Prólogo – La Liga de Leyendas

Cuando Luxanna Crownward se bajó del caballo, lo primero que notó fue la enorme estructura de piedra que se levantaba ante sus ojos, y luego la sonriente chicha de piel morena que se acercaba a paso firme con una larga túnica que le daba la apariencia de flotar en lugar de caminar.

-Señorita Crownward – saludo la desconocida haciendo una reverencia.

Ante el saludo, en extremo formal, Lux no pudo evitar sentirse incómoda y de repente se cuestionó si no había cambiado una jaula dorara por otra de prístina piedra blanca. Sin embargo, como aún estaba escoltada por los soldados de su padre, sonrió y respondió la cortesía con una sonrisa. La chica frunció las cejas durante una fracción de segundo, lo suficiente para que Luxanna entendiera que quizá le haría falta ser extra cuidadosa.

-Confió que el viaje haya sido agradable, me disculpo por no poder proveer una bienvenida acorde a su título, pero aquí preferimos mantener un trato igualitario para todos…

Aunque en realidad no lo seamos, pensó Lux poniendo su mejor cara. Aun sin pronunciar palabra, siguió el ademán de la chica y se encaminó hacía la entrada del edificio, bordearon la fuente y llegaron a la puerta dónde un par de sujetos se inclinaron a modo de reverencia al verlos llegar.

A juzgar por el amoblado, era una sala de recepción y quizá también de espera, había sillones dispuestos por todo el lugar, fuentes de comida y bebida, también libros y una zona diminuta dispuesta con imitaciones en madera de las armas más comunes. Fue cuando Lux recordó la espada que llevaba en la cintura, evitó el impulso de tocar el mango y siguió a la chica hasta una pequeña mesa dispuesta con varios pergaminos.

-Tome asiento, por favor.

Una vez Luxanna atendió a su petición, la mujer continuó hablando.

-Estos pergaminos contienen los acuerdos que la Liga a dispuesto con Demacia para su llegada, si desea usted tomarse le tiempo para leerlos nuevamente, puedo ofrecerle un poco de comida y bebida…

Lux sonrió, con la superficialidad que lo hacía en casa, y se arrepintió al notar como su interlocutora volvía a fruncir las cejas, luego esta fingió haberse picado con borde del pergamino y sonrió nerviosa. Lux volvió a recriminarse.

A la joven demaciana le tomó cerca de media hora leer, nuevamente, los tres grandes pergaminos y no encontró un solo cambio entre estos y los que le habían hecho llegar meses antes a su hogar. Ni siquiera habían cambiado esa palabra de dudosa escritura, todo era exactamente igual. Y, aunque no tenía razón para creer que los pergaminso complementarios fueren a romper ese patrón, también los leyó. Una ver terminó, tomó la pluma y estampo su nombre en cada uno de los documentos, también la cera caliente y utilizo el anillo que llevaba puesto para dar el consentimiento de su familia.

Cuando todo estuvo firmando, la chica se levantó, tomó los pergaminos y aseguró cada uno con un hilo azul que desapareció luego de un susurro inaudible. Lux no pudo ocultar su sorpresa, pero los murmullos de su escolta lograron llamar la atención de la delegada. Sin embargo, esta solo sonrió y con una nueva reverencia le pidió a la señorita Crownward seguirla.

Esta vez, atravesaron la instancia hasta llegar a un puerta de madera, mucho más pequeña que el enorme portón de la entrada y lo abrió empujando apenas con la punta de sus dedos. A medida que las dos mitades se abrían, Luxanna pudo ver un corredor extenderse frente a ella, personas que iban en todas direcciones perdiéndose entre los pasillos que se conectaban y, lo más sorprendente, solo unos pocos se giraron para observarla brevemente antes de continuar con lo que sea que hicieran.

-Bienvenida a la Liga de Leyendas señorita Crownward.

Esta vez, Luxanna sonrió nerviosa pero con sinceridad y el rostro de la chica se pintó de sorpresa genuina, incluso parecía haberse sonrojado un poco. Luxanna dio un par de pasos para cruzar la puerta, también su escolta pero la chica se interpuso entre ella y los soldados.

-Lo siento mucho, pero solo miembros e la liga y visitantes autorizados tiene permitido el acceso a partir de este punto…

-Tonterias – respondió el soldado.

Sin darle más que una mirada despectiva, el sujeto intento cruza pero fue lanzado hacía atrás con una fuerza descomunal y lanzado varios metros por el aire aterrizando sobre su trasero.

Lux se giró al escuchar el estruendo de metal y vio a su acompañante suprimiendo una sonrisa mientras hablaba con el tono más neutral y calmado que podía fingir en ese momento.

-Se lo advertí, señor. Solo miembros de la liga.

El soldado, furibundo se levantó ignorando el dolor de sus huesos y encaró a la chica que solo levantó una de sus cejas mientras sonreía ya sin molestarse en ocultar sus verdaderas intenciones.

-Malditos magos – le espetó el hombre.

-Bueno, yo no tengo magia alguna. Esta usted provocando a la persona equivocada, si gusta puedo llamar uno de los conjuradores…

-No será necesario – intervino Lux -. Gracias por su preocupación Oficial, pero le recuerdo que tanto Demacia como yo estamos de acuerdo en mi estancia en este lugar, no estoy en peligro ni mucho menos. Además, las reglas establecen que la Liga no participará o provocará escenario alguno en el cual se pueda dañar mi integridad.

-Exactamente – completó la mujer-. Por eso, tenemos que evitar la entrada de personal ajeno a la Liga, de lo contrario sería imposible asegurar el bienestar de nuestros campeones.

El soldado no parecía convencido, pero ante la negativa de Luxanna no tuvo más remedio que ordenar la retirada de sus hombres. Un segundo sujeto se acercó a ellos, les ofreció un lugar de descanso y comida, agua y provisiones antes de emprender el camino de regreso.

Una vez dentro, la chica empezó a darle una pequeña visita guiada por los lugares que iban recorriendo, habían comedores, salas de entrenamiento, de descanso, una biblioteca bien equipada, salón de juegos y otros tantos lugares comunes que Lux apenas tuvo tiempo para mirar de reojo. Tomaron un desvió y se adentraron en un laberinto de pasillos por los que no parecía circular nadie. Al pasar por el baño común, algo que sorprendió a Lux, una mujer salió envuelta en toallas y sonrió al verlas, más bien, al ver a la chica que caminaba delante.

-Sejna, ¿Vas a venir esta noche? – preguntó estirando una de sus manos y acariciando lo que Lux supuso la mejilla de la chicha.

-Ahh… - titubeo la aludida -. Yo… no… me dejan.

-Que lastima – contestó la mujer.

Fue en ese momento que Luxanna dejó de observar el extraño rostro de la mujer para fijarse en las colas que ondulaban a su espalda. Por supuesto que sabía lo que era, pero era la primera vez que veía un vastaya tan de cerca. Ni siquiera en sus dos viajes a Jonia tuvo oportunidad de hacerlo, así que al descubrir como ahora la mujer centraba su atención en ella se sonrojó avergonzada de haber sido descubierta mirándola con tanta sorpresa.

-¿Quién es? – preguntó

-Ah, es la nueva campeona. Viene de Demacia, su presentación oficial será en un par de días… así que, apreciaría si no provocas que me regañen y todo el mundo se entera antes de eso.

Lux agachó un poco la cabeza, la situación la hizo sentir incómoda pues le resultó tan familiar a lo que sucedía muchas veces en su propio hogar que su reacción fue exacta a la que tenía practicada en Demacia. Sin embargo, Sejna, como la había llamado la vastaya, sonrió y continuó.

-Vamos Ahri, hazme ese favor. Tú no dices nada y dejas que se acostumbre un poco a todo esto antes de que vengan las hordas a querer conocerla. ¿Qué dices?.

La aludida pareció pensarlo durante varios segundos, hasta que finalmente sonrió, le guiño un ojo a la rubia y se acercó para susurrarle algo al oído a la otra chica. Aunque Luxanna no escucho nada, el sonrojo que se formó en el rostro de su guía fue suficiente para que su curiosidad por la vastaya incrementara.

Cuando Ahri se fue, Sejna dejó escapar todo el aire de sus pulmones en un sonoro bufido y continuó caminando.

-Lo siento, es que, se supone que los campeones nuevos deben tener unos cuantos días de adaptación antes de que sean presentados oficialmente. Es decir, hay muchas cosas que aprender y el consejo de la Liga considera que este proceso es mucho más sencillo sin la intervención de… bueno, todo el mundo.

Lux asintió. Las dos continuaron caminando hasta que llegaron al fin a un cruce dónde solo existían dos caminos.

-Bien. Henos aquí. Hacia la izquierda está el pabellón Jonio, y si me sigue por el derecho llegaremos a su habitación en la zona designada para Demacia. Sus pertenencias llegaron ayer, están ya en su habitación. Hay esencias y una tina dispuesta si desea tomar un baño para descansar un poco del viaje. Me encantaría decirle que también puede dormir un poco, pero… el tiempo apremia.

-Está bien. Comprendo, mi llegada no estaba programa hasta dentro de dos semanas…

-¿Ah sí? – preguntó la chica deteniéndose frente a una de las puertas -. Lo siento, no lo sabía. Yo… bueno, es que técnicamente soy un reemplazo. Vera, Aldhich será su acompañante, pero tuvo un accidente y no está en condiciones de servirle como es debido así que me pidieron tomar su lugar hasta que se recupere. Me disculpo Señorita Crownward, no tuve mucho tiempo de leer los reportes.

Luxanna se sorprendió un poco ante el repentino nerviosismo de la muchacha, sonrió intentando restarle importancia al pequeño incidente y se apresuró a asegurarle que no importaba.

-Está bien. Aunque, por favor, no es necesario que me llame señorita Crownward, es demasiado formal y me hace sentir inquierta.

-Lo siento. Pero el protocolo requiere…

-A la mujer vastaya le llamó Ahri, ¿No es así?

-Pues si… - tartamudeó al cabo de varios segundos -. Pero… es que soy su acompañante, bueno de ella y otros cuantos, digamos que la conozco un poco y se ha permitido tal confianza, con usted…

-Lux. No más señorita Crownward. Solo Lux, se lo permito – concluyó la rubia con una sonrisa definitiva.

La muchacha pareció dudar, se acomodó la túnica y finalmente asintió.

-Muy bien… Lux… esta es la llave de su habitación, volveré en una hora para llevarla a la plataforma de invocación y que pueda realizar su primera visita al campo. Es necesario que lleve su arma y armadura, así podrá hacer el registro de una vez.

-Gracias – contestó la rubia tomando el llavero.

Sejna asintió, hizo una reverencia que provocó un quejido de Luxanna y sonrió un poco al ver la reacción que provocaba su gesto. A manera de disculpa, la chica levantó ambas manos y preguntó si tampoco aquello era necesario, Lux lo confirmó y se giró para rendir su primer informe mientras esperaba que la chica estuviera lista.

-Que estúpida soy – escuchó Lux justo cuando estaba por entrar.

Su acompañante temporal regresó sobre sus pasos, se detuvo frente a la puerta y sacó un trozo de papel de la túnica.

-Es un mapa. Se me estaba olvidando entregarlo.

-Gracias – contestó Lux cerrando la puerta.

Una vez a solas, Luxanna evaluó su nueva residencia. Era una habitación bastante amplia, tenía una pequeña sala, un escritorio, una biblioteca, y, para su sorpresa, un cuarto de baño. Tal como lo había dicho Sejna, su equipaje estaba dispuesto a los pies de su nueva cama. Luxanna se acercó y sintió el suave aroma a canela que emanaba el lecho, toco el cubrecama y sintió la tentación de recostarse para descansar la espalda del viaje. Sin embargo, optó por no hacerlo y se dedicó a desempacar sus pertenencias.

Tomó una de las maletas y sacó la armadura que le entregó su padre antes de partir, con el sello oficial de la corona estampado en los remaches Luxanna encontró difícil no sentirse de regresó en su patria. De nuevo, se sintió incomoda y dejó la armadura de lado para terminar de elegir el atuendo con el cual se presentaría. Finalmente, la rubia deshizo el seguro de la espada y la arrojó sobre la cama sin molestarse en sacarla de la funda. Acto seguido, se desnudó y fue hasta el cuarto de baño para asearse, pero más que eso, para olvidar por unos minutos los eventos que la habían llevado hasta allí.

Cuando estuvo aseada, regresó a la habitación y se vistió en silencio, se colocó la armadura ligera y tomó el estoque que le dio su padre antes de partir. Observó el modelo de la empuñadura, originalmente diseñado para proteger la mano del portador en combate, la cual estaba modelada con el escudo de armas de los Crownward. Se sacudió el malestar, sacó la espada liviana y sintió su peso con su mano diestra, dio un par de lances para asegurarse de no hacer el ridículo en su debut y recordó las palabras de su instructora.

Estaba pensando en los consejos de Fiora cuando un par de golpes a la puerta reclamaron su atención. Guardó el arma en la funda, la aseguró a su cadera y tomando las llaves salió al encuentro de Sejna que la esperaba con una sonrisa amable.

-Todo listo. Sígame por favor, iré explicando los aspectos más generales mientras caminamos.

Tal como lo prometió, Sejna explico las reglas que regían los encuentros y Luxanna se limitó a asentir, no estaba prestando la atención debida pues ya había leído todo lo que la chica decía en varios reportes que le fueron entregados el día mismo de su designación, hacía dos semanas. Además, a la demaciana le intrigaba más lo enorme que era el lugar, casi juraría que parecía ser más espacioso en el interior de lo que dejaba imaginar el exterior, y quizá ese era el caso, no había que olvidar como todo el lugar estaba envuelto en una burbuja mágica. De hecho, todo allí parecía funcionar a base de la misma.

-Bien, ahora hay que colocarse aquí y… esperamos un momento.

-¿Nos llevará al campo?.

-Si. Por ahora, yo le ayudaré a practicar las dinámicas básicas del combate. Oh. Aquí vamos.

Acto seguido un haz de luz azul empezó a envolver el cuerpo de Luxanna, sintió un calorcito y cosquillas en todo su cuerpo antes de que este desapareciera y el brillo que emanaba la obligase a cerrar los ojos. Cuando los abrió nuevamente, estaba parada en medio de lo que parecía ser una pequeña fortificación. Frente a ella, se levantaba una fuente de energía que chisporroteaba, flanqueada de altas torres de vigilancia, más allá y conectadas a la primea fuente tres cristales flotaban en medio de una estructura de piedra. Cada cristal estaba resguardado por una torre idéntica a las primeras y una muralla que protegía todo el complejo. A la distancia Luxanna podía distinguir las copas de los árboles y más torres.

-Bienvenidas al campo de justicia.

Luxanna buscó la fuente de la voz que acababa de escuchar, pero fue imposible determinar la dirección de la cual provenía. Miró entonces a su guía y esta sonrió señalando su frente con la mano izquierda. Fue cuando notó como había cambiado el atuendo de la chica, ya no lucia su larga túnica sino que tenía un traje asustado con diferentes piezas de armadura, también llevaba una espada enorme apoyada sobre su hombro derecho y una sonrisa despreocupada, como si aquella arma gigantesca no pesare nada la levantó señalando el campo que se extendía ante ellas.

- Bienvenida a La Liga de Leyendas.