Aclaraciones: Mo Dao Zu Shi no me pertenece.

Esta historia está ambientada en el universo de la novela.


— Capítulo 18 —

Nuevas señales

Wei WuXian no podía creer en el problema que se había metido. ¿Por qué estaba desnudo? ¿Cómo terminó en la cama de Lan WangJi? Detestaba no recordar, y ahora su situación era aún peor pues su mente no solo se negaba a recordar su otra vida, sino que había borrado por completo lo que sucedió anoche.

Se revisó el cuerpo temiendo que realmente hubiera hecho algo y con la intención de encontrar alguna prueba de su borrachera, pero no había nada. Ni una sola marca.

Frustrado, se revolvió el cabello y volvió a sacudirse en la cama.

—Esto me pasa por estar en este cuerpo —se quejó—. ¡Mo XuanYu esto es tu culpa! Ni siquiera puedo beber como antes. ¡Qué poco aguante tiene tu cuerpo!

Desde que volvió a la vida no había tenido oportunidad de beber por culpa de Lan WangJi, quien de un modo u otro siempre se lo impedía. Anoche de forma extraordinaria tuvo su permiso, pero jamás imaginó que el cuerpo al que había vuelto no tenía su misma tolerancia al alcohol.

—No es justo —se quejó—. Estoy maldito.

Llamaron a la puerta y Wei WuXian saltó, cubriéndose con las sábanas como si estuviera a punto de ser descubierto en algo indebido. Volvieron a llamar y no tuvo más opción que contestar.

—¿Quién es?

—Señorito Mo, le traigo el desayuno.

Wei WuXian enarcó las cejas con sorpresa. Miró a su alrededor buscando alguna de sus ropas y las descubrió pulcramente colgadas a un costado de la cama. Se levantó de prisa y se cubrió con una de ellas. Una vez listo dio la autorización de entrar.

Quien se asomó del otro lado fue el casero. En sus manos sostenía una charola con un humeante plato de arroz, avena y fruta. Lo dejó todo sobre la mesita en medio de la habitación mientras Wei WuXian observaba en silencio. De pronto la situación se le hizo vagamente familiar, pero su mente no trajo ningún recuerdo; solo la sensación de haber vivido algo similar. Sin embargo, no dejaba de preguntarse cómo Lan WangJi podía ser tan preciso en adivinar incluso a qué hora servirle el desayuno. No era primera vez que despertaba con este servido.

Se llevó una mano al pecho y trató de recomponer la respiración. No sabía si era la resaca que lo estaba matando o si ese fugaz pensamiento borroso le había congestionado la respiración.

—Eh... ¿HanGuang-Jun ordenó esto? —se atrevió a preguntar.

El casero asintió.

—Él solicitó que le trajera el desayuno a la habitación. Dijo que no se sentía bien.

—Ya veo...

—¿Desea algo más, señorito Mo? —Indicó hacia donde yacía su ropa. —HanGuang-Jun solicitó también que laváramos su ropa mientras descansaba. Espero le sea de su agrado.

Wei WuXian revisó la prenda que se había puesto y notó que efectivamente estaba limpia. Tenía un particular aroma floral.

—No deseo nada más —contestó—. Gracias.

El casero agradeció su cumplido con una reverencia y se retiró. Una vez a solas, Wei WuXian rodeó la pequeña mesa y, tras pensarlo un momento, se sentó y tomó la manzana que yacía junto al plato de avena. Le dio un mordisco y quiso repasar lo último que podía recordar de ayer.

—Me encontré con ese vendedor que hizo un retrato horrendo de mí, volvimos a la posada, comimos algo, luego fui con Lan Zhan al bosque y él me abrazó... —Hizo una pausa y sintió que le ardían las mejillas. Sacudió la cabeza y volvió a darle un mordisco a la manzana. —Luego nos encontramos con ese sujeto y reconocimos el cuerpo del vendedor. Lo sepultamos y volvimos a la posada. Pedí licor y Lan Zhan se sentó para acompañarme. Bebí y entonces...

Hasta ahí sus recuerdos estaban intactos. Lo más seguro era que se había bebido el jarrón entero de la Sonrisa del Emperador, y bien pudo haberse bebido dos más sin mostrar indicio alguno de ebriedad, pero ahora con apenas uno olvidaba hasta cómo se llamaba.

Resopló y se cubrió el rostro con las manos.

—¿Con qué cara miraré ahora a Lan Zhan? —Apartó las manos y palideció. —¿Y si dije algo indebido? —Sacudió nuevamente la cabeza, lamentándolo pues aún dolía. —No, no. De haber dicho algo, ahora no estaría desayunando ni tendría ropa limpia.

Decidió que seguir pensando no serviría y solo empeoraría su migraña, por lo que terminó su desayuno y tras ello se vistió. Caminó hacia la salida pero se detuvo, dudando en si sería bueno salir y encarar tan pronto a Lan WangJi. Tal vez sus atenciones solo eran el reflejo de una noche tranquila, o quizá todo lo contrario.

—¡Detesto no recordar!

Después de lamentarse un poco más, salió al pasillo y caminó por él con el sigilo de un fantasma. El dolor de cabeza permanecía y sentía que no tenía siquiera el valor de dejar la habitación y encarar a Lan WangJi. Bajó al primer piso y lo buscó con la mirada.

—Señorito Mo.

El casero advirtió su actitud y se le acercó.

—Señorito Mo, ¿busca a HanGuang-Jun?

—¿Sabe dónde está?

El casero asintió.

—Se encuentra afuera hablando con unas personas.

Wei WuXian salió de la posada y vio a Lan WangJi al otro lado de la calle rodeado por unos lugareños que parecían agradecerle con animadas reverencias. Sonrió por ello y se le quedó observando por unos momentos.

El casero se paró detrás y sonrió de igual modo.

—El segundo maestro Lan es muy bondadoso. Es fuerte, noble y una gran persona. Otros cultivadores no les interesa conversar pero él se da el tiempo de brindarnos sus consejos.

Wei WuXian sonrió al imaginar a Lan WangJi comunicativo. Qué imagen equivocada tenían de él si en realidad era tan silencioso como una pintura. Pero se distrajo observándolo y repasando su apariencia. Su postura, su garbo y los rasgos de su rostro.

—Es apuesto —pensó en un murmullo luego que el casero regresó al interior de la posada—. Es más guapo que su hermano. Siempre lo pensé.

Se detuvo al verse pensando en algo así. ¿Realmente lo creía desde hacía tiempo o solo era una impresión repentina por todo lo que sabía? Estaba seguro que su apreciación de la belleza de Lan WangJi siempre estuvo presente, pero no era su prioridad. Le gustaba estar con él solo para divertirse a costa de sus corajes, pero no había nada más de por medio. ¿Entonces en qué punto comenzó ese pensamiento a ser su prioridad hasta llevarlo a enamorarse de él?

Bajó la vista al no poder recordarlo y se cuestionó el motivo. ¿La forma en la que murió? ¿La persona que lo mató? ¿Ambas? No estaba seguro de nada, ni siquiera del porqué estuvo a punto de besar a Lan WangJi en YiLing días atrás. Pero sí estaba seguro de una cosa: no odiaba a Lan WangJi, y jamás lo haría.

Suspiró y levantó la vista, encontrándose de frente con Lan WangJi. Saltó hacia atrás sorprendido y se llevó una mano al pecho producto del sobresalto.

—¡Llegaste rápido! —señaló—. Recién estabas con esas personas recibiendo sus adulaciones.

Lan WangJi no contestó; tan solo lo miraba fijamente, con su habitual semblante inescrutable y su postura airosa. Wei WuXian se sintió incómodo e invadido por su forma de verle y esquivó la mirada.

—HanGuang-Jun, yo... —Se llevó una mano a la nuca y la frotó con cierto nerviosismo.

—¿Te sientes bien?

Wei WuXian enmudeció. ¿A qué venía esa pregunta?

—¿Qué si me encuentro bien? —Lan WangJi asintió. —Pues... solo me duele la cabeza. Un poco... —Hizo una pausa y luego continuó. —HanGuang-Jun... anoche yo... bebí demasiado. Creo. El problema es... —Lo miró de forma esquiva. —No hice nada indebido, ¿verdad?

Lan WangJi entornó la mirada.

—Define "indebido" —contestó tajante.

Wei WuXian sintió que se le desencajaba la mandíbula y palideció. ¿Cómo podía responder a eso?

—N-no lo sé —tartamudeó—. Solo pregunto. Es que en verdad no recuerdo.

—¿Qué quieres recordar?

—Lo de anoche.

—Lo de anoche... —repitió Lan WangJi—. Anoche bebiste más de lo que tu cuerpo puede aguantar.

—Lo sé —resopló Wei WuXian con pesar—. Nunca me había sucedido. Creo que no estaba realmente acostumbrado y... ¿no hice entonces nada malo?

—¿Qué quieres saber con exactitud?

Wei WuXian se puso ansioso.

—¿Qué no es obvio? Desperté en tu dormitorio, en tu cama, sin ropa. ¿Qué pasó?

—¿Qué crees que pasó?

El extraño y antojadizo juego que había iniciado Lan WangJi comenzaba a inquietarlo.

—HanGuang-Jun no bromees —se quejó—. Hablo en serio.

Un par de comensales salieron de la posada en ese momento y, al reconocer a Lan WangJi, lo saludaron con una reverencia formal. Una vez que retomaron su paso, Lan WangJi suspiró y dio media vuelta. Wei WuXian lo siguió en silencio hasta un costado de la posada, lejos de miradas curiosas y presencias innecesarias.

Wei WuXian sentía que se moría de la incertidumbre.

—HanGuang-Jun...

—No hiciste nada que no pudiera controlar —contestó él finalmente.

Enmudecido, Wei WuXian no supo si esa respuesta era buena o mala, pero al ver que no lo sabría hasta preguntar, decidió indagar un poco más.

—¿Qué tan malo es eso?

Lan WangJi pareció compadecerse de él, por lo que decidió dejar de atormentarlo.

—El licor te puso algo eufórico —contestó—. Te metiste a mi dormitorio, te quitaste la ropa y te quedaste dormido.

Su respuesta no ayudó a hacerle sentir mejor. Parecía absurdo pero, muy en su interior, Wei WuXian esperaba que Lan WangJi fuera el responsable de haber despertado desnudo y no descubrir que en realidad había sido él quien se desvistió por voluntad propia. ¿Era esto un golpe a su imagen de buen bebedor o solo lamentaba que sus emociones y acciones fueran volubles bajo el alcohol?

Antes de saber que estuvieron juntos, no tenía problemas en fingir con él su gusto por los hombres, pero ahora simplemente la vergüenza podía más. Y abrumado por su inapropiado comportamiento, bajó la cabeza con pesar. No había culpables de esta situación, —ni siquiera el cuerpo de Mo XuanYu por su poca tolerancia al alcohol—, solo circunstancias y una lección aprendida que Wei WuXian no olvidaría.

—Lo lamento —murmuró—. Todo lo que dices realmente no lo recuerdo. No había bebido en mucho tiempo.

Lan WangJi de algún modo disfrutaba de su incomodidad. Luego de lo que realmente tuvo que soportar anoche, sentía que estar ante su rostro avergonzado compensaba el momento que vivió con él y que gracias al alcohol no recordaba.

—Procura no volver a hacerlo —declaró.

Wei WuXian asintió y prometió no volver a hacerlo. Tras una pausa dejaron el callejón y salieron a la callen principal. Atiborrada y bulliciosa, el lugar parecía bastante animado a pesar de tener la noticia del fallecimiento del vendedor. Lan WangJi se había encargado de comentarles a todos y de explicar por qué no debían volver a aceptar la ayuda de personas que no pertenecían a una secta.

—¿Y HuiYing? —preguntó Wei WuXian mientras caminaban por un costado de la bulliciosa avenida—. ¿Está con Manzanita?

Lan WangJi asintió y Wei WuXian se adelantó para ir con él. Y mientras se alejaba y perdía entre la muchedumbre, Lan WangJi repasó en su mente lo que realmente sucedió anoche, cuando Wei WuXian dejó que el alcohol nublara su mente y le hiciera confesar su verdadera identidad.

Tras una hora de charlas y alcohol, el último vaso de Sonrisa del Emperador yacía sobre la mesa y, con una torpeza propia de una contundente borrachera, Wei WuXian lo empinó en sus labios y lo vació en su boca de un sorbo. Trató de llenar el vaso nuevamente pero de la botella no salió ni una sola gota.

—Ya es suficiente —dijo Lan WangJi al verle evidentemente afectado por el licor.

Wei WuXian negó sacudiendo la cabeza con torpeza y se reclinó sobre la mesa, apoyando el rostro sobre el dorso de las manos.

Estaba realmente borracho. Su rostro lucía sonrojado y sus ojos vidriosos y adormilados miraban fijamente a Lan WangJi. Una sonrisa curvaba ligeramente su boca, pero a los pocos segundos esta desapareció y su ceño se frunció, como si algo le hubiera molestado.

—HanGuang-Jun~ —Su llamado sonó adormilado y rasposo. —¿Por qué siempre tienes que ser tan aburrido? ¿No ves que estoy disfrutando esto luego de pasar tiempo sin probarlo? ¿Cuánto tiempo fue...? —Pensó por un momento y luego sonrió. —Ya sé... diez años.

Lan WangJi no contestó; a cambio solo se dedicó a observarle mientras pensaba en las consecuencias que esto desencadenaría. Lo intuía, lo esperaba, lo necesitaba. Lo había dejado beber con la esperanza de escuchar la verdad de su boca. Y si bien en un principio no lo creyó posible pues conocía la tolerancia de Wei WuXian para el alcohol, conforme bebía y su comportamiento cambiaba, se dio cuenta que el cuerpo de Mo XuanYu carecía de tal capacidad.

—Estás ebrio —señaló, aguardando por su reacción.

Wei WuXian abrió los ojos con sorpresa y se enderezó.

—¿Ebrio yo? ¡Jamás! —exclamó con el pecho inflado y soltó una carcajada—. El alcohol no me afecta. Además, este licor es el más delicioso de todos. Es una lástima que nunca te haya gustado beberlo conmigo.

Ignoró el peso de sus propias palabras y quiso llamar al cantinero, pero Lan WangJi no se lo permitió. Él dejó dinero por el licor consumido en la mesa y le obligó a ponerse de pie. Wei WuXian se negó en un principio y forcejó un poco, pero finalmente accedió, y, entre tambaleos, caminó en dirección a las escaleras que conectaban con las habitaciones.

Algunos de los comensales que aún quedaban en el comedor miraron con ojos curiosos la escena y murmuraron entre ellos. No era común ver cultivadores pasados de copas.

—HanGuang-Jun. —Wei WuXian lo llamó con la mano. —Parece que realmente estoy en problemas. —Soltó una nueva carcajada y se sostuvo del barandal. —Creo que sí me afectó el alcohol. ¿Cuántos escalones tiene esto? Si intento subir solo, llegaré al amanecer. —Volvió a reírse.

Lan WangJi se le acercó y pasó un brazo alrededor de su cintura. Wei WuXian le devolvió el gesto con una sonrisa gentil.

—HanGuang-Jun... siempre eres tan amable. Me gusta eso de ti. —Lo observó fijamente por unos segundos y luego añadió. —No es cierto; en realidad me gustan muchas otras cosas de ti. —Se inclinó hacia su rostro y entornó la mirada. —¿Por qué eres tan atractivo?

Su elogio no pareció afectar a Lan WangJi. Él permaneció en silencio y solo se concentró en ayudarle a subir las escaleras. Cuando pasaron por su dormitorio, Wei WuXian se soltó de su agarre y abrió la puerta sin su permiso. Con total descaro ingresó al dormitorio entre tambaleos y fue directo a la cama. Se tendió sobre ella y hundió la cabeza en las sábanas.

—Huelen a ti, HanGuang-Jun —pronunció sin apartarse de ellas—. Me encanta.

Lan WangJi le observaba bajo el dintel de la puerta. No estaba molesto por su osado comportamiento, pero parecía haber cierta ansiedad en su mirada y pensamientos.

—Debes descansar —señaló mientras cerraba la puerta y cruzaba la habitación.

Ante su sugerencia, Wei WuXian se puso de pie y sonrió con algo de malicia.

—¿Quieres que descanse en tu cama? —Caminó alrededor de ella, tropezándose en el proceso. —¿Acaso quieres que duerma contigo... en tu cama? —Se detuvo de golpe y aguardó por su respuesta. —HanGuang-Jun, ¿eso es lo que quieres?

Lan WangJi no contestó, pero Wei WuXian interpretó su silencio como un "sí".

—Muy bien~... entonces si quieres que duerma contigo, en tu cama, deberé quitarme la ropa~

Ante los ojos sorprendidos de Lan WangJi, se desató el cinturón y lo dejó caer al suelo. Deslizó por sus hombros la túnica negra y siguió con las prendas interiores.

—Detente —pidió Lan WangJi, pero Wei WuXian lo ignoró.

—No, no, HanGuang-Jun. ¿Cómo esperas que duerma contigo con la ropa puesta? —Continuó desvistiéndose—. Tú también deberías hacer lo mismo, ¿o prefieres que solo yo lo haga?

Finalmente quedó solo con su ropa interior. La observó detenidamente por unos momentos y, tras sujetarla del borde, volteó hacia Lan WangJi.

—¿Me debería quitar esto también?

Al no tener respuesta la dejó caer al suelo, pero Lan WangJi corrió hacia él y envolvió su cuerpo con su bata superior y lo contuvo entre sus brazos.

—¡Me atrapaste, Lan Zhan! ¡Me atrapaste! —pronunció exaltado y con la voz pastosa. Hundió el rostro contra su pecho y se frotó en él—. Es tan agradable que me abraces. Antes no dejabas ni siquiera que me acercara a ti.

Lan WangJi continuaba sin pronunciar palabra alguna. Sus emociones reprimidas siempre habían sido un obstáculo al momento de relacionarse con las personas, incluso con Wei WuXian. Ahora esas mismas emociones luchaban por desbordarse mientras su corazón latía descontrolado y su cuerpo temblaba con el calor de Wei WuXian.

—Lan Zhan, tu corazón está acelerado. —Levantó la mirada. —¿Acaso es por mí? ¿Te pongo nervioso?

—¿Por qué haces esto? —preguntó él, eludiendo sus preguntas.

Aun con el cuerpo apresado por Lan WangJi, Wei WuXian se las arregló para mover los brazos y rodearle la cintura. Entornó la mirada y esbozó una sonrisa.

—¿Por qué lo hago? —repitió adormilado—. ¿No me reconoces, Lan Zhan?

Lan WangJi no respondió. Para él esto nunca fue una sorpresa, ni siquiera una sospecha cuando se encontraron, porque lo supo desde que lo vio a los ojos bajo esa capa de maquillaje y estos le respondieron con pasmo y algo de temor. Lo supo incluso cuando su alma contestó luego de llamarlo cada día y cada noche durante diez años.

Wei WuXian soltó una nueva carcajada y apoyó la frente en el pecho de Lan WangJi.

—Es imposible que me reconozcas porque estoy en este cuerpo... que no tolera el alcohol. —Volvió a reír, pero su voz se quebró de pronto. —Diez años, Lan Zhan... Diez años... ¿Por qué tuve que morir? ¿Qué hice mal para que me mataras?

Esa pregunta rasgó algo dentro de Lan WangJi y le hizo temblar. Aún después de diez años, la herida que le había dejado la muerte de Wei WuXian punzaba y sangraba. Parecía haber sanado un poco tras encontrarlo, pero sus cuestionamientos incautos le confirmaron que el dolor lo acompañaría hasta el final de sus días.

Contuvo la respiración y se armó de valor alcanzando el rostro de Wei WuXian. Su palma se acomodó en su mejilla sonrojada por causa del alcohol y la acarició con suavidad.

—No hiciste nada malo —murmuró apenas en un susurro. No quería que notara el temblor de su voz.

Wei WuXian pudo escucharle y estrechó el agarre de los brazos alrededor de su cintura. Levantó la cabeza y se encontró con su mirada desconsolada.

—¿Por qué no puedo recordarte? —preguntó inquieto—. ¿Por qué no puedo recordar que te amaba? Jiang Cheng me lo dijo... nosotros nos amábamos.

—¿Hasta dónde recuerdas? —preguntó Lan WangJi.

Un tanto vacilante, como si los recuerdos en ese momento pasaran frente a sus ojos, Wei WuXian contestó.

—Me arrojaron a los Túmulos Funerarios pero logré salir de allí. Luego fui por la cabeza de Wen RuoHan... —Hizo una pausa y, tras fruncir el ceño, volvió a hundir el rostro en su pecho. —¿Por qué tuve que olvidarte?

Lan WangJi no podía evitar sentirse decepcionado por los escasos recuerdos que Wei WuXian almacenaba en su mente. Pero incluso en el pasado, su memoria era voluble pues nunca recordó que la primera persona que visitó luego de escapar de los Túmulos Funerarios fue a él. Aun así quería aferrarse a este momento. Deseaba detener el tiempo y quedarse con Wei WuXian en ese abrazo íntimo para siempre. Él finalmente había vuelto a sus brazos, aunque era consciente que para mañana todo volvería a la normalidad y debería continuar fingiendo que no lo reconocía.

Wei WuXian ladeó el rostro y lo miró nuevamente a los ojos.

—Lan Zhan, te prometo que voy a recordar todo, recordaré lo que sentía por ti. ¿Puedes esperarme?

Él asintió.

—Lo haré toda la vida si es necesario.

Las mejillas de Wei WuXian parecieron sonrojarse todavía más y hundió nuevamente el rostro en su pecho.

—A veces siento que sabes quién soy y solo finges para no asustarme. ¿Es así, Lan Zhan? ¿O sientes algo por Mo XuanYu?

Lan WangJi no respondió; a cambio estrechó el cuerpo de Wei WuXian y hundió el rostro en la curvatura de su hombro.

—No hay nadie más que tú —dijo al fin.

Wei WuXian sonrió y se relajó entre sus brazos.

—Si dices eso, Lan Zhan, terminaré enamorándome de ti... por segunda vez.

Se arrebujó contra su pecho y cerró los ojos. A los pocos segundos, una respiración profunda y acompasada escapaba de entre sus labios. Se había quedado profundamente dormido, de pie, entre los brazos de Lan WangJi.

Los protestos de Manzanita en medio de la calle hicieron que los recuerdos de anoche se diluyeran de los pensamientos de La WangJi, quedando ocultos en lo más profundo de su mente, como un cuidadoso y especial secreto.

Vio a Wei WuXian reunido con Lan HuiYing en medio de la calle, y le consoló saber que lo único que importaba —más allá de los recuerdos que Wei WuXian había perdido por culpa de su propia secta—, era el estar finalmente los tres reunidos.

.

.

.

Les tomó cerca de dos días y medio llegar a Buyetian, la Ciudad sin Noche de Qishan, tras el anuncio de una conferencia de discusión programada hacía un mes en ese lugar y que había iniciado hacía tres. La convocatoria tenía como principal objetivo realizar una competencia de tiro con arco para evaluar las capacidades de los discípulos más jóvenes de las sectas. Y si bien la conferencia se había planeado inicialmente en LanLing, los terrenos inhóspitos de Qishan lo convertían en el escenario perfecto.

Para Wei WuXian, el desvío de la búsqueda del impostor por una competencia resultaba una pérdida de tiempo. Las irregularidades por causa de ese misterioso personaje que se ocultaba tras su imagen se estaban dando con mayor frecuencia pero nadie parecía prestar atención más que ellos. Necesitaba descubrir la verdad y así cumplir el deseo que le impuso Mo XuanYu tras volver a la vida gracias a él. Sin embargo, no podía evitar sentir nostalgia al recordar que años atrás había asistido a la misma competencia, y que en ella también estuvo Lan WangJi. Saber que su mente no había borrado aquel recuerdo le alegró el corazón, como si ese pequeño momento compartido fuera un pedazo importante de la creación de su relación y los sentimientos dormidos dentro de él.

Pasada la medianoche, llegaron al centro de la ciudad aún activa debido a la presencia de las otras sectas que participaban de la conferencia. Habían caminado gran parte del día, por lo que solo querían llegar a una posada y descansar lo que quedaba de la noche. Lan HuiYing dormía sobre Manzanita y Wei WuXian arrastraba los pies caminando casi por inercia.

—HanGuang-Jun... ¿cuánto falta para llegar a una posada? Si doy un paso más terminaré durmiendo en medio del camino.

Sin voltearse ni detenerse, Lan WangJi contestó.

—Si estás tan cansado, te llevaré en brazos.

Wei WuXian abrió los ojos con sorpresa y negó enérgicamente.

—¿Quién necesita eso? —contestó fingiendo sorpresa—. Estoy en perfectas condiciones. ¡Podría caminar de vuelta a YiLing incluso!

Lan WangJi lo miró por sobre el hombro y entornó los ojos con incredulidad. Volvió la vista al frente y se detuvo.

—Llegamos.

Al otro lado de la calle, custodiado por tiendas de telas y semillas, se emplazaba una posada de dos pisos con deteriorados ornamentos de madera labrada en color negro y un letrero mal tallado en el frontis. A simple vista parecía un sitio abandonado, pero Wei WuXian ya conocía los gustos sobrios de Lan WangJi, y su necesidad por mantenerse apartado de los demás.

La puerta principal se encontraba entreabierta y de ella se filtraba la luz interior del primer nivel. Wei WuXian detuvo a Manzanita a un costado del edificio y trató de despertar a Lan HuiYing, pero no funcionó.

—Duerme profundamente —rio y miró a Lan WangJi—. Adelántate, yo me encargo.

Él asintió e ingresó a la posada para registrarse. Una vez a solas, Wei WuXian llevó a Manzanita a los establos al otro lado de la posada.

—Fuiste un buen burro el día de hoy, Manzanita —señaló mientras le acomodaba forraje y vertía agua fresca en el abrevadero—. Llevaste a HuiYing sin quejas todo el camino, y solo por eso te permitiré comer todo el pasto verde que quieras esta noche.

Manzanita rebuznó en respuesta y hundió el hocico en el forraje. Wei WuXian aprovechó de intentar una vez más despertar a Lan HuiYing pero fue inútil; él simplemente no despertaría incluso si lo zamarreaba y gritaba.

—Eres peor que yo cuando se trata de dormir —bromeó mientras lo alzaba y acomodaba entre los brazos sin demasiada dificultad. Lan HuiYing, aún dormido, se aferró a su cuello y descansó la cabeza sobre su hombro derecho.

Wei WuXian sonrió por ello y, tras acomodarlo en los brazos, dejó los establos. Cuando regresó a la posada, el ambiente al interior parecía escucharse más animado. Algunos cultivadores y aldeanos entraban con algo de prisa al edificio mientras murmuraban entre ellos. Cualquiera podía pensar que el dueño estaba ofreciendo licor gratis, pero Wei WuXian sabía bien el motivo de la conmoción.

Cruzó las puertas y vio el comedor atiborrado de personas que rodeaban a una en particular.

—Lo sabía —pensó con una sonrisa de resignación.

Lan WangJi era toda una celebridad, y aunque se esforzara por mantenerse al margen de las multitudes, estas lo buscaban y celebraban como el héroe de la cultivación que él tanto odiaba.

Lan HuiYing murmuró adormilado, removiéndose, y Wei WuXian se alejó del bullicio. El casero se le acercó de pronto, y le indicó que las habitaciones ya habían sido reservadas por Lan WangJi.

—Sígame, joven maestro.

Wei WuXian asintió y, antes de subir las escaleras, miró a Lan WangJi que aún era rodeado por los comensales aduladores.

—La noche está muy animada por la llegada de HanGuang-Jun —comentó el casero mientras lo guiaba por el corredor de las habitaciones—. Él es muy respetado en este lugar.

—Es una celebridad —añadió Wei WuXian.

—¡Claro que lo es! —señaló el casero con fascinación—. Después que acabó con ese demonio del Patriarca YiLing, el mundo es mucho mejor.

Una sonrisa curvó los labios de Wei WuXian.

—Oh, creí que el mayor demonio de todos era Wen RuoHan, quien inició la guerra de los ocho años.

El casero lo miró con cierta contrariedad y carraspeó por lo bajo. Se detuvo de pronto frente a una puerta y la abrió de par en par.

—Es aquí joven maestro; la otra habitación es la del frente.

Aun con Lan HuiYing en brazos, Wei WuXian volteó y miró las puertas del cuarto del otro lado del pasillo. Contuvo la respiración y por un momento pensó en qué dormitorio pasaría la noche. Era su decisión elegir, ¿pero en qué cama quería dormir realmente?

Suspiró resignado e ingresó a la habitación que le enseñó el casero. El cuarto era pequeño, pero con una cama lo suficientemente espaciosa para que entraran dos personas. Una mesa en el centro era el único mueble decorativo, mamparas de papel separaban el ambiente y una ventana a los pies de la cama mostraba a lo lejos las colinas escarpadas de Buyetian.

—¿Desea que le traiga algo de comer y beber, joven maestro?

Wei WuXian negó; sabía que Lan HuiYing no despertaría hasta la mañana siguiente y él no tenía apetito. El casero reverenció, añadiendo que ante cualquier requerimiento lo llamara, y se retiró.

Una vez a solas, Wei WuXian dejó a Lan HuiYing en la cama. Él continuaba durmiendo profundamente, y solo murmuró adormilado cuando comenzó a retirarle la ropa y las botas. El viaje hasta Qishan había resultado agotador para los tres, pero en el especial para él. Mañana sería un día importante, y aunque se mostraba tranquilo, esta sería su primera competencia para demostrar sus capacidades como cultivador ante las demás sectas.

Wei WuXian recordó que en su primera competencia había obtenido el primer lugar luego de dispararle a la mayor cantidad de fantasmas de rango menor. En ese entonces se sintió orgulloso de su logro y quiso retribuirle a Jiang FengMian todo lo que había hecho por él desde el día que lo encontró en la calle, pero a cambio solo recibió los gritos de Madame Yu por opacar a Jiang Cheng.

Sacudió la cabeza y arropó a Lan HuiYing. Tras cepillar su cabello y deslizar el dorso de la mano por su mejilla, se inclinó sobre él y besó su frente. Aquel gesto se le había vuelto una costumbre a la hora de dormir.

—Estoy seguro que mañana todos verán cuán fuerte eres —le susurró sin dejar de acariciarle el rostro—. HanGuang-Jun y yo te estaremos apoyando.

Como respuesta, Lan HuiYing se removió y aferró a la almohada aún sin despertar. Wei WuXian sonrió por ello y apartó la mano de su rostro. Tras contemplarlo por unos momentos, se alejó de la cama y dejó la habitación en silencio.

De pie en el pasillo, permaneció inmóvil con la espalda apoyada en la puerta y observó de reojo la del otro lado del corredor. Su estómago llevaba un rato cosquilleando y su corazón palpitaba inquieto contra su pecho porque, como cada noche, el pensamiento de decidir en qué cama debía dormir lo turbaba. Ya no podía inventarle más excusas a Lan WangJi ni molestar a Lan HuiYing, aun cuando él aceptara de buena gana su compañía. Ni siquiera podía optar por otra habitación pues quien pagaba todo era precisamente Lan WangJi.

¿Qué podía hacer? Ya era demasiado tarde para dejar atrás su pasado y continuar mirando a Lan WangJi a los ojos fingiendo que desconocía los sentimientos de ambos. Porque cada vez que sus miradas se encontraban su cuerpo vibraba y su corazón resonaba gritando "¡recuérdalo!".

—¿Por qué todo es tan confuso? —se cuestionó frustrado—. ¿Por qué simplemente no recupero mis memorias y me vuelvo a enamorar?

En ese momento sus labios se tensaron y sus mejillas se sonrojaron al repasar la última palabra que dijo sin pensar.

—¿Acaso... quiero enamorarme de Lan Zhan?

Al ver que la respuesta no era del todo clara, y que en estos momentos resultaba una locura, sacudió la cabeza y dejó la puerta. Bajó al primer piso y buscó a Lan WangJi. En el comedor ya no había el gentío que minutos atrás saturaban la habitación. Ahora solo algunos comensales sentados alrededor de las mesas bebían o cenaban algo ligero. El ambiente había vuelto a la normalidad, y Lan WangJi no estaba.

—¿Lan Zhan?

Lo buscó con la mirada, suponiendo que se encontraba aun charlando con alguno de sus aduladores, pero el casero lo sorprendió cuando le indicó que él ya había subido a su dormitorio.

—¿Necesita algo, joven maestro? —preguntó el casero.

Wei WuXian vio hacia la barra de licores y estuvo tentado a pedir un "Sonrisa del Emperador", pero el recuerdo de despertar desnudo en la cama de Lan WangJi y sin ningún recuerdo de la noche anterior le hizo desistir de inmediato y regresar al segundo piso. Cuando se detuvo frente al dormitorio de Lan HuiYing y pretendió entrar se arrepintió. Su mano se detuvo justo frente al pomo y con mal disimulo miró hacia el dormitorio de Lan WangJi.

No sabía si debía molestarlo y proponerle pasar la noche en su cama, pero antes de decidir si aquello era temerario o la mejor decisión del día, ya estaba frente a su puerta, a punto de llamar. Una vez más la oleada de pensamientos confusos golpeaban su mente y sacudían su cabeza. Podía simplemente dar media vuelta e ir con Lan HuiYing, pero su mente se encontraba llena de Lan WangJi y necesitaba verlo, incluso si era con la excusa de decirle buenas noches.

Había sido una idea casi infantil que cruzó fugaz por su mente cuando no lo encontró en el comedor. Pero ahora que estaba frente a su dormitorio, la posibilidad de pasar la noche con él parecía tomar fuerza de una forma tan arrolladora, que le resultaba imposible de ignorar. ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué la ansiedad sacudía su cuerpo y aceleraba su corazón como si fuera la primera vez que dormía con él? Estaba paralizado y su cuerpo se negaba a dar el paso definitivo. Aun así, súbitamente su mano se levantó como la de un autómata y llamó a la puerta.

No hubo respuesta, por lo que se atrevió a empujarla un poco.

—¿HanGuang-Jun? —lo llamó tras asomarse por un resquicio.

Adentro todo lucía tranquilo y solo un par de linternas iluminaban parcialmente el cuarto. Entró con cautela y contempló la decoración tras plantarse en medio de la habitación. Era casi idéntica a la de Lan HuiYing. Una amplia cama, una mesa en el centro acompañada por una mampara y un par de muebles apilados a los costados de la ventana. Al fondo había una puerta cerrada y Wei WuXian se preguntó si Lan WangJi se encontraría allí.

Caminó cauteloso hacia ella y, tras abrirla con cuidado, vislumbró el interior. Numerosas velas atenuaban la habitación y en el centro había una bañera de madera con una persona recostada contra el borde. El vapor empañaba un poco la visual, pero Wei WuXian supo que era Lan WangJi. Contempló sus hombros salpicados de agua, sus brazos relajados sobre el filo de la bañera y el cabello húmedo pegado a su cuello.

Turbado, permaneció en silencio contemplándolo.

Sintió un cosquilleo en el cuerpo que le impidió moverse de allí y apartar la mirada. Aguardó quieto sin darse cuenta del tiempo, y estaba tan inmerso en su contemplación, asimilando lo que su cuerpo experimentaba en ese momento, que no se dio cuenta cuando Lan WangJi advirtió su presencia y volteó a verle, sorprendiéndolo en la entrada del baño.

Sus miradas se encontraron y Wei WuXian saltó nervioso y se paralizó. Aquellos ojos color miel lo miraban con una intensidad insondable, y recordó que no era primera vez que veía esa piel expuesta. En el pasado, Lan WangJi era el cultivador prodigio de la secta GusuLan, tímido y rígido que siempre lo alejaba, pero ahora veía al hombre que en el pasado fue su amante, y que parecía mirarle como si supiera de quien se trataba.

—HanGuang-Jun... yo... yo. —Nervioso, trató de dar una excusa coherente. —L-lo siento. ¡No pretendía espiarte! ¡Lo juro! Yo...

Lan WangJi pareció ignorarle y se puso de pie. El agua salpicó contra el borde de la bañera y se posó hasta sus rodillas. Cuando Wei WuXian se dio cuenta de ello, abrió los ojos con sorpresa y enmudeció.

Lan WangJi estaba completamente desnudo.

Quiso apartar la mirada mientras él salía de la bañera y atravesaba la habitación hasta el mueble donde descansaba su bata blanca, pero le fue imposible. No consiguió dejar de contemplar su cuerpo delgado y fibroso que se mostraba con total naturalidad, y recorrió con mal disimulo sus exquisitos detalles. Sus ojos descendieron a placer y sin vergüenza mientras Lan WangJi se cubría, pero finalmente se clavaron en su entrepierna y no pudo apartar la vista de ella. Tragó con incomodidad y una oleada de calor comenzó a calentarle el vientre al distinguir agazapado en aquel lugar su miembro grueso y pálido.

"Es... ¡enorme!", pensó de forma atropellada, y sintió que le ardía hasta la raíz del cabello. Le fue imposible reprimir ese pensamiento desvergonzado luego de advertir su tamaño, ni la idea aún más desvergonzada que cruzó por su cabeza al imaginar lo que pudieron hacer con sus cuerpos mientras fueron pareja.

Lan WangJi no se inmutaba ante la expresión turbada de Wei WuXian, incluso parecía disfrutarla, por lo que durante unos segundos se dejó examinar de pies a cabeza mientras el agua aún escurría por su cuerpo, dejando la bata abierta a propósito.

Finalmente, al ver que Wei WuXian parecía que incluso había dejado de respirar, se dirigió hacia él, caminando con lentitud aun sin cerrarse la bata. Wei WuXian retrocedió apresuradamente con el rostro sonrojado y los ojos abiertos como platos. Cuando estuvieron el uno junto al otro, Lan WangJi alargó el brazo y, con gesto rápido, cerró la puerta del baño y lo acorraló entre ella y su cuerpo.

Estaban demasiado cerca, y Wei WuXian podía sentir el calor que irradiaba el cuerpo de Lan WangJi, la humedad de su piel desnuda y el intenso aroma a sándalo impregnándose en su nariz. Intentó alejarse, abrir la puerta y salir corriendo, pero sus extremidades no respondieron, y no fue capaz de apartarse cuando Lan WangJi se inclinó sobre su rostro.

...Continuará...


Nuevas ilustraciones del fanfic en mi cuenta en Pixiv: 8885555