Disclaimer:
La serie Naruto (tanto manga como anime) son propiedad de Masashi Kishimoto. Las letras y citas incluidas en el texto son propiedad de sus respectivos autores.
Nymph pertenece a SilverShine, yo sólo me ocupo de la traducción.
Advertencias:
Clasificación: M
Sakura tiene 16 años de edad en esta historia.
A/N: ¡La última vez en "Ninfa"! Sakura molesta a Kakashi por ser mujer. Y ahora… ¡La conclusión!
Ninfa
-Segunda Parte-
No puedo describir mi humor del día siguiente, pero estaba lejos de ser felicidad. Me arrincono en la esquina más silenciosa del cuarto común de los cuarteles, escribiendo de manera ilegible algunos reportes y fulminando con la mirada a cualquiera lo suficientemente tonto como para aventurarse a acercarse a mí. Puedo atribuir esto a varias cosas, la mayoría culpa de Sakura. Tengo el horrible sentimiento de que tal vez mi herida de ayer no fuera un accidente, y que el kunai que me cortó no vino de un enemigo, sino de una peligrosa jovencita. No puedo estar seguro, pero si mi instinto está en lo correcto, temo por lo confiable que resulte ella en el campo de batalla. Pero tal vez, tengo este sentimiento porque he pasado la mayor parte de la noche en un doloroso estado de excitación que no encontraba ningún alivio, y esto, creo, es una razón más que suficiente como para que un hombre se comporte como un imbécil malhumorado.
Luego de ponerme consciente o inconscientemente en el límite sólo usando su chakra, se preparó para la cama de la misma forma que siempre como si nada raro sucediera. Pero con 'De la misma forma que siempre', quiero decir que una vez más dejó la puerta del baño abierta mientras se cambiaba. Podría haber mirado de haber querido. Ella me hubiera dejado. Me estaba permitido ver la carne desnuda de una joven a la que no tenía derecho, pero en lugar de eso sólo me tendí de espaldas y mantuve los ojos pegados al techo.
Estoy cansando de este juego.
Ni siquiera Genma se acerca a mí ahora. Por las miradas de preocupación que me dirige desde una distancia prudente, creo que él ha llegado a la conclusión que la presencia de Sakura en mi hogar ha comenzado a hacerme gracia, lo cual es cierto, aunque probablemente no de la forma en que él cree.
Evito ir de nuevo a casa hasta mucho más tarde de lo que normalmente haría. Continúo sentado en el escritorio de la habitación común, ignorando los papeles a medio terminar frente a mí, en lugar de concentrarme en observar el avanzar del segundero en el reloj de pared. A las seis, Sakura indudablemente está haciendo algo para que los comamos en la cocina; cocinando cosas ridículamente sofisticadas que harán que probablemente los vecinos se pregunten por qué de la nada he decidido comenzar a comer cosas gourmet luego de años de fideos empaquetados y comidas de microondas. A las siete probablemente está preguntándose dónde estoy, y mi plato de comida se enfriará. Para las ocho me imagino que está limpiando como si fuera su responsabilidad, y me molesta. Deseo que se fuera, deseo que dejara de tocar las cosas que me pertenecen, poniendo su marca en ellas, haciéndolas más suyas que mías. Deseo que dejara mi departamento y que nunca me moleste más, pero al mismo tiempo deseo su proximidad. La quiero cerca. La quiero a ella.
No me muevo hasta que el reloj marca diez y media. La habitación común se ha vaciado excepto por mí y las otras personas que están en el edificio son los conserjes, los adictos al trabajo, y los hombres como yo que están evitando a sus esposas, novias o a sus estudiantes femeninas perturbadoramente sexuales.
Mis pies se sienten pesados mientras camino a casa, no tengo ninguna prisa por apresurar la inevitable confrontación. Porque planeo hacerlo esta noche. Hoy ella debió conseguir el pago por la última misión, que debería ser más que suficiente como para cubrir el depósito de su nuevo departamento, así que no tiene ninguna excusa para seguir conmigo. Doblo la esquina de mi calle y tomo nota de la luz que viene desde la ventana de mi departamento. Ella está ahí. No encajaría en su estilo exasperantemente concienzudo irse sin apagar las luces.
Está dormida en el sofá cuando entro, un sobre roto apretado contra su pecho y un brazo colgando del borde del mueble. Las imágenes que tengo en mi cabeza –de lisos y desnudos muslos con una manta enredada entre ellos y una camiseta levantada de manera indecente mientras duerme en provocativas posiciones- de pronto vuelan de mi cabeza para ser reemplazados por la realidad. No es sexy cuando duerme.
Es hermosa.
Por un momento la vista de sus mejillas me arranca el aliento y la amargura se aleja de mis pensamientos. Sólo es una chica; envuelta en mantas con el cabello revuelto sobre los cojines en perfecta quietud como si hubiera estado ahí gracias a haberse picado el dedo en una rueca.
La observo por mucho tiempo. Eventualmente ella suspira y su dedo se mueve, y recuerdo que estoy de pie en mi departamento observando obsesivamente a una joven dormir. Hay una palabra para describir esto: es lascivo.
El sobre atrapa mi atención y por un momento frunzo el ceño, ¿Está leyendo mi correo ahora? Algo de mi cinismo se hace presente de nuevo y recuerdo las siniestras cosas que esta chica me ha estado haciendo últimamente. Lo deslizo con cuidado fuera de su agarre, intentando ignorar la forma en que se arrastra por sus pechos, y que sus pezones son extremadamente visibles a través de la camiseta blanca.
En la cocina, vacío el contenido del sobre en la mesa y giro el papel que cae. Me doy cuenta de mi error inmediatamente. No es nada más que su cheque de pago, y casi me río por lo paranoico que me he vuelto, pensar que ella ganaría algo por leer mi correo.
Me froto el rostro con las manos, bajándome la máscara con las palmas como si quisiera jalar mi propia piel. Justo en ese momento escucho la manta moverse y mi cabeza se mueve para verla despertar. Ella me mira desde el sofá, y por primera vez su expresión es raramente plana. No hay sonrisas secretas u ojos burlones. Sólo luce profunda y absolutamente infeliz.
—Necesitamos hablar, Sakura.
Ella asiente y su mirada va al suelo mientras se levanta y camina hacia la cocina donde estoy sentado. Mi camiseta es más que larga en ella, y aunque la busco, no puedo ver la línea de su ropa interior ¿Está usando algo bajo ella? Cuando intento pensar en la mejor forma de decirle que la quiero lejos de mi hogar, ella se detiene junto a mí y levanta el cheque de la mesa. Su cara sigue sombría.
De forma casual, señalo el papel y pregunto si eso significa si se va. Después de todo, ya no tiene excusas. Sus ojos se levantan para encontrarse con los míos, y son más aburridos de lo usual. —No es suficiente. —Me dice en silencio.
—¿Qué quieres decir?
—Fui a ver al casero, pero ya encontró a un nuevo inquilino. Así que fui a ver a mi vieja casera para pedirle de nuevo el departamento, pero se rehusó, y por alguna razón necesita el doble de lo que al principio me pidió por los daños, y el único departamento que puedo conseguir con lo que me queda es uno arriba de la pescadería.
La observo con cuidado, medio sospechando de un engaño. Pero parece genuinamente molesta. Su mandíbula está apretada como si estuviera conteniendo alguna emoción, y la uña de su pulgar está tallando marcadas líneas en el borde del cheque. —Si quieres que me vaya, me voy. —Me dice con la voz plana. —No estoy segura de dónde, pero aun así me iré.
—No. —Digo antes de que pueda pensar sobre ello. —No, puedes quedarte.
Sólo me doy cuenta de por qué dije eso, cuando ella me dio una temblorosa pero agradecida sonrisa. Ella susurra las gracias, y entonces se está inclinando para abrazarme suavemente por el cuello. Para mi propia vergüenza, me gusta. Incluso me gusta cuando ha comenzado a llorar porque ahora no me puede soltar. Especialmente me gusta la posición que es incómoda para ella, así que tiene que sentarse en mi regazo para seguirme abrazando. La camiseta se ha levantado y sus bronceados muslos son expuestos, centímetros lejos de mi mano e incluso puedo ver las débiles marcas que han dejado sus shorts.
Yo no la rodeo o le abrazo, ni siquiera dejo que mis manos la toquen. Si lo hiciera, no sería capaz de contenerlas y vagarían por su cuerpo, y luego probablemente me encontraría levantando esa horrible camiseta y uniéndome a ella donde estábamos sentados.
¿Está haciéndolo deliberadamente? ¿Está exprimiéndose para obtener lágrimas falsas y tener una excusa para presionar su cuerpo contra el mío y llenarme de esa erótica y terrosa esencia de su cuerpo no perfumado? Su verdadera esencia es más embriagadora y tentadora que cualquier fragancia glamurosa embotellada. Me recuerda a la piel y al sudor y a la suavidad.
Mi mano toca sus temblorosos hombros, y es sólo gracias a pura fuerza de voluntad que la hago retroceder. Pero esto sólo lo vuelve peor. Me encuentro con brillantes mejillas, ojos húmedos y pechos que ascienden con cada respiración. El poder y la sutileza de los pechos casi siempre los había pasado por alto, aunque ahora amenazan con destruirme rogándome tocarlos con su suave firmeza y preciosos pezones rosados.
Me obligo a verla a la cara, y no creo que se haya dado cuenta de mis pensamientos ya que no muestra ni ofensa ni triunfo en su rostro. Sigo sin saber cuál debería esperar.
—Está bien. —Le digo. Siempre hay otras misiones. Siempre hay más cheques de pago.
Ella asiente y entonces se ríe con vergüenza mientras se muestra de acuerdo. —Gracias, Kakashi-sensei.
Hay una pausa momentánea donde nos miramos el uno al otro y no sabemos qué más decir. Es el tipo de pausa donde los jóvenes impulsivos hacen cosas estúpidas como besarse por la equivoca creencia de que eso es el destino, cuando sólo se trata de una manera de llenar un incómodo silencio.
Vagamente recuerdo mi débil voto de venir aquí y decirle que empacara sus cosas, y no sólo ahora se va a quedar, está sentada medio desnuda en mi regazo con las manos detrás de mi cuello.
Ella es buena.
—Imagino que vas a dormir ahora. —Dice finalmente.
—Sí. —Digo sin poder decir otra cosa.
—Buenas noches, entonces. —Sin embargo, no hay beso de buenas noches. Parece sentir que no estoy de humor. En lugar de eso simplemente se levanta con un sonrojo –y no del tipo romántico. Es más el sonrojo de una chica que ha llorado enfrente de alguien que no ha mostrado fuertes emociones antes, no es el tipo de sonrojo de una chica que sólo usa una camiseta en el departamento de un hombre soltero. Es casi como si no tuviera consciencia de las implicaciones, ¿Tal vez es así? ¿Probablemente no tiene algún interés sexual en mí? ¿Qué todo esto viene de mí siendo un desesperado y solitario hombre proyectando su lujuria en una jovencita y sexualizando comportamiento que es de hecho perfectamente inocente e ingenuo?
Probablemente prefiera eso. Que realmente todo esté en mi imaginación, al menos así tendría alguna oportunidad de controlarlo. Pero no estoy loco, y la pequeña mano que se desliza a través de mi pecho mientras se levanta es todo menos inocente.
Me levanto con trabajo y camino a la cama. Sakura, metiéndose en su cama me mira con preocupación. —Sensei. —Susurra mientras paso. —¿Estás enojado conmigo?
—No. —Digo, pero no puedo profundizar. Tal vez alguien menos harto hubiera preguntado con genuino desconcierto qué le había dado esa impresión. Obviamente esta noche estoy dentro del espectro negativo de la emoción humana, pero estoy más molesto conmigo que con ella.
Parece dudar por un momento, mirando el suelo como si estuviera pensando en algo preocupante. Espero. Ella podría confesar ahora mismo y eso me salvaría de mi propia consciencia. Necesito con fuerza saber que no sólo soy yo. Pero lo que sea que quiere decir, cambia de opinión y se mueve para acostarse.
—De acuerdo… buenas noches. —Me dice en un suspiro, engañándome con vindicación.
Salpico agua en mi cansada y hastiada cara en el baño y miro a hombre en el espejo del gabinete. Está pálido y le falta descanso, con manchas oscuras que parecen moretones bajo los ojos. ¿Por qué alguna chica lo querría? ¿Dónde está su atractivo? ¿Cuál era el punto?
La fallida confrontación no hace nada para disminuir mi creciente desasosiego, y después me tiendo en la cama intentando ignorar el constante latido de deseo en mi sangre que me ha acompañado todo el día antes de que se avivara a un grado incómodo mientras lloraba en la cocina. Parecía menos preocupada en tentarme esta noche, sin embargo, seguía acercándose firmemente, tomándose pacientemente su tiempo y arrastrándome, y todavía no me he conseguido un escape pese a mis mayores esfuerzos.
No puedo seguir tolerándolo.
La rutina matutina es la misma. Ella está haciéndose el desayuno y toma una rápida ducha. Antes de que se vaya a trabajar, asoma la cabeza por la puerta del dormitorio y me deja saber que se va y cuán agradecida está por todo. Una vez más hay un toque de duda cuando me llama, como si hubiera algo más que quisiera decir pero que no puede poner en palabras.
Pero sigo sin recobrarme por las varias noches que he pasado sin dormir bien, y me duermo el doble de tiempo que lo normal. Para cuando finalmente consigo llegar a los cuarteles jounin, me he perdido al menos dos juntas y las personas están incluso más exasperadas conmigo que lo usual.
—Demonios, Kakashi. —Genma me dice. —Sakura de verdad te está manteniendo despierto en la noche.
Ya no está bromeando porque creo que todos se han dado cuenta para estos momentos que no he dormido con normalidad desde que Sakura vive conmigo. Notan que Sakura está tan burbujeante y enérgica como siempre, y sé que están comenzando a suponer que es por la diferencia de edad.
Creo que es aquí cuando la gente comienza a preocuparse.
Me cruzo con Sakura en mi camino a casa. Está de pie en la calle discutiendo con una mujer madura con cabello blanquecino, y nunca en mi vida he visto a esta chica tan intimidada durante una discusión, pero lo está. Algo se aprieta en mi pecho. Una debilidad. Disminuyo mi paso para observar, y algo como la pena hace que mi frustración con ella se afloje.
Es su antigua casera. Sakura me explica cuando finalmente ha llegado a casa. Había ido a buscar algo de lenidad, pero aparentemente no hay caso alguno. Me sorprende que haya hecho eso, y supongo que realmente espera mudarse pronto, y eso de alguna manera contradice mi ilusión de que su único propósito en la vida es torturarme.
Intento ofrecerle algo de mi pago pero se rehúsa como si le hubiera insultado. Dice que no va a aceptar dinero que no puede pagar de regreso. La única forma de caridad que ha aceptado de alguien es compartir espacio, e incluso así insiste en pagarlo haciendo cosas para compensar. Cuando llegó a casa esa tarde llevaba nuevos tipos de comida que había pagado con su cheque -tipos que nunca hubiera imaginado yo comprar (en parte porque no sabría qué demonios hacer con ella)- y nos cocinó una cena que se veía ridículamente sana y deliciosa.
De nuevo es como antes, pero parece que no me frustro por ella.
—Mi madre me enseñó a cocinar, porque no quería que saliera de casa sin ser útil. —Me dice, llenándome el vaso con algo que sabe cómo soda de manzana. —No es nada especial.
Pero sé que está siendo modesta. Se esforzó un montón con esta comida y estoy comenzando a pensar que su deuda conmigo por haberla aceptado se está transformando en una deuda que adquirí para ser consentido por ella.
Incluso ha limpiado el departamento. No estaba exactamente desordenado porque soy una persona naturalmente limpia, pero la porcelana en el baño está brillante una vez más, al espejo le faltan las manchas de pasta de dientes, y el moho que había estado acumulándose entre los azulejos durante los últimos diez años ha desaparecido milagrosamente. No hay ni una sola mota de polvo en ninguna superficie; los gabinetes de la cocina han sido reorganizados, y ahora la ropa colgando en mi closet ha sido acomodada por colores.
Me pregunto si tiene un toque de TOC en ella. Casi me rehúso a creer que una sola persona haya podido hacer tanto en el departamento en un solo día ¿Ha creado algún jutsu de tiempo?
Cuando la miro veo que me está observando con una extraña ansiedad, con una expresión casi insegura ¿Está buscando mi aprobación? Parece importante para ella hacer esas cosas por mí, y creo que entiendo por qué, pero al mismo tiempo sospecho que es más profundo que eso. No es que esté intentando impresionarme… más parece que intenta compensar otra cosa, no sólo el que le esté dando asilo.
Mientras lavamos los platos –porque ambos nos rehusamos a que el otro lo haga solo- se gira hacia mí con timidez y dice: —Hay una película que quiero ver hoy, ¿Puedo?
—¿Cómo se llama?
Tiene un título extranjero del que no me acuerdo. Recuerdo haberle dicho 'sí', mucho antes de que nos sentemos en el sofá para observar la tele llena de gente diciendo cosas profundas y significantes en subtítulos. Sakura está sentada muy cerca, pero eso era de esperarse con ella. Casi me estoy acostumbrando a la forma en que invade mi espacio personal, con su brazo rozando el mío y las rodillas juntas para descansar y casi encima de mi regazo. Una vez más, no creo que se dé cuenta de lo que está haciendo, y si lo hace, es porque es una maravillosa espía con mañas casuales, ¿Tal vez deba recomendarla la próxima vez que vea a Tsunade? Tal vez me deshaga de ella por una semana al menos.
Pero resulta que esta película es peor que el documental de monos y la comedia romántica juntas, es una película gloriosamente incomoda.
Luego de diez minutos el sexo comienza, y nunca se detiene. Esencialmente es una película compuesta enteramente por escenas sexuales unidas con gente diciendo cosas profundas mientras se quitan la ropa o se las ponen de nuevo.
Encontré el documental de los monos vergonzoso, pero este es insoportable ¿Sakura sabía que sería así? Me encuentro a mí mismo cruzando con firmeza las piernas y echándole vistazos a Sakura que, de nuevo, parece no darse cuenta de la incomodidad que hay en la habitación. Parece estupefacta por el filme, ni remotamente perturbada por todos los gruñidos y gemidos y montas que suceden. Ni siquiera parece sonrojada.
—Estoy cansado. Creo que me iré a la cama. —Digo cuando ya no puedo tolerarlo más.
Sakura me mira con los mismos enormes ojos como si le hubiera pateado. —Pero sólo son las diez ¿Te da vergüenza la película? Somos adultos.
—No estoy avergonzado. —Miento penosamente. —Pero ¿Estás segura de que eres lo suficientemente mayor como para ver cosas como esta? ¿No es legal hasta los dieciocho?
—¿Entonces, soy lo suficientemente mayor para tener sexo pero no para ver actores fingiéndolo? —Sakura me regaña. —¿Qué sentido tiene?
Estoy seguro de que tiene algún sentido, pero no me siento con ganas de discutirlo. Me costará más de lo que vale, porque el juego que está jugando conmigo es demasiado peligroso y la última cosa que necesitaba era el recordatorio de que ella es legal. Así que sólo le recuerdo que estoy cansado antes de que ella venga con otra retórica para probar su sexualidad en mí.
Aunque su peso contra mi costado me ha atrapado. —No seas un fuddy-duddy.—Me amonesta.
Olvido la definición exacta de 'fuddy-duddy'. No puedo recordar si es utilizada para nombrar a un vejete o sólo a una persona aburrida… o a las dos. De cualquier forma me siento ofendido y le dirijo una mirada de molestia. Ella la encuentra con una mirada flemática mientras una mujer y un hombre gimen y gruñen en el fondo. El calor me recorre, y es incómodamente equilibrado, tanto placentero como aterrorizante. Así es cuando Haruno Sakura me mira con aquellos ojos que revelan tal conocimiento e ingenuidad. Es hermosa e intocable y prácticamente se me está ofreciendo en bandeja de plata, y de manera no sorprendente mi cuerpo está respondiendo, incluso si mi mente se rehúsa.
Al menos no está interesada en mirar a mi regazo, así que no se da cuenta del efecto puramente físico que su proximidad y la situación tienen en mí. Es vergonzoso, y no puedo pararme. Me doy cuenta de que lo está haciendo de nuevo. De la misma manera en que manipula una conversación para sacarme de mi segura coraza para luego hacerme regresar a ella con un solo comentario, puede alternar entre seducción y gestos platónicos para confundirme para que no sepa cuál es genuino.
Miro de nuevo al set de televisión, y tengo la sensación de que estoy a punto de ser aplastado por un muro, aunque no sé de qué lado será el golpe. El calor de Sakura contra mi costado irradia a través de mí, haciendo que mi ropa se sienta incomoda. Puedo saborear manzana en mi boca por la bebida que me ha dado, y la pantalla de televisión parece estar alejándose más y más, como si estuviera a muchísimos metros de distancia.
Algo cambia en la pantalla y tengo que parpadear porque estoy seguro de que estoy viendo mal. Los dos amantes entrelazados en un apasionado y artístico coito se han ido, y en lugar de ellos están un hombre de pálido cabello y una pequeña joven con llamativo cabello rosa. Ella gime como Sakura cuando se mueve, y sus respingados y redondos pechos rebotan al ritmo de los poderosos embistes del hombre bajo ella.
No es mi imaginación. Puedo ver la diferencia entre realidad e imaginación, y esto no es ninguna alucinación.
La mano de Sakura descansa en mi estómago. —¿Kaka-sensei, qué pasa? —Me pregunta, notando la repentina laxitud en mi expresión. —Si te avergüenza que estoy viendo esto, sólo pretende que no estoy aquí.
Pide lo imposible. Ya no puedo ignorar su presencia así como no puedo ignorar mi propia necesidad de respirar. —Si no estuvieras aquí, estaría masturbándome. —Digo salvajemente.
Su respiración se detiene por una fracción de segundo. —Bien, entonces. —Dice, una mezcla de sorpresa y maldad. —¿Qué te detiene?
Su mejilla está tocando mi hombro y sus dedos están haciendo lentos y pequeños círculos encima de mi abdomen, y es poco ético y demasiado familiar pero no puedo encontrar la voluntad o la energía como para reprenderla.
Rompo las reglas del juego. —No, Sakura… —Susurro, casi como un ruego.
—¿Qué te asusta? —Susurra igualmente.
—No estoy asustado. —Digo, pero la verdad es que ella me aterroriza. Me tiene justo donde me quiere, y sé que sucederá ahora pero está lejos del punto donde yo pude haberlo detenido. No tengo el poder de resistirme a ella –nunca lo tuve en realidad- y cuando su mano se desliza lejos de mi vientre para posar la palma sobre mi palpitante erección mi mano captura la de ella y no es para quitarla.
La obligo a tocarme. A cerrar la mano con fuerza y moverla contra la parte de mí que duele más por ella, a acariciarme exactamente de la forma en que me gusta. Arriba y abajo, nuestras manos se mueven juntas. Observa mi cara, sus labios abiertos y ella está extasiada por el efecto que tiene en mí. Arriba y abajo. La tela de mis pijamas no representa barrera alguna y sus dedos me aprietan, frotándome y seduciéndome por completo. La sensación recorre por mi sangre como una droga, ascendiendo a través de mis pulmones para hacer mi pecho pesado y alcanzando mi cabeza, haciendo que la habitación gire drásticamente, obligándome a cerrar los ojos. Un desesperado gruñido escapa de mis labios y ya estoy cerca. Puede hacerme terminar justo ahora sólo con el sentir de su pequeña mano agarrando mi verga y su aliento en mi cuello.
Está inclinada sobre mí, su pierna deslizándose entre las mías y la suavidad de su carne se presiona irresistiblemente contra la mía. —¿Esto está bien, Kakashi-sensei? —Pregunta con ternura, juguetona, y detrás de ella los roncos gemidos de una mujer extasiada hace eco desde el pequeño set de la televisión.
No tengo la fuerza como para responder. No está bien pero eso no hará diferencia alguna, ¿O sí? Está besando mi cuello, mejillas y barbilla –suave, casi picos inofensivos que contrastan por completo con la exageradamente familiar mano que aprieta mi pene. Mi mano aprieta su brazo, pero no sé qué más hacer. No quiero alejarla. No realmente. Y estoy preocupado de lastimarla.
Cuando su lengua juega con mi oreja y sus hábiles dedos comienzan a abrirme el pijama. Pienso que intento hundirme en los cojines a mi propio ritmo. —Sakura. —Resuello. —No.
Ella pretende no escucharme. El pantalón se afloja y está bajándome el cierre, demasiado impaciente como para abrir el solitario botón.
Y luego su mano –su pequeña, suave, caliente mano- está moviéndose bajo mi ropa y curveándose alrededor de mi verga a través de mis delgados bóxer. Un conmocionado nombre tropieza desde mis labios, y tardíamente intento alejarla, pero un apretón deslizante me tiene rígido… y tal vez ya no estoy intentándolo de verdad. Escucho su suave risa cerca de mi oreja. Espero que no se esté riendo de mí, pero incluso si lo está, eso no desvanecería mi deseo por ella, y cuando finalmente desliza los dedos bajo mi ropa interior para sujetar mi desnuda carne, me siento engrosándome y sacudiéndome.
Mi mano envuelve su muñeca y tiemblo violentamente. —Mierda, Sakura, tienes que parar.
Sus sorprendentemente ásperos dedos me acarician una vez más, y la fricción es tan deliciosa que hay luz parpadeando detrás de mis parpados.
—Detente. —Pero mi voz carece de convicción.
Su mano comienza a masturbarme dentro de los confines de mi ropa. Estoy perdido para entonces, profunda y completamente perdido. Todo lo que puedo hacer es dejar caer hacia atrás la cabeza y enterrar los dedos en los cojines del sofá. Cada desliz de su mano manda delicioso placer que corre a través de mí. Es exquisito hasta el punto del dolor. Sabe lo que está haciendo. Es como si lo hubiera estado planeando.
Un terrible pensamiento me golpea.
—¿Fuiste tú? —Digo con voz rasposa. Es difícil pensar con claridad, pero este pensamiento es demasiado persistente como para simplemente ignorarlo. —¿Tú volaste tu apartamento para moverte aquí?
Su mano pierde velocidad pero no se detiene mientras me echa un vistazo. Una sonrisita juega en sus húmedos labios. —Dices cosas tan tontas a veces. —Dice, y luego continua con su seguro y rápido ritmo y mis caderas se levantan del sofá mientras un gruñido gutural surge de mi garganta. Su toque es tan caliente y delicioso que ya estoy cerca de terminar.
Incapaz de detenerme, muevo la mano para tomar la que tiene libre, para sentirla apretando mis dedos tan fuerte como yo aprieto los de ella, obteniendo un placer completamente diferente al más básico y pervertido que viene de mi entrepierna. Sus caricias nunca disminuyen, arrastrándome más cerca del límite, intentando arrancar mi mera esencia. Es más de lo que puedo tolerar luego de tantos días y noches de tormento sin fin. Mi espalda se arquea y mis caderas embisten, intentando forzar más de mi cuerpo en su mano. Sólo un poquito más.
Está tomando velocidad, y jadeando contra mi cuello como si estuviera tan excitada por esto como yo lo estoy. Puedo sentirlo apretándose en mis bolas. Como si pudiera leer mi mente parece saber exactamente lo que necesito, y en el siguiente momento está sopesando mis testículos en su mano, rodándolos en su palma. Todo lo que puedo escuchar es mi propio y desesperado jadeo profundizándose en gruñidos mientras su mano regresa a masturbar mi verga con más confianza y con más osadía que cualquier otra mujer que me haya tocado. Es demasiado tarde como para detenernos ahora. Si alguien interrumpe ahora lo asesinaría y entonces haría que ella continuara. Si se detuviera ahora me podría pedir cualquier cosa y yo lo haría. Mientras termine la tortura que ha comenzado en mí.
Mi orgasmo llega como una pequeña muerte –su llegada inevitable pero no menos devastadora cuando golpea a través de mí. Me entrego a ella. Una desagradable pegajosidad se derrama a través de mi cadera y se hace visible a través de mis ropas, y el ritmo de Sakura de pronto se ha tornado en largas y lentas caricias mientras me ordeña al mismo tiempo de cada una de las palpitantes olas que me cubren. Hay puntos bailando frente a mis ojos. Mi cuerpo está pulsando. De verdad ha extraído mi esencia y me deja cansado y sintiéndome como de plomo, cerrando mis sudorosos dedos alrededor de los de ella mientras intento recuperar mi aliento.
Sakura suelta mi flácido miembro casi de mala gana y retira la mano. Parece fascinada por el lechoso fluido escurriendo en sus dedos, y sus ojos lucen casi vidriados, brillando con una fiebre interna mientras dirige su mirada a la mía. Ya no luce recatada o divertida. Su cara está sonrojada, su cuerpo inquieto, y su respiración ahora es superficial.
Experimentalmente lame el dorso de sus pegajosos dedos, probando mi semen.
Es demasiado. Me esforcé al máximo, honestamente lo hice. Hay un límite en lo que un hombre puede resistir antes de que su persona se rompa por completo y ya no se reconozca más. Pese a mi experiencia y control y sus impulsivos juegos e ingenuidad, ya no puedo ver la razón por la que debo resistirme.
Su aliento viene con rapidez mientras la empujo contra los cojines del sofá y le abro la blusa tomando ambos lados con los puños y jalándolos. Debajo de ella está ese diminuto crop top de color negro que comprime su pecho, mantenido en su lugar por un tirante sobre su hombro y un botón. No me molesto en desabrochar el botón. Jalo con fuerza el top y el botón salta y cae en algún lugar bajo el descansa brazos.
Ya no me basta con ver simples vistazos de sus pechos a través de un vaporoso espejo a dos habitaciones lejos. Ahora puedo tenerlos en mis manos y sentir su calor y suavidad mientras chupo los pequeños pezones rosados. La cabeza de Sakura se mueve sin descanso como sus manos sobre mis hombros y cabello. Me ruega que la muerda, y lo hago, con fuerza suficiente como para hacerla pegar un gritito y dejar marcas blancas en su perfecta piel.
Hay algo salvaje en ella cuando está así que hace hervir mi sangre de nuevo, pero al mismo tiempo casi me frustra. Me jala el cabello y muerde mi labio cuando intento besarla, y cada pellizco y rasguño de sus uñas que no se molesta en contener se siente como un castigo bien merecido.
Su cuerpo se retuerce contra el mío y toma mis manos, urgiéndome a pasarlas a sus costados. —Tócame. —Demanda, ofreciéndose a mí con un ardiente arqueamiento de espalda. Permito a mis dedos bajar sobre sus muslos que parecen atrapar mis caderas y su piel está húmeda y suave, pero gruñe frustrada. —No aquí. —Suspira. —Abajo. Tócame ahí.
En caso de que no supiera que significa 'Ahí', ella toma mi mano y la fuerza a deslizarse por su estómago y vientre hasta llegar a su entrepierna.
Está empapada, incluso a través de la delgada tela de sus shorts, y al más ligero toque de mis dedos contra su suave y mojada carne, su cuerpo reacciona como si estuviera siendo electrocutado. Sus caderas se inclinan hacia mi mano, rogando silenciosamente por más y se ha olvidado de cómo besar. Sólo presiona la cara contra mi mejilla y suspira.
Quiero explorarla. Cada centímetro de ella. Quiero conocer cada milímetro de sus más íntimos lugares, pero está impaciente. Mientras mis dedos se deslizan contra sus pliegues, ella jala con más fuerza mi cabello. —No juegues conmigo. —Dice, sus dientes mordiendo mi barbilla. —No quiero que te burles de mí.
Esto es hipócrita viniendo de la chica que no ha hecho nada más que eso. Sin embargo estoy tan desesperado de finalizar el juego previo de toda esta semana y de joder toda la frustración que ha estado formando en mí, así que le giro con habilidad hasta que está tendida sobre su vientre, y entonces jalo sus shorts y pantaletas hasta sus rodillas con dos tirones. Me gusta que esté en esta posición de exposición y entrega. Amo sus sollozos y la forma en que muerde el reposabrazos mientras deslizo el pulgar sobre sus mojados y calientes pliegues hasta que encuentro su empapada entrada y me hundo en inimaginable calor… e imposible estrechez.
Aquí es donde comienzan mis dudas. Está tan apretada que incluso está mordiendo su labio por la incomodidad. Intento meter un segundo dedo dentro de ella, pero ahora se ha puesto rígida por el dolor y puedo sentir la frágil resistencia que se romperá si insisto.
Es increíble. Nunca había considerado esta posibilidad luego de sufrir todos sus provocadores avances. Se ha movido con tanta naturalidad, con tanta facilidad, que asumí que sólo podía ser resultado de práctica y experiencia. Ahora estoy horrorizado conmigo mismo, por cuán lejos he dejado avanzar esto, y todo lo que puedo hacer es sentarme en silencio y subirme el cierre.
Me levanto.
—¿Adónde vas? —Pregunta, sentándose, pero sin hacer intento alguno de cubrirse.
Voy a mi escritorio. Enciendo la lámpara, abro el cajón y saco la chequera que raramente uso. Puedo sentir la ardiente mirada de Sakura haciendo un hoyo en mi espalda mientras escribo su nombre en el papel y debajo de éste una cantidad de dinero que es exactamente el doble de lo que recibí de la misión pasada. Luego de terminar, me siento y lo veo por largo tiempo, pasándome las manos por el cabello y por la cara ¿A qué he sido reducido esta noche?
Eventualmente me giro y le tiendo a Sakura el cheque. Intento no verla. Está sentada ahí, medio desnuda y orgullosa, y si sucumbo a beber de su belleza sólo olvidaré de nuevo mi lugar. Pero cuando toma el cheque y se da cuenta de lo que es, creo que nunca la he visto así de insultada.
—Eso debe cubrir todo. —Digo cansado, sentándome en el borde de la mesa de café. —Es más que suficiente para el depósito de un nuevo departamento.
Sakura está casi sin habla. —No vine aquí para prostituirme. —Dice con un tono grave.
—¿Entonces a qué viniste aquí? —Pregunto. —No necesitabas estar aquí. Hay más personas con más espacio y más dinero que podrían acomodarte, pero en lugar de ir con ellos, me escogiste a mí. Actúas como si fuera un juego, pero apenas eres más que una niña ¿Sabes siquiera lo que estás haciendo? ¿Te importa al menos?
La mano de Sakura desciende a su regazo, y el cheque está arrugándose entre sus dedos. Sigue enojada, pero extrañamente en blanco. No creo que lo entienda. Por la vaga mirada que da a la pared, como una impetuosa estudiante intentando ignorar el regaño de un profesor, no puedo hacerme ilusiones sobre que a ella le importe.
De verdad soy un tonto, nunca he sido bueno construyendo relaciones interpersonales sanas, y aparentemente soy igual de malo en terminar con las tóxicas. Así que me levanto de nuevo y busco mi chaleco.
—¿Adónde vas? —Sakura pregunta con voz plana. Ahora está molesta porque le he arruinado el juego.
—Voy a caminar. —Digo. —No te estoy echando pero espero no encontrarte aquí antes del mediodía de mañana.
No camino particularmente lejos. Me detengo en el cenotafio y me siento, y por primera vez estoy tan envuelto en mi propia vida como para olvidarme en pensar en Obito. El aire nocturno sacude mi cabello y hace que mi columna se sacuda, pero no voy a volver. No soy así de fuerte. En lugar de ello, sólo acomodo la cabeza en mis brazos e intento pensar qué tipo de deidad he molestado así como para retorciera el destino el que me han arrojado.
Tal vez entré en un tipo de coma hipotérmico, o sólo hibernación, pero de alguna forma consigo quedarme dormido y cuando despierto estoy tendido sobre mi costado a través de la base del cenotafio con Kurenai de pie frente de mí, checando mi pulso.
—Pensé que estabas muerto. —Dice, dándome una de esas miradas preocupadas que la gente continua dirigiéndome en estos días. —¿Has leído 'La Pequeña Cerillera'?
Es de mañana, y al parecer hay luz desde hace varias horas. —¿Qué hora es?
—Las ocho, ¿Qué sucedió? ¿Te pusiste tan borracho anoche? —Ella me huele sospechosa, pero no será capaz de detectar algo que no está ahí.
—Anoche. —Repito y suspiro. Recuerdo a Sakura y su mano arrastrándome a uno de los más dulces orgasmos de mi vida, y recuerdo cuan suave su piel se sentía bajo mis ásperas manos y cómo resolló y se presionó contra mí cuando la toqué entre las piernas.
También recuerdo darle dinero y advertirle de que se fuera antes de mediodía. Podría ir a casa y ver si se dio cuenta de que era un ultimátum, pero probablemente, lo mejor sería ir hasta bien entrada la tarde.
Bajo la impresión de que tengo trabajo esperando por mí en los cuarteles, me recluyo en la biblioteca. No es hasta que me cruzo con cinco diferentes personas en mi camino que se hace claro que mi humor es mucho peor hoy. No dormí muy bien, no me veo bien, lo que atrae más miradas de preocupación y más '¿Estás bien?' de los normales, y cuando no estás bien, es –probablemente- la pregunta más irritante que se puede hacer.
Me escondo en la galería del primer piso, rodeándome de libros y rollos, y dormitando entre extractos de lectura de la Teoría Revisada de la Afinidad Elemental Dividida. Creo que necesito recuperar todas las horas de sueño perdidas, las que Sakura me ha quitado, porque sigo cansado por el resto de la mañana, y porque sigo malhumorado también. Pero ¿Eso es entendible, no? Soy un hombre treinta y pico que ha perdido la oportunidad de follar. Eso es deprimente en los estándares de cualquiera, pero también lo es ser victimizado en un elaborado plan formado por tu propia estudiante.
Hacia el mediodía salgo de mí ensueño por una risa femenina que conozco demasiado bien. Estoy escondido detrás de un montón de rollos y tomos, pero estoy convencido de que ella sabe que estoy aquí.
No. Eso es demasiado paranoico. Sakura puede no parecerlo a primera vista, pero es muy estudiosa, un gusano de biblioteca. Sé que cuando no está en el hospital o en los cuarteles, es casi un hecho que esté aquí.
¿Tal vez, inconscientemente, esa es la razón por la que vine?
Me muevo hacia el balcón para echar un vistazo al piso de abajo. Inmediatamente mi ojo se mueve hacia la figura femenina de brillante cabello de pie frente al escritorio principal, su cadera inclinada contra él. Su espalda está hacia mí y sus brazos envueltos alrededor de un fajo de papeles contra su pecho y está hablando con el bibliotecario.
Debe conocerlo bastante bien, viendo que viene aquí casi diario. Obviamente están en términos amistosos porque él le está sonriendo y ella tiene inclinado el cuerpo hacia él en esa innata y coqueta forma que tiene, y cuando se ríe de nuevo su risa recorre mi columna como un cuchillo contra las cuerdas de una guitarra. Debe saber que estoy aquí. Está coqueteando a propósito para ponerme celoso. Y está funcionando, porque cuando veo mi puño, está apretando el barandal con tanta fuerza que mis nudillos han pasado del blanco a un color para el que creo todavía no hay nombre.
Sakura termina de checar su material de lectura y se va, sus caderas meciéndose, ¿Para beneficio de quién? ¿Del bibliotecario? ¿Mío? ¿Siempre ha caminado así y simplemente jamás lo noté? Es una mujer, después de todo, y las féminas están dotadas con caderas más amplias y piernas más largas, así que no es culpa suya la forma en que camina. Pero parece que todo ha sido calculado para tentar.
Pero si ella está aquí, sé que ella ciertamente no está ocupada con lo que debería estar haciendo –buscar su nuevo hogar. Medio espero, cuando llego a casa, simplemente encontrar las cosas de Sakura todavía en su lugar y probablemente a la misma chica sentada en el sofá viendo porno duro. Probablemente encontró la montaña de cintas bajo las tarjetas de cumpleaños en algún momento de su limpieza.
No dejo la biblioteca hasta que he terminado el rollo que estoy leyendo y mi estómago está comenzando a doler por el hambre. Me detengo en mi local favorito de comida para llevar y ordeno algo de arroz simple con pescado y luego me muevo a casa a comer, porque nunca he encontrado el atractivo de comer en público.
La primera cosa que me golpea en el momento en que cruzo mi propia puerta es que el lugar huele mucho a Sakura. Miro alrededor, pero no puedo encontrarla, y ciertamente ya no están sus cosas. Incluso su cepillo de dientes en el baño está ausente ¿Es posible que en tres horas consiguió un lugar y se ha mudado? ¿O, lo que es más probable, simplemente se fue con alguien más?
Probablemente otro hombre más susceptible y abierto a sus encantos que yo. Apostaría al bibliotecario.
Me siento en la cocina y me como con rapidez mi tibia comida, e incluso si nunca antes he encontrado fallas en la cocina del chef, ahora no puedo evitar sentir que su cocina palidece comparándolo con los platillos cuidadosamente preparados que Sakura había hecho por mí.
Incluso más enojado por habérmelo admitido, arrojo los palillos y empujo la cara contra mis manos, esperando arrancarme cualquier pensamiento de Sakura. Quiero hacer algo que me impida pensar. Algo que me distraiga de mis oscuros pensamientos y me lleve a un lugar más feliz.
No tengo muchas opciones. O es el alcohol, las drogas, o la televisión. Y ya que la televisión está más cerca, me acomodo en el sofá y me acurruco con la completa intención de no moverme de ahí por el resto del día. La manta de Sakura está doblada en el suelo frente a mí, y paso una buena cantidad de tiempo viendo la pantalla.
Incluso cuando mi puerta comienza a sacudirse bajo el martilleo de un persistente puño, no me levanto. Naruto grita del otro lado de la puerta, diciendo que hay una misión para nosotros, y que sabe que estoy aquí porque puede escucharme siendo perezoso. Lo ignoro hasta que finalmente decide rendirse e irse. No estoy de humor para una misión. Ciertamente tampoco estoy de humor para caminar detrás de Sakura, observándola reírse y burlarse de Sai y haciendo que el cuchillo metafórico golpee otra vez mi columna. Superaré esto eventualmente. Tengo que hacerlo. Pero no ahora mismo.
Hay un sinfín de programas que pueden adormecer mi cerebro y que veo hasta la cena. Y entonces otro sinfín que veo por el resto de la noche. Termino viendo una película impresionista que me cuesta seguir y que no tiene ningún puto sentido. Pero la veo de cualquier forma, porque igualmente consigue tener más sentido que mi vida.
Paso la noche en mi sofá. No sé por qué. Tal vez porque no quiero molestarme en levantarme, o tal vez por lo que pasó aquí anoche. O tal vez porque huele como Sakura más que cualquier otro sitio. Entierro la nariz en el cojín que ella usó como almohada y puedo oler su shampoo.
Y sí, sueño con ella. ¿Cómo no hacerlo? Sueño que me despierta con tiernos e insistentes besos mientras me monta en el sofá. Sus manos jalan mi ropa interior pero simplemente no salen, y estoy tan frustrado que probablemente terminaré ensuciándome de cualquier forma. Cuando finalmente están fuera de mi cuerpo, ella sigue simplemente besándome y frotándose contra mí como hizo la otra noche. No quiero otra cosa más que estar dentro de ella, pero cuando finalmente reúno la fuerza para acomodarla y alinearme con ella-
Pero no soy yo. Es alguien más. De alguna forma, en mis sueños, he hecho una transición y ahora soy espectador, y me veo forzado a observar mientras otro hombre sujeta el objeto de mi obsesión y la penetra una y otra vez, haciéndola gemir erótica y pasionalmente.
Me despierto, completamente excitado y sudando, sorprendido de que no he terminado en mi ropa interior. Me toma varios minutos bajo la fría ducha alejar algo del deseo que ha quedado por mi sueño, pero aun así sé que no lo he matado por completo. En algún momento mi traicionero cuerpo me recordará que desea joderse a mi estudiante.
En los cuarteles me encuentro con mi equipo que muestra varios niveles de exasperación y preocupación por mi apariencia. Sai está tan indiferente como siempre, Sakura sólo frunce el ceño, y Naruto demanda saber dónde he estado por los últimos dos días.
—Resulta que los mejores burdeles tienden a estar muy lejos. —Respondo elusivamente mientras tomo el rollo de misión que me dan. Lo abro, pero sólo es un mar de palabras que mi cerebro no pueden comprender. —¿Dónde es?
—En el País de las Olas. —Sakura responde como hubiera hecho cualquier otro día. Su tendencia a aguantarse no se ha alterado mucho.
—¿No pudiste conseguir algo más cerca? —Le pregunto a Naruto con más rudeza de la que pretendo. Él sólo se encoge de hombros, pero me mira con extrañeza. Como hacen los otros dos. Y cuando Sai nota que uno no está de buen humor, entonces sabes que debes controlarte un poco.
—Olvídalo. —Digo. —Lo discutiremos en el almuerzo.
Lo que significa que vamos a la cafetería. No hay más sonrisas privadas de Sakura mientras ella y Naruto lideran nuestro paso. Su expresión siempre es ligeramente vacía cada que nuestros ojos tienen una oportunidad de encontrarse, las que no son muchas. Y aunque no puedo evitar echarle un vistazo, ella parece no tener interés parecido en mí.
Es como una patada en el estómago. No estoy seguro de si estoy feliz por el prospecto de que Sakura ya perdió interés.
La cafetería está abarrotada y es ruidosa, razón por la cual prefiero cuando estoy intentando distraerme de alguien alrededor mío. La comida es mala, pero es gratis, y al menos el café es medio decente, así que cuando conseguimos una mesa para nosotros, Sakura se pone en modo mesera. —¿Alguien quiere café?
—No. —Dice Sai.
—Jugo. —Responde Naruto.
Yo no digo nada, pero Sakura no tiene la intención de tener la decencia de ignorarme. —¿Kakashi-sensei? —Pregunta educadamente con una sonrisa cursi y dulzona para dejarme y dejar a todos los demás en claro que yo soy el irracional.
—Sólo café. —Digo gruñonamente. Ella se va con las caderas meciéndose.
Naruto me susurra: —Estás horriblemente gruñón.
—¿Eso es relevante para la misión?
—Supongo que no, pero-
—Entonces cállate.
—No hay manera en que haya fornicado en los últimos dos días. —Sai dice, su mirada puesta en mí.
—Tu vasto entendimiento de las emociones humanas y el comportamiento atinan de nuevo. —Digo cansado, y abro el rollo de la misión encima de la mesa. —Ahora, ilumínenme.
Los dos chicos hacen lo que les pido y estoy sentado y pensando, absorbiendo lentamente mientras miro de malhumor el rollo. Escucho algo de intentos de asesinato y algo sobre una explosión y algo de familiares esperando atrapar a los perpetradores, pero encuentro mi atención gradualmente yéndose del rollo a la barra que está del otro lado de la habitación donde Sakura está de pie frente a la máquina de café.
—¿… eso estará bien? —Naruto dice, rompiendo mis pensamientos.
—Grandioso. —No tengo idea de lo que él dijo o qué acabo de aceptar. Mi mirada se mueve de nuevo a Sakura quien sigue de pie en la máquina de café, pero ahora está hablando con alguien. Un hombre alto que tiene la clásica pose de 'me interesas' y sonriendo de una forma que él espera sea atractiva. Y el lenguaje corporal de Sakura lo alienta, como siempre hace. Adonde quiera que Sakura vaya, consigue hombres como un perro consigue pulgas. No tiene vergüenza.
—¿Por qué el café está tomando tanto? —Demando gruñonamente, rompiéndome el cuello para ver alrededor de una pequeña multitud que se ha metido entre nuestra mesa y Sakura, oscureciendo mi vista de ella y su nuevo novio.
—No es la gran cosa. —Naruto dice. —Ni siquiera bebes café…
Pero para entonces ya estoy de pie y abriéndome paso entre la gente. Escucho las risitas de Sakura. El cuchillo está recorriendo mi columna. Antes de que pueda comprehender realmente lo que estoy haciendo, me he hecho camino entre los dos tortolos y he tomado una taza para comenzar a hacer mi propio café. El silencio de sorpresa de Sakura y su nuevo juguetito por haber sido interrumpidos de manera tan grosera no es nada más que audible satisfacción en mis orejas.
—¿Te importa? —El chico pregunta, sonando tan incrédulo porque alguien pueda ser tan molesto. Pero de verdad, él no ha visto nada todavía.
—Para nada. —Respondo y aprieto el botón para servir el más caliente y negro café disponible. Me giro para echarle un vistazo a Sakura que está de pie junto a mí con un vaso de jugo para Naruto. —Tenemos una misión, así que si pudieras dejar de coquetear con cada pedazo de carne que se atraviese en tu camino para tener algunos minutos para trabajar, lo apreciaría mucho-
—No le tienes que hablar así; sólo estábamos platicando. —El chico interrumpe, poniendo la mano en mi brazo de la misma forma en que las personas hacen cuando sienten que alguien se está pasando de la raya, o posiblemente sea psicótico y peligroso.
Quito su mano de mí y alzo un dedo hacia él, mi temperamento comenzando a liberarse. —En serio, no me toques. —Le advierto. Honestamente no voy a hacerme responsable de mis acciones si este tipo en particular continua molestándome.
Pero graciosamente, es el chico quien pierde el control con rapidez. Es sorprendente cuan irritadas las personas se ponen cuando los empujas, insultas a su novia, y entonces diriges dedos a su rostro. —Y tú no me apuntes. —Él gruñe, dándome un empujón en el hombro.
Mi visión no se vuelve roja, pero ciertamente hay áreas importantes de mi cerebro destinadas al razonamiento apagadas. Tomo al chico por el frente de su camiseta y la tuerzo. —¿Te importaría intentarlo de nuevo? —Le provoco, y sé que él va a golpearme. No puedo esperar, porque entonces tendré una buena excusa para dejar sin dientes su bonita cara. Veremos si Sakura sigue deseando coquetear con él luego de eso.
Pero de pronto está entre nosotros y pone una mano en mi muñeca. —No hay necesidad de ponerse así. —Nos dice. —Dejémoslo pasar.
Miro al chico que la está viendo a ella como si fuera algún tipo de ángel de brillante blanco, paz y buena voluntad. Haría cualquier cosa para complacerla porque ella le está obsequiando su mejor sonrisa. Qué idiota. A ella no le importa él, de la misma forma en que yo no le importo.
—No te atrevas a mirarla así. —Ladro, y mis dedos se aprietan en su camiseta. Sin detenerme a pensar, lo arrojo de costado y su cabeza rebota contra la máquina de café antes de caer, mareado. Apenas estoy consciente de que la mitad de la cafetería está mirando en silencio. Estoy más consciente de Sakura. Está viéndome con enormes ojos y suaves labios partidos como si la hubiera asustado. No está acostumbrada a eso. Bien.
—¿Qué te pasa? —Pregunta en una voz pequeña e insegura.
Es tan dolorosamente hermosa.
—Tú. —Es todo lo que puedo decir antes de que el chico se enderece con un gruñido de ira, lanzándose contra mí. Sakura está de pie demasiado cerca aun, y con el golpe yo le doy un codazo en el brazo. Escucho la caída del vaso de jugo antes de que me gire y vea que la bebida de Naruto ha saltado hacia la libertad y ahora está empapando su blusa y botas.
Me hubiera girado y golpeado al tipo apropiadamente si Tenzou no se hubiera interpuesto de la nada entre los dos, bebiendo de su propia taza de poliestireno de café. —¿Te sientes bien, Kakashi-senpai? —Me doy cuenta de que está creando una distracción para darle al chico tiempo para escabullirse. Todo mundo puede ver que soy yo quien está de buscapleitos y por qué, pero Tenzou siendo tan bueno como es no me dejará hacerlo.
—Estoy bien. —Gruño. Aunque tal vez estoy sufriendo un poco de intoxicación de testosterona.
—Te ves como si hubieras dormido en la calle. —Apunta amablemente.
—Lo hice.
—Oh. —Dice. —Bueno, lo que sea que esté molestándote, no te desquites con Sakura.
Esto hace que ponga los ojos en blanco.
—Deberías disculparte con ella. —Continúa.
La busco, pero todo lo que puedo ver son huellas de jugo de naranja que conducen fuera de las fuentes de comida. —Tienes razón. —Digo con pesadumbre y sigo las húmedas huellas. Todos se apartan de mí como si tuviera lepra. Paso la mesa donde Sai y Naruto están sentados y el último me grita preguntando a dónde demonios voy. Lo ignoro y sigo el camino hacia el corredor donde todos comienzan a desaparecer, pero no antes de detenerme frente a la puerta del baño de damas.
Sin pensarlo me meto.
Una rubia está lavándose las manos en uno de los lavamanos y se gira para mirarme con desprecio. —No tiene permitido-
—Fuera. —Digo cortante, y mantengo la puerta abierta para ella.
Parece que quiere protestar, pero de cualquier manera sale. Le dirige a la chica de cabello rosa junto a ella una mirada sospechosa y luego sale con tanta dignidad como puede reunir alguien que ha sido sacado de un baño público.
Dejo que la puerta se cierre. Sakura me nota con la cabeza inclinada y una expresión en blanco. Una toalla mojada se ha detenido contra su pecho.
Me dirijo a ella como si no tuviera control sobre mis propias piernas. En un momento estoy de pie directamente frente a ella. De pie demasiado cerca. Puedo oler las contrastantes esencias de su cuerpo –el dulce shampoo, el de su suave piel y el tentador perfume- y también la mancha de naranja que surca su ropa. Sus pestañas están caídas y su barbilla alzada, y su piel luce tan joven y suave bajo las luces artificiales sobre los espejos, y sus labios tan plenos y besables.
—Tienes que detenerlo. —Le digo antes de que me entregue a la urgencia.
Ella reclina la cadera contra el bordillo del lavamanos. —¿Detener qué? —Pregunta mientras vuelve a trabajar en su blusa manchada.
—Los juegos que juegas con los hombres.
Su mano se detiene de nuevo. —¿Qué juegos? —Pregunta con suavidad, mirándome con el ceño fruncido.
—No puedes manipularlos así como haces. —Digo. —La gente sale herida.
—Tú estás herido. —Dice con una sinceridad sorprendente. —Lo siento.
—No lo sientas… sólo… no juegues conmigo.
—Nunca jugué contigo. —Dice, fijando sus brillantes ojos en mi rostro. —Nunca he jugado con nadie.
—Siempre estás jugando.
—No, sólo disfruto ser amigable con las personas. Algo que tú nunca te molestas en hacer.
—Has confundido ser amigable con coquetear y manipular.
Ella se me queda viendo. Ver sus ojos es como ver profundo en un río de cambiantes colores y humores. —No. —Suspira. —Pero tú sí.
Piensa que esa es la verdad, pero es porque es joven. Sabe cómo manipular hombres tan bien que lo hace sin darse cuenta. Tal vez ella piensa que es simplemente amigable y juguetona, pero para los hombres opuestos a ella, está haciéndolos enamorarse de ella. Sacudo la cabeza. Sin importar cuan ignorante pueda ser de su efecto sobre otros hombres, no puede ser así de ignorante sobre el efecto que tiene en mí. —No pretendas que no has jugado conmigo. —Digo con dureza. —No pones la mano debajo del pantalón de un hombre sólo por ser 'amigable'.
Su barbilla se baja ligeramente, casi con vergüenza. —Tal vez. Y si me hubieras dejado pasar otra noche o dos, hubiera conseguido meterme en tu cama. Hubiera ido hacia ti, desnuda, y me hubiera tendido junto a ti. Dudo que te hubieras resistido.
Es increíble. Y engreída. Le digo eso y ella sonríe ligeramente como si fuera un cumplido. —Kakashi-sensei. —Susurra. —Nunca jugué contigo. Intenté con fuerza hacer que yo te gustara porque tú me gustas, ¿No es algo bueno para los dos? ¿Por qué peleas conmigo así?
—Eres mi estudiante. —Es la única excusa que sale de mis labios.
Ella deja que su dedo se meta en mi máscara para arrastrarla con tremenda lentitud hacia abajo. La sonrisa que me da cuando ve mi cara es cálida y valiosa, y ante ella me siento joven, estúpido e incómodo. —Sí, lo soy, y he tomado vidas. —Dice con suavidad. —He salvado algunas también. Sé lo que es morir, y sé lo que es ser salvado del borde de la muerte y tener otra oportunidad. He viajado a cada país del mapa, y conocido más gente de la que puedo recordar. He experimentado un montón. Soy tu igual en todo lo que importa. Ahora quiero un amante, y tú eres el único que podría serlo.
Hago la pregunta que me he preguntado desde el momento que golpeó mi puerta. —¿Pero por qué yo?
Ella me mira y toca mi nariz con el dedo. —¿Por qué no? Eres guapo. Eres inteligente. Y tú necesitas a alguien, ¿Por qué no puedo ser yo?
—No puedo ser el primero para ti.
—¿Por qué no?
Porque soy un hombre de treinta años llenos con sangre y violencia y suficientes encuentros sexuales perversos que la mancharían en cuanto le toque. Tal vez sea una completa ninfómana, pero todo lo que hace es puro y fervoroso, si no es que algo ligeramente forzado.
Pero si soy honesto conmigo, no es realmente su bienestar por el que estoy preocupado. Es por el mío.
—Confío en ti. —Dice, inclinándose hacia adelante y alzando la cabeza para que sus labios apenas toquen mi barbilla. —¿Confías en mí?
—No. —Digo con una resonante falta de duda.
Ella se detiene insegura, y por primera vez puedo ver arrepentimiento en sus ojos.
Estoy contento por verlo. Su confianza es tan inquebrantable a veces que es difícil creer que se da cuenta de otras personas y sus sentimientos. Pero ahora veo que conoce mi corazón perfectamente.
—Lo siento. —Dice de nuevo. —Nunca quise herirte, pero tampoco estaba buscando molestarte. Por favor, confía en mí. Puedo ser muy buena para ti si me dejaras.
Tal vez tenga razón. Tal vez esté muy, muy equivocada. Pero pienso en la noche anterior y mi solitario departamento y cómo sentí más profunda su ausencia de lo que debí hacer, y que si hago que se vaya de nuevo entonces tendré que resignarme a muchas más noches de soledad como esas. Me vuelve loco e invade mi espacio personal. Y ha hecho que anhele eso.
Mi traicionera mano se alza para acariciarle la mejilla y ella cierra los ojos para inclinarse contra mi toque como si fuera una bendición. Me recuerda a una gata. Encantadora, inteligente, amorosa y cariñosa, pero lo suficientemente voluble como para ponerse rabiosa si no consigue la atención que quiere. Debe ser la razón por la que siempre he sido más una persona canina. Pero si le das a la gata lo que quiere, es tuya de por vida…
—¿Dónde estás quedándote? —Le pregunto, trazando con el pulgar el borde de su labio inferior.
Sus ojos verdes se abren y me ven debajo de una cortina de largas pestañas. —En casa de mis padres.
En mi cabeza había estado imaginando una multitud de hombres. En mi cabeza la imagino golpeando la puerta de otro conocido masculino y contándole la misma lacrimosa historia que me ha contado a mí diciendo que no tiene donde vivir. La he imaginado encantando a otros hombres con su encanto innato y cocina, y me ha estado matando. Me doy cuenta de que su confesión ha quitado un enorme peso de mis hombros, uno que nunca noté estaba ahí, y de pronto me siento ligero y contento.
Y raramente me siento contento.
—Puedes regresar hoy. —Le digo.
La sonrisa de zorra se ha posado en sus labios. Siente adoración por su zorro. Y sé con toda certeza que esta noche estará en mi cama y terminaremos haciendo el amor. Lo sé con tanta seguridad como sé que el sol saldrá mañana, porque es inevitable.
Ya puedo sentir su empapada y desnuda forma envuelta alrededor de mí así como el sabor de sus dulces labios sobre los míos. La sensación será perfecta cuando penetre su suave cuerpo, aunque tendré que ser gentil con ella, porque nunca he estado antes con una virgen. De alguna forma será una primera nueva experiencia para los dos, pero será exquisita. Puedo saberlo por la electricidad que pasa entre nosotros incluso si sólo nos estamos tocando con las puntas de los dedos la piel. Esta noche nos liberaremos los dos por completo y la penetraré, dejando que cada gota de ira y soledad y frustración y obsesión se derramen en el acto. Nuestros gemidos se volverán uno mientras la presiono contra mí, mis dedos hundiéndose en su carne con tanta fuerza que habrán moretones por todo su trasero en la mañana, y temblaré, y me hundiré, y pulsaré dentro de ella hasta que no quede nada entre nosotros más que silencio y más temblores.
Podría tomarla ahora en este baño, y probablemente me dejaría. Estoy dolorosamente listo y la ropa nunca ha sido realmente obstáculo para un hombre excitado. Pero al menos uno de los dos tiene que mantener su inexperiencia en consideración, y no importa cuán desesperado estoy por tomarla entre mis brazos, no podría hacerlo en un lugar así.
Además, sé perfectamente bien que afuera hay probablemente un centenar de personas en el corredor con las orejas pegadas contra la puerta. En el espacio de esta conversación, estoy seguro de que cualquiera que haya atestiguado la escena en la cafetería ha sumado dos más dos y han aumentado exactamente lo que ha pasado. También dudo que mi caminata siguiendo a Sakura al baño ha pasado desapercibida. Si a alguien le importa, nuestras reputaciones han quedado marcadas.
Se lo menciono a Sakura, pero no parece importarle. De hecho parece divertida y entusiasta sobre el prospecto de un escándalo. Quiere que su sexualidad sea reconocida, pase lo que pase, ¿y tal vez quiere que su poder sobre mí sea reconocido también?
Antes de que nos separemos nos besamos. Es pequeño y corto, pero es el primero. Nuestros labios tal vez se hayan encontrado algunas veces dos noches atrás en aquella fiebre, pero este es el primer beso que es sólo eso; un beso. Me asegura que puedo pensar que algo puro y simple puede venir de esto. Es una promesa a mucho más.
La abrazo por un momento, y luego ella se separa, dándome esa sonrisa privada que es sólo mía y que siempre será para mí.
No estaba equivocado. Las noticias corren rápido, y sé exactamente qué hice y qué parece. Perdí el control con un chico de la mitad de mi edad por hablarle a mi estudiante a la que declaré públicamente una prostituta. Sólo hay un par de razones por las cuales un normalmente compuesto hombre haría eso. La primera es porque está teniendo una crisis nerviosa. La segunda sería que está hechizado por su estudiante y terminado en la desesperación. Para mí, en ese momento fue un poquito de ambas, y no es de asombrar que eso fuera lo que tú supieras. Ella es, después de todo, tu aprendiz y yo tu mejor jounin.
Así que no estaba sorprendido de ser llamado, y extrañamente, tampoco estaba sorprendido de que estuvieras más preocupada por mí que por Sakura. Como todos los demás que conocen a Sakura íntimamente, estás perfectamente consciente de su habilidad innata para capturar los corazones de los hombres sin darse cuenta siquiera. Puedo ver por la tensa preocupación en tus ojos mientras te cuento mi historia que piensas que soy otro tonto. Piensas que Sakura es demasiado nueva en este juego como para entender las reglas y para poderle confiar una relación real, pero estás equivocada.
Sakura nunca cambiará. Será, a los veintiséis, la misma que es con dieciséis, y a los treinta y seis, y luego a los cuarenta y seis. Siempre meterá sus dedos fríos bajo mis piernas mientras vemos televisión, y siempre intentará ser lo que ella cree que tú quieres que sea, y yo tendré una cocinera y una esposa mientras lo hace.
Siempre usará su encanto sobre los demás, y siempre atraerá a otros hombres. Pero aunque Sakura es una ninfa, y una pervertida, ella es, y siempre será, fiel.
No necesitas preocuparte por mí.
Notas de la traductora:
¡Hola a todos!
Gracias por su paciencia y disculpen la tardanza, ¿Cómo están? Yo con la novedad de que volví a enfermarme (normal para la estación).
Bueno, ¿Qué les pareció el final? Ah... se me hizo cansadísimo de traducir por una razón u otra, pero aquí lo tienen.
Muchas gracias por continuar apoyando mis proyectos con sus comentarios y alertas. Por ahí debo todavía algunas respuestas, pero espero terminar pronto con ellas ¡Lamento ser tan lenta para ello! Pero a veces simplemente no sé que decirles u u
Jessica Ivonne:¡Segunda parte, servida! Ojalá pueda contar con tus lecturas en futuros proyectos :)
Por cierto, planeo subir el primer capítulo de 'Better Man' el viernes 9 de febrero si no sucede nada extraño. No tuve noticias de Kakashisgf pero le he seguido enviando mensajes y espero que sea simplemente que esté muy ocupada y que por eso no haya respondido.
Les mando un abrazo bien fuerte :D
