FanFic Ranma

Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi

Capítulo 1

EL CIRCO

Las tardes de verano en Nerima siempre habían sido calurosas, con el cielo lleno de nubes en tonalidades naranjas que parecían incendiarse al caer el sol. Parecía que el tiempo no había pasado puesto que lo único que cambiaba era la hora de llegada a casa.

Ranma aparecía a las 6 de la tarde en la puerta de la casa Tendo avisando de su llegada.

Solo transcurrieron 5 años desde la boda que no llegó a realizarse y a petición severa de Akane, nadie se atrevió a volver a mencionar jamás el suceso.

Era lo mejor para todos y aminoraría la tensión que sentían Ranma y ella después de estar tan cerca de enlazar sus vidas definitivamente. Hacer como que no tenía importancia mantenía en el aire la confesión de amor de él hacia ella; se conformaba con saberlo y esperaba que algún día se lo volviera a decir.

Ambos asistían a la universidad de Musashi y cursaban el último año de Economía.

La decisión fue de Akane para administrar en un futuro el dojo Tendo. Ranma no era un estudiante sobresaliente y no le agradaba del todo esa carrera, pero sabía que Akane lo ayudaría a estudiar, pasarle las tareas y presionarlo cuando fuera necesario.

Lo importante siempre sería su entrenamiento, el cual realizaba por las noches y por las mañanas antes de irse a la universidad.

Akane había tomado muy en serio la oportunidad de seguir estudiando y siempre se quedaba una o dos horas más tarde para repasar lo visto en clase. Las caminatas junto a su prometido al volver a casa se habían vuelto esporádicas. Todo por mantener el futuro del dojo.

Ranma llegó ese día gritando como de costumbre — ¡Ya llegué! — mientras su madre, Nodoka, salía a su encuentro alegre y muy acelerada.

—Bienvenido a casa hijo, que bueno que llegas, ¡tenemos una sorpresa para ti! ¡Ven! Tu padre está esperando para poder hablar contigo.

—¿De qué se trata, mamá?

—Ya lo verás.

Encontraron al señor Soun y a Genma platicando muy alegres en el comedor, sentados uno frente al otro en cada extremo de la mesa, mientras bebían té.

—Será un gran negocio, Saotome. Los recorridos podemos iniciarlos después de la boda.

—Sí, me parece muy bien, Tendo. Lo mejor es que no tendremos que preocuparnos por nada, la compañía absorberá todos los gastos de viaje y pagará la promoción; usted solo tiene que supervisarlo todo.

—Solo no estoy de acuerdo con el nombre, ¿Por qué no llamarlo Tendo y Saotome? Finalmente somos socios en esto.

—Pero Tendo, entienda "El Gran Saotome" es más coloquial, la gente compra eso.

—Tiene razón, pero yo también quiero que mi nombre sea reconocido a nivel internacional. Necesito tener contacto con los clientes, por si usted un día decide darme la espalda o se mete en problemas.

Genma levantó las cejas y abrió los ojos antes de cambiar su feliz semblante a uno muy serio y molesto.

—Pero, ¿qué está tratando de decirme, Tendo?

—Ya lo sabe Saotome, usted siempre se mete en problemas y si la sociedad se deshace, quiero que sepan quién soy y así conseguiré empleo en otra parte.

—¿Cómo se atreve a hablar de esa manera? ¡El negocio está a punto de comenzar y usted ya está pensando en salirse! Será mejor que no siga en esto si piensa abandonarnos.

—Yo jamás dije que quisiera abandonarlos. Tomo mis precauciones por si acaso.

—¡Qué actitud tan petulante! Esto podemos resolverlo como gente civilizada, no hay necesidad de seguir. ¡Puedo hacerlo yo solo, finalmente soy la estrella!

—La estrella que brilla gracias a una lámpara detrás suyo, sostenida por mí, Saotome!

—¡La única manera de arreglarlo es con una pelea! ¡Vamos al dojo! ¿o es que quiere quedarse a tomar sus precauciones, Tendo?

—¡Yo jamás rechazo un reto como ese!

Se levantaron de sus asientos con los puños cerrados y retándose con la mirada. En ese momento entraron Nodoka y Ranma, quienes habían escuchado parte de la conversación mientras caminaban desde el pasillo.

—¡Basta los dos!, no habrá ninguna pelea. Genma ¡siéntate! Señor Tendo, por favor usted también. Es obvio que necesitan que yo esté tras de ustedes para evitar situaciones como esta.

—¡Pero él quiere traicionarme! — gritó Genma.

—Los Tendo no traicionamos— dijo Soun sentándose con los ojos cerrados y cruzando los brazos —somos leales a nuestra palabra y somos precavidos, pero después de tantos años de amistad está de más protegerse de su comportamiento.

—Nadie traicionará a nadie mientras yo esté a cargo— dijo Nodoka, sentándose y con voz serena, pero firme.

—Mamá, ¿De qué están hablando? — preguntó Ranma con hastío.

—Del nuevo negocio de la familia. Tendo y yo hemos hecho una sociedad que nos hará millonarios por supuesto, gracias a mi talento y destreza—dijo Genma.

—¿Talento?— preguntó Ranma en tono burlón —El único talento que tienes es el de convertirte en panda y vivir de las demás personas.

—¿Cómo te atreves a hablarle así a tu padre? Y pensar que eres mi único hijo ¡Debería considerar no dejarte ninguna herencia por ser tan ingrato!

—Me basta con haber heredado tus habilidades marciales que a estas alturas ya han sido superadas por mi arduo entrenamiento.

—Ranma, Genma, dejen de pelear. Ranma será tu heredero quieras o no, y tú hijo, no debes hablarle así a tu padre— Nodoka seguía hablando tranquila y firmemente. Por alguna razón, su tono de voz hacía que padre e hijo se calmaran, aunque también seguían temiendo a su impulso por sacar la katana de vez en cuando.

El señor Soun Tendo continuó la conversación —Ranma, queremos decirte que nos vamos.

—¡¿Qué?! Pero, ¿A dónde? ¿Por qué? — preguntó Ranma sorprendido.

—Iremos de gira por varios países de Asia, empezando por China, Hong Kong, Rusia y…

—¡La India! Siempre quise conocer ese lugar, aunque hay muchas vacas por todas partes hubiera sido un buen lugar de entrenamiento, pero ahora eso quedó en el pasado— dijo Genma con un acento alegre.

—¿Gira? ¿Son vacaciones? — preguntó Ranma

—Claro que no, hijo. Es por trabajo— contestó Nodoka sonriente

—¿Trabajo? Pero si tú apenas has trabajado en tu vida. El único trabajo que recuerdo que hiciste fue con el Dr. Tofú y renunciaste a las dos semanas porque te dormías convertido en panda en cualquier parte mientras los pacientes hacían fila para ver al doctor— se mofó Ranma.

—Pues mi capacidad para convertirme en panda es lo que me hará millonario. La gente está pagando muy bien en Japón por ver al "Gran Saotome" en un show exclusivo, único en el mundo y donde por supuesto soy la estrella— dijo Genma soltando una carcajada.

—Nos iremos después de la boda, así que la fecha está muy próxima— mencionó Nodoka.

—Sigo sin entender nada. ¿De qué show hablas? Yo no te he visto hacer nada en mucho tiempo— dijo Ranma.

—¡Tenemos un circo!— dijo Nodoka entusiasmada —el señor Tendo está a cargo de la representación de tu padre con los inversionistas, y yo por supuesto me encargaré del dinero y de que tu padre y el señor Tendo no hagan mal uso del mismo.

—¿Y cómo es que tienes un show, si solo sabes comer y dormir?— dijo Ranma en tono de fastidio.

—Descubrí que tengo potencial entreteniendo a los niños. Canto, bailo y hago artes marciales para ellos. Al principio no entendía como, pero debe ser un talento nato— rió Genma.

—Será todo un éxito, Saotome. ¡Nos haremos ricos!

Genma y Soun se palmearon uno al otro el hombro riendo desenfrenadamente. Ranma seguía con la incertidumbre pero le daba igual.

Por lo menos su padre no lo presionaría con extender sus entrenamientos y su madre no lo hostigaría para que estudiara para los exámenes finales.

—Bien, me alegro por ustedes. ¿Y cuándo piensan regresar?— preguntó Ranma.

—Eso dependerá del talento de mi buen amigo, ¿verdad Saotome?

—Tal vez en dos o tres años— dijo Genma sonriendo.

—No exageremos. Estaríamos fuera un año y después volveríamos para arreglar los papeles para conseguir una propiedad y montar una oficina en el centro de Tokio— dijo emocionada Nodoka.

—¡Vaya! Que buena idea, señora, no lo había pensado así. Tal vez podamos poner una oficina también en China.

—¿Oficina en China? ¿De qué hablas, papá?— preguntó Akane mientras abría la puerta corrediza. Apenas llegaba de la universidad y se sentó junto a Ranma para saber más de su conversación.

—¡Akane! Bienvenida. Le decíamos a Ranma lo de…

—¡Estoy en casa!— gritó Nabiki desde la puerta principal, interrumpiendo a su padre.

—Es Nabiki. Akane, Ranma te contará. Tu hermana trajo la cena que envió Kasumi y la verdad estoy muriendo de hambre— dijo Soun.

—Tendo, ya me estoy saboreando esa cena.

—Hay que cenar antes de que se enfríe. Ranma, Akane, ¿cenarán con nosotros?— preguntó Nodoka.

—No gracias, cené en la universidad— dijo Akane.

—Yo no tengo mucha hambre, el almuerzo que me enviaste hoy estaba delicioso y me parece que pusiste doble ración, quedé muy lleno— dijo Ranma a su madre.

—Voy a entrenar, ¿vienes?— preguntó Ranma a Akane.

—Sí, voy a ducharme y te alcanzo para que me cuentes. Hoy no entrenaré, estoy cansada.

—Bien, te espero en el dojo.

Los dos se levantaron de la mesa dirigiéndose a sus respectivos destinos. Más tarde, se encontrarían en el dojo para platicar como todos los días.

Akane le contaba siempre lo que aprendía en cada clase, uno que otro chisme de sus amigas y el avance de su tesis "Sistemas económicos aplicados para empresas familiares".

Ranma casi siempre se limitaba a escucharla y a fanfarronear sobre sus técnicas nuevas de entrenamiento. Evitaba contarle de su día en la universidad porque sabía que iba a reprenderlo por no poner atención y preguntar la explicación nuevamente al profesor.

Nunca había sido aplicado como ella y le gustaba ver cómo le cambiaba el rostro de molestia a sonrojo cuando le decía que solo entendía cuando ella le explicaba los procedimientos.

Peleaban menos que antes, pero cuando lo hacían los pleitos eran más fuertes.

Duraban días sin hablarse hasta que alguien terminara cediendo aceptando su culpa para volver a llevar la fiesta en paz; casi siempre, era Akane la que cedía.

Ninguno negaba sus celos hacia el otro, pero se lanzaban indirectas que terminaban en discusión provocando la furia de ambos, con lo cual la historia volvía a repetirse. Por lo menos, ya no era a diario, como cuando tenían dieciséis.

Esa noche, Akane estaba de lo más cansada. Había sido un día largo y se había sentado a observar a Ranma mientras terminaba de limpiar lo que los alumnos de la última clase habían olvidado guardar.

Con los ojos cerrados y recargada en la pared, Akane se quedó profundamente dormida, por lo que Ranma siguió maldiciendo solo por un rato, quejándose de su alumnado.

—…Estos chicos sin modales, ¡cada vez son peores! ¡Como si tuvieran algo tan importante que hacer en la vida! Se largan a jugar videojuegos que les cierran la cabeza y los hacen más tontos, pero al final ¿quién recoge su desastre? Sensei Ranma, por supuesto. ¡Pero mañana les pondré unas katas y un entrenamiento infernal para que terminen hechos una piltrafa! Es una buena idea, ¿no, Akane?... ¿Akane?

La chica mantenía la cabeza ladeada y los brazos colgando con las rodillas flexionadas cerca de su pecho. Ranma se le acercó y la sacudió ligeramente susurrando su nombre para despertarla —Akane…vamos a casa, te quedaste dormida. Debemos ir a descansar.

Con todas las ocupaciones de las clases, y al ver el cansancio de la chica, olvidó por completo de la nueva noticia que debía darle.

Akane entreabrió un poco los ojos y se los talló con las manos. Asintió a la propuesta de Ranma de volver a casa y estrechándole la mano se levantó caminando adormilada mientras su prometido la guiaba tomándola de un hombro.

La noche estaba llena de estrellas. Era una de esas noches donde no corría aire y el silencio se mantenía como el principal factor, tanto que cualquier grillo que cantara veía ahogado su sonido.

La casa Tendo estaba llena de cajas y cosas que se utilizarían para la boda. Por la mañana era casi imposible pasar a pesar de que por la gran cantidad de invitados, los novios habían decidido hacer el evento en un lugar mucho más grande.

En todo el vecindario se hablaba de la boda como el evento del año y los señores Saotome y Soun Tendo pensaban anunciar la noticia del negocio durante el festín, obviamente para aprovechar la publicidad y llevarse buena parte de la atención de todos los invitados.

Sería la excusa perfecta para dar vida al proyecto del circo.