-La muerte es injusta.

No podía dejar de pensar en el descubrimiento de ayer, saber que esa pobre pequeña perdió a su madre era terrible. Penny no le contó toda la historia; luego de acostar a Jane, ella sólo mencionó que su mamá había fallecido al darla a luz pero eso fue todo y no quiso ahondar más el tema.

Al salir de la casa Wolowitz, Amy vio un peluche tirado en la acera; era un pato de peluche color verde, en su pico tenía un nombre bordado.

Jane.

-Ey... ¿Qué es eso?- Preguntó Leslie acercándose a ella.

-Un pato, creo que es de Jane.

-Entonces devuelveselo.

-Esta dormida- Metió el juguete en su bolso.

-¡Jane, he dicho que vengas a darte un baño!

-Pero la película aún no termina papá- Se quejó la pequeña.

-Ponle pausa, si no te bañas, no comerás pizza- Advirtió con su tono de padre estricto.

Jane finalmente accedió, siendo bañada para luego recostarse en el sofá con su papá para ver X-Men: First Class, esa era su película favorita.

-No me gusta mucho esa parte, es triste- Comentó la pequeña acurrucandose contra Sheldon.

-¿Por qué?

-Charles a partir de ahí, ya no puede caminar, le habrá dolido mucho ese disparo. Además le hecha la culpa a Eric cuando fue la chica.

-Muchas cosas son injustas, Jane. Tanto en el cine como en la vida real- Dijo pensativo, apretándola contra su pecho.

Un rato después, tocaron la puerta del pequeño departamento. Sheldon se sorprendió, era muy tarde para recibir visitas. Abrió la puerta y vio a Amy parada frente a él, completamente sonrojada y con una bolsa de color rosa.

-Amy- Dijo sorprendido. -¿En qué puedo ayudarte?

-Sheldon, disculpa por venir así de esta manera- Se disculpó, su sonrojo podría ser confundido por un tomate. -Hace un par de días en la fiesta, esto estaba tirado afuera.

Sacó de la bolsa un pato de peluche color verde, Sheldon lo reconoció al instante, Mary se lo regaló a su hija cuando nació.

-Gracias por traerlo hasta aquí, Jane es un poco descuidada con sus cosas.

-¡Amy!- Gritó la pequeña, asomándose por detrás de las piernas de Sheldon.

-Hola- Dijo Amy sonriendo.

-¿Qué estás haciendo aqui?

-La señorita Amy vino a traerte esto- Le dió el peluche.

En ese momento, el repartidor de pizza llegó al edificio. Interrumpiendo la charla, Sheldon le agradeció dándole una propina. Jane volvió adentro para terminar su pelicula.

-Amy... Si no tienes nada que hacer. ¿Quieres comer con nosotros? Pedí pizza, con salsa, champiñones y aceitunas.

Ella reprimió sus fuertes ganas de sonreír. Aprovecharía cada oportunidad para estar con su atractivo jefe.

-Me encantaría, pero no te sientas obligado a hacerlo- Dijo sinceramente.

-No hay obligación, además; si no quisiera, simplemente no lo haría. Por favor adelante- Se hizo a un lado para dejarla pasar.

Cuando entró al departamento, la vista le encantó. El espacio no era tan grande pero estaba muy bien decorado; una biblioteca con libros, pósters de superhéroes en las paredes, juguetes de colección en estantes. Todo estaba perfectamente ordenado y con aroma a limpio, era simplemente una maravilla. Pero nunca se imaginó que a su jefe, ese atractivo hombre, serio y distante, le gustaran esa clase de cosas.

-Tu sala es muy pintoresca- Comentó Amy mirando a su alrededor.

-Gracias, a Jane y a mi nos encanta coleccionar cosas de ciencia ficción.

-Es un hobbie interesante.

Sheldon preparó la mesa; cuando puso tres platos y tres cubiertos, su pecho le dolió un poco. Así sería la vida con Ramona si aún estuviera aquí, todo estaría tan bien... En ese momento se arrepintió un poco de haberle dicho a Amy que se quedara.

-¡Amy siéntate junto a mi, está pizza es deliciosa!- Jane exclamó muy feliz.

Y entonces no pudo hacer nada, vio la radiante sonrisa en el rostro de su hija. Ahí fue cuando se dió cuenta de todo, todo lo que lo rodeaba... todo lo que Jane pensaba.

Ella quería sentir la sensación de tener una mamá. De repente sus ojos se llenaron de lágrimas que disimuladamente secó con la manga de su camiseta.

Cenaron entre charlas y risas provocadas por las payasadas de Jane, se la veía muy feliz e incluso miraba a Amy de una forma que hacía doler el corazón de la neurobiologa. Jane y Amy limpiaron la mesa, colocando los platos en el fregadero para despues mirar un poco de televisión.

La pequeña dió un bostezo largo y se frotó los ojos, estaba sentada entre su papá y Amy; se subió al regazo de Sheldon abrazándolo. Él miró su reloj.

-Ya es tu hora de dormir bebé...

-Ya me voy, Jane debe estar cansada... los dejaré dormir- Dijo Amy levantándose, Sheldon también se levantó con Jane medio dormida en sus brazos.

-Adios, ten cuidado afuera. Gracias de nuevo por traer el juguete hasta aquí- Agradeció Sheldon.

-De nada Sheldon, gracias por la cena.

Amy se fue, él se quedó parado en la puerta viendo como bajaba las escaleras. Jane se movió un poco y fue a llevarla a la cama.

-Papi- Llamó en voz baja, mirándolo atentamente con sus ojos azules intensos, iguales a los de su padre.

-¿Que pasa Wookie?

-Nunca invitaste a nadie para que coma con nosotros, porque ahora le dijiste a Amy que se quedara?

-Porque es una manera de agradecerle por haberte mantenido a salvo ese día que te perdiste en el parque.

-Ah- Dijo sin más, se dió la vuelta acurrucándose contra su almohada para dormirse rápidamente.

Sheldon se desplomó en el sofá, no esperaba la visita de Amy y menos que se quede a cenar pero debía admitir que fue una linda experiencia compartir tiempo con alguien que no sea Penny, Bernadette o su madre y hermana.

Pensó un poco en Amy, anteriormente hubo mujeres que fingían cariño por su hija sólo para acercarse a él. Pero veía sinceridad en los ojos de Amy cuando miraba a Jane.

Y vaya que en los últimos días había notado sus ojos, eran muy bonitos, verdes aceituna que brillaban intentasamente.

Sheldon... Sheldon... Sheldon... espera, no me dejes, no lo hagas.

Se sobresaltó en sus pensamientos,

Se frotó la cara, estaba intentándolo... tanto, pero Ramona seguía en su mente. En su subconsciente sabía que era hora de dejarla ir, habían pasado más de 4 años desde su partida. Pero ella le dejó el regalo más inolvidable; Jane. Por ella no podía olvidarla, porque aunque Jane no se parecía en nada a ella físicamente, sus actitudes eran similares y él estaba perdido.

Espérame Amy... ya llegaré, por favor... espérame.

¡Espérame...!

Continuará...