Conforme acabaron las navidades, los alumnos fueron regresando.

La vuelta a las clases fue algo incómoda. Ni Ron ni Harry le dirigían la palabra a Matt. Además, Harry se había empezado a sentar con Ron y Hermione con Matt en todas las clases.

El colegio entero cuchicheaba por los cambios en su relación, sospechando de una ruptura que para variar había sido culpa de Harry, quien aprovechándose de su fama, le había puesto los cuernos a Matt.

Estos rumores no hacían nada más que alimentar la ira de Harry. Una vez más odió su condición del niño-que-vivió y toda la fama que le acarreaba. Siempre pasaba del lado bueno al malo de la gente que lo rodeaba en cuestión de minutos. Y ahora por un lado tenía que soportar la ruptura con Matt, si es que había incluso una, dado que nunca habían tenido realmente nada y todo había sido unilateral y por otro lado tenía que ver como nuevamente su reputación se iba al traste.

Desde luego, Snape se estaba regocijando con su situación quien no había podido evitar soltar varias puyas cuando tuvieron la clase de defensa y él únicamente había podido apretar sus puños, clavándose las uñas en sus palmas para evitar perder más puntos para su casa, apenas conteniendo su ira gracias a Ron.

El bullicio lo seguía allá donde fuera, todo el mundo susurraba en cuanto lo veía y Malfoy no había desaprovechado la oportunidad para burlarse de él. Habían aparecido varios pósters de él con otro chico al que no se le veía cara en una posición comprometida y estaba seguro de que era cosa de los Slytherin. Sus amigos se dedicaban a arrancarlos pero aún así todo el mundo las había visto. La primera vez que los había visto había explotado gritando que eran falsos pero solo se habían alejado de él.

Harry se preguntaba una y otra vez porque era siempre él al que le pasaban este tipo de cosas. Quizá era el karma sobre el apellido Potter y al haber muerto su padre tan joven le había tocado a él pagar todo el abuso al que habían sometido a su profesor o quizá simplemente no tenía suerte y tenía un imán para este tipo de cosas.

Voldemort no había hecho nada para acallar los rumores. Incluso se podría decir que su estado decaído y a veces iracundo los alimentaba. En realidad lo que hacía era fingir su desánimo. Encontraba gratificante que Potter sufriera como él. Aunque aún le quedaba por pagar,la bofetada le iba a salir cara, se la haría pagar con creces. Nunca había deseado tanto matarlo. Estos días atrás había estado buscando formas alternativas de absorber un horrocrux. Quería sustraerlo sin tener que recurrir al arrepentimiento para poder matar al niño finalmente. Pero hasta ahora no había encontrado nada, todo lo conducía a lo mismo, un dolor inimaginable que podría conllevar a la muerte.

-Harry céntrate en otra cosa. Mira, piensa en otras formas de detener a Voldemort, seguro que hay algo que no hayamos pensado-dijo Hermione en un intento de distraerlo.

-¿Otra opción en la que no hemos pensado? Umm creo que lo tengo-dijo mirándola fijamente-Ya que le gusta Halloween y le teme a la muerte, siempre puedo disfrazarme como parca y con suerte se muere del susto, ¿que te parece?-dijo mordaz y Hermione se calló, sabiendo que no sacaría nada cuando estaba de ese humor.

Harry sentía que la válvula de escape estaba a punto de estallar cuando vio el nombre de Malfoy en el artículo de Corazón de bruja que le había enseñado Ginny. Malfoy relataba haber sido testigo del momento en el que había visto como él era empujado contra la pared rogando que el otro estudiante lo hiciera suyo. Que conveniente era que difamaran su nombre pero que el del supuesto estudiante así como el de su "ex" permanecieran privados para salvaguardar su privacidad.

Harry apretó sus puños en torno al papel y se giró justo a tiempo para ver como Malfoy salía del Gran Comedor. Inmediatamente se puso de pié dispuesto a seguirlo, no le iba a pasar ninguna más, había soportado demasiado a lo largo de esos 6 años.

-Harry, necesitas comer- dijo Hermione.

-¡No pienso quedarme aquí soportando esta mierda!- grito Harry provocando que las pocas personas que no lo habían estado mirando le prestaran atención.

-Relájate, podemos ir a las cocinas. Seguro que a Dobby...-empezó a decir Ron.

-Relájate tu- dijo antes de dar media vuelta.

No miró a Matt a los ojos antes de salir, no podía creer que no hiciera nada por desmentir los rumores. Ya no podía considerarse ni su amigo. De ser algo más que amigos habían pasado a la nada y no pudo evitar que una lágrima se deslizara por su mejilla cuando se cerraron a su espalda las puertas del Gran Comedor. Se limpió la cara rápidamente, furioso consigo mismo. Al final, todos los Slytherin eran iguales. Ese simple pensamiento alimentó más su ira interior.

Sacó el mapa del merodeador y apenas tuvo tiempo de ver como el punto que señalaba a Malfoy desaparecía adentrándose en la sala de los menesteres.

Nunca había subido las escaleras tan rápido hasta ese séptimo piso, ni siquiera el año pasado con Umbridge. Parecía que se deslizaba por los escalones, ni siquiera se sentía fatigado al terminar de subir. Se paseó por delante de donde se suponía que estaría la puerta únicamente pensando en Malfoy y en poco tiempo se había materializado. Con sigilo reprimiendo sus ganas de abrir con un portazo se adentró en la sala. Bajo la capa de invisibilidad buscó por todo el interior viéndolo delante de un armario que no hacía más que abrir y cerrar. Se escondió detrás de unos trastos únicamente para guardar la capa en su mochila, procurando no hacer ruido y con la misma determinación con la que había salido del comedor se detuvo a tan solo unos metros de él, a su espalda.

-¿Qué estás haciendo Malfoy?

Harry saboreó las pupilas dilatadas por la sopesa, observando su inquietud.

-Nada que te incumba Potter.

-Cuando hay un puto mortifago en el colegio es de mi incumbencia.

-Creo que el único puto que hay en esta habitación eres tu-dijo con malicia.

-¡Sabes que no es cierto!

-Quizá pueda atestiguar como te folla el Señor Oscuro la próxima vez, el público lo amara.

-No voy a descansar hasta meterte a ti y a toda tu familia entre rejas Malfoy. Estáis podridos.

Malfoy levantó su varita iracundo y lanzó el primer hechizo que Harry consiguió esquivar con rapidez, a su vez éste intentó desarmarlo pero Draco quien ya estaba preparado para ese movimiento lo contrarrestó rápidamente, sumiéndolos a los dos en un intercambio furioso de hechizos.

Los trastos amontonados caían estruendosamente por el suelo, resonando en la habitación pero ninguno de ellos era consciente de lo que estaban desencadenando, solo podían escuchar el intercambio de hechizos entre ellos.

Ninguno de ellos prestaba demasiada atención a lo que lanzaban, únicamente se dejaban llevar y lanzaban el primer hechizo que les venía a la mente, apartándose o agachándose la mayoría de las veces de ellos más que contrarrestarlos. Ambos estaban claramente en posición de ataque y parecían haber olvidado el uso de hechizos defensivos.

-Cru-empezó a entonar Malfoy.

-Sectumsempra-dijo Harry rápidamente.

Había actuado por impulso al recordar la simple anotación del libro que decía: "para enemigos" y que era Malfoy en ese momento sino eso: un sucio mortifago que había intentado lanzarle una imperdonable, que había intentado torturarlo.

Harry se acercó al cuerpo de Malfoy que había caído con un golpe seco, donde yacía sin moverse jadeando pesadamente y gimiendo de dolor. Observó con pánico contenido la expresión de dolor de su rostro y como la tela había sido despedazada. La sangre fluía con rapidez formando un charco de sangre a su alrededor.

Malfoy lo miraba apacible, sin rencor, y Harry simplemente cayó al suelo de rodillas. La sangre se precipitó por sus venas, yendo a un ritmo atronador que lo instaba a actuar. No podía dejar que el miedo lo paralizara, tenía que actuar rápido. Pensó que quizá podría sanar un poco las heridas y darle el tiempo suficiente a Pomfrey para llegar, eso era. Tendría que funcionar porque Dobby no podía llevarlo al haber perdido tanta sangre, una aparición en su estado solo lo empeoraría todo. Pensó en llamarlo para que trajera a la enfermera pero estaba seguro de que se pondría histérico al ver a Malfoy y ahora mismo no necesitaba nada de eso.

-Expecto patronum-dijo con voz temblorosa.

Por un momento llegó a pensar que no funcionaría pero lo había hecho y ahora tenía enfrente a su majestuoso ciervo.

-Pomfrey, estudiante gravemente herido, sala de los menesteres.

Rasgo su túnica para ver bien las heridas y se horrorizó. Habían múltiples cortes de considerable profundidad surcando su pecho.

Harry levantó su varita con lágrimas en sus ojos, pensando una y otra vez que él le había hecho eso y que era un monstruo que se merecía todos esos rumores.

-Episkey-murmuró

Pero no funcionó y lo repitió una y otra y otra vez gritándolo incluso, pero seguía sin funcionar. Se pasó una mano desesperado por el pelo, intentando recordar algún hechizo del libro que pudiese ayudarle pero no había nada.

-No quería hacerlo-le dijo devastado.

-Me lo merezco- fue el susurro apenas audible que salió de los labios manchados de sangre de Malfoy.

Harry sacudió desesperadamente la cabeza y cuando vio que los labios de Malfoy se abrían nuevamente dijo:

-No hables. Pomfrey llegará a tiempo, tiene que hacerlo.

Fue entonces cuando Harry se quitó su túnica y apretó con ella en algunas de las heridas de Malfoy intentando de alguna forma que no perdiera tanta sangre. Los quejidos de dolor se hicieron más audibles así como los sollozos de Harry.

Escuchó como unas puertas se abrían y gritó:

-Aquí. Rápido.

Su voz sonó ronca por las lágrimas. No apartó la mirada de Malfoy quien tampoco había dejado de mirarle.

Hacía tiempo que Harry estaba murmurando cosas inconexas sin darse cuenta y Malfoy estaba demasiado débil para entenderlas, estaba cayendo rápidamente en la inconsciencia y apenas sentía ya el dolor de las heridas. Sabía que se estaba muriendo, sabía que Potter se culpaba pero aún así no se arrepentía, era agradable incluso, ya no tendría que pelear, ya no tendría que ir contracorriente para hacer algo que no quería. Dejarse llevar ante la negrura era muy fácil.

Harry no notó la presencia detrás suya, no notó como alguien le gritaba que se apartara, solo se dio cuenta de todo cuando alguien lo agarró del brazo y lo lanzó a un lado. Miro sus manos manchadas ahora de sangre y dirigió su atención a esa persona, viendo con horror como Snape murmuraba una y una otra vez algo, pero no era capaz de escuchar nada, solo un pitido en sus oídos que silenciaba todo lo demás.

Snape vio como el maldito crío entraba en pánico, murmurando una y otra vez: "No quería hacerlo, no quería hacerlo". A Snape siempre le resultaba desagradable cuando alguien usaba ese hechizo en especial, pero nunca se había arrepentido tanto de haberlo creado como ahora. No solo pendía la vida de su ahijado de un hilo sino que el niño al que había jurado proteger lo había lanzado.

Una vez cerradas las heridas de Malfoy le suministró rápidamente una poción regeneradora de sangre. Hacía tiempo que los ojos de su ahijado se habían cerrado y solo esperaba no haber llegado demasiado tarde. Puso los dedos en su muñeca buscando el pulso y soltó un suspiro de alivio al notarlo. Era débil pero constante, viviría.

Ahora tenía que ocuparse de su otra pequeña carga. Si alguien lo veía aquí probablemente lo expulsarían.

-Potter escúcheme.

Pero sus ojos no estaban enfocados en él lo traspasaban con la mirada.

-Potter, vuelva a sus sentidos.

Pero nada funcionaba. Lo agarró firmemente por los hombros y con la voz más suave que pudo reunir dijo:

-Vivirá- dijo Snape viendo como los ojos de Harry le miraban finalmente, teniendo su atención- Escúchame, no le digas a nadie lo que has hecho.

-Pomfrey sabe que hay alguien herido, le mandé un patronus.

-Bien, 50 puntos menos para Gryffindor-entonó con voz fría- has tenido una pelea y le has roto la nariz a Malfoy, te has asustado porque se ha golpeado con algo y se ha desmayado. Yo he atendido sus heridas, ¿lo entiendes?

-¿Por que... por que me ayuda?- dijo tragando el nudo de su garganta.

-Porque ese hechizo no debería haber llegado a tus manos nunca. Ahora lárgate, ya has hecho suficiente.

Harry se levantó con las piernas temblorosas y se apoyó en una mesa que tenía cerca para no caerse. Echó una última mirada atrás y vio como Snape se encargaba de hacer desaparecer toda evidencia.

Salió de la sala de menesteres con nuevas lagrimas surcando su rostro y con el peso de sus acciones en sus hombros. Miró su varita que no había soltado en ningún momento, aflojando el fuerte agarre que tenía en las misma, abriendo y cerrando su puño para relajar sus dedos agarrotados. Y miró con nuevos ojos a su varita, pensando en ella por primera vez como un arma, horrorizado de lo que casi se llega a convertir empuñándola.

Supo en ese instante que nunca sería capaz de matar a Voldemort, no podría vivir siendo un asesino.