul.

— Nos vemos dentro de un par de días cariño

Fue lo último que dijo Rubeus Aino para después salir de aquella habitación que se había quedado en completo silencio.

Amy dejo de grabar y en cuanto escuchó como la entrada principal de la casa se cerraba y el auto se alejaba, con manos temblorosas guardo su aparato, salió de aquel escondite desesperada y entre fuertes empujones hizo ceder la cerradura del closet al mismo tiempo que caía al suelo, con una habilidad tremenda se puso de pie y corrió en dirección a Mina para darle aquel fuerte abrazo que tanto estaba necesitando. El silencio que antes gobernaba en aquellos muros de un momento a otro se rompió por los fuertes y desesperados llantos de una triste alma rota que necesitaba con urgencia ser rescatada.

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