Sellando tu amor

Capítulo 1.

En la oscuridad de la noche sobre las raíces de un gran árbol sagrado, se encontraba una joven sacerdotisa llorando por la decepción que había provocado cierto hanyou.

Kagome había salido a caminar para conciliar el sueño que se le había ido, hasta que llegó a un claro a presenciar la escena que una vez más había fragmentado su corazón un poco más. Inuyasha y Kikyou estaban besándose para después confirmar que Inuyasha la amaba y que al terminar su misión se irían junto con ella al infierno.

—Tengo que olvidarme de él, no puedo dejar que me vean así, ya no kami dame la fuerza por favor -perdía suplicante viendo hacia el cielo mientras sus lágrimas se perdían en su cuello-

Kagome regreso a la cabaña donde se estaban quedando y durmió fácilmente después de haber llorado tanto. A la mañana siguiente todos estaban desayunando mientras veían la tensión de Inuyasha ante la tristeza de Kagome.

Cuando terminaron de desayunar se dispusieron a caminar por el bosque mientras Kagome tenía su vista hacia delante, pero sin observar nada, en ese momento un monstruo apareció atacando a Inuyasha.

—Entréguenme los fragmentos que tiene esa mujer en el cuello - amenazó el demonio-

— No te entregaremos nada - dijo Inuyasha -

Kagome le disparó una de sus flechas y aunque la flecha dio en el centro del pecho no le causó ningún daño grave.

— una mujer débil como tú jamás me derrotará

Las palabras del demonio causaron una gran furia dentro de Kagome provocando que su poder emanara.

— un demonio como tú no es nada para mí - disparando su flecha-

La flecha con el gran poder desintegró al demonio mientras Kagome caminaba hacia donde habían caído los tres fragmentos que poseía el Youkai siendo observada por sus sorprendidos amigos.

— chicos tengo que ir a mi casa por dos días

— no, hace dos semanas te fuiste - reprochó Inuyasha -

— no te estoy pidiendo autorización, te estoy avisando… Sango me prestarías a kirara?

— claro, pero será mejor que todos volvamos a la aldea

El grupo llegó a la aldea y la joven miko regreso a su hogar. Cuando salió del pozo sintió una gran aura espiritual; apresuradamente ingreso a la casa para encontrarse con un anciano hablando con su abuelo.

— oh mira Saotome ella es mi nieta

— hola mucho gusto, soy Kagome

— hola jovencita sacerdotisa

Esas palabras sorprendieron mucho a la joven que se había quedado sin palabras.

— siento un gran poder en ti, pero aún es muy débil, tienes cierto sello en ti que no permite que los desarrolles en su totalidad

— ah sí, y usted podría entrenarme?

— tú poder es extraño y aunque tuvieras un entrenamiento exhaustivo jamás serías tan poderosa como tu encarnación

— perdón?

— si tu poder es diferente al de la sacerdotisa Kikyou, tú tienes algo especial

— como sabe todo eso

— se muchas cosas de ti, algunas me las dijo tu abuelo y otras las puedo percibir

— cómo puedo romper el sello?

— por qué quieres romperlo?

— porque así terminaría más rápido mi misión y...no dependería de nadie - su cara se ensombreció mientras respondía -

— esta bien el entrenamiento será tu trabajo, créeme no lo necesitarás tanto después de romper tu sello, pero quiero advertirte que para que llegues a ser una sacerdotisa fuerte tendrás que renunciar a tus sentimientos, no podrás sentir amor

— cómo, ósea que no sentiré el amor hacia mis familiares y amigos

— si sentirás ese cariño, pero no serás capaz de amar como mujer

— hija piensa lo bien -dijo su mamá que acababa de llegar, pero había escuchado lo suficiente-

— estoy dispuesta

Kagome salió al patio y se paró frente el árbol sagrado, mientras el anciano la observaba.

— estas segura joven miko?

— sí

El anciano pronunció un extraño rezo mientras una luz iluminaba a Kagome.

Sólo espero que el dolor también se vaya – pensó mientras cerraba los ojos-

Kagome abrió los ojos dándose cuenta que estaba en su cama.

— habrá sido un sueño?

Cuando bajó en el comedor estaba toda la familia y el anciano Saotome.

— buenos días

— Hija cómo te sientes -preocupada-

— muy bien mamá

Todos desayunaron en silencio, pero muy preocupados ya que el brillo representativo en los ojos de Kagome habían desaparecido.

— ya me voy mamá, adiós señor Saotome y gracias

— de nada muchacha

Kagome se arrojó al pozo siendo invadida por la luz y la incertidumbre de si se había roto el sello y más aún, que sentiría al ver a Inuyasha.

Espero que esta historia les guste, nos vemos!