Buenos Días, Tardes u noche

Esta humilde escritora regreso de su desaparición para traer una corta historia de tres capítulos, también es una forma de marcar mi probablemente lento pero seguro regreso a la escritura, y si estas leyendo esto y eras fan de mi mejor obra "Gym" pido una enorme disculpa por el tan largo hiatus pero ya llevo un tiempo trabajando en los tres últimos capítulos y en algún año de la existencia humana los subiré.

Sin más que decir de momento, espero que esta historia sea de su agrado.


Creando el milagro

Se mira en el espejo por décima vez, sus ojos azules cual océano pasean por su figura plasmada en el espejo, cada hebra de su rubia cabellera está en su lugar, sus facciones denotan la seguridad tan clásica de ella, su mirada recorre sus mejillas, su mentón, pasando por su cuello, su cuerpo dejo hace tiempo de ser el de una adolescente para dar paso a la joven y atractiva adulta que era actualmente.

La joven Diana Cavendish a sus veintiocho años lo tenía casi todo, una buena reputación, un futuro brillante, gente que la respetaba no solo por su apellido si no por su talento como bruja y lo más importante, al menos a su parecer, se sentía amada y apreciada, la servidumbre de la mansión no tenían pelos en la lengua para reconocer que estaban ahí por el aprecio que le profesaban a la actual cabecilla de la familia en especial su antigua cuidadora y confidente Anna, y se sentía especialmente amada cuando veía ese simbólico y circular pedazo de metal adornando su dedo desde hacía ya dos años.

Dulce ironía suele pensar ella, un día estaba centrada en sus estudios, procurando mantener en alto el orgullo de su familia, y antes de que se dé cuenta llega cierta chica de origen japonés cuya capacidades mágicas son más que nulas, cambia el ritmo normal de las cosas, se hace merecedora de una antigua reliquia, motiva a la formación de las nueve nuevas brujas, salva el mundo, impulsa la importancia de la magia en la era actual y de forma lenta pero segura…termina conquistando su corazón. Diana no puede evitar sonreír cuando recuerda todo eso, si alguien volviera al pasado y le dijera a su yo más joven que terminaría casada con la torpe de Atsuko Kagari, sin duda preguntaría que clase de poción rara se habría metido para decir semejante cosa, todo eso suena tan loco y descabellado, y es la mejor locura que le ha pasado en la vida, porque gracias a esa locura ella ha vuelto a sonreír y creer en la alegría de la magia, ha recuperado esa chispa que ella misma reconoce a ver perdido luego de la muerte de su madre.

Locura, quien diría que el significo de esa palabras está muy presente en la vida de alguien tan respetable como ella, en especial en este momento de su vida.

Cargar con un peso como el que conlleva ser la heredera de su familia nunca ha sido fácil, hay muchas pautas que ella misma ha procurado cumplir por el bienestar de esta, hay dos aspectos que ciertamente siempre tuvieron prioridad si de la preservación de su familia se trataba, una es la conservación y desarrollo de las practicas mágicas y la otra, contribuir con el largo linaje de los Cavendish. No era algo que Diana pensara con frecuencia, ni siquiera estaba en su lista de prioridades, para ella lo primero era ser una bruja digna de su apellido, en especial después de aquella época sin magia por la que tránsito, pero tampoco era un detalle del cual pudiera olvidarse con facilidad, sabía que en algún punto de su existencia, tarde o temprano, necesitaba continuar con el linaje de los Cavendish teniendo su propia descendencia, es decir, debía tener hijos. Detalles, simples detalles que ella nunca le dio importancia por considerarlos pautas lógicas y sencillas, o al menos así fue hasta que su vida se vio unida junto a la mencionada bruja japonesa.

Sabia por simple racionamiento social que el enamorarse de alguien acarrea sus pro y contra, ella lo sabía muy bien cuando acepto el hecho de estar perdidamente enamorada de Akko, su mente y corazón tenían acalorados debates por las noches y aun así, aun cuando la razón muchas veces le dio oscuros panoramas, no evito que su corazón se llenara de dicha y su estómago de mariposas cuando Akko correspondió sus sentimientos, jamás en su vida sus piernas les temblaron tanto como cuando compartieron su primer beso, y ciertamente jamás olvidara la sensación de tener la mente en blanco cuando el mismo día que ella planeaba pedirle ser su novia, Akko, a su manera tan torpe pero especial, se le adelanto y más divertido fue aun cuando la japonesa hacía gestos de preocupación debido a que la joven Cavendish hacia sido tomada con la guardia baja y estaba tardando en responder a esa pregunta.

Sus años de noviazgo es algo que nunca cambiaría por nada porque pudo ver a Akko mejorar aún más como bruja, como se esforzaba por las dos, Diana apreciaba como su novia la ayudaba a relajarse después de un largo y cansador día, y no había cosa que ella disfrutara más que pasar un momento a solas con ella en especial si realizaban una de esas largas y apasionantes sesiones de besos y caricias mutuas.

En su momento lo pensó mucho, amaba a Akko y no quería a nadie más en su vida, después de todo nadie antes la había contagiado de ese entusiasmo por la magia, la motivación para ser la mejor día a día y solo la castaña con una sonrisa le hacía sentir que no había nadie más especial para ella en este mundo, fue por eso que no dudo al momento de querer unir su vida con ella a pesar de que fueran chicas y no pudieran tener hijos propios Akko le sonrió y le aseguro que dos brujas tan geniales como ellas podrían solucionar cualquier percance con el tiempo.

"Ella es…sencillamente maravillosa" Expresaba la rubia en un susurro solo para ella.

Todo este repaso lleva a la conclusión de porque se dice que la joven cabecilla lo tiene casi todo, lo único que le hace falta es un hijo, fue por sugerencia de la misma Akko que Diana comenzó a investigar cómo hacer posible ese deseo, y ella misma debía reconocer que poco a poco se iba encaprichando con ese deseo no solo era por las horas que le dedicaba a la investigación si no porque Akko misma despertaba esos deseos, desde que tocaron el tema es como si el mismo mundo se hubiera puesto de acuerdo para darles indirectas, en repetidas oportunidades cuando tenían una cita a un lado de ellas pasaban padres con niños pequeños, en una ocasión una pelota vino rodando hacia los pies de Akko, esta última lo levanto para entregárselo con una sonrisa en manos a su dueño, un niño de no más de dos años, y la cereza sobre el pastel, cuando su esposa la acompaño a una librería por unos encargos, sin duda fue una metida de pata, puesto que la castaña le puso el ojo a unos libros con nombres para bebés y sus significados, se veía tan emocionada hojeando sus páginas mientras se las enseñaba a la rubia, fue una experiencia vergonzosa pero tierna a la vez, solo Akko con sus muestras de emoción infantil podrían despertarle ese instinto de madre que desconocía poseer, si, a pesar de lo fría que podría lucir, Diana Cavendish deseaba ser madre, quizás sea un capricho nacido de una necesidad biológica como mujer o quizás muy dentro de si deseaba sentirse como su madre, no sabría decir con certeza cuál era la respuesta correcta, lo que si podía decir con sinceridad era que le producía una sensación de agradable cosquilleo en su pecho imaginarse a ella misma cargando un bultito con cabello castaño.

Diana – Hablando de castaños – Estoy lista –

Akko salía del baño recién aseada y con su cuerpo cubierto por una bata blanca, lo que fuera a ocurrir esa noche entre ellas la ponía un poco nerviosa, ni ahora siendo adulta ella podía ocultar bien sus emociones, pero eso era lo que le gustaba a Diana, ayudaba a que no hubiera secretos entre las dos, aunque no era algo que le preocupara tampoco, ella confiaba plenamente en la honestidad tan nata de su amada esposa.

Iré por las cosas – Se puso de pie y al pasar al lado de la castaña deposito un suave beso en sus labios.

Había costado un poco, Diana tuvo que revisar un par de docenas de libros para encontrar una solución a lo que querían, luego de eso Akko tuvo que pedir un par de favores a Sucy y Lotte para conseguir ciertos ingredientes que necesitaban. Fue una larga búsqueda con una que otra prueba que dio resultados erróneos, pero finalmente todo estaba listo.

Diana había buscado distintos métodos para que fuera posible el tener un hijo, al no encontrar nada en los libros convencionales tuvo que buscar un poco más a fondo en la biblioteca de los Cavendish, y lo encontró en una sección que estaba bastante más abandonada que el resto.

En referencia a la historia de las antiguas brujas, hubo un tiempo donde comenzaron a escasear los varones practicantes de magia con los cuales tener linajes puros, por eso se iniciaron ciertos métodos para solucionarlo, eran practicas donde fuera posible que una bruja pudiera engendrar hijos con otra, como era de esperarse los primeros intentos no tuvieron éxito, pero como toda practica insistente en algún momento hubo resultados positivos, aunque claro, estos métodos no fueron recurrentes hasta que las brujas fueron exiliadas o cazadas casi al punto de su supuesta extinción, fue ahí, cuando estaban en peligro de desaparecer que pusieron en práctica nuevamente este "método". Muchos opinarían que morbosidades como esas son las que contribuyeron a la mala fama que poseían las brujas en algunos lugares, pero lo cierto es que gracias a eso y a la disminución de la mala imagen de las brujas es que hoy en día aún es posible hablar de la magia en sí.

Akko - La nombrada levanta su mirada - ¿Segura que estas comoda con esto? - Deja las cosas sobre una pequeña mesa - No pasa nada si te arrepientes –

La japonesa la observa con cierta intriga.

En realidad a ti habría que preguntarte si estas cómoda con esto - Le regala una pequeña sonrisa que buscaba confortarla - Mas que importarme el motivo por el que hacemos esto, me importa más que tú te sientas segura –

Acto seguido la castaña toma las manos de su amada, cualquier duda que Diana pudiera sentir se esfumaba ante la sensación de calidez que Akko le proporcionaba.

No era la primera vez que realizaría este método, este consistía en juntar determinados ingredientes para preparar una pócima, luego se debe sumergir el extremo de la varita en él y recitar el hechizo apuntando a la bruja a la que iba dirigido, los primeros intentos consistían en comprobar que la pócima estuviera correctamente hecha, una vez que esa fase de prueba fue superada solo quedaba elegir a quien de las dos iba dirigido, ambas lo hablaron con mucha calma, finalmente Akko dijo que le daba igual el papel que ocupara aquí, todo lo que ella quería era cumplir ese deseo y complacer a Diana con lo que fuera que le tocara en el proceso, Diana por otra parte lo medito por largo tiempo, tampoco le importaba el papel que podría cumplir según su elección, pero si tuviera que inclinarse por una opción en particular sería el de ser la progenitora, realmente era la opción que más le atraía.

Entonces la decisión estaba tomada.

Eres tan dulce, Akko - Como no amarla cuando en un momento así, cuando se nota que tiene los nervios a flor de piel, le otorga una de esas sonrisas de "todo está bien" - Esto será algo nuevo para ambas, pero si tú sigues, yo sigo – Acto seguido posa una mano en su mejilla derecha y la acerca para besarla.

Cuando se decidió que Diana seria la progenitora y Akko la que recibiría el hechizo quisieron pasar por una breve etapa de prueba, todo para sentirse cómodas cuando el momento llegara, el efecto de aquel hechizo duraba un par de horas así que semanas previas había días que Diana usaba el hechizo en Akko y esta última aprovechaba el tiempo que duraba el efecto para acostumbrarse a sus efectos, al principio se sentía realmente raro, muy raro incluso para la misma Akko, dichos nervios le provocaban ligeros picos de estrés que lentamente fueron disminuyendo, Akko simplemente comparaba la sensación con lo que sentía estando bajo los efectos del hechizo de metamorfosis, al menos para ella era la comparación más acertada. Diana por otro lado tuvo que aprender a ver a Akko así, ciertamente le tranquilizaba sentir que su aura mágica no había cambiado, pero eso no quitaba que a veces sentía que le estaba siendo infiel a su amada castaña, incluso hubo una ocasión que llego a abofetearla cuando Akko bajo los efectos de ese hechizo intento "darle cariño" a su esposa. De una u otra forma ese periodo de adaptación mutua no fue del todo fácil para ninguna de las dos partes.

Cariño - Habían iniciado un apasionado beso hacía ya un rato - Espera el hechizo –Le recordó la rubia separándose a duras penas.

Mouu, ya me dejaste ligeramente encendida – Solo ella podía combinar la sensualidad con la ternura de esa forma.

Lo sé, pero con más razón debemos aprovechar – Dicho eso se acercó a la mesa donde estaba el frasco con la pócima y su varita.

La joven cabecilla procedió a sumergir la punta de su varita en aquel líquido, trago en seco, estaba a nada de pasar eso para lo cual ambas se habían preparado, debía guardar la calma, su anhelo debía poder más, saco la varita de ese líquido cuidando que ni una gota se derramara, dejo escapar un suspiro para renovar su aliento y comenzó.

Magia fluit per me - La varita empieza a brillar - et sal et miscere ex viribus naturae - Ahora aquella brillante luz esta pintando directo a Akko, esta última cierra los ojos y espera lo que sigue - Lucem ac tenebras - En este punto Diana también cierra sus ojos sin dejar de apuntarla - mutare sexum –

La joven Cavendish dio una última mirada a su esposa mientras el hechizo la cubría, un pequeño impulso dentro de ella la obligo a darle la espalda mientras eso ocurría. Pasaron breves segundos que parecieron eternos, sabía que ya debería a ver hecho efecto por lo que inconscientemente se abrazó a sí misma.

¿Funciono? – No se atrevió ni a verla de reojo.

Una vez más, fue un éxito – Escucho esa respuesta provenir de una voz profunda y eso provoco que se abrazara con más fuerza.

Luego el momento para el que se habían preparado.

Diana - La aludida vuelve a la realidad - Voy a acercarme ¿De acuerdo? – esa voz, tenía un tono distinto pero aún se escuchaba la genuina preocupación.

Diana asintió, el cuarto estaba bajo bastante silencio por lo que pudo no solo sentir si no escuchar cuando su acompañante se acercaba a ella. Entonces lo toco, un cuerpo más alto y fornido que ella a sus espaldas, los nervios dentro de ella se intensificaron, trataba de usar todo su autocontrol para evitar temblar.

Cariño - De nuevo esa voz - ¿Recuerdas lo que practicamos? -Ver a Diana así ciertamente no era cómodo para Akko - Si no estás segura podemos parar, no me molesta...–

Estoy bien - Contiene un gran suspiro - Solo estoy un poco ansiosa, pero no me quiero arrepentir- La rubia tuvo que cambiar su tono de voz, debía darle seguridad a Akko en este momento, no arruinarlo - Prosigue como siempre –

Lentamente siente como unas grandes manos se posaban en sus hombros dándole firmes y relajantes masajes en los hombros, no era lo que se esperaba pero le ayudo a tranquilizarse cuando más lo necesitaba, Akko usaba la punta de sus dedos para hacer formas circulares sobre sus puntos de tensión, luego de forma casi tímida acerca su nariz a su cuello, Diana no puede evitar sentir como su piel se eriza y más cuando Akko se frota contra ella de forma pausada, todas esas caricias no eran nuevas para ella, eran caricias que su amante sabía que disfrutaba y las usaba a su favor, realmente lo agradecía.

Las caricias iban en aumento, la heredera sentía tan familiares esas formas de ser tocada pero a la vez ajena la forma del cuerpo de quien lo recibía signos claros de que aún no estaba del todo segura de esto, pero no quiere retroceder, debe mantenerse firme, se ve diferente pero se trata de Akko, "Su" Akko. Con nuevos pensamientos en su mente se dio la vuelta para encarar finalmente a su amante. Sus miradas se cruzan, Diana necesita levantar un poco la cabeza para verla pues ahora lleva unos cuantos centímetros de ventaja, Akko se detiene, ha quedado petrificada debido a que lo primero que piensa es que ha hecho algo mal así que debe prepararse para recibir un regaño o un golpe de su esposa, ya le paso un par de veces estando bajo el efecto de ese hechizo, sin embargo Diana le clava la mirada, no se la ve con intenciones de atentar a su integridad física, sin embargo la susodicha deja escapar una pequeña risa, no puede evitarlo, frente a ella tiene a un hombre joven, de cabello castaño y ligeramente peinado hacia atrás debido a que aún se encontraba húmedo por la reciente ducha, sus facciones asiáticas están escondidas bajo una clara mezcla de temor y shock, cuando escucha reír a Diana un puchero aparece en los labios de aquel joven, reacciones y expresiones puramente marca Akko.

Diana no iba a negar que se sentía aun rara pero esas caricias por su rostro y cuerpo eran propias de su esposa, en esencia era ella, solo debía dejarse llevar, poco a poco Akko besaba sus mejillas y dibujaba un camino de besos por su cuello, repitió ese camino un par de veces pasando su lengua en ciertos puntos, el cuerpo de Diana, algo tieso y tembloroso al principio, se había relajado, tanto que dejaba escapar un par de suspiros cuando sentía unas manos invadiendo su piel bajo la ropa.

Con paciencia fueron encendiendo sus cuerpos, cualquier sensación de vergüenza fue reemplazada por gemidos de excitación, Akko se resistía lo más humanamente posible pero sentía que esa tiesa sensación entre sus piernas iba a explotar en cualquier momento y el sentir como Diana gemía y se ponía encima de ella no hacia esto más fácil.

No era su primera vez con la castaña, pero si era la primera vez que esta última ingresaba esa nueva parte de su anatomía dentro de Diana, su centro estaba bien lubricado gracias a las caricias previas pero aun así Akko ingreso pausadamente para permitirle a su intimidad adaptarse a esa nueva forma y mientras más ingresaba más escuchaba a Diana soltar leves quejidos.

Di... ¿Diana? – Se detuvo al sentir como la chica bajo ella tenía la respiración agitada.

Tranquila - Acaricia su cabello - Es solo...que...esto es nuevo para mí - Con sus dedos le recorre su mejilla - ¿Y tú? –

Se siente tan apretado - Se sonroja - Cálido y...viscoso –

Pero no lo digas así – Le jala de la mejilla a forma de regaño.

Auch, auch...Dia...na –

Al intentar librar su mejilla mueve su cuerpo mientras aún está dentro de la rubia, el poco autocontrol que le quedaba a Akko se esfumo, comenzó a mover su pelvis chocándola contra su amada Cavendish.

Akko - Una rápida corriente eléctrica recorre su vientre cuando la castaña aumenta el ritmo - A...Akk...o – Se aferra a sus hombros con ambas manos.

Sus mentes se desconectaron, no había más razón solo placer, Akko por momentos se dejaba llevar por sus instintos más bajos, entraba y salía de forma lenta y a veces rápida a la vez que mordía su cuello o chupaba su clavícula dejándole leves marcas, Diana hacia largo rato había perdido el control de su cuerpo y su voz, sus gemidos retumbaban por todo el cuarto, la mano derecha de la castaña estaba masajeando uno de sus pechos y la otra tenia agarrando su cintura para profundizar el contacto.

A...mor - A esta altura ya no sentía las rodillas pero no por eso quería parar - Lo...lo estoy sintiendo – La penetra con más ganas.

A...Ah, ah...Cariño... - Le clava las uñas en su ancha espalda - Sigue – Pidió con una voz sensual y apagada.

La castaña se derritió ante el pedido de la rubia, la tomo de las muñecas levantándolas por encima de su cabeza, estando cara a cara le planto un profundo beso en los labios callando los próximos gemidos provocados por el aumento de las embestidas. Una fuerte contracción y el arqueo de la espalda de su esposa le anuncio a Akko la culminación de su climax.

Diana - Susurro de forma cariñosa - Con tu permiso –

Qu... ¡Ah! –

Sin esperar respuesta Akko acomodo su rostro en el cuello de ella y continuo penetrándola un poco más, la joven heredera estaba al límite de sus energías, sentir el aliento de la castaña en su cuello la motivaba a tal punto que sus últimas energías se fueron en los gemidos finales cuando sintió como su intimidad dejaba escurrir un líquido al mismo tiempo que Akko relajaba su cuerpo y se dejaba caer despacio sobre ella.

Una pequeña brisa fría le provoco escalofríos a la Cavendish ya que Akko recupero un poco de fuerza, la suficiente para levantarse de arriba de su esposa y librarla del peso extra. Más muerta que viva, Diana se apiado de la japonesa por lo que se levantó para alcanzar las sabanas y cubrir sus cuerpos, tan pronto como Akko sintió esa cálida sensación se acomodó boca abajo abrazando ligeramente la almohada.

Que rico – Dijo mientras frotaba su rostro en la almohada.

Diana sonríe con ternura ante ese acto infantil.

¿Tenias mucho frio? – Pregunta mientras se acomoda de lado.

Me refería a ti – La mira con una infantil sonrisa en el rostro.

Akko – Ni escondiéndose bajo las sabanas Akko iba a olvidar ese hermoso sonrojo en la pálida piel de su chica.


El sol ya se había adueñado del cuarto, y sus primeros rayos ya habían calentado la pálida piel de una chica que comenzaba a desperezarse y luchaba por abrir los ojos, ciertamente se le pegaron ciertos hábitos poco femeninos de su esposa, hablando de esta última, Diana volteo la mirada a su lado para encontrarse con una figura femenina, durmiendo y roncando boca abajo, enseñando su espalda marcada ligeramente por unas uñas. La joven Cavendish desea quedarse más en cama y abrazar a su esposa, solo ellas dos acurrucadas luego de aquella noche, y quien sabe, compartir un par de besos o una nueva sesión de cariñitos, nada la haría más feliz en este momento, pero para su pesar tenia tareas pendientes que debía atender, por lo que se levantó con cuidado de la cama, cubrió su desnudes con una bata, se acercó a su aun adormilada esposa para cubrirla mejor con las sabanas.

Te dejare dormir 15 minutos más, solo por hoy – Susurro para luego besar su cabello y dirigirse al baño.


2 Meses después.

Dianaaaa, Luz de mis ojos, brujis de mi almaaaa –

Akko acababa de regresar después de pasar una semana en Japón visitando a sus padres, para ella tantos días sin su amada Diana se sentía casi como meses, así que tan pronto como llego a la mansión Cavendish saludo a la servidumbre y pregunto por su esposa, la mismísima Anna le indico que Diana había subido al cuarto hacia largo rato y que cuando Akko llegara la buscara ahí.

¿Pero como ella sabía cuándo llegaría? Si no le avise para sorprenderla - Se cuestionaba mientras arrastraba los pies escalera arriba - Aghh, y de nuevo se me olvido que ella puede predecir el futuro - Se palma la frente - Tonta –

Llego hasta el cuarto que compartían, golpeo unas cuantas veces de forma enérgica y esperar a que le permitieran pasar.

Akko, puedes entrar – Respondió la joven desde adentro.

Mouu - Se asoma con un puchero - ¿Cómo sabias que era yo y no alguno de los sirvientes? –

La rubia estaba recostada en la cama en bata mientras sostenía un libro, a un costado, en el lado de la cama que usualmente ocupaba Akko había una pila de al menos 5 libros más y en la mesa de noche de su lado una taza de té aun humeante.

Ninguno de los sirvientes golpea la puerta como si quisiera tirarlo en el intento - Contesta con una sonrisa mientras cierra el libro - ¿Cómo estuvo tu viaje? –

Sin contratiempos - Deja su equipaje a un lado y se quita el abrigo - Aunque el cambio de horario entre aquí y Japón siempre me toma desprevenida, ya sabes - Se sienta en la cama del lado de Diana, la besa primero en la mejilla y luego le da uno más largo en los labios - Por cierto ¿En bata y en cama a esta hora? - Le regala una pequeña sonrisa junto a otro beso - ¿Le pasa algo a mi Dianita? –

Tonta - Desde que Akko entro al cuarto Diana tenía una sonrisa en su rostro - A decir verdad si me pasa algo - Su sonrisa se ensancho aún más - Tengo algo de mareos desde la madrugada así que hoy quise quedarme en cama sin descuidar mis obligaciones – Señala los libros a su lado.

¿Mareos? - Su sonrisa se borra y cambia su semblante a uno de preocupación - Si estas enferma deberías estar descansando, no trabajando – Le quita el libro de las manos.

Pero Akko...–

Sin peros - Agarra todos los libros y los lleva lejos del alcance de la rubia - Ninguna esposa mía va a esforzarse de forma innecesaria – Le acomoda las almohadas.

Eso lo sé, pero Akko...–

¿Y esto? - Prueba la tasa de té - Si es un resfrió deberías tomar té con limón, no solo una simple infusión de hierbas - Agarra la tasa - Iré a prepararte algo –

¡Akko! - Termina por levantar la voz asustando y llamando la atención de su esposa - En vista que aún no eres capaz de captar las indirectas...– Da unos golpecitos al espacio en la cama a su lado invitándola a sentar.

Aun con esa nueva sensación de miedo ella obedeció en total silencio.

Amor - Suspira y la toma de las manos - Si te cuento que tengo mareos en la mañana y te aseguro que no estoy enferma ¿No te dice algo? –

Mmmh - Hace un gesto pensativo - Quizás sea... ¿Fatiga? – En momentos así a veces Diana pensaba seriamente en darle la razón a Sucy y sus comentarios respecto a la falta de atención de Akko.

¿Enserio? - Respira profundo y decide no darle más vueltas al asunto - Tengo una sorpresa para ti - Su sonrisa vuelve - Esta en el cajón - Señala la mesa de noche del lado de la cama de la castaña.

¿Una sorpresa? - La ve de forma extraña - No es nuestro aniversario aun - Diana ahora la miraba con expresión de regaño así que solo obedeció con una sonrisa nerviosa.

A medida que Akko se acercaba a la sorpresa Diana veía todo en cámara lenta, como Akko abrió el cajón, como su cara denotaba sorpresa al ver aquel objeto, la Cavendish tenía el corazón en la boca y se le detuvo cuando la japonesa cerro el cajón de golpe para luego volver a abrirlo y mirar con incredulidad, repitió la misma acción un vez más y luego miro fijo a la rubia.

Diana - Susurro - ¿Estoy soñando? - Trataba de no tartamudear - ¿Sigo dormida en el avión?–

Ahora si Diana no oculto una sutil risa, de un momento a otro sintió los nervios a flor de piel y eso la obligaba a reír sin razón aparente.

No, Akko - Aguanta la risa para poder contestarle - Estas aquí conmigo y esto es un sueño, pero hecho realidad –

De un momento a otro la japonesa corrió alrededor de la cama y se arrodillo quedando a un lado de su esposa, todo esto mientras soltaba un grito de felicidad.

¡Enserio ha funcionado! - La abraza rodeando su cintura con ambos brazos y apoyando su cara en su pecho - No sabes cuándo deseo que esto no sea un sueño, que alguien me pellizque - Y Diana lo hizo pellizcando su mejilla - Auuu, no era enserio – Levanta el rostro para mirarla al mismo tiempo que Diana la sostiene del rostro con ambas manos y la atrae para iniciar un intenso beso.

Te amo – Susurra contra sus labios al terminar el beso.

Yo también te amo - Sonríe a mas no poder - Pero a partir de ahora tendré que amarte por dos, amor para ti - Le da un besito en los labios - y un poco de amor en aumento para ti también ¿Escuchaste? – Besa el vientre de la rubia por encima de la ropa.

Jajaja Akko, apenas estoy de pocas semanas, aun no es capaz ni de escucharte – Le sonríe con ternura.

Pero pronto lo hará, es mejor empezar desde ahora - Se frota suavemente contra su vientre aun plano - No puedo esperar para contárselo a todos - Sus ojos denotan un brillo inusual - No sé si decírselo primero a mis padres o a Lotte y Sucy - Se pone de pie y se dirige directo al escritorio - También debo decírselo a Amanda, Constanze y Jasminka - Comenzó a caminar de un lado a otro llevando varios pergaminos en las manos - Oh claro, no puedo olvidarme de la maestra Ursula y Croix, y tu quizás quieras decirlo a Hannah y Barbara - En pocos segundos había hojas y libros repartidos por todos lados - ¿Que sería más conveniente, una lechuza o por teléfono? - Agarraba un bolígrafo - O quizás podríamos hacer una pequeña reunión para anunciárselo a todos –

Akko...– Hasta a ella la comenzaba a marear ver a la castaña recorrer el cuarto así de eufórica.

Ah, cierto ni Anna ni nadie de la servidumbre me comento nada de lo que te pasaba, quizás no lo sabían, creo que deberíamos decirle primero a ella y...–

Cariño - Uso una voz firme para sacarla de sus divagaciones - Sé que estas emocionada, no sabes disimular - Le hace señas para que se acercara - Pero por ahora disfrutemos de este momento que es solo nuestro –

Dicho esto la castaña se rindió una vez más ante ella, se subió a la cama y abrazo a su esposa mientras dejaba caer lentamente su cuerpo en la comodidad del lecho matrimonial, la respiración acompasada de Akko ayudo a Diana a relajar sus propios nervios y a permitir encerrarse en su propio mundo, uno donde estaba alejada de las responsabilidades de ser líder de una importante familia de magos y solo existían ella, su esposa, y a partir de ahora también su pequeño retoño esperando por nacer.


Saben me acostumbre a poner algunas curiosidades al final de los capítulos pero esta vez me salteare esa tradición, básicamente porque no recuerdo en este momento cuales fueron las referencias que use, quizás en el próximo capitulo agregue algo.

Por ahora gracias por tomarte el tiempo de leer.

atte

Shana Uchite