Capítulo 28. Fin. (Final alternativo 3).

Después de llegar al hospital, todavía tuvieron que pasar algunas horas hasta que se fuera a producir el parto. Los futuros padres estaban bastante cansados de esperar.

–No aguanto más, Harry. ¿Por qué tarda tanto?

–Querrá hacer una salida triunfal. –dijo Harry intentando relajar a la madre mientras le cogía de la mano.

–Harry, esto no es normal, me duele mucho.

–Llamaré a los médicos.

–Espera. Harry, por favor, si algo me pasara, cuida del bebé ¿vale? Si tuvieras que elegir, elige al bebé.

A Harry le pilló esto a contrapié.

–¿Cómo se te pasa eso por la cabeza? Todo estará bien. ¿Vale? Además, sabes que sin ti yo no soy nada.

Cuando revisaron a Hermione, decidieron llevarla a quirófano directamente, seguidos de Harry.

–Lo sentimos señor Potter, no puede pasar a partir de aquí.

–Te quiero Harry.

No sabía por qué, pero a Harry se le quedó muy mal cuerpo. Le dio la sensación de que Hermione se estaba despidiendo para siempre.

Una hora después, salió el cirujano. Harry enseguida fue a su encuentro.

–Señor Potter. El parto se ha complicado. El bebé viene del revés. La madre ha perdido mucha sangre y está muy débil. Por desgracia, sólo podremos salvar a la madre o a la niña.

Menuda forma de enterarse de que lo que traían era una niña.

–No puede ser. Tienen que vivir las dos.

–Lo sentimos pero no puede ser.

Harry lo cogió de la pechera con lágrimas en los ojos.

–¡Sálvelas a las dos!

–Cálmese señor Potter, hemos hecho todo lo que hemos podido, comprendo cómo se siente, pero debe elegir.

Parecía que Hermione se veía venir esto. Siempre ha sido tan inteligente.

–Salve a la madre. –dijo Harry con voz apagada.

Y así se hizo. Aunque nunca le pudo negar nada. esta vez no pudo cumplir la última voluntad de Hermione. Algo se lo impedía.

Harry se encontraba en la habitación de Hermione, que se recuperaba del parto fallido, pero que todavía no había despertado. No sabía cómo decirle a Hermione todo lo que había pasado ni cómo se lo tomaría.

A la mañana siguiente, Hermione abrió los ojos, viendo a Harry sentado en lo que parecía una silla muy incómoda, con la parte superior del cuerpo en su cama y con su mano unida a la de ella. Conociéndolo seguro que había pasado la noche allí.

–Harry. –llamó Hermione con una voz debilitada por todo el esfuerzo realizado durante el día anterior.

Harry, despertó al escuchar su nombre. No tenía buen aspecto. Parecía cansado.

–Herms, por fin has despertado. –dijo Harry con una sonrisa triste.

–¿Qué ha pasado? ¿Y el bebé? –preguntó Hermione al ver que no veía ninguna cuna en la habitación.

Harry sabía que preguntaría por el bebé, pero aun así pareció pillarle de sorpresa. No sabía cómo abordarlo, a pesar de conocer la muerte tan de cerca.

–Verás, el parto se complicó.

–Eso lo sé, pero ¿dónde está?

–Sólo podían salvar a una de las dos.

A Hermione se le vino el mundo encima. Eso quería decir que perdió a su bebé.

–Lo siento mucho Hermione. –dijo Harry con lágrimas en los ojos mientras le apretaba la mano.

Unos días después, a Hermione le dieron el alta y volvieron a casa, pero parecía que la alegría y la ilusión que reinaba en esa casa durante todo el tiempo que estuvieron juntos se había esfumado. La pareja apenas hablaba. Ambos habían perdido el apetito, aunque comían por supervivencia.

Hermione notó que Harry lo estaba pasando muy mal. Era consciente que no sólo perdió a sus padres en su más tierna infancia, sino que también a su padrino y ahora a su propia hija.

Una tarde, mientras estaban en el sofá intentando distraerse con una película, Hermione decidió romper el silencio y apagó la tele.

–¿Esto va a ser así siempre? ¿Este dolor? –preguntó Hermione.

Harry no sabía qué responder.

–Lo único que podemos hacer es continuar, Hermione. Recordarla con todo nuestro cariño y quizás, cuando nos encontremos mejor, volver a intentarlo.

–Quizás.

Hermione no paraba de darle vueltas a la cabeza a algo. Era algo que Harry temía que preguntara porque sabía que le tendría que decir la verdad.

–Harry. El médico dijo que sólo una de las dos podría sobrevivir. ¿Te dieron a escoger entre la niña y yo?

Harry, que prefería volver a enfrentarse a Voldemort antes de contestar esa pregunta, tuvo que admitirlo.

–Sí.

–¿Y me elegiste a mí?

–Obvio.

–¿Por qué? Cuando las cosas empezaron a ponerse feas creí decirte que si se diera esa situación salvaras a la niña. –dijo Hermione enfadándose.

–Lo sé, pero no pude. Me odio a mi mismo de no poder haberos salvado a las dos. Pero tenía miedo de perderte. No me sentía con fuerzas para vivir sin ti.

–¿No te das cuenta de que así nos pierdes a las dos?

–¿Qué quieres decir? –preguntó asustado.

–¡Has pasado tanto tiempo matando a gente que has llegado a matar a tu propia hija. Parece mentira que no hayas aprendido nada de tu madre. Dio su vida por ti. Yo también la habría dado por mi niña, por eso te pedí que la salvaras a ella! Elegiste el peor momento para ser egoísta.

A Harry cada palabra que estaba diciendo Hermione se le estaban clavando como puñales. Pero sabía que Hermione tenía razón.

–Pero no podría haber seguido sin ti. Estaría perdido.

–No, porque esa niña te habría dado motivos para seguir a pesar de la tristeza.

–Lo siento, Hermione. Yo no quería que esto pasara así. –se disculpó Harry.

–No lo dudo, pero no puedo seguir con el asesino de mi hija, a pesar de ser el hombre al que amo.

–¿Qué quieres decir? –preguntó Harry temiéndose lo peor.

–Que lo nuestro debe acabar aquí. –dijo Hermione con lágrimas en la cara.

–No, Hermione, por favor. No me puedes dejar ahora.

–Lo siento Harry, pero es lo mejor. Será mejor que rehagas tu vida. Contigo no puedo, porque con tu sola presencia me recordarías constantemente lo que has hecho.

–¿Es eso lo que realmente quieres? –preguntó Harry con lágrimas en la cara.

–Sí. –dijo Hermione rotundamente sin mirarle a la cara, porque sabía que si lo miraba podría flaquear.

–Está bien. –Harry se levantó y se fue hacia el cuarto que hasta ese momento habían compartido para recoger sus cosas.

Cuando acabó, Hermione seguía llorando en el sofá. Harry se quedó mirándola con amor pero muy triste.

–Te amo, Hermione. –dijo Harry antes de salir de lo que había sido su hogar.

Harry se alquiló un pequeño apartamento. Su conciencia no le dejaba vivir tranquilo. Ni siquiera podía dormir. Las pesadillas volvieron, pero esta vez, Voldemort se llevaba a su hija. Harry empezó a frecuentar el pub llamado Cabeza de Puerco, un bar de mala muerte y se ponía a beber hasta perder el sentido. Era la única forma de perder la consciencia y no pensar en Hermione ni su hija muerta.

Algunas veces, Harry volvía a la casa que había compartido con Hermione sólo por verla de lejos. Quería tener algún indicio de cómo estaba. Para él seguía preciosa. Sabía que yendo se torturaba más, porque nunca más podría volver a estar con ella, pero no lo podía evitar. La necesitaba más que nunca. Dos años después, en una de esas veces que fue a mirarla de lejos, Hermione apareció con un chico. Era evidente que habían pasado la noche juntos. Se despidieron con un beso en los labios antes de montarse cada uno en su coche para ir al trabajo. Esa imagen remató a Harry. Ella había rehecho su vida. Si tenía la esperanza de volver con ella, la realidad mató esa esperanza.

Unos meses después, la adicción de Harry empezó a ser patente para todo el mundo y a repercutir en su trabajo. Lupin sabía que no lo estaba pasando nada bien, pero Harry llegó a ir al trabajo con resaca e incluso alguna vez estando borracho y sin asear. Se enfadaba por cualquier cosa e incluso casi le da una paliza a un detenido si no lo llegan a retener. Estaba claro que necesitaba descargar su frustración con quien fuera.

Un día, Lupin se presentó en el apartamento de Harry. Su pequeño apartamento era un reflejo de lo mal que estaba Harry. Estaba todo lleno de botellas, que delataba que el tiempo que Harry no estaba trabajando, se lo pasaba bebiendo.

–Harry, no puedes continuar así. Sé que perder a una hija es lo peor que le puede pasar a un padre, pero ¿no te das cuenta de que este comportamiento está afectando a tu trabajo? Si sigues así, me van a obligar a despedirte.

–¿Crees que me importa? –dijo Harry arrastrando las palabras, bastante afectado por el alcohol. –A estas alturas ya me da todo igual. Es más, si quieres te lo pongo fácil. Te presentaré mi carta de dimisión.

–Harry, por favor. Te estás destruyendo. ¿Por qué no te refugias en el trabajo en vez de en el alcohol?

–Porque es la única manera de no pensar. –dijo Harry. –Será mejor que te vayas.

Lupin no sabía qué hacer con Harry. Sin duda era el mejor en su trabajo, pero no era ni una sombra de lo que fue después de haber perdido a Hermione y a la pequeña Lily. Decidió visitar a Hermione para ver si podía ayudarle de alguna manera.

–Lupin. –dijo Hermione sorprendida de ver a Lupin en la puerta. –Pasa.

–Gracias.

–¿Quieres tomar algo? –ofreció Hermione.

–No gracias. –dijo mientras se sentaba en el sofá.

–¿Qué se te ofrece?

–Se trata de Harry. –dijo Remus. Hermione ya intuía que si Lupin había ido a su casa sería por algo relacionado con su ex novio.

–Ya, me lo imaginaba, ¿por qué ibas a venir si no?–dijo Hermione.

–Está en un agujero, Hermione. Está deshecho. Es un alma en pena. Está teniendo conductas autodestructivas. Vive en un cuchitril, se pasa el día bebiendo, incluso ha llegado al trabajo borracho. Descarga su frustración con cualquiera y por cualquier tontería. Si sigue así, perderá su trabajo y también su salud. Esta situación lo está matando Hermione. Tienes que hacer algo. A ti te hará caso.

–Yo no puedo hacer nada Remus. ¿Te piensas que yo no estoy sufriendo? Pero estoy intentando rehacer mi vida. Es lo que debería de hacer él también.

–Tú eres más fuerte que él. Sabes tan bien como yo que para él no es tan fácil. Tiene un pasado demasiado oscuro. Tú eres su luz. Por eso te escogió a ti en vez de a la niña. Porque sin ti se siente perdido.

–Ya le dije que la niña también podía ser su luz. Escucha. A mí también me está costando rehacer mi vida. Estoy saliendo con un chico y es complicado porque a pesar de todo, Harry es difícil de olvidar. Ha sido y siempre será el hombre de mi vida, pero también es el asesino de nuestra hija y es algo con lo que no puedo vivir. Sólo quiero estar tranquila. De corazón le deseo lo mejor a Harry, pero no me pidas que vuelva con él.

–Te comprendo muy bien Hermione y lo respeto, en serio. No te estoy pidiendo que vuelvas con él, tan sólo que le hagas entrar en razón porque a este paso, Harry no va acabar bien. Es como un hijo para mí.

Mientras Lupin y Hermione mantenían esta conversación, en el cuartel, Kingsley entró a los vestuarios encontrándose una escena dantesca.

A Lupin le empezó a sonar el móvil.

–Perdona Hermione. Dime Kingsley –contestó Remus. Hermione vio como Lupin se puso blanco. –Enseguida voy. –colgó.

–¿Estás bien? Te has puesto pálido. –se preocupó Hermione.

–Es Harry.

–¿Qué le ha ocurrido?

–Siento decirte esto, pero dice Kingsley que lo ha encontrado en los vestuarios. Se ha cortado las venas.

–¿Qué? No puede ser. Dime que está vivo, por favor.

–Sigue vivo, pero está muy mal.

Remus y Hermione fueron al hospital donde se habían llevado a Harry. En un rato, salió la doctora.

–¿Familiares de Harry Potter? –preguntó la doctora.

–Nosotros. –dijo Hermione.

–Como saben, el señor Potter se ha cortado las venas. Sabía bien dónde debía cortar, porque el proceso ha sido muy rápido. Ha perdido mucha sangre. También hemos encontrado gran cantidad de alcohol en sangre.

–¿Se recuperará? –preguntó Lupin.

–La situación es bastante crítica. Pero debo decirles que nunca me había encontrado con un paciente con tantas ganas de morir.

Hermione empezó a llorar con lo que dijo la doctora.

–¿Está despierto? –preguntó Remus.

–Sí. Puede pasar una persona a verle, pero sólo durante cinco minutos.

–Pasa Hermione. –le ofreció Remus.

Cuando Hermione entró en la habitación donde se encontraba Harry, vio que Lupin no exageraba con lo que le había dicho. Se encontró a un Harry demacrado, con ojeras, barba de varios días, muy delgado, con vendas en las muñecas y conectado a un montón de aparatos y goteros.

Harry no se esperaba ver a Hermione allí, y sonrió.

–Vaya, parece que los ángeles que me van a llevar al infierno adoptan la forma de lo que más quieres en el mundo. –dijo Harry con una voz muy debilitada.

Hermione no sabía si Harry hablaba en broma o era un delirio fruto de tanta medicación.

–Harry, ¿por qué has hecho esto? –preguntó Hermione. –Si es por llamar la atención…

–No, Hermione. No quiero llamar la atención de nadie.

–¿Entonces por qué? –quiso saber Hermione.

–Porque aquí ya no me retiene nada. –dijo Harry cada vez más débil.

–Claro que sí.

–No. Tú estás rehaciendo tu vida. Sé que estás con otro hombre. Y me alegro mucho por ti, de verdad. Bueno, al principio me cabreé bastante, pero tú mereces ser feliz y conmigo no lo ibas a ser. Así que si tú estás feliz, para mí ya está bien. Es lo único que quiero, que seas feliz, aunque no sea conmigo.

–Pero eso no explica que hayas hecho esto. –Hermione notó cómo la voz de Harry era cada vez más débil. A Hermione cada vez se le empañaban más los ojos.

–Hermione, sólo quiero irme de este mundo sabiendo que me perdonas por lo que le hice a nuestra pequeña.

–Claro que sí Harry, pero por favor, no te vayas. –rogó Hermione.

–Gracias Hermione. Por perdonarme y dejarme saber qué es la felicidad. Ahora sí que me puedo ir tranquilo. ¿Sabes por qué me voy? Porque si me voy podré reunirme con nuestra pequeña Lily y cuidarla. Seguro que mis padres la han cuidado bien todo este tiempo.

–Harry. –dijo Hermione emocionada con todo lo que estaba diciendo.

–¿Puedo pedirte un último favor? –preguntó Harry.

–Claro. –asintió Hermione.

–¿Puedes darme un beso?

Hermione se acercó a sus labios, puso las manos en su cara y le dio el beso con más amor, y a la vez más triste que le haya dado, consciente de que ese sería el último beso que compartirían.

Mientras le daba el beso, Hermione notó un momento en el que ya no notaba el aliento de Harry. Se separó y lo llamó.

–¡Harry, Harry, despierta, por favor! ¡Un médico por favor! –gritó Hermione desesperada.

Pero Harry ya no despertó.

Los años habían pasado y Hermione se encontraba en el cementerio poniendo flores al hombre de su vida, a su pequeña Lily, a los padres de Harry y a Sirius.

–¡Mamá, mamá! ¿Qué haces aquí? –preguntó un niño.

–Pongo flores. –se limitó a decir Hermione.

–Harry James Potter, Lily Luna Potter. –leyó el niño. –Se llama Harry, como yo.

–Sí. De hecho tú te llamas así por él.

–¿En serio? ¿Y quién era?

–Fue la persona más importante para mí. La verdad es que fue un héroe.

–¿Un héroe? ¿Llevaba capa? –preguntó con inocencia.

–No, no llevaba capa. Tenía otras cualidades.

–¿Y qué hizo para ser un héroe?

–Es una historia muy larga. Algún día te la contaré, pero todavía eres muy pequeño para comprenderlo.

–Joo, mamá, no seas así.

–Bueno, cuando lleguemos a casa te explicaré cosas. Sólo te diré que todo empezó mientras hacía la compra en el supermercado.

Y así fue. Hermione le contó a su hijo Harry cómo era Harry Potter y todo lo que hizo. Evidentemente, adaptado a su edad. Cuando fuera más mayor, ya le contaría más detalles. Lo que estaba claro es que Hermione siempre le llevó en el corazón.

Fin


Notas de autora: este sí que es el último final. Un pelín más largo y mucho más trágico que los otros dos. Si es que Harry ha estado gafado toda su vida. No podía acabar de otra manera. Siento haberme cargado también a la niña. La pobre no tenía culpa de nada. Pese a todo, creo que es el mejor final, aunque también sea el más triste. ¿Con qué final os quedáis? Con este capítulo doy por concluida la historia. Espero que la hayáis disfrutado leyendo tanto como yo escribiéndola, aunque no me sienta muy orgullosa de algunos capítulos. Nos leemos.