Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Horikoshi-sensei, a excepción de los Oc's, que son míos. Yo sólo uso a sus bebés para emparejarlos y hacer historias cursis. Posible y demasiado OoC [Fuera de personaje].

Nota: Tenía esta idea hace tiempo gracias a unos headcanons que encontré en Tumblr, e iba a hacer un one-shot con todo. Luego me di cuenta de que se vería mejor como un fic corto-largo xD

Créditos al/la creador/a de los headcanons :3


Veintidós

I


A veces a la joven hija del héroe Endeavor le gusta imaginar.

No siempre, porque no tiene tanto tiempo como desearía. Porque es su deber mantener ordenadas las cuentas de la casa y trabajar de maestra de niños pequeños al mismo tiempo, tambiénlo es el arreglar el hogar y mantenerlo estable en cuánto a relaciones familiares se trata. Porque al final ella es el único pilar que queda en pie dentro de los Todoroki y está feliz de serlo.

(Y aunque le duela que su madre se hubiese derrumbado y su hermano destruido hasta los cimientos, no tiene de otra más que tragarlo y seguir adelante.)

Así que está bien. Ella está bien.

Hasta que ya no lo está, y necesita un descanso, un momentito de paz donde no esté preocupándose por los problemas de villanos en la escuela de Shōto, donde su padre no esté mirándola y esperando algo de su parte, donde Natsuo no empiece otra pelea a gritos cada vez que se cruce con Enji, donde su madre no esté teniendo otro ataque de histeria al recordar el maltrato de su esposo.

Donde Tōya vuelva y le apoye como solía hacerlo de pequeños.

Así que en esos instantes en los que ya no lo soporta y siente que podría desmayarse en medio de nada, opta por escabullirse a su cuarto y allí piensa, piensa, piensa y sume en un intento de inconsciencia. Porque quiere y desea escaparse de su realidad aunque sea un segundo y ni los innumerables libros en su estantería o el infinito Internet podrían ayudarle en ese momento más de lo que haría el silencio y la soledad. Así que se esconde bajo sus sábanas heladas y allí se queda por segundos, minutos, horas. Esos tiempos tan efímeros en los que le gusta meterse en un mundo que no sea el actual, uno en con el cual le gusta soñar de vez en cuando y disfrutar, amar, alegrarse.

Fuyumi Todoroki tiene veintidós años ya, pero eso no le impide el querer imaginar, al igual que una niña sin niñez, una vida feliz donde su existencia sería como un caramelo colorido y un globo rosa. Y a pesar de ser algo tonto, algo inútil y estúpido, es como una ayuda a sobrellevarlo todo, como una dosis de una droga suave. Y no le importa seguir haciéndolo siempre y cuando nadie se atraviese a enterarse de ello.

Y volviendo a su imaginación, esa que siempre le saca el temor de morir de estrés, que es algo simple que se repite casi como un mantra de relajación y le ayuda siempre, siempre, siempre. Nunca falla. Pues son ideas que se han quedado incrustadas desde que las imaginó por primera vez. Momentos que nunca vivió empero que nunca llegará a olvidar.

Y así comienza la numeración.

Todo empieza con algo tan simple y complejo como su padre. Porque ella sabe que, de haber sido ese hombre repleto de llamas alguien menos obsesionado con eso del sucesor perfecto, superar a All Might y convertirse en el héroe número uno, la vida de todos los miembros de su familia hubiese sido más llevadera, incluso alegre, se atrevería a decir. Su madre no sufriría de abusos y sus hermanos serían normales, su familia sería normal.

Claro que no tanto, teniendo al patriarca como un héroe conocido. Aunque ese seguramente sería un tema al que nadie le tomaría verdadera importancia porque.

Porque seguramente Natsuo seguiría siendo Natsuo incluso con él, y de pequeños se atrevería a hacer algo como—

Natsu, no debemos hacer esto... —susurra una pequeña Fuyumi en tanto su hermano menor, que no lo parece debido a su estatura, le estira del brazo hacia la habitación de su padre aún dormido.

El niño le mira, con la sonrisa traviesa plantada en su cara y unos ojos grises tan llenos de una vivez que definitivamente no heredó de su tranquila madre.

Tranquila, Fuyu... —habla el menor, acelerando un poco el paso y subiendo rápido las escaleras, sin soltarla—. Mamá dijo que despertemos a papá, nunca dijo cómo...

—Pero-

—Nada de peros. Será divertido molestar al viejo, créeme.

Fuyumi sabe bien que está mal, pero es una niña de nueve años muy fácil de persuadir y no tiene de otra más que caer ante las ideas traviesas de Natsuo.

Y con ello se adentran a la gran habitación que comparten sus padres, donde encuentran al gran héroe Endeavor durmiendo todavía y roncando de manera inhumana.

¿Cómo es que mamá puede dormir con tanto ruido...? —se pregunta el pequeño albino, y su hermana mayor se encoge de hombros sin saber la respuesta. Ambos creen al final que su progenitora de seguro usa orejeras en la noche.

Y se acercan despacio, sin hacer ruido. Saben muy bien que deben ser silenciosos si quieren que el plan funcione perfectamente, puesto que se encontraban con una persona con los sentidos desarrollados al máximo luego de su larga carrera profesional.

Y al llegar cerca, incluso con Natsu subiéndose a la cama, ya pueden poner en marcha el dichoso plan que inevitablemente hace que la sonrisa de Natsu aumenta más (como si fuese posible) y que Fuyu sienta algo de temor y ganas de desertar, aunque no pueda. No pasa nada de tiempo hasta que la cara del héroe sea cubierta de nieve.

—¡Corre! —grita entonces el menor, parándose de golpe para después salir a toda velocidad de la cama, claro que no sin pisar de paso a su progenitor.

—¡NIÑOOOS!

Ambos infantes ríen fuertemente mientras bajan las escaleras y van derecho a la cocina a esconderse detrás de su confundida y algo preocupada madre.

Y Fuyumi se ríe en la soledad de su habitación, porque definitivamente pasaría algo como eso de ser su familia como en sus imaginaciones, especialmente viniendo de Natsuo. Luego piensa seriamente en eso de reírse estando sola y lo maniática que debía verse, pero no le interesa porque nadie puede verla al final.

Y esas ideas de quedarían en su cabeza, selladas con llave. Pero por estar ahí es que se levanta y se quita las cobijas de encima, suspirando largamente para dirigirse enseguida afuera, y continuar con su ajetreada vida siendo una de la familia Todoroki que no es de su imaginación.

(Pero que aún con ello la quería y lucharía por mejorarla a toda costa.)


Continuará.