Disclaimer: Percy Jackson es propiedad de Rick Riordan


Y empezamos el tercer libro de la serie. Algunos parecíais querer varios momentos OriónxArtemisa, y os aseguro que en este libro los habrá. Quería ahorrármelos para este debido a que esta algo más centrado en la diosa.

Ahora sí, disfrutad.


La carrera de carros termina de forma inesperada

En sus cuatro mil cuatrocientos ocho años Hermes no esperaba una situación como esta. En el pasado Apolo había sido convertido en un mortal como castigo por parte de Zeus. Pero desde luego no esperaba volver a su medio hermano en esa situación.

Ahora entendía porque el joven enfrente de él le recodaba a alguien. Ya había visto a Apolo convertido en humano, pero había sido tanto tiempo atrás que casi había olvidado esos detalles. Aparte de eso tenía la impresión de que esta nueva forma mortal del dios del sol tenía bastante diferencias respecto a su anterior forma mortal. Quizás fuese el leve acné que tenía por la cara.

—¿Se puede saber que te ocurrió? —preguntó Hermes.

Apolo frunció el ceño.

—Eso quisiera saber. ¿Qué hace Castellan en el Olimpo?

Hermes suspiró. Se imaginaba que algo así sucedería. Así que le contó a Apolo todo lo que había ocurrido en esos días.

—Y eso es todo por ahora... Ahora te toca hablar a ti —dijo Hermes.

Apolo explicó su situación en el momento. Cómo Zeus lo había castigado, que había acabado en un callejón sucio de Nueva York dónde había conocido a Meg, y la misión que tenía ahora de restaurar los cinco oráculos de la antigua Grecia.

Una vez que Apolo hubo terminado su explicación, aunque la adornó de manera que él quedase como un glorioso héroe. O más bien lo intentó, ya que Meg fue corrigiéndole.

Hermes se quedó mirando pensativo a Apolo mientras Luke murmuraba "Primera vez que veo a un dios haciendo una misión".

—Entiendo —dijo Hermes—. Si habéis aparecido aquí es para que participéis en la lectura... Pero si Zeus se entera de un identidad, es probable que te arrojé del Olimpo de nuevo, Apolo.

Apolo tuvo un pequeño escalofrío, mientras recordaba su caída.

—¿Y que puedo hacer?

—Puedes fingir ser un hijo de Apolo, ¿no? —propuso Meg—. Al fin y al cabo ya te dieron una falsa identidad, ¿no?

—¿Qué identidad? —preguntó Luke con curiosidad.

—Ninguna —se apresuró a decir Apolo.

—Lester Papadopoulos —respondió Meg con una carcajada.

Luke resopló, aguantando las ganas de reír.

—Bueno, al menos es un apellido griego —reconoció Hermes, aunque él también sonreía divertido—. Creo que a partir de ahora todos te llamaremos Lester.

Apolo, o mejor conocido como Lester Papadopoulos, se cruzó de brazos enfadado.

En ese momento las voces de Zeus y Hades resonaron por el Olimpo.

—¿Qué es eso? —preguntó Lester.

—Debe de ser la señal para la carrera de carros —respondió Hermes—. ¡Venga, vamos!

Luke y Meg se apresuraron a seguir al dios, mientras que Lester tardaba unos segundos más.

—¡Espera, Hermes! ¿Qué carrera de carros?


En sus cuatro mil seiscientos doce años, Lester no se había topado con una situación tan extraña en su vida. Presentarse ante un grupo de personas, fingiendo ser quién no eres, para que tú yo pasado (un yo pasado perfecto, tenía que añadir) ni tu padre con complejo de Reina del drama te descubriesen; era francamente algo que nunca pensó vivir.

—Soy Meg McCaffrey. Hija de Deméter.

—Y yo soy... Lester Papadopoulos. —Varias risas se oyeron entre el gentío—... hijo de Apolo.

Los dos dioses estaban felices de tener nuevos hijos en la lectura y se acercaron, junto a Katie y a Will, para saber un poco más de ellos.

—Vaya —susurró Meg a Lester una vez sus padres se hubiesen alejado—. Tu padre esta caliente.

Lester sintió como sus orejas se calentaban.

—Para empezar, no es mi padre: soy yo. Segundo ¿no eres demasiado niña como para fijarte en esas cosas?

—Nuestra diferencia no es tan grande —replicó Meg.

—Tengo más de cuatro mil años —señaló Lester.

—Aquí no, ¿recuerdas? Eres un hijo de Apolo y tienes unos dieciséis años —dijo Meg. Lester se mordió los labios, sabiendo que no podía replicar a la hija de Deméter—. Venga, vamos. La carrera esta a punto de empezar.

Los dos se sentaron en las gradas junto al resto de espectadores. Abajo, en la pista de carreras, los seis semidioses que participaban en la carrera daban punto final a sus carros.

El carro de Zeus era de color azul con ilustraciones de relámpagos que destellaban. Los caballos eran palominos dorados con crines y colas blancas.

El de Poseidón era verde con el dibujo de olas en los laterales y un tridente en la parte frontal. Sus caballos eran dos sementales, uno negro y el otro blanco.

Por último el carro del dios de los muertos era negro con bordes plateados. Dos caballos esqueletos tiraban del carro.

—¿Has visto alguna carrera de carros? —preguntó Lester mientras los tres carros se ponían en la línea de salida. Meg negó—. Oh, bien. Pues vas a disfrutarla.

Quirón dio la señal para que la carrera iniciase y los tres carros partieron a la vez. Nada más salir los carros de Zeus y Hades se estrellaron con el de Poseidón, haciendo que este perdiese el control y se fuese por un lado.

—Tiene razón —comentó Meg—. Voy a disfrutar eso.

Por fortuna la hija de Poseidón, Alana, consiguió recuperar el control del carro y se lanzó a perseguir a los otros dos, quienes estaban enzarzados en un conflicto. Jason, con su espada de Oro imperial, estaba peleando contra Nico, quién usaba su espada de Hierro estigio.

Alana consiguió darles alcancé y quedarse al otro lado del carro de Zeus. Percy sacó a Anaklusmos y lanzó un tajo contra Jason, aunque apuntó a una zona cubierta con armadura para no dañar al hijo de Júpiter.

Tampoco hizo falta. Jason tocó la empuñadura de la espada. Esta emitió un brillo y, segundos más tarde, tenía una jabalina de Oro imperial en su mano izquierda, que aprovechó para repeler el ataque de Percy.

—¿Desde cuando Jason puede hacer eso? —preguntó Hazel Levesque con asombro.

Lester había oído decir que Percy Jackson era el mejor espadachín que había habido en los últimos trescientos años (aunque estaba seguro que Meg con algo de entrenamiento apropiado podría superarlo), pero Jason Grace no se quedaba atrás. Con una espada en la mano derecha y una jabalina en la izquierda, el rubio conseguía defenderse del ataque de sus primos por cada lado.

—Se acercan a la meta —murmuró Will.

Efectivamente. En esa ocasión habían decidido que sería únicamente una vuelta, motivo por el cual la pista era más larga de lo normal. Los tres carros habían superado la última curva y se abalanzaban sobre la línea de meta. Los tres estaban muy igualados, y parecía que cualquiera saldría ganador de dicho encuentro.

Bianca di Angelo fue quién hizo el primer movimiento. Levantó su mano izquierda, concentrándose. Segundos después las sombras reptaron sobre su brazo, antes de abalanzarse sobre los caballos rivales, envolviéndose alrededor de sus ojos y obstruyendo su visión. Como era normal los caballos perdieron el control y empezaron a perder velocidad.

—Ni te creas que has vencido —murmuró Alana Jones mientras le pasaba las riendas a Percy. Thalia hizo lo mismo con Jason.

Alana sacó su arco y apuntó a la cabeza de uno de los caballos esqueletos. Disparó y la flecha surcó el aire, estrellándose contra la cabeza de uno de ellos, que se congeló al instante.

Como es natural el carro de Hades perdió velocidad, y las vendas de sombra que ocultaban los ojos de los equinos desaparecieron... en el mismo tiempo que Thalia Grace lanzaba un rayo con ayuda de su lanza, que alcanzaba al segundo caballo de los di Angelo, destrozando su cráneo por completo.

En ese momento se armó un pandemónium.

Los caballos de Zeus y Poseidón, aterrados por por el rayo se estrellaron uno contra el otro, entrechocando los carros y provocando que los cuatro semidioses perdiesen el equilibrio y cayesen al suelo. Mientras el carro de Hades, al perder a uno de sus caballos, había perdido el control y había aplastado al segundo caballo esqueleto (el mismo que Alana había congelado). Nico y Bianca cayeron al suelo y el carro acabó haciéndose añicos al golpear el suelo con violencia.

Y así terminó la gran carrera de carros organizada por los Tres Grandes. Con cuatro caballos con crisis de ansiedad, tres carros completamente destrozados y seis semidioses gimiendo de dolor en el suelo.


Hola gente.

Primer capítulo de la tercera parte. Y hemos llegado a la carrera de carros, que ha terminado de una forma que nadie se esperaba.

En fin, dado que es el primer capítulo no tengo mucho que comentar. Así que me gustaría saber... ¿quienes creíais que iban a ganar la carrera?

Eso es todo por ahora.

Se despide,

Grytherin18-Friki

PD: Algunos me han preguntado que sucede con la historia de Conociendo el futuro. Nada, solamente que he tenido un par de dificultades que ya comentaré allí. Además de eso tengo que confesar que me siento más cómodo escribiendo sobre Percy Jackson que no sobre Harry Potter.