(Voz de Rubius): WARNING, el contenido de este cap puede contener temas que no son los favoritos del público sensible. Se recomienda discreción.

Salvo por ocs y por la trama, todo pertenece a Cressida Cowell y a DreamWorks.

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《Se creía que estaba del otro lado del mundo, justo pegado al borde. Donde el mar tenía fin y donde las aguas se filtraban hacia abajo; marineros cuentan haberlo visto a lo lejos, justo donde desaparecían dragones. Se decía que era la entrada a un mundo diferente al nuestro, donde no había vikingos o alguna otra persona. Sólo dragones.

Se le conocía por muchos nombres, unos lo nombraban "Nido Mayor", los dragones le llamaban de manera silbante "Hogar" u "Origen", los marineros lo describían como un enorme agujero de mar. Los Berkianos le llamaban "Mundo de Dragones".

Las brujas, sin embargo, lo llamaban "Mundo Oculto", la tierra donde la magia se hacía más presente. El origen de todo, quizá, de donde venían las criaturas más mágicas de todas: Los dragones.

Ahí, custodiada por un furia nocturna, se resguarda el tesoro más valioso que una bruja pudiese tener, con la...》

Astrid pasó página, sin embargo, no había más acerca del Mundo Oculto. La página en el libro de su madre había sido cortada con una habilidad milimétrica, como si no se quisiese que se notará su ausencia, aunque, se notaba bastante al ser un libro cosido. Dejo el libro donde estaba y estiró su espalda, Hiccup analizaba un mapa, calculando distancias, por lo que no notó el movimiento de su compañera.

Tal vez Hiccup, al ser un dragón, sabía acerca de lo que era el Mundo Oculto, pero temió preguntar y no obtener la respuesta que necesitaba. Desde que habían llegado a Nepenthe, Astrid tenía la impresión que tal vez se dirigía a ese lugar, justamente al borde del mundo, donde el mar tenía fin y se colaba directo al infierno. Se mordió los labios, nerviosa.

No había hablado con él desde que habían salido de Nepenthe.

— No entiendo— habló Hiccup, como si hubiese leído sus pensamientos, se veía cansado, pero con un sinfín de dudas— La siguiente isla es la de los Defensores, se supone que el mapa sigue, pero solo marca una parte repleta de mar.

— Quizá...— Astrid vaciló un poco, todavía se encontraba en estado de shock por lo ocurrido— Quizá, es una isla muy pequeña, tanto que no se alcanza... a ver en el mapa— habló en un hilo de voz que no le gustó nada.

Hiccup frunció el ceño, como preocupado, Astrid se encogió, sintiéndose pequeña, muy pequeña.

— ¿Estás bien?— volvió a preguntar él, como si esta vez ella fuese a responder y él estuviera muy seguro de eso. Astrid simuló que no tenía importancia, por lo que asintió. — En serio, ¿Todo bien?

Volvió a asentir. No se sentía con ánimos que hablar o algo así, no sabía exactamente el porqué.

Hiccup no se rindió y Stormfly detectó lo cerca que estaba el castaño, por lo que lo hizo retroceder con un gruñido amenazante; Hiccup se quedó dónde estaba, tranquilizando a la Nadder.

— Puedes contar conmigo, puede que yo no te conozca de toda la vida o algo así, pero si algo malo paso en ese lugar, si alguien...

— Creo que está en mi sangre saber cómo reaccionar a las vejaciones— repuso ella con un tono más ácido que lo usual, Hiccup lo notó y se preocupó todavía más— Estoy molesta, solo eso. — no dijo eso muy convencida y volvió a su libro de hechizos, dando la conversación por terminada.

Hiccup respiró hondo, soltando el aire muy despacio, como si no quisiera hacer ruido.

— Temía que te pasara algo.

— ¿Por qué? ¿Por qué aún no tienes la Tryllestav y adoras usar tus piernas?— repuso Astrid en tono grosero, sin mirar a Hiccup en absoluto. Este negó con la cabeza.

— Cuando vi que estaban a punto de hacerte daño no pensé en eso. De hecho, no lo había pensado hasta ahora— Negó Hiccup, ella le devolvió la mirada lentamente— Astrid, si alguien te hizo algo y puedo ayudar...— ella no contestó, mordiéndose uno de los carrillos— Además, es más genial cuando me críticas y me detestas en general.

Astrid le miró con los ojos vidriosos, luego apartó la cabeza, enfadada esta vez de verdad. Soltó un suspiro, dolida.

— Es que nadie me había... Quiero decir, yo sé lo mucho que la gente me odia, porque pues... Está en mi sangre, todo lo que les hacemos a ustedes pero...— Se hizo un ovillo, para que Hiccup no la viese llorar ni por asomo, este lo comprendió, pero no dijo nada, siguió escuchándola— Creo que jamás alguien me había tratado con tanto desprecio, que mi tía me quiera matar es una cosa, pero que esas personas crean que solo soy un trozo de... de carne es...— Escondió la cara entre sus rodillas, cubriéndose con los brazos— Humillante, no lo sé. Terrible.

Se quedó callada, con el rostro oculto, pero soltando lágrimas. Sintió como Stormfly se apoyaba en su costado, tratando de ayudar, pero se asustó de sentir la mano tibia de Hiccup sobando su espalda de manera conciliadora, le dirigió una mirada furiosa, pero él no se inmutó para nada, es más, sacó de su armadura maravilla un pañuelo de tela para que ella se limpiará las lágrimas. A pesar del orgullo y de la vergüenza, lo acepto y se limpió los ojos, arrasó con los surcos, llorando todo lo que debía llorar.

Hiccup no se apartó de su lado, a modo de consuelo. Hasta que Astrid se sintió mejor y tuvieron que ir a cubierta para asegurarse de que estaban yendo todavía rumbo hacia la isla de los Defensores.

Una vez arriba, Hiccup pensó que se había hecho de noche al ver que había tan poca luz. Vio hacia arriba y solo vio nubarrones grises tapizado el cielo de forma densa y sin ganas de quitarse en un buen tiempo; silbo, impresionado, al parecer se aproximaba una tormenta de las buenas. Se preguntó como Eret y los demás lo manejarían.

Después de que Eret dejará en claro que después de encontrar la Tryllestav quería ser el hombre más rico en el archipiélago, los demás decidieron hacer sus propios deseos, unos como Snotlout y Fishlegs más seguros que otros. Snotlout quería algo similar a Eret, salvo que el no sólo quería dinero infinito, sino también su propia isla, llena de mujeres hermosas dispuestas a estar con él y con hombres solo a su servicio. Sin dragones terroríficos tales como los Pesadilla Monstruosa.

Fishlegs, sin embargo, había pedido un barco pescador que siempre que zarpara tuviera peces que pescar, así como una biblioteca llena de libros de todos los temas existentes en el planeta. Los suficientes para mantenerlo muy ocupado en sus ratos libres... Ah, pero si había que tener un tema en específico para los libros, sería los dragones.

Los gemelos se encogieron de hombros y dijeron que ellos se lo pensarían mejor, que ya le dirían a Astrid lo que querían más adelante, tal vez cuando todo aquello terminará. Astrid no discutió más y por eso los aceptaron en el barco; ella también reparo en las nubes y olió lo agrio que estaba el aire salado del mar.

— Tormenta— salió de sus labios casi con voz pastosa. Se aclaró la garganta para que esta dejará de sonar de esa manera. Su dragón espero una orden, Astrid sonrió con ternura dada la confusión de su dragón— Tú no, tontita, la de arriba— y señaló al cielo. La dragona gruño, consciente del error y volvió a dormitar sobre su hombro, escondida en la capa roja.

— Se viene con todo— terció Tuffnut, se acercó a Hiccup y le tomó del hombro— ¿Crees que puedas... ya sabes, volar...?

— No puedo... por lo menos no mucho tiempo— le respondió el castaño, mirando con desconfianza la mano de su amigo. — ¡Hey, Eret!

Eret, quien sostenía el timón del barco dirigió su mirada hacia el joven de una forma que Hiccup determinó como desagrado; tal vez, a pesar de que iba a hacerse rico con la Tryllestav, detestaba tener que soportar a dos personas como Hiccup o peor aún, como Astrid.

— ¿A dónde estamos yendo?

— Fuera de la tormenta— gritó Eret en respuesta, solo por querer responder algo. Hiccup no se sentía satisfecho con tal confesión, peor todavía sabiendo lo que se avecinaba— Tengo todo bajo control, Haddock. Nos iremos de este lugar rápido.

— No me refiero a la tormenta— Negó Hiccup, aunque en parte si se refería a la tormenta— Sino a donde estamos yendo, ¿hacia dónde?

— Tomaremos un pequeño atajo— dijo Eret, todavía con el mismo tono molesto. Hiccup no se sentía convencido— A más tardar media noche llegaremos a la isla de los defensores del Ala...

Fishlegs camino hacia Hiccup, con aire dubitativo, Astrid lo noto, pero no le dio bastante importancia.

— Oigan, ¿Y qué van a hacer una vez lleguen a la isla?— cuestionó con auténtica curiosidad y sin que pareciera que tenía otra intención más que saber lo que ocurría. Astrid quiso abrir la boca para responder, pero Hiccup se le adelanto.

— Bueno, no lo habíamos pensado... Tal vez podríamos tomar algunas provisiones, es que estábamos esperando a que yo... a que yo me curará.

Los demás le miraron confundidos. Astrid entrecerró los ojos.

— Estaba herido, las brujas que quieren matarnos casi le arrancan las alas—hablo Astrid en un tono bajo, sin embargo, Eret alcanzo a escucharla, todos los demás se quedaron estáticos al oírla— Por eso él no pudo volar antes—explicó-

— ¿Eso quiere decir que están… malditos?—pregunto lentamente Tuffnut con los ojos muy abiertos, su hermana hacia lo mismo, como si fueran a salirse de las cuencas. —Algo así como… que tienen una maldición… y eso hace que las cosas les salgan mal…

— No me gustaría asustarlos con eso. —Astrid hizo una mueca. Los demás no hicieron otra cara, es más palidecieron peor. —Pero, por lo que hemos visto, bueno, la mala suerte.

— El maremoto fue tu culpa. —razono Ruffnut. Hiccup miro a Astrid preocupado—Mi hermano casi se muere por tu culpa.

— No fue mi culpa, hay alguien que nos sigue—se defendió la chica, los demás no adoptaron una posición más relajada. —Solo se detendrá, si encontramos la Tryllestav.

— ¿Eso podría matarnos?—intervino Snotlout, repentinamente preocupado.

— No, si protejo el barco—murmuro ella, para luego buscar su libro, Eret la detuvo antes de que pudiera hacer algo.

— ¡Oye, espera!—la detuvo en seco, Astrid le miro sin saber qué hacer. —Nada de magia en mi barco, no quiero que invoques demonios, o hagas estrellas de sal o de sangre en la cubierta, ni sacrificios o lo que sea que tengas planeado hacer.— Eret se veía como si hablara en serio, pero Astrid estaba a punto de echarse a reír a carcajadas.

Su cara debió revelar algo, porque Eret hizo una cara mucho más amenazante.

— Eh, bueno…— Hiccup decidió meterse en la conversación—Ella no ha hecho eso en todo el tiempo en que la he conocido.

— La magia no funciona así—respondió Astrid con una sonrisa risueña, Eret la vio desconcertado—Tú estás hablando de los rituales. Y no necesito un ritual para hacer magia. —se encogió de hombros, algo paso entonces, porque Stormfly salió volando de su hombro en dirección a la proa, olisqueando el aire y chillando a cada momento. Sin embargo, Astrid no le hizo mucho caso. —La magia la tengo aquí—y señalo su antebrazo cubierto por la muñequera, Eret bajo su mirada a este— No tiene nada que ver con los rituales…

— Mientes, todas ustedes deben matar a alguien si quieren hacer magia. —afirmo Eret.

— No, en realidad. —negó Astrid con una tranquilidad asombrosa. Hiccup la apoyo después.

— Pues, he estado con ella todo este tiempo, y he visto que hace cosas asombrosas, sin matar a nadie.

— Solo necesito decir unas palabras, tal vez incluso utilice algo fácil de conseguir, pero no tengo que matar a nadie. —Justifico Astrid—A menos, claro, que quiera revivir a alguien o que quiera hacer un sacrificio, o un ritual especial… No somos tan salvajes.

— Pero comes personas.

— ¡Yo no como gente!—salto Astrid, ofendida. —No he comido personas desde que era una niña, y sabe desagradable—se excusó, Eret no esperaba esa respuesta—Las brujas comen gente cuando no hay nada más que cazar o porque creen que eso las hace más especiales. Lo mismo pasa con los dragones, casi nunca tenemos que comer…

— ¿Quieres decir que comen personas solo por hambre?—intervino Fishlegs, curioso por saber más sobre la vida de Astrid.

Ella asintió.

— No somos muy queridas como para ir a los mercados sin que nos reconozcan. — La joven hizo una mueca retorcida, casi avergonzada, Hiccup la imito—Cazamos lo que podemos... y eso es en parte lo que hizo que mi tía decidiera dominar Berk. El aquelarre estaba harto de vivir dentro de un enorme dragón reina...

— ¿Vivías en un dragón?— Tuffnut intervino en la conversación, más maravillado que asustado (y de verdad estaba muy asustado), los demás tenían un sentimiento similar. — ¿Estaba vivo o algo así?

Astrid negó con la cabeza, algo divertida. Hiccup también se veía curioso acerca del tema; y no era para menos, el joven apenas y sabia acerca de la vida de su compañera (ahora esposa), así que se explicaba porque estaba tan lleno de curiosidad, tal vez incluso hasta con más curiosidad que los demás.

— No, estaba muerto. Lo mataron con magia... y, bueno, al no tener nada más que comer, nos lo comimos—admitió la rubia algo apenada, trato de componer su semblante. — Era una hembra, y al parecer, una especie de reina, los dragones le llevaban cosas de comer...

— ¿Una reina? — intervino Hiccup, sin poder creerlo. — Debía ser un dragón de enorme tamaño, ¿escupía hielo?

— ¿Hay dragones que escupen hielo? –Astrid no podía creerlo, ¿acaso había dragones que no escupían fuego?— ¿Cómo…?

— Claro que no. —Astrid rodo los ojos y volvió a su historia. —el punto es que no como personas desde hace años y créanme que no extraño para nada esa época de mi vida.

Eret levanto una de sus cejas, sin creerlo del todo.

— Que gracioso, eres una bruja vegetariana. —se burló, luego volvió a lo que hacía antes, tratar de sacar el barco de la tormenta. —No hagas nada extraño.

Astrid torció los labios y saco su libro, una vez abierto en la página de hechizos de protección, procedió a tratar de prepararse.

Im 'sicut hic quod loquitur ad vos causa fiunt.

Mihi opus tuum praesidium, tua misericordia: quia virtus omnia opus est, ut defendat omnes habeo.

Empezó a hablar, con voz queda, tocando con la palma de la mano el mástil mayor del barco. Luego, tembló, sintiendo su poder.

— ¿Debe hablar de esa forma tan rara todo el tiempo?—le murmuró Snotlout a Hiccup quien estaba un poco menos impresionado que los demás. Hiccup asintió y puso un dedo sobres sus labios para hacer silencio. Los demás hicieron caso y solo se escuchó el murmullo de las olas, así como el incesante chapoteo de las olas contra la proa del bote, causando que los demás temieran un poco más.

Haec navis est non habere, quod suus 'omne quod valet ad me: Quaeso, domine, defendat eum ad me defendat omnes cantavit, quam posuerim super eos potentes estis: et non erit cognoscere quod ad virtutem, et ipsa verum est, et quid pulchrum est ac tenebras.

Las nubes se concentraba cada vez más, haciendo que estas se volvieran mucho más oscuras, aterrando a los demás, los truenos sonaban a lo lejos, casi a cada frase que Astrid terminaba de pronunciar, como si el demonio tratara de responder a las plegarias de la rubia.

Hiccup recordó lo que Astrid le había dicho cuando regresaron a Berk por segunda vez, que había un hechizo más efectivo para protegerlo, pero era mucho más largo que los otros. Las heridas le palpitaron, no sabía si era por el nerviosismo o porque alguien más estaba haciendo que dolieran un poco.

Astrid inmediatamente encontró una navaja pequeña en su bolso, la hoja estaba tan afilada que los demás temían a que les cortara las pupilas con solo mirarla. Los gemelos se abrazaron entre sí, Snotlout no pudo evitar aferrarse de forma poco valerosa a Fishlegs, hablando del grandulón, sentía que necesitaba ir al baño con urgencia o se orinaría en sus pantalones. Hiccup dio un paso adelante, como si tratara de evitar algo, pero no sabía exactamente qué.

Eret miraba en guardia, asegurándose que su espada estaba a la mano.

Et dabo tibi animam meam ego dabo spiritum meum, ut in sanguine meo, det vobis.

Dicho esto, corto una de las palmas de sus manos, apretó la mano y una gota de sangre salió de esta, aterrizo de forma limpia e interrumpida en el piso de la cubierta, penetro la madera e hizo vibrar ligeramente el barco. La tripulación sintió como si algo invisible cubriera sus cuerpos desde la punta de sus pies subiendo hasta el último de sus cabellos.

Astrid levanto la mirada. Tenía toda la atención del Señor Oscuro, podría pedir lo que quisiera…

Miro a Hiccup, se veía preocupado, pálido, sin embargo, noto cierto alivio cuando la vio bien y que no tenía intención de matar a nadie. Lo había protegido, así como a todos los demás, pero, lo mejor era prevenir, ¿Qué pasaba si se separaban? Tuvo una corazonada, algo que le había dicho que tenía que añadir algo más.

Et velit, protegere a guy qui est draco, et hominibus. Quoad corpus.

Concedam illi cum oculis elabitur compellit proxima.

Paso un relámpago.

Supongo que me ha oído.

Te laudant.

Terminó, y en ese mismo momento Stormfly bajo hacia el hombro de Astrid. Ella camino hacia los chicos, sintiéndose algo incomoda al ver las caras de los demás, suspiro y asintió con la cabeza.

— Termine. —sentencio. —No fue tan malo como lo imaginaban.

— ¿Tu… hablaste con el…?

— ¿… demonio? Algo así, no hay nada que preocuparse, el barco está protegido.

— Si, por el Diablo. —gruño Eret desde su lugar. Astrid le ignoró.

Dicho esto, un relámpago cayo directamente al mástil mayor del barco, eso hubiera hecho incendiarse el barco, sin embargo, el barco solo absorbió la electricidad.

— Creo que no le gusta que lo llames así. —observo Tuffnut de forma infantil. Eret apretó los labios, sin embargo, no quiso hablar más.

Por supuesto, no paso mucho tiempo para que lloviera fuertemente, que el barco se tambaleara de forma peligrosa, sin hundirse, Eret perdió el control del barco y opto por fijarlo en una posición contraria a donde quería llevarlos la marea, enterró su espada para fijar el timón y se sostuvo como pudo. Estar en un barco "seguro" no garantizaba que no pudieran salir volando de él.

— ¡Sosténganse de donde puedan!—grito Eret, los demás hacían lo propio.

— ¡No puede ser que nos pase esto por segunda vez consecutiva!—grito Snotlout, sostenido de un mástil. — ¿Están malditos o algo así?

— No me gustaría llegar a esa conclusión. —respondió Hiccup a su vez, en el borde derecho del barco. Temía que algunas cosas en el barco resbalaran hacia él, algunos barriles, por ejemplo. —Pero cada día me cuesta creer que no es así.

Astrid estaba su lado, buscando con que más podían aferrarse, ya que las olas amenazaban a lanzarlos fuera del barco; Tuffnut y Ruffnut no estaban en mejores condiciones, cada uno estaba en una vela resistiendo el viento y la lluvia. Fishlegs estaba abrazando uno de los postes.

— ¡Tuff, Ruff! ¡Bajen y sosténganse de algo más firme o se caerán…!—grito Eret, sin embargo, una ola le hizo callar. La ola impacto contra el barco, cubrió toda la cubierta y casi hace que todos se soltaran del barco… Excepto por los gemelos, quienes seguían aferrados a los postes de las velas.

— ¡Ay no!—La vara de la vela de Tuffnut se giró a la izquierda. Ruffnut casi se suelta al ver a su hermano alejarse, ambos dirigieron la vista hacia la cubierta, esperando ver a sus amigos de nuevo. — ¡Chicos!

Ahí estaban, Snotlout, Fishlegs, Eret quien por poco había sido arrastrado por la corriente y que ahora se aferraba por su vida en el borde del barco, Ruffnut chillo y se arrojó a la cubierta de un salto para ayudarlo. Ella no se dio cuenta de que alguien faltaba en el barco, Astrid si, y cuando se vio sola en el borde del barco, empezó a entrar en pánico.

— ¡Hiccup!—gritó ella, mirando hacia todos lados, el grito llamo la atención de todos, quienes volvieron hacia todos lados, buscando a Hiccup, Tuffnut ayudo desde arriba, sin embargo, no había rastro del castaño.

Ni de un dragón.

Eret volvió al barco con ayuda de Ruffnut.

— ¡Se llevó a Hiccup!—grito Astrid como si el mar fuese una persona. — ¡Esta fuera del barco!—se giró para buscar en el mar, mínimo con la vista, pero no lograba ver nada. — ¡Hiccup!

— ¡Oigan, lo veo!—exclamó Tuffnut apuntando hacia el horizonte, Astrid dirigió su mirada hacia donde el rubio estaba apuntando. — ¡Esta por allá!

— ¡Fishlegs, trae una cuerda, átala a un barril vacío antes de perderlo de vista!—ordeno Eret, este se soltó temblando, luego hizo lo ordenado. Hiccup daba saltos en el agua, alzando los brazos, apenas se escuchaba el sonido de su voz debido a la tormenta. — ¡Rápido!

Astrid se tocó una de las marcas de bruja, si no lo sacaban a tiempo, jamás podrían hacerlo. Hiccup se aferraba a la superficie como podía, sin embargo, estaba empezando a sentir agotamiento, y el hecho de que el agua salada penetrara en sus ropas irritando las heridas en su espalda, así como la poca agua que había en sus pulmones y que aumentaba al tiempo en el que el necesitaba respirar. Todavía los veía, pero tenía bastante miedo.

Toothless, necesito que me ayudes. Hay que hacer un intento por salir de aquí…

Algo aterrizo cerca de él, vio un barril a unos tres metros de donde estaba, alejándose cada vez más gracias a la corriente. Haciendo un esfuerzo casi sobrehumano nado hasta alcanzarlo a duras penas. Tosió agua.

— ¡Lo tenemos!—gritó Fishlegs, Astrid le ayudo a tomar la curda y empezó a tirar de ella para traer al muchacho de vuelta, se les unieron los demás, sosteniéndola fuerte o la corriente haría que la soltaran.

— ¡Con fuerza!—jadeó Astrid. Hiccup cada vez estaba más cerca, este tenía la mirada perdida, posiblemente hablando con Toothless.

Tuffnut termino de bajar del mástil para ayudar cuando vio una enorme ola dirigirse al barco.

— Ah… chicos…

Los demás voltearon en ese mismo segundo.

— ¡Ay, no es cierto!—grito Snotlout.

Hiccup también vio la enorme ola.

— ¡Toothless, mierda! ¡Necesito ayuda!—grito Hiccup desesperado.

Al ver que Toothless seguía sin contestar, se aferró con todas sus fuerzas al barril y espero el impacto.

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Astrid se sentía confusa, sin poder respirar, el barco parecía que había dado toda la vuelta. Sintió como algo la jalaba y sintió la necesidad de respirar y de abrir los ojos. Al principio creyó que había sido Stormfly, sin embargo, sentía que dos fuerzas la jalaban hacia arriba. Una de ellas tiraba de su cabello, y la otra parecía agarrarla de la cintura.

Al fin sintió el aire, respiro hondo y abrió los ojos, vio a Eret a su lado, mientras que los demás, estaban a su alrededor, el barco estaba de nuevo en la superficie y justo frente a ellos, Stormfly voló a su alrededor, la tormenta había cesado un poco, incluso el color de las nubes era de un gris menos oscuro y más prometedor. Eret no aflojo el agarre a pesar de que ella estaba consiente, Astrid lo agradeció.

— ¡Estamos vivos!—grito Tuffnut feliz y chapoteando alrededor, su hermana hizo lo mismo y Snotlout cubrió su cara.

— Oigan, cabezas de carnero, ya trague demasiada agua de mar para el resto de mi vida. —se quejó con la voz amarga, sin embargo, al ver la mala cara que había puesto Ruffnut, cambio su semblante. —Bueno, Ruff, tu si puedes, quiero decir, no eres un cabeza de carnero.

— ¡Oh, cállate, sesos de moco!—Ruffnut le lanzó agua a la cara y dio por terminada la discusión.

— ¡Shhh! ¡Te dijo sesos de carnero!—se burló Tuffnut de buena gana. Astrid estaba impresionada de su resistencia emocional después de casi morir. O era muy bueno en eso o era un completo imbécil.

— Cállense, ahora hay que concentrarnos en subir al barco…

— Hiccup…— mustio Astrid con voz rasposa. —Ya no está aquí… Tengo que encontrarlo…

— Bueno, no creo que lo encuentres, digo, hubo una tormenta. —respondió Tuffnut de forma cruel, Astrid sintió un vacío en su estómago.

— El cabeza de carnero tiene razón, sería como buscar una aguja en un pajar. —Corroboro Snotlout. —Uno muy grande… y una aguja muy pequeña. Y aunque hubiera sobrevivido a una ola de ese tamaño (cosa que dudo) nadie puede estar tanto tiempo solo en altamar.

— Que sensibles son, chicos. — les reprendió Fishlegs, Snotlout solo cerro la boca.

Astrid miro sus muñecas. Estaban intactas. Las marcas estaban igual de marcadas que siempre.

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No se sentía como si estuviera en el agua.

El ambiente estaba menos denso, era aire el que lo rodeaba, y debajo de él había una mullida superficie, cómoda y bastante confortable. No estaba mojado, sino seco y cálido. Lo último que lograba recordar era sus manos alrededor de un barril a punto de hundirse, y unas manos rodeando su torso y elevándolo en el aire.

Y a una mujer, de enormes ojos verdes mirándole con una sonrisa.

Abrió los ojos lentamente, preparado para verse en el Valhalla. Preparado para ver a su padre felicitándole por ser tan valiente, sin embargo lo primero que vio fueron los mismos ojos verdes que le había rescatado.

Era una mujer con facciones angelicales, enormes ojos y una tiara plateada sobre su frente. La cabellera pelirroja bien sujeta a una trenza.

— Hola, Hiccup Haddock.

Al principio creyó que lo había imaginado, porque después de dicho saludo no hubo sonido alguno en el lugar, además, la luz en el lugar era amarilla, casi dorada, celestial, sobre un fondo blanco y casi irreal.

Intento incorporarse, sumamente confundido. Abrió más los ojos y se dio cuenta de que estaba en una cama repleta de almohadas y cobertores, estaba seco y la armadura estaba colgada en una ventana proxima donde se secaba a la luz del sol y del cielo azul. Hablo, y la primera vez que lo hizo su voz sonó más como un graznido de terrible terror, sonó a algo parecido a un "¿Dónde estoy?" bastante seco e inentendible, con todo eso, la mujer le sonrió como si le entendiera.

— No se fuerce, tome algo de esto, para aclararse la garganta.—le paso una copa de un metal muy brillante parecido al oro, con un líquido acuoso y blanquecino, no quiso beberlo porque para empezar no tenía ni la menor idea de lo que era, y también, tenía miedo de que fuera un sedante. Negó con la cabeza, rechazándolo con la mano, levantándose hasta quedar sentado entre las almohadas.

Esto no es el Valhalla, no se ve como se supone que debe verse.

— ¿Estoy muerto?—cuestiono, le dolió la garganta horrores, sin embargo supo sobrellevarlo.

La mujer se rio y junto con ella hubo el sonido de más risas femeninas. Hiccup giro su cabeza lentamente, encontrándose con un grupo de mujeres con armadura y alunas con cascos que cubrían sus caras. La mandíbula le tembló y por primera vez pensó en qué condiciones estaba, no llevaba por lo menos nada en el torso, y temía a ver debajo de las sabanas nada de ropa en su cuerpo.

— No, pero casi lo logra estando abandonado en medio del mar. —contesto la amable mujer pelirroja, quien, viéndola bien, se veía más madura y con facciones ligeramente más duras. Podría ser una líder, una general. —Pero tranquilo, hemos curado las heridas en su espalda, y está fuera de peligro. —Sonrió de nuevo, con hospitalidad.— ¿Tiene hambre? Los hombres comen mucho, y debe estar hambriento después de dormir tanto.

— ¿Cuánto…?—Hiccup tuvo que parar, la garganta se le iba a desgarrar o algo

— Toda la noche y toda la mañana de hoy. —Ella volvió a ofrecerle la copa, y muy de mala gana Hiccup tuvo que aceptarla. —Debe beberla, le dará fuerzas, es nuestra bebida especial de la región. —le aseguro, la bebida era dulce y refrescante, mucho mejor de lo que esperaba. Le gustó el cómo refrescó su garganta casi al instante, pudo aclararse la garganta y hablar con claridad.— ¿Mejor?

— Mucho mejor, gracias. —Agradeció eso el muchacho, luego le paso la copa.— ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue aquí?

— ¡Oh!—exclamo la mujer. —Disculpa nuestros pésimos modales, hace mucho que no tenemos un invitado de su clase, Señor Haddock. Mi nombre es Atali, y usted se encuentra en la isla de las Doncellas Aladas. Estábamos haciendo nuestra ronda nocturna cuando una de nosotras, Manden—una de ellas, una castaña con piel bronceada asintió con la cabeza, a modo de saludo, Hiccup le devolvió el saludo con la mano. —te vio aferrado a un barril semi destruido y a punto de hundirte. Tiene suerte, si nosotras hubiéramos llegado un minuto después… Pues, no estaríamos hablando aquí.

Hiccup tembló.

— Bueno, en todo caso les debo la vida. —Hiccup les regalo su mejor sonrisa torcida, causando que algunas chicas se miraran entre sí, riendo. —Esperare a que mi ropa este bien y luego vere como… oh no. —murmuro lo último, esa ola debió hundir el barco. De repente, un miedo le recorrió la espina dorsal. —Debo irme, debo saber si un puedo…

caminar. Astrid no puede estar muerta, porque si lo está…

— ¿Irse?—murmuro una de las doncellas.

— Señor Haddock no creo que sea buena idea…

— ¿Cómo sabe mi nombre?

— Todo el archipiélago sabe el nombre del joven que logro entrenar un Furia Nocturna, y que derroto a Drago Manodura junto con Viggo Grimborn. —Respondió Atali. —Si lo que busca es el barco que lo dejo varado en el mar…

— Fue un accidente, el mar me arrastró fuera del barco…

— Oh, en ese caso…— Atali cambio de semblante defensivo a uno más comprensivo. —Nosotras podemos ayudarlo a encontrarlo. —Ofreció y Hiccup dejo de sentirse tan ansioso como antes. — Claro, después de nuestra cena especial. Es una tradición anual, servimos un banquete y nos encantaría que usted nos acompañara.

Hiccup no tenía muchas opciones, era eso, o ir a la playa y tomar un bote en dirección a ninguna parte. Eso y verificar que podía caminar.

Movió las piernas, muerto de miedo, y se tranquilizó que todavía sentía como los dedos de ambos pies se movían fluidamente. Le dio cierta confianza. Si aún podía controlar las piernas, quería decir que no estaba lisado o algo parecido, lo cual significaba que el hechizo de protección que Astrid había puesto sobre el barco había funcionado.

— De acuerdo. —acepto Hiccup. —Comeré con ustedes y luego iremos a buscar mi barco.

— Le hemos preparado una tina de agua caliente para que pueda retirar el resto de sal que hay en su cuerpo.—le dijo Atali mientras las demás chicas se iban por una puerta en la habitación.—No puede estar salado para el estofado de esta noche.—le indico, Hiccup no entendió el sentido de la oración.

— ¿Comeremos estofado?

— Es un platillo muy especial entre nosotras, se llama "Estafado Sagrado".

— ¿De qué es?

— Es una receta especial. No se preocupe. Todos lo disfrutaremos.

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— Jamás sentí tanta confusión en mi vida.—opinó Snotlout.—Eret, debiste volverte loco, estamos siguiendo a un Nadder, a una velocidad demasiado increíble, buscado a alguien que perdimos en medio del mar quien por cierto, tal vez esté muerto.

— Ten algo de positividad, sesos de moco. —le regaño Ruffnut.

— Sí, no hacemos nada, el barco se mueve solo.

Astrid estaba en la punta de la proa, susurraba algo inentendible con los brazos extendidos, la capa ondeando y los ojos completamente en blanco. Delante de ella, estaba Stormfly, volando toda velocidad, rastreando el olor de Hiccup a través del mar; el barco la seguía justo detrás, a gran velocidad, cortando el mar y dejando un rastro de espuma. El hechizo que ella estaba usando hacia que el barco se deslizara entre las olas como si de un dragón se tratara, de igual forma, se dirigía a donde Stormfly se dirigiera, si ella giraba a la izquierda, el barco la imitaría.

Viéndola la primera vez, el aspecto de Astrid (pálido, con los ojos en blanco, el cabello ondeándole casi sin parecer que se trataba de la velocidad y las marcas de las muñecas visibles), daba algo de miedo (mucho, la verdad) sin embargo, después de los primeros cinco minutos te acostumbrabas.

— Bueno, ella es una bruja, debe de saber si está vivo o no. —opinó Fishlegs, a su lado, Eret miraba el rastro de espuma, se dirigió a él, algo tímido. — Oye, Eret.

— Dime. —se volteo inmediatamente.

— Si tú la odias, ¿Por qué la salvaste?—murmuró Fishlegs con un volumen lo suficientemente bajo como para que nadie más pudiera escucharlos. Eret carraspeo y fijo la vista en la aterradora posición de la rubia.

— No lo sé. —se encogió de hombros, vacilante. —Tal vez ella pueda darnos la fortuna que queremos, y muerta, no creo que lo haga.

Fishlegs no le creyó del todo, sin embargo, no dijo nada más.

Stormfly vio algo desde el horizonte, olisqueo el aire y se detuvo. Astrid hizo un sonido extraño, como si se ahogase y abriendo los ojos de sopetón el barco se detuvo el seco, la chica tosió bajo los brazos, algo adoloridos y el cabello hecho un desastre, parpadeo un par de heces, tratando de acostumbrar sus ojos a la luz de un día soleado. Había una isla a varios kilómetros, con una montaña repleta de árboles y color verde.

Ningún simple mortal hubiese podido nadar hasta allí.

— ¡Oye, Astrid!—la llamó uno de los gemelos, ella se volteó un poco, se trataba de Tuffnut quien estaba al borde observando que el barco esta vez estaba fijo en el agua.— ¡El barco ya no se está moviendo!

Con mucho pesar y lentamente Fishlegs se subió al mástil más alto. Saco su catalejo y empezó a inspeccionar la isla desde lejos; Astrid se acercó al lugar.

— ¿Llegamos?—le preguntó a la dragón, Stormfly chillo en respuesta, como si dijera que sí. Astrid trato de arreglar su cabello con la mano, fijando la vista al frente.

Fishlegs fijo la vista a hacia la vista, después, saco su catalejo para ver mejor la isla. Era un lugar bastante verde, con árboles frondosos, una isla bastante fértil a simple vista; busco con el catalejo alguna pista de si la isla estaba habitada, o si había alguna señal de Hiccup. No había nada a simple vista.

— ¿Dónde diablos estamos?—cuestionó Snotlout, mirando a su alrededor. Astrid volvió la vista hacia Stormfly, quien hurgaba en su axila, mordiendo sus escamas. —nadie puede nadar tanto, debemos estar a cientos de millas de donde perdimos a Hiccup.

— Quizá se transformó en un dragón de nuevo. —conjeturo Eret, frunciendo el ceño. Las últimas horas que había pasado junto a Hiccup y a Astrid, habían pasado cosas bastante imposibles, así que no descartaba nada.

— No, no podía. —Mustio Astrid, se alejó en dirección al poste donde estaba Fishlegs.— ¿Qué ves ahí, Fishlegs?—gritó desde abajo del poste. Fishlegs negaba con la cabeza, enfocando el catalejo buscando pistas.

— No veo mucho, la flora es impresionante, es la mejor que he visto. —Grito Fishlegs en respuesta, Astrid frunció el ceño, no tenía ningún interés en saber sobre la flora de la isla. —Fuera de eso, parece haber una casa por ahí, tal vez un… ¡POR TODOS LOS DIOSES!

— ¿¡Que…!? ¿¡Que viste!?—grito Eret antes de que Astrid pudiera decir algo. Ella subió antes que él, claro, con gran agilidad.— ¿¡Lo has visto!?

— No…— Fishlegs apartó la vista del catalejo, con los ojos casi saliendo de sus orbitas. —Hay… bueno, es algo difícil de explicar.

— ¿Es un monstruo?—preguntó Tuffnut.

— ¿Es un dragón?—preguntó Ruffnut, a lado de su hermano.

— O puede que sea… ¡¿UN MONSTRUO DRAGON?!

— Eso suena mejor que solo un dragón o solo un monstruo—admiro uno de ellos. Astrid llegó junto a Fishlegs, tomo su catalejo y vio a través de él justo en el lugar donde él había fijado su ojo.

Ahí, sobrevolando tranquilamente, llevando cosas de un lado a otro, se encontraba una joven vestida con una armadura plateada, sobre una aldea repleta de mujeres como ella. No había ningún hombre a la vista, ni un dragón.

— Mujeres… volando. —susurro Astrid.

— ¿Quieres decir que tú también lo viste?—Fishlegs estaba impresionado. —Dioses, entonces es real.

— ¿Qué es real?—Astrid se giró sintiendo que se estaba perdiendo de algo muy importante, Fishlegs asintió.— ¿Sabes que es ese lugar o algo así?

— Los marinos siempre cuentan que más allá del horizonte, justo donde todas las islas desaparecen al este, se encuentra una isla dotada de riqueza y todo lo que un hombre podría desear, y que lo único que tenías que hacer para llegar ahí, era naufragar. Ya sé que suena como al Valhalla, pero no es así—explicó Fishlegs, tomándose la cabeza. —Cuentan que la gente que naufraga por aquí son rescatados por ángeles o algo parecido. Los llevan a una isla, les engordan, y luego…

— ¿Los matan?

— Parecido, se los comen.

Astrid miro a la isla. Bueno, eso podría significar otro problema.

.

La suave ropa le hacía cosquillas agradables, casi imperceptibles cuando las hebras de tela rozaban su cuerpo. Había estado caminando estas últimas horas, sin sentir que sus piernas le fallaran algún momento, lo único que había sentido era un escozor ligero en la mano, justo donde tenía una blanca cicatriz que no recordaba haber visto antes. Seguramente era de la vez que él y Astrid se habían casado, pero no tenía sentido, la herida se veía completamente curada, como si no hubiera sido de días atrás, sino de años. Abrió y cerró sus falanges, como si quisiera comprobar el correcto funcionamiento de su mano, no había ningún cambio salvo por la superficie de esta. Suspiró. No sabía que significaba.

¿Astrid le estaría buscando? Ninguno de los dos había muerto, lo que significaba que todo estaba bien con ambos, ella no había perdido la magia y él el caminar, sin embargo, tenía un mal presentimiento con todo lo que estaba pasando. ¿Y si ella no lo buscaba y huía para siempre? ¿Qué haría él? Ni siquiera sabía dónde estaba, quizá podría decirle a Atali que lo llevaran de vuelta a Berk, pero, ¿Para qué? Si ponía un pie en Berk lo más seguro es que no saldría vivo ni de suerte, ¿entonces, que? No podía regresar, ahora estaba en un aprieto real.

Pero no, no era eso. Algo dentro de él le decía que por Astrid no tenía que preocuparse. Había algo mal, pero no sabía que era.

¿Y si Mørke lo encontraba? ¿Y si la encontraba a ella? O peor, ¿Y si ya lo había encontrado? No se sentía seguro en ese lugar, lo poco que había visto era algo extraño, las mujeres le sonreían de una forma bastante inquietante, como si quisieran infundirle confianza a la fuerza, no había visto a ningún hombre, a ningún niño o a un dragón. Toothless seguía sin aparecer en su cabeza, no sabía porque, además, las heridas en su espalda habían cerrado un poco y habían dejado de dolerle.

¿Toothless? ¿Estás ahí, amigo?

Sin respuesta. Hiccup dejó de caminar en círculos y se sentó en la mullida cama que las misteriosas mujeres habían preparado para él, espero otro poco, preocupado.

Tanta paranoia y nervios terminarían por matarlo.

— Hey, amigo, despierta, tenemos que encontrar a Astrid. —dijo en voz alta. Nadie contesto, pero si sintió algo diferente: la sensación de bufar y arrugar el ceño. —Ya sé que estás ahí, ¿Qué es lo que pasa?

Nada de nuevo. Hiccup volvió a suspirar. Recordó los hechos en el barco antes de que este tratase de hundirse, preguntándose si había dicho algo que no le gustara al dragón, pero lo único que recordaba es que Toothless no respondía.

Empezó a sentirse mareado, temió por sus piernas, hasta que sintió que no era él que realmente se sentía mareado.

No me siento muy bien. Desde que estuvimos en el barco no me sentía muy bien.

— ¿Te sientes mareado?—cuestiono Hiccup, aunque se sentía estúpido por rejuntar algo que ya sabía. Enfrentó el bufido del dragón.— ¿Qué más tienes?

No puedo salir. Hay una pared, una pared y crece, no para de hacerlo y cada que la toco… no me hace sentir bien.

¿Paredes? ¿Desde cuándo había paredes en su mente? Eso no podía significar nada bueno.

¿Y si lo que duele no solo está en la espalda? Yo lo siento. Tal vez sea…

— Hay que salir de aquí, Toothless. Tenemos que buscar a Astrid, ella debe saber que pasa, tal vez pueda ayudarnos.

Odio este lugar, escucho cosas. Palabras a la defensiva.

— A mí tampoco me gusta.

Lamento haber causado que Astrid nos perdiera.

— No fue tu culpa.

Pude habernos sacado del agua.

— Toothless, lo único que importa ahora es regresar con Astrid y los demás, lo último que quiero es que te enfermes más. No estoy enfadado contigo.

¿De verdad?

— De verdad. —sonrió Hiccup. —Solo estaba preocupado. – asintió como si lo comprendiera. — Y ¿sabes?, a mí tampoco me gusta este lugar.

Escucho pisadas y se levantó rápidamente de la cama, esperando encarar a alguien. Atali apareció en la puerta, acompañada de sus escoltas, Hiccup sintió que la sangre le abandonaba el corazón, por alguna razón no le agradaba la sensación que ella estuviera en la misma habitación. A Toothless no le gustaba tampoco.

— ¿Se siente mejor, señor Haddock?—cuestiono Atali, Hiccup la miro tratando de saber exactamente qué decir.

— Con menos sal en mi cuerpo, gracias. —fue a lo único a lo que llego la mente de Hiccup. Atali fingió una sonrisa, como si le hiciera creer que el chiste sin gracia le había parecido simpático, Hiccup trato de imitarla, pesimamente, creando una atmosfera un poco incomoda.—Yo… creo que me siento mejor como para buscar mi barco… estoy seguro que deben estar cerca, solo necesito un mapa y…

— Creí que ya le habíamos comentado acerca de la cena de hoy.

— Sí, pero realmente no quiero molestar. —Se apresuró Hiccup a contestar, Atali entrecerró los ojos. —Y quiero encontrar mi barco lo más pronto posible. Hay alguien que me necesita y…

— Tienes que encontrarlo. —Completo Atali. —La parte triste, Hiccup Haddock es que no hay barco lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a una tormenta de la magnitud en la que te encontramos. Todos dicen lo mismo, de alguna manera, los piratas o marineros son fieles a sus tripulaciones, si no es eso tienen alguna familia, se aferran a vivir, ven aquí una oportunidad para volver que nunca se cumple.

— ¿Qué quiere decir con eso?

— Que usted no saldrá de aquí con vida. —respondió Atali, Hiccup sintió como los pelos se le ponían en punta así como la formación de una capa delgada de sudor frio en la espalda. —Así como todos los demás hombres que han pisado estas tierras. Su carne nos fortalecerá, hará que nuestro señor Satán nos escuche y nos brindara la magia que necesitamos.—hablo Atali con una calma bastante inquietante, Hiccup, sin saber que decir, corrió hacia la puerta, esperando que en cualquier momento fuera detenido por alguna de las mujeres que acompañaban a Atali, sin embargo, esto nunca paso. Hiccup llego a la puerta, tratando de abrirla y sintiéndose torpe por no poder hacer algo tan simple; sus nervios le habían dominado lo suficiente como para hacer que ni el propio Toothless pueda controlar las manos. —Corra si puede, señor Haddock, pero sepa que usted jamás podrá salir de aquí.

Hiccup abrió la puerta y vio la luz del día. Eso estaba por verse.

.

— Necesitare una balsa, eh, que se vea maltratada, a Ruffnut y un barril con muy poca agua. Esconderé el barco para que no vengan a revisarlo, hare una ilusión para que parezca que nos fuimos hace tiempo…— dijo Astrid, mirando a su alrededor.

— Puedes usar la última balsa que los gemelos hundieron. —respondió de forma sarcástica Snotlout, mientras los demás trataban de buscar las cosas que Astrid había pedido.

— Espera, espera, ¿Quieres que yo vaya contigo?—Ruffnut estaba ciertamente sorprendida por la forma en la que la había incluido en el plan.— ¿Por qué no te acompaña alguien más? Alguien como Snotlout o mi torpe hermano. Yo no quiero ir con un montón de mujeres que se comen a las personas.

— Pues tal parece que solo se comen a los hombres. —Astrid se defendió, controlando su desesperación por saber si Hiccup aún estaba bien o no. —Y a menos que le ponga una peluca a Snotlout o le ponga un par de pechos a Tuffnut, eres la única mujer que puede acompañarme.

Ruffnut hizo una mueca.

— Oye no pienso ir a una isla llena de mujeres que vuelan y que comen personas. —con esto la gemela.

— Sí, no sería la primera vez que confunden a Ruffnut con un hombre, es tan fea que nadie puede notar la diferencia. —intervino Tuffnut riéndose, su hermana le golpeo en el estómago, enfadada por el comentario.— ¡oooouuuh!

— Pues si quieren que los lleve al tesoro, necesitamos a Hiccup. —Astrid se cruzó de brazos cuando dijo eso. —Y no me iré de aquí hasta que Hiccup esté en este barco. —la rubia apretó los labios.

Ruffnut bufo, rodando los ojos, dirigió su mirada a Eret y a Fishlegs esperando que hubiese alguna reacción que demostrara apoyo hacia ella, pero ninguno dijo nada, solo le miraron con reproche, Ruffnut se mordió un carrillo y entrecerró los ojos.

— Ash, está bien. —bufo Ruffnut. —Pero si una de esas mujeres voladoras trata de comerme juro que te matare primero.

— Eso no tiene sentido. —mustio Astrid haciendo una mueca.

Después de un rato las cosas estaban listas, Astrid se encargó de hacer jirones la ropa de Ruffnut y la propia, así como llenarla de sal. Ambas se despeinaron (Astrid aún más) y cuando se encontraron listas, Astrid le conto el plan a los presentes.

Era algo fácil, ellas se harían pasar por unas naufragas, buscarían a Hiccup, lo liberarían, y luego lo llevarían directo al norte, donde se debían encontrar a la tripulación. En el trayecto, Astrid lanzaría una señal, para que Eret guiara el barco lo más rápido posible; si todo salía bien, tendrían a Hiccup esa misma noche y estarían llegando a la siguiente isla en el mapa.

— ¿Cuál es la señal?

— Podría ser la misma que utilizamos en la isla de los lunáticos que intentaron matarnos. —Astrid suspiro y observo como Eret le daba el suyo. —Recuperaremos a Hiccup y estaremos de vuelta en la cena.

— Solo asegúrense de regresar a Hiccup vivo y no en una olla repleta de estofado. —pidió Eret casi sin interés, pero no se sentía de ese modo en absoluto, no solo la idea de que sus planes de ser rico y el mejor marinero de todos los tiempos podían ser frustrados, sino porque le repugnaba de sobremanera la idea de alguien comiéndose a alguien. Astrid, sin embargo, no era fanática del olor a carne humana cocinada. —Pueden ser brujas y… eso.

— Eso explicaría porque vuelan. —Acepto la rubia. —Cuidare de Ruffnut.

Una vez en la balsa, ambas mujeres temieron a que esta se hundiera debido al peso y mal estado de la balsa, sin embargo, en el momento en el que ambas empezaron a remar y a moverse se sintieron un poco mejor. Ruffnut miro en dirección a la isla, sin saber ni qué hacer ni cómo actuar. Se preguntó si en algún momento ella tendría el acceso a algún arma, ya que no creía que el enfrentarse con heks solo con la daga de su bota fuera suficiente, pero a pesar de eso y de que todavía no conocía del todo a la rubia frente a ella, sentía cierta confianza hacia ella.

Astrid, en cambio, estaba algo nerviosa, posiblemente Hiccup estaba en peligro latente y por eso mismo estaba al pendiente de algún cambio o sensación extraña en su cuerpo. No sabía cómo se sentía la ausencia de magia en su interior, pero estaba segura que no quería averiguarlo todavía, aun sin obtener la victoria frente a su tía y sin liberar a un montón de gente inocente.

Miraba las marcas de sus brazos, presa del pánico, sin embargo, lo disimulaba bien frente Ruffnut.

— ¿No te las vas a cubrir?—cuestiono de repente Ruffnut, Astrid la miro con una ceja levantada. —Quiero decir, quien sabe, tal vez no sean brujas, puede que pase lo mismo que lo de la última vez, ya sabes...—desvió la mirada tratando de verse menos incomoda. —lo de quemarte viva o… todo lo demás…

Astrid levanto una ceja, sabía exactamente a lo que se refería, casi de manera inconsciente se miró las muñecas. Ruffnut simplemente la vio nerviosa, tratando de pensar en algo.

— No me gustan las muñequeras, son incomodas. —Murmuro Astrid—Y duelen, arde con el calor o con el sudor. —Informó, sacándolas de su bolso, había logrado recuperarlas después del calvario de en la isla de los lunáticos, Ruffnut abrió la boca comprendiendo.

— Bueno, para evitar eso, mamá nos obligaba a mi hermano y a mí a usar vendas debajo, sirven de maravilla. —Astrid dejo de abrochar las muñequeras al escuchar eso, pensándoselo un poco.— ¿No tienes unas en tu bolso mágico? – La otra rubia asintió, dudosa. Esas vendas eran para Hiccup, solo si el chico las volvía a necesitar. —Bueno, tal vez eso ayude un poco.

Astrid las llamo en voz baja y del bolso salieron dos vendas, Ruffnut hizo una mueca, luego, miro hacia otro lado, cuando vio a una mujer, junto con otras, volando en el aire, en forma de V, como si de una parvada se tratara. Abrió los ojos por la sorpresa, giro la cabeza para tratar de ver el barco, este se veía invisible desde ahí, lo cual indicaba que el hechizo de ilusión había funcionado; luego, toco con mucha cautela la pierna de Astrid.

— Sera mejor que te des prisa, creo que tenemos compañía. —Dijo Ruffnut, sintiendo como su sangre se helaba, Astrid, con rápidos movimientos término su labor. — ¿Qué les decimos?

— Nuestro barco naufragó, solo trata de parecer asustada.

— ¿Qué?— Ruffnut chillo.

Una vez que la mujer alada estuvo a unos metros, ambas dejaron de discutir, Atali analizo el estado del barco y el de ambas muchachas, antes de hablarles.

— ¿Se encuentran bien?—Atali se veía genuinamente preocupada. Ruffnut no pudo evitar mirarle de arriba a abajo, con nerviosismo evidente; Astrid pensó que quizá eso pudiera ayudarles un poco.

— Nuestro barco naufragó. —Mustio Astrid en un hilo de voz. —Hemos estado tanto tiempo…— Astrid consiguió que su voz se fuera desvaneciendo, ser la sobrina de la bruja más difícil de engañar de alguna forma le había servido para algo más que evadir los castigos.— se nos han acabado las provisiones, es un milagro que ustedes estén aquí…

— No gasten fuerzas. —les pidió la mujer alada, Astrid se quedó prácticamente congelada. —Lamentablemente no aceptamos hombres en nuestra isla. – y miro a Ruffnut de manera despectiva, la cual deformo su cara en una mueca obviamente molesta.

— ¡Soy más mujer que tú, idiota!—espetó la gemela, haciendo que Atali retrocediera por la impresión. Astrid solo sonrió apenada y Atali no tuvo más remedio que susurrar una disculpa.

Cuando se las llevaron en volandas, Hiccup se encontraba corriendo por todo el bosque, buscando la playa o algún escondite donde planear su siguiente movimiento, mientras arriba de su cabeza, en las copas de los árboles, las doncellas aladas miraban con sorna a su cena de esta noche.