Habían existido ciertas ocasiones en las que podría haberle dicho cómo me sentía en cada momento, qué pensaba sobre ella o por qué la quería a mi lado. Blake; mi compañera, mi amiga... y mi amada. Tantas veces irrumpió en mi mente el deseo de decirte cuánto significas para mí, y cuánto me destrozaría el hecho de perderte. Quizás mi mayor error fue el confiar en que nada cambiaría, que tú estarías siempre ahí y que nada nos separaría. Un error realmente imperdonable.

No sabría expresar lo mucho que me horroricé al ver aquella espada atravesada en tu costado, después de haberme cortado a mí también en el mío por haber estado tan cerca de ti en ese momento. Tu rostro parecía indicar sorpresa y temor; tú también sabías quién te había atacado por la espalda, sin necesidad de girarte o preguntar siquiera. Los segundos pasaban, pero parecían intervalos de tiempo eternos. Dirigí mi mirada directamente hacia tus ojos y sujeté tu rostro con suma delicadeza, como si por el hecho de tocarte pudiera herirte más de lo que ya estabas, y las lágrimas brotaron frenéticamente de los míos. ¿Qué podía hacer yo ahora? Mi vida había acabado antes de empezar.

El calor en mí se hizo presente de forma abrasadora. Podía sentir mi pelo envuelto en llamas y mis pupilas en su estado más agresivo y feroz. Aquel sentimiento era tan desgarrador que me destruiría si no descargaba toda mi ira en ese momento. Adam aún permanecía allí, detrás de Blake, sin capacidad de moverse demasiado y con aspecto cansado. Aún así, el muy desgraciado había utilizado sus últimas fuerzas para llegar hasta nosotras y vengarse de la manera más cruel posible. Grité de rabia. Grité como nunca creí que podría gritar, y pude ver en Adam un último esfuerzo por sonreír con malicia hacia mí. Él sabía que no saldría vivo esta vez, pero trató de asegurarse de que Blake tampoco lo hiciera y de dejarme a mí sin ella. En pocos instantes me tuvo frente a él, sujetándole por el cuello con ambas manos; Blake, sin embargo, se desplomó en el suelo en cuanto no pudo mantenerse más en pie. Quería hacerle pagar por todo lo que había hecho, y nada ni nadie impediría que le matara allí mismo. Aún en llanto, liberé su cuello para poder usar mis puños y golpearle con todas mis fuerzas. Maldecía su existencia a pleno grito y lloraba desconsolada, pero no era capaz de detenerme; el fuego en mi interior era más fuerte y controlaba por completo mis movimientos.

Después de unos instantes, había perdido la cuenta de cuántos huesos había roto en aquel cuerpo que ya yacía inmóvil ante mí, sin vida. Caí de rodillas junto a él por el cansancio, pero no pude evitar seguir mirándole con verdadera ira en mi interior. En ese momento recordé aquello que era más importante y que mi locura me había hecho obviar durante ese intervalo de tiempo: Blake. Me puse en pie como pude y corrí torpemente hacia ella hasta dejarme caer a su lado. La tomé entre mis brazos y temí lo peor; la espada seguía clavada en su cuerpo y no podía extraerla sin que alguien como Jaune estuviera allí, puesto que aquella arma hacía de tapón sobre la herida y al retirarla la sangre empezaría a brotar con intensidad. Saqué entonces rápidamente mi scroll para pedirle ayuda e indicarle dónde nos encontrábamos en plena calle. Realmente parecía asustado cuando recibió mi llamada; algo bastante comprensible, ya que me veía llorar mientras le hablaba y no era muy habitual en mí. Con Jaune ya de camino, rasgué parte de mi ropa para intentar presionar sobre el costado de Blake, alrededor de donde se alojaba la maldita katana, y hacer que aguantara un poco más, al menos lo suficiente como para recibir la ayuda que llegaría en unos instantes o despedirme para siempre.

—Blake... —la llamaba entre sollozos. Ella parecía oírme, pero no tenía suficientes fuerzas para mirarme. Su cabeza se tendía hacia atrás, y sus ojos se encontraban parcialmente cerrados—. ¿Por... por qué, Blake? ¿Por qué tú? Preferiría haber sido yo...

—Yang... —pronunció mi nombre, casi en un susurro. Siempre había amado cómo sonaba cuando ella me llamaba, aunque nunca se lo confesara, y en aquel momento sentía que ese sonido tan habitual me iba a partir el alma en dos.

—¡Blake, estoy aquí! Aguanta, Jaune viene de camino y podrá hacer algo para que te recuperes —le dije, aunque en mi interior sabía que no le quedaba mucho tiempo. Jaune debía llegar de inmediato o su cuerpo no resistiría ni varios minutos. Blake se esforzaba para buscarme con la mirada, pero rápidamente le impedí hacerlo—. No te fuerces, por favor, intenta ahorrar energías.

—Yang... yo... —me hablaba de nuevo. Traté de sujetar su cabeza con cuidado mientras mi otra mano seguía sobre su herida, intentando detener la hemorragia. ¿Por qué diablos tenía que seguir esforzándose para hablar? De lo único que tenía que preocuparse en aquel momento era de moverse lo menos posible.

—Te lo suplico, Blake... no hagas esto más difícil.

—Te... quiero...

Estaba convencida de que mis ojos no podían derramar más lágrimas hasta que escuché aquellas dos palabras. Blake se había dado cuenta de mi incesable llanto y trataba de elevar su mano para alcanzar mi rostro cabizbajo, pero no lo lograba.

—¡Por favor...! —pedía al cielo, sin obtener respuesta alguna—. ¡No quiero separarme de ella!

Su respiración se volvía cada vez más entrecortada. Maldita sea, ¿de verdad todo va a acabar así?

Mi atención estaba completa e irrevocablemente dispuesta por y para ella, tanto que mis oídos no escuchaban mucho más además de sus silenciosos quejidos e intentos de hablar; pero alcancé a oír algo más, ¿acaso aquellas eran voces humanas? Miré a nuestro alrededor y pude ver a Jaune correr hacia nosotras desde la lejanía, acompañado de Ren y Nora.

—¡Yang! —gritaba aquel chico. Fue entonces cuando vi una salida, una esperanza de que todo podía salir bien. Mi mente supo reaccionar y despertar de ese estado de abatimiento en el que me había encontrado hasta ese momento. Miré a Blake de nuevo, y juré que no me permitiría verla morir ese día.

—Blake, puede que esto te duela un poco —le dije; y, tras ello, coloqué su cuerpo de perfil, permitiéndome un mejor acceso a la empuñadura de la espada que atravesaba su costado—. ¿Confías en mí?

Ella asintió con dificultad y se preparó para aquel momento, cerrando sus ojos con fuerza. En pocos segundos fui extrayendo la katana de Adam de su costado, intentando ignorar los gritos ahogados de Blake. Conforme iba sacando la espada, el tapón que formaba en la herida desapareció y la sangre comenzó a brotar sin control. Afortunadamente, Jaune llegó poco después de que terminara de extraerla; rápidamente se colocó junto a Blake y unió sus manos sobre ella para hacer uso de su semblanza. Tuvimos que esperar unos instantes para apreciar si habían llegado a tiempo, pero Blake pareció empezar a estabilizarse. Comprobé su herida acto seguido, y en ésta había disminuido el flujo de sangre.

—Está funcionando —confirmó Ren con una sonrisa. Jaune levantó la mirada y le devolvió el gesto, para después dirigirse a mí y sonreírme también. Aquello me hizo inmensamente feliz, aunque mi rostro aún no fuera capaz de demostrarlo.

—Eso estuvo cerca —intervino Nora—. Menos mal que Yang estaba con ella.

—Ambas hacen un buen equipo —le dijo Jaune, mientras seguía trabajando en estabilizar a Blake—, y ambas saben protegerse mutuamente.

Era increíble cómo Blake iba recuperando el color en sus mejillas. Estaba tan concentrada en asegurarme de que su herida fuera sanando que apenas escuchaba la conversación de mis compañeros. En pocos minutos, Blake ya era capaz de incorporarse por sí misma hasta quedar sentada en el suelo; y ver aquello hizo que la sonrisa volviera a mi rostro. Ella dirigió su mirada hacia mí esperando por mi reacción, y yo no me atrevía ni a tocarla por temor a que aquel milagro se viera interrumpido. Pero ver sus ojos fue suficiente para tranquilizarme. Siempre lo había sido.

A pocas horas del amanecer llegamos al hogar de la hermana de Jaune. Weiss y Ruby habían regresado igualmente al enterarse de lo ocurrido, bastante preocupadas y preguntando por Blake todo el tiempo. Yo las ayudé a calmarse y les conté lo sucedido, haciendo que se sorprendieran como pocas veces lo habían hecho. Ruby me abrazó de inmediato al comprender el grave peligro al que había estado expuesta, y Weiss me confortó posando su mano sobre mi hombro y dedicándome una mirada seguridad y alivio.

—Es mejor que la dejemos descansar por ahora —les dije a ambas ya en aquel cuarto de la planta superior de la casa, donde Blake descansaba. Entre Nora y yo la habíamos ayudado a subir y acostarse en la cama para que su herida terminara de cerrarse correctamente, y Ruby y Weiss habían subido para ver cómo se encontraba—. Me quedaré aquí con ella y os avisaré cuando despierte, ¿de acuerdo?

Ruby pareció conforme con ello y, tras hacerme prometer que la avisaría, se retiró para no molestar. Weiss, en cambio, se quedó en el umbral de la puerta cruzada de brazos.

—Entonces... —empezó a decir, aunque yo ya sabía a dónde quería llegar—, ¿Adam quería matar a Blake solo porque ella eligió estar contigo?

—Es un posible resumen, sí —respondí. Tras una breve pausa, añadí—: Era un acosador y un asesino, y sus celos al final fueron su perdición.

—Parece un triángulo amoroso temerario... —indicó, con su clásica mirada de pesadez. Me hizo sonreír al instante.

—Quizás lo sea.

Ella me miró con cierta duda en sus ojos, pero no necesitó mucho más para saber a qué me refería. Rio en silencio y dirigió su mirada hacia Blake, dormida en aquella cama.

—A Ruby le encantará —dijo, antes de volver a dirigirse a mí—. Avísanos cuando despierte y hayas hablado con ella.

Su madurez saltaba a la vista, pues sabía perfectamente que Blake y yo teníamos una conversación pendiente después de todo lo ocurrido. Se marchó entonces con una sonrisa y cerró la puerta de la habitación tras de sí, dejándome allí con mi compañera.

Me senté sobre el borde de la cama y la observé mientras dormía. Realmente parecía muy cansada, incluso habían aparecido en su rostro leves marcas de ojeras; aunque más bien podrían ser debidas al hecho de haber estado tan cerca de la muerte. De todas formas, estaba tranquila de verla dormir tan plácidamente. Sus orejas felinas se encontraban relajadas, y las mantas con las que contaba aquella cama la cubrían para mantener su calidez. Había sido una noche demasiado larga y habría caído dormida yo también de no ser por haber escuchado su voz, la cual me llamaba; Blake acababa de despertar. No dudé ni un segundo en brindarle toda mi atención.

—¿Cómo te encuentras? —le pregunté.

—Bien... Solo me duele un poco la cabeza.

—Demasiadas emociones para una noche tan corta —dije, entre risas.

—Yang... —Blake trató de incorporarse, por lo que la ayudé de inmediato a sentarse y quedar recostada en el cabecero de la cama.

—No deberías moverte tanto, Blake. La herida podría abrirse de nuevo —la regañé, y ella pareció un tanto arrepentida. Un arrepentimiento más a su lista.

—Lo siento.

—¡No te disculpes por eso! —traté de suavizar un poco la conversación—. Sabes que estoy aquí para ayudarte, como tu compañera que soy.

—Me refería a... que siento lo que ocurrió esta noche. Te puse en peligro porque no fui precavida y, además, debería haberte hablado acerca de lo que pretendía hacer.

—No importa...

—¡Sí importa! —Blake elevó la voz, pero, en cuanto me vio sorprendida por ello, se relajó—. Adam podría haberte matado y yo corrí ese riesgo.

—Pero no lo ha hecho y estamos bien —dije, mientras le sonreía de la manera más dulce que podía. Blake a veces actuaba sin pensar demasiado, pero en el fondo era muy tierna, siempre tratando de proteger a quienes le importaban.

—Pensé que, si no te lo decía, todo parecería más creíble ante Adam... pero nada salió como esperaba. Lo siento, Yang.

—Deja ya de disculparte por todo —me resigné. No quería que se martirizara más por ello. Era cierto que podríamos haber muerto horas atrás, pero somos cazadoras y el peligro está siempre presente en nuestras vidas, lo queramos o no—. Para mí es suficiente con que sigas viviendo. Creí que te había perdido —y aquello pareció entristecerle un poco más, por el hecho de haberla preocupado; ¿acaso no iba a estar contenta con nada...? La tomé entonces de las manos con cuidado y mis ojos encontraron los suyos al fin—. ¡Blake, ya basta! ¿No puedes simplemente seguir adelante a mi lado, sin preocuparte por el hecho de lo buena o lo mala que seas para mí? ¿Acaso no eres capaz de ver que quiero quedarme contigo?

Su mirada me evitaba, de nuevo.

—¿No ves... que estoy completamente enamorada de ti? —dije, como jamás pensé que me atrevería a decir. Esas palabras tan cursis y románticas propias de las novelas que Blake leía en sus ratos libres, pero que eran las únicas capaces de expresar con suficiente claridad lo que sentía hacia ella—. Bueno, yo... Quiero decir...

—Me basta con eso —respondió, con una sonrisa divertida dibujada en sus labios. Estoy segura de que se habría echado a reír por mis balbuceos sin sentido si no fuera porque sabía que mis palabras eran sinceras—. Yo también quiero estar contigo... de esa forma.

¿Por qué seguía esperando? Si lo que más ansiaba en aquel momento era acercarme a ella y besarla hasta que volviera a dar otro amanecer. Supongo que su confesión también me tomaba por sorpresa y no era capaz de reaccionar, pero sí supo hacerlo ella cuando posó sus delicadas manos sobre mis mejillas y se acercó a mí sin siquiera pedirme permiso. En cualquier caso, habría sido un simple trámite, pues jamás la habría detenido. Sus suaves labios tocaron los míos para darles un profundo beso; un beso que solo sería para nosotras, y no para engañar a alguien más. Quizás no lo supiera en un principio, pero ahora podía afirmar que siempre deseé este momento. Mis manos fueron a parar a sus oscuros cabellos para convencerme de que seguía siendo Blake y que seguía siendo real, pues aquello parecía un dulce sueño del que jamás querría despertar.

—Eres mi mayor tesoro —dije aún presa de sus labios, provocando que ambas riéramos levemente.

Y entre risas nuestros besos se hicieron camino para seguir gritándonos en silencio lo mucho que nos necesitábamos. Y con cada beso la vida nos pareció menos cruel, el pasado menos amenazante y el futuro un poco más esperanzador. Esa misma noche, Oscar y Qrow volvieron a la casa por propia voluntad y, evidentemente, se mostraron intrigados por todo lo que había ocurrido en su ausencia. El tío Qrow se interesó especialmente por Blake y por mí cuando supo que Adam había hecho aparición, pero le aseguré que ya no volveríamos a estar en peligro por su culpa y que un nuevo horizonte se presentaba ahora para nosotras. Y, por este proyecto de vida que ambas comenzábamos ahora, daríamos lo mejor de nosotras mismas y lucharíamos para que aquel tesoro que tanto amábamos siguiera creciendo para toda la eternidad.


Gracias por dedicar un poco de tiempo a leer este pequeño fic de mi autoría, para mí ha sido un auténtico placer aportar un fanfic más para los fans de RWBY.

Tengo que hacer especial mención y agradecer a mi primera y única beta reader hasta la fecha: mi gran amiga, Miroz, quien siempre ha estado conmigo revisando los capítulos, dándome su opinión y sugiriéndome arreglos para desarrollar este fic. Ella es muy fan de RWBY y lo sigue desde hace años, por ello pienso que su labor como beta ha sido, cuanto menos, excelente.

Me encantará volver a realizar otra aportación para esta serie en un futuro y, en ese caso, optar esta vez por un argumento para el llamado WhiteRose.

Gracias por todo.

Kyomori.