-Rey-

Rey se encontraba entrenando junto a Finn en la nueva base que habían encontrado. Se hallaban en un planeta casi desconocido y prácticamente nuevo en el borde exterior. Había llegado allí de casualidad y los datos indicaron que era un buen planeta para asentarse por un tiempo. Habían empezado a trabajar en una especie de campamento donde había cabañas y puestos de vigilancia. Cada uno de los rebeldes que lograron escapar del planeta Crait, tenía unas responsabilidades nuevas. Había que empezar a reclutar a gente, a entrenarlos y sobre todo a defenderse de la oscura Primera Orden.

Habían pasado 2 meses desde la escapada de Crait, desde la última vez que vió a Ben, ese último contacto cuando ella se disponía a partir con sus compañeros. Nunca hubo ningún contacto más. Por lo que ella pensó que sus conexiones a través de la fuerza habían terminado. A veces podía sentirlo, pero tan sólo por un segundo. Sentía su olor y su aura, pero al instante se desvanecían.

Rey se estaba preparando junto a Finn, para una gran batalla, quizás la última de todas. Eso le daba cierta esperanza pero mucho miedo. Sabía el potencial de su enemigo, no sólo con la fuerza, si no además todo el arsenal que tenían. Por ello debían trabajar rápido y eficazmente.

Rey compartía cabaña junto a Rose, que siempre le daba animadas conversaciones antes de dormir. Rose y Finn se veían en secreto, en la oscuridad de la noche, pensando que nadie sospechaba nada, ya que no querían ser el centro de atención. Pero esas visitas no pasaron desapercibidas por Rey. Ella estaba feliz por su amigo, ya que encontrar el amor en aquellos tiempos parecía una cosa muy complicada. Tenía un poco de celos por ellos, no por querer estar con Finn de manera romántica sino por el hecho de que ella se sintiera tan sola rodeada de gente. Esa soledad le consumía el alma. Era incapaz de confesarle a nadie aquellos sentimientos depresivos, ya que no creía que hubiera nadie que la comprendiera... Aunque si había alguien que la había comprendido...

-Ben... - susurró Rey en la oscuridad de su cabaña.

-Te lo supliqué- una voz grave proveniente del otro lado de la habitación le hizo abrir los ojos.

Ella miró más detenidamente, vislumbraba una figura, pero sus ojos aún no se habían acostumbrado a la oscuridad. Al cabo de unos segundos consiguió verlo perfectamente. Él no estaba allí materialmente, ella lo sabía, pero aún así su corazón se aceleró y sus manos empezaron a sudar, aunque las tenía heladas. Ella lo miró a los ojos, él le devolvió la mirada. Cada uno seguía en su posición, sin decir nada, tan sólo mirándose.

-La fuerza sigue conectándonos...-dijo al final Kylo.

-No tengo ganas de hablar contigo...-dijo Rey bajando la mirada al suelo.

-Seguirás sintiéndote así por siempre, Rey.

-Sal de mi mente -dijo Rey con los dientes apretados.

-No me invites a entrar.

-Yo no te he invitado -dijo Rey girando la cabeza hacia otro lado, evadiendo su mirada.

Él la seguía mirando, y ella notaba su penetrante mirada, clavándose en su alma. No quería girarse y enfrentar aquellos ojos, aún no estaba preparada después de todo lo ocurrido en aquella sala…

-Veo que sigues entrenando, siento tu fuerza, pero también siento un desequilibrio en ti -dijo finalmente Kylo Ren.

- No tienes ni idea, tengo más armonía que nunca, tengo un objetivo, y estoy enfocada en ello -le respondió amargamente Rey.

- No, no lo tienes, y ese va a ser tu fin, nuestro fin… -dijo él con un pequeño toque de tristeza.

-Ese va a ser tu fín, Kylo Ren -dijo Rey incorporándose y plantándole cara.

Él sonrió.

-Así que ahora soy Kylo Ren…

Ella se quedó mirándolo fijamente sin apartar la mirada, porque no quería demostrar debilidad.

-Como tu quieras llamarme me da bastante igual -le dijo él en un tono sarcástico.

Y la conexión se cortó en ese momento. Ella se sintió mareada y su mente nublada. Se sentó en la cama de nuevo. Necesitaba dejar de pensar, dejar de sentir. Se recostó y cerró los ojos. Tan sólo necesitaba unos minutos para volver a ser ella.

Oyó la puerta abrirse y vio entrar a Rose con un libro en sus manos. Ella se la quedó mirando.

-Rey, ¿estás bien? Estás muy pálida, pareces enferma -le preguntó Rose preocupada.

-Sí, tan sólo un poco mareada…

-Ah entiendo, estás en tu ciclo, ya yo también me siento muy mareada en esos días.

Rey no dijo nada, aunque no era cierto que ella estaba en su ciclo, pero si sus cálculos eran ciertos, sí que estaba en el momento de ovulación. Ella pensó que no tenía sentido explicarle a Rose la situación.

-Creo que voy a intentar dormir ya, estoy cansada y mañana tenemos mucho trabajo por hacer -le dijo Rey a Rose mientras recogía una manta y se tapaba con ella.- Buenas noches Rose.

-Buenas noches, que descanses -le dijo Rose mientras abría su libro y empezaba a leer.