Los personajes de SCC pertenecen a CLAMP.

La historia y el mundo donde se desenvuelven es parte de mi mente.

El tiempo había pasado, los días le siguieron a los anteriores, las noches en vela fueron desapareciendo mientras el reloj seguía avanzando.

Pero la agonía insistía en seguir instalada en su corazón.

Un año había pasado desde la última vez que había visto y hablado con Syaoran, ese hombre majestuoso con quien había tenido el placer de experimentar tantas emociones. Amor, odio, rencor, placer… Si se concentraba un poco podía experimentar en su piel el recuerdo de su tacto, su aliento colisionando sobre ella. Pero dolía.

Desde el portazo que dio aquella mañana no supo más sobre él. Su empresa seguía conectada con Corporaciones Li, pero las reuniones se llevaban a cabo con el vicepresidente de ellos. No hubo llamada, ni mensaje, ni señal de humo. Nada, absolutamente nada. Su contacto apareció con la imagen preestablecida de las aplicaciones en las redes por donde tenían contacto. Clara señal de que la había bloqueado de todos los lugares, solo horas después de retirarse.

Simplemente se desvaneció entre sus dedos, así como había llegado a su vida, se fue.

No le sorprendía, ella era quien había dado el ultimátum y sabía que iba a doler separarse de él. Pero el corte drástico que vino después, no cabía en su imaginación.

Fue tanto el dolor que la depresión enseguida se apoderó de ella, de todo su ser, como el amor que le profesaba, se adueñó de su mente, donde no podía concentrarse en nada, lo único que hacía era recrearse los momentos vividos con él. Se apoderó de su corazón, donde cada latir dolía, era una punzada permanente y sentía un vacío rodearle. Su cuerpo inquieto se convirtió en uno sedentario, sin energía, casi sin vida. Se odió a sí misma, no podía expresarlo con otras palabras, de verdad se odiaba. Odiaba ser ingrata, ser utilizada, se odiaba por haberlo amado con tanta intensidad, como jamás amó a alguien.

Su bello rostro se llenó de ojeras en pocos días, su piel se volvió pálida y sus facciones antes irresistibles se volvieron huesudas, sus labios antes carnosos e incitadores se resecaron, resquebrajaron, ya no eran atractivos. En un par de meses su aspecto cambió por completo, el brillo que habitaba en sus ojos, llenos de esperanza, de energía y magia se apagaron, ahora se encontraban vacios de vida.

Su mejor amiga y prima, a quien veía cada cierto tiempo se sorprendió de encontrarla de forma demacrada. Ella había rehuido a verla por un tiempo, y supo que necesitaba un espacio para colocar todo en su lugar, respetándolo aceptaba los "No" que ella le daba. Pero cuando ya no pudo soportar estar lejos de ella por tanto tiempo, pues los trabajos no dejaban lapsos para encontrarse, fue hasta su casa para encontrarse con esa imagen.

Ella lloró, su amiga lloró, se sintió morir. La persona más preciada para ella se había ido a algún lugar dejando un esqueleto sin vida que solo lloraba, no hacía otra cosa.

Sin poder reponerse de verla en ese estado, la tomó y la llevó al hospital.

Deshidratación, desnutrición, depresión, fueron los resultados médicos. Inmediatamente fue derivada a un psicólogo y psiquiatra, quedando internada por un mes. Tomoyo, su amiga, tomó las riendas de todo, organizando la compañía de ella, dejando a cargo al vicepresidente, dando el anuncio a todos los empleados. Sakura no volvería por un tiempo.

En el mes de estar hospitalizada y medicada, algo de lo que era pudo volver a habitar su cuerpo. Las primeras semanas solo estaba conectada a un suero, luego pudo comer, cuando los antidepresivos comenzaron a hacer efecto, comenzó a hacer ejercicio paulatinamente, y volvió a dormir por las noches gracias a las pastillas para dormir.

Luego de dejar el hospital, las visitas a la psicóloga eran dos veces por semana, y las visitas al psiquiatra cada 15 días. Regulando su medicación que consistía en antidepresivos y las milagrosas pastillas para dormir.

Tomoyo se mudó con ella por tiempo indeterminado, pues al tener más independencia laboral por ser diseñadora no tuvo muchos problemas. La acompañó en cada paso, podía verla renacer, o al menos ver un rastro de lo que alguna vez fue.

La vida de la castaña había dado un giro de 180 grados, cuando su mente comenzó a funcionar de manera normal pudo notar lo que había hecho, como se había abandonado al dolor.

Hoy, un año después estaba retomando su cargo presidencial en su empresa, poco a poco todo estaba volviendo a su lugar. Seguía medicada, pero las visitas a la psicóloga y al psiquiatra eran cada vez más distanciadas. La única evidencia que ella tenía para saber que algo estaba haciendo bien.

En realidad todo le parecía ajeno, se sentía como un fantasma vagando en el mundo terrenal, no se sentía anclada a la tierra, sus emociones ya no le pertenecían gracias a los antidepresivos, sus horas de sueño estaban contadas, sus horas de ejercicio eran controladas por el personal médico, la dieta era controlada por Tomoyo. Ya no se sentía dueña de sí misma. Por eso había insistido en volver a su empresa, quería saber si tuvieron nuevos desarrollos, si habían avanzado, si las personas que estuvieron a cargo supieron manejarla con sus ideales.

Se sintió agradecida luego de leer los informes, pero los empleados notaron el cambio apenas atravesó las puertas de entrada, no era la misma jefa.

A pesar de seguir siendo alguien amable y comprensiva, una persona alegre que se preocupaba por todos y también por ella misma no era la misma persona. Ahora aún con sus sonrisas la jefa era alguien estoica, alguien con quien ya no podían permitirse errores, alguien que se encerraba en su oficina y que no debía ser molestada.

Por supuesto los empleados empezaron a juzgarla, pues padecer depresión a los 30 años no era normal en Japón, muchos comenzaron a presentar su carta de renuncia y ella las aceptaba sin chistar.

-De acuerdo, puedes retirarte- eran las palabras que salían de su boca, nada de reconciliaciones, explicaciones, ni sonrisa. Nada.

Avanzando con su tratamiento podía tomar el cargo total de su empresa nuevamente, paulatinamente su dieta fue tomando el color que a ella le gustaba o al menos lo que antes le gustaba. Pero todo le sabía sin neutro.

Antes prefería las hamburguesas, las pastas con salsa de soja suave, el arroz como acompañante de todo, ahora necesitaba sabores fuertes. No sabía si se debía a los antidepresivos o a su cuerpo, pero apenas disfrutaba de la comida.

Las rutinas en el gimnasio también comenzaron a elevar su intensidad.

-Necesito esforzarme más- Fue lo que le dijo a su entrenador.

-Necesito sentirme viva- Fue lo que le dijo a la psicóloga y al psiquiatra cuando le preguntaron por qué quería cambiar su rutina.

En una de las interminables sesiones con su psicóloga, ella le recomendó comenzar a asistir a algún templo, algo que la conectara con su ser interior y que desde allí pudiera volver a experimentar emociones.

-Las respuestas siempre están en uno mismo- le había dicho. Y esa frase la impulsaba a seguir.

Al siguiente año, luego de seguir en el duelo de su relación con Syaoran, consiguió entrar de ayudante en el templo Tsukimine, comenzó a orar, comenzó a llenarse de ella misma.

Tuvo que aprender a lidiar con sus ataques de nervios sumando otra medicación a su lista: Tranquinal. Un medicamento que actuaba en pocos minutos y lograba dejarla en un estado "zen" obligado. Un medicamento solo para uso de emergencia.

Los ataques comenzaron a desatarse luego de saber que tenía que reunirse con Corporaciones Li.

Su cerebro y su corazón explotaron, su cuerpo comenzaba a sudar frio, casi no podía pensar con claridad. El antidepresivo no era suficiente.

Nuevamente las visitas a la psicóloga reanudaron su secuencia de dos veces por semana. La sacaba de quicio. No quería estar dependiendo tanto de los médicos, pero Tomoyo estuvo para sostenerla, ayudarla, apoyarla, incitarla a seguir los tratamientos.

No fue fácil, para nada.

De la misma forma que su empresa seguía a la cabeza del vicepresidente en forma pública, Corporaciones Li se manejaba. Las cabezas de ambas empresas ahora dependían de otras personas.

Pensó muchas veces en venderla y seguir con su vida, pero la gran pregunta surgía.

-Bueno, si quieres dejar la empresa, entonces ¿Qué quieres hacer?- Le preguntaba la psicóloga.

Pero ella no tenía la respuesta a la gran pregunta, la idea surgía de lo inútil que se sentía sin poder tomar el mando total.

Porque se sentía de esa forma, muchas noches mirando el techo de su habitación se preguntaba -¿Qué quiero hacer de mi vida?- y ninguna respuesta milagrosa venía a su mente.

Esas mismas noches, pensando, evaluando solía recordarse a sí misma.

-¿Cuándo fue que mi sonrisa se borró?- aún extrañándose a sí misma no lloraba, en realidad era gracias a los antidepresivos que ya no se desbordaba con esos sentimientos. Pero no por eso dejaba de sentirlos.

Con el tiempo comenzó a escribir sus sentimientos, las cosas que le pasaban por la cabeza, sus ideas, alguna canción que le gustara. Todo pasaba a ser parte de un cuaderno que guardaba con recelo de todos, incluida Tomoyo.

"Y pronto dejaron de gustarme los días grises, porque gris está mi alma, y como una foto en blanco y negro recuerdo mi sonrisa y el calor de sus abrazos. Recuerdo el sentimiento de felicidad, de que todo lo podía, recuerdo tu rostro muy lejano, sin sonrisa ni mirada, sin la textura de tu piel, sin el sonido de tu voz, sin el aroma de tu ser, solo tu boca moviéndose. Recuerdos, recuerdos y más recuerdos.

Prefiero los días soleados, donde aparece esa pizca de esperanza que hace que mis ojos brillen por un instante. Siento como si caminara por una cuerda floja. Solo trato de estar bien…"

Fue uno de los muchos escritos que guardó.

Poco a poco fue tomando una rutina en donde se sentía satisfecha: trabajo, casa, escribir, escuchar música, visitas a la psicóloga y al psiquiatra, medicaciones, rutinas en el gimnasio y visitas al templo.

Aunque dijera que se sentía satisfecha no se encontraba de esa forma, era una simple apariencia, aunque poco a poco fue dejando los medicamentos seguía dependiendo del antidepresivo.

Cuatro años pasaron entonces.

Se miraba a sí misma en el espejo, estaba arreglándose para asistir a una ópera junto a Tomoyo, quien hace un año no vivía con ella, pero se había mudado a cambio a su barrio para mantenerla vigilada en caso de urgencia.

-Como pasan los años- hablaba al espejo, miraba en sus ojos cómo estos habían recobrado algo de vida, no como antes, pero al menos ya habitaba su cuerpo una vez más.

Finalmente decidió no vender la empresa, después de muchas conversaciones con su psicóloga y Tomoyo, eligió mantenerla hasta que la respuesta a su pregunta llegase.

No era la misma persona, por supuesto que no, pero ahora podía mirarse al espejo y reconocerse, muchas veces recordaba las emociones que la embargaban y hoy podía darse el lujo de dejarlas fluir en su ser para dejarlas ir.

Aún recordaba a Syaoran, pero a medida que el tiempo pasaba su recuerdo se hacía más lejano, después de todo posiblemente nunca se volverían a encontrar.

La ópera no era su estilo, pero la disfrutaba de igual manera, sobre todo porque Tomoyo le enseñó cómo. Alucinaba con las voces que no tenían micrófono y sus pensamientos vagaban encontrando la forma y sentimientos que los protagonistas debían tener para poder expresar con sus cuerpos y sus voces al público. Ciertamente un mundo inimaginable para ella.

Aunque en algún momento de niña quiso ser cantante y alegrar a la gente con su voz, no tenía la chispa que se necesitaba.

No se dio por vencida en ese entonces, simplemente aceptó que hay gente para todo. Gente que se desenvuelve en distintos ámbitos por dones o por la gran cantidad de esfuerzo que colocaron en lo que quisieran abocarse. Personas, personas y más personas.

Gracias a su arduo trabajo recuperándose psicológicamente, ahora podía acompañar a Tomoyo a estos eventos, o a otros lugares, con el fin de estar conectada a otras personas.

Pero era lo mismo que la comida hace algún tiempo, desabrido, no ganaba nada, pero tampoco lo perdía.

Sabía que tenía que buscar ese "algo" que la hiciera sentir viva una vez más.

Al salir de la ópera con una sonrisa en su rostro fueron a cenar a un restaurant cercano.

Justamente se encontraban allí hablando tranquilamente con una copa de vino en mano cuando mirando por la ventana una jovencita de unos 10 años corría desesperada con lágrimas en su rostro.

Chocó con algunas personas pero no se detuvo, simplemente siguió corriendo.

Su mundo se paralizó por escasos segundos.

Eran sus ojos, los reconocería en cualquier lugar.

Sus piernas perdieron toda la fuerza y daba gracias a estar sentada, de lo contrario caería de bruces, comenzó a temblar frío, se sentía en el limbo una vez más.

Desesperada comenzó a buscar su pastilla dentro de su bolso, nunca las olvidaba en caso de un ataque de ansiedad o pánico.

Sus manos temblaban y sus ojos no podían enfocar nada, solo se guiaba por el tacto.

¿Cuántas probabilidades había de que fuera ella? ¿De que fuera su hija?

Continuará…

Hola a todos! Muchísimas gracias por todos sus comentarios. Realmente los aprecio muchísimo, y es gracias a ustedes que me animé a continuar esta historia.

Quería hacerlo mucho tiempo antes, pero por cuestiones de la vida todo resultó de esta manera.

Comentando de lleno sobre la historia, sé que no es algo normal leer algo así. Pero me alegra que les guste la forma en que escribo. Sinceramente no es sencillo ponerse en la piel de ellos y esta aura negra (O por lo menos así lo veo yo) es un poco difícil de manejar.

No sé qué clase de desenlace tendrá la historia pero ya puedo darme una idea que espero que les guste.

En esta ocasión quise poner en palabras lo que fue pasando con Sakura a través del tiempo, no quise centrarme en expresar cada cosa que pasaba porque la encontré aburrida y a mí me encanta el drama. Es muy difícil para mí escribir otras cosas.

En fin, espero que les guste y que la continuación sea de su agrado. No creo que sea algo muy largo hasta llegar al final, pero espero mantenerlos en vilo hasta ese momento, no solo con la espera (PERDÓN, no es mi intención) sino con la historia en sí.

Muchisimas gracias a todos los que comentaron, a quienes esperaron por un desenlace.

PD: por cierto, estoy publicando un FF nuevo. Un Crossover de Sakura CardCaptor y Katekyo Hitman Reborn.

Que aunque muchos no conozcan el segundo anime (o manga) voy a tratar de compenetrar a las personas en los dos mundos. Así que no es completamente necesario que conozcan los anime.

Saludos!