¡Hola a mi gente favorita!

Como siempre, ¡muchas gracias por sus comentarios! SuicideFreakWord (XD No puedo prometer nada!, pero no lo pongamos como dignidad, sino como un gesto de generosidad. Oh, sí, demonios, voy a extrañar tus comentarios =*), Erisikol (Oh!, me presentas muchas dudas sobre el final de la historia y te prometo, que no las responderé todas… XD soy una persona de insinuaciones y de cabos sueltos (no final abierto, antes que me lancen piedras XD), pero espero que este final te guste!), Sinideas (Tal vez sí, quizás no… puede que sea un final abierto o una separación definitiva!, quizás me cambie de bando a Nevco 8D), Sof77 (Hehehe… suena a que me gusta hacer sufrir a la gente, real o ficticia. Tal vez? XD), Kuroneko1490 (Esto es como el síndrome del avestruz y tienes razón, no lo justifica, pero va más allá de la consideración por otros (¿?)), Sonyeke y CuquiLuna3 (Después de finalizar Sleeping Sun, ya no sé si poner un huerto o una venta de ripio, entre las de verduras y piedras que me lanzaron XD Pero espero que este sea un final satisfactorio para nuestro Drarry y sobre todo, que te guste!).

Diría muchas cosas más, pero seguro que prefieren ir directo al capítulo, así que: ¡a leer!


Capítulo 12: Parvati II

Se encontraba sentado tras su escritorio, parecía estar escribiendo algo pero en cuanto ambos se miraron, la pluma que sostenía detuvo todo movimiento. Draco no alcanzó a tener ni siquiera un segundo de pánico, porque sus ojos quedaron fijos en la figura al otro lado de la habitación, porque la noción de verlo distaba mucho de la verdadera acción. Porque las memorias en su cabeza eran sólo una sombra de la realidad. Porque aún a pesar de reconocer que lo extraña, saberlo tan cerca le quita el aliento y sólo le deja ansiedad. Harry. Lo observa y puede ver que su cabello negro continuaba siendo un atractivo desorden, su mirada seguía pareciéndole una fuerza magnética en perfectos y brillantes tonos verdes, la línea de su mandíbula era tan recta y masculina, como la recordaba; su cuello continuaba viéndose grueso y fibroso a través del borde de su camisa, del mismo modo como sus antebrazos poderosos y sus manos grandes, sosteniendo pergaminos y pluma. Y sus hombros eran un bloque de músculos que sólo le inspiraban seguridad y una sensación cosquilleante bajo los dedos, casi como si su piel pudiera recordar su tacto, la textura, la calidez y la tensión de sus formas.

Los mismos hombros que se tensaron en segundos, mientras una sensación extraña se trepaba por las paredes y corría a su alrededor. Porque no necesita esforzarse demasiado para sentir la magia de Harry y aunque ésta parezca un poco arisca e insistente, aunque se presione de una forma que podría resultar hasta dolorosa, lo que siente el rubio es completamente opuesto.

¿Sería lo mismo que sintió Neville con él, acompañándolo en el Hospital?

Draco lame sus labios y por el contrario, enfoca sus sentidos en percibir esa presencia yendo a su encuentro, rozando la superficie de su propia energía y estableciendo imperceptibles lazos de bienestar, que no hacen más que provocar un suspiro en sus labios. Sabe lo que siente, sabe lo que significa y un delicioso estremecimiento lo sacude, ante la expectación de esa visita. Sin saber el resultado. Sin estar seguro de nada.

-Sé que probablemente estés ocupado, pero necesito hablar contigo.- no puede evitar lamer sus labios una vez más, porque de pronto los siente secos. –Será sólo un momento.- sus palabras rompen el embrujo y el moreno sale de ese inesperado hiatus mental. Entonces carraspea y se reclina en su asiento, con un simple gesto de su mano lo invita a sentarse frente a él.

-Claro.- indica la silla al otro lado del escritorio.

-Preferiría no hacerlo.- Draco sonríe apenas, avanzando hacia el centro de la oficina y cerrando la puerta para darles un poco de privacidad. Durante ese desplante de movimientos es cuando Harry se da cuenta del bastón.

-¿Es- estas bien?-

-Sí, esto es sólo algo momentáneo.- responde con un poco de aprehensión, porque se siente expuesto y vulnerable frente a los ojos del hombre. Traga duro e intenta mantenerse fuerte en su decisión. Imparcial. Intentando evitarse más dolor. Porque esto es lo correcto, ¿cierto? –Sólo quería avisarte que me voy. Ya lo hablé con el Jefe Robards antes de venir aquí, así que la comunicación interna debería llegarte durante el día… a McGowan también, por supuesto.- vuelve a lamer sus labios e intenta un gesto desinteresado con la mano, como si sus palabras le resultaran de poca importancia. Como si quisiera que la verdadera información pase desapercibida y evitarse la obligación de justificar sus palabras. –Quería hablarlo directamente contigo por lo que me compete en los informes del caso, además debo entregar todos los resultados del laboratorio y está la situación con el procesamiento de Roukin.- pero las cosas no siempre resultan como él quiere. O tal vez sea Ganesh, quien juega con las posibilidades.

-Espera…- el moreno frunce el ceño. –Espera, ¿de qué estás hablando? El documento de retorno a tu División ya fue despachada, ¿a qué te refieres con la comunicación interna a McGowan?-

Draco suspira profundamente.

-Cuando digo que me voy, es que dejo Inglaterra y regreso a India.-

-¿Qué…?- Harry lo mira y siente que se le va el alma del cuerpo. No sólo había tenido que pasar por el agonizante sufrimiento de verlo casi morir, de soportar ver el dolor en el rostro del rubio cada noche en que pasó a su lado en San Mungo, no sólo había tenido que soportar ser alejado de su lado y cambiado por Neville… ¿ahora le decía que se iba del país? ¿Tan poco había valido el tiempo compartido? ¿Tan poco significaba para él? ¿Qué pasaba con ese estúpido vínculo que le había dado esperanzas? Él le había salvado la vida a Draco, compartían un lazo, compartían el deseo de sobrevivencia. ¿Qué pasaba con eso? Pestañea y siente que algo se estruja en su pecho y su cuerpo se detiene completamente adormecido y lo único que puede hacer es mover sus labios, en un intento incierto de pronunciar algo. -¿Por qué?-

-Porque…- sus hombros caen y piensa en la pregunta que, precisamente, no quiere responder. –Porque no puedo quedarme.- esboza una sonrisa, pero es desganada y hasta cierto punto parece rendida. Sin saber si es adecuado mencionar sus verdaderos motivos. La vida pone encrucijadas y Ganesh recompensa la verdad, las decisiones movidas por honestidad. Sinceridad. Suspira. –Es el frío.- dice finalmente. –El medimago me advirtió que el frío podría molestarme durante la recuperación y que podría resultar en dolor crónico. El problema es que no hay ningún tipo de poción o encantamiento que pueda usar, debido a la complejidad de mi herida. Si me quedo, esto podría empeorar y ya siento suficiente dolor.- reconoce y ese sufrimiento va más allá de los aspectos físicos.

-Y estamos en pleno invierno.- asintió. De alguna forma, saber que el motivo para dejar Inglaterra tenía una justificación médica, lo reconfortaba. Al menos no estaba abiertamente huyendo de él.

-Sí.-

-¿Por qué India?, pensé que te irías a casa de tu madre.- frunce el ceño, de pronto dándose cuenta de ciertos detalles. -¿Es por tu antiguo trabajo? ¿No piensas volver?-

-No lo sé.- suspira. –Necesito ver a Ahsan.- y no había mayor verdad que esa.

-Está bien.- dice finalmente y suelta un bufido resignado por la nariz, porque todo le parece vago y precipitado, aunque puede entenderlo. Lo que no puede comprender es, por qué hasta el momento, todo se ha mantenido fuera de ellos, lejos de la parte personal que les incumbía. ¿Draco diría algo al respecto? –¿Algo más?-

Draco se queda envarado, porque sí hay algo más, porque sí hay otras cosas que debe decir. Pero no está seguro de la respuesta de Harry, no está seguro de cómo decirlo o si realmente desea mencionarlo. Después de todo, ¿tendría su perdón? ¿Esa aparente preocupación sería suficiente señal?

El rubio lo mira un segundo y al siguiente sus ojos se pierden en cualquier lugar de la habitación, como si estuviera considerando sus pensamientos y Harry quiere creer que lo siguiente que dirá, es sobre ellos. Pero entonces lo ve vacilar, sus manos apretándose sobre el mango del bastón y el moreno quiere levantarse, quiere decirle que puede confiarle cualquier cosa que esté en su cabeza, que él puede ayudarle y todo saldrá bien. Hay solución para todo.

Pero en lugar de palabras, todo lo que escucha es el rozar de sus ropas, mientras avanza hacia la puerta. ¡No! Harry salta de su silla y está dispuesto a retenerlo, como sea, aunque el rubio se resista, aunque no le diga lo que espera… aunque se moleste y le rechace una vez más. ¡Necesita retenerlo! Pero ni siquiera avanza un paso, cuando ve su delgado cuerpo detenerse junto a la puerta. Su mano a centímetros del pomo, a segundos de emprender la retirada. Es cuando su rubia cabeza se inclina hacia adelante, como si aceptara la derrota.

"Draco…", quiere decirlo en voz alta, pero se queda a la expectativa.

-Parece sencillo, Harry… antojadizo incluso, pero no lo es. Ya no puedo estar en Inglaterra, no puedo estar con esta gente, ni ser auror… no es que quiera dejarlo todo, es sólo que necesito un descanso. Necesito reponerme de Bracknell, de Lucretia… necesito dejar de pensar en Avery o ver el cuerpo de Iselda, o el brazo de Weasley… dejar de ver los ojos de Cedrella Lestrange y saber que pude haber muerto.- respiró hondo y duro, su cuerpo tensándose mientras sus ojos se pierden en algo que no está frente a él. Sus cejas se inclinan y recuerda ese gris cielo del amanecer, cruzado por el vuelo de un pájaro, girando silenciosamente sobre sus cabezas. Su última visión, lo último que sus ojos verían, lo último a ser contemplado antes de morir. ¡Morir! –No puedo estar aquí, porque siento culpa y confusión, es como si todo hubiera regresado a ese último año en Hogwarts y tuviera que pasar por todo el proceso de nuevo. Vuelvo a juzgar las consecuencias de mis propios actos, a sentir las miradas de suspicacia, a justificarme, a sentir que la única alternativa está fuera de aquí… dejarlo todo y arrancar otra vez y… ¡y Merlín, ya no sé qué hacer con mis pensamientos!- gime dolorosamente.

-Draco…- avanza rápidamente y lo envuelve en sus brazos. Los recuerdos de Bracknell asaltan su cabeza, la visión perdida y disuelta del rubio, mientras ve el cuerpo sin forma de la mujer Mulciber… sus manos temblorosas, la sangre en su barbilla, el sudor frío y la mirada sin expresión.

-No puedo quedarme, Harry… no puedo quedarme.- clama y su frente se deja caer sobre el hombro del moreno. –Necesito alejarme y reponerme.-

-Lo entiendo, Draco, en serio que sí.-

-Pero yo… te rechacé una vez y me negué a verte en San Mungo, escondiéndome como un cobarde.- su voz se quebró y conmovido, Harry levantó su mano para frotar sus dedos contra su nuca cubierta por rubio cabello. –Lo siento.- porque se aferró a lo primero que había tenido a mano, se había escondido tras las manos protectoras de Neville.

-¿Y entonces, qué pasará conmigo?- acaricia suavemente y se deleita con el simple tacto de sus cabellos y la calidez de su nuca. –¿Sólo piensas irte sin decirme nada?- parecía una queja, pero había más comprensión que otra cosa, en el tono de su voz.

Ninguno se había dado cuenta, pero ya no había ofuscamiento u oscuridad en la gama de sentimientos que dibujaban las formas de su magia. Ya no existían la desesperación o la impotencia, la incomprensión o la desdicha, tan sólo se percibía esa armónica comprensión y profundo complemento, los cuales permitían esos lazos de estrecha unión. De vinculación. De pertenecerse el uno al otro.

-¿Qué derecho tengo de decir nada?- dice el rubio y su mano se aferra a aquel conocido sweter de auror. Ese que tantas veces había quitado de su cuerpo y había sido abandonado en algún lugar de su departamento.

-Yo te amo, Draco…- soltó una suave risa, evidenciando lo obvia de esa conversación. –Tan sólo fueron necesarias un par de semanas para enamorarme y sólo un mes para darme cuenta que no puedo vivir sin ti, que te necesito… y por Merlín, que no tiene nada que ver con el sexo o la sanación.- separándose apenas, extendió sus manos y estrechó su pálido, melancólico rostro entre sus manos. Sus cristalinos ojos, estremecieron su interior. -Draco, te amo como no puedes imaginarlo… y si, joder, te juro que quise rendirme después que me rechazaras y me cambiaras por Neville, pero te amo… te amo tanto que justo ahora, podría dejar todo eso de lado, por estar nuevamente contigo.-

-Pero yo no puedo quedarme.-

-Lo sé y está bien para mí.-

-Harry…-

-¿Me quieres a tu lado?- vio al rubio asentir, suavemente, hermosamente. –Entonces sólo pídemelo.- dice y espera, porque puede ver en sus ojos que quiere hacerlo.

-Harry.- gime.

-Draco.- sonríe.

-¿Quieres… quieres venir conmigo a India?-

-Con una condición.- y su sonrisa se amplia de formas inimaginables.

-¿Cuál?-

-Que seas mi novio, que seas mi pareja, mi compañero, mi familia, mi todo y que me permitas vivir contigo, que me dejes conocer a Ahsan y todo lo que es importante para ti. Que me permitas estar a tu lado, para ayudarte y que logres recomponerte, mientras pasamos juntos por todo esto, sin ocultarnos nada, sin negarnos nada. Sanando los dos.- y su sonrisa se mantiene, suave y constante, como el afecto que los une. –Y no diré un "tal vez", porque estoy seguro que estando juntos, todo estará bien.-

El rubio lo mira por instantes que parecen eternos y Harry puede sentir la forma como sus ojos se van desplazando por las facciones de su rostro, le mira la frente y las cejas, baja por su nariz y se mueve sinuosamente por sus mejillas, antes de descender hacia su boca, su barbilla y entonces regresar a sus ojos. El gesto de Draco sigue siendo vulnerable, pálido, sus plateados ojos continúan con ese brillo húmedo de la desesperación… por Merlín, su apariencia todavía es la de un enfermo en recuperación, pero para el moreno lo único importante, lo único que ve es vida.

Y no hay dolor existente que se pueda comparar a la posibilidad de haberlo perdido, porque todo problema deja de tener valor frente a la idea de la muerte… porque un rechazo, reclamo o desplante es insignificante al lado de ver los brillantes y plateados ojos de Draco, de la posibilidad de su sonrisa, del dulce tono sonrojado de sus mejillas, del suave tacto de sus dedos y el sedoso calor de su piel viva, sangre corriendo y corazón latiendo. Porque lo amaba con sólo estar vivo y mientras estuvo a su lado en San Mungo, Harry había estado dispuesto a renunciar a él y a todo lo necesario, con tal de mantener su existencia.

-Pensé que era sólo una condición.- susurra y su mano izquierda se aferra a la muñeca gruesa y fibrosa de Harry. Es un simple movimiento y deja que su mejilla descanse en la palma de esa mano grande y cálida.

-Déjame decirlo de otra forma entonces: déjame estar contigo.-

-Sí.- suelta una risa pequeña por la nariz y parece como si se entregara a esas manos que lo sostienen. Tan encantador, tan hermoso. –Claro que sí.-

-Eso es bueno, porque… ¿sabías que estamos vinculados?-

-Sí, por eso fue un infierno no tenerte cerca.-

-¿Entonces por qué no me dejaste entrar?-

-Harry…- suspira y nuevamente deja caer su cabeza sobre el hombro del moreno, con cansancio físico y emocional. –Este es el primer día que salgo a caminar sin protecciones, desde que me dieron de alta, ¿no podemos hablarlo en otro momento?- entonces su mente se llena de ciertos recuerdos, de ciertos sueños, pero esos se los diría después. –También me gustaría invitar a Andrómeda y Teddy a India.- suspira y su nariz se llena con el varonil aroma del hombre que lo abraza. -Quiero que Teddy vea la festividad de la Lupercalia y sepa que es un proceso normal, que no es malo ser un hombre lobo.-

-Me encanta la idea.- entonces su mano regresa momentáneamente a acariciar su deliciosa nuca. –Una cosa más…- escucha un "Mnh", contra la lana que cubre su hombro. -¿Puedo besarte?-

Draco suelta otra pequeña risa, porque sabe que después de eso ya no saldrá tan fácilmente de esa oficina. Así que tal vez sí debería sentarse en la silla o el escritorio, para descansar sus caderas.


La visita de Draco Malfoy al Cuartel de Aurores había terminado revolucionando todo el Departamento y no sólo porque era reconocido por su brutal "accidente" que casi le había costado la vida, tampoco por haber salvado el brazo de Weasley o la vida de Potter, eliminando de paso, a cuatro exmortífagos. Ni siquiera era por su extraordinaria ayuda en la resolución de uno de los más complejos casos de tráfico de pociones, no. Ahora el Slytherin era más conocido por ser el hombre que se había llevado a Harry Potter, dejando a una división sin Jefe y por hacer que Gwain Robards, Jefe del Cuartel de Aurores del Ministerio de Magia, le suplicara al Niño-que-vivió-dos-veces porque no se fuera. Ofreciéndole condecoraciones de todo tipo y reconocimientos públicos, subirle el sueldo y ascender en el escalafón de jerarquía dentro del Cuartel, el aumento del presupuesto de la División e incluso beneficios vacacionales para todos los miembros del grupo. Obviamente nada sirvió, no sólo porque Harry no aceptó, sino porque su equipo había estado de acuerdo con que se fuera con Draco, que se diera un "año sabático", si había que ponerlo de alguna forma.

Tal vez Ron había sido el único que estaba un poco "molesto" con todo el asunto. ¡Es que no podía comprenderlo! Malfoy no sólo había sido el responsable de torturar emocionalmente a su mejor amigo, resulta que ahora se lo llevaba "secuestrado" a algún sucucho, en un país perdido por el mundo. ¿Quién sería su nuevo jefe directo? ¿Con quién se iba a quejar de lo injusta que es su vida? ¿Con quién iba a compartir los viernes de cerveza? ¿Quién iba a ser su compañero, cuando jueguen quidditch en La Madriguera?

"¡No, maldita sea!", Ron se había quejado, ¡porque eran demasiados cambios en muy poco tiempo!

De todas formas, cinco días después ambos hombres se encontraban empacando cosas en la casa de Harry. Sólo ropa y lo que fuera estrictamente necesario. No había cabida para lujos, en el lugar donde irían.

Durante ese tiempo, sí hizo presencia "ese" a quien Neville había tomado por costumbre mencionar tan gustosamente, durante su convalecencia en el Hospital. Draco había pensado que sus comentarios, tenían el único propósito de irritarlo, de que se sintiera inseguro y aceptara la visita del moreno en su habitación. No creía que fueran verdad, pero por Demelza supo que ese Madhukar –como ya había tomado costumbre en llamarlo interiormente-, esa "abeja", ya había ido un par de veces a la oficina de Harry a molestar, a lo largo de las últimas semanas.

Por eso, no debió sorprenderle que esa tarde, mientras ambos estaban empacando las maletas, se apareciera por chimenea gritando el nombre del moreno desde la sala. Literalmente él había sentido erizarse los vellos de su nuca, aún más cuando Harry lo había mirado con cara de circunstancia. Incluso había sido capaz de distinguir algo de culpabilidad.

-Tengo que bajar, regreso en un minuto.- le deja un beso en frente antes de desaparecer tras la puerta, hacia el primer piso. Draco no alcanza a responder con palabras, ni siquiera a asentir, cuando se encuentra solo en la habitación. Un intenso momento de vulnerabilidad asaltándolo inesperadamente.

Entonces él se detiene frente a la maleta que está llenando, esa camiseta roja con diseños dorados y que tanto le gusta a Harry, se encuentra entre sus manos… casi doblada, casi guardada. Suspira y en un impulso del instante, acerca la prenda a su rostro y su nariz se hunde en la tela, inhalando con intensidad, con ganas, con el deseo de empaparse en el aroma masculino del hombre.

Es sólo un pequeño gesto, pero el rubio siente que lo necesita para mantener la calma y no sucumbir a la idea de que Harry todavía tiene algún interés en Colin Creevey. Que de alguna forma, ese chico no lo dejará ir… que tiene algún tipo de influencia en la decisión del moreno. ¿Era así?

-¿Por qué me siento tan inseguro?- murmura para sí mismo, pero no puede evitarlo. Sabe que podría abrir la puerta de la habitación y asomarse a la escalera, para escuchar lo que hablan, pero prefiere no hacerlo. Sabe que hay cientos de encantamientos espías para cumplir con el mismo propósito, pero ignora el impulso también. Teme escudriñar, porque no sabe qué podría llegar hasta sus oídos. ¿Tal vez algo "desagradable"?

Niega e intenta detener ese hilo de pensamientos. Por el contrario y con el cuidado que amerita su cadera lastimada, decide tomar asiento en la cama de Harry. La prenda todavía en sus manos, sintiéndose cálida y suave, amable ante sus azarosas ideas. Se queda allí, aventurando posibles respuestas y conjeturando resultados, que a todas luces evidencian su cobardía y le responsabilizan de actos reprochables.

-¿Qué sucede?- escucha de pronto y ve al moreno parado junto a la puerta. ¿Ya había regresado? ¿Su conversación con ese "abejorro" había sido así de corto o es que Draco había perdido la noción del tiempo?

-¿Creevey?-

-Sí.- suspira. –Lo siento.- murmura y entonces camina hasta el rubio y se sienta a su lado.

Harry mira su precioso rostro y no puede evitar sentir algo de culpabilidad, porque Draco lo ha llevado mal todo este mes: con el dolor de las heridas, con la culpa, con la incertidumbre y el conocimiento de sus actos, finalmente, con todas las malditas consecuencias del accidente y Colin sigue asomando su estúpida nariz cada vez que ve al Slytherin cerca. Aun cuando el moreno le ha dicho hasta la saciedad, que ya no están saliendo, que no son nada… que terminaron. Pero Colin siente que fue "robado" de su lado y que de algún modo, él ha sido engañado por esa serpiente.

Porque el chico aun ahora se pregunta, ¿cómo es que habían terminado tan inesperadamente? ¿Sin aviso? ¿Sin ningún indicio de que algo iba mal?

El moreno no tenía tiempo para esa mierda y había despachado al chico, con el aviso de que dejaría Inglaterra y se iba con Draco a "quien-sabe-dónde", sin saber si algún día va a regresar. Definitivamente.

Había tomado la decisión correcta, había defendido a su rubio Slytherin, había cortado todo contacto con Colin y había regresado al lado de su compañero lo más pronto posible, pero nada era suficiente si el resultado era ver a Draco en ese estado. Sentado cabizbajo, con la cabeza gacha y una de sus camisetas, estrujada entre sus pálidas manos. Una vez más, la vulnerabilidad tomando posesión de él.

-Sabes que Colin y yo siempre hemos estado en líneas diferentes, tiempos diferentes, lugares diferentes y él no parece comprender que ya no hay nada que nos una. Terminamos hace suficiente tiempo como para que pudiese entenderlo, pero supongo que resiente la pérdida de ciertos beneficios que él cree de su propiedad… no lo sé.- suspira una vez más y esta vez, Harry desliza su mano entre las del rubio, destensando sus dedos y soltando la camiseta roja, la cual fue dejada de lado. No necesitó demasiado tiempo para sentir aquellas manos ahora apretando sus dedos, con un ligero toque necesitado. –Y toda esta idea de Griffindors y Slytherins, de leones y serpientes, como si eso resumiera todo lo que debemos ser y fueran pautas de vida… ¿cuán ridículo puede ser eso?-

-¿Entonces…?-

-Entonces nada. ¿Qué crees que pudo haber cambiado?- su otra mano se dirige hacia aquel hermoso rostro, alzándolo con cuidado, permitiendo que ambos se observen con sinceridad. Porque en sus ojos, no había más que verdad para Draco. –Te sigo amando y sigo con la idea de irme a India, contigo.- ambos sonríen y el rubio suelta una exhalación.

-Harry.- no puede evitarlo y deja que su frente se presione contra aquella mejilla, mientras su aroma lo envuelve y su calidez lo reconforta. Entonces siente que lo necesita. Su magia vibra y su cuerpo pica con una expectación que hace mucho no cosquillea sobre su piel.

Draco lame sus labios y en un movimiento lento, pero sin pausa, arrastra su rostro contra el de su compañero, hasta que sus labios tocan la áspera barbilla del Griffindor, depositando un pequeño beso allí, en el borde, en un pequeño rincón de piel querida. Y tan sólo necesita levantar un poco más el rostro y entonces captura aquel labio inferior, en otro beso sutil pero incipiente. Un inicio que el rubio desea sea prometedor.

-Harry.- dice nuevamente, como un mantra, como un hechizo convocante. Como recitar un deseo. –Harry.- pronuncia quedamente y en el momento en que abre los labios, siente la lengua caliente del moreno entrar en su boca. Gime. Expectante, deseando un poco más de aquel rozar de sus lenguas, de la sensación de su saliva, del contacto de sus labios, de la posesión de esas manos sobre su cuerpo. Merlín, se sentía tan ansioso.

-Draco…- escucha su voz gruesa, masculina, casi como un gruñido reverberando en su garganta y Draco siente que su consciencia se derrite en los tonos graves de esa voz. Por eso se mueve un poco más cerca del moreno y deslizando sus manos por sus costados, le aferra los bordes del sweter y lo levanta por sobre su cabeza. –Espera… Draco…- Harry dice querer detenerse, pero por el contrario, sus manos se van a la estrecha cintura de su compañero y lo aprietan suavemente contra su cuerpo. –No quiero hacerte daño…- gruñe.

El rubio lo sabe y lo entiende, porque su cadera todavía le duele como el infierno, pero ha pasado más de un mes sin que sus magias se entrelacen de esa forma tan pura e íntima, sin que sus cuerpos se toquen de aquella manera estrecha y profunda, sin que sienta la complementariedad, la seguridad, la comodidad y las simples caricias sobre la ropa no parecen suficientes.

O tal vez sea, que por una vez en su vida, se siente celoso y quiere reafirmar su vínculo con Harry, fortalecer su enlace de vida, porque ambos se pertenecen el uno al otro. Por eso Draco lame sus labios y se remueve anhelante, porque no hay otra forma de decirlo, finalmente le susurra contra esos labios demandantes:

-Pero te quiero dentro de mí.-

-Joder…- y Draco siente que le estruja los labios, que los succiona y los presiona de una forma que es tan placentera como dolorosa. Como uno de esos ataques carentes de todo control, de toda motivación salvo del deseo más dulce y primitivo. Caliente, fluyendo libidinal en su interior. Y no es consciente de que gime, de que respira pesadamente o qué sucede consigo mismo, hasta que percibe que es atrapado entre el colchón y aquel cuerpo amplio. Justo antes de escuchar el golpe de la maleta contra el suelo, al ser pateada por Harry fuera de la cama. Entonces el moreno se separa ligeramente de él y le observa directamente. –Merlín, Draco… es que no quiero lastimarte.-

-No lo harás.- insiste y Harry puede ver sus mejillas sonrojadas y sus ojos opacos por el placer estremeciendo sus sentidos. –Sólo debes tener cuidado con mi cadera izquierda, ¿sí? Y-yo puedo decirte si me molesta.- lame sus labios hinchados y rojos. Deliciosos. –Todo estará bien.- y el deseo es tan palpable que Harry sólo puede tragar duro. No es necesaria más tentación para convencer su voluntad.

-Sólo recuerda no excederte… y prométeme que me dirás que me detenga, si algo te molesta.-

-Si.- murmura sensualmente sobre sus labios. Y sólo para reafirmar sus palabras, el rubio le abraza la cintura con la pierna derecha, mientras desliza lentamente una de sus manos por el abdomen del Griffindor, hacia abajo, presionando la yema de sus dedos allí donde comenzaban sus jeans azules, sorteando la hebilla del cinturón y dibujando los contornos de esa polla que comienza ponerse dura.

No hay mucha espera, antes que Draco le desabroche los pantalones y le tome en su palma, rozando y apretando lo suficiente para hacerlo temblar.

-Mierda…- Harry gime y sus caderas se empujan automáticamente al frente, contra el rubio.

-Mis pantalones… ayúdame a quitármelos.-

-Por supuesto…- el moreno le sonríe sobre los labios, dejándole un casto beso antes de alejarse lo suficiente y desabrochar sus encantadores jeans negros. Esos que siempre le han parecido tan perfectamente ajustados en torno a sus caderas estrechas y muslos torneados.

Se deshace del botón y baja el cierre, con el mismo cuidado como se desviste la posesión más preciada. Entonces Harry mueve su mano, desde el interior de aquella pelvis hacia su costado derecho y desliza sus dedos siguiendo el atractivo camino de las costuras, moviendo las yemas por las sutiles curvas de sus muslos. Continúa aquella línea de tentaciones hasta llegar a sus pies y quitar sus zapatos y calcetines. Todo sería más fácil si pudiera emplear su magia, pero el Griffindor era capaz de comprender aquel gusto por las acciones simples. El valor de la dedicación por tareas que podían significarlo todo.

Entonces besó el hermoso arco de ese pie y Draco se removió inquieto, bajo aquel contacto cosquilleante.

-¿Recuerdas la primera vez que usamos esos cascabeles?- dijo, posicionando la pierna sobre su hombro, antes de inclinarse hacia el rubio y tomar la cintura de sus pantalones, para arrastrarlos fuera de sus piernas. Para revelar toda aquella piel blanca y cremosa. –Pusiste este mismo pie sobre mi pecho, mientras enredaba ese cinto rojo con campanitas, alrededor de tu tobillo… era encantador cómo sonaba, cada vez que te movías.- a Draco le había costado un poco levantar sus caderas, pero con un poco de ayuda, Harry había retirado la prenda hasta sus rodillas. Desde ahí todo había sido suaves besos sobre la piel en la línea de sus canillas y la secreta turgencia de sus pantorrillas.

-Fue la primera vez que usamos un objeto entre nosotros.- sonrió, posicionando su pie sobre su hombro y empujándolo un poco. El moreno vuelve a besar su empeine y termina por retirar los pantalones, los cuales quedan olvidados a los pies de la cama.

Entonces sus ojos caen sobre aquella figura tendida y a pesar de su evidente delgadez, él no puede hacer más que adorar cada parte de esa serpiente mansa y entregada. Con su rostro relajado, su cabello desarreglado sobre el colchón y el largo eje de su cuello pálido, delgado. Simplemente hermoso. Tentado por la suavidad de su piel, movió sus manos desde sus piernas y se permitió acariciar el plano contorno de su ombligo, apenas visible bajo su sweter.

Es cuando Harry se detiene un segundo, deslizando el elástico del bóxer sólo lo necesario para dejar al descubierto el encantador relieve de los huesos en la cadera del rubio. Entonces sus ojos se encuentran con aquella piel rosada e irregular, con los vestigios de la herida. Y el Griffindor casi agradece poder verla así como está, porque nada es tan grotesco y desesperanzador, nada es tan triste y desgarrador que la imagen instalada en su mente, hasta hace unas semanas.

Esa imagen de la cual no quiere hablar, porque revela sólo sangre, huesos astillados, carne despedazada y la vida que se había deslizado fuera de ese cuerpo, enredada entre las propias vísceras. Esa cicatriz que puede palpar bajo sus dedos, esa delicada marca en la piel es insignificante en comparación a sus recuerdos. Es sólo carne vulnerable, piel delicada y el calor de la vida latiendo dentro de su cuerpo. Es simplemente una hermosa huella de sobrevivencia.

Como una cicatriz con forma de rayo.

-Harry.- escucha nerviosamente y ve al rubio extender sus delgadas manos sobre las marcas. Quizá sólo desea tocarlas o esconderlas. –El medimago dijo que debía esperar al menos otro mes… que era posible que haya regeneración de piel nueva y tal vez se vea como antes.-

-¿La estas escondiendo de mí?-

-Se ve un poco extraña.-

-Sigue siendo tu cuerpo, no hay modo de que sea extraña.- sonríe un poco, antes de quitar las manos de Draco e inclinarse para depositar un beso. –Por el contrario,- dice y deja otro beso sobre la piel irregular, -es cálida,- un nuevo beso y una pequeña lamida, lenta, larga, tentativa, -y suave.-

Draco suspira profundamente, mientras el moreno continúa besando y lamiendo el hueso de su cadera, dejándole una sensación extraña, deliciosa pero al mismo tiempo, desconocida. Tal vez fuese la sensación anestesiada, que todavía perdura sobre los nervios de la zona antes dañada. Pero entonces siente que aquella boca se desliza hacia el interior de su pelvis, al mismo tiempo que su bóxer comienza a bajar por sus muslos. Resbalando los labios a través de su ingle, hacia la base de su miembro.

-Merlín…-

-Todo es hermoso en ti, Draco.- el rubio suspira, respirando fuerte y se retuerce un poco sobre la cama. –Cada parte de ti…- inhala y su rubia cabeza se inclina hacia atrás, mientras su estómago se hunde con la voluptuosidad del deseo y los músculos de sus muslos se tensan ligeramente, porque siente esa boca cerca, demasiado cerca y no alcanza a sentir la expectación antes de percibir esos labios entre sus piernas hasta tomar su miembro.

Draco gime fuerte y siente el placer empapando todos sus sentidos, temblando bajo la lujuriosa humedad de la saliva resbalando por su polla, su lengua deslizándose contra el borde de la cabeza, siguiendo el suave borde hacia el frenillo y la vena que sube por su eje. Entonces el rubio no puede evitar alzar las caderas, con un empuje tan fuerte como involuntario, cuyo único resultado es que suelte un quejido adolorido.

-No te muevas tan brusco.- le murmura el moreno sobre su piel excitada. –Déjame a mí cuidarte, ahora.- le deja una última lamida, llena de depravadas promesas, antes de levantarse y comenzar a desnudarse.

Quitándose la camiseta, Harry deja su amplio pecho al descubierto, su abdomen fibroso y marcado por la fuerza del entrenamiento, por donde bajaba hermosamente ese camino de vello negro. Draco se muerde los labios, al verlo quitarse los pantalones y rebelar esas piernas de boxeador, de auror, de hombre de acción. Una deliciosa excitación, una erizante expectación le trepa por la piel y siente que debe mantener ese contacto placentero que Harry ha impreso en su cuerpo. Es por eso que deja a su pálida mano derecha deslizarse por su cuerpo, encaminándose entre sus piernas y mientras mira cómo el moreno se quita el bóxer, permitiendo que su polla gruesa y larga, tiesa y poderosa se balancee entre sus piernas, mientras observa esa estaca de carne mecerse casi al alcance de su tacto, Draco mueve sus dedos sobre la saliva que moja su polla, que se resbala apenas sobre su perineo y él acaricia con lubricidad, jugando con la saliva y esparciéndola por la zona, acariciando el anillo de su entrada, dejando que su dedo se abra paso en su cuerpo, penetrándose suavemente… deja que su índice entre todo lo que puede y lo mueve, frotando, tentando y entonces desliza un segundo dedo y gime… y respira fuerte, porque le parece una eternidad desde que se ha sentido tan pletórico.

-Demonios, no dejas nada a la imaginación.- Harry lo mira con sus verdes ojos perdidos en el movimiento de sus dedos, mientras él mismo se masturba con largos jalones, bombeando sobre su polla dura. –Haces que sólo quiera tomarte, amor.-

-M-merlín… también lo quiero.- se muerde los labios y juega con sus dedos en su interior, deslizando, rozando, presionando y seduciendo.

Sus grises ojos están turbios mientras observa a Harry escupir en su mano y continuar con la masturbación, lubricando aquel perfecto miembro que ahora brilla de humedad… grueso de excitación, tenso, lleno… Merlín, tiene tantas ganas de probarlo con su boca, de sentirlo caliente entre sus labios, de percibir las gotas del pre-seminal cayendo sobre su lengua y degustar su sabor. La imagen es tan perfecta en su mente, que su cuerpo se remueve inquieto y en un gesto casi inconsciente, desliza un tercer dedo en su interior. Cierra los ojos y jadea profundo. Es cuando siente un cuerpo enorme que se cierne sobre él y es indescriptiblemente cómodo, es maravillosamente agradable tenerlo tan cerca, presionando su calor contra él.

-Déjame prepárarte…-

-No… no es necesario.- respira hondo y al abrir los ojos, ve aquella profunda mirada de verde forestal, observándolo con atención, con interés, con deseo quemante. –Estoy listo.- murmura con una sonrisa dominada por el placer regocijante. Entonces, extiende sus largos y pálidos dedos, tocando el borde de esa dura mandíbula de roble, acercándolo lo suficiente para besarlo. Con labios abiertos, con humedad, con sus lenguas yendo al encuentro.

El beso dura lo suficiente para que Harry se acomode sobre Draco, dejando la pierna lastimada del rubio recostada entre las suyas, mientras permite que la otra se enrede en su cadera. Sólo necesita el espacio suficiente para aguantar el peso de su cuerpo sobre su antebrazo izquierdo y alinear su polla contra su entrada… instantes después escucha el sonido de la humedad y las manos del rubio aferrándose a sus costado.

El murmullo de su nombre reverberando ansioso contra sus labios, antes de languidecer con un jadeo entre cortado, al momento en que Harry se empuja en su interior.

-Oh… mierda…- Draco gime, cerrando los ojos apretadamente y alzando la barbilla, extendiendo su hermoso y largo cuello.

-Estás jodidamente apretado…- gruñe, moviendo sus caderas con un nuevo empujón, hasta quedar casi totalmente en su interior. Tal vez sea porque ha pasado más de un mes desde que tuvieron sexo, o porque la posición es la que impide que sus músculos lo reciban abiertamente, no lo sabe, lo que sí sabe, es que se siente endemoniadamente bien.

-Har-rry…- jadea y presiona la pierna contra su cadera, manteniendo la sujeción.

El moreno puede reconocer la angustia en su voz, pero lejos del dolor, la incomodidad que siente el rubio se debe a la intensa fricción en su interior. Lo sabe. Lo siente en la manera como se remueve bajo su cuerpo, como jadea y se muerde los labios, cómo mueve las manos por su espalda y le hinca las uñas en los costados. Por eso comienza a moverse, retirándose tan sólo un poco, antes de darle una estocada rápida y certera. Directamente en la próstata… en aquella glándula sacro-santa.

La respuesta fue automática, sintiendo a Draco arquear la espalda de puro placer, gorjeando sílabas sin sentido.

-Te amo…- el moreno le dedica las palabras, moviéndose esta vez más profundamente. Más rápidamente contra sus músculos. Más intensamente sobre su dulce punto de éxtasis, con absolutamente mayor dedicación.

"Te amo", repite en su mente, mientras sacude sus caderas en una marea de estocadas, que mantiene al rubio en una constante lucha por aire, por pronunciar una palabra entendible, por mantener algo de control y aferrarse a la consciencia. "Te amo", escucha en su mente y sabe que es algo que siempre ha estado allí, pujando sobre sus pensamientos por más de un mes. "Te amo" y había una sola persona a quien podía dedicarlas.

Siente cómo su magia se extiende sobre ellos, mientras gruñe eufórico, como un animal desatado, entrando en él con penetraciones hondas… húmedas, constantes, viciosas, llenas de jadeos ahogados… de gemidos turbios… de bramidos vibrando en el fondo de su garganta, del sudor adhiriendo los cabellos a su frente, deslizándose por su cuello, cubriendo su piel y mezclándose con la deliciosa esencia de su compañero, uniéndose ambos en un solo cuerpo sin inicio ni final.

Sólo dos palabras en su mente.

Y la magia se desliza bailando a su alrededor, sabiendo, reconociendo y yendo al encuentro de aquella otra. Esa que le pertenece, que ahora es parte de sí misma. El vínculo. La salvación.

… y para Harry es tan claro como el tacto bajo sus manos, porque en un movimiento extrañamente consciente y necesitado, toma la mano del rubio y la presiona contra el colchón, mientras entrelaza sus dedos, aferrándose a él, a su calor. Unidos de todas las formas posibles. Sus magias se tocan y se enlazan, se re-encuentran y se fortalecen. Indivisibles. Un eterno paradigma de unión y dos palabras: "Te amo".

El moreno jadea con dificultad, porque está llegando a su límite, porque su magia siente la plenitud del vínculo complementario, de esa aceptación por tantos días extrañada, deseada, necesitada, porque de pronto ya no es sólo el placer del sexo y la voluptuosa delicia de venirse en el interior de Draco. Ya no es sólo el contacto íntimo, es el sentimiento y la sensación de la correspondencia. Jadea, boca abierta y su frente contra la del rubio, sus pechos unidos en un latido tan fuerte como asincrónico, jadea y la sensación de la felicidad lo domina. Lo arrastra hacia el complicado desconcierto de sentirse sobrepasado.

Sus caderas se sacuden y su espalda baja duele, el rubio se retuerce y corcovea con desesperación, apenas abriendo los ojos para conectar sus miradas turbulentas.

Joder. Joder. ¡Joder! Draco muerde sus labios, antes de soltar un jadeo adolorido, abatido, casi suplicante, porque Harry le está perforando las entrañas, sin darle cuartel a su… ¡Oh Merlín!, sin dejar de machacarle la próstata, en… en algo que se ha transformado, en algo deliciosamente agónico. Apasionadamente doloroso.

-¡Harry!- pronuncia y siente que su cuerpo se tensa, la presión en ese lugar en su interior es tan fuerte, tan fuerte y el moreno continúa golpeándolo duro, profundo, hasta que se hace insoportable. -¡Har-ar-…!- inhala con fuerza y simplemente todo explota en su interior.

-¡Mierda!- el moreno cierra los ojos y lo sostiene apretadamente entre sus brazos, continuando con un apretado movimiento errático, húmedo y desordenado. Su polla siendo estrujada en el interior de su Slytherin. -¡Ghhhh…! Mierda… Draco…- brama hasta que todo se reduce a unas cuantas estocadas y finalmente se corre, eyacula fuerte, hondo y caliente, mojando el interior del rubio. Bañando aquel punto golpeado hasta el cansancio.

Sus caderas se mueven casi como en un acto reflejo y todo se transforma en el indecente sonido viscoso, de su polla restregando el semen que se escurre de su interior.

Harry suelta una risita pecaminosa, apretando un poco más los brazos a su alrededor y apretando tan sólo un segundo sus dedos unidos, haciendo consciencia sobre ese gesto amante y deseando mantener el contacto todo lo posible.

Por fin juntos.

"Te amo", resuena otra vez en su cabeza y la risa lentamente se apaga. La magia continúa enlazada. Sus cuerpos continúan íntimamente unidos. Sus emociones perciben esa esperada felicidad. ¡Por fin juntos!

¡Merlín, por fin están juntos!

Quiere volver a reír, pero todo lo que siente es un nudo en su garganta y antes de darse cuenta un gemido completamente diferente sale de su boca. Hunde la cabeza en el hombro de Draco y aspira su aroma dulce, a esencias florales y misticismo, a calidez, a seducción y pecado. Huele a su rubio.

-¿Harry?- el rubio intenta regular su respiración, todavía nublado por el reciente orgasmo. Pero entonces escucha un sollozo y la humedad de las lágrimas deslizándose por su cuello. -¿Harry?- intenta otra vez. -¿Qué sucede?-

-Joder…- gime y esta vez es puro dolor. –Draco…- besa su cuello, con castidad desesperada. Con frágil humanidad. Con la vulnerabilidad teñida en la tensión de su cuerpo cobijándolo. –Draco…-

-¿Qué…?-

-Estas aquí. Estas aquí… estas aquí.- repite ansiosamente, casi como si todavía no lo pudiera creer. –Por Dios, estás aquí.- sorbió su nariz. –Estás aquí, no te perdí… No me dejaste.-

-Harry…-

-¿Qué habría hecho sin ti? ¿Qué? Dios mío… estás aquí y puedo tocarte, puedo sentirte bajo mis manos y saber que estás vivo, puedo tocarte Draco. Mierda… casi y quiero gritar…- llora. –Casi te pierdo. Trataba de retenerte en mis brazos, mantenerte con vida… y tus ojos ya no me miraban y pensé que me volvería loco. Casi te pierdo… y qué habría sido de mí… te necesito. Por Merlín Santo que te necesito y no es interés, te lo juro. No es interés por la sanación o por el sexo o por el caso y por favor, cree en mí, porque no me desagradas. Nunca me has desagradado, por el contrario…- suspira. –Draco. Draco. Draco… Draco- tiembla, -por Merlín, te amo tanto, que me duele… el sólo sostenerte me duele, porque no puedo vivir sin ti. Te amo, Draco, de verdad te amo… te amo.-

-Lo sé.- el rubio lo abraza con la misma fuerza y sus ojos se llenan de lágrimas, porque en todo ese accidente, el Slytherin no fue el único que sufría. Y "aquella palabra" ya ni siquiera es importante. En ese momento de sus vidas, ya no significa nada. –Yo también te amo.-

-Te amo…- los pálidos dedos de su mano libre se hundieron en sus cabellos negros, acariciantes, intentando calmar sus sollozos. –Te amo… te amo…-

-También te amo, Harry.- reiteró y estaba dispuesto a decirlo todas las veces que fuera necesarias.

Se mantuvieron recostado y abrazados, hasta que el moreno desahogó todas sus penas. Al parecer Harry se había mantenido en un extraño letargo, durante toda esa semana y algo en la cercanía que habían compartido, lo habían arrastrado hacia la fragilidad, a ese torrente de emociones. Y lo cierto es que al Slytherin se le estrujó el corazón al escuchar el dolor que lo mantuvo en la desesperación y en una enloquecedora duerme vela, durante todo el tiempo en que estuvo en el Hospital. No era sólo por el rechazo, eran las pesadillas, las imágenes que se habían quedado grabadas en su cabeza. Esas cicatrices que ambos portaban.

El Griffindor cayó dormido en su hombro y el rubio convocó una manta que los cubriera a ambos. Con dificultad se movió hasta quedar de costado. Sus caderas ahora le dolían más que antes. Suspiró y se aguantó las punzadas contra la articulación, mientras observaba el rostro congestionado del moreno. Sus mejillas continuaban con un leve tono rosado, su cabello desordenado y adherido a su frente, apenas dejaban ver la cicatriz con forma de rayo, sus parpados cerrados tenían las pestañas húmedas y las huellas de las lágrimas que bajaban de sus ojos. Besó suavemente sus labios enrojecidos, hinchados y calientes, por los besos y la presión por aguantarse los sollozos.

-También te amo y tampoco sabría ya, qué hacer sin ti.- declaró, acariciando sus cabellos, sus mejillas, el borde de su mandíbula y la punta de su barbilla, con cariño, con amor. Con incondicionalidad. Se mantuvo cerca, sus labios a centímetros del contacto.

Entonces cierra los ojos y suspira, porque a pesar del sufrimiento, aun cuando el moreno se haya deshecho llorando contra su hombro y no pareciera haber superado las presiones del pasado y las calamidades que habían atribulado su existencia, Harry Potter ya estaba listo para seguir adelante. Todo se hacía evidente en su magia tranquila y su capacidad para mantenerla estable, aun cuando el mismo Draco se había aferrado a él, parasitándolo con un vínculo mágico obligado, para no perder su propia vida.

Harry había aguantado lo dulce y lo agreste, había soportado el peso de su rechazo, de su mortalidad y se había mantenido completo. Estoico. ¡Lo había mantenido con vida!

Por eso no había nada antojadizo en su decisión, no era un beneficio pensado con ligereza. Era una providencia que había llegado al frente de todos sus pensamientos y por sobre cualquier otra idea derivada del momento, por sobre la felicidad del reencuentro o la plenitud del contacto íntimo, por sobre el prospecto de un futuro juntos o la certeza de que el sentimiento que lo llena en este momento es amor, el mismo que Harry ya le ha dedicado hasta la saciedad. Es amor recíproco.

Pero lo que se dibuja en su mente no es la palabra amor, es otra, cuya raíz mística pertenece al hindi y su única finalidad, es la de cerrar el ciclo que los había conducido hasta ese presente perfecto. Su palabra de "graduación". Sonríe, porque ni siquiera tiene que rebuscar en una lista de conceptos y significados. Porque a pesar de que existían miles de opciones, que pudieron haber llegado a sus pensamientos, miles de nombres, de íconos, de símbolos que pudieran redimirlo de su pasado descontrolado, pesimista y turbulento, pero había sólo una palabra en su mente y para Shiva, nada era casualidad.

-"Bahadur".- lo nombró, paladeando cada silaba con voz suave y cercana, mientras todavía lo observa dormir. –"Bahadur".- dice de nuevo, tratando de hacerse a la idea y tenía más sentido de lo que había creído.

"Bahadur", el guerrero. Un héroe en las Ganas de Shiva, bajo el comando de Karttikeya y enfrentando las hordas de Asuras, de demonios.

Y no era sólo por ser el Niño-que-vivió-dos-veces, Harry lo había salvado de la muerte, había impedido que su cuerpo se rindiera y se entregara a la muerte. Sin contar, con que el moreno había sido un guerrero toda su vida, un resiliente, un sobreviviente del dolor de la orfandad, de un futuro dirigido y sin escape, un guerrero que había luchado con dientes y garras por salir del torbellino que era su vida. Había apostado por confiar en Draco y había logrado salir adelante, con dificultades, con la confusión propia del cambio… pero había culminado victorioso, sobre sus propios miedos y obstáculos.

Harry Potter era un verdadero Bahadur.

-Cuando dejemos Inglaterra, quiero buscar a mis amigos. Quiero hablar con Theo, quiero encontrar a Blaise, a Pansy, a Greg y a Milli. Quiero que Andrómeda visite a mi madre en Cerdeña, que Teddy vea la festividad de la Lupercalia… y cuando regresemos, quiero que adoptemos a Cedrella Mulciber y que compremos una casa junto al lago, un lugar donde Teddy y ella puedan estar con nosotros. Un lugar para una familia, para ti y para mi.- murmura y sonríe, porque Shiva ve el presente, el pasado y el futuro; y en el proceso de enfrentar su propia destrucción, el Gran Dios, le había permitido ver un guiño de su camino próximo. –Te lo diré de nuevo, cuando estés despierto.- lo besa suavemente otra vez, porque puede, porque adora los labios de Harry. –Porque te amo.-

*** FIN ***


Bien… ya saben, hasta aquí llegamos. Ya no nos leeremos el próximo fin de semana y no sé si vuelva a escribir un Drarry/Harco (o cualquier otra cosa, alguna vez). La verdad es que hoy estoy cansada, me siento estresada y casi que me lanzo de algún lado, pero no quería ser una hija de mandrágora y hacerlas esperar una semana más. Y bueno, espero que les haya gustado esta historia y si no lo han hecho, se den una vuelta por mis otros fanfics del Fandom.

Sobre la historia y un poco respondiendo al comentario de Erisikol: me gustan las cosas un poco inacabadas o las situaciones que uno sabe cómo van a terminar, pero que la historia no lo muestra (como sucede con el juicio de Roukin). Tal vez sea, porque me parece más realista (¿?), no todas las cosas tienen una conclusión y no todos los misterios deben ser –necesariamente- revelados, pero sé que a algunas personas les da frustración =P

En cuanto a la situación de Draco: es la persona con más herramientas, la que pasa por mayores obstáculos. Es porque tiene la habilidad y la sensibilidad de ayudar a otros, que su vulnerabilidad lo hace propenso a caer; pero lo importante es que se levanta, cada una de esas veces.

Y lo que sucede en el hospital, es la misma reacción que se expresa a inicio de la historia, cuando deja a su madre en Italia y él se va a recorrer el mundo, hasta que llega a India y se tropieza con el elefante. Es el deseo de dejarlo todo (esconderse, casi como el Síndrome del avestruz), de establecer una brecha emocional, antes de tomar la siguiente decisión o el rumbo a tomar. Lo tomé como una reacción defensiva del rubio, ante todo lo que estaba sucediendo y también, como una referencia a lo cíclico en la vida, un circulo de cosas (buenas y malas) que pueden volver a ocurrir y la importancia del karma, cuando se reacciona a ellas.

Y bueno, tenía que terminar con un lemon, pero uno que tuviera cosas significativas.

Creo que hay varios otros simbolismos a través de la historia (cosas, escenas, reacciones), que nunca les comenté y ya no tiene sentido que lo haga XD Sólo espero que hayan disfrutado leyendo, tanto como yo escribiendo… y eso.

Salu2!