Aclaración: Detroit: Become Human no me pertenece.

Dolor.

Hank estaba sentado en su oficina –que en realidad solo era un escritorio- revisando todo el papeleo que le habían asignado. Mientras tomaba nota de uno que otro caso que mostraba esas hojas de papel, no pudo evitar mirar de reojo como el androide salía a su patrullaje que le habían asignado.

Suspiró con resignación.

A pesar de que era lo que más se había podido acercar al menor en todas estas semanas, su amigo seguía sin poder dirigirle palabra alguna. Aunque le causaba gracia que Connor se comportara como una pendeja niña escolar enamorada, le apenaba que aún no pudieran compartir como antiguamente lo hacían. Pero le daría su espacio hasta que llegara el momento.

-Tiempo al tiempo, carajos- se murmuró para si solo.

Además, había mucho trabajo. No debía distraerse en sus pensamientos.

-Jodida mierda, haré todo rápido para ir a comer una puta hamburguesa- se dijo casi como si fuera una apuesta en la que no estaba dispuesto a perder -veamos que tenemos aquí- dijo mientras tomaba un papel al azar.

No habían pasado ni diez minutos cuando el canoso tenía su frente apoyada en todo aquel desorden de papeleo sin soltar su bolígrafo.

Si no fuera porque en ese momento su estómago empezó a rugir monstruosamente, de seguro no despertaba hasta el mediodía. Se refregó los ojos para poder despertar

Recién estaba comenzando el día, y ya estaba hecho una mierda.

Volvió a acomodarse en su asiento mirando todo el desorden que había quedado tras su pequeño descanso de los ojos. Suspiró largamente esperando que todo se ordenara por arte de magia.

Mientras intentaba dejar todo en su lugar solamente con la mirada sintió que alguien le tocaba suavemente el hombro.

-¡Hola teniente!- Marie lo saludaba amistosamente -qué hermoso día el de hoy, ¿no?-.

-Hola- le respondió al saludo -sería un mejor día si no tuviera tanto trabajo, je-.

-¡Pero nada que no pueda mejorarse con un café!-.

A veces pensaba que aquella chica era demasiado amistosa para todo lo que ha visto en su trabajo. A muchos, los escenarios que veían día tras día endurecían sus personalidades.

La chica se estaba marchando cuando en voz baja le preguntó -y… ¿cómo ha estado? Me he dado cuenta que llegó antes… ¿se vinieron separado? ¿pasó algo?- no pudo evitar fijarse en ello, y le preocupaba que algo le hubiera pasado a Connor. Él generalmente llegaba acompañado.

La detective volteó bruscamente con una sonrisa, como si hubiese esperado esas preguntas.

Y claro, no es que le hiciera esas jodidas preguntas todos los días. Claro que no.

-Bien, ha estado bien- le contestó mientras intentaba recordar algo -hoy estaba algo ansioso en la mañana, pero en lo general está bien- dijo mientras acercaba una silla cerca de él -ustedes deberían ya establecer comunicación alguna- lo miró con reproche -no son niños, deberían resolver sus asuntos amorosos- dijo encogiéndose de hombros.

Esta última sentencia hizo sonrojar al mayor, pero intentó disimularlo siguiendo la conversación.

-Es que Connor no es realmente un adulto, tampoco un niño…- dijo -hay que darle su espacio, no quiero que colapse. Ya aprenderá como funciona estas cosas- dijo mirando al desorden que tenía en su escritorio.

-Eres tan tierno cuando te preocupas por Connor- se levantaba de su asiento -quien diría que el amargado del teniente Hank sería todo un bombón- dijo mientras se marchaba a donde estaba su escritorio. Ósea, al frente de él.

A pesar de que agradecía todo el apoyo que Marie les daba a los dos, -y el hecho que no les dijera a nadie sobre la real razón de por qué Connor se fue a vivir con ella- sentía una leve envidia hacia ella. Él era quien vivía con el menor.

Ahora él era la puta adolescente.

Mierda.

Empezó a ordenar. Tal vez sería más rápido si separaba los papeles por las diferentes categorías primero.

-Robo, robo, drogas, robo, asalto… ¿persona desnuda? Que jodida mierda- dijo antes de bostezar.

-Esto no está funcionando- se dijo -iré a tomar una puta taza de café-.

Caminó lentamente hacia la pequeña cocina que tenían en la estación de policías. Todos se habían puesto de acuerdo en juntar dinero para tener una máquina de café, de esas que tienen de varios tipos y sabores, por lo que solo debía poner su taza en la parte marcada y no tendría que hacer nada más. Oprimió los botones correspondientes y se dispuso a observar como caía aquel líquido café, como si fuera lo más espectacular del puto mundo. O como si no tuviera nada mejor que hacer.

Una vez estando la taza llena, lo probó por si estaba bien de azúcar.

Aunque no estaba malo, seguía prefiriendo las preparaciones que le hacía el androide en las mañanas. El maldito robot lo acostumbró a tomar café con el mínimo de dulzor.

Se puso una mano en la frente mientras miraba al techo.

Extrañaba a ese puto androide.

Extrañaba sus conversaciones de cada mañana y de cada noche. Extrañaba esas salidas por la ciudad junto a Sumo. Extrañaba las comidas que éste le preparaba cada vez que descargaba un nuevo libro de cocina. De cómo se preocupaba de que su ropa estuviera planchada, de que comiera bien, de que era muy viejo para hacer mucha fuerza, de cómo había estado su día. Hasta extrañaba esos abrazos que empezó a darle los últimos días en que convivieron.

Dejó su taza en el mesón, apoyándose en el mismo.

Ese imbécil le había cambiado su vida, le había dado un motivo para seguir viviendo… seguir sonriendo.

Y el muy jodido se había marchado.

Tampoco es que pudiera encerrarlo, ni nada por el estilo. No era sano eso. Pero estando junto a él se sentía realmente parte de algo. Parte de una familia.

…Se sentía querido. Y él lo quería. Por la mierda, si que lo quería.

Pero ahí estaba el puto problema. No era el mismo cariño. No era el mismo amor que se sentían. Ambos sentimientos eran grandes, pero no el mismo.

Pero podría aprender a quererlo de esa forma.

-Qué mierda- se dijo para si mismo -que sucede conmigo…-.

Tomó su cabeza con ambas manos mientras la sacudía, como intentando sacar aquellos pensamientos. Y es que no era la primera vez que pensaba en ello en estas semanas en que Connor se había ido.

Tal vez ya estaba muy viejo y pensaba en puras gilipolleces.

También podría ser que extrañaba tanto a ese desgraciado que estaba dispuesto a quererlo de esa forma. Porque lo quería, de eso no le cabía duda alguna. Además, el cariño que Connor necesitaba era uno tierno -omitiendo esa noche en su habitación, que al parecer fueron solamente mal entendidos-, no sentía placeres por lo que tampoco su relación se enfocaría a eso.

Porque sería raro tener relaciones con un hombre. Al menos él no se veía en esa situación. No de nuevo. O eso creía.

Mierda.

De todas formas, ya estaba viejo. No quería cosas locas como lo que salen en películas o esas estúpidas series en la televisión. Ya pasó esa etapa, no le interesaba repetirlo.

Y Connor seguía cumpliendo esas expectativas.

Pero no sentía que lo amaba. O al menos no a consciencia.

Sin embargo, si le aceptaba esos sentimientos amorosos al menor sin sentirlos él, solo le causaría mayor daño si es que a la larga no funciona. Y ese pensamiento era lo que lo frenaban cada vez que pensaba en aceptar el cariño del androide.

No quería dañarlo aún más.

Volvió a tomar su taza y se encaminó hacia su escritorio. Después seguiría meditándolo, ahora tenía bastante trabajo que realizar.

Con el mismo paso lento con el que había llegado a la cocina, se devolvió a su escritorio.

A medida de que estaba llegando a su lugar de trabajo, se escuchaba todo un alboroto. Los oficiales corrían de un lado a otro, mientras los de mayor cargo estaban llamando por radiopatrulla o simplemente por teléfono. Siempre pasaba esto cuando había un oficial herido.

Dejó su taza entre todos sus papeles y atajó del brazo al primer oficial que encontró.

-¿Cuál es la situación?- preguntó seriamente, como teniente debía estar al tanto de lo que pasaba.

-Oficial herido, el malhechor sigue libre- dijo con una mirada nerviosa.

-Gracias, puede proseguir- dijo mientras lo soltaba. Estos policías eran cómo unos malditos corderos, solo les disparaban sin pillar al puto desgraciado.

Lo bueno que el capitán se encargaba de estas situaciones, él seguiría en su papeleo.

-Teniente Anderson- escuchó que lo llamaban. Se volteó y se encontró con su vecina de oficina.

-Detective, ¿qué sucede? - dijo con un aire cansado. Tal vez le iban a pedir que hiciera algún trámite con la situación que se encontraban.

-El oficial herido es de la patrulla de Connor, iré ahora mismo a ver la situación- dijo con una notoria ansiedad -si quiere, puede acompañarme-.

No pudo evitar sobresaltar sus ojos. Nunca se esperó eso.

Se sintió como si le echaran una cubeta de agua fría.

Hank intentaba tragar toda la información que le estaban entregando. Había ocurrido un altercado en el lugar donde Connor había ido a investigar.

Sentía como le subía la presión. No podía descomponerse en este momento, tal vez el androide lo iba a necesitar.

… Pero, ¿qué iba a poder hacer un viejo como él?

No debía pensar en eso.

No ahora.

Intentó respirar profundo. Debía calmarse.

No necesariamente tenía que ser Connor al que hayan herido. Tal vez solo fue impulsivo en venir a ver la situación con la detective.

Sería la peor de las suertes que fuera Connor.

La vida no podía ser tan mierda, ¿verdad?

Sintió que el camino se le hacia eterno. ¿Qué tan lejos estaba? Seguía sintiendo el escalofrío en su espalda. Sudaba en frio.

Joder, se sentía bastante inquieto.

Y la chofer del vehículo tampoco estaba tranquila. Intentaba concentrarse en el camino mientras caían pequeñas gotas de sudor por su sien. Marie intentaba ocultar su preocupación, pero no lo lograba. También le tenía gran cariño al menor.

Solo debían esperar para verificar lo que había sucedido.

Llegaron al callejón que les habían indicado. Rápidamente bajó para ver la situación.

Estaba siendo bastante poco profesional en esta ocasión. Estas cosas pasaban todos los días. Había ido centenares de veces a investigar escenas del crimen.

Pero el solo hecho de pensar que Connor podría estar mal lo dejaba fuera de sus casillas. Sobre todo, con el poco apoyo técnico-mecánico que han tenido los androides para la mantención y reparación de sus piezas.

Cualquier daño crítico sería fatal para el menor.

Ya habían llegado algunos oficiales a la escena y habían cerrado el perímetro. Alrededor lograba visualizar una gran cantidad de civiles que estaban observando todo el "espectáculo", algunos para ayudar y otros solo para entretenerse un rato.

Pasó al otro lado de la cinta de peligro que habían puesto, aún con angustia mirando a todos lados para encontrar al androide. Logró identificar una especie de entrada a un subterráneo, pero de eso se preocuparía después.

Vio manchas de sangre en el suelo. Con la mirada siguió el rastro hasta encontrar al sujeto al que le pertenecía. Sintió un alivio profundo al percatarse que el oficial herido había sido Daniel quien estaba siendo llevado a urgencias por una bala en el hombro.

Su alma había vuelto al cuerpo. Admitía que estaba siendo un puto egoísta, porque había un hombre de los suyos herido. Pero no era Connor, y eso le bastaba.

No puedo evitar dar una sonrisa.

Sin embargo, ahora que recordaba, Daniel no era parte de la patrulla de Connor. Y tampoco estaba su compañera.

En realidad, solo se encontraba Daniel.

Volvió a sudar frio.

Se acercó a uno de los oficiales que habían llegado antes para preguntarles la situación.

-¿Y donde mierda están metidos los demás oficiales?- dijo intentando no alterarse. Algo bastante difícil ahora mismo.

-Según algunos testigos, salieron a perseguir al involucrado en la venta de armas ilegales- dijo indicando con la cabeza aquella entrada que había visto antes -un oficial joven les había encargado a algunos comerciantes que llegaron tras los ruidos que cuidaran del oficial herido mientras llegaba la ambulancia. Él siguió tras ellos- sentenció.

Mierda.

Volvía a preocuparse de sobremanera.

-¿Y hacia donde se dirigieron?-.

-Hacia allá- dijo apuntando a la dirección -han pasado varios minutos y no se ha sabido de ellos-.

-Iré a echar un vistazo- dijo decidido sin esperar ni un segundo para ponerse en marcha.

-Teniente- escuchó a lo lejos -lo mejor será esperar otras patrullas para que vayan a ver que pasó- dijo preocupada.

-¡Cuando lleguen, dé la orden detective!- gritó mientras empezaba a caminar con mayor rapidez -¡ahora iré a verificar!- y sin esperar respuesta alguna, corrió hacia donde le habían indicado.

Tenía que saber que había pasado.

Quería ver que Connor estaba bien.

Mientras seguía la dirección miraba a todo su alrededor en busca de algún índice que le dijera hacia donde habían ido. Intentaba ver si algo estaba fuera de orden, algo que fuera extraño.

Solo había pasado un par de minutos, pero se sentía angustiado. ¿Dónde carajos se habían metido?

Logró ver una tienda abandonada con un vidrio roto y una puerta abierta pero forzada. Si no habían ido por allí, no sabría en que otro lugar podrían estar. Así que se arriesgó.

Entró por la puerta a la habitación del local, la cual se encontraba bastante oscura. Se percató de una puerta abierta, así que rápidamente se dirigió allí.

Entrando observó las escaleras. Mierda.

Vería si encontraba un ascensor, no quería que le diera un infarto. Revisaría piso por piso desde allí.

Revisando un poco encontró un pasillo en donde se encontraba un ascensor. Y para mejor, si estaba funcionando.

Mientras esperaba el ascensor le llegó llamado por su radio personal.

-Oficial herido, oficial herido- se escuchaba -situación controlada, se necesita urgente ambulancia o lo que sea- creía que identificaba la voz -nos encontramos en la azotea de un edificio, llegar a través del callejón adjunto hasta encontrar una tienda abandonada, repito… - era el oficial compañero de Connor.

Sintió como sus manos empezaron a temblar.

-Recuerda, respira- dijo intentando hacerlo, pero le dificultaba.

Había llegado el ascensor, y al entrar solo esperaba que fuera la oficial la que necesitara la ambulancia.

Si realmente existía un Dios, que se apiadara de él.

Oprimió el botón del último piso. Sintió que las puertas se cerraban con bastante lentitud.

Respiró hondo, intentando hacerse la idea de lo que llegaría a ver. Convenciéndose de que no sería el androide a quien vería malherido.

Y si el camino en auto se le había hecho eterno, la subida del elevador era como si nada se moviera. Todo lo veía en cámara lenta. Sentía como el corazón en su pecho golpeaba queriendo salir de él. Sus manos estaban congeladas.

En cualquier momento se desmayaría.

Realmente se había vuelto viejo.

Llegó a la última planta. Pareciera que estuvo horas metido allí en ese pequeño espacio.

Salió y buscó alguna puerta que lo llevara a las escaleras. Aún debía llegar a la azotea.

Cuando las encontró, empezó a subirlas con aceleración. Solo quería llegar.

Tenía la esperanza que todo estuviera bien.

Que todo esto solo fuera una anécdota para contarla en el futuro.

Le faltaban los últimos escalones. Entre el inconveniente para respirar y la falta de actividad física en todo este tiempo, le dificultaron la subida. Apretó los dientes con fuerza, tenía que calmarse.

Sino, todo saldría mal.

Abrió la puerta que permitía la salida a la azotea con un solo golpe. El brillo del sol lo cegó apenas se asomó al exterior, por lo que se tapó los ojos al instante con sus manos, sin dejar de estar en alerta.

-Esas putas escaleras oscuras- se dijo para si mismo. Era como si todo confabulara contra él.

-¡Teniente…!- logró escuchar. Pero esa no era la voz de Connor.

Apenas empezó a acostumbrarse a la luz empezó a vislumbrar levemente su alrededor. Estaba la oficial sangrando desde la pierna y esposada a unos fierros que estaban expuestos desde el suelo. Michael estaba agachado a una distancia de ella.

Le parecía extraño que no la haya sacado antes de allí, el jodido traficante al parecer había hecho de las suyas y no habían podido salir de ese desmadre que dejó. Además era una oficial herida, no debía quedarse en ese estado.

Connor de seguro siguió a ese maldito. Siempre había ese tipo de acciones imprudentes. Solo le terminaría sacando más canas de las que ya tenía. Nunca terminaría este día, pero al menos ya había encontrado a la oficial herida, por lo que ya había vuelto a respirar bien y sus manos ya no estaban temblando. Esperaba solo que el menor se cuidara, ya habían sido dos oficiales heridos, no quería un tercero.

-Yo la saco, oficial- dijo mientras rápidamente se acercaba a ella. Él sabia como abrir cerraduras y unas esposas no eran gran cosa para él. Además, ya podía ver claramente.

-¡No teniente!- dijo Michael mientras lo miraba entre desesperación y furia.

-¡Qué mierda!- dijo acercándose a él -¿no ves que…?- pero no pudo continuar la frase al ver que el rostro del oficial estaba manchado con una especie de líquido azul.

Oh no.

Se acercó rápidamente sin decir nada. Al acercarse se percató de un bulto que estaba al lado del otro hombre. Su espalda empezó a tener escalofríos, nuevamente empezó a sudar.

Su corazón aceleraba rápidamente mientras que sentía que el mundo giraba con lentitud. Estaba temeroso. Angustiado.

Tenia un horrible presentimiento de todo esto.

Llegó al lado de Michael y lo vió.

Sintió que su corazón se detuvo.

Su garganta hecha un nudo.

Le empezó a doler la cabeza.

Sus ojos se nublaban.

Todo en él estaba temblando.

Ahí, tirado en el suelo estaba Connor. Manchado de aquel fluido azul en ambas piernas, en la sien y en medio de su rostro.

Su rostro… no, todo él estaba blanco, pálido como aquella noche en su casa. Pero con la diferencia de que su rostro estaba destrozado.

Sus piernas se desvanecieron. Si no fuera por el oficial, se habría dado un duro golpe contra el suelo. Después de que éste lo ayudara a sentarse junto al menor, no pudo evitar sollozar. Hace demasiados años que no lloraba de esa forma.

Y es que la vida podía ser una jodida mierda.

Sentía que algo lo quemaba desde las extrañas. Sus ojos no paraban de llorar. Y en cualquier momento vomitaría.

Se acercó a lo que quedaba del rostro del androide -¡Hey Connor! Soy yo, Hank… abre esos ojos de una puta vez- dijo intentando sonreír, evitando ver el gran agujero que tenia atravesado entre sus ojos. Podía ver los mecanismos apagados desde allí.

Mierda, mierda, mierda.

Su mandíbula le temblaba. En un instante le llegaron todos los recuerdos que había tenido con el menor. De todo el apoyo que le brindó, de que fue el único que se encargó de mejorar su día a día.

De el cariño incondicional que le entregaba.

Y de un día para otro, todo quedó en el pasado. Nada de eso se volvería a repetir.

Tiempo al tiempo…

¿Qué iba ser de él? Ese jodido robot era la única razón por la que estaba viviendo. Era el único que le daba una razón para seguir vivo.

No valía la pena nada.

Intentó dejar de llorar, pero la situación no le dejaba respirar por lo que todo le era difícil. Sufría. Le dolía ver al androide en ese estado. ¿Cómo mierda su vida pudo terminar así? La cantidad de sangre azul que había salido de su rostro parecía una rosa gigante del mismo color que brotaba desde aquel agujero que le había destrozado la cara.

-¿Por qué tuviste que perseguirlo Connor?¿por qué tu? ¡por la jodida mierda!- dijo mirándolo con la esperanza de que en cualquier momento abriría sus ojos.

El oficial le tomó del hombro a modo de apoyo. Tenía los ojos hinchados, por lo que de seguro también había llorado antes.

-Ese maldito traficante… ¿verdad? Yo mismo me encargaré de él- dijo mientras acercaba sus manos al rostro del menor. A pesar del color, podría haberlo diferenciado de cualquier forma. Tenía la estructura de su rostro como siempre, con esa nariz fina de mujer, esos labios delgados y esas orejas como si siempre estuviera escuchando todo.

-No… fue ella- dijo mientras apuntaba con su mano sin siquiera mirarla. Él también sufría.

Hank miró sobresaltado. Pero esa sorpresa enseguida pasó a una furia que no podía controlar. Era tal que sentía que con la mirada iba a quemarla.

-Así que fuiste tu…- dijo mientras se paraba -Tu, puta de mierda- quería pegarle. Quería hacerle lo mismo que le había hecho a Connor -¿cómo lo dejaste así? Él no daña ni a una jodida mosca…- iba directo hacia la oficial cuando Michael lo detuvo del brazo.

-Era solo un pedazo de metal, no le des drama- dijo con enojo Abigail.

-Suéltame, tengo asuntos que hacer- dijo mirándolo con enojo. Las lágrimas no paraban de salir.

-Van a llegar refuerzos, teniente- dijo -no debes mostrarte así, solo la convertirás en victima y tu terminarás en la cárcel- sentenció.

-Me vale mierda- se desató del agarre. Sin embargo, el oficial no se daba por vencido, por lo que estuvieron un rato forcejeando, hasta que el canoso finalmente cedió. Y no es que se dio cuenta que el menor era más fuerte que él.

-Qué penosos, cuando acabe la moda de los robots todo volverá a la normalidad- dijo con fastidio.

Hizo caso omiso a ese comentario. No se merecía su jodida atención, y no caería en sus juegos.

Volvió a situarse al lado del menor. Lo veía, tan destruido… tan inmóvil. Era extraño, siendo que Connor siempre estaba haciendo algo, inventando cualquier cosa para hacerlo moverse o porque le gustaba haber los quehaceres del hogar.

Volvió a formarse un nudo en la garganta.

Esto era como cuando supo que Cole había fallecido. Cuando se lo quitaron por una puta injusticia de ese médico de mierda. Nunca creyó que volvería a vivir algo similar. La vida le estaba sonriendo, porqué jodidamente tenía que pasar esto. Él era un androide, no debería poder morir. Nunca murió cuando trabajaban juntos, debería seguir así…

Puto CyberLife, puta vida, ¿puto todo! Sobre todo maldecía esa empresa de mierda, que si no fuera porque no querían apoyar a la causa androide esto no sería ni un jodido problema.

Pero… tal vez podría hacer algo. Al menos hacer el intento.

Recordaba que Connor le había hablado algo una vez sobre su dispositivo memoria. Cuando un día le había preguntado cómo era que seguía siendo el mismo siendo que lo había morir varias veces. En ese momento le explicó que CyberLife estaba trabajando en un proyecto en el cual se mantenía los datos obtenidos independiente de lo que le pasara al androide, los cuales estarían almacenados en un dispositivo interno para así salvar cualquier información importante que alguna persona no quisiera que el mundo supiera. O a que Cyberlife le sirviera.

Era su esperanza en toda esta desesperación que sentía.

Pero era algo que un mecánico general no sabía. Un proyecto que aún no salía a la luz, puesto que desde que la empresa cerró, ésta no había querido cooperar con nadie.

También estaba el hecho de que le habían disparado en pleno rostro, por lo que existía la posibilidad de que ya estuviera aquella pieza destruida.

Además, si aún fuera posible rescatar el aparato, y una persona o androide ignorante al tema intentaba reparar a su amigo, temía que solo lo dañara y se perdiera todos sus recuerdos.

Todo lo que habían vivido…

Cada vez el pecho le dolía más. Temía que con lo viejo que se encontraba le diera un infarto, pero… ¿importaba ya? ¿para qué vivir si volvería a la soledad?

Abrazó al cuerpo inerte que tenía entre sus brazos sin importar de que se ensuciaría de aquel líquido azul. Sentía como palpitaban sus ojos pero no salían ya lágrimas. Ya se habían agotado.

Michael le tomó del hombro mientras lo miraba con preocupación. La otra pendeja de mierda solo lo miraba con enfado.

-No…- se dijo con determinación -no dejaré que mueras por una puta estúpida- sentenció mientras sacaba su navaja del bolsillo -tu volverás, ¿me escuchaste?-.

Sus manos temblaban mientras se acercaba al rostro destrozado del menor. Intentaba hacer memoria de todo lo que le había dicho aquella tarde en su casa. Recordar paso por paso como hacerlo, como funcionaba, los cuidados que debía tener e intentar hacerse una idea de que forma tendría.

Empezó a respirar agitadamente.

Él no sabia nada de esto. Él era un vejestorio que se había quedado en el pasado. Nunca se había interesado en el tema de los androides, siempre dejaba la examinación de ellos a cualquier otro encargado.

Podría darle instrucciones a alguien que supiera de reparaciones para sacar ese dispositivo, pero corría el peligro de que no lo ayudara realmente y utilizara aquella pieza para llevarla al mercado.

No correría riesgo alguno.

Tomó aire y con cuidado le clavó la navaja en el orificio que había quedado. La memoria se encontraba tras el ojo izquierdo. Si… al menos de esa mierda se acordaba.

El oficial se sobresaltó ante tal acción que había hecho el canoso, pero de alguna manera le confiaba que sabia lo que estaba haciendo.

Le gustaría que realmente fuera así.

Intentó con bastante cuidado, pero con mano firme llevar el filo hacia la izquierda de su rostro. Era grotesco y bastante repulsivo ver como salía líquido azul. Era tal como si fuera una persona, solo que con más piezas de metales. Y con sangre azul.

Con la navaja abría aún más el rostro de Connor. Tuvo la facilidad que la parte más resistente de su rostro se había quebrado por el disparo, por lo que le era fácil adentrarse al interior.

Le mareaba hacerle eso. De destrozarle su rostro aún más de lo que ya estaba ¿qué pasaría después? ¿Realmente esto iba a funcionar, o solo quería creer en eso? Tal vez después debido a esto no tuviera más arreglo su cuerpo y todo de igual forma sería en vano… mierda.

Ya lo estaba haciendo, ya no había vuelta atrás.

Siguió introduciéndole la navaja mientras miraba si ya había llegado a algo que se pareciera a lo que creía saber que era el dispositivo. Con cuidado iba moviendo algunos cables o chips. Tenía que llegar a ese centro.

Habían pasado unos minutos cuando encontró algo con esas características.

Era ahora o nunca.

Con suma precaución tomó el dispositivo para sacarlo de allí. Una vez que hayan reparado al menor, buscaría a alguien de confianza que supiera hacer la reincorporación de la memoria. Empezó a extraerlo suavemente, con una delicadeza que nunca había tenido antes. Con el cuidado de no hacerle daño a ese pequeño aparato.

Estaba a punto de sacar los cables de los cuales el artefacto estaba conectado, cuando de repente los ojos de Connor se abren de golpe y su cabeza empieza a moverse de un lado a otro.

-¡¿Aún estaba vivo?!- se dijo con alteración.

Debido a que todo fue inesperado no alcanzó a soltar el dispositivo por lo que se desconectó de todo y nuevamente el menor cayó al suelo.

Hank estaba atónito. Su mente estaba en blanco. Solo intentaba procesar lo que acababa de pasar.

Y cuando lo hizo, cayó en la desesperación.

Connor aún vivía.

Al menos hasta que él se hizo de mecánico y lo mató. Connor tenía esperanzas de vivir hasta que él, con la desesperación de traerlo de vuelta hizo lo que por una puta mierda no tuvo que haber metido mano.

Por eso tenia que haberse calmado. Para haber evitado que esto pasara.

Él mató a Connor.

-No…- se dijo -por la puta mierda ¡No!-.

No podía respirar. Se estaba ahogando.

-¡Cálmese teniente, no fue su culpa!- intentaba ayudarlo Michael -estas cosas son…- pero no siguió escuchándolo.

Sentía como su brazo izquierdo le dolía. Le ardía el pecho. Pero nada le dolía más que no tener ninguna esperanza de rescatar al androide. Y él fue el maldito culpable de todo.

Y se desvaneció.

Nota:

Me he convertido en lo que juré destruir (?) pensar que antes me preguntaba por qué algunas personas se tardaban tanto en actualizar, ahora lo sé D: holaa! Muchas disculpas por haberme demorado taaaanto en actualizar, me he metido a cuanta cosa este semestre (tuve vacaciones de una semana jaja) y no había podido escribir mucho, porque a pesar de que esto es un hobby no me gusta no cumplir con las cosas que hago :( ¡así que eso! Intentaré actualizar más seguido!

Y muchas gracias por sus comentarios y a la gente que lee la historia! Y perdón nuevamente por la demora Dx