¡Volví! Disculpen la demora, tenía que ajustar unas cuantas cosas, pero espero les guste, que lo hice con todo mi amor y por supuesto, con lágrimas y sangre (¿?) Porque parece que no puedo escribir sin que me pasen un montón de peripecias.

Disclaimer: InuYasha no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

Advertencias: Faltas de ortografía que no haya visto.

A través del espejo

Un encuentro bajo la luz lunar

—No deberías acercarte al bosque de InuYasha.

Kagome levantó la vista, habían estado en silencio desde que Kaede le instruyó sobre como recolectar el agua, pues la morena no le permitió hacerlo, su madre estaría muy decepcionada si se llegaba a enterar que no ayudaba después de la hospitalidad mostrada.

—¿Por qué cree que quiero ir?

—Tus ojos siguen desviándose hacia ahí —musitó con suavidad—. Es un lugar peligroso, y para ti, más.

Ella se enderezó con el recipiente ya lleno de agua, era ligeramente pesado, pero no lo suficiente para ser una molestia, pues la aldea no estaba tan lejos del río; entendía porque los alrededores estaban tan verdes y las cosechas eran abundantes, por lo poco que pudo ver en su camino mientras Kaede se disculpaba por la forma tan ruda en que fue tratada al comienzo, explicándole sobre las guerras y que a pesar que su aldea no estaba cerca de las zonas de batalla, aún existía en riesgo de infiltraciones para robar y simplemente, ellos preferían su relativa paz en el cual sus hijos podían salir sin el miedo de ser asesinados o secuestrados, por eso se ponían tan desconfiados y agresivos con los desconocidos; ella entendió aunque seguía un poco desubicada, pero extrañamente desde que salió del pozo una parte de su ser estaba tranquila y aceptando todo sin más dudas.

—¿Para mí? ¿Por qué? —cuestionó, sabía que no se refería exactamente a estar desprotegida.

—Tu llegada es extraña, Kagome; no eres peligrosa, sin embargo, hay algo que no termino de comprender, el que tengas un gran parecido a mi hermana Kikyō y que ese bosque te este llamado no es una buena señal. Si InuYasha llegará a despertar podría herirte.

Kagome parpadeó antes de desviar la mirada hacia ese lugar y frunció el ceño.

—¿Quién es InuYasha? ¿Por qué querría lastimarme?

Kaede la miró largamente antes de hacer un ademán para que se sentara a su lado, con duda, pero curiosa lo hizo con cuidado de no derramar el agua.

—InuYasha es un hanyō que quiso apoderarse de la perla de Shikon —Kagome se sobresaltó mirando a Kaede de inmediato, ¿qué probabilidad había de que ayer su abuelo y ahora ella le hablaran de esa perla? —. Mi hermana logró sellarlo en el Goshinboku antes de fallecer por las heridas que él le infligió, si él llegará a despertar y te viera temo lo peor en tu destino, Kagome.

—Pero no soy Kikyō —replicó saboreando esas palabras que eran nuevas, pero extrañamente amargas.

—Es un hanyō, aunque tenga una parte humana, su sangre demoniaca siempre dominara sus actos… aún si no lo parecía —eso último lo dijo en un suspiro herido, entristecida por la forma en que ambos terminaron, ese amor que de niña no entendió y que ahora lo hacía siempre acababa por llenar su corazón de melancolía.

—Parece que hay más en esa historia.

—La hay, pero nadie habla ya de ella; porque un amor traicionado siempre atraerá la desdicha.

Y entonces Kagome lo recordó, sobre la historia que había leído la noche anterior y sintió como su respiración se atoraba, ¿estaba atrapada en alguna clase de sueño? Tal vez el leer ese tipo de cosas la habían hecho inventarse toda una aventura, pero algo muy dentro de ella le susurraba que todo era real, aterradoramente real, el dolor lo era.

—Entonces, no hablemos de eso.

—Es lo más sensato, venga, regresemos la noche no es segura para andar.

Sin embargo, es hermosa, pensó Kagome mirando hacia el cielo llenó de estrellas, cuando llegaron al rió el color era más anaranjado y rojo, ahora lucía oscuro, pero bello. El cielo de Tokio no era tan claro, aunque aún podía verse bien varias constelaciones, sin embargo, lo de ahora era tan espectacular que podría quedarse ahí, acurrucada en el suelo y mirar a las pequeñas titilar hasta que fuera arrullada por la noche; pero no sería posible, puede que la naturaleza fuera hermosa, sin embargo, los peligros eran mortales.

—De acuerdo —musitó levantándose y volviendo a tener el recipiente de agua en sus brazos.

Kagome esperó a que Kaede tomara su arco, sin embargo, cuando estaba a punto de dar un paso para empezar su retornó a la aldea, la sensación de peligro llenó sus sentidos, antes de que supiera que estaba pasando, soltó el recipiente y empujó a Kaede fuera del camino antes de que fuera enviada hacia atrás de un golpe, logró absorber el impacto al rodar, su cabeza de inmediato se alzó para ver al monstruo ciempiés que había empezado toda esa historia.

—¡Kagome huye de aquí!

La morena desvió la vista del demonio hacia Kaede, quien se estaba reincorporando a penas, alcanzando su arco y carcaj, la mirada de la anciana había cambiado radicalmente, de una suave y cariñosa, paso a tener una frialdad absoluta, ¿cómo podría transformarse de esa manera? Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el demonio se abalanzó contra ella, volviendo hacerle caso a sus instintos saltó hacia la izquierda, ya estaba jadeando por el esfuerzo, ni siquiera sabía si iba a poder con ese ritmo, hasta que las fechas de Kaede se clavaron en el costado de la ciempiés, haciendo que su presa pasará su atención a la amable mujer que ni se inmutó al apuntarla con el arco; la morena se estremeció de miedo, pero con la adrenalina en su cuerpo se lanzó hacia el frente, no iba a permitir que Kaede fuera herida por su causa, aunque aún no supiera bien porque ese monstruo estaba tras de ella.

—¡Kagome! —Kaede bajó su arco, la morena alzó la mano derecha.

El aire se condenso y todo pareció ir más despacio, o eso le pareció a la adolescente que al momento de que su mano se posicionó ligeramente más alto que su rostro, todo su cuerpo ardió, pero no le intereso lo suficiente pues toda su atención estaba en el monstruo que ya estaba sobre ella, el miedo y la determinación se fundieron en su pecho.

—¡Aléjate!

El rugido herido se extendió por el área mientras Kagome manejaba no gritar de sorpresa cuando su especie de barrera le protegió al mismo tiempo que repelía a la mujer ciempiés, la cual perdió 3 de sus brazos; el rostro de la morena se arrugó de asco, pero no pudo profundizar en la cruenta escena cuando sintió con su costado volví arder y un par de manos que la empujaban.

Su respiración se cortó ante el brusco golpe que sufrió al caer de bruce, giró casi al instante, aunque sus pulmones le ardían por falta de oxígeno, se arrastró fuera del alcance del cuerpo del monstruo antes de levantarse.

—¡Kaede-san! —exclamó Kagome cuando notó que los dientes filosos de la yōkai estaban encajados en el brazo de la anciana.

—¡Huye a la aldea! ¡Ahora!

Las palabras resonaron en su cabeza, a pesar de saber que necesitaba pedir apoyo porque no podría ayudar, pues ni siquiera sabía que había hecho momentos atrás para haberla desmembrado, su cuerpo estaba reaccionado por pura adrenalina, vislumbro una flecha perdida a unos centímetros suyos y ates de pensarlo bien ya la estaba empuñando con fuerza y corriendo hacia Kaede.

La sensación de sangre salpicando su rostro no apartó a Kagome, sino que hundió con más fuerza la flecha en el ojo de la yōkai, quien soltó de inmediato a Kaede; los ojos celestes se suavizaron al ver como la anciana lograba mantener el equilibrio, pero no duró mucho antes de que sintiera un golpe en su estómago mandarla hacia atrás con fuerza, la caída iba a ser sumamente dolorosa, esperaba que ningún hueso se comprometiera una vez en el suelo, sin embargo, lo que su espalda golpeó no fue la firme y dura tierra, fueron dagas frías y filosas que les cortaron la respiración antes de hundirse en las aguas turbulentas del río.

Logró mantener la calma para salir a la superficie, tosiendo por el agua tragada, apenas y pudo vislumbrar a Kaede gritando algo que no alcanzó a oír antes de que fuera arrastrada por la corriente, sabía que pelear contra ésta sería una pérdida de energía, por lo que se concentró en controlar su respiración y postura, para no hundirse, agradecía haber tomado esas clases de natación, pero su ropa y zapatos le estaban dificultando nadar.

Sin embargo, logró empezar a dirigirse hacia la orilla, si pudiera aferrarse a alguna saliente le ayudaría mucho, así sólo tendría que caminar río arriba para volver a la aldea y-

—¡Dame la perla de Shikon!

Kagome lanzó una mirada sobre su hombro para vislumbrar a la mujer ciempiés, maldijo, ¿qué esa cosa no se moría? Le había clavado una maldita flecha en su ojo derecho, cualquiera moriría, ¿no? Se sumergió para esquivarla, pero no fue los bastante rápida, sintió como era arrastrada, no lo dudo antes de hundir su talón en la herida abierta de su ojo derecho, puede que los zapatos de dificultaran el nadar, pero definitivamente causaban un gran daño.

Necesitaba salir del agua rápido.

Sin poder evitarlo más nado hacia la orilla lo más rápido y fuerte posible, porque la corriente parecía no querer ceder, pero entre huir en tierra o agua tenía muy en claro que prefería, además, sus brazos ya se estaban cansando, toda noción de tiempo se perdió, no sabía si habían trascurridos unos pocos minutos o no.

Logró agarrarse a una roca saliente, frunció el ceño al sentir como se cortaba al tratar de no ser arrastrada de nuevo al agua, forzó los músculos de sus brazos a levantar el peso de su cuerpo, prometía que si salía viva no se volvería a saltar sus clases de deporte ni una sola vez, clavo con fuerza las puntas de sus zapatos hasta que encontró donde posicionarlos para impulsarse, gimió de dolor cuando pudo desplomarse sobre la cima de la roca.

—Demonios —murmuró inhalando profundamente para tratar de recuperar la respiración, aunque no podía quedarse quieta por mucho, necesita alejarse lo más posible de esa mujer.

Pero su cuerpo se negaba a cooperar, se sentía tan pesada y cansada, no era muy adepta hacer ejercicio, sí, caminaba distancias considerables de vez en cuando, sin embargo, eso simplemente la mantenía esbelta y con el mínimo de condición que requería para terminar las 10 vueltas que su profesor de deporte les solicitaba cada clase –de las que no pudo escapar-; no para estar corriendo y nadando de un momento para el otro sin siquiera una advertencia.

Quería descansar.

Quería dormir acurrucada bajo sus mantas, con su estómago lleno y su corazón cálido.

Apretó con fuerza sus parpados, no quería llorar porque si empezaba no estaba segura de poder detenerse, su mente ya estaba llegando a un punto de inflexión.

—¡Es una humana!

Esa exclamación hizo que su cuerpo se tensará al máximo, ¿qué no podían dejarla descansar unos minutos más? Pero de igual manera levantó su rostro para encontrarse con un ser que se asemejaba a un sapo, esa visión le hizo fruncir el ceño, sin embargo, no pudo evitar verlo de arriba abajo, a pesar de su fea apariencia, había algo que resonaba en su mente como una suave campanada que le anunciaba el inicio de algo, pero lo ignoró cuando el ser le apunto con una especie de báculo con ¿dos cabezas? ¿Qué se creía ese sujeto?

Con las fuerzas que saco del enojo, se levantó con ayuda de sus antebrazos que temblaron ante el esfuerzo, pero se sintió orgullosa al no caer.

—¿Quién se supone que eres? —preguntó con molestia, mientras se sentaba sobre sus tobillos, realmente no se sentía capaz de ponerse de pie, pero al menos así el yōkai verde no la miraba desde arriba como si fuera superior a ella, bufó ante la idea, pero al instante su rostro cambió cuando al alzar la vista se encontró con el ¿hombre? Más imponente y guapo que hubiese conocido en sus quince años, ¿era posible siquiera que alguien fuese tan, tan blanco?

Más que blanco, ¿cómo podía vestir de blanco y verse bien? Era inconcebible.

—Cuida tu boca, humana insolente.

Kagome volvió su atención al pequeño ser, que parecían aún más enojado y le amenazaba apuntándola con el báculo, de nuevo, que le hizo retroceder ligeramente haciendo que sus piernas punzaran de cansancio ante el movimiento, además, de que comenzaba a enfriarse, la noche refrescaba y sus ropas empapadas no ayudaban en nada, su paciencia empezaba a terminarse.

—Y tú tus modales, sapo baboso —le contestó apartando el arma lejos de ella de un manotazo, sin embargo, al contacto con la madera una descarga atravesó su brazo, no era doloroso, pero le sorprendió.

Jaken que igual sintió como su báculo vibraba dio unos pasos hacia atrás, alejándose de la humana que al parecer ocultaba más de lo que a simple vista se veía, nadie que hubiera conocido en sus años de servicio para el lord había logrado una reacción en el nintōjō, ahora sí, la curiosidad de saber el origen de la humana era más intensa.

—Jaken.

Él miró a su amo antes de retroceder manteniendo un ojo en la mujer que se veía tan confundida, pero más cansada que nada; ahora que lo pensaba, los humanos no estarían nadando en la oscuridad si no estuvieran en problemas, su raza era débil al frío y a la humedad, sucumbían fácilmente a enfermedades causadas por esos factores, en realidad, las muertes en centenares por las crecientes guerras más que por derramamiento de sangre, era por enfermedades relacionadas a infecciones y al ambiente, no dudaba que ella muera por lo mismo.

Kagome forzó sus piernas a sostenerla al ponerse de pie, porque al momento de ver avanzar a Shiro, sí, así lo había bautizado en su mente por sus blancas vestimentas y brillante cabello, por ninguna razón estaría arrodillada, puede que él fuera muy, mucho, demasiado, alto, pero la intención de no parecer inferior era lo que contaba para ella, aunque sentía como sus pantorrillas le ardían por el sobreesfuerzo al que estaban siendo sometidas, sin embargo, levantó la barbilla y se estremeció.

Ahora que lo tenía más cerca, le pudo ver más claramente, no era guapo, era… sobrenatural, sus facciones se dibujaban bellamente sin un rastro de imperfección, pómulos altos, labios delgados y nariz definida, pero sobre todo lo que llamó más su atención no fueron los ¿tatuajes? -que estaba segura en cualquier otra persona no se verían nada bien-, sino sus ojos.

Bellos ojos áureos.

Que mientras más los miraba, sentía que de alguna forma los conocía, ese brillo estoico y distante hacía que algo en su interior se agitara como una tormenta tomando fuerza, devastador.

—…tú-

A penas iba a formular su pregunta cuando el mismo presentimiento que había ocasionado toda esa persecución, la ciempiés le había localizado, sin pensarlo dos veces se precipitó hacia adelante y mientras pasaba al yōkai sus miradas no se apartaron.

—¡Entrégamela!

Dos cosas ocurrieron en el instante que el grito rompió la serenidad de la noche, la primera, su costado palpito al unísono que la espada del yōkai y la segunda, él desvió su mirada hacia el frente.

Kagome tropezó con el pequeño sapo que no pudo apartarse del camino, con un quejido de dolor logró medio reincorporarse mientras Jaken gritaba improperios por su arrollamiento, pero ella no le prestaba atención pues toda esta estaba fijamente en la escena que se desarrollaba enfrente suyo, el monstruo yacía muerta a los pies del yōkai.

Si la visión de la cabeza desmembrada le provocó asco no pudo ni pensarlo seriamente porque de un movimiento ésta y el cuerpo fueron expulsados hacia atrás, perdiéndose en las aguas oscuras y turbulentas.

5 segundos.

Sólo 5 miserables segundos necesitó para deshacerse de esa mujer aterradora que casi asesina a la anciana Kaede y a ella, se sentía un poco injusto, aunque agradecía que ya no existiera, de esa manera podría regresar a la aldea y poner sus pensamientos en orden para poder buscar la forma de regresar a casa, no podía dejar que su familia se preocupara, estaba casi segura que en esos momentos estarían muy asustados buscándole.

Con esfuerzo volvió a levantarse se preguntaba cuanto tiempo le llevaría regresar, ¿podría siquiera caminar unos metros? Terminó de enderezarse para descubrir que Shiro estaba de nuevo enfrente suyo, ¿en qué momento siquiera él se movió? ¿Acaso era una especie de elfo que no pesaba como para que sus pasos fueran tan ligeros y silenciosos?

—Humm… gracias por salvarme —musitó atrapada de nuevo en esa belleza irreal, eso hasta que esos ojos se volvieron más salvajes y sintió peligro.

Logró levantar ambas manos cuando vio como él volvía a sacar el extraño látigo con el que mató a la ciempiés, ¿de dónde exactamente salía? No tenía ni idea, pero en esos momentos no estaba para analizarlo, porque consiguió de nuevo que esa especie de barrera se alzara para protegerla, pero al parecer el impacto hizo que se creara un pulso de poder que la hizo trastabillar hacia atrás, volviendo a toparse con el pequeño ser, aunque pudo sostenerse en pie.

—¡¿Cuál es tu problema?! —exclamó enojada, alejándose hacia la derecha, lejos del sapo, aún estaban en esa especie de cornisa, por lo que no debía ir muy a los lados si no quería volver al frío río, pero no confiaba en tener muy cerca al yōkai verde, no tenía ni idea de lo que era capaza de hacer él ni su extraño báculo.

—¡No le hables así a Se-!

—¡Le habló como yo quiera! —interrumpió mirándolo con furia, que estaba cansada y adolorida, lo que menos quería era estar discutiendo, volvió su vista al otro yōkai que mantenía el látigo fuera… ¿salía de sus dedos? Apartó ese pensamiento rápidamente—. ¡¿Quién demonios eres?! ¿Por qué me atacas después de salvarme? ¿Estás demente?

Él frunció el ceño ante tan descaro, no le gustaba ella, era extraña e irritante; vulgar con esos ropajes, pero sobretodo le desagradaba la forma en que Tenseiga reaccionaba a su presencia, ¿qué tenía esa humana para que mereciera tal atención?

Detestaba no saber.

El veneno goteaba causando unos agujeros en la dura roca, sacudió su mano de nuevo.

—Desaparece.

Kagome abrió los ojos, no había nada cálido en su voz y aunque se estaba congelando por su ropa mojada, su instinto le dijo que huyera, y lo más rápido era por el río… otra vez. Sin pensarlo dos veces usó lo último de adrenalina que le quedaba para correr hacia su derecha, pero no fue lo bastante rápida porque al momento de lanzarse sintió como su espalda fue desgarrada.

Gritó de dolor antes de hundirse.

Y dejarse llevar por la corriente.

Y la inconciencia.

¡Chan, chan, chan! ¿Qué tal está quedando? Oh sí, su primer encentro con Sesshōmaru y la historia un poco más sangrienta de lo normal, pero ¿qué esperaban? El cuerpo de Kagome parece que recuerda algo que su mente no, o tal vez sólo es suerte,

Con todo mi amor,

FiraLili

05/12/19