Una mujer de rizos castaños y alborotados caminaba por el amplio jardín de aquella enorme mansión. La mujer estaba a punto de cumplir un par de años de vivir en esa casa, su nuevo hogar. El bebé en brazos con regordetes cachetes balbuceaba y elevaba las manos tratando de alcanzar un mechón de su cabello, contestaba a las palabras de su madre con un alegre gorgoteo. El heredero del clan Malfoy estaba apunto de cumplir seis meses, sus brillantes ojos avellana, único rasgo heredado de su madre, no dejaban de parpadear fascinado.

—No arrugues la frente así. —Le regaño en tono cariñoso, las serpientes masculinas de esa casa tenían ese tic facial para demostrar su arrogancia.—¿Porque te pareces a tu abuelo Lucius?

El dedo índice tocó la punta de la nariz del infante quien animado trato de atraparlo, sus rizos rubios y piel blanca dejaban en claro su linaje, cuando la bruja paseaba a lado de su suegra por el callejón Diagon las personas no dejaban de lanzar piropos a tan hermoso niño. La comunidad mágica no dejaba de hablar a sus espaldas ya que los tabloides amarillistas sacaron historias completamente absurdas, muchos magos dejaron de creer debido a que era obvio que Hermione Granger era ya parte del clan Malfoy, ese niño en sus brazos era la prueba viva.

—¿Ya tienes hambre? —Cuestiono asombrada al percatarse como el niño inflaba los cachetes y hacía pucheros.—Eres muy glotón, me ha dicho Susan que no puedo darte de comer hasta que sea tu hora.

La mujer negó con la cabeza mientras el pequeño contestaba inflando más las mejillas y amenazaba con ojos vidriosos soltar una terrible oleada de llanto. Hermione conocía lo manipulador y tramposo que era su hijo por lo cual continuó negando con la cabeza, Susan le había regañado por dejarse dominar, Scorpius debía aprender a comer a sus horas.

—Detén esa falsa.— Le volvió a regañar enfocando su vista.—Eres como tu padre, una pequeña serpiente manipuladora…

—¿Tan pronto te has dado por vencida? —Una masculina voz ingresó por los oídos de la castaña quien detuvo las palabras ante la intromisiòn.—Pensé que pelearías por que tu primer hijo fuera un león.

La castaña levantó la mirada para dirigirla al hombre delante suyo, usaba un traje completamente negro y una desgastada capa descansaba sobre sus hombros, una poblada barba rubia crecía en su mentón, nuevamente llevaba una coleta baja. El hombre le regaló un coqueto guiño de ojos para después dibujar una arrogante sonrisa y caminar hacia ella usando un bastón de apoyo.

—He vuelto a casa.—Mencionó el hombre tomando a la mujer por la cintura y llevar los labios a la mejilla derecha. —Te he extrañado tanto.

La mujer dejó derramar un par de lágrimas al sentir esos fríos labios tocar su piel, no estaba soñando, él había vuelto, cumplio su promesa. Las fuerzas escaparon de su cuerpo junto a un enorme suspiro, llevaba esperándolo tanto tiempo, algunas veces sentía desfallecer de dolor pero el bebé en sus brazos le dio la motivación necesaria para creer en aquella promesa. Los labios fríos vagaron hasta llegar a su boca, lo besó con desesperación, con hambre. No era un fantasma sino el Draco real, su amado volvió de la batalla.

—Nunca pensé que la gran Granger se quedara sin palabras.—Musitó burlonamente tomando al pequeño en sus brazos.—Hola Scorpius.

El hombre alzó al niño idéntico a él, le regaló una mediana sonrisa. El bebé se quedó un par de minutos observando fijamente aquel extraño entonces cuando lo vio arrugar la frente como su abuelo Lucius contestó con un balbuceo. Granger también regresó a su cuerpo, así que al ver que no llevaba al niño en brazos se colgó del cuello del recién llegado, depósito cientos de besos, hundió la nariz en su hombro para embriagarse en aquella cara colonia.

—Haz vuelto.—Comentó emocionada aferrándose a su prometido mientras este cargaba al bebé que también balbuceaba contento.— Eres un verdadero idiota.

Le dio un ligero golpe en el hombro para después depositar un cálido beso en la mejilla. Por fin era recompensada su espera, él cumplio la promesa de volver para quedarse a su lado. La pareja camino abrazada por el jardín, ambos podían descansar.

Malfoy y Potter terminaron aprendiendo a todos los mortifagos que quedaban, esperaban tener paz por algunos años hasta que otro loco genocida surgiera de las cenizas dejadas por el primero. Hermione detuvo la caminata, una duda continuaba rodando por su cabeza..

—Draco ¿Quien fue tu tercer amor? —La chica cuestionó poniéndose de frente y arrugando la nariz interesada.—¿Porqué no tuviste oportunidad con ella?

El rubio levantó la ceja intrigado por el repentino cuestionamiento, siempre creyó firmemente que en su carta dejó en claro sus sentimientos.

—Una muggle que conocí en Japón.—Contesto ladeando la cabeza como si le restara importancia.— Me gustaba mucho pero no lo suficiente para dejar todo por ella ¿Contenta?

La castaña asintió sin estar muy convencida, Draco entrecerró los ojos intrigado por esa actitud, entonces recordó una frase dicha por Potter, esbozo una mediana sonrisa para estirar la mano y colocarla en la cintura, acercó sus labios para besarla dulcemente.

—Entiende que eres la única mujer que he amado, irme sin decirte nada fue un grave error mio pero nada tiene que ver con que ame a alguien.—Su vista se enfoco en esos orbes avellana.—Eres el amor de mi vida, Hermione.

Los labios de la pareja se unieron en un dulce beso. Granger se aferró del cuello de su futuro esposo, ahora más que nunca estaba seguro de sus sentimientos, su destino era estar juntos.


Un hombre con mirada cansada, barba descuidada y ropa polvosa recargo el mentón sobre el borde de la cama, acababa de volver de su última misión. El último año lo pasó como nómada vagando de un sitio a otro, siguiendo pistas, Draco nuevamente fue aceptado en una celula de ex xmortifagos que tenían contacto directo con Walden Macnair, el hombre que le dio una poción a Luna. El mortifago enloqueció poco después de que Luna y Draco escaparan por lo tanto pocas personas creían sus palabras sobre la traición de un Malfoy.

En una redada orquestada por Malfoy y Harry lograron atrapar al hombre pero este se encontraba en un estado tan lamentable que se dieron por vencidos después de varios interrogatorios, durante el registro de su residencia encontraron un libro con diferentes pociones y antídotos, este le fue entregado a los medimagos de San Mungo.

—¿Por qué no me contaste que estabas enferma? —El hombre cuestionó a la rubia durmiendo sobre la cama, levantó el rostro.— Encontré tu diario, lamento no haber sido más observador.

Draco ahora podía tener su final feliz pero él, quizá no. Los medimagos llevaban días enteros tratando de encontrar la poción que el hombre usó, Hermione se unió al equipo de investigación, mantenía la esperanza de que lograra encontrar una pronta solución. Harry guardó entre sus manos las blancas y delgadas de su novia, deposito un beso y lágrimas rodaron por sus mejillas.

—Haces que este mundo sea un mejor lugar, cuando hablas llenas todo de luz y haces que me olvide del doloroso pasado. No quiero envejecer con nadie más, no sé qué va pasar si te vas. —Susurró tratando de contener el llanto sin ella su mundo perdió sus colores.— Solo sé que quiero estar donde estés.

El hombre se puso de pie para abalanzarse abrazar el cuerpo de la rubia quien parecía estar dormida, empapo su piel, llevo las manos a su rostro para acariciarlo, deposito un beso en la mejilla derecha, continuó recorriendo el suave rostro, gotas saladas humedecen la piel. .

—Te amo Luna, me arrepiento de haberme enfocado más en la captura de enemigos que en nuestra relación.—El tono usado era desesperado, sus pulmones se quedaban sin aire. — Perdí el enfoque, olvide que ser feliz era mi prioridad.

El diario de Luna y el libro del mortifago quizá les ayudaría encontrar un antídoto pero temían que el tiempo pasara y el cuerpo de la bruja no fuera lo suficiente fuerte para soportar. En aquellas hojas Harry logró entender lo mucho que Luna lo amaba, el doloroso proceso que pasaba en verse cada día con menos posibilidades de encontrar una cura, intentó con medicina muggle, investigó sobre sus síntomas nunca encontró una salida. Ella no deseaba que Potter pasará esos días triste por su inevitable partida, por ello guardó silencio, anhelaba verlo sonreír hasta el final. Quizá que comportaba como una niña egoísta pero fue su deseo.

—La últimas palabras en tu diario me han roto el alma, me pides que sea feliz ¿Cómo puedo serlo sin ti? —Acercó sus labios temblorosos.— Nadie puede reemplazarte, no importa que pasen años, seguiré esperando por ti.

El hombre cerró los ojos pegando la frente contra la blanca de su novia, no quería darse por vencido, no estaba listo para dejarla ir. No la amaba porque la necesitará si no la necesitaba porque la amaba. Ella era ese rayo de luz iluminando su mundo cargado de sombras, trato de detener el llanto, de ser más fuerte pero simplemente se quedaba sin energía.

Un ligero y casi inaudible quejido se hizo presente, el mago abrió los ojos para buscar la fuente de origen. Los labios rosas pálido de aquella bruja temblaban al igual que los párpados, de un segundo a otro se asomaron un par de orbes grises, una tímida sonrisa hizo acto de presencia. El rostro de Harry se contrajo ante esa mirada, ella había vuelto, acercó lentamente sus labios para posarlos sobre los de ella.

—Mi respuesta es sí. —Comento con débil tono de voz, el hombre escondió el rostro en el arco de su cuello.—Si quiero ser tu esposa.

Antes del incidente el héroe del mundo mágico le había pedido matrimonio pero la rubia nunca le dio una respuesta. Luna juro a Merlin que si despertaba lo primero en hacer era reafirmar su amor hacia el hombre que adoro desde niña.


Notas de la autora: Aqui el pequeño epílogo, espero les guste y que aún exista personas leyendo mis fanfics. Pronto retomaré las historias faltantes.

Saludos, gracias por leer y cuídense.