Capítulo 4: La Fiesta.

Entre risas y anécdotas las dos líderes de gimnasio regresaron al departamento cargando las bolsas del supermercado, pero al ver sus pilas de papeles que las esperaban sobre la mesa, los ánimos volvieron a caer…

— Hay que seguir trabajando… — Murmuró la pelirroja, llevando las compras a la cocina y protestando internamente por el tedioso trabajo que parecía no acabar jamás. Erika pareció compadecerse de su compañera y apoyando una mano en su hombro le ofreció una sonrisa calma.

— Antes tomemos ese té. Ambas lo necesitamos.

— Podemos tomarlo mientras seguimos trabajando. Realmente me urge terminar con esto.

— Es mejor que lo bebas sin estar pensando en el trabajo. Además, — Le sonrió con picardía mientras prendía la hornalla para calentar el agua. — Tienes que decirme que sucede entre Ash y tú

— ¿Eh? No pasa nada. — Respondió rápidamente. El tema inoportuno tomándola desprevenida de tal forma que sus mejillas enrojecieron instantáneamente.

— ¿Cómo que nada? Estás aquí haciendo este trabajo cuando tu gimnasio necesita más ayuda que cualquier otro y, — Erika se cruzó de brazos y la observó seriamente — Le mentí al Maestro Pokémon por tí, merezco una explicación, ¿No lo crees?

— Supongo que sí… — Respondió con algo de resignación, al tiempo que su mente se inundaba de recuerdos…

Mirándose al espejo tocó su vientre con la palma de su mano, se sentía tan nerviosa que su estómago parecía un nudo apretado que pesaba en su interior. Con solo pensar en ir a ver a Ash sus mejillas se teñían de rosa y el calor en ellas le resultaba sofocante, aún así no podía evitar la sonrisa en sus labios.

Nada podría arruinar esa noche. Después de tanto tiempo vería a su amigo de toda la vida y estaba decidida a decirle de una vez por todas lo que sentía por él. Pensarlo le daba una sensación de vértigo, el miedo asomaba sus garras entre su conciencia, pero Misty estaba decidida a dejar claros sus sentimientos por el reciente Maestro Pokémon, arriesgándose a que le rompiera el corazón…

Ash no haría eso. — Se decía a sí misma mirándose a los ojos del reflejo. — Aún si no siente lo mismo que yo, estoy segura que no permitirá que nuestra amistad se arruine por esto. Él me entenderá…

Realmente creía eso. Pensaba que, aunque el rechazo fuera profundamente doloroso, sería el mismo Ash quien se encargaría de ayudar a reparar lo que quedara de sus sentimientos, pues era el tipo de persona que haría lo que fuera por sus amigos. Esa era una de las tantas cualidades suyas que la enamoraron.

¡Misty! — Escuchó la voz de Daisy que le gritaba desde el otro lado de la puerta — ¡Tenemos que irnos o no llegaremos a tiempo!

Tomó aire profundamente, llenando su pecho de aire, luego lo dejó salir lentamente. Acomodó su vestido de fiesta, alisó su cabello con sus manos y se miró una vez más al espejo.

Tú puedes, Misty. — Se dijo a sí misma y salió rápidamente de la habitación para reunirse con sus hermanas en la entrada del gimnasio.

Esa noche, los líderes de gimnasio de la región, entrenadores de todas partes y altos cargos de la Liga pokémon, se reunían en Pueblo Paleta para celebrar al nuevo campeón.

Después de largos años de viajes, batallas y aventuras, el joven que alguna vez partió del pueblo arrastrando a un pikachu rebelde, volvía a su origen convertido en un Maestro Pokémon.

Misty estaba tan orgullosa de su amigo que casi parecía que el logro era suyo. Lamentaba no haber podido presenciar las batallas de Ash en el campeonato, pero tuvieron la mala suerte de sufrir una fuerte crecida del río que coincidió con el inicio de las contiendas. El gimnasio sirvió de refugio para los ciudadanos que vivían cerca del cauce, pero una tormenta inesperada provocó una inundación que afectó también su hogar.

Ash la llamó varias veces esa semana para contarle los avances en el torneo, todas las veces le preguntaba si ella viajaría para verlo competir, Misty decidió no preocuparlo con sus problemas y en ningún momento le contó lo que estaba sucediendo en el gimnasio.

Es mi última batalla. — Le había dicho hinchando el pecho de orgullo — Esta vez sí vendrás a verme, ¿Verdad? —

La pregunta circulaba en su mente como un fantasma que buscaba acobardarla. Esa vez también le prometió que estaría allí aún sabiendo que no podía cumplir esa promesa.

Cuando le cuente lo que pasó, él lo entenderá. — Pensó, tratando de ahuyentar las dudas de su mente. — Me disculparé y luego… — Los nervios volvían a atacarla con intensidad, sonrió levemente sintiendo el ritmo acelerado de sus palpitaciones — Todo estará bien, Ash entenderá…

Al llegar a Pueblo Paleta se encontraron el ambiente festivo desde la entrada al pequeño territorio. El camino que guiaba hasta el laboratorio del Profesor Oak (donde se homenajeaba al nuevo Maestro) tenía una hilera larga de puestos de venta con todo tipo de mercancía referida a Ash y a sus pokémon; desde peluches y muñecos de acción hasta vajilla con su rostro. Misty observaba los distintos artículos con curiosidad y se abstuvo de comprar alguno, pese a estar muy tentada de adquirir algún recuerdo de ese día.

Aunque el laboratorio del Profesor era extenso, claramente no estaba preparado para la cantidad de gente que se reunió para la celebración. El patio que alguna vez creyó interminable, en ese momento parecía una habitación pequeña donde apenas cabían los invitados; de todas formas la alegría en el ambiente era tal que a nadie le molestaba estar un poco apretados ni tener que hablar a los gritos por sobre la música y las voces de todos los demás.

Misty, ¡Al fin llegaste! — La saludó la madre de Ash con un fuerte abrazo que la líder de gimnasio devolvió con profundo afecto.

Siento la tardanza. — Se disculpó algo apenada. Delia le sonrió con la dulzura de siempre.

Ash estará tan feliz de verte. — Otra vez el nudo en su estómago se retorcía al escuchar aquello — Te estuvo esperando en el torneo.

Lo sé. Tuvimos algunos problemas.

No te preocupes. — Le dijo antes que la vergüenza se le notara aún más. — Lo importante es que ya estás aquí.

Sí… — Sus ojos se desviaron al piso nerviosa y forzando una sonrisa preguntó — ¿Dónde está Ash?

Aún no ha llegado. — Respondió la mujer y por un momento pareció algo preocupada — No se sentía bien cuando yo salí de casa… — Delia forzó una sonrisa e hizo un gesto con su mano, como desestimando sus palabras — Pero no tardará en venir. Ash no se perdería su propia fiesta.

Misty se distrajo reencontrándose con viejos amigos, increíble encontrar a alguien en todo aquel gentío, pero las casualidades estaban de su lado a medida que se iba topando con ellos.

Ash hizo muchos amigos en su viaje. — Comentó Brock cuando se reunieron en un extremo del salón cubierto — Y conoció tantas chicas bonitas, ¡Que afortunado! — Suspiró mirando a un grupo de mujeres no muy lejos de ellos. Misty le despeinó el cabello en gesto de burla.

¡No has cambiado nada! — Le gritó mientras seguía desordenado sus mechones castaños. Ambos rieron ante el recuerdo de viejos hábitos.

Tú tampoco. — Respondió el muchacho — Por amigos así es que sigo soltero.

Estás soltero porque te portas muy raro frente a las chicas. — Respondió ella cruzándose de brazos. — No nos gusta que nos miren con esa cara de pervertido.

Yo no tengo cara de pervertido. — Se defendía el chico mientras reacomodaba su peinado. — Oye, ¿Podrías presentarme a alguna de tus hermanas? — Misty revoleó los ojos.

No tengo que presentarte, ellas ya te conocen.

Es cierto — Brock asintió con la cabeza y la sonrisa boba volvió a su rostro. — Si me disculpas, iré a saludar a mis colegas de Ciudad Celeste.

Yo soy tu colega de Ciudad Celeste. — El criador la ignoró y caminó hasta donde estaban las tres Waterflower — Vaya amigo que tengo, me dejas aquí sola.

Resignada y sin ánimos de ver a su amigo flirteando con sus hermanas, la líder de gimnasio se abrió paso entre la multitud buscando la mesa con bebidas. Se volvió a sorprender con la cantidad de personas reunidas y el avance hacia un lugar no muy certero se hacía incómodo… aunque pidiera permiso, los empujones parecían la única forma de seguir, alguien la pisó y recibió un codazo en la espalda. Para cuando atravesó el salón ya estaba despeinada, con el vestido arrugado y con un humor de perros…

¡Misty, me alegra que hayas podido venir! — Volteó al escuchar una voz familiar encontrando a un muy sonriente Tracey que se acercaba con una bebida en la mano.

Hola, Tracey — Profundamente agradecida, le quitó el vaso — Muchas gracias, no sabes cuanto necesito algo fresco.

Oh… no es nada — El chico negó con la cabeza y le sonrió — ¿Pudiste hablar con Ash?

Aún no. — Respondió ella buscando entre la multitud — la señora Ketchum me dijo que no se sentía bien, ¿Ya llegó?

No lo sé, pero — De pronto el semblante del chico se puso serio, posó una mano en el hombro de ella para llamar su atención. Misty se extrañó de la expresión en el rostro de su amigo — Hay algo que tienes que saber…

¡Ya está aquí! — Gritó alguien en la lejanía y la exclamación se replicó por todo el salón. La gente se empezó a mover, separando a los amigos en una masa móvil que los empujaba hacia la entrada.

¡Misty, espera! — Le gritó Tracey tratando de abrirse paso entre las personas — Ash está…

Tendrá que ser luego. — Respondió ella dejándose llevar por el gentío — No se puede hablar ahora.

Dejaba que la multitud la llevara. La ansiedad volvía a arremolinarse en su pecho mientras ignoraba el constante griterío que se amplificaba a su alrededor.

Apretaba los puños al costado de su cuerpo, en su mente solo pensaba en frases aleatorias que le daban ánimos para cumplir con su auto-promesa; le confesaría a Ash sus sentimientos, quedarían atrás años y años de negarlos y esconderlos… era el día en el que sería absolutamente honesta con él…

Era el día en el que todo iba a cambiar.

Todo el mundo quería saludarlo, felicitarlo, sacarse una foto o pedir un autógrafo. Misty era una más entre un montón de personas que esperaban su minuto con Ash, ella esperaba obtener un poco más de tiempo y a solas.

Poniéndose en puntas de pie, asomándose entre los hombros de unos desconocidos, pudo ver el contorno de la espalda del Maestro Pokémon. Estaba tan cerca.

La fila irregular avanzó, estaba un poco más cerca de él. Escuchaba su voz sobre el inentendible sonido acoplado de las demás voces. Se oía distinto en persona a como lo escuchó la última vez por el teléfono, parecía algo cansado o quizás solo estaba abrumado.

Avanzó un poco más y volvió a asomarse entre los invitados que tenía delante y fue en ese momento que sus ojos se cruzaron con las iris oscuras de Ash…

¿Qué estás haciendo aquí? — El tono fue severo y frío. Las personas delante de ella se abrieron dejando un camino recto libre entre ella y Ash. Misty avanzó llena de felicidad, ignorando todas las miradas que recaían sobre ellos. Él no le devolvió ni una pizca de sonrisa — ¿A qué viniste? — Misty torció la cabeza confundida. Los nervios se revolvieron en su interior y un manto helado de miedo se esparció en su pecho. Esto no era lo que ella había imaginado.

Vine a verte… — Respondió dubitativamente — A felicitarte.

Vete — Las palabras resbalaron entre sus dientes con un desdén que ella nunca había oído en su voz

¿Qué? No entiendo…

¿Tú no lo entiendes? — Preguntó él y su mirada se ensombreció — Pues yo entiendo todo muy bien.

¿Porqué mejor no hablamos a solas? — Le pidió. — Hay algo que debo explicarte…

No viniste a ver ni una sola de mis batallas… — Le dijo, ignorando sus palabras. Misty veía algo de dolor detrás de aquella ira.

No pude. El gimnasio… — Una risa burlona cruzó sus palabras

El gimnasio… tu estúpido gimnasio y tus ridículos espectáculos.

¿Estúpido? — Apretó los puños con furia. El gimnasio era un asunto demasiado sensible. — ¿Es que no miras las noticias? — Le gritó apretando los dientes — El Gimnasio Celeste está…

No necesito ver las noticias para saber lo que haces. — Se cruzó de brazos y le sonrió con burla — "Pequeña Sirenita" — Alguien entre los presentes se rió y otros lo acompañaron — Has convertido el gimnasio en un circo grotesco. No sabía que te gustaba tanto actuar, supongo que a eso viniste.

¿De qué hablas?

Viniste a montar un pequeño numerito aquí, ¿Verdad? — Misty sintió que sus mejillas ardían. La gente alrededor de ellos los miraban con atención y el eco de murmullos los rodeó con un aire humillante.

¿Qué estupidez estás diciendo? — Su carácter salió a flote en un grito lleno de rabia — No vine a hacer un show, vine a verte.

Muy creíble, realmente. — Respondió él cruzándose de brazos. — Podría creérmelo, como me creí que vendrías a verme.

¡Si te bajaras de tu enorme ego sabrías que no podía salir de Ciudad Celeste!

¡Claro que no podías, porque tenías que dar esos tontos numeritos! — Le gritó despectivamente. La ira de Misty también hervía en su pecho dejando salir su indignación por el destrato inesperado — Pensé que eras una Líder de Gimnasio de verdad, pero eres igual de hueca que tus hermanas.

La multitud contuvo el aliento al tiempo que el sonido de la bofetada resonó por el salón. Ash la miró fijo, con su mejilla roja y los ojos aún inyectados de ira…

¿Cómo te atreves? —Le dijo ella con la voz cortada mientras lágrimas de decepción, ira y desamor contorneaban su rostro — ¿Con qué derecho insultas mi hogar y mi familia? — Se secó el sendero de lágrimas en un gesto furioso que dejó una marca roja en su mejilla — Eres un idiota.

Sí que lo soy. — Respondió él finalmente — Por creer en tí.

El silencio se apoderó de la pequeña sala que compartían las líderes de gimnasio. Misty mantenía la vista fija en el líquido oscuro de su taza. En su cabeza resonaban las palabras hirientes de Ash, todavía sentía los restos de adrenalina que tantos años atrás le hizo darle esa bofetada, en su mano una sensación fantasma reproducía el impacto de sus dedos golpeando el rostro del Maestro Pokémon…

— Estuve allí esa noche. — Le dijo Erika rompiendo el silencio. Misty no respondió, todos los líderes de gimnasio de Kanto estuvieron presentes en la fiesta. Era muy consciente de los alcances de la humillación. — Ash no parecía ser el mismo que conocí cuando vino por la medalla de mi gimnasio.

— Nunca lo había visto actuar así. — Coincidió Misty — Tanta ira, tanto desprecio… — Frunció el ceño, esperando retener las lágrimas dentro de las cuencas de sus ojos, negándose a derramar una sola gota más por él — Ni siquiera quiso escucharme.

— ¿Y tú? — Levantó la mirada para observar a su compañera.

—¿Yo que?

— ¿Lo escuchaste?¿Sabes porqué estaba tan lastimado?

— No quiso hablar conmigo para nada. — Respondió rápidamente.

— Pero si acabas de decirlo. — Replicó Erika — No fuiste ni a una sola de sus batallas.

— Tenía problemas más urgentes. — Se defendió. Las palabras de la líder de Ciudad Azulona le parecían acusatorias e injustas.

— Problemas de los que Ash no tenía ni idea.

— Si me hubiera escuchado, entonces…

— Misty. — La interrumpió, le sonrió con calidez y pareció medir muy bien sus palabras antes de decirle lo siguiente — Era muy importante para Ash que presenciaras sus batallas.

— No entiendo porque dices eso. — Dejó la taza de té sobre la pequeña mesa que las separaba y se cruzó de brazos con gesto terco. — Es tan egocéntrico, ¿No le alcanzaba que todo Kanto estuviera mirándolo?

— Tal vez, a él no le importaba "todo Kanto". — Sus dedos se aferraron con fuerza a sus brazos. No quería pensar en lo que estaba insinuando Erika, no podía permitirse el mínimo de ilusión. — Tal vez, Ash solo quería compartir ese momento tan importante en su vida contigo.

— Que absurdo — Se levantó de su lugar y caminó hacia la mesa dándole la espalda— Dejemos de perder el tiempo en tonterías. Necesito terminar estos papeles.

No era la primera vez que le decían algo como eso. Brock, Tracey, sus hermanas, todos quisieron hacerle pensar que Ash tenía motivos muy profundos para sentirse tan herido, pero Misty se negaba a aceptar esa posibilidad.

Si Ash la quisiera tanto como los demás decían, no estaría metida en tantos líos con su gimnasio.

Aunque doliera aceptarlo, Ash la odiaba. Y ella quería sentir eso mismo por él.

CONTINUARÁ…

AN:

Ha pasado más de un año desde mi última actualización, que cuelgue que tengo!
Pero bueno, la historia sigue a paso lento pero seguro.

Gracias a Bajo la Sombra del Velo por el beteo a este capítulo. Estaba muy insegura de cómo me había salido y necesitaba su opinión antes de publicar.

Gracias a todos por sus mensajes y reviews! Espero poder escribir pronto el próximo capítulo.

Saludos!

Ikhny.