NOTA: One Piece no me pertenece, los personajes son creación de Eiichiro Oda


La llegada.

Habían pasado unos días desde que Nami había fijado el curso del Sunny hacia una isla relativamente cercana para surtir el barco, todos los Mugiwara estaban ansiosos por llegar cada uno ya pensando en lo que iban a hacer.

Robin deseaba un libro nuevo, Zoro buscaría alguna tienda de armas, Chopper investigaría algunas plantas y talvez junto a la arqueóloga conseguiría un libro de medicina, Nami deseaba ropa nueva ya que había pasado un tiempo desde que renovó su armario, Brook iría a ver bragas, Sanji buscaría alimentos y bellas damas para también alimentar su vista, Usopp y Franky se quedarían en el barco para trabajar en algunas armas que el orgulloso pervertido había pensado y Luffy solo iría por aventuras, tanto tiempo en el mar estaban a punto de matarlo de aburrimiento.

Tan solo al parar el Sunny Luffy saltó a tierra firme y en un abrir y cerrar de ojos desapareció sin dejar rastro.

— ¡Oi Luffy!

—Déjalo Chopper, el Capitán de mierda puede cuidarse solo— Sanji como de costumbre saltó elegante y ya con el cigarro encendido partió a buscar algunas cosas que necesitaría para la alimentación de sus bellas damas.

Los Sombrero de Paja simplemente aceptaron lo que dijo Sanji, Luffy era propenso a problemas pero el chico no sería su Capitán si muriera tan fácilmente, por lo que cada uno se encargó de sus propios asuntos sin preocuparse por un sonriente chico con un gran sombrero de paja.


Luffy corría y corría, la aventura lo llamaba a seguir hacia delante. Era un sentimiento que él llevaba dentro desde siempre y sabía que estaría ahí hasta el día de su muerte, no es que pensara demasiado en eso por supuesto.

El cielo estaba brillante mientras una ligeramente fuerte ventisca impactaba en su rostro, el sonido tan familiar del mar, y ese inconfundible sentir de libertad eran cosas que lo hacían sentir completo, cualquier persona que mirara hacia su dirección podría fácilmente decir que era un muchacho feliz, nadie podría siquiera imaginar el temor que el muchacho sonriente podría impartir a sus enemigos, aquellos que se atrevieran a lastimar a los suyos.

Luffy exploró durante bastante tiempo aunque no encontró algo realmente divertido, refunfuñó frustrado;

—Hmm… esta isla no es divertida—en ese momento un conocido sonido pudo escucharse por todo el lugar, el estómago de capitán de goma protestó—…comida… carne… Sanji… ¡SANJI COMIDAAA!


—Mellorine~~—la danza de Sanji se detuvo de pronto cuando sintió un escalofrío recorrer su cuerpo—idiota de goma te preparé un bento—murmuró para sí mismo, de alguna manera sabiendo que en algún lugar de la isla Luffy probablemente haya gritado su nombre exigiendo comida.

Sin embargo no pudo evitarlo y muy a su pesar apartó los ojos de las hermosas damas que estaba admirando para ir a elegir los mejores alimentos, su orgullo de cocinero no le permitía dejar a alguien con hambre y eso incluía al pozo sin fondo su capitán.

—Maldito Luffy—se paseó por el mercado y eligió la mejor carne que encontró—esta le encantará—sin darse cuenta sonrió, a él le encantaba cocinar y Luffy sabía apreciar una buena comida, por mucho que Sanji quisiera negarlo su capitán siempre sería su mejor cliente.


Zoro inspeccionaba con ojo experto las armas, las analizaba una a una imaginando en que movimientos serían útiles y que estilo de batalla les iría mejor a cada una cuando al igual que cierto rubio cocinero sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—Luffy—sin mirar atrás salió de la tienda en busca de su capitán, de alguna manera sabía que Luffy se estaba metiendo en alguna clase de problema, no podía decir el porqué, él solo lo sabía.

Zoro corrió y corrió.

— ¡Maldición!—había llegado a la maldita tienda de nuevo—estúpidas calles ¡Dejen de moverse!


—Fufufu—con su característica sonrisa y su tradicional aire misterioso Robin estaba sentada en un tronco a las afueras del pueblo con un libro en mano. Debido a que no sabía nada del lugar decidió leer un libro que hablara del sitio, ella tenía el presentimiento de que algo importante ocurriría—Isla Iskand… sin duda es un lugar interesante.


Mientras tanto el intrépido capitán seguía hacia delante en busca de su aventura y también en busca de su amada comida cuando de pronto todo se empezó a sacudir y antes de que Luffy pudiera reaccionar una luz roja lo absorbió completamente.


Con pasos lentos caminaba hacia el bulto rojo tirado en el césped, el muchacho acomodó su sombrero mientras sin saber la razón se sentía ligeramente ansioso. Una vez frente se acercó y ese inconfundible sobrero de paja le dijo quien era, casi en pánico lo volteó para ver la cara inconsciente de su hermanito.

—¡LU!