En menos de dos horas había llegado de Altadena a su antigua casa. No recordaba haber echo ese trayecto en tan poco tiempo. Antes, siempre tardaba todo lo que podía, porque eso significaba, que su tiempo para estar con Sheldon se alargaba un poquito mas. Pero eso formaba parte del pasado. Si antes él la acompañaba hasta su casa, ahora era ella la que iba a ésta, para poder estar con él.

Le sorprendió gratamente verla de nuevo después de tanto tiempo, era como si el tiempo no haya pasado. Por fuera estaba todo igual, la misma entrada, la misma puerta y el mismo jardín de hacía 5 años atrás.

Con los nervios a flor de piel entró por la puerta principal. De nuevo la imagen que vio era igual que la que recordaba, Nada había cambiado. Ni siquiera el viejo jarrón que adornaba la esquina del pasillo.

Se pasó por la cocina y el comedor, esperando poder encontrárselo ahí, dado que ya era la hora de comer. Pero de nuevo lo encontró todo vacío.

Después de revisar decidió ir al segundo piso. Tenía que estar por algún lado o rincón de esa casa. Las escaleras que tantas veces subió y bajó de dos en dos, cuando era pequeña, se le hacían interminables. El corazón le latía fuertemente, las manos le sudaban y el estomago se le encogía por momentos. Sabía que estaba a punto de encontrarlo, era consciente de que todo dependía de ese momento. De lo que ella le dijera se definiría su futuro.

Una vez que alcanzó el segundo piso, un largo pasillo se mostraba ante ella, con tres puertas que daban la entrada a distintas habitaciones. ¿En cual estaría? Una corazonada hizo que vaya directo a la habitación del fondo de todo, a su antigua habitación. Sabía que él estaría en ella, donde si no.

Cuando estuvo en frente de ella supo que no había marcha atrás y con gesto decidido abrió la puerta encontrándose, para su tranquilidad, con el hombre que había estado buscando.

Sheldon estaba en el interior de la habitación, de pie, mirando por la ventana a espaldas de ella. Pero no fue necesario para él girarse para saber quien estaba detrás suyo.

-Veo que al final decidiste regresar- Dice Sheldon mirando a través de la ventana el vacío de la ciudad.

-Si.

-Aunque imagino que será una decepción para ti encontrarme a mi y no a tus padres- Comenta sarcásticamente.

-No vine por ellos- Aclara Amy.

-¿Entonces?

-Vine por ti- Le dice. -Mi padre me dijo que estabas aquí.

-¿Tu padre?- Dice sorprendido.

-Si, hablé con él. Sabes, fue más fácil de lo que pensaba- Dice Amy mientras retorcía el borde de su camisa con su mano, producto de los nervios.

-O sea, que las gestiones que tenía que solucionar, se trataban de ti.

-Si.

El silencio hizo acto de presencia. Amy no tenía muy claro que decir, y esperaba a que Sheldon le diera pie para poder continuar. Pero él continuaba estático ante la ventana.

-¿Y que quieres?- Pregunta sin rodeos.

-Que me perdones.

Sheldon se pasó las manos sobre su cabeza, como intentando procesar más en profundidad la petición de ella. Suspiró profundamente y se giró, encarándola por primera vez.

-Estoy cansado de perdonar.

No dijo más, pero Amy tampoco. Esas palabras terminaron con la poca confianza y determinación que pueda tener. Ahora Sheldon caminó hacia la cama, sentándose en ella y Amy se limitaba a observarlo. Sintiéndose incomoda, estúpida y avergonzada.

-¿Acaso tu no?- Continuó Sheldon ignorando su silencio. -Desde que nos conocemos, ¿cuantas veces nos hemos perdonado? ¿O Cuantas veces hemos ido el uno tras el otro? Dime la verdad, ¿no estas cansada de todo esto?

-Quieres decir que estas cansado de mi.

-Si y no- Dice Sheldon cruzándose de brazos.

-Eso duele- Susurra Amy intentando contener las lágrimas.

-Tambien duele ir tras la persona que amas y que ella se aleje cada vez más de ti, a pesar de amarte.

-Lo siento, me equivoqué. Que más quieres que te diga- Dice desesperada.

-¿Quieres un café?- Comenta Sheldon dirigiéndose hacia la salida, pero se para cuando llega a su altura. -Vamos a tomar uno a la cocina, creo que ambos lo necesitamos.

Amy se limitó a seguirlo como un perrito. Entendía que estuviera dolido con ella, pero albergaba la esperanza de arreglar las cosas

y cada minuto que pasaba lo veía más difícil.

Ambos llegaron a la cocina, era gracioso como Sheldon se desenvolvía en ella, mientras que Amy se sentía como una extraña en su propia casa. Se limitó a sentarse y a esperar que terminara de prepararlo.

-¿Vas a casarte?- Pregunta mientras le sirve el café recién hecho.

-No.

-¿Por que?- Pregunta sentándose y apoyando su cabeza sobre su mano. -Explícamelo. ¿No será porque el hijo de Alex no es mío?

-¡No! Ese no es el motivo- Se defiende ella.

-Entonces cual.

-Me comprometí con Barry, a pesar de estar enamorada de otro. Él lo sabía, pero estaba dispuesto a aceptarlo. Íbamos a basar nuestra relación en la amistad y el respeto mutuo.

-Pero entonces llegué yo- Comenta Sheldon.

-Sí, y Barry entendió que ese otro eras tú. Y que a pesar de todo seguía enamorada de ti. Entonces me dijo que lo mejor era que confináramos siendo amigos.

-¿Y cuando lo decidiste?- Pregunta

-Cuando supe que esperabas un hijo.

-Entiendo, ¿entonces todo este tiempo fingieron estar prometidos?

-Si- Confirma Amy.

-¿Por que?

-Por que pensaba que si sabías la verdad, dejarías a tu hijo.

-Si ese niño realmente era mío, no lo habría abandonado, aunque haya vuelto contigo. Me duele que pienses eso de mi.

-¡No pienso eso! Lo que quiero decir, es que temía que ese bebé, que pensaba que era tuyo, creciera sin su padre. El día a día de ese pequeño era lo que me preocupaba- Intenta explicarse.

-¿Y cuando te enteraste de que no era mío, que pensaste?

-Que era una idiota, que te amaba y que te estaba perdiendo. Tanto Barry como Alex me animaron a que vaya a buscarte y te dijera que no me iba a casar. Que quería estar contigo. Pero en el momento en que supe la verdad sobre la paternidad del pequeño, tu ya te habías ido.

-Tanto se noto- Ríe divertido.

-¿O sea que lo hiciste a propósito?- Exclama sorprendida de que lo reconozca abiertamente.

-Por supuesto, quería ver si eras capaz de venir a buscarme.

-Entonces me pusiste a prueba.

-Sip- Dice como si nada.

-¿Y pase la prueba, según tú?- Pregunta algo dudosa.

-Eso depende.

-¿De que?

-De si te enfrentaste a tus miedos- Aclara Sheldon.

-Si te refieres a hablar con tu madre y con mis padres, sí lo hice. Ya que era necesario para poder llegar a ti.

Sheldon se la quedó mirando fijamente a los ojos y le sonrió. Sin decir nada se levantó y puso la radio. En ese momento sonaba la canción de los Beach Boys "Darlin" la misma canción que no podía sacarse de la cabeza cuando volvieron a ser pareja.

-La recuerdas- Le susurra en el oído invitándola a bailar con él.

Ella simplemente asintió y se dejó llevar por esa persona, que tantas veces en el pasado, le había tarareado aquella melodía en esas noches de pasión compartidas.

Ambos baliaban, pegados el uno al orto. Ella tenía recostada su cabeza en el pecho de Sheldon y el aspiraba el aroma que ella desprendía y tanto adoraba. Por fin, después de tanto tiempo, él empezó a sentir su corazón en paz. Por primera vez, la tenía entre sus brazos por que ella lo había ido a buscar a él, no al revés. Era ella la que lo quería y eso lo tranquilizaba. Pero al rato sintió como ella se aferraba más fuerte a él y su pecho estaba húmedo fruto de las lágrimas que ella derramaba. Quiso levantar su rostro para asegurarse de que estuviera bien, pero ella se lo impidió.

-Són lágrimas de felicidad- Dice hundiendo su rostro más, si eso era posible, en el pecho de él.

-Entonces llora todo lo que quieras- Se limitó a decir satisfecho.

Ambos, sumergidos por la presencia del otro y por la canción que sonaba continuaron bailando, incluso cuando la canción término. Para ellos no importaba, ya que la música que sonaba en ese momento era el canto de sus corazones que gritaban de felicidad por haberse reencontrado de nuevo, o tal vez, por primera vez desde hacía mucho tiempo.

Ya más tranquilos, Sheldon condujo a Amy a la sala y se sentaron al sofá, tomados de la mano. Todavía tenían que hablar de más cosas.

-¿Y como te fue con mi madre?- Pregunta Sheldon.

-Muy bien, tenías razón. No tenía que temer nada. Se portaron muy bien conmigo, especialmente tu madre.

-Eres una hija para ella- Afirma.

-Lo se, y lamento haber dudado de su cariño hacia mi. Si hubiese estado más segura, nada de esto hubiera pasado.

-Lo importante es que regresaste y te diste cuenta.

-Si- Dice Amy. -Y mi padre me contó que se han unido mucho.

-Si, la verdad es que nos hemos apoyado mutuamente. ¿De donde crees que sacaba el dinero que necesitaba para poder estar contigo en el club?

-¡No puede ser!- Exclama escandalizada. -¡Mi padre lo sabe!

-Por supuesto- Dice como si nada.

-Pero yo pensaba que el dinero te lo daba Leonard.

-En parte si, pero tu padre quería ayudar tambien- Le explica. -Pero no te sientas mal por eso, él te quiere mucho.

-Ahora me doy cuneta de eso- Dice Amy dándose cuenta de cómo todo el mundo, a su manera, habían tratado de ayudarla. -Y donde nos lleva todo esto.

-Eso depende de ti, de lo que quieras. Yo no voy pedirte nada que no sepas. Ahora eres libre d hacer lo que quieras, de enderezar tu vida por donde más quieras.

Amy lo quedo mirando mientras pensaba en esas palabras. Era cierto, por fin era libre. Se había sacado de su corazón todos sus miedos y demonios que la atormentaban. Se había enfrentado a quienes mas la querían y que ella pensaba que más la iban a juzgar. Ahora todo dependía de ella. Una sonrisa iluminó su cara al recordar unas palabras dichas anteriormente por la que se había convertido en su segunda madre.

-Entonces sígueme…

La luna llena adornaba el cielo nocturno, iluminando toda Altadena. Dos jóvenes se adentraban en la casa, encontrando en ella a la familia Fowler, a Leonard y Penny, y a Mary y Missy. Sorprendiéndolos con su llegada.

Todos, que minutos antes se encontraban inmersos en su conversación sobre la llegada de Amy y barajando las posibles cosas que podían suceder entre la pareja, se callaron de inmediato temiendo preguntar. A la neurocientifica le parecía graciosa esa escena, todo el mundo estaba esperando a que hablaran y les dijeran algo, entonces encaró a la que lo promovió todo.

-Mary- La llama. -Esta mañana me dijiste que regresara para decirte que me iba a casar con su hijo, cierto.

-Si- Dice risueña.

-Pues lamento decirte que eso no podrá ser- Comenta seria.

-¿Por que?- Pregunta tristemente Chichi

-Porque nos casamos esta tarde, mama- Dijo Sheldon con una gran sonrisa.

De repente se hico un silencio que fue sustituido por gritos de alegría y de felicitaciones por parte de todos al recién matrimonio.

A partir de ese momento se iniciaba una nueva vida para Sheldon y Amy. Una vida en pareja que ambos sabían que sería difícil, que cometerían errores, pero tenían claro, cuales errores no volver a cometer jamás.

Fin.

AgusCooper: Gracias a todos y cada uno de los lectores que siguieron está historia desde el principio, espero que les haya gustado. ¡Muchas gracias y viva Shamy!