Disclaimer: Naruto no me pertenece, es creación de Masashi Kishimoto.


Nota: Universo Alterno.


"A la medianoche"


Capítulo 1.


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Falta una hora para la medianoche y ellos deberían estar dormidos porque mañana es domingo y toca ir a la iglesia; pero no lo están, están despiertos porque la boca de Shisui no conoce horarios.

Itachi estaba molesto, pero Sasuke, su hermano menor, era el otro lado de la moneda: sus ojos brillaban y en ellos se reflejaban la llama de la vela que ilumina la pequeña carpa que habían armado con las sábanas de sus camas.

—Dicen que en el mar que rodea al pueblo 'No me olvides' nadan las sirenas.

—¿Qué son las sirenas? —preguntó el menor de los tres.

—Son mujeres… hasta el ombligo, porque en vez de piernas tienen una larga aleta de pez —explicó Shisui, sintiéndose importante por la atención que le prestaba el ingenuo Sasuke—. Son hermosas, eso dicen, de cabellera larga y de color extravagante; pero no te dejes engatusar por ellas, las sirenas solo quieren comerte la cabeza, de eso se alimentan.

—Cállate Shisui, Sasuke no entiende lo que dices.

Con cada palabra pronunciada, Itachi giraba su rostro hacia la puerta por temor a ser descubiertos. No lo hacía por él precisamente, sino por Shisui de quien su padre principalmente desconfiaba por considerarlo casi una mala influencia sobre sus hijos.

—Pero si me alejo del mar estaría a salvo. —Ignoró Sasuke a su hermano mayor.

—Dicen que hicieron un pacto con el demonio para tener piernas y poder cazar más humanos.

—Te van a regresar a la casa de tus padres, Shisui.

—No, hermano, quiero escuchar más.

Una fuerte ráfaga hizo que la llama de la vela bailara y que las sábanas de pronto flotaran sobre sus cabezas; los pequeños pies de Sasuke pisaron el suelo de madera en un segundo.

—¿Qué hacen los tres despiertos? Itachi, Sasuke, acuéstense. Como el mayor deberías dar el ejemplo, Shisui, no hagas que llame a tu madre.

De tres zancadas, Mikoto Uchiha recogió las sábanas y depositó a su hijo menor sobre la cama. Itachi cerró los ojos apenas sintió la mirada de su madre en la puerta, esperando a que sus hijos y el vecino se durmieran. Unos cuantos segundos de silencio hasta que al fin se escuchó el crujir de la puerta al cerrarse.

Itachi soltó el aire que había estado conteniendo desde la llegada de su madre; no quería que lo separaran de su mejor amigo.

—¿Cómo dices que se llama el pueblo?


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El pueblo 'No me olvides' no existe, eso le había dicho su madre la mañana siguiente a la revelación que Shisui había hecho sobre las sirenas; pero allí estaba, a unos metros de distancia de pisar su tierra.

—Le dije al imbécil de Mangetsu que el pueblo existía. Ya quiero bajar para enviarle un postal.

Sasuke se esfuerza en despegarse de su pasado, pero la voz calmada de su madre resuena en su cabeza como un paradigma destruido: El pueblo existe y está frente a sus ojos.

El barco encalla en la orilla de un pueblo silencioso y decaído, oculto entre la neblina. Suigetsu le da una palmada a su hombro y se adelanta; Jugo lo sigue debido a esa extraña responsabilidad que siente por los actos de su compañero. Sasuke mira sobre su hombro a Kabuto quien le ayuda a bajar al pálido capitán.

—¡Por aquí, Sasuke!

El chico de cabello blanco agita su brazo entre la neblina para luego desaparecer de su vista tras entrar a un caserío a punto de derrumbarse. Jugo lo sigue como de costumbre y tras no ver a Orochimaru ni a Kabuto cerca, comprende que no le queda de otra que seguirlos.

Entra a un bar, casi burdel. Mujeres sin ninguna prenda en el torso caminan balanceando sus caderas y sirviendo bebidas hasta el tope de los vasos, hay mesas que se sostienen por un milagro y hay ebrios por doquier, casi todos con un tatuaje en alguna parte visible de su cuerpo. A su derecha se encontraban sentados sus compañeros, acompañados de tres mujeres de estatura media y ropa pequeña.

Sasuke se sienta al extremo, pegado a la pared; como una clara señal de que no desea que nadie lo moleste.

—Compórtate, Suigetsu —susurra Jugo ocultando su boca con el vaso de ron—. Le prometiste fidelidad a Karin.

Suigetsu ríe nervioso, pretendiendo llegar a un acuerdo con Jugo. Sasuke por su parte intenta con todas sus fuerzas ignorar la vida amorosa de sus compañeros pero es un tanto difícil cuando ambos no se esfuerzan en ocultarlo: Suigetsu porque es escandaloso y Jugo porque intenta que las mujeres alrededor se alejen al enterarse que su compañero estaba comprometido.

Los dedos inquietos de las muchachas de labial fosforescente se deslizan sobre los hombros de Hozui, recorren las grietas de la mesa donde estaban sentados y suben sobre los brazos del hombre que detestaba a medio mundo.

No es que no le interesaran las mujeres; pero ellas en particular parecían moribundas y lo único que podía desear sería compartirles parte de su pan para que las costillas no sobresalieran tanto de sus pieles amarillas.

Sasuke estaba a unos segundos de apartarlas sino fuera porque las mujeres se habían marchado voluntariamente, ignorando las súplicas de Suigetsu. Sus ojos se percatan de la presencia del capitán, el único capaz de espantar a cualquier persona sin importar su estatus o cuánta fuerza poseyera. Kabuto levanta el brazo y una mujer se acerca con nerviosismo y torpeza hasta su mesa.

La mujer toma la orden y se va. Sasuke sabe que si el capitán está presente, solo puede significar que aquella iba a ser una noche muy larga.

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No está ebrio, él conoce su límite; por eso le sorprende ver a la mujer que comparte con él el ascensor, descalza. Quiere quitarle la mirada de sus pies pálidos, pero no puede. No se trata de un fetiche, él no es un hombre perverso; culpaba de momento al alcohol que su mentón no obedeciera las órdenes de su cerebro y se irguiera.

Los dedos de la mujer se recogen contra el suelo y es en ese momento que Sasuke puede despegar los ojos de sus pies para subir hasta su rostro y notar un suave rubor que se asoman de entre sus pecas. Sus pupilas son inmediatamente atraídas por otra presencia, mucho más imponente y visiblemente incómoda.

Son tres en el ascensor: él, la mujer y un hombre mayor que la sujeta de su pequeña cintura.

La mujercita le dirige miradas furtivas y Sasuke está seguro que ella piensa que él no lo nota. Sasuke deja de fingir que no la ve y clava su mirada en sus ojos claros. El tercer hombre carraspea un poco y Sasuke advierte un leve temblor en la mujer tras ver los tacones tambalear entre sus manos.

Parpadea pesadamente intentando aclarar su vista. Ella es casi una niña, lo ve en sus mejillas redondeadas, sus ojos brillosos y su cuerpo pequeño y frágil. Su acompañante es un hombre mayor, no parece violento, pero sí astuto. No lo piensa mucho y llega a la conclusión de que son amantes. Ambos visten con elegancia, él está envuelto en un traje gris igual que su cabello y ella tiene puesto un vestido rojo, cubierta por un saco crema y adornada con joyas del color de sus ojos.

Nunca se había fijado en las apariencias, pero esta vez su ropa aplastó su orgullo al punto de sentir vergüenza por sus fachas; sin mencionar que olía a mar después de tantos meses de viajar en barco.

Tal vez por eso la niña no despegaba sus ojos de él; le debía parecer interesante observar un estropajo con olor a pescado compartir el mismo espacio que ella.

Las puertas del ascensor se abren y la pequeña mujer es halada de la cintura por el hombre de abundantes canas, dejándolo solo en el ascensor.

Ella ladea la cabeza y lo mira por última vez, antes de introducirse al mismo cuarto con su acompañante.

Llega al piso donde se hospeda y con pereza encaja las llaves en la cerradura; arrastra sus pies hasta la cama y se avienta sobre el colchón, sintiendo los tornillos de este clavarse entre sus costillas.

Una bonita noche para soñar con sirenas de cabello rosa.

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N/A: Sé que siempre digo que es el último Sasusaku que hago xd pero para el protagonista masculino no podía imaginar a otra persona que no sea Sasuke. Y mi prota siempre será Sakura así que…

Es una historia corta, como todas las que tengo sin rumbo definido. Cinco capítulos, tal vez.

Saludos ;B