Disclaimers: Los personajes de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling y a los que han comprado parte de los derechos de autor, lo cual NO es mi caso, y sólo los utilizo sin intención de lucro alguno, la trama me pertenece, salvo los personajes, como ya se ha mencionado anteriormente.

Hola, hemos llegado al final de la historia, no me queda más que agradecer el enorme apoyo que le han dado al fic y a mí, sin duda cada review me daba la inspiración necesaria para continuar, cada favorito y cada follow, yo no escribo para ellos, pero significan mucho para todos los autores, el saber que su trabajo está gustando a algunas personas, muchas gracias por todo, en serio que sí, muchísimas gracias a todos aquellos que han llegado hasta esta parte, a quienes llegarán a leerlo aun después de que esté terminado, muchas gracias por leer este fic, espero de todo corazón que fuera y sea de su agrado.

Ya lo saben, si encuentran algún desperfecto, no duden en comunicarlo en su review, si es que quieren dejar alguno.


Salí al balcón, el viento meció mi cabello y mi bata, normalmente eso me habría provocado frío, de no estar en un lugar tan cálido como lo era Florida en esa época del año, Lorcan y yo teníamos planes para todo, pero con el adelanto de la boda, supongo que eso se fue a la basura, nuestro acuerdo de que no habría luna de miel, y lo que eso conllevaba, quedó en el olvido, y aunque no puedo quejarme a que su desempeño fue bueno, considero que había más pasión de la que siempre creí que habría en un encuentro sexual entre nosotros, sobretodo porque era yo, la otra parte del acto.

—Has estado muy seria desde que salimos de la recepción.

—Lo siento –le sonreí incómoda, jamás cruzó por mi cabeza que él podría ser tan pasional conmigo, y más que nada, que yo pudiese hacer algo así con Lorcan, bueno, en realidad, con la única persona con la que me había imaginado en esas situaciones era con Ted, al menos, había podido estar con él así, una vez, mi primera vez.

—Ahí vamos otra vez ¿A dónde quieres escapar? –Hizo una pausa –o mejor dicho ¿con quién?

—Oh vamos –me reí –si quisiera huir, lo habría hecho.

— ¿En serio? –avanzó hasta mí, me sujetó de la cintura, pegando su cuerpo al mío.

—Sí, Lorcan, estoy segura –él se alejó de mí.

—Luces sexy –me halagó, cambiando de tema.

—Gracias –volví a cerrarme la bata, ya que él la había abierto al sujetarme.

—No estás muy feliz.

—Oye –me detuve un segundo –tú estás muy feliz.

— ¿Por qué no lo estaría? Eres mi esposa ahora.

—Exacto –acepté, frunció el ceño.

—No sé de lo que hablas –se excusó.

—Claro que lo sabes, lo hemos hablado cientos de veces, Lorcan –me acerqué a él.

—Entonces ¿querrías haberte casado con él?

Fue un shock inmenso que duró tan poco que el hombre frente a mí no lo notó.

— ¿Recuerdas nuestra cita? –Elevó una ceja confundido –claro, en Marruecos, cuando me dijiste que no habría nada…

—Sí, recuerdo –me interrumpió.

—De ida a España, tuvimos el mejor sexo de la vida –sonreí –fue cuando supe que no habría nadie en el mundo que pudiese hacerme más feliz.

— ¿Ni siquiera Ted Lupin? –me tensé ¿a qué tanto era capaz de llegar mi familia para asegurarse de que realmente dejaría a Ted en paz?

—Lorcan, Ted Lupin no es mejor que tú ¿recuerdas lo que te dije de él?

—Posiblemente el cobertizo de tu abuelo no fue la mejor opción para tu primera vez, claro que pudiste detenerlo, o él decirte que buscaran un mejor lugar que aquél, pero…

—No importó el lugar –murmuré.

— ¿Entonces? –cuestionó.

—Que yo jamás, jamás, le conté a Lorcan que entre Ted y yo hubo algo así, por lo tanto –lo amenacé con mi varita -¿quién eres tú?

—Tuviste sexo con un extraño –se burló.

—Un extraño, que pensé, que era mi marido ¿quién eres y qué hiciste con Lorcan?

—En realidad princesa, yo soy tu marido.

Todas las facciones de Lorcan fueron desapareciendo, dejando a Ted frente a mí, con un ir y venir intenso en su cabello, sonrió de lado, y me hizo bajar la varita cuando aprovechando mi estupor, se acercó a mí.

—No… yo…

—Lorcan nunca estuvo en el altar contigo, fui yo –sonrió.

— ¡Caíste tan bajo para casarte conmigo! –chillé colérica.

—No fue caer bajo, y sólo te engañé un poco para casarte conmigo –sonrió aún más.

—Mi padre te matará –aseguré.

—No lo dudaría, pero tu padre y tu madre, orquestaron el truco, hablé contigo antes, para saber si todo esto sería necesario o no –rió.

— ¿Y Lorcan? –Cuestioné –él…

—A él se le ocurrió y Delphi perfeccionó todo –sus ojos se volvieron dorados –por cierto, ellos tuvieron una extraña conexión, una chispa, y está bien, porque eso significa que no soy el único pervertido bueno con mi padre tendría que…

Fui hasta él, pensando en besarlo, pero mi coraje en ese momento, era más grande aun, así que le propiné unos buenos golpes, hasta que me sometió, había hundido su nariz en mi alborotado cabello.

—No tienes idea, de todo lo que sería capaz de hacer por ti, princesa –se sujetó del barandal, aprisionándome aún más -¿no eres feliz de ser mi esposa?

—Por supuesto que no –bufé, pero en realidad, lo que no me gustaba de ser su esposa, era la forma en la que lo era, yo había creído que era Lorcan, de saber que era Ted, disfrazado, bueno, no hubiese estado con ese humor fúnebre.

—Lo siento, cariño, hemos consumado el matrimonio –sonrió.

—Oh, por eso el mal sexo.

—Vaya, golpe bajo –se burló –Lily, de ser yo el que estuviera en el altar siendo yo mismo ¿te habrías casado? –tragué saliva y mis vellos se erizaron ante su pregunta ¿tendría que ser honesta o seguirlo castigando por sus actos?

—Al menos no hubiese pasado toda la ceremonia en huir con alguien con quien en realidad me estaba casando –solté.

—Ahora estamos casados –contestó tranquilo, abrazándome –eso debería bastar.

—Tal vez para ti, pero no para mí.

Entré a la elegante suite matrimonial y me dirigí de inmediato a la ducha, dejando a Ted bastante serio, debería dejar de ser tan malditamente dramática, ¿qué más quería? Mis padres por fin aceptaron que amaba a Ted y que nada más me haría feliz, ahora era su esposa, ante los ojos del ministro y por lo tanto ante toda la comunidad mágica, y en lugar de estarlo disfrutando, estaba ahí, en la ducha, sola, con pensamientos funestos, ahora comprendía porque Lysander decía que las mujeres somos muy complicadas respecto a todo.

Cuando salí de la ducha, él no estaba, así que busqué desesperada una nota o algo ¿se habría ido sin decirme nada? Maldita fuera mi suerte, volví a vestirme, sequé mi cabello y me recosté en la cama después de los hechizos pertinentes de limpieza, estuve esperándolo, pero el cansancio me venció, necesitaba hablar con él, y explicarle que a pesar de todo, sí, era feliz porque era su esposa, pero iba a darle su espacio, antes de buscarlo.

—O—

Entré a la suite matrimonial cerca de las diez de la mañana, y la vista me dejó encantado, Lily dormía todavía, las sábanas estaban alrededor de su cuerpo, dejando su desnudes cubierta ligeramente, normalmente hubiese envidiado a las telas, pero ahora ella era mi esposa, y podía tenerla todas las veces que yo quisiera… y que ella lo permitiera, claro está.

Volví a la realidad cuando escuché el servicio al cuarto, así que regresé en mis pasos y acepté el desayuno, avancé de nuevo hasta la cama y gatee hasta ella, pegué mis labios a su cuello y mis manos quitaron la sábana, Lily se quejó, como señal de que había sido arrancada de los brazos de Morfeo para estar en los míos, me sonrió.

—Buenos días, Princesa –saludé.

—Hola, amor –me sonrió, dulce y tierna, pegando sus labios a los míos.

—El desayuno está listo –murmuré desde su boca.

—Genial –se alejó –ya tengo hambre.

—No lo dudaría ni un momento –sonreí divertido.

—Tengo que reponer energías, y si yo tengo que hacerlo, tú también –sonrió.

—Me estás llamando anciano –me reí.

—Sólo un poco, pero ahora, eres mi anciano.

—Pues para tu información, yo no necesito recobrar energía –me levanté, fui hasta ella sujetándola de la cintura, y la arrojé sobre la cama, subiéndome de nuevo sobre ella.

— ¿En serio que no lo necesitas? –Susurró en un tono sexy, pegando sus labios sobre mi cuello, ocasionando que una descarga eléctrica recorriera todo mi cuerpo, sonrió –es bueno saber que no es necesario para ti.

Lily separó sus piernas, para rodear mis caderas mejor, tragué saliva, esa chica era tan descaradamente hermosa y atractiva, soltó una risotada al confirmar que no necesitaba desayunar nada antes de, bueno, quizá, todo lo que necesitaba de desayuno, era su cuerpo cada mañana hasta que realmente me fuera imposible conseguir que mi amigo funcionara.

—O—

Aparecimos en la Madriguera dos semanas después de la boda, normalmente sólo iban a ser tres días, pero había conseguido que en el trabajo me dieran más permiso, la pelirroja que estaba sobre mis brazos me besó, y se movió para que la dejara sobre el suelo, su piel estaba un poco más bronceada, no demasiado, ya que habíamos pasado la mayor parte de los días en la habitación, y sólo salíamos por las noches, aunque no mucho tiempo.

—Hola familia –saludó con una sonrisa.

—Veo que encontraste el regalo debajo de la envoltura –bromeó Ginny.

—Sí, lo hice –contestó con una auténtica sonrisa –gracias por lo que hicieron por mí, y por él.

—Soy un rebelde –comentó Harry –cuando su padre vino a pedirme que te alejara de él, bueno pensé ¿y si hago que se casen? –rió –pero Lorcan se había adelantado a mis planes, él y Delphini.

—Que Merlín proteja a esos muchachos, ha sido bueno de su parte solucionar la novela que se han estado haciendo ustedes dos –murmuró Molly Weasley –ya era hora de que se dejaran de andar por las ramas y siguieran el camino con flechas y todo.

—Lo sé abuela –sonrió Lily y la abrazó.

—Sólo espero que después, no busques a una prima de Lily para cambiarla –soltó la voz de Fleur, haciendo que todos se giraran –la hicieron bien ¿no? –observó al matrimonio Potter.

—Sí, claro que se te olvidó, Fleur, que llegaría el momento en que dejaríamos de lado tu palabrería y apoyaríamos a nuestra hija –murmuró Harry.

—Es lo que debimos hacer desde el principio, pero más vale tarde que nunca ¿no es así, chicos? –Ginny sonrió en dirección a nosotros.

—Así es –admití.

Fui en dirección a mi esposa, la sujeté de la cintura y la besé tan apasionadamente como se puede besar a tu chica frente a sus padres, Fleur gruñó incómoda, pero no pudo hacer ningún otro comentario ya que Molly Weasley le dedicó una mirada furibunda, para que no se atreviera a hacerlo.

—Estaré dentro, cuando se vayan…

—No nos marcharemos pronto, tía Fleur –sonrió Lily –me gustaría que toda la familia se acostumbre a Ted.

—Ya la familia está acostumbrada a él…

—Sí, pero ahora es MI esposo, así que tienen que acostumbrarse a eso, y no como Teddy, el novio de Vicky.

Tenía una fuerte sensación en que los padres de Lily, y los abuelos de ella, habían puesto al tanto a toda la familia de que en realidad la jovencita pelirroja no se había casado con Lorcan ese día, sino conmigo, y no sé cuántos días les había tomado hacerse a la idea de que ahora estaba con Lily y no con Victoire, pero todos me trataron como si fuese una vez más parte de la familia, ya no era el pervertido, y Lily había dejado de ser la desviada chica que se había enamorado de alguien 10 años mayor cuando sólo tenía 9.

—O—

Mamá caminaba de un lado al otro en la cocina, preparando la cena, Albus y su novia irían a cenar, así que estaba histérica queriendo que todo quedara de maravilla, para impresionar a la chica, Lily solo sonreía mientras seguía comiendo su helado directamente del bote.

—Deberías dejar de comer helado, la cena estará en unos minutos, niña –me reprendió.

—Lo siento –sonreí y clavé la cuchara.

—No hemos podido hablar bien –admitió mi madre, sujetándome de las manos –he estado bastante agitada con el trabajo y lo siento por eso.

—Madre, ya soy oficialmente la señora Lupin –sonreí radiantemente, amaba como sonaba mi nombre acompañado del apellido de Teddy –está bien, ahora tengo a mi familia, esposo.

—A veces se me olvida lo mucho que has crecido.

Observé a mi madre y sonreí, habían pasado exactamente dos meses y medio desde mi boda con Ted, y no podía culpar a mis padres por seguir sus vidas, yo ya tenía la mía aparte, claro que le había extrañado horrores a mamá.

—Hay algo que quiero que sepas –murmuré, con la cuchara llena de helado, mi madre se giró y frunció el ceño.

—Voy a castigarte si sigues comiendo helado antes de la cena –soltó con su tono de mamá mandona.

—Estoy embarazada –sonreí.

La noticia tardó unos segundos en procesarla, se cubrió la boca y sus ojos se cristalizaron ante el inminente llanto, fue hasta mí y me abrazó fuertemente, por mi cuerpo se extendió un calor agradable, así que le regresé el abrazo gustoso.

— ¿Cuánto tiempo? –interrogó.

—Dos meses –me encogí de hombros, intentando contener mi sonrisa, pero no pude, terminé con una amplia sonrisa.

— ¿Cuándo pensaban decírnoslo? –me reprendió.

—Él todavía no lo sabe –admití –le pregunté a la abuela, cuando no tenía idea de que realmente estaba embarazada, y ella me dijo que siempre informó al abuelo después del tercer mes.

—Yo le informé a tu padre en el mismo instante en que me enteré –admitió –la noticia de James fue en una cena romántica, le compré un sonajero y se lo di, le costó entender la indirecta –rió mamá –de Albus, bueno, el medimago nos informó a ambos.

— ¿Cómo se enteró de que venía en camino yo?

—En cuanto me enteré, no pude esperar a contarle, así que le envíe un patronus, informándole la noticia –rió divertida –estaba a mitad de un juicio en el Wizengamot, Ron dijo que se puso histéricamente feliz, y gritó a los cuatro vientos "Oigan todos, seré padre por tercera ocasión".

— ¿Todos aplaudieron y lo abrazaron? –sonreí divertida.

—Lo expulsaron de la sala y no pudo testificar.

—Eso tendría que ser lo más maravilloso que se pudiese testificar.

Mamá dejó de reprenderme cuando seguí comiendo helado, me veía de vez en cuando, con sus ojos chocolate brillando de felicidad, no podía creer que a tan poco de haberme casado con Ted, estuviese embarazada, no es como si lo hubiésemos planeado, pero tampoco es como si lo hubiésemos estado evitando.

—Huele delicioso, Ginny –murmuró Ted entrando a la cocina –hola, princesa –me besó.

—Hola cariño –sonreí – ¿quieres helado? –sonreí.

—No, gracias –admitió.

—La cena estará en unos minutos, ve a avisarles, por favor, Lily.

—Yo iré –sonrió Ted y se alejó.

— ¿Vas a seguir manteniéndolo en la ignorancia?

—Hoy no es el día, no durante la cena, al menos.

— ¿Por qué no? –Cuestionó mamá –esa joven va a ser parte de la familia, deberías…

—Ya lo sé, es sólo que Al va a proponerle matrimonio en la cena, y no quiero… ya sabes, opacar su momento.

—Cierto, además, es mejor que le des la noticia en privado y ya después, informen a los demás.

—Lo haré –sonreí.

Ayudé a mi madre a servir la cena, Albus charlaba con papá, Ted y James con la novia de Albus, al parecer la chica había logrado simpatizarle de más a mi esposo, fruncí los labios, sino fuese porque salía con mi hermano, pensaría que estaba con Al para acercarse a Ted.

—Se ve delicioso –murmuró Ted, sin quitar la vista de mí, sonreí negando divertida.

—La señora Potter cocina delicioso, pero eso ya debes saberlo ¿no? –interrogó la novia de Albus.

—Desde luego –me sujetó de las caderas, sentándome en su regazo y besó mi mejilla.

—Lo que más le gusta a Ted que ha hecho mi madre, es Lily –argumentó James tranquilo –te puedo jurar que ama comérsela –nos observó divertido, papá se aclaró la garganta.

Me senté en la silla junto a Ted, que en ningún momento negó el comentario de James, haciendo que mi hermano sonriera de lado, era un desgraciado burlón, pero ya llegaría mi momento de vengarme, claro que en ese momento, lo único que tenía en mente era ¿cómo darle la noticia a Ted?

—Ese silencio incómodo es afirmación –sonrió divertido mi hermano.

—Cállate, o te patearé hasta que no te funcione bien… el cerebro –completé.

—Niños ¿quieren dejar de pelear? –pidió Albus.

—Sí, por favor –pidió Ted, sujetando mi mano.

—Bien –contestamos en un tono de regaño al unísono James y yo.

La cena fue espectacular, hubo lágrimas, risas, de todo, hacía mucho que no la pasábamos así, y bueno, tomando en cuenta que Ted estaba ahí como parte de la familia y era bien tratado, no tenía como agradecerle eso a mis familia, sonreí al verlo salir del baño, secándose el cuerpo, iría a trabajar, aunque no quería que se fuera.

—Algo te incomoda ¿qué es? –me interrogó.

—Tengo algo que decirte –admití, levantándome de la cama.

—La cena de anoche fue buena, tu familia me acepta ¿tiene que ver con eso?

—No –murmuré.

— ¿Entonces? –Su cabello cambió de color –Lily, cariño, me estás asustando.

—Es que… en realidad nunca hablamos del tema, y ni siquiera ahora que estamos casados, y no sé…

—Y estás usando mucho el "Y" ¿Qué ocurre, princesa?

—Hablé con mi abuela, y bueno, me hizo darme cuenta que jamás hablamos sobre… tener hijos.

—Lily –se burló Ted –hemos pasado más tiempo en la cama teniendo sexo a hablando ¿estás de acuerdo en eso? Es normal que aún no tengamos planes para los hijos, ya vendrán con el tiempo.

—El tiempo –murmuré.

—Sí, con el tiempo –contestó yendo hasta su ropa –digo, es muy pronto, ni siquiera tenemos tres meses de casados, yo pensaba esperar hasta el año y…

—Bien –murmuré.

—Estoy bromeando –sujetó mi cintura y besó mi mejilla –no quiero hijos.

Las palabras de Ted me dejaron congelada, no quería hijos ¿por qué rayos no se cuidaba? No todo era mi maldita responsabilidad, tomé la almohada y se la arrojé, en un completo momento de histeria, no sabía si era por el embarazo o por mí.

—Oye –se burló –que agresividad.

—Eres un imbécil, si no quieres hijos, bueno, pues debiste cuidarte –bufé.

— ¿Debí? –Rió –no es muy tarde para hacerlo…

— ¡Estoy embarazada!

La noticia lo congelo, estaba por ponerse la camisa, pero cuando reaccionó de lo que significaban las palabras "Estoy Embarazada", aventó la camisa sobre la cama, fue hasta mí, me sujetó de la cintura y me elevó, girando conmigo, completamente extasiado, su cabello era un desastre, iba de un color a otro, me estrujó fuertemente cuando me colocó sobre el piso.

— ¿Cuánto? –interrogó lleno de felicidad.

—Dos meses –hice un mohín.

—Esta es la mejor noticia que me han dado en mi vida –volvió a sujetarme, para girar conmigo –te amo, princesa –me besó suavemente.

—Claro, claro, ahora sólo porque sabes que…

—Desde luego que no –me giró, dejando mi espalda contra su pecho, y colocó sus manos sobre mi vientre –tener un hijo contigo es lo más maravilloso que hubiese podido cruzar por mi cabeza, Lily, me encanta la idea.

—O—

El día era completamente soleado para fortuna de Lily y mía, la familia de ambos se había reunido en la Madriguera para el evento, mi joven chica corría de un lado a otro ocupada con todo lo que faltaba, mientras que yo me encargaba de atender a los invitados por su orden, habíamos usado la Madriguera porque era donde cabrían todos, y los abuelos de Lily muy amablemente nos habían permitido usar su casa como sede del evento.

No cualquier evento, era el primero que ella y yo dábamos como pareja, matrimonio, como padres, Delphi estaba a lo lejos con Lorcan, su romance iba de maravilla, y Lily y yo lo agradecíamos, porque los habíamos elegido como los padrinos de nuestro primer hijo.

—Ted –habló Delphi, con mi hijo en brazos –dime ¿seguro que es tu hijo? Porque es hermoso, idéntico a la madre, así que dudo que tenga un poco de ti –rió divertida.

—Veamos –le quité el pequeño gorro que Lily había obligado a nuestro pobre hijo a usar.

Saqué una pequeña paleta y la coloqué en su mano, para fascinación de todos los presentes, el cabello espeso y castaño de mi hijo cambió al mismo tono verde de la paleta que sostenía, y cuando la quité de su mano, su cabello fue a un azabache que acompañó su llanto desesperado, levanté la vista hasta Delphi y sonreí.

—Eso te despeja las dudas, supongo ¿no es así? –cubrí los cabellos de mi hijo y le devolví la paleta.

—Bastante bien guardado lo tenían ¿no? –se burló.

—Algo por mínimo tenía que haberme heredado ¿no lo crees? Ya que en efecto, es tan perfecto como su madre.

Me alejé de todos, que se acercaron al bebé, para ver como su cabello cambiaba, Lily estaba en la cocina, revisando como iba la comida, la sujeté de las caderas y la giré hasta mí, le sonreí fascinado, era tan hermosa, acerqué mi rostro al de ella y rocé sus labios con los míos.

—Si no te hubiese besado ese día ¿crees que hubiésemos terminado aquí? –sonreí.

—Posiblemente no hubiésemos recorrido ese camino, pero cariño, yo nunca me hubiese dado por vencida hasta tenerte para mí, porque soy una desviada –sonreí ante sus palabras.

—Y yo un pervertido –la besé –por eso, somos el uno para el otro –ella rió.