Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, todos los personajes así como todo el universo son propiedad de la magnífica J.K. Rowling. No pretendo sacar ningún beneficio lucrativo con esta historia, solo divertíos con ella.
Prólogo
POV Lucius
Érase una vez un rey majestuoso, que vivía con sus amigos en un reino colorido disfrutando de la música, el arte y las celebraciones. El rey no preveía tener un heredero, pero vivía en una tierra encantada donde todas las cosas eran posibles. Pasado el tiempo, el rey y su reina fueron bendecidos con una preciosa hija para la que solo deseaba paz y felicidad. Aun así, el rey tenía enemigos que le perseguían. Había bestias crueles que querían recuperar el reino para ellos mismos y al final, uno de ellos, un niño que nadie se esperaba tuviese tanto poder, alejó al rey de esa tierra mágica y castigó a todos sus partidarios. Viendo la sombra de sus enemigos sobre su hogar, la reina envío a su preciosa hija lejos, convenciendo a todos los que sabían de su existencia que se había perdido para siempre. Poco después la reina murió y aquella princesa cayó en el olvido. El rey, con su pena, se apartó del mundo, haciendo creer a todos que estaba muerto. El castillo cerro sus puertas y el reino cayó. Pero los que conocían bien al rey sospechaban que eso no sería el final y que no descansaría hasta que sus enemigos fueran aniquilados. Mientras tanto, el fantasma de lo que una vez fue la reina confiaba en que un día el reino sanaría y podrían traer de vuelta a su princesa para que viviese feliz para siempre.
- ¿Qué pasó al final Padre? ¿Los reyes recuperaron el reino? ¿Volvieron a encontrarse con su hija? -preguntó intentando a duras penas que sus ojos grises no cedieran al cansancio.
- Me temo que el final de la historia está aun por escribirse hijo - respondí mientras terminaba de arroparle-. Y ahora, es tiempo de dormir.
- Si, Padre. Buenas noches -replicó obediente mientras sus ojos se cerraban.
- Buenas noches Draco.
Una vez me aseguré que estaba dormido me dirigí como tantas noches a mi estudio, me serví una copa y dejé que me invadiesen los recuerdos. Recuerdos de tiempos mejores, cuando empezamos a luchar por una causa en la que firmemente creíamos, cuando llevamos la magia más allá de los límites conocidos hasta el momento. Pero como siempre, el sueño que perseguíamos acabó siendo totalmente distinto a la realidad con la que nos encontramos pasados unos años. Recuerdo como si fuese ayer la noche en que todo se desmoronó, mi propio hijo no tenía más de dos años por entonces. Recuerdo el miedo, la confusión, el no saber en quién confiar... Jane-Anne, la reina de aquella historieta que me empeñaba en que me hijo recordara, fue la que insistió en que pusiera primero a salvo a mi hijo y a Narcissa, y cuando volví a por ella, fui absolutamente incapaz de encontrarla. La noticia de su muerte unos días después me dejó devastado, roto por dentro, fue como si se hubiese llevado una parte de mi con ella. Tenía tanta ira, tanto odio después de aquellos que cuando me estaban juzgando estuve a punto de levantarme y gritar "El Señor Oscuro se levantará de nuevo. Envíame a Azkaban, ¡esperaré con gusto a su regreso!". Lo único que evitó que hiciese algo como eso fue la promesa que le había hecho a Jane-Anne antes de su muerte y mi propio y egoísta deseo de mantener a mi familia unida. En su lugar juré y perjuré que tan solo había servido a Lord Voldemort bajo la influencia de la maldición Imperius, logrando evitar así mi condena.
A partir de ese momento dediqué gran parte del tiempo a construirme una máscara intachable de cara al resto de la Sociedad Mágica, orgulloso Sangre Pura, alto funcionario del Ministerio de Magia, miembro del Consejo Escolar... Pero algunas noches, como aquella, me tomaba mi tiempo para despojarme de aquella máscara y me dedicaba a la búsqueda incansable de aquella niña perdida. La historia siempre la cuentan los vencedores y para ellos nosotros somos y siempre seremos los villanos, aquellos de los que se les habla a los niños antes de irse a dormir. Pero no para esa niña. En su historia nosotros somos los caballeros de brillante armadura. Por ello, debía asegurarme de encontrarla y mostrarle por fin, la historia de sus orígenes, la historia de su familia.