Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. Pero la historia sí es mía.


VARIABLE

Las cosas siempre me habían parecido iguales cuando era un niño, el rechazo y odio por parte de todos en la aldea cuando, esas miradas de terror en sus ojos. Aunque debo decir que no todos me miraban así, había excepciones, como Iruka-sensei o el viejo Teuchi, pero con respecto a todos los demás… habría jurado que no había nadie más que se interesara en mí. Después de todo, en esos tiempos desprecio era lo que siempre recibía, el rechazo de la gente, el temor que tenían al verme cerca y aunque no era desconfiado tal vez sí que me volvió despistado. Ya que, aunque tenía a la luz más brillante de todas solo para mí, alumbrándome, jamás me había fijado.

Ahora lo sabía, sabía cuan tonto había sido. Esa luz, incluso cuando no la había notado estuvo allí, a mi lado, apoyándome en silencio, como un ángel guardián que me cuidaba y alentaba desde las sombras, que, aunque no lo veía sabía que podía confiar en él. Una dulce compañera a la cual quería proteger y cuidar, sin saber que ella hacía lo mismo por mí, apoyándome en silencio.

Ahora que ya era tarde me venían recuerdos a su lado, como en los exámenes chunin, dándome una pomada cuando peleé con Kiba, o las palabras de aliento que me dio cuando iba a batallar con Neji, tal vez sin ella me hubiera rendido antes de tiempo. En esos momentos pensé que era rara, siempre sonrojada y tartamudeando cuando yo estaba cerca, sin darme cuenta de lo que aquello en verdad significaba.

Posiblemente la primera vez que había visto lo fuerte que era fue en la batalla contra Pain. Creí por un momento que iba a morir, mi rival era muy fuerte, pero de repente la peliazul saltó frente a mí, estaba dispuesta sin dudarlo a dar su vida para salvarme, aunque su rival era muy superior. Mas yo jamás le había dado una respuesta a esa inesperada confesión que ocurrió durante la batalla.

"Estoy aquí por mi propia voluntad. Siempre lloraba y me rendía, estuve por caer en el camino equivocado, pero tú me mostraste el camino correcto. Siempre estuve observándote, quería alcanzarte, quería caminar junto a ti, quería estar contigo... Gracias Naruto-kun, tu sonrisa me salvó. Por eso, yo no tengo miedo a morir protegiéndote. Porque yo... Te amo..."

Aquellas palabras a veces rodaban por mi mente, como un fantasma que no me dejaba, recordándome lo idiota que había sido. "Te amo" jamás nadie me había dicho aquello, y yo como un tonto sencillamente las había olvidado, o para evitar una situación incómoda no las quise recordar, cuan tonto había sido. Tal vez si en ese momento se las hubiese respondido todo sería distinto, tal vez quien ahora estuviera parado frente al altar, esperándola, sería yo; siempre a su lado, con su linda y cálida sonrisa, dándomela solo a mí.

Volví a mis tiempos en la academia, cuando nadie me había querido como compañero de equipo, ni siquiera mis tan preciados amigos en ese entonces me quería a su lado, claro que las cosas ahora eran totalmente diferentes, sabía perfectamente que tanto Sasuke como Sakura darían la vida por protegerme, ahora que ya todo estaba arreglado, pero, en aquella época solo ella me había querido en su equipo, como un verdadero miembro. Porque a pesar de todo Shikamaru, Kiba y Chouji, nos escapábamos de vez en cuando.

Recuerdos de la 4º guerra ninja regresaron, recordándome cuando tuve que luchar contra el diez colas y el miedo me embargó al ver como Neji moría y más gente podía sufrir a causa mía. Fue ella con unas duras pero dulces palabras quien me devolvió el sentido y la esperanza, ella, siempre ella. Pero no lo supe apreciar, no podía valorar cuanto me amaba, incluso cuando era odiado y despreciado en Konoha por llevar el zorro en mi interior, incluso en ese entonces me había querido, cuando todos los demás me habían dado la espalda. No había podido ver ese puro amor que ella me procesaba, y ahora aquella hermosa luz se encontraba en los brazos de alguien más.

Yo mismo me lo había buscado, la había alejado, persiguiendo a Sakura para pedirle citas, sin siquiera notar que con todo ello la lastimaba. Cuanto hubiera dado para que me espabilaran y me hicieran ver que tenía a alguien que me amaba de verdad, pero había estado tan ciego, centrándome en ese amor de infancia que solo era una mera ilusión. Cuanto me arrepentía de mi idiotez.

Hinata me había amado cuando era un don nadie, cuando nadie me quería ni confiaba en mí, ella había estado allí siempre, tanto que ni siquiera lo había notado. De verdad que me arrepentía, ahora me encontraba desesperado por no haberme percato suficiente de ella, en esas claras señales que demostraban todo aquel amor incondicional que ella tuvo una vez por mí, y solo por mí. No sabía si era un castigo por todo lo que la había hecho sufrir, pero ahora que no la tenía a mi lado, me había dado cuenta de lo importante que era, de cuanta falta me hacía ver sus sonrojos y su nerviosismo, incluso sus repentinos desmayos. Parecía que ahora era mi turno para sufrir por un amor no correspondido, tal como ella lo había hecho durante años.

Sentía que tal vez ella y yo habíamos estado destinados a estar juntos, pero no supe apreciarlo y la había acabado perdiendo. Tal vez, mi único consuelo era que ahora ella era feliz, y claro, también mi mejor amigo, porque, aunque me dolía admitirlo, sabía que Sasuke jamás cometería los mismos errores que yo, sabía que mi hermano no dejaría que en el rostro de Hinata se posara una mueca de tristeza.

Tal vez debí darme cuenta antes que el oscuro carácter del último de los Uchiha había mitigado poco a poco, me debí haber percatado de esas repentinas salidas donde desparecía por unas cuantas horas, debí ver la extraña cercanía que se había formado entre ellos, o tal vez de las miradas que últimamente él le daba a Hinata. Debí percatarme que ella ya no se sonrojaba o tartamudeaba en mi presencia, debí ver todas esas señales, pero las había ignorado por completo y había perdió la oportunidad de estar con ella. Con esa cálida chica de dulces sonrojos que siempre me había amado, pero que ya no lo hacía más, no más, ahora su corazón tenía otro dueño.

Regresé a aquella tarde donde venía de una misión en solitario y me topé con Kiba, el chico perro, como muchas veces lo llamaba yo. Animadamente él me invitó a tomar unos tragos, y aunque me encontraba bastante cansado decidi aceptar. Tomamos durante horas, riendo y rememorando viejos tiempos. El humor había estado siempre presente, hasta que la cara del Inuzuka pasó a una más seria.

—Sabes, ojalá yo hubiese sido el que la hubiera salvado cuando éramos niños. Tal vez en vez de quererte a ti me hubiese querido a mí.

No entendía nada de lo que hablaba, pensé que tal vez se debía por el alcohol, así que sencillamente me reí, pero cuando empezó a contarme más cosas me pude percatar de quien estaba hablando, dejándome sorprendido. Quizá en ese momento me encontré demasiado confundido por lo que sencillamente negué las palabras de Kiba, pero desde allí se volvería como una biblia para mí.

Hinata me quería. ¡Me quería! ¡A mí!

Si tan solo habría actúa como un verdadero hombre y no hubiera dudado las cosas serían distintas, pero ya de nada le servía arrepentirse, las cartas habían sido echadas y yo ya no tenía el derecho de estar a su lado, había perdido la oportunidad. Además, no podía reprocharle nada, todo era por mi propia cobardía, no tenía derecho para recriminárselo, yo solo había hecho que esos sentimientos se marchitaran.

Miré el pasillo de la iglesia, allí estaba yo, parado, con una falsa sonrisa en mi rostro, esperando que la novia entrase por la gran puerta, aparentando que era muy feliz por el enorme paso que ellos iban a dar, pero no era así. No quería llevar los anillos, no quería ser el padrino, no quería ni siquiera estar parado allí. Deseaba alejarme y romperlo todo, quería desaparecer y maldecir al cielo por lo idiota que había sido. Pero no lo hice, jamás lo haría. Porque con eso solo conseguiría preocuparla y no quería estropear su felicidad en el día más importante de su vida, ella no lo merecía. No después de todo lo que había hecho por mí, no tenía el derecho a ser egoísta, no con ella.

Cuando Hinata ingresó a la sala parecía que un ángel había aparecido, sabía que la primogénita de los Hyuga era hermosa, pero jamás me había dado cuenta de cuánto, era increíble cuan tonto había sido. Solo me limité a sonreír mientras notaba como a Sasuke se le iluminaban los ojos, seguramente iba a ser el hombre más afortunado del mundo.

Giré a ver a los demás invitados, notando que Kiba estaba con una sonrisa forzada, haciendo que me preguntase si yo me veía igual.

—Sasuke-kun—dijo tomando la mano del teme cuando llegó al altar mientras le daba una sonrisa de enamorada, que antes iba a mi.

Me quedé en silencio parado en todo el transcurso de la ceremonia, sin relacionarme demasiado, incluso en la fiesta me sentó solo en una mesa, mientras me servía sin parar una tras otra copa de vino. Mis amigos me invitaban a bailar, pero yo alegaba que estaba muy cansado por un entrenamiento que estaba haciendo. Cosa que era falsa, no hacía tal cosa, pero no quería bailar, ya que Sasuke no había dejado ni un momento a Hinata, solo cuando sus compañeros de equipo la sacaron un momento. Además, en verdad yo no tenía nada que celebrar, para mí esto era más un entierro que una fiesta, era el velorio del amor que Hinata una vez me tubo.

Luego que más horas transcurrieron ella fue la que se me acercó, se notaba que estaba preocupada porque no había dejado de beber, pero no me importó, solo quería por lo menos tenerla un rato entre mis brazos, aunque solo se tratase de compasión.

—¿Quieres bailar? —preguntó ella amablemente, haciendo que aceptara por inercia, se veía tan hermosa.

Sasuke se había ido un momento porque Kakashi-sensei se había emborrachado de más y no hacía caso a nadie. No es que el Uchiha hubiese querido ir, pero como yo no actuaba, solo él quedaba para detener a nuestro exmaestro cuando se ponía así.

Justo cuando yo y Hinata nos dirigíamos a la pista tocó una canción lenta. Rápidamente la pegué hacia mí, sobresaltándola, pero ella no me apartó, cosa que agradecí, si en ese momento me hubiera apartado definitivamente me hubiera hundido. Ambos nos movíamos al compás de la música, cerca, muy cerca, casi escuchando los latidos de la otra persona, tan gráciles.

—Me gustaría que hubiese sido así—dijo de repente y sin pensarlo, empleando un tono serio, confundiendo a la chica, que no entendía a que me refería. —Tú y yo, nuestra boda—confesé dejando perpleja a la peliazul, que no daba crédito a lo que oía.

Podía notar como de repente todo su cuerpo se había tensado y casi ya no se movía, sus mejillas se habían vuelto a sonrojar como cuando éramos adolescentes, por lo que sin evitarlo solté lo que hacía tanto tiempo mi corazón reprimía.

—Te quiero—hablé sorprendiéndola aún más, quitándome de una vez por todas ese peso de encima.

Rápidamente ella se quiso apartar, pero no se lo permitía. Tal vez mi error era que siempre la había visto como una constante en mi vida, algo que siempre estaría allí, por siempre, pero me había equivocado, Hinata no era una constante, al menos ya no, Sasuke se había encargado de que ella poco a poco cambiara. Y ahora me daba cuenta, porque ella me estaba mirando con reproche.

—C-creo que Naruto-kun ha bebido de más—dijo nerviosa pero seria, aunque yo solo me reí. —N-o piensa en lo que dice.

—Tienes razón—dije ya con mi habitual actuar dejando esa sombría actitud y tono serio. —Espero que tú y el teme sean muy felices—le dije, para luego darle un beso en su mejilla tranquilizándola. —Te mereces toda la felicidad Hinata-chan—hablé. —Bueno, parece que el teme ya volvió. Seguro que Kakashi-sensei debe estar haciendo de las suyas, será mejor que vaya a ver como le va. Adiós Hina—dije para luego irme, dejando a un confundida Hyuga, ya que no entendía ni un poco de mi comportamiento.

—¿Ocurre algo? —preguntó Sasuke abrazando por detrás a la peliazul, pero esta negó. Estaba convencida que mi extraño comportamiento se debía porque estaba un poco bebido, solo eso.

—Te quiero—le confesó la ojiluna para luego recibir un fogoso beso del pelinegro.

Ninguno de los dos se dio cuenta que todo era visto por mí, de verdad que me sentía patético, sin decir nada más sencillamente me alejé de allí poco a poco, ya no quería verlos por más tiempo o me acabaría convirtiendo en un verdadero masoquista.

—¡Naruto! —gritó alguien y me giré para ver quien me llamaba. —¡Vamos a beber! —decía animado Kiba, pero se notaba que tenía la voz un poco rota.

Solo me limité a sonreír y a asentir con la cabeza a su petición, la verdad es que también quería beber un poco más y por como veía que estaba el castaño estaba seguro que esa noche podría beber todo el alcohol que quisiera sin ningún tipo de reproche, además quien mejor que él para beber en esos momentos los sentimientos y pensamientos que tenía, ambos compartíamos las mismas penas.

Ahora lo sabía, las personas jamás serían constantes, todos eran una variable, que, si no sabes cuidar y apreciar, sencillamente se pueden ir de tu lado.

Igual que mi ya no Hinata-chan...


Notas autora: bueno, aquí traigo otro one-shot, no sé porque hago sufrir tanto a mi rubio querido. Espero que les haya gustado y espero ver sus reviews. Solo una cosa más por decir. ¡Viva el sasuhina! XD

PD: si noto que este capítulo gustó mucho podría hacer la boda desde el punto de vista de Kiba.

Gracias por leer.