¡Bienvenidas sean a un fic más para llorar! De acuerdo, no, pero en mi defensa tenía esto en mi cabeza y necesitaba sacarlo, así que… ¿disfrutenlo?

Disclaimer: InuYasha no me pertenece ni ninguno de sus personajes (para mi desgracia)

Advertencia: Muertes.

A través del espejo

Prefacio

Hay cosas que duelen y hieren. Una caída, una cortada, el amor no correspondido… pero hay heridas que escosen hasta el delirio.

Una herida de muerte y un corazón roto.

La sangre que resbalaba desde su pecho al suelo empezaba a adormecerla, lo cual no era nada alentador, lo sabía, si se dejaba llevar no volvería a despertar, y aún así quería hacerlo, cerrar sus ojos y hundirse en el placer de un sueño eterno porque cada movimiento o respiración se sentía como si algo le atravesara; sí, quería deslizarse a la inconciencia, pero no podía permitírselo.

—Nunca lograste ser más que la sombra de ese cadáver —Kagome alzó la vista lentamente, cualquier movimiento se sentía horrible, sus preciosos ojos celestes estaban cansados y vacíos.

—Sesshōmaru.

Sonrió al verlo, porque por alguna extraña razón no quería que la viera en ese estado moribundo y expuesto, no cuando él se veía como siempre tan gallardo e imponente, pero igual sabía lo que él había perdido, el recuerdo de una pequeño cuerpo destrozado le revolvió el estómago y al intentar inhalar por algo de aire su garganta le raspo y la tos se hizo presente, inundando su boca de un sabor metálico, sintió las náuseas venir, aunque logró controlarse y un pensamiento rápido paso por su mente, tal vez, era por eso que Sesshōmaru no soportaba a los humanos, su fragilidad y su nauseabunda sangre.

Las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas manchadas de tierra y sangre, la batalla final contra Naraku fue un éxito, habían librado al mundo de ese mal que se iba propagando poco a poco, pero el precio a pagar por su victoria fue muy alto, sus amigos dieron sus vidas por un mañana más brillante y seguro; y claro, al final, ella fue dejada a un lado cuando InuYasha eligió a Kikyō… siempre fue Kikyō.

Sonrió con resignación, cuánto dolor y sufrimiento le había causado ese viaje al pasado, esa perla maldita, quería que todo volviera a comenzar, que nunca se hubiera enamorado de InuYasha, de esa manera no tendría que llevar a cuestas ese sufrimiento de saberse no correspondida, porque nunca cambiaré el haber cruzado ese día la barrera del tiempo porque había encontrado a sus amigos que se convirtieron en parte de ella y descubrió aspectos de sí misma que nunca hubiera sabido al haberse quedado en su cómodo tiempo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos de la misma manera que un golpe podría hacerte perder el sentido, una fuerza le atraía a girar sobre sí misma, al hacerlo sus ojos se encontraron con esa pieza tan codiciada por muchos y odiada por otros, frunció el ceño y al hacer el intento de alcanzarla su cuerpo fue atravesado por un dolor lacerante logrando que se encogiera y gimiera de dolor, sus sentidos comenzaban a insensibilizarse, pero fuera como fuera su deber era concluir con su misión, por sus amigos, por ellos y por otros tantos que se sacrificaron para ponerle fin a Naraku y su ambición.

Sesshōmaru miró sus esfuerzos, se mantuvo impasible sin hacer gesto alguno o mostrar emoción; terca e insistente, esa humana siempre fue era de esa manera, nunca apreció rendirse o dejarse vencer.

Tan estúpidamente positiva.

Kagome volvió a mirar la perla y para su sorpresa, ahora, se encontraba a su lado; alzó la vista y Sesshōmaru se iba alejando, sonrió. Ese yōkai era tan impredecible.

—Gracias, Sesshōmaru —murmuró mientras tomaba la joya entre sus manos, él se detuvo.

—… no te salvaré.

Ella ensanchó aún más su sonrisa, casi deja escapar una risa.

Casi.

—No lo esperaba —respondió con su voz casi inaudible, le costaba mantener sus parpados abiertos, todo pesaba—. Sabes —le llamó, él se volteó para verla, ella tenía sus ojos anegados de lágrimas—, tienes razón, nunca fui más que una sombra, pero no quería entenderlo, ahora… no me queda nada, todo se ha ido. Amigos, sueños, amor. ¿Cómo puedes elegir no sentir?, ¿cómo endurecer el corazón? ¿Cómo?

Sesshōmaru se mantenía ahí solamente por respeto a la mujer que luchó con todo lo que pudo para darle fin a Naraku, el hanyō que buscó asesinar, pero no llegó a tiempo; pero ese grupo tan extraño sí. Pagaron con sus vidas la destrucción de mal.

—… no podrás. Tu alma es demasiado pura para dejar de sentir.

—Ya veo… —río sin fuerza ni alegría, sus ojos celestes perdían luz; cerró sus parpados no iba aguantar mucho tiempo, pero sinceramente ya no le importaba ni le preocupaba la muerte, tal vez si le dolería el saber que su familia la lloraría cuando vieran que los meses pasaran sin noticias—. Sesshōmaru… ¿podría pedirte un favor?

Él frunció ligeramente el ceño.

—Habla.

—Cerca de aquí está el Goshinboku y el pozo devora huesos, ¿podrías llevar mi cuerpo hasta ese pozo? Ahí es dónde pertenezco, quiero que mi familia encuentre mi cuerpo, eso lo único que puedo darles —pidió.

El yōkai lo pensó unos momentos antes de acercarse y levantarla en brazos, Kagome le indicó con su mano temblorosa el camino, se dispuso a seguirlo. El silencio los rodeo, ningún animal parecía estar habitando esa parte, a él no le molestaba el silencio, pero a la morena no parecía gustarle, por lo que se encontró hablando con esa voz temblorosa y desfallecida.

—Me alegró que hayas recuperado tu brazo.

—No deberías. No fuiste tú quien lo cortó —contestó sin mirarla.

—Tienes razón, pero… fue tratando de protegerme que InuYasha lo hizo, lo siento.

—Eres molesta.

Kagome sonrió y apretó más la perla entre sus dedos, decidió guardar silencio. Momentos más tarde la luz del sol les cegó por unos instantes, a la morena le sorprendió ver el lugar tan hermoso como la primera vez que llegó, pero era bueno ver que Naraku no logró destruir muchas cosas.

Sesshōmaru se dirigió al pozo, Kagome sinceramente pensó que él la arrojaría o algo parecido, por lo que la tomó desprevenida al ser acomodada en la madera, con las piernas colgando sobre la oscura boca del pozo.

—He cumplido.

Ella se inclinó hacia adelante, la sangre seguía brotando, ¿cuánta había perdido? Le dio una mirada al yōkai que le miraba igual, cabeceó con gratitud y él se volteó para marcharse, la morena se fijó que sus garras se encontraban teñidas de rojo, su sangre sin duda alguna al haberla sostenbido. Miró la espalda ancha marcharse lentamente, su corazón iba perdiendo fuerza, apretó la perla contra su pecho.

—Si me hubiera enamorado de alguien como tú, Sesshōmaru —murmuró cerrando sus parpados mientras su cuerpo se iba precipitando hacia la oscuridad—, tal vez mi historia fuera diferente.

Cayó y pidió su deseo.

Desaparece para siempre, Shikon no Tama.

Ella murió mientras una luz morada se la tragaba y la perla explotaba en miles de pedazos.

Sesshōmaru que escuchó esas últimas palabras se volteó para verla caer, entrecerró sus párpados, Tenseiga palpitó.

Y el tiempo dio marcha atrás.

FiraLili

21/05/18