Katsuki sonrió par sí mismo, cerrando el cuaderno por última vez y simplemente mirando l portada por un momento. Trazó los bordes de las marcas de hollín con su pulgar.

Número catorce, el último de los cuadernos de análisis, y el único de su clase. Su sonrisa cayó ligeramente mientras trazaba rasgaduras y marcas de hollín con dedos temblorosos.

Había pasado mucho tiempo con él. Había dejado instrucciones específicas con sus hijos de que debía ser cremado con él, para dejar que el contenido se fuera en un arrebato de gloria, de la única forma en que se lo merecía.

Pero, bueno, supuso que realmente no importaba si lo hacían o no. Ya no era su preocupación.

— ¿Ya estás listo?

Su sonrisa regresó con toda su fuerza ante la familiar voz, sacudiendo la cabeza mientras dejaba el cuaderno en su mesita de noche. Sus ojos miraron las otras cartas y baratijas allí también, para asegurarse de que todo estuviera en su lugar. Todos tendrán algo. Esperaba que fuera suficiente para superar la siguiente fase de todo esto.

—Sí. Creo que lo estoy –respondió, aunque todavía no se había dado la vuelta. — ¿Los niños están…?

—Todos fuera de la casa –prometió. —La única aquí es la enfermera, nadie tendrá que verlo.

—Bien –podía sentirse físicamente hundirse en alivio, finalmente girándose para mirar l hombre de pie junto a él.

Se veía… malditamente bien, para un tipo muerto. Ya no era viejo ni arrugado, mostrando los dientes filados y los ojos arrugados en una sonrisa familiar. Radiante como siempre, y…

—Tu cabello está rojo otra vez –sonrió ante el ligero rubor que cubría la cara de Eijirou. —Y todo está levantado de nuevo. Cabello de mierda, realmente te superaste a ti mismo esta vez –su sonrisa se ensancho. —Me gusta, sin embargo.

—Pensé que lo haría –murmuró su marido, antes de dejar escapar una risita y extender su mano. —Vamos, cariño. Nos has hecho esperar lo suficiente.

Katsuki solo podría reírse de eso.

— ¿Nos? ¡Te vi hace tres días!

—Eso fue hace eones –se quejó, aunque la luz en sus ojos nunca se fue. — ¡Tuve que pasar tres días enteros sin una sola burla! Fue estresante.

—Sí, bueno, ahora te escucho, bastardo. Tengo todas las burlas que necesitas –sin embargo, aún no tomó la manos de Eijirou, simplemente se quedó mirando la suya.

Por un momento, nadie dijo nada.

— ¿Va a doler? –preguntó Katsuki por fin, las manos girando y enterrándose en las sabanas.

La sonrisa de Eijirou se suavizó en su respuesta.

—Ni un poco –prometió, moviendo sus manos para cubrir las del otro. Katsuki no pudo evitar sonreír ante el tintineo del metal de sus anillos, permitiendo entonces ser levantado, saliendo de la cama y cayendo en el cálido abrazo de su amor.

— ¿Ves? Apuesto a que no se sintió diferente en absoluto.

Parpadeó entonces, tratando de girar la cabeza, pero Eijirou lo tomó suavemente de la barbilla.

—Pero no mires atrás. No lo hace más fácil. Solo concéntrate en mí.

Su sonrisa volvió a ser triste. Katsuki tomó su rostro entre sus manos, de puntillas para juntas sus frentes.

—Hey. No hay razón para sonreír tan tristemente –murmuró.

Eijirou inhaló bruscamente antes de sacudir la cabeza.

—No, lo sé, es solo… agridulce, supongo.

—Sí, pero, ¿Qué podemos hacer? La muerte es pre de la vida. Y además, si no recuerdas, tú eres el que me dejó primero. Idiota.

Hubo una risa ahogada por su esfuerzo, aunque pronto fue irrumpida por un beso.

Realmente se sentía como volver a casa.

Eijirou se apartó primero, riéndose incluso con los ojos húmedos.

—Realmente te extrañé, cariño –murmuró.

—Sí. Te extrañé también, bastardo, pero no llores por eso –hizo ademan de limpiar las lágrimas, sobresaltándose cuando se dio cuenta de que sus manos estaban nuevamente suaves, callosas. —Oh.

—Sí, oh –Eijirou se estiró para enmarcar su mano con la suya, girándola para presionar sus labios contra su palma. —Está listo. Estamos aquí.

Katsuki se giró para mirar, observando el áspero remedio de edificios y terrenos que parecían extenderse ante él. — ¿Eso es todo?

—Esto es –confirmó Eijirou con un suspiro. —Y sé a quién estás buscando. Él está en esa casa allí.

Katsuki asintió, incluso si vacilaba un poco.

— ¿Y todos los demás?

—Dispersos. Nos encontraremos pronto con todos, no te preocupes, tenemos una eternidad aquí.

— ¿Y tú? –preguntó, dándose la vuelta. —Todavía estás triste.

—Solo porque ahora tendré a alguien con quien luchar por tu atención. Katsuki, cariño –se rió. — Está bien. Solo ve a verlo. Te ha estado esperando más tiempo que nadie.

Cierto, cierto. No debería dejarlo esperando más. Eso sería un verdadero movimiento cabrón de su parte.

Pero no podía mover sus pies.

—Eijirou, es un niño –susurró al fin, con las manos revoloteando en sus costados con señas a medio formas, traicionando su ansiedad. —No sabré cómo hablar con él.

—Solo habla con él de la forma en que hablar con cualquier otro. Estarás bien.

—Vale… –Miró por encima del hombro la casa, mordiéndose el labio antes de regresar la mirada. — '¿Y él no me odia?' –dijo con señas.

—No. Él no te odia en absoluto. Lo prometo. Habla con él.

Dudó, respirando hondo antes de asentir lentamente.

—Vale –murmuró. —Vale. ¿Me encontraras cuando termine?

—Sí, por supuesto que lo haré –Eijirou le sonrió de nuevo antes de ahuyentarlo. —Ahora vete. Termina con eso.

Sintiendo de nuevo, sobre todo para sí mismo, se dirigió hacia la casa. Por un momento, solo pudo mirar a la puerta, observando el cambiante patrón de madera antes de levantar una mano para llamar.

Solo que la puerta se abrió antes de que pudiera tocar.

— ¡Kacchan! ¡Estás aquí! –Dios, era tan pequeño, Katsuki tuvo que mirar hacia abajo para verlo, pero ahí estaba. Izuku Midoriya, todo sonrisas y ojos brillantes, como recordaba. Contuvo las lágrimas, dándole una sonrisa vacilante antes de gritar cuando Izuku lo agarró del brazo y lo jaló hacia dentro.

— ¡Estoy tan contento de que hayas llegado bien! Kirishima te trajo, ¿Verdad? ¡Pensamos que podría ser el mejor! Y wow, ¡Te has vuelto tan alto! Y te ves mucho más genial. ¿Y te casaste? ¡Tu anillo de bodas es genial, me encanta! Tenemos mucho de qué hablar, Inko, Aizawa y Hizashi empezaron a contarme un poco, pero realmente es tu historia que contar, y— ¿Kacchan?

Izuku se detuvo cuando finalmente pudo ver bien al hombre que estaba frente a él, quien tembló ligeramente, con lágrimas en sus ojos.

—Kacchan, ¿Estás bien?

Sin previo aviso, se vio envuelto en un fuerte y aplastante abrazo. Apenas pudo lograr soltar una carcajada mientras envolvía sus brazos alrededor de él—por un momento, hasta que Katsuki se retiró.

—Deku –Katsuki se aclaró la garganta, tratando de evitar que sonara tan crudo como él sentía. —Es bueno verte otra vez.

—Sí. Es bueno verte también –la sonrisa de Izuku se volvió suave. —Ha sido… mucho tiempo. Hey, ¿Me trajiste buenas historias?

El hombre mayor solo sonrió, limpiándose los ojos.

—Por supuesto. No soy un imbécil, me lo pediste.

Izuku le dio una cálida risa, avanzando nuevamente para envolverlo en otro abrazo.

— ¡Entonces son puedo esperar a escucharlas!

Katsuki miró al chico en sus brazos, el pelo verde y rizado que se metía justo debajo de su barbilla, y finalmente comenzó a afectar.

Esto era.

—Está bien, entonces –dijo en voz baja. — ¿Dónde quieres que empiece?


Notas de la autora:

¡Y eso nos lleva al final del fic!
Escribí y reescribí este capítulo tantas veces antes de conseguir algo que me gustó, así que espero que lo hayan disfrutado, ¡El último capítulo de #14!
gracias a todos por seguir con esta historia hasta ahora. Nunca hubiera pensado que una pequeña historia tan extraña recibiría tanta atención, pero estoy tan feliz de que todos disfrutaron leyéndolo tanto como yo disfrute escribiéndolo.

¡Gracias de nuevo por todo su apoyo! 3

Tumblr: missevilwritingblog

Notas del traductor:

Sí, bueno, llegamos al final. Como la autora también les agradezco haber tomado el tiempo de leer este fic.

Próximamente estaré trayendo más historias de BNHA, espérenlas con ansias.

¡Gracias por leer!